Gente, que tal, ¿opiniones del capítulo pasado? ¿Qué les pareció? Si les gusto el anterior este les encantara, sobre todo porque se trata del CAPITULO FINAL, así es señores, 17 capítulos y el único que importa es este (nótese la referencia), todo ha llegado a su fin, ¿Qué pasara? Te invito a descubrirlo. Disfrútenlo.

PD. Por ahí les voy a pedir que habrán uno de los videos en YouTube, y que lean con eso de fondo, a ver si logro algo.

PD 2. El capítulo es largo, muy largo, por lo que te hago la sugerencia de leerlo cuando tengas mucho tiempo libre, con una buena botana (éntrale al chicharrón) y tu bebida favorita.

Este capítulo se inició a las 4.30 de la tarde del jueves 18 de mayo de 2017, hora del centro de México.

Cap. 18 – Algún día

Pasados tres días, en la casa Loud aún se sentía ese aire de tristeza que provocaba el estado de ánimo de Lynn, todavía se resistía a hablar en concreto con alguien y solo salía de su habitación a comer o al baño, y no le ayudo mucho que Michael no se reportara durante ese tiempo. La plática que había tenido con su papá pareció haber desaparecido por completo de sus recuerdos y la única noche que logro conciliar el sueño sin derramar lágrimas hasta dormirse fue aquella. La situación comenzaba a complicarse para sus hermanas y para Lincoln, les dolía verla así, pero sabían que poco, si no es que nada podían hacer para evitar lo inminente. Estaban todas fuera de su habitación, ni siquiera Lucy la acompañaba, tampoco soportaba ver a su hermana así, podría hacerlo con cualquiera, menos con su propia familia.

-Lynn, Lynn, vamos, hermana, sal de ahí, esto no es bueno.

-Olvídalo Lincoln –apareció Lucy en su clásica entrada-, está demasiado deprimida para hablar con alguien, incluso conmigo. Su actitud hace que lo deprimente de mis poemas se parezca al Himno a la Alegría, suspiro.

-Uy, no pensé que estuviera tan mal.

En ese momento se abrió la puerta de la habitación, y la atravesó una niña sin alma, sin dejar ver sus ojos ocultos por un flequillo de pelo castaño.

-¡Lynn! –su hermano se alegró al verla, pero esta solo camino al baño, sin hacerle caso a su alrededor, ignorando todo y a todos, pues Lincoln no fue el único que intento hablar con ella. Luan trato de alegrarla con uno de sus chistes; Luna le pregunto su opinión de un sonido en el que trabajaba; y Leni quería saber si la acompañaba a la plaza. A todas ellas las ignoro por completo, y después del sonido de la cañería desahogándose, abrió la puerta del baño para regresar a su habitación.

Desistiendo de sus intentos por animar a Lynn, Lincoln fue a la sala a ver si podría pensar en algo para ayudar a su hermana, pero tan pronto bajo el último escalón, sonó el timbre de la casa seguid de un quejido muy familiar:

-¡Ahh! ¡Vamos, esto ya es ridículo! –Se escuchó detrás de la puerta-.

Lincoln se apresuró en abrir la puerta estando seguro de a quien encontraría parado ahí afuera.

-¿Michael?

Era muy difícil reconocer a Michael en un par de jeans, una gorra amarilla y un polo blanco. Nunca lo había visto más que con un pantalón deportivo y una sudadera.

-Si –tratando de recuperarse-, soy yo Lincoln. ¿Está tu hermana?

-Pues sí, pero ha estado muy deprimida desde la noticia.

-Me lo imagine y por eso vine, quiero hablar acerca de eso, ¿puedo?

-Oh, claro, adelante. Ponte cómodo, hermano.

-Vaya, ¿pero a quien tenemos aquí? –dijo Luan mientras aparecía de la cocina, claramente molesta-.

-Hola Luan, ¿pasa algo malo? –pregunto notando la molestia de la hermana mayor de Lynn, aunque esta tenía su misma edad, también tenía todo a su favor para reprocharlo si quería-.

-Pues pasa que te vas, genio.

-Oh, ya lo sabes –dijo intercambiando la mirada con el suelo-.

-Sí, y déjame decirte que eres un tonto. La podre de Lynn ha estado deprimida tres días, eres un desconsiderado.

Michael solo recibió de frente el regaño de Luan, no quería provocar problemas, pero se dio la oportunidad de explicar lo que pasaba, pues era claro que no sabía la historia completa.

-Luan, yo…

-¡¿Qué?!

-¡Luan, deja que hable! –Le recrimino Lincoln-.

Luan no se sintió muy bien con la orden de su hermano menor, pero se quedó en silencio como si estuviera dando su consentimiento.

-Gracias hermano. Veras Luan, sí, es cierto que me voy, me voy a México…

Michael entonces procedió a contarle toda la historia a Luan y poco a poco se fueron añadiendo hermanas a la sala para enterarse del tema. Para cuando termino de hablar, las 9 hermanas ya sabían a plenitud la situación, habiendo comprendido que Lynn fue quien le había regalado esa oportunidad.

-Vaya amigo, eso sí es intenso –comento Luna-.

-Yo también me siento triste, quisiera que Lynn viniera conmigo, pero no puedo alejarla de su familia, sé que es feliz con ustedes. También por eso, me voy tranquilo.

-Bueno –comenzó a hablar Leni-, ¿y qué es lo que querías hablar con ella?

-Quería venir a decirle cuando me voy y tal vez, invitarla a comer algo una última vez.

-Eso se puede arreglar –comento Lori con una sonrisa en su rostro diciendo que harían algo- Chicas, vengan conmigo, Lincoln, cuida a Lili.

En ese instante, las 8 hermanas subieron, irrumpieron en la habitación de Lynn, e hicieron todo lo posible por dejar a su hermana presentable. Le lavaron el cabello, la peinaron, hasta la vistieron y maquillaron.

-¡Oigan! ¿Qué hacen?

-Tu coopera hermana, te tenemos una sorpresa, ha, ha, ha, ha.

-Ya les dije que no estoy de humor.

-Oh sí, si lo estas –agregaron las gemelas-.

-¡Que me dejen!

Abajo en la sala, solo se escuchaba un alboroto allá arriba, pero ambos chicos lo estaban ignorando, Lincoln estaba acostumbrado y Michael no estaba seguro de querer saber de qué se trataba. Para distraerse de eso, los chicos comenzaron a hablar entre ellos:

-Y bien, ¿A dónde dices que vas?

-Me invitaron a formar parte de un club de fútbol en la capital.

-Eso es genial, y tus padres, ¿te dejaran irte hasta allá solo?

-No, claro que no. Mi padre es de México, por lo que contamos con familia allá, en este momento está viajando para arreglar lo de mi hospedaje y él me recibirá allá.

-¿Pero si viajaras solo?

-Bueno eso sí. Pensé que viajaría con mi madre, pero ella ya tenía planes para ir a España a ver al otro lado de mi familia.

-Amigo, no sabía que ti familia era tan "internacional".

-Y sin embargo, somos los únicos que residimos aquí.

-¿Cómo? ¿No tienen familia aquí en Estados Unidos?

-Tristemente, no. Mi padre llegó de inmigrante hace años, y mi mamá residía ya aquí por cuestiones de trabajo…

-¡Les dije que me dejaran en paz…! ¿Michael?

-Hola Lynn, ¿cómo estás?

Lynn había sido bajada a la sala arrastrada por sus hermanas, quienes habían hecho todo para que bajara a ver al muchacho. Cuando lo vio, se quedó inmóvil y sin habla, por primera vez notaba el cambio que había sufrido Michael desde aquella primera ocasión que lo vio en ese campo de juego, y aquella ropa que él usaba le ayudaba más a notarlo. En cambio ella, no vestía su clásico conjunto deportivo, ahora ella vestía de igual manera unos jeans y una blusa roja, sin mangas, dejando descubierto el brazo desde el hombro. Lo único que no cambio fue su peinado, que seguía siendo una cola de caballo.

Ella, reacciono después de varios segundos, se acercó y se detuvo frente a él, y quedándose quieta unos segundos procedió a dar una bofetada a Michael.

-¡Uhh…! -se escuchó en la sala-

Pero inmediatamente después se lanzó hacia él en un abrazo conmovedor, lo que hizo que no le importara el golpe que Lynn le había propinado, correspondiendo el abrazo.

-Lynn –Michael preguntó-, ¿cómo estás?

-Triste y feliz. Gracias por venir.

-Oye, yo quería hablarte de algo.

-¿Es sobre tu viaje?

-Si, en su mayoría.

-Entonces puede esperar –era obvio que no quería deshacer el abrazo-.

-Supongo.

Mientras ellos seguían entrelazados en el abrazo, las hermanas solo los observaban, conmovidas por la escena de la que era parte su pequeña Lynn.

-Lynn –dijo Michael separándola-, es hora de hablar.

Lynn no quería que ese momento llegara, pero sabía que no podría prolongarlo por mucho. Él tendría que mencionar el asunto tarde o temprano.

-Yo, ya no estaré aquí por mucho, solo me quedan un par de días aquí antes de que me tenga que ir –Lynn solo escuchaba tristemente las palabras de Michael-, y quiero pasar al menos otro momento contigo.

Lynn formo una pequeña sonrisa en su rostro, pero no la pudo sostener, la tristeza dominaba su cabeza.

-De hecho –continúo Michael-, hay un lugar al que necesito que me acompañes. ¿Qué dices?

-Yo… si, te acompañaré.

-Bravo, vamos pues se nos puede hacer tarde. Nos vemos, niñas, adiós Lincoln.

Entonces ambos chicos salieron a gran prisa de la casa Loud, no sin ser despedidos por el resto de la familia.

-Y, ¿a dónde vamos? –Preguntó Lynn-.

-Hoy –comenzó Michael, con la voz no muy clara-, hoy se marcha Alex. Quiero despedirlo y quiero que tú me acompañes.

Lynn había recordado que también a Alex lo habían reclutado y también se iría en esos días, parecía como poco a poco se desboronaba la familia de la que había llegado a ser parte hace pocas semanas atrás. Sus ánimos decayeron hasta el punto el que se detuvo por completo, abandonando en la caminata a Michael por un segundo.

-¿Te pasa algo?

-Eh, no, nada, vamos.

Durante todo el trayecto caminando, casi no hablaron. Ninguno de los dos encontraba un tema de conversación para romper el hielo. Normalmente, cuando caminaban a los entrenamientos el tema principal de sus pláticas era el fútbol, pero hacerlo en ese momento era incómodo para los dos, pues, irónicamente, lo que los había hecho conocerse por primera vez, era ahora lo que los estaba separando. Hablar de futbol seria como poner el dedo en la llaga y ambos lo sabían.

Finalmente, después de unos 30 minutos caminando, llegaban a la casa de Alex, quien ya se preparaba para irse, por lo que los dos chicos apresuraron el paso para abordarlo antes de que se marchara.

-¡Alex! –Gritaron los dos chicos al mismo tiempo-.

Al escuchar esos gritos, Alex detuvo lo que estaba haciendo, levanto la vista y pudo ver a los dos chicos corriendo llegando hasta su casa.

-Llegamos –dijo Michael mientras recuperaba el aliento-.

-Apenas –respondió Alex riendo-. ¿Qué pasa? Creí que no te gustaban las despedidas en tiempo.

-Yo también –ya notablemente recuperado, Michael continuó-, pero lo vi necesario. Aparte vine con alguien, por si no lo has notado.

-Sí, parece que Lynn accedió a acompañarte. ¿Cómo te va, Lynn?

-Súper –dijo con la voz caída-.

-No parece, ¿qué te hizo este tonto?

-Él no me… no hizo nada.

-Ni siquiera…

-No, tampoco.

-Ya veo. Bueno, aún queda tiempo.

-De hecho, amigo –procedió Michael a aclarar la situación-, eso es lo que menos queda.

-¿Por qué? ¿Te vas a morir? –Dijo entre risas-.

-Algo así –agrego Lynn-.

Ante esa respuesta, quedo intrigado.

-¿Qué pasa?

-Alex, yo también me voy. Me pidieron ir a un club en México.

-¡Amigo, eso es grandioso!

El escuchar eso, hizo que Lynn bajara la cabeza, nuevamente triste.

-¡Hijo, ya casi nos tenemos que ir!

-¡Un momento, papá! Entonces, ¿también te vas? ¿Y qué hay de…?

-Otro día será.

Ambos amigos rieron un poco entre ellos, y mientras Lynn no intervenía, estaba demasiado metida en sus pensamientos como para hablar, además, estaba al tanto de lo que pasaba, y no quería estorbar la despedida de aquellos mejores amigos.

-Bueno, llego la hora, me voy.

-Éxito, compadre –le deseo Michael con los ojos humedecidos-.

-Que tengas mucha suerte en Nueva York –le dijo Lynn-.

Alex estiro la mano en busca de una despedida formal, pero a cambio, obtuvo el abrazo de su mejor amigo. Después procedió a despedirse de Lynn, quien también lo abrazo mientras desbordaban lágrimas de sus parpados. Aquel chico había sido para ella como un hermano mayor y le dolía verlo partir, pero en el fondo se alegraba, veía en él, más que un amigo, un mentor, pues él había sido el encargado de inducirla al estilo de juego del equipo, en cierto sentido, fue su maestro.

La hora de irse había llegado. Alex tomó su maleta de mano y procedió a abordar el coche de su padre donde lo estaba esperando. Lentamente el coche comenzó a avanzar, ante la expectante mirada de los dos adolescentes, quienes veían partir a un amigo, a un hermano, a un maestro. Lynn y Michael se quedaron ahí, con la mirada en el horizonte durante minutos, incluso después de haber perdido de vista aquel auto que se había llevado a su amigo a una nueva vida. El tiempo paso y ellos seguían sin desviar la mirada, inmersos en sus pensamientos.

-¿Michael? –Fue Lynn quien decidió romper el silencio-. ¿Vas a estar bien?

-Si –dijo acompañado de un gras suspiro-.

-Animo, tal vez algún día vuelvan a jugar juntos.

Michael se quedó en silencio.

-Algún día, Lynn, algún día –después volvió a guardar silencio hasta que se le ocurrió que decir-. Lynn, ¿quieres ir por algo?

-Sí, Mike. Hay que despejar la mente.

-Genial, ¿está bien si vamos a la plaza?

-Claro, no tengo problema.

Entonces ambos partieron, dejando atrás aquella triste escena de despedida, que tristemente, para Lynn no sería la única.

En lo que recorrían el camino a la plaza, Michael volvía a hacer sonar una melodía que Lynn ya conocía, desde aquel primer día que la escucho, no la dejo de sonar cada vez que el momento se prestaba, durante el camino a los entrenamientos, de regreso, inclusive durante los partidos, esa melodía estaba presente y se había hecho una costumbre para Lynn escucharla. Al escucharla en ese momento, recordó lo bien que se sintió cuando lo hizo por primera vez de parte de Michael, y eso le hizo sentir una tranquilidad, como si aquello que estaba viviendo en esos últimos días no hubiera pasado jamás. Despejo su mente de los problemas y solo se dejó llevar por el sonido, apoyando su cabeza en el hombro de Michael.

Habiendo llegado a la plaza, iniciaron una pobre conversación.

-¿Qué te gustaría? ¿Un helado, unas papas, una hamburguesa, una pizza?

-Me siento cómoda con un helado, gracias.

-Helado será.

Fue lo único que comentaron para después pasar a comprar un par de conos de helado. Después, pasaron a sentarse en una de las múltiples bancas distribuidas por la plaza. Mientras disfrutaban el congelado postre, no hablaban, ambos sabían que debían hacerlo, pero no querían tocar el tema, era demasiado doloroso para los dos. Aquel día ya había empezado triste con la partida de Alejandro, y tocar el tema tan pronto sería arruinar el resto de su día. Aunque Michael parecía saberlo, tuvo que hablar, pues el prolongarlo también lo haría más difícil.

-Lynn –y comenzó-, sabes que hay algo que tengo que decirte.

-Sí, lo sé –contestó-.

-Escucha, yo… yo voy a partir pronto.

-¿Qué tan pronto es pronto?

-En dos días, me voy este viernes.

Las palabras de Michael no sentaron bien en el rostro de Lynn, quien casi deja caer su postre.

-Y quiero pasar algo de tiempo contigo.

Lynn sonrió levemente.

-¿Solo conmigo? ¿Qué hay de todos los demás?

-Bueno, ya he pasado un poco de tiempo con los hermanos, aparte los veré la mañana de ese día otra vez.

-Ya veo. Sabes, a mí también me gustaría pasar un poco más de tiempo contigo.

-Grandioso. ¿Qué quieres hacer ahora?

-No sé, ¿tú que piensas?

-Pues, sinceramente a mí me gustaría dar un paseo por el parque, ¿qué dices?

-Claro, ¿por qué no?

Lynn dijo aquello sin reflexionar, no paso por su cabeza ese momento que en el parque se hallaba aquel campo donde todo había iniciado. Para cuando se dio cuenta de eso, los chicos ya casi pisaban el césped de aquella cancha de fútbol.

-¿Qué hacemos aquí? –Preguntó, un tanto dudosa-.

-¿Recuerdas que pasó aquí? –Michael contra preguntó-.

En ese instante Lynn había recordado aquella trifulca que casi se provocaba.

-No me lo recuerdes –dijo enrojecida-.

-Ja, ja. ¿Estás pensando en la pelea? –Lynn se avergonzó aún más-. Yo me refería a los momentos previos, cuando hiciste esa grandiosa media tijera con una patada que me dejo en el suelo, ¿ahora lo recuerdas?

-Oh, eso, sí. También recuerdo ese gol que te metí.

Sin pensarlo, ambos ya estaban inmersos en una conversación sobre aquel juego de hace casi dos meses, hablando de los sucesos. En eso se concentraron durante más de una hora, se les había ido el tiempo recordando. Paso una, dos, tres horas hasta que cayeron en cuenta de que tanto tiempo habían pasado hablando.

-Bueno Michael, creo que ya es tarde, debo ir a casa.

-Tienes razón, debemos irnos, yo también necesito llegar a casa a seguir preparándome.

Así, ambos emprendieron el camino a casa, con el ánimo elevado. Aquellas horas de conversación habían surtido un efecto emocional positivo en los dos, y mientras caminaban a casa de Lynn, seguían conversando y recordando, como si todo lo que había pasado en dos meses hubiera sido hace años. Aires de nostalgia se respiraban, los ánimos ya no decaían, en resumen, se sentían muy bien.

Habiendo llegado a la casa Loud, los chicos se despidieron sin más ni menos, como si nada estuviera pasando, sin antes pactar que el siguiente día también pasarían unos momentos juntos. Cuando Lynn entro en su casa, inmediatamente sus hermanas notaron el cambio de ánimo que sufrió, como si la hubieran cambiado por otra. Pero en este caso, nadie le hizo preguntas. Uno pensaría que de inmediato seria abordada por todas sus hermanas para preguntarle sobre la cita, pero como a leguas todo parecía estar bien, supusieron lo mejor, y solo vieron a Lynn, dirigirse al sofá a sentarse con ellas y pasar un rato con su familia, viendo televisión. Así termino aquel día, Lynn se sintió renovada y toda su familia aliviada.

El día siguiente sería similar, Michael pasaría a la casa Loud a esperar a Lynn, recibiendo un ligero choque eléctrico del timbre. Pasado eso, fue invitado por Lincoln a pasar a esperar a Lynn en la sala.

-Y, ¿qué cuentas, Mike?

-No mucho… oh, por cierto, antes de que lo olvide, necesito que me ayudes con algo, amigo.

-Claro, viejo, ¿de qué se trata?

Michael saco un disco del bolsillo de su chamarra, y se lo entrego a Lincoln con instrucciones específicas de qué hacer con él, a lo que Lincoln accedió de inmediato, momentos antes de que Lynn bajara la escalera.

-Hola Mike.

-Hola Lynn, te ves linda –dijo un poco inseguro, y provoco que Lynn se sonrojara un poco-.

-Gracias, tú también te ves bien –correspondió-. Y, ¿qué vamos a hacer hoy?

-Estaba pensando en si querías que fuéramos a los bolos.

-Súper –dijo animada-. Suena divertido.

-Pues vamos.

-Adiós tortolos –dijo Lincoln con un claro tono de burla, tratando de incomodar a los no novios-.

-¡Cállate, tonto! –Grito Lynn, arrojándole una pequeña pelota que impactaría en el abdomen de Lincoln-. Vamos Mike.

-Nos vemos, hermano.

-Adiós –dijo Lincoln, tomándose la zona donde recibió el lanzamiento de Lynn-.

-Que pesado –dijo Lynn al salir de la casa, lo que amerito que Michael riera un poco-

-No seas dura con él.

-Es un impertinente –concluyó-.

El día paso justo como lo había previsto Michael, habían ido a jugar, después pasaron a comer algo y finalizaron exactamente igual que como lo habían hecho el día anterior, en aquel campo de fútbol que contenía tantos recuerdos para aquellos chicos. Esa tarde, el campo era utilizado por un grupo de niños, de no menos de la edad de Lincoln. Mientras hablaban, también disfrutaban de aquel juego que los infantes disputaban, y cada cierto tiempo eran interrumpidos por uno de ellos que les pedía arrojarles el balón cuando este caía cerca de ellos. En una de esas ocasiones que el balón fue a dar a donde estaban los adolescentes, cuando Michael se dispuso a entregarlo a uno de los niños, este le dirigió un inocente comentario.

-Gracias, amigo –dijo el pequeño-, tu novia es bonita.

Aquel dijo eso con un volumen suficientemente adecuado para que Lynn lo escuchara, y al hacerlo, su cara se volvió a tornar roja junto con la de Michael. Ambos chicos se voltearon a ver el uno al otro, aun sonrojados, parecía que sería el momento ideal para demostrar lo que ambos querían que sucediera. El estar ahí, sentados bajo un árbol, parecía ser el momento, ambos acercaron se inclinaron hacia el otro, pero…

-¡Lynn, Lynn! –era Lincoln, quien parecía agitado, no por esfuerzo físico si no por otra causa-. Lynn, por fin te encontré.

Haber oído eso hizo que los dos inmediatamente se separaran.

-¡¿Qué quieres, Lincoln?! –Dijo muy molesta-. No ves que… bueno, ¿qué quieres?}

-Lynn, las chicas… Lori y Leni volvieron a pelear, las chicas me enviaron por ti. Dijeron que te necesitaban para el protocolo.

-¡¿Qué?! ¿Y ahora que paso?

-No lo sé. Me dio miedo preguntar, por eso me ofrecí a buscarte.

-¿Y por qué no me llamaste?

-No quería quedarme en casa, pero si intente llamarte cuando estuve a una distancia segura.

Michael rio levemente al oír eso.

-Rayos. Mike, yo…

-Ve a casa, si tu familia te busca es por algo.

-Pero y si ya no te veo…

-Creo que tu familia debe ser un poco más importante. Anda, ve a resolver ese partido.

Lynn sonrió y con un abrazo y un insípido beso mejilla con mejilla, se despidió de él para proceder irse a su casa a prisa.

-Bueno, Lincoln, vamos.

-Ah no, yo no regreso hasta que todo esté bien en esa casa. No me entrometeré otra vez –dijo recordando aquella vez que las peleas en su casa no pararon hasta que paso una noche fuera de ahí, pensando que podría volver a funcionar-.

-Como quieras, niño –y se fue-.

Paso a sentarse junto a Michael, quien rápidamente quiso entablar conversación con el pequeño.

-Con que pelea de hermanas…

-No lo soporto, amigo –respondió-. Amo a mis hermanas, pero es casi imposible vivir con ellas cuando están molestas unas con otras.

-Sí, yo, no entiendo eso. Pero debe ser agradable cuando todas están en armonía.

-Es increíble, sé que en esos momentos puedo contar con ellas. Como una vez que tenía que hablar de mi familia para un proyecto escolar, todas me ayudaron. Eso fue fantástico, hasta que Luan arrojo un balde de agua sobre mi maestra.

Michael rio entre dientes, pero esa risa fue sincera.

-Entonces, tú y Lynn –prosiguió-…

-No pequeño hermano, no fue posible.

-Oh, no me digas que yo…

-No te preocupes, toda pasa por una razón. Está bien. Oye, ¿escondiste bien eso? –Dándole vuelta a la conversación-.

-Oh, sí, solo que no me dijiste cuando dárselo.

-Mañana te daré la indicación.

-Está bien…

Ping

Lincoln había recibido un mensaje, era de parte de su hermana Luna, decía que todo se había resuelto y podía volver a casa.

-Vaya, eso fue rápido.

-¿Qué cosa?

-Parece que las cosas se arreglaron en casa.

-Oh, a eso llamo velocidad.

-Bien, creo que iré a casa, ¿tú que harás?

-También volveré a casa. Vamos, tu casa queda de camino a la mía.

Entonces los dos chicos salieron del lugar camino a casa, después de tan satisfactoria conversación acerca de las hermanas de Lincoln, mientras la conversación de regreso fue más amena. Estaban hablando de videojuegos, historietas y programas de tv, después de todo, no era mucha la diferencia de edades, por lo que ambos disfrutaron la conversación.

Cuando llegaron a la casa Loud, Lincoln dudo en entrar, no estaba del todo seguro que las cosas estuvieran del todo contenidas. Debido a eso, solo entreabrió la puerta de entrada para inspeccionar, pero por suerte, sus temores fueron infundados, y la tranquilidad regreso a su ser cuando vio a todas sus hermanas juntas en el sofá de la sala viendo el televisor.

-¡Ah! –Soltó un suspiro de alivio-. Parece que todo está bien.

-Me alegra oír eso.

-¿No quieres pasar un rato?

-Lo siento, debo irme, recuerda que mañana salgo.

-Oh, es verdad. ¿Entonces ya no veras a Lynn?

-Haré todo lo posible por venir mañana a despedirme.

-Está bien, amigo. Cuídate.

-Igual tú, compadre.

Y Michael se marchó. Cuando estuvo lejos para ser visto por sus hermanas, decidió entrar a la casa, pero en cuanto abrió la puerta, rápido recibió las miradas acusatorias de todas sus hermanas, menos de Lynn.

Dándose cuenta de la molestia de sus hermanas, y tragando saliva, pregunto:

-¿Ahora que hice?

-¡Oh, nada! –Dijo Lola-. ¡Solo le arruinaste a Lynn un momento maravilloso, gran tonto!

Sus hermanas siguieron incriminándole.

-Eres literalmente, el peor Lincoln. ¿Cómo fue posible que hicieras algo así?

-Oigan –trato de defenderse, pues ya sabía de lo que hablaban-, yo no sabía que…

-¡Chicas! –El grito de Lynn dejo a todo mundo cayado-. No fue su culpa, fue mía.

-¡¿Tuya?! –Dijeron las chicas-.

-¿Tuya? –Dijo Lincoln-.

-Si. Sabía lo que quería y sin embargo lo deje pasar hasta que el tiempo se vino encima.

-Lynn –le hablo Luan, queriendo animarla-, no estés así, tampoco fue tu culpa.

-Sí, hermana –prosiguió Lana-, en todo caso, fue culpa de Lori y Leni.

-¡Oye! –Gritaron las dos mayores-.

-Ya no importa, pero gracias por intentarlo hermanas –y habiendo terminado esa frase, Lynn subió a su habitación a dormir-.

El ambiente volvía a ser pesado. La tristeza de Lynn invadió nuevamente a sus hermanas y hermano, pero estos ya nada intentaron por hacer, sabían que sería inútil.

Pasó la noche y durante el principio, se escuchaba llanto en toda la casa, y no era sorpresa de quien provenía. Cerca de la media noche, el llanto ceso, dejando la casa en completo silencio, dejando de hacerlo más por las dificultades para dormir que le causaba al resto de la familia, que por simple cansancio de Lynn.

Llego la mañana, ambos padres ya se habían ido a trabajar, mientras los chicos aún seguían disfrutando de sus vacaciones, que estaban a punto de terminar. Todos ya habían desayunado, menos una persona, la cual no había vuelto a salir de su habitación desde la noche anterior.

Todas las hermanas y Lincoln se encontraban en la sala, aun preocupados pero sin nada por hacer.

Ping

Sonó el teléfono de Lincoln, había recibido un mensaje:

Lincoln, hermano, si podré ir a despedirme de ustedes más tarde. Por favor díselo a Lynn y a todas tus hermanas, ya les tengo un gran aprecio. Atte. Michael

Al leer el mensaje, no dudo en comunicarlo a sus hermanas, que inmediatamente estallaron de emoción, pero tenían que actuar, pues no decía exactamente a qué hora iba a llegar Michael, por lo que tenían que hacer lo que fuera para sacar a Lynn de su habitación y darle un tratamiento para que recibiera a aquel chico.

Se apresuraron. Nuevamente, como dos días antes, irrumpieron en la habitación de Lynn, la cual no estuvo del todo contenta por eso, pero la negativa de la castaña de 13 años no las detuvo, y repitieron todo lo que habían hecho aquella vez. Lavaron su cabello, le escogieron ropa, y trataron nuevamente de peinarla y maquillarla, esto último, sin resultados.

Dos horas habían pasado y Lynn ya se encontraba vestida, pero no sabía lo que pasaba, pues sus hermanas no le decían que pasaba, aunque tenía la sospecha, pero no quería ilusionarse en vano.

Entrado el medio día, pasó algo muy recurrente las últimas semanas. El timbre de la casa sonó acompañado del ya divertido grito de dolor. Michael había llegado justo a tiempo. El acontecimiento recién no pudo más que emocionar a todas las hermanas mientras Lincoln abría la puerta acompañado de Lynn. Esta última se mostraba nostálgica, sabía a qué iba Michael y no tenía la más mínima idea de cómo reaccionar. Expectante, espero mientras la puerta se abría completamente.

Y ahí estaba él, parado, usando unos jeans, un polo rojo y también aquella gorra que lo distinguió esas últimas dos veces que lo vio, ahora con la diferencia de que llevaba consigo una gran maleta colgando de su hombro, lo cual extraño a todos. Dándole la menor importancia a eso, las reacciones no se habían hecho esperar, y ambos se fundieron en un reconfortante abrazo que duro unos segundos antes de que comenzaran a hablar entre ellos.

-Michael…

-Lynn…

-Esa maleta, ¿significa que ya te vas?

-En una hora sale el autobús que me llevara a la capital a tomar mi vuelo.

-¡¿Y qué rayos hace aquí?! –Recrimino Lynn-. Vas a perder el autobús si no te vas ya.

-Siempre hay algo de tiempo. Además, tu hermano y hermanas dijeron que se encargarían de eso.

En eso, volteo a ver a sus hermanas y hermano y vio a Lori sosteniendo la llave de la camioneta familiar. Al parecer se habían ofrecido a llevar a Michael a la estación de autobuses, idea por cierto, de Lincoln,

-Bueno –Lori tomo la palabra-, si no quieres llegar tarde, vámonos.

Todas salieron a abordar la camioneta, quedando fuera de ella Lynn y Michael. Le pidieron a Lynn cerrar la casa, y Michael la acompañaba. Cuando esta se dispuso a ir a la camioneta, Michael se detuvo un momento, se quedó pensativo ante la expectativa de Lynn, quien no entendía que pasaba por su cabeza. En un acto impulsivo, presiono el botón del timbre de la entrada, que causo algo más que un choque eléctrico en su cuerpo.

-¿Qué rayos te pasa? –Pregunto Lynn, incrédula de lo que había hecho Michael.

-¿Voy a extrañar eso?

-¿Extrañaras ser un tonto?

-Ja, muy gracioso, niña.

Después de esa rara escena, ambos fueron a la camioneta y subieron a ella, para iniciar el trayecto que llevaría a Michael a su destino. El trayecto duro alrededor de 45 minutos, lo que le dejo suficiente tiempo para la despedida que había planeado desde que las hermanas le ofrecieron ayudarlo. Pasaron otros 10 minutos hasta que al andén llegó su autobús.

-Bueno, ese es el mío –dijo Michael-. Antes de irme, le quiero decir algo a todas. Gracias, estas últimas semanas me hicieron sentir en una nueva familia, en una con hermanas, y si me permiten, quisiera decirle algo a cada una.

Michael, a lo largo de aquellos casi dos meses, se dio a la tarea de conocer a toda familia Loud, por lo que sabía exactamente que decir en ese instante. Supo de sus aficiones y gustos, de sus disgustos, y en más de una ocasión pudo escuchar a alguna quejarse de otro miembro de la familia.

-Bueno –y comenzó-, ¿por quién empezamos? Ya sé, de mayor a menor.

Entonces se acercó a Lori y le dijo:

-Lori, sigue cuidando de tu familia –a lo cual Lori asintió-.

-Leni, nunca dejes de ser… eh, pues Leni. –Obvio no dejare de ser yo, Mikey.

-Luna, que no decaiga ese espíritu rockero. –Dalo por hecho hermano.

-Luan, no dejes de regalar sonrisas –está también asintió-.

-Lincoln, sigue esquivando a las niñas. –Desde luego hermano.

-Lucy, no dejes sola a Lynn. –Suspiro –dijo-. Jamás.

-Lana, Lola, son las más encantadoras gemelas que he conocido, va para las dos. –Lo sabemos -respondieron juntas-.

-Lisa… -Michael… -Llegaras muy alto. –Eso es solo una suposición sin bases ni fundamentos. –No los necesito. – ¿Que no necesita bases? Eso es ridículo –dijo mientras se alejaba-.

-Y la pequeña Lili –la cargo y esta le dio un golpe en la cara con poca fuerza, pero la suficiente para que sonara el impacto-. Parece que alguien sigue los pasos de sus hermanas.

Finalmente, se acercó a Lynn y poniendo una mano en su hombro, comenzó:

-Y Lynn Loud Jr. –Lynn se mostró triste en cuanto Michael se acercó a ella para despedirse-. A ti te diré algo más que unas palabras. Te hiciste muy fuerte Lynn, durante todos los partidos te mostraste poderosa, imparable, y te convertiste en algo más que una hermana. Nunca dejes de jugar, no dejes de correr, no dejes de luchar.

Y con esas palabras, Lynn rompió en llanto y solo abrazo a Michael.

-De verdad me harás falta –dijo Lynn, con voz entrecortada y los ojos inundados-.

-Tienes a tus hermanas y hermano, apóyate en ellos…

Salida 178 a Lansing, saldrá en menos de 1 minuto. -Se escuchó-.

-Bueno, llego la hora. Prometo que nos volveremos a ver.

-¿Seguro?

-Seguro, además, aun me debes esos 20 billetes.

Lynn solo rio, mientras veía a Michael abordar el autobús y tomar su asiento. En cuanto la unidad comenzó a moverse, Michael salto de su asiento y se dirigió rápidamente con el operador, quien detuvo nuevamente la unidad y abrió la puerta de esta. En cuanto Michael volvió a bajarse, una melodía llego de golpe a la cabeza de Lynn, no podía evitar escucharla, pero sabía que nadie la sonaba en ese momento.

Ok, a partir de aquí es cuando pueden poner esa música, aquí está el link: watch?v=hH2peRFpTcQ

Michael se acercó a ella otra vez, la tomo por las mejillas, limpiando su cara de las lágrimas que aun caían de sus ojos.

-Lynn, te prometo que volveré. No estés triste.

Dicho eso, coloco su mano debajo de la cabeza de Lynn, y solo con su dedo tocando su barbilla y con la otra mano colocada aun sobre su mejilla, comenzó a elevar la vista de Lynn lentamente, mientras ambos cerraban los ojos, sus labios hacían contacto en un enorme y tierno beso. Aquel duro algunos segundos, después de los cuales, separaron sus caras, y ya ambos con lágrimas en los ojos, se despidieron una vez más.

-Lynn, quiero que te quedes con esto –se quitó su gorra y la coloco sobre la cabeza de Lynn-. Así no me abre ido por completo.

-La cuidare –dicho esto, volvió a abrazar a Michael un segundo para después volver a besarlo, esta vez, rodeando su cuello con sus brazos-.

Cuando terminaron, Michael tuvo que volver a subir al autobús, para que ahora si este partiera, mientras se despedía de Lynn por la ventanilla y esta le correspondía el saludo junto a sus hermanas y hermano, todos con lágrimas en sus ojos, solo viendo como aquel transporte desaparecía de su vista, llevando consigo a una persona muy especial para aquella pequeña de 13 años y cabello castaño.

Pasaron varios minutos antes de que alguien se acercara a Lynn, pues parecía inducida en un trance hipnótico.

-Lynn, hermana –era Lincoln-, ¿vas a estar bien?

-Dijo que regresaría –respondió Lynn-, creo que voy a estar bien, Linc.

-Vamos a casa –agrego finalmente-.

El camino a casa fue más que silencioso, nadie quería hablar de nada para evitar meter la pata y tensar aún más el ambiente. Sin embargo, pasados 10 minutos, Lynn se apoyó en el hombro de su hermano, quedándose dormida por el resto del viaje. Ella durmió como no lo había hecho durante toda esa semana, inmersa en una paz y profunda quietud, aquellos momentos fueron emocionalmente desgastantes, y Lynn lo estaba resintiendo. Puesto que se había quedado dormida, el ambiente de la camioneta se aligeró, resultado de la paz interior que ahora residía en el alma de Lynn.

El trayecto de regreso fue considerablemente más largo. Lori se encargó de aquel sueño del que Lynn era presa durara lo más posible y sus hermanas la apoyaron en eso, y era lógico. Nadie quería poner fin a la expresión de tranquilidad que asomo su rostro mientras dormía, hacía ya un tiempo que no la veían dormir así, tan profundo que termino recostada en el regazo de su hermano, quien acariciaba su pelo y mientras lo hacía…

"Ping"

Su teléfono sonaba indicando que había recibido un mensaje.

Entrégaselo hermano, gracias, por todo.

Poco antes de que arribaran a la casa Loud, Lynn despertaba de su maravilloso sueño.

-¿Linc? ¿Dónde estamos?

-Casi llegamos a casa, Lynnarina.

Había despertado pero no se movía, se quedó sobre el regazo de Lincoln por los minutos restantes de viaje, solo viendo la parte de atrás del asiento de enfrente.

-Lynn, ¿cómo te sientes hermanita? –Preguntó Luna-.

-Súper –respondió totalmente deprimida-.

-Yo sé que te animara, algo de música, encenderé la radio…

Y ahora, una canción que nos fue enviada por un radio escucha anónimo, dijo que se lo dedicaba a esa chica especial, dale play, hermano…

En eso, comenzó un solo de piano que duro pocos segundos para que después iniciara el concierto que acompañarían sonidos de guitarra eléctrica y batería, después comenzarían a cantar:

"Adiós, hoy me despido bajo este claro cielo rosa

Voy hacia la derecha y tú hacia la izquierda

No te olvidare te quiero aunque ya no pueda ser

Palabras se ahogan antes que pudieran gritarlas nuestros cuerpos

Pétalos en lluvia caen separándonos están

Flotan suave como una melodía

Tu camino por andar una luz protegerá

Rosa claro, ¡Profundo! ¡Profundo!"

-Luna, quita eso.

-¡No! –Gritó Lynn-. Quiero escucharlo todo

-Lynn, ¿estas segura? –Preguntó Lincoln-.

-Fue Mike, él la mando –sentencio-.

"¡Adiós sigo adelante!

Saldré aunque piense solo en ti

Tú vas sola en tu viaje es doloroso y triste estoy

No debes temer, seguro que todo va a estar bien

Un poco difícil de aceptar será que jamás habrá un nosotros

Lágrimas fluyendo están brotan como un manantial

Manchan ya de una luz nuestras mejillas

Al tocarme ya no vi el anillo que te di y dijiste que ¡Tal vez un día!"

Mientras más avanzaba la canción, más triste se ponía Lynn derramando lágrima tras lágrima, pero se negaba a dejar de escuchar, estaba segura que Michael había sido el encargado de que escuchara esa canción.

"Tu bello sonreír siempre al despertar

Tu tristeza al irse ocultando el sol

& cuando ríes de felicidad y tus lindas lagrimas yo siempre recordare

Ya no sé qué decir aunque nos duela hay que seguir

Hay que superarlo, lo nuestro llego al final

Si pudiera olvidar, lo malo perdonar, te abrazaría sin dudar y nunca dejarnos más

¡Oh cielo dame fuerza y no caer lo he decidido!

¡No dejes que me rinda sufre mi corazón ya no será!

Pétalos en lluvia caen separándonos están

Ponen fin a una bella y tierna historia

Mi camino he de seguir aunque al tuyo quiera ir

Pido al tiempo ¡Detente! ¡Detente!

¡No se puede detener eso nunca podrá ser!

¡Una luz disipara, este amor se borrará!

Rosa claro ¡Profundo! ¡Profundo!

Este adiós es ¡Profundo! ¡Profundo!"

Terminada la canción, Lori apagaba el motor de la camioneta, habían llegado a casa. En ese momento, todas derramaban algunas lágrimas, habían comprendido perfectamente la canción, y para Lynn, no fue mejor. Ella lloraba más que todas, pero sus lágrimas ya no eran de tristeza, eran de nostalgia. Había quedado en ella impregnada una frase que se mencionó: "Tal vez un día". Recordó la promesa que le había hecho Michael, y aquello solo vino a reforzar la esperanza que dejo esa promesa.

Todas bajaron del auto después de un rato, se estaban calmando y se limpiaban las lágrimas. Cuando todas habían bajado del auto, siguieron a entrar a casa, donde una sorpresa un poco desagradable esperaba a las 10 chicas y a Lincoln.

-¡¿En dónde habían estado, niños?! –Preguntó su padre totalmente molesto, y a su lado estaba su madre que no parecía estar menos furiosa con ellos-.

Rápido se miraron unos a otros intentando buscar una excusa para no revelar la verdad, pero…

-Fuimos a despedir a Michael –se apresuró en decir Lynn-.

-¿Michael? ¿El chico de la otra vez? –Preguntó su madre, ya más tranquila-.

-Sí, él.

Sus padres tragaron saliva, el instinto les dijo que aquella despedida había afectado a Lynn más de lo que esperaban. La casa quedo en silencio un momento hasta que Lincoln lo rompió.

-¡Oh, lo olvide! –Exclamo-. Esperen todos aquí.

Rápido subió las escaleras y fue a buscar algo. No tardó más de un minuto en regresar, con algo en sus manos, un disco.

-¿Qué es eso, hijo? –Preguntó el Sr. Loud-.

-Es el ultimo regalo que Michael le dejo a Lynn.

Lynn de un salto le dio la orden a su pequeño hermano de reproducirlo inmediatamente, a lo cual no se negó, ni tenía intención de hacerlo. Toda la familia estaba expectante del contenido. La reproducción inicio e inmediatamente se mostró lo que fueron escenas de los partidos que habían disputado, con una canción de fondo (canción: watch?v=kPe-Gkx5jP0). Inmediatamente la toma enfoco a Lynn, quien derramaba talento a través de la cámara con sus grandes jugadas en el video.

-Vaya, ¿esa soy yo? –Preguntó Lynn.

-¡Shh! –Fue callada por toda la familia-.

El video seguía y cada vez mostraba más tomas de las jugadas de Lynn, extrañamente solo de ella, cada gol, cada pase, cada recorte y cada drible estaban documentados en un disco. Y a cada gol de Lynn, Michael lo festejaba de manera eufórica, a veces solitario y a veces son sus defensas.

De aquello fueron 5 minutos, hasta que llegaron las grabaciones de los festejos de cuando obtuvieron el campeonato. Ahí ya había parado la música y solo se escuchaba el audio del video.

-Amigo –Lincoln actuaba en el video como un real entrevistador en cancha-, ¿Qué se siente haber ganado?

-Es una sensación maravillosa –respondió aquel que estaba en cámara-, tal vez no se trate de la gran cosa, pero en este momento siento una gran satisfacción.

-¿Algo más que le quieras decir a la cámara?

-Eh, sí. Michael, Alex, Lynn, tú también, ustedes tres fueron los pilares de esto, gracias amigos.

Así fueron casi todas las entrevistas que Lincoln grabó ese día, algunas solo expresaban la euforia de los chicos, y otros se explanaban un poco más y daban crédito a aquellos tres jugadores. Aquello hacia que Lynn se sintiera mejor, elevando su estado de ánimo. Al final de las entrevistas, apareció Michael en cámara.

-Michael, ¿quieres decir algo a la cámara?

-Si hermanito, estoy muy orgulloso de mi equipo, de mis amigos, de mi familia. Tal vez ya te lo había dicho, pero aunque se trate de un torneo cualquiera, la satisfacción es enorme. Esto es gracias a todos, a Alex, Jacob, Luie, todos ustedes, y sobre todo, de ti Lynn, tú lograste con tus goles que esto fuera posible hasta el último momento.

-Oigan, ahí estoy yo –interrumpió Leni ingenuamente-. ¡Hola yo del pasado!

Eso provoco algunas risas de la familia, y después siguieron atentos al video.

-Ahora, Lynn pon atención. Para cuando veas esto, ya lo sabrás, y es que en un momento te voy a confesar que me gustas, probablemente ya los sepas, pero tiene que salir de mí, y en este momento me siento confiado de hacerlo, y de pedirte que seas mi novia. A ver qué pasa. Nos vemos hermano.

Termino el video después de eso, e inmediatamente todos pusieron la atención en Lynn, como si esperaran algo de ella.

-Sí, Michael. Si quiero ser tu novia.

Ante esas palabras toda la familia festejo, con excepción de su padre, quien se encontraba llorando desde hace algunos segundos. La familia se acercó a Lynn a abrazarla, querían reconfortarla de alguna forma, y eso fue lo primero que pensaron, dando justo en el clavo.

Ese abrazo solo duro unos pocos segundos, pues fue interrumpido por el golpeteo de la puerta de entrada. En cuanto abrieron, encontraron a un repartidor que sostenía una caja de moderadas dimensiones.

-Paquete para Lynn Loud Jr. –dijo el joven repartidor-.

-¿Para mí? –Se cuestionó Lynn-.

Rápido tomo el paquete y cerraron la puerta en la cara del repartidor, quien esperaba una propina con la mano estirada. Lincoln se tocó el corazón, y se la dio.

Lynn se acomodaba en el sofá, junto a su padre, quien ya se veía más tranquilo. Se dispuso a abrir el paquete, y retirando toda la espuma plástica que envolvía el paquete, pudo sacar un objeto de metal, de una aleación tal vez, era el trofeo que les habían entregado. Al fondo de la caja, un sobre que contenía algunos pequeños papales, entre ellos, una nota. Hizo que su padre sostuviera el trofeo, y comenzó a leer en voz alta:

Lynn, este trofeo también es tuyo, y con el equipo, decidimos que deberías conservarlo, tú fuiste líder en esta victoria.

Lynn volvía a derramar lágrimas, pero encontró la fuerza para seguir leyendo, con la voz entrecortada.

Por cierto, aunque no llegaste a los 30 goles acordados, creo que a mí ya no me servirá ese certificado, se lo puedes dar a quien quieras, te sugiero a tu hermano, pero es tu decisión. Sin más, me despido.

PD. Nunca dejes de jugar.

En el instante en que termino de leer, volvió a tomar el sobre y saco otros dos pequeños trozos de papel, uno era el certificado de La Hamburguesa del Eructo, y el otro, se trataba de aquella foto que se había tomado con el resto del equipo antes del primer juego, donde se mostraba a ella con el equipo sosteniendo la que en ese momento era su nueva piel. Mientras veía la foto, recordaba aquel momento en el que fue tan feliz, soltando lágrimas de nostalgia, sonreía.

-Lynn –Lori la hizo regresar al presente-, yo también tengo algo que creo te gustaría ver.

Entonces Lori tomo su teléfono, busco en los archivos del mismo y sonrió en cuento encontró lo que estaba buscando.

-Mira esto hermana –le mostro su teléfono a Lynn-.

El teléfono mostraba en la pantalla esa foto que Lori tomó cuando todo el equipo alzaba el trofeo que ahora ella tenía en su poder. Ese instante de felicidad capturado por su hermana la hizo aún más feliz, ya no lloraba, solo sentía la nostalgia en su cuerpo.

-Gracias, a todos, sé que siempre podré contar con ustedes.

-Y nosotros contigo Lynnarina.

-Bueno –dijo su padre, ya recuperado-, creo que es hora de sumar uno más a la vitrina.

-Ah, papá –agrego Lynn-, creo que conservare ese en mi habitación.

-Está bien querida, como tú quieras.

Cuando recibió la aprobación de su padre, tomo el trofeo y la foto, subió a su habitación, y colocó en su mesa de noche ese trofeo, poniendo sobre ese mismo la foto que le hizo sentirse tan bien al verla.

Así, esos dos objetos, se quedarían en esa mesa, adornándola por un largo tiempo, recordándole a Lynn, una de las mejores experiencias de su vida.

Bueno amigos, eso fue todo. Les agradezco infinitamente que hayan leído y seguido este fic, en serio, muchas, muchas gracias. Tal vez no fue el mejor, pero a medida que subía los capítulos y veía comentarios tan alentadores, me dieron ánimos de seguir escribiendo a cada hora del día (obvio no fue posible), y también esa es la razón de porque este capítulo fue tan largo. Lo quise terminar en un capitulo por dos razones: la primera, que sentí que si lo dividía, se perdería un poco el hilo, por eso me decidí a escribirlo todo corrido; y la segunda, que ya tengo ideas para otros fics, por lo que terminando este, me enfocaría a ellos. Sin más que decir, nos vemos, hasta el próximo fic.

Oh, y no olviden plasmar sus comentarios, ideas y opiniones en la caja de reviews. Ahora sí. Adiós.