Ok, regresé, ¿Que no les había prometido eso? Pues bien, este nuevo proyecto orientado en la familia Uchiha, abordando en mayor medida la trama maestra de Fuga y persecución. Espero mucho que les guste, dado que fue algo que estaba idealizando desde hace casi un año, pero que debido a mis deberes academicos y laborales, así como que Pierrot estaba todavía al aire, me lo habían impedido.

Pero bueno, no les distraigo más. Espero les guste y me hagan saber sus intrigas o críticas :D Saben que son bienvenidas y podemos conversar.


Inalcanzable.

-1-

Generaciones.


Un aire nuevo recorría Konoha. Nadie podía explicarlo con certeza, pero se sentía ese ambiente de renovación.

Ni siquiera Naruto, quien había abierto la ventana ese día en la torre del Hokage para sentir un poco de frescor en su piel. Había sentido la deliciosa brisa que recorría los recovecos de la aldea y era simplemente fantástica como para dejarla pasar por alto. Incluso dejó de registrar los archivos escritos y electrónicos un momento para dejarse llevar por la paz que le ocasionaba esa dulce caricia.

—Naruto. – Shikamaru entró cargando una libreta en la mano y se detuvo en seco al verlo parado, con los brazos cruzados y los ojos cerrados frente a la ventana. —¿Qué estás haciendo?

—¿Eh? – el rubio parpadeó un poco y recuperó el sentido del tiempo y el espacio. —Ah, Shikamaru… ¿Qué estás haciendo ahí parado?

—Lo mismo te pregunté. – el hombre de coleta se le acercó y le entregó un pergamino que guardaba en el bolsillo de su pantalón. —¿No pensabas escaparte, verdad?

—Escaparme, no seas ridículo. – se sentó abruptamente, resignado por perder la efímera paz que había tomado hacía unos segundos. —Sólo estaba… tomándome un descanso. – suspiró para estirar la mano y tomar el rollo. —¿Qué es esto?

—Una petición oficial. – Shikamaru tomó su libreto y escribió algo en ella, después la dejó sobre una pila de papeles. Naruto no le tomó importancia y se puso a leer.

—¿Es en serio? – recitó con cierta incredulidad. —¿Por qué quieren un grupo de genin para una misión como esta? – alzó una ceja con cierta desconfianza.

—Tal vez no es la mejor misión, ¿Pero viste el sello real? – Naruto alzó una ceja y volvió a fijarse en el remitente. —Es de la oficina del Damyo de la tierra.

—Sigo pensando que es bastante raro. – el Hokage miró con cierto escepticismo a su consejero.

—Puedo investigar si lo deseas.

—Mmm, supongo que me contactaré con la Tsuchikage. – sin pretenderlo demasiado se mordió un dedo invocando un pequeño sapo. —Pequeño, ¿Puedes llevarle un mensaje a la Tsuchikage, por favor? – el sapo asintió automáticamente. Naruto comenzó a escribir en un trozo de papel y tras terminar lo ató en la espalda del animal. —Cuento contigo. – el animal asintió y en silencio desapareció en una nube de humo.

—Cualquier habría enviado un halcón… o llamado. – comentó Nara cuando el animal se fue. —Como sea. – los ninjas se miraron un momento. —¿No continuarás con el trabajo?

—Hmm, sólo viniste a ver si no estaba dormido, ¿Verdad? – se quejó Naruto.

—Te conozco bastante, supongo.

—Da igual, sabes que yo no… Bueno, al menos no recientemente. – refunfuñó. Shikamaru le miraba con los brazos cruzados y con sorna. —¡Bien, pero ya no lo he hecho desde hace un rato! – bufó. —Déjame trabajar, ¿Quieres?

—Iré por algo de comer, ¿Quieres comer aquí o irás a casa? – dio media vuelta.

—Con tanto trabajo, no lo creo. – suspiró el de ojos azules. —Mandaré un kage bunshin a casa por comida. Le prometí a Hinata que avisaría si llegaría a almorzar o comería acá en la oficina.

—De acuerdo. – salió por la puerta con su habitual caminata desganada. Naruto sintió envidía cuando él partió, pues deseaba de verdad poder ir y venir con tanta libertad como antes.

—Ah, Kakashi-sensei omitió muchas cosas cuando me puso a cargo. – habló para sí mismo. Entonces, sin más remedio, se puso a revisar los formatos que tenía enfrente. —Mejor me apresuro.

De pronto y antes de que pudiera continuar un sonido parecido a una minúscula explosión acompañada del característico olor a humo llamó su atención. Naruto asomó la cabeza con extrañeza. El pequeño sapo que había mandado estaba frente a él.

—¿Regresaste tan pronto? – se inclinó para tomar el pergamino que estaba atado a su espalda. El animal no respondió, simplemente se quedó mirándole a los ojos, en una pose bastante ida. —Eh, gracias. – se sintió escrutado por el anfibio. —Ya puedes irte. – el sapo dio media vuelta y se apresuró a irse por la puerta hasta colarse por debajo y desaparecer por los pasillos. Naruto parpadeó, era extraño, generalmente las invocaciones desaparecían de la misma forma que habían sido traídas a su dimensión.

Respiró y se inclinó de hombros. Mejor no lo pensaba tanto. Estaba cansado por el trabajo que lidiar con cosas de esa índole simplemente complicaban su día. Abrió el pergamino y se encontró con una respuesta por parte de la oficina real del país de la tierra. Ahora, había una particularidad en el equipo designado. El Daimyo pedía específicamente al equipo liderado por Konohamaru Sarutobi. Pues según el mensaje deseaba conocer a la nueva generación descendiente de grandes héroes en el mundo ninja. Naruto entrecerró los ojos. La invitación no le daba buena espina, no obstante estaba firmada por la Tsichikage, quien además le decía que como aditamento especial por la petición mandaría a un jounin condecorado a escoltar al equipo para con el señor feudal.

Naruto analizó una vez más la nota y suspiró para dejarlo estar. La fecha especificaba que necesitaría al equipo dentro de unos días, coincidentemente con la llegada del ninja de la roca en su aldea. Era raro, en verdad que sí, por lo que aún con ligera desconfianza tomó un teléfono y marcó a un número interino. La línea tardó más de lo normal en ser contestada y cuando esta finalmente sonó al otro lado, respondió un hombre con una voz excesivamente amable.

—Buenas tardes, ¿En qué puedo asistirlo?

—Hola. Amm, llama el Hokage, Uzumaki Naruto, ¿Estoy hablando con la oficina general del señor feudal de la tierra? – le parecía extraño llamar por líneas telefónicas. Siempre le parecieron algo extravagante e increíble, así como inseguras.

—¡Oh, Hokage-sama! Sí, claro, llama con el operador de la oficina real. ¿Puedo ayudarle en algo?

—Verá, recientemente recibí un mensaje por parte de la oficina del señor feudal, solicitando a la aldea de la hoja un escuadrón de ninjas para la asistencia a un evento al palacio del feudal de la tierra. Quería confirmar los datos sobre…

—Oh, Hokage-sama, me temo que es algo clasificado. Siendo usted, podría decírselo, pero mi cuello estaría en juego. – su voz sonaba apenada en verdad.

—¿Es clasificado? – no le parecía algo que tuviera que ser de tal magnitud.

—El señor de la tierra ha especificado a sus oficiales no hablar de la ceremonia. Puede llamar a la oficina de Iwagakure si lo desea, quizá ellos puedan informarle fuera de restricciones locales.

—Eh, no, no hará falta. Esta mañana recibí un mensaje de la Tsuchikage, supongo que… que estará bien.

—Le agradecemos su compromiso, Hokage-sama. El Daimyo estará muy contento con la participación de sus ninjas.

—Seguro, amm… Gracias.

—A usted, que tenga un buen día. – colgaron del otro lado dejando a Naruto con un extraño sabor de boca. Se quedó mirando el teléfono un instante y después se encogió de hombros para colgar.

No conocía mucho de las tradiciones de los señores feudales y ciertamente al tratarse de una entidad tan poderosa como ésta, habría muchas cosas que estaban fuera de su alcance. Con fastidio Naruto comenzó a buscar las fichas del equipo Konohamaru.

No obstante, a pesar de que para Naruto el día fuese sumamente ocupado, para otros era una buena oportunidad de divertirse y relajarse. Sobre todo los más jóvenes y los no tan jóvenes.

Ahí estaban, en su casa, con relativa tranquilidad la familia Uchiha, o mejor dicho, sólo la pareja de adultos. Sasuke estaba sentado leyendo un periódico y Sakura en la cocina. No habían diálogos de por medio, cada uno hacía lo que quería, siendo por su parte Sakura la que más cosas hogareñas hacía.

En su rutina diaria, Sakura se levantaba temprano, tomaba una ducha, preparaba el desayuno, hacía limpieza general y después se apresuraba para preparar la merienda. Eso era lo que estaba haciendo precisamente. La mujer estaba cortando rodajas de tomate mientras al mismo tiempo hervía arroz y cocía carne.

—¿Te encuentras bien? – la pregunta vino muy de repente que Sakura dio un respingo al escuchar la voz de su marido.

—¿Eh? – lo miró de soslayo. —Sí, ¿Por qué la pregunta?

—Desde hace un rato he estado escuchando que cortas de forma irregular la verdura. Además, en ocasiones golpeteas la hoja del cuchillo con el fregadero, como si estuvieras temblando. – casi deja caer la mandíbula ante la impresionante sorpresa respecto a las observaciones de su marido. Sasuke había estado atento en todo momento de lo que le rodeaba y el estado de Sakura no había sido una excepción. De pronto y con disimulo, sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas ante tan conmovedor gesto.

—Sí, sí, estoy bien. – le sonrió de forma encantadora. —Disculpa por preocuparte.

—Hmp. – Sasuke oteo una vez más a su esposa y asintió. Después se levantó de su asiento y caminó a la ventana.

—¿Qué haces? – Sakura lo vio hacer esto y la curiosidad le picó nuevamente. Sasuke no solía ser tan atento y esta vez le había sorprendido.

—Abriré la ventana, creo que la brisa es bastante fresca hoy.

—Es cierto. – Sintió cómo sus cabellos se mecían por el aire recién nombrado. Le sentaba espléndidamente. Después de esto, Sasuke regresó a su sitio y continuó con lo suyo. Sakura sonrió para sus adentros e hizo lo mismo.

—Sakura.

—¿Dime? – ella le daba la espalda, pues continuaba preparando la comida, mas lo escuchaba con claridad.

—¿Qué es lo que querías decirme anoche? – ella de nuevo paró en seco ante las palabras de Sasuke. Lo cierto era que la noche anterior, cuando la pareja estaba por conciliar el sueño ella se quedó mirando al espejo un rato, después caminó a la cama y se acostó con cuidado, más de lo normal. Se cubrió delicadamente y después de ello sonrió con calidez a su esposo. El hombre le miró callado y no hizo preguntas, sino fue Sakura quien interceptó primero.

—Anata, ¿Crees que Sarada es feliz?

—No lo sé. – Sasuke contestó con honestidad. —Creo, que tú la conoces mucho mejor que yo.

—Bueno, pero… - titubeó. —¿Crees que ella esté contenta de… que seamos sus padres?– nuevamente Sasuke se quedó callado. Lo cierto es que se preguntaba eso seguidamente, pues entendía que el pasado aunque lejano, siempre causaba mella en las personas y su sociedad. Uchiha temía que todas las acciones que había hecho cuando joven se reflejaran en un odio incontenible por parte de su hija. Era algo que le aterraba, pues Sarada a pesar de ser tan dulce y serena, podría esconder sus verdaderos sentimientos de forma magistral, como lo había hecho Itachi. Le horrorizaba la idea de que su hija lo odiase y lo condenara como él a su hermano mayor. Sin lugar a dudas se convertiría en un calvario si llegara a pasar.

—No lo sé. – se dignó a contestar finalmente. —Espero que sí. – Sasuke rodó en la cama y le dio la espalda a su esposa. Sakura comprendió que había hecho eco en su mente, puesto que, conociéndole como era, el hombre seguramente estaría pensando en el pasado.

—Yo creo que sí, aunque no lo dice muy a menudo. – intentó animar ella, pues reconocía que quizá se había equivocado al preguntar aquello.

—Es bueno saberlo. – Sasuke continuaba dándole la espalda. Sakura le miró distraídamente y sin pretenderlo demasiado apretó las sábanas.

—Sasuke-kun…

—¿Hmm?

—Eh, yo… Amm… - las palabras se atoraron en su garganta y ella, con delicadeza se silenció a sí misma.

—¿Qué pasa? – Sasuke la miró por encima de su hombro.

—Nada, mejor durmamos. – se recorrió y se acostó de lado, mostrándole su retaguardia. Sasuke continuó viéndola un rato para después dormirse también.

Sakura recordó aquello y se sonrojó ligeramente. No tardó en posar las manos frente a ella.

—¡Ah, eso! No, no es algo de qué preocuparse. De hecho, ya hasta olvidé que iba a decirte.

—¿No era importante?

—Amm, no, descuida. – Sasuke podía ver claramente en sus facciones el nerviosismo de su esposa y aunque podía descifrar que lo que ella tuviera para decir sí que podría ser importante, no quiso presionarla. Si no quería decírselo no era correcto obligarla.

—Está bien. – Sasuke miró a la puerta de pronto. —Oh, Sarada ha llegado.

—¡Tadaima! – la chica entró con una sonrisa a la casa, lucía relajada, pero en realidad su ropa estaba bastante sucia.

—Okaeri. – respondió su madre acercándose a ella. —Sarada, ¿Por qué tienes tanta tierra encima?

—¿Esto? – la chica se revisó a sí misma. —Oh, estaba limpiando un granero con los chicos, cuando una torre que guardaba arena se rompió.

—¿Era una misión? – Sakura aprovechó para tomar la mochila de ella en un gesto amable.

—Sí. – Sarada miró a su padre, quien continuaba de pie, sin decir nada. —Hola papá.

—Hola, Sarada. – él le saludó con su única mano y fue suficiente para que la niña sonriera.

—Hija, ¿Por qué no tomas una ducha rápida? La comida estará lista dentro de poco.

—Sí, está bien mamá. – caminó con tranquilidad hasta el cuarto de baño. Sus padres la miraron partir y Sasuke reparó en un ligero sonrojo que adornaba el rostro de su mujer.

—Sakura…

—¿Eh? – ella reaccionó ante su voz.

—El arroz, huele un poco a…

—¡Se quema! – corrió sin darle tiempo a hablar.

Fuera de dicho contratiempo, para cuando Sarada regresó con el cabello humedecido y lista para comer, la familia consiguió estar un momento en comunión. Las comidas con los Uchiha siempre eran silenciosas, en algunas ocasiones Sarada hablaba todo el tiempo, hasta que su madre insistía en que comiera o la comida se enfriaría, en otra era Sakura, quien no paraba de hablar. No obstante, últimamente todo había sido tan pacífico que nadie se animaba a hablar para no romper tan calmada convivencia.

Todo parecía ir con normalidad hasta que tocaron la puerta.

—Yo iré. – Sarada se levantó. Los dos adultos guardaron silencio expectantes, un minuto después Sarada volvió acompañada de Konohamaru. Ello sólo podía significar una cosa.

—Buenas tardes, provecho con la comida. – saludó educadamente, Sasuke asintió y Sakura sonrió.

—Konohamaru, ¿Sucede algo? ¿No quieres sentarte?

—Oh, gracias, pero no tomará mucho tiempo. Naruto-nichan, es decir, el Hokage me ha pedido que viniera a entregarle a Sarada un pergamino con los detalles de la próxima misión.

—¿A dónde irán? Si se pude saber.

—Uh, es secreto. – se ganó una ceja alzada por parte de Sasuke. —No me malinterpreten, pero el Hokage insistió en que sólo podría informar de esto a los miembros del equipo.

—¿Una misión secreta para un grupo de genin? No suena a algo correcto. – Sasuke frunció el ceño, marcando tensión.

—Bueno, tengo entendido que seremos una especie de escolta, pero por motivos diplomáticos no debemos revelar el lugar ni el hombre del cliente.

—¿Diplomáticos? – Sasuke frunció el ceño esta vez. —Si se trata de los feudales, entonces debe ser una misión de rango A o S. – Konohamaru comenzó a sudar, de repente Sasuke estaba emitiendo un aura intimidadora. —¿En qué está pensando Naruto?

—No creo que Naruto sea tan inconsciente como para dejar ir a unos niños al campo de batalla. De seguro es algún noble remilgoso que quiere protección extra, ¿O sí, Konohamaru?

—No lo sé en realidad. – el muchacho miró a Sarada. —Te estaremos esperando en la salida con tus cosas, estaremos de viaje un tiempo. – ahora volteó a ver a los padres de la chica. —Quería avisarles.

—Está bien, estas cosas pasan. – Sakura no redujo su entusiasmo. —¿Verdad, Sasuke-kun? Nosotros también hacíamos esa clase de encargos cuando éramos más jóvenes y entonces no había tanta paz como ahora.

—Hmp. – Sasuke comenzó a destensarse.

—Gracias, Konohamaru-sensei. Estaré ahí a primera hora. – la pequeña pelinegra decidió que lo mejor que podía hacer por ahora era despedir a su maestro, después de todo la cara de su padre ya lo estaba espantando.

—De acuerdo, Sarada. Me marcho, tengan una buena tarde. –el ninja se apresuró a escaparse de los ojos negruzcos de Sasuke, los cuales aún sin el Sharingan tenían el poder de fulminar.

—Bueno, bueno, comamos. – Sakura les motivó para no dejar comer. Los dos pelinegros continuaron haciéndolo, sólo que ahora el ambiente estaba mucho más silencioso.

Para cuando todos terminaron, fue Sarada y Sakura quienes se quedaron recogiendo la mesa, mientras Sasuke se había retirado de la casa con la excusa de que iría a comprar algo. Las dos mujeres tenían cierto presentimiento de hacia qué sitio podría dirigirse, mas no era algo que quisieran discutir, después de todo.

—Mamá. – Sakura volteó a ver a su hija.

—¿Sí?

—Últimamente... Papá ha estado mucho en casa, ¿No?

—Así es. No ha salido de misión.

—¿Tú crees… que él sea feliz aquí? – Sakura se detuvo a escuchar semejante oración, era una pregunta muy parecida a la que ella le había hecho a Sasuke durante la noche.

—Yo… Creo que sí. –había titubeado un poco. Jamás se había puesto a discutir la felicidad de Sasuke. Siempre estaba al pendiente de las cosas que sucedían con Sarada y ella, pero dado que Sasuke hasta hace relativamente poco se había incorporado al hogar, pensar en él de otra forma que no fuese meramente romántica, no se había asomado en su mente. Quizá Sasuke añoraba regresar a lo de antes y andar de aquí para allá, como un ninja nómada.

Inconscientemente Sakura se llevó una mano a su vientre que yacía plano. La congestión de su rostro hizo ver a Sarada que algo no estaba bien.

—¿Sucede algo, mamá? – se preocupó al verla tan ida en sus pensamientos. Sakura parpadeó y dejó su vientre para ubicar a su hija.

—No, está todo bien. Me quedé pensando un poco, es todo.

—¿En qué pensabas?

—Pues… - se sonrojó levemente. —En nada importante.

—¿En serio? Tienes roja la cara.

—¡Eh! – ella se enderezó y dio media vuelta al fregadero. —No, debe ser tu imaginación, eso debe ser. – casi deja caer los platos, por el ruido tosco que vino a continuación.

—Oh, sí, mi imaginación. – se rio ligeramente y decidió darle espacio. Sarada pensó en lo gracioso y hermoso que debía ser el estar aún muy enamorada de su esposo. Pues su madre, a pesar de los años todavía sentía el cálido palpitar de aquel sentimiento que su padre le inspiraba. Incluso ahora.

Sarada miró a su madre, últimamente la notaba algo cambiada. Tal vez fuese su imaginación o quizás no, en realidad quizá era que la conocía muy bien debido a tantos años que habían compartido sólo ellas dos; sin embargo era, aunque sutil, fácilmente detectable que ahora su piel se veía especialmente lustrosa, sus ojos más amorosos, su cuerpo un poco más torneado. Era extraño, pero esos ligeros cambios le sentaban espléndidamente a su parecer.

Iba a preguntar cómo estaba, pero la pregunta murió en su garganta cuando vio a Sakura colapsar repentinamente frente a ella.

—¡Mamá! – corrió para ayudarle a sostenerse, Sakura estaba de rodillas y se sostenía mucho la cabeza.

—Ah, perdona. Se… se me borró la vista de repente, deben ser… parte de los cambios.

—¿Cambios? ¿Qué quieres decir? Mamá, deberíamos ir al hospital.

—No, no te preocupes. – Sakura quiso levantarse pero al momento de retomar la bipedestación se puso pálida, escuchó los latidos de su corazón en los oídos y nuevamente su vista comenzó a nublarse.

—Llamaré a papá. – Sarada juntó sus manos y creó un clon. —Ve donde mi padre y llámale, estaremos en el hospital.

—Espera. – Sakura colocó una mano en su hombro. —No será… necesario, llévame al sofá y tráeme algo de agua, por favor. – las indicaciones fueron hechas a la medida, el clon se quedó para ayudar al traslado y cuando instalaron a Sakura emergió de la casa a gran velocidad.

—¿Necesitas algo más? – tenía la cara deformada en temor. Sakura se sintió terrible por comportarse así. De la nada, comenzó a lagrimear. Era de esperarse, se dijo a sí misma, pero al mismo tiempo inevitable, pues su hija la conmovía sobremanera.

—Estoy bien cariño. Es sólo un mareo.

—¿De verdad? Si es así, ¿Por qué está llorando?

—Ah, esto. – se limpió las lágrimas con la mano. —Es una tontería.

—Mamá, ¿Qué te está sucediendo?

—Pues…

—¡Sakura! – Sasuke había corrido a una velocidad considerablemente superior a la de cualquier ser humano. El instinto de lucha y protección se había apoderado de su cuerpo y esperaba que siempre tuviese la misma fuerza para moverse de esa forma si de su familia se trataba.

El clon de Sarada se había desvanecido, por lo que se alegró de verla a ella junto a su madre.

—Hola, Sasuke-kun, no ha sido nada, en serio.

—¿Qué pasó? – la ignoró olímpicamente, fue directo a preguntarle a su hija. Conocía a su mujer y seguramente estaría haciéndose la fuerte.

—De repente se vino abajo. – señaló en un puchero. —Ella dice que está bien, pero yo creo otra cosa.

—Entiendo. – Ahora Sasuke se dirigió a ella con una mirada llena de reproche. —Sakura, ¿Te has sentido mal desde la mañana, no es así? – la mujer se ruborizó con claridad. Sasuke suspiró. —Te lo pregunte, pero aun así lo negaste, ¿Qué es lo que te pasa?

—Bueno. – tomó aire y ladeó un poco el rostro, para que no vieran su vergüenza. —No quería decirlo hasta que fuese una ocasión especial.

—¿Es algo malo? – insistió Sasuke.

—No, no, claro que no. – se apresuró a negar la pelirrosa. —Se trata, es… ¿Cómo decirlo? – su sonrojo aumentaba aún más. —Los cambios que estoy teniendo son completamente normales en mi estado.

—¿Tú estado? –Sarada ladeó la cabeza. El foco se prendió rápidamente. —¡Mamá! ¡¿Acaso tú…?! – Sakura se regresó su murada y asintió.

—Sasuke-kun, Sarada, estoy embarazada. – finalmente lo dijo y sonó más emocionada de lo que pretendía. Los dos Uchihas se quedaron en blanco. La primera en reaccionar fue Sarada, quien dio un paso hacia su madre y después le abrazó.

—Eso es maravilloso, mamá. – la mujer correspondió a su abrazo. Sarada se había sonrojado tanto como ella. Se le notaba visiblemente contenta. Pero Sasuke… —¿No lo crees papá? Tendré un hermanito.

—Sí. – Sasuke respondió con un deje de alivio. Se acercó a su esposa, Sakura estaba a la expectativa. Lo cierto es que le daba miedo decírselo a su esposo dado que éste nunca le había expresado el deseo de tener más hijos. No obstante, la cooperación para hacerlos no era escasa y suponía que tarde o temprano aparecería algo como esto.

El rostro de Sasuke se iluminó lentamente. La noticia había sido un poco sorpresiva, pero estaba reponiéndose a la perfección. Finalmente tocó la frente de su mujer con los dedos y después de esto descendió lo suficiente como para darle un beso en los labios. Sarada sintió que sudaba, nunca veía a sus padres demostrarse amor abiertamente y esta era sin duda un momento muy especial.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? – dijo con voz apacible el hombre. Sakura tartamudeó apenada.

—Me daba un poco de nerviosismo… Es decir, nosotros, tú… No teníamos planes de tener más hijos, ¿O sí? – Sakura comenzó a jugar con sus dedos presa de los nervios.

—No hubiera sido un problema. – leyó su mente. Sasuke posó su única mano sobre su vientre aun plano. —Lo esperaremos juntos, ¿No lo crees así, Sarada?

—¡Sí, por supuesto! – ella continuaba animada. —Ya quiero ver a mi hermanito o hermanita.

—Anata…- Sakura estaba llorando nuevamente.

—Tranquila. Esta vez no dejaré que pase. – se refería a la crianza, internamente Sasuke se sentía culpable por no haber estado en la niñez de Sarada y este nuevo bebé era una oportunidad de redimirse.

—Nada nos separará. – sentenció Sakura. Sarada asintió y sintió la mano de su madre en su espalda. —Gracias por aceptar a este bebé.

—¡Por supuesto que sí, mamá! – Sarada se aventuró a acariciar su vientre también. —Será un ninja como nosotros y yo le enseñaré. ¿A qué sí? – miró a su padre quien asintió. Tenía una ínfima sonrisa, casi imperceptible, pero ahí estaba. Él también estaba muy feliz.

Quien hubiera pensado que ese mal rato se convertiría en uno de los más gustosos de sus vidas.

—Sarada, empaqué un poco de aquel dulce que tanto te gustó en la cena. –anunció Sakura mientras cerraba la mochila de su hija. Sarada estaba terminando de colocarle las sandalias.

—Sí, mamá, gracias.

—Recordaste llevar tu toalla, ¿No?

—Por supuesto. – esta vez la miró algo exasperada.

—No olvides tampoco los medicamentos, puede que creas que soy una exagerada, pero un ninja siempre debe ir preparado para todo.

—Lo sé.

—Espera, no olvides llenar tu cantimplora cada que tengas oportunidad, así tendrás siempre agua disponible.

—Claro. – Sarada volteó a ver a su padre, Sasuke estaba sentado en la mesa, tomando un poco de té. —¿Tú no vas a decirme nada, papá?

—Creo que tu madre se está asegurando muy bien que no olvides nada. – sonó en un tono juguetón. La chica se sonrojó ante esto.

—Sé que es clasificado y no sé qué, pero cuéntame cómo te fue cuando regreses. – insistió su madre, como si la desviación de la conversación no hubiese existido.

—De acuerdo. – Sakura asintió y le extendió el equipaje. Para cuando Sarada ajustó los tirantes de su bolsa unas lagrimillas asomaron en sus ojos. —¿Qué te pasa ahora, mamá? – preguntó incómoda.

—Ah, ignórame es sólo que… no sé. – se apresuró a abrazarla. —Te voy a extrañar.

—Descuida mamá, tan sólo serán unos días, no es para siempre.

—Tienes razón, lo siento. – Sakura se separó de ella limpiándose el resto de las lágrimas. —Debe ser el embarazo, estoy algo sensible.

—Hmp. – Sasuke se acercó a las mujeres y se agachó a la altura de su hija. —Ten mucho cuidado, Sarada.

—Lo tendré papá. – Sasuke sonrió y se apresuró a tocarle la frente con la punta de sus dedos.

—Nos veremos en la próxima, hija.

—Lo mismo digo, papá. – ella sonrió enormemente. Después volvió a abrazar a su madre y pegó una de sus mejillas contra el vientre de ésta. —Volveré pronto, bebé. Espérame. – Sakura volvió a llorar, encantada por la actitud de su hija.

—Oh, Sarada. – Sakura le acarició una mejilla.

—Debo irme o se me hará tarde. – retrocedió unos pasos para abrir la puerta. —¡Nos vemos! – sin más salió corriendo.

—¡Adiós, Sarada! –Sakura se apresuró para despedirá. —¡Cuídate mucho! –dejó de batir la mano hasta que la silueta de su hija desapareció. Entonces Sasuke se le acercó a su lado y se posó con cuidado para limpiar las pequeñas gotas de agua tibia que se fundían en su piel.

—Tranquila Sakura. Nosotros hacíamos este tipo de misiones todo el tiempo, ¿No?

—Sí, lo sé. – Sasuke se sorprendió al verla llorar más intensamente que cuando Sarada aún estaba con ellos. —Pero no sé por qué siento tanta tristeza. – Sakura tocó su vientre.

—Debe ser que estás sensible. – la invitó a entrar a la casa. Recordó que durante su primer embarazo Sakura solía llorar cada que se separaban para buscar comida. No lo hacía a propósito, o eso creía, sino porque cada vez que tardaba más de cierto tiempo en encontrarla ella le decía que pensaba jamás volvería a verlo.

Aunque Sasuke se cansaba de vez en cuando por dicha actitud, al final terminaba siendo paciente con Sakura. Tal como la noche anterior.

Después de cenar y festejar el nuevo miembro de la familia que venía en camino, ambos se fueron a descansar. Sakura lucía ansiosa. Al acostarse, ella no paró de tocar si vientre y susurrar canciones que hacía mucho tiempo no escuchaba.

Sasuke entrelazó su mano con aquella que se posaba sobre su nuevo hijo y sonrió de lado.

—Calma, Sakura. Todo estará bien. ¿Por qué estás tan preocupada?

—¿Yo? ¿Preocupada? No, es que… - suspiró dejando una gran bocanada. —Sasuke-kun… ¿No crees que ya estoy un poco vieja para ser madre? – la pregunta le pareció ridícula, pero la dejó terminar. —Es decir, antes era toda una jovencita, tenía suficiente fuerza para ir y venir, incluso Sarada nació en una de las guaridas de Orochimaru, ¿Pero qué tal si…?

—Sakura. – el tonó su opresivo, tanto así que la hizo callar. —Eres una mujer fuerte, siempre lo has sido. ¿Por qué dudas tanto? – junto con la mano de su esposa acarició el bebé no nato. —Este hijo sólo demuestra que eres capaz de muchas cosas. Deja de preocuparte, esta vez no te dejaré sola.

—Sasuke-kun. – ella comenzó a llorar. —Te amo y amo a nuestra familia.

—Hmp.- Sasuke dejó su mano para tocar su frente con sus dedos en una muestra de amor conocida de sobra por ella. —Descansa. – la invitó a recostarse. —Mañana tenemos que levantarnos temprano para despedir a Sarada.

—Es cierto. – la mujer o hizo con cuidado. —Buenas noches, anata.

—Buenas noches, Sakura.

La conversación había muerto ahí con una sonrisa por parte de su esposa y Sasuke se sintió orgulloso consigo mismo de haber controlado tan bien a su hija. Sin embargo, algo en el rostro de Sakura le hizo sentir un poco de temor. No entendía cómo ni por qué, pero su esposa comenzaba a influenciar en él, cosa que no podía permitir si quería sostener el embarazo en los mejores términos.

—Sí, debe ser eso. – Sakura suspiró y se adentró a la casa. —¿Quieres desayunar, Sasuke-kun? – Sakura tan sólo había preparado comida para su hija, quien debía irse muy temprano.

—Claro. – Sasuke entró junto a ella y cerró la puerta.

Y así, con monotonía, serenidad y tiempo de calidad juntos, la pareja vio el tiempo pasar a la espera del regreso de su hija.

Quizá nos muchos hubieses esperado que las cosas pasasen de aquella forma tan traicionera, menos los padres de los niños. Sakura fue la primera en enterarse. Ese día en especial Sakura había ido al hospital a trabajar. Mientras se levantaba apreció que su esposo no estaba a su lado, pero no le prestó especial atención. Solía levantarse muy temprano para irse a entrenar, por lo que ese día no era una excepción.

Se duchó y desayuno, dejando un poco de comida para Sasuke por si volvía hambriento. Todo transcurría con naturalidad, nada fuera de lo común. Sin embargo, cuando entró al hospital todos le miraron con un rostro ensombrecido. Sakura reaccionó ante sus miradas. La gente la recibía con una sonrisa y palabras agradables comúnmente, sobre todo después de que se enteraron que estaba embarazada nuevamente.

Esta vez, Sakura sintió un escalofrió mientras más se adentraba en el nosocomio.

—¡Sakura-san! – no supo de donde había salido Hinata, pero repentinamente ella le abrazaba con fuerza.

—Hinata, ¿Qué… qué sucede? –repentinamente tuvo miedo de preguntarle.

—Lo siento mucho, Sakura-san. –ella se separó, estaba llorando. El corazón de Sakura comenzó a apresurarse. Esto ya no le parecía nada bueno. Su extrañeza se convirtió en angustia.

—¿Qué sucede, Hinata? ¿Qué es lo que…?

—Sakura-onee-san. – la mujer no tardó en escuchar la voz de Konohamaru. Estaba sentado en una camilla, como si intentase levantarse. Sakura se percató entonces de la realidad.

Estaba en la zona de hospitalización, frente a ella se encontraba Hinata llorando, Konohamaru herido, ahora parecía que todo estaba tomando sentido; las miradas tristes, el que Sasuke no estuviera en casa, Hinata, Konohamaru, el hospital…

—¿Y Sarada? – Sakura fue sobre Konohamaru y lo tomó de los hombros, sin importarle si le causaba dolor. —Konohamaru, ¿En dónde está mi hija?

—Sakura-san. – Hinata intentó acercarse para tomarla de los brazos.

—¡Konohamaru! – Sakura gritó al ver su pasividad. El muchacho bajó la cabeza y esquivó su mirada.

—Ella… ella… - suspiró. —No regresó con nosotros. –para cuando el sensei de su hija le encaró se sintió terriblemente mal. —Tuvimos problemas en la misión. – Sakura lo soltó repentinamente, dio media vuelta, caminó unos pasos y… vomitó.

Sasuke estaba a punto de perder los estribos mientras Naruto realizaba lo más rápido posible diferentes llamadas telefónicas. Nuevamente lo vio con una cara llena de terror cuando estaba por finalizar la llamada al país de la tierra.

—Gracias, sí… sí, entiendo. Adiós. – colgó el teléfono y miró a su viajo amigo. Sasuke tenía crispada la expresión. —Fuimos engañados, de alguna forma. – se dejó caer en la silla tras su escritorio y con los dedos tocó el puente de su nariz insistentemente. —La Tsuchikage me mandará un información en unos minutos, dice que…

—Esto es tú culpa. – Sasuke lo interrumpió, el Sharingan se mostró rabioso en los ojos de su dueño.

—Lo sé. – Naruto bajó el cabeza apenado. —En verdad lo siento, Sasuke. – lo miró angustiado mientras se tomaba del cabello. —¿Cómo se lo explicaré a Sakura-chan?

—Está embarazada, no debe tener sobresaltos. – Sasuke susurró entre dientes. —La buscaré.

—¿Qué? – Naruto lo vio dar vueltas en la habitación, en definitiva estaba perdiendo la calma.

—Buscaré a mi hija y la traeré conmigo.

—Sasuke, guarda la calma, entiendo cómo te sientes pero…

—No, no lo entiendes. – la actitud del Uchiha le recordó sobremanera a los viejos tiempos, cuando era jóvenes y siempre peleaban por ideologías diferentes.

—Sasuke, por favor… Estoy de acuerdo con buscar a Sarada, permíteme que reunamos a un grupo de élite para…

—¡Naruto! – la puerta de su habitación se abrió con fuerza, tanto así que la puerta cayó de las bisagras. Era Sakura, quien sospechaba tarde o temprano llegaría.

—¡Sakura-chan! – estaba llorando y se sintió terrible de verla en ese estado.

—Sasuke-kun. – cuando vio a su marido se lanzó a su pecho. Sasuke le abrazó con fuerza. —Estaba… estaba en el hospital. Konohamaru me dijo… que Sarada no había regresado y yo… - no pudo continuar, los sollozos se fundieron con el cuerpo de su marido.

—Shh, tranquila. – lo cierto es que quería estrangular a alguien y correr lo más rápido posible para recuperar a su primogénita. Pero entendía que podría hacerlo con facilidad, no ahora.

—Sakura-chan, Sasuke. – Naruto les llamó, su voz sonó decidida. —Shikamaru está reuniendo a los mejores rastreadores de la aldea. Encontraremos a Sarada, así sea lo último que haga. – los últimos miembros del clan Uchiha miraron a su viejo amigo con desazón. Sakura se separó de su esposo y se acercó a Naruto para tomarlo de un brazo.

—Por favor, Naruto. – aspiró sus lágrimas que caían sin tregua. —Déjame ir con el grupo.

—No. – Sasuke fue el primer en negar con rotundidad. —De ninguna manera, Sakura. Estás embarazada.

—¡No me importa! – ella miró acusadoramente a su pareja. —Mi niña, mi Sarada está en quién sabe dónde, ¡No me pidas que me quede aquí sin hacer nada!

—Sakura-chan. – el Hokage podía sentir la desesperación de su amiga hasta lo más recóndito de su alma, no obstante lo dicho por Sasuke era cierto. No sería nada responsable permitir que una mujer gestante se aventurara en un rescate que bien podría ser muy peligroso. —Me temo que yo no puedo…

—¡Es mi hija! – insistió ella al ver que los hombres de su equipo estaban en su contra.

—También es mi hija. – Sasuke dio un paso al frente. —Yo iré, la buscaré y la traeré a salvo. – Sakura dejó caer sus manos. Sasuke se le acercó y sostuvo su barbilla. —Ustedes son mi familia y nunca permitiría que alguien las dañase, lo sabes.- Sakura hizo un puchero. Claro que lo sabía, cuando ella fue secuestrada por Shin Uchiha su esposo no tardó en acudir a su rescate.

Sasuke era un ninja sorprendente, quizá uno de los más poderosos de la historia, además de que era el padre de su hija y el hombre que había escogido para formar una vida. Le tenía mucha confianza y pese a que esta situación hería severamente su orgullo, no le quedó otra alternativa más que dejar que Sasuke se encargara de todo.

—Prométeme que volverás con ella, Sasuke-kun. –Sakura lo abrazó para sellar esa promesa. —Prométemelo.

—Lo prometo. – Sasuke le acarició la espalda, para tranquilizarla.

—¿Naruto? – Shikamaru tocó la puerta, a pesar que estaba estuviera rota.

—Shikamaru, que bueno que regresaste.

—Tengo a los ninjas.

—Hazlo pasar por favor. – Tres hombres entraron tras el Nara. Naruto sonrió al ver lo acertado que había sido su elección. Entre ellos se encontraba Inuzuka Kiba, Aburame Shino y un integrante del clan Hyuga. —Me alegra que hayan venido tan pronto. – la pareja también encaró a los presentes. Naruto cruzó sus brazos. —Esta es una misión de emergencia y sólo tendrán treinta minutos para ir por sus respectivos utensilios, vendrán de regreso a la torre del Hokage y serán comandando por Sasuke para iniciar lo más pronto posible.

—¿Qué sucede, Naruto? – se atrevió a preguntar Kiba. Veía a Sasuke y Sakura frente a él con una angustia tan enorme que sintió un hueco en el estómago.

—Ha ocurrido una tragedia. – Naruto suspiró. —Uchiha Sarada… ha desaparecido.

Generaciones vienen, generaciones se van. El ciclo siempre vuelve a empezar.

Continuará…

Como ve, empezamos esto con muchas sorpresas e información de por medio. Así pues, el misterio de esta desaparición se irá resolviendo poco a poco, cabe remarcar que mucha de la intención de esta historia es mostrar la humanidad y sentimentalismo de los personajes ante situaciones de estrés, a Fuga y la Persecución son tramas maestras que pueden combinarse con la Venganza y el Rescate, por lo que, también las veremos en esta entrega.

Tengo la noción de que no será una historia muy larga, al menos no como Pierrot, por lo que espero la gocen y no tengan que esperar tanto como Pierrot, que casi tarde un año en terminarla xD. Bueno, no el año completo, pero sí varios meses.

Nos vemos en la próxima.

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Yume no Kaze.