Su apartamento era enorme, a esas horas estaba algo oscuro, el sol empezaba a esconderse y todo eso podía apreciarse a través de su enorme ventanal. El piso era un ático, más arriba de la planta 25, las vistas al centro de Shibuya, en Tokio, eran impresionantes, en su vida imaginó que llegaría a vivir en un sitio como éste, jamás. Su habitación era tan grande que incluso podía entrenar en el vestidor, y su cama, bueno, qué decir de su cama, podían dormir cinco personas si se lo proponían. Sábanas de seda y cojines de pluma de oca. Era realmente afortunado.
La cocina era de concepto abierto, dando de lleno al comedor donde una televisión de cien pulgadas asomaba indiscreta delante de un sofá de piel negro. A sus espaldas un baño con hidromasaje y una segunda habitación para invitados, nada estaba descuidado, todo estaba planeado; los cuadros, la pintura, las cortinas, los muebles, todo encajaba a la perfección. No es que a él le importara, él sólo quería un piso céntrico cerca del gimnasio donde entrenaba casi de sol a sol de manera profesional. Su fama era abrumadora, muchos paparazzis lo perseguían al salir de su lujoso hogar, pero eso a él tampoco le importaba, lo que le motivaba era saber que se estaba dedicando a lo que le gustaba, a lo que amaba, a pesar de haber renunciado a aquello que creyó sería su vida.
Esa semana había sido especialmente dura para él pues había perdido algo que quería con toda su alma. Se sentó abatido en uno de los taburetes de la mesa para comer algo por primera vez en todo el día, no tenía hambre, se sentía solo, apagado, derrumbado. No tenía tiempo para estar triste, no había tenido tiempo de interiorizar todas las emociones que sentía. Hasta aquella noche no había podido pensar de lleno en lo que había sucedido, todo había pasado tan rápido, tan de improvisto que no sabía cómo afrontar el tema. Un vaivén de nuevas emociones lo sacudían sin medida, sin embargo, mientras él meneaba de manera desganada el plato que se encontraba frente a él alguien picó su timbre y se apresuró a preguntar por el interfono.
-¿Quién es? Dije que no quería que nadie me molestara –respondió severo.
-Soy… yo… -respondió una tímida voz. Él sin dudarlo apretó el botón para que pudiera entrar. Se puso nervioso, esta visita lo cogió por sorpresa.
Dejó el plato en la pica y se alisó la ropa, notó como su corazón se alteraba, como sus manos le sudaban. Revisó rápidamente que el piso estuviera en orden, que no hubiera nada sucio o desaliñado.
Tomó aire y abrió la puerta.
Ella apareció ante él, hacía más de un año que no la veía; estaba perfecta, hermosa, estaba hecha toda una mujer. Ella al verlo no lo dudó ni un segundo y lo abrazó, él no se lo esperaba, esto no era lo que habían pactado, pero supo que la situación era diferente, esto no lo habían imaginado, así que devolviéndole el afectuoso abrazo la rodeó con sus brazos tan fuerte como pudo.
-Lo siento, lo siento –repetía ella abrazándolo como creyó que nunca volvería a hacer.
-No pasa nada –respondía él acariciándole el pelo sin separarse un centímetro de ella.
-Debí… debí haber estado allí –seguía llorando desconsolada.
-No pudiste, lo entiendo, créeme que mejor que nadie lo entiendo.
-Pero yo quería…
-Lo importante es que estás aquí ahora.
-Ranma, yo, lo siento de verdad, siento lo de tu madre, siento no haberme despedido de ella, ni haber estado allí para ti –por fin pudo sacar todo lo que tenía dentro.
Nodoka murió hacía poco más de una semana de manera inesperada. Ella se había callado que tenía una enfermedad que afectaba su ritmo cardíaco, nunca quiso preocupar a su familia pues ella era una mujer fuerte, independiente y sobre todo protectora con los suyos. No dijo nada y una noche mientras dormía plácidamente junto a su esposo su corazón decidió que era momento de dejarla descansar para siempre.
Llamaron a Ranma la siguiente mañana y por suerte, estando ya en Tokio, pudo llegar rápidamente a casa de los Tendo para preparar todo lo relacionado con el velatorio y el entierro. Cuando escuchó la noticia a través de la llamada de Kasumi no podía creerlo. Su madre había muerto y él no había estado a su lado. Fue algo difícil para él, apreciaba y amaba a su madre de manera incondicional, y saber que ella ya no estaría allí para darle consejo lo destrozó, sin embargo su apretada agenda no le dejó digerir la noticia como él hubiera querido, aunque no dudó ni un momento en cancelar todas las reuniones, entrenos y planes que tenía para dirigirse hacia el dojo donde habían decidido celebrar el último adiós a la querida señora Saotome.
Akane por otro lado estaba en Canadá cuando se enteró. En el momento en que descolgó el teléfono y su hermana le notificó lo que había sucedido intentó comprar billetes para el vuelo más rápido hacia Japón al instante, pero una tormenta de nieve hizo que tuviera que posponer su viaje varios días, perdiéndose cualquier tipo de despedida que los Saotome realizaron para Nodoka. Los días en los que el aeropuerto estuvo colapsado no dejaba de torturarse mentalmente por no poder ir a Nerima con los suyos, por no poder formar parte de una situación tan dura como ésta, no dejaba de preguntarse cómo estaría Ranma, cómo se lo habría tomado y a la vez no podía dejar de llorar por la pérdida de la que un día creyó sería su suegra.
Ella quería a su tía, siempre la apoyó en todo, incluso cuando su hijo y ella decidieron tomar caminos separados. Durante muchos años, ella junto a Kasumi fueron un referente maternal para la joven Tendo. Además, Akane era plenamente consciente de lo que Nodoka significaba para Ranma, todo aquello era suficiente como para sentir que una parte de ella también desaparecía con su pérdida. Pese a que la peliazul y el de la trenza no hablaban a menudo desde su separación, había algo que siempre los uniría. Ella quería estar por y para él cuando fuera necesario, quizás ya no estaban prometidos, pero nadie podía negar que su amistad siempre fue muy fuerte.
Por eso se odiaba, por haber estado ausente este tiempo, por eso no lo pensó dos veces cuando pudo comprar los billetes, su primer destino sería el lugar donde estuviera Ranma.
-Lo que importa es que has venido Akane, creí que no lo harías.
-¡Claro que iba a venir! Esto… ha sido muy inesperado.
-Nadie se esperaba lo de mamá. Nunca dijo nada.
-Siempre hizo lo que quiso –dijo ella mostrando una sonrisa melancólica recordando a Nodoka con su catana.
-Sí, era única.
-¿Cómo estás Ranma?
-Bien, ha sido duro pero no he tenido mucho tiempo de asimilarlo aún.
-Entiendo.
-Hacía mucho que no nos veíamos.
-Lo sé, los dos estamos muy ocupados, pero quiero que sepas que siempre me tendrás para lo que necesites.
-Lo sé, lo mismo digo –dijo él separándose finalmente de ella para mirarle los ojos.
Se quedaron unos segundos en silencio, no era incomodidad lo que ambos sentían, sino tristeza de verse de nuevo después de tanto tiempo, sobre todo debido a las fatídicas circunstancias que en esta ocasión los habían unido. Ranma bajó la mirada y algo llamó su atención; vio que Akane tenía al lado un par de maletas, bastante grandes para un corto viaje, pensó. Ella lo miró y observó que él estaba preguntándose por qué se presentaba en su casa con todo el equipaje.
-Perdón, vine aquí directamente desde el aeropuerto sin pasar por el hotel, tenía gan…digo tenía prisa por ver cómo estabas.
-Gracias, estarás cansada. Pasa, pasa, te enseñaré el piso y te invito a un poco de té, hace frío hoy –dijo él abriendo mejor la puerta e invitándola a entrar a su hogar.
-Eso estaría bien, gracias.
-¿Cuánto tiempo estarás en Tokio por cierto?
-Tengo una reunión con unos promotores aquí en tres semanas, y luego una semana después tengo un torneo en Finlandia, en Europa, así que imagino que estaré casi un mes por aquí.
-Oh ¿en serio? Vaya, yo estaré este mes de semivacaciones, sólo entrenaré, no tengo combates aún programados, sólo uno amistoso, así que si te apetece igual podemos, no sé, podemos volver a vernos.
-Eso me haría mucha ilusión –respondió ella contenta de que él le planteara algo así.
-No te dará problemas eso con tu prometido ¿no? –dudó Ranma con algo de desgana.
-Ahm, no… Saito y yo… bueno, por ahora lo hemos dejado.
-Vaya… -dijo Ranma no pudiendo esconder una sonrisa.
-Oye, no hace falta que te alegres –recriminó ella apretando sus labios.
-Perdona, ese tío nunca me gustó para ti.
-Ningún "tío" te gustó nunca para mi.
-Uno sí… el mejor de todos.
-Ya cállate idiota –dijo ella riendo con él notando sus mejillas colorearse –tu piso es increíble –siguió ella caminando por el amplio comedor admirando el mobiliario, acariciando la piel del sofá.
-Gracias, no lo decoré yo, en realidad sólo lo compré por las vistas, y por la tele también, para qué mentirte.
Ambos se sentaron en el sofá a charlar de todo lo que habían hecho ese año que no se habían visto, las peleas que habían ganado, los triunfos que habían conseguido, los torneos de los que habían salido victoriosos. Los dos eran reconocidos artistas marciales que se habían hecho un hueco en los podios más altos de todo el mundo. Él se centraba mayoritariamente en Asia, allí era donde más lo aclamaban, sin embargo ella se movía sobre todo por Europa y Estados Unidos pues allí las peleas de artistas marciales femeninas tenían mucha más demanda y éxito.
Hablaron de Nodoka y todo lo que sucedió con ella, también del exprometido de Akane y por supuesto de los amores de Ranma, que pese a que no había tenido una relación más duradera de un año, sus líos también habían estado presentes en su vida. Nunca habían hablado tan largo y tendido de cosas así, siempre que se veían había sido con el resto de la familia y nunca habían tenido un rato para estar a solas y conversar de todo lo que les hubiera gustado. Además en los últimos dos años Akane había estado acompañada de su prometido Saito quien le impedía que ella entablara conversación alguna con Ranma pues se volvía loco de celos. Al de la trenza nunca le hizo gracia que su peliazul anduviera con ese tipejo, pero no podía hacer nada, él ya no era nadie para decirle con quién podía salir y con quién no.
-Por cierto, me enteré de que saliste con Ukyo un tiempo –espetó ella soplando el humo saliente de la taza de té levantando la ceja con algo de desaprobación.
-Sí, ocho meses o así. Pero ya hace mucho de eso.
-¿Qué pasó? ¿Cómo empezasteis? Creí que no te gustaba…
-Ella insistió mucho, ya sabes como era, le dije que no quería compromisos, no después de haberlo dejado contigo, pero ella me repetía que iría conmigo a todos los torneos, que su parada de okonomiyakis la llevaría con ella donde hiciera falta, incluso derrotó a Shampoo provocando que se fuera a China, ¡imagínate! Y bueno, al final una cosa llevó a la otra y acabamos saliendo.
-Suena muy romántico –comentó irónica la peliazul.
-No lo fue, no voy a mentirte, salí con ella porque bueno, aún no lo sé –dijo sincero arrugando sus hombros.
-Aha, ¿Y por qué lo dejasteis?
-Pues yo creía que tú eras celosa, hasta que conocí a U-chan realmente jaja.
-Bueno ya se veía que era bastante celosa –respondió la peliazul molesta por el comentario del chico.
-Sí, pero yo qué sé, ya sabes que las chicas nunca se me dieron bien. Chocábamos más de lo que debíamos y al final ella me dejó, aunque no me dio mucha explicación.
-¡¿Te dejó ella?!
-Sip, no es que yo no lo hubiera pensado, pero no sabía cómo hacerlo… cada vez que iba a dejarla me liaba al hablar, balbuceaba y acababa hablando de otra cosa que no venía a cuento.
-Vaya, lamento que terminara –dijo Akane sonriendo para sus adentros, su parte inmadura se alegró de aquello.
-No lo lamentas, veo tu sonrisa –continuó Ranma dándole un golpecito en el brazo.
-Bueno, ella era mi rival, no me hacía ilusión que salieras con ella, aunque era buena chica.
-Y lo es, aún somos amigos, de hecho a veces viene a verme.
-Vaya, qué bien. Y por lo demás, ¿no estás con nadie? –preguntó ella sonrojada apretando los labios, se moría por saber la verdad.
-No, conozco a chicas en fiestas de los torneos y eso, pero ninguna me dura demasiado, creo que no les presto suficiente atención.
-¿Por qué?
-Oh ya sabes por qué… no tengo tiempo, igual que tú, aunque tu estúpido prometido te seguía a todos lados viajaras donde viajaras, a veces pensé que sólo estaba contigo por tu fama y dinero, siempre sonriendo en las fotos de las revistas –dijo él apretando los puños con rabia.
-Vaya, sigues igual de celoso que cuando teníamos veinte.
-No son celos, marimacho.
-Ya, pero mira como compraste todas las revistas donde yo salía –canturreó ella señalando una pila de revistas del corazón donde sabía que salía fotografiada.
-Bueno… ahm, sólo quería ver lo fea que estabas.
-Ya claro… ¡Mira qué hora es! -dijo asombrada al ver el reloj- Debería irme Ranma, no quiero molestarte más. Gracias por todo y de nuevo, lamento enormemente lo de tu madre, si necesitas algo llámame al hotel.
-¿A qué hotel vas?
-Uhm, pues, no lo sé –respondió rascándose la nuca y sacando la lengua de manera infantil –tengo que llamar a mi agente a ver si me encuentra alguno disponible, vine sin pensar mucho en esto.
-Sigues siendo un desastre Tendo.
-¡Cállate idiota!
-Quédate aquí.
-¿Cómo dices?
-Que te quedes en mi piso, tengo una habitación de sobras –comentó él indiferente mientras se sonrojaba señalando el cuarto de invitados.
-No será… ¿raro?
-Oh vamos, vivimos casi seis años juntos en tu casa, será como en los viejos tiempos.
-Pero ya hace cinco años de eso.
-Casi no estoy en el piso, entreno mucho, podrás entrar y salir cuando te apetezca y yo no molestaré, será como un hotel.
-No es por eso es que… compartiremos baño y no hay nadie más en la casa y…
-¡No soy un pervertido si es lo que estás insinuando!
-No lo sé, según tú vas de flor en flor… quizás yo soy otra flor sobre la que te quieres posar.
-Otra flor dices, tú eres más bien un cardo borriquero al que arrancar de la hierba.
-¡Dios Ranma, olvidé lo grosero que eras! –espetó ella gritando.
-¡Y yo lo desconfiada que eres! Aquí estoy yo intentando ser amable y como siempre la malpensada de Akane Tendo malinterpreta todo –vociferó Ranma queriéndose arrancar los pelos de lo furioso que estaba.
-¡Está bien! ¡Me quedaré sólo para demostrarte que confío en ti! –finalizó agarrando con fuerza las maletas y llevándolas a su nueva habitación.
-¡Bien, me alegro de que te quedes! –gritó Ranma recogiendo las tazas de la mesita con rabia.
-¡Y yo! –Akane cerró la puerta con fiereza y sonrió apoyándose detrás de ésta.
-Bien –Ranma se quedó mirando el portazo y alegre esbozó una sincera sonrisa.
…
Esa semana Ranma y Akane habían convivido cordialmente, apenas se veían pues como él había dicho entrenaba muchísimas horas al día. Ella se dedicó a quedar con promotores y aprovechó para cuadrar horarios y torneos de lo que restaba de año con su agente, a quien deliberadamente le escondió que vivía con Ranma pues sabía que ella le reñiría por aquello. También se mantuvo ocupada con varios agentes inmobiliarios pues su intención era comprar un piso céntrico en Tokio o en las afueras para tener algún sitio al que llamar hogar, viajaba mucho, eso era cierto, y cuando lo hacía normalmente estaba largas temporadas en países europeos donde alquilaba pisos u hoteles durante largos períodos de tiempo, eso si no iba al distrito de Nerima con su padre, pero al ver lo que Ranma tenía quiso en la capital japonesa algo parecido para ella. Se dedicó a mirar viviendas pero ninguna le agradaba tanto como para comprarla, teniendo en cuenta el espacio reducido de los pisos en Tokio debía reconocer que el de la trenza había hecho un buen trabajo a la hora de escoger.
En los ratos libres que tenía también ayudaba al pelinegro en las tareas del hogar, después de todo ella era su invitada, aunque él le había prohibido que cocinara. Para que su familia no pensara cosas raras, ya que ellos aún tenían la esperanza de unir algún día sus escuelas, les dijo que se hospedaba en un hotel cerca de Shinjuku. Le pidieron que los visitara algún día, que querían verla, pero la verdad es que Akane no quería separarse de Ranma ni un solo día pues sabía que después de ese mes posiblemente no volvería a tener la oportunidad de convivir así con él, y desde luego, aprovecharía hasta el último segundo para sentirlo así de cerca.
Una tarde, después de hacer la compra y guardarla en la nevera estaba preparando todo para hacer la colada cuando escuchó unas llaves abriendo la puerta principal, sin asomarse siguió recogiendo la ropa que su exprometido tenía tirada por el suelo.
-¡Ranma! Estoy intentando hacer la colada, ¿lo del suelo es para lavar? –gritó desde la habitación del chico.
Al no recibir respuesta ella volvió a llamarlo extrañada, levantó la cabeza enfadada porque la estaba ignorando y se asustó al ver a Ukyo sorprendida mirándola como si viera un fantasma apoyada en la puerta.
-¿A-A-Aka-Akane?
-¡Ukyo! ¡Cuánto tiempo! –dijo la peliazul alegre de ver a la joven Kuonji.
-¿Qué, qué haces aquí?
-Bueno, con todo lo de tía Nodoka vine a ver cómo estaba Ranma y al final me invitó a quedarme aquí hasta mi próximo torneo.
-¿Estáis…? –preguntó Ukyo frunciendo el ceño.
-No, no. Somos sólo amigos –dijo moviendo los brazos enérgica en forma de negación-. ¿Vosotros?
-Lo mismo…
Un incómodo silencio se interpuso entre ellas. Ambas habían sido prometidas del mismo chico, ambas habían salido con él, y ambas se encontraban después de tanto tiempo en su habitación siendo tan sólo sus amigas.
-Ahm, ¿Ukyo quieres que tomemos té? Me gustaría saber qué es de ti –continuó amable la Tendo.
-Claro, me alegro de verte Akane-chan –respondió la cocinera sonriendo un poco más relajada.
Las dos chicas se sentaron en el sofá y se pusieron al día, Kuonji explicó que actualmente salía con un cocinero de Osaka, que se llevaban muy bien y que entre los dos habían inventado una variante del okonomiyaki que estaba siendo todo un éxito. Ahora vivía con él y tenían planeado casarse en un año. Akane se alegró por ella y le contó que ella en cambio lo había dejado con su prometido hacía poco más de dos meses. Le contó que él se negaba a aceptarlo pero ella no veía un futuro con él y no sabía cómo hacerle entender eso.
El chico se llamaba Saito, la peliazul lo conoció en un campeonato hacía poco más debdos años, él era fotógrafo y le pidió si podía posar entrenando para él para una reconocida revista, ella aceptó pues su mánager le recomendó hacerlo y para qué negarlo, porque el chico era guapo. Era moreno y tenía los ojos verdes, la piel morena y siempre vestía de manera despreocupada, a pesar del ropaje, físicamente le recordaba un poco a Shinnosuke. Él la hacía sonreír y la animaba y apoyaba en todo lo que hacía, comenzaron siendo amigos pero una cosa llevó a la otra y acabaron saliendo en pocos meses. Al principio él era un caballero respetuoso, amable, cariñoso y atento, iba con ella a todos los torneos y la fotografiaba siempre que podía, dejó su trabajo y se dedicó a viajar con Akane dondequiera que ella fuera. Sin embargo con el paso del tiempo se comprometieron y entonces él comenzó a ser demasiado posesivo, celoso e incluso agresivo, así que la joven Tendo decidió dejarlo. Fue una decisión que no le costó tomar pues ya hacía tiempo que sabía que aquello no iría a ninguna parte, ya que por él no sentía lo que se suponía debías sentir por la persona con la que vas a compartir tu vida. No había mariposas en su estómago, no había fuegos artificiales cuando la besaba, todo era demasiado plano.
Ukyo sabía perfectamente por qué Akane no veía su futuro con ese chico, era más que obvio, sin embargo no quiso decir nada. En su lugar prefirió ser sincera con ella para que la peliazul pudiera tomar sus propias conclusiones.
-Akane-chan, sabes que salí unos meses con Ran-chan ¿verdad?
-Sí, él me dijo que tú lo dejaste, me sorprendió.
-Así es.
-Nunca imaginé que fueras a dejarlo tú. Si no es muy personal, ¿Puedo preguntar qué pasó?
-Te lo diré pero júrame que no le dirás a Ran-chan lo que voy a decirte, por favor, fue muy doloroso para mi tomar esa decisión, pero hoy me alegro enormemente de haberlo hecho, Takeshi, mi prometido, es el mejor hombre que jamás conocí.
-Tranquila, no diré nada.
-Akane, dejé a Ran-chan porque él no me quería. Sí sentía aprecio, quizás sentía algo de amor, pero nunca me amó de verdad.
-¿Cómo estás tan segura de eso?
-Porque él amaba a otra.
-¡¿Qué?! ¿Él te fue infiel? –preguntó sumamente sorprendida la peliazul.
-Oh, no, claro que no, Ran-chan sería incapaz de hacerme daño, siempre me trató bien, nunca me faltó al respeto en nada, al contrario.
-Entonces…
-Nunca me lo dijo, pero no hacía falta, él seguía enamorado de ti.
Akane notó como se le encogió el corazón, no estaba preparada para escuchar aquello, aún notaba como su pecho dolía cuando recordaba lo que ella había vivido con él.
-¿Có-cómo… lo sabes?
-Era horrible dormir a su lado y escuchar como te llamaba en sueños. A veces paseando si veía algo que le hacía ilusión me llamaba Akane y no se daba ni cuenta, incluso cuando peleábamos. Además él nunca me dijo que me amaba, sé que eso sólo lo reservaba para ti. Ni siquiera… ni siquiera quiso acostarse conmigo –dijo apartando su mirada de la peliazul para que no notara su tristeza.
-Ukyo… yo… ya sabes que Ranma y yo rompimos. Ya sabes nuestras razones.
-Sé que rompisteis, sé que después de dos años de noviazgo no fue fácil para vosotros, pero no creo que vuestras razones fueran suficiente, ambos queríais triunfar y si uno apoyaba al otro el otro debía renunciar a su futuro como artista marcial. Ranma me lo explicó mil veces, siempre que le reclamaba por qué seguía guardando tus fotos, tus regalos… Él decía que no quería eliminarte de su vida de ningún modo aunque ya no estuvierais juntos. Pero yo no quería ver el motivo real, no quería comprender que él te amaba, yo insistí e insistí para que él viera algo en mi. Al final lo conseguí y salí con él, pero nada fue como yo esperaba. Te odié cuando me di cuenta de la realidad, él nunca me amaría como te amó a ti. Sé que decidisteis cortar, pero eso no significa que dejarais de quereros, sé que por mucho que toméis caminos separados el corazón de Ranma siempre será tuyo. Por eso yo decidí terminar con él, no era justo para ninguno de los dos. Con el tiempo he acabado entendiendo que yo no estaba hecha para él y que en realidad como estamos mejor es siendo sólo amigos.
Akane notó como la respiración le faltaba, escuchar aquello fue más de lo que había imaginado. Ella y Ranma empezaron a salir de manera seria a los diecinueve años, después de muchos malentendidos finalmente el de la trenza se sinceró y ambos comenzaron a ser una pareja formal. No hicieron caso del compromiso de sus padres, eso era lo de menos para ellos, pero que se querían era tan obvio que ni ellos mismos pudieron negarlo llegado el momento. Su relación fue viento en popa el tiempo que estuvieron juntos, por supuesto que peleaban y discutían, pero también compartían muchos más ratos a solas, se sinceraban más abiertamente y pasaban todo el día juntos. Se apoyaban en todo, como siempre hicieron, incluso iban de la mano y se besaban delante de sus familiares. Entrenaron juntos enseñándose técnicas y fortaleciendo sus cuerpos, su idea era llegar a tener dinero para reabrir el dojo cuando llegara el momento, pero todo terminó cuando Ranma cumplió los veintiuno.
Un famoso entrenador contactó con el joven Saotome para proponerle luchar de manera profesional en torneos y combates donde podría ganar tanta fama como dinero. Él aceptó sin dudarlo, su sueño era poder vivir de aquello, incluso pensó que si ganaba suficiente podrían reparar el dojo aunque no necesitarían dar clases allí, podrían ayudar económicamente tanto a sus padres como a los Tendo tan sólo con sus victorias. Además, creyó que aquella oportunidad le facilitaría enormemente las cosas para poder conseguir su ansiada cura y ser un hombre al cien por cien para su amada marimacho. Pero cuando Akane se enteró se disgustó, ella no quería vivir a la sombra de Ranma, ella, igual que él, tenía aspiraciones y había trabajado muy duro como para no perseguir su carrera. Ranma le dijo que él podría combatir unos años, que ella tan sólo tendría que viajar con él, pero desde luego el orgullo de la peliazul no le permitía renunciar a su sueño.
Estaba sumamente dolida por la egoísta decisión de Ranma, entendía que él no tenía malas intenciones, pero como siempre se descuidó de pensar en lo que ella querría. Así que guiada por su orgullo decidió buscarse un representante y unas semanas más tarde ya había pactado celebrar su primer torneo en las islas Maldivas. El de la trenza se puso furioso, ¿cómo había hecho tal cosa? ¿A caso no entendía que si iba a las Maldivas él no podría estar con ella? Justo esa semana él tenía un campeonato en Estados Unidos. Ambos estaban en distintas ligas y por eso no había manera de que coincidieran en los torneos, aquello provocó grandes peleas entre los dos muchachos.
Pese al amor que se sentían su orgullo y su terquedad, junto a la marcada inmadurez que los caracterizaba, pudo con ellos y tras una enorme disputa donde se gritaron más de lo que querían decidieron que renunciarían a su relación para poder centrarse en las artes marciales y así llegar a ser los artistas marciales que siempre habían soñado. Antepusieron su carrera a todo lo demás, y así fue como los dos separaron sus caminos.
Los padres de ambos se opusieron rotundamente, pero ellos ya tenían veintiún años y no podían impedirles nada.
Eran obstinados e ignorantes, y aquello les pasó factura, sin embargo el día que Ranma recogió sus cosas de casa de los Tendo para partir para siempre habló con calma con Akane, se despidieron cordialmente y acordaron ser amigos pasara lo que pasara, después de todo, ellos se amaban.
Ranma picó a la puerta de la habitación de Akane y ella le dejó pasar. Ella tenía los ojos rojos, había estado llorando y no era para menos, el amor de su vida se iba y ya no regresaría, posiblemente esa fuera la última vez que lo viera.
-Akane, quería despedirme de ti de manera apropiada, no quiero… no quiero irme pensando que me odias.
-No te odio Ranma, esto lo hemos decidido los dos, es lo mejor para ambos.
-Aún así Akane, cuenta conmigo para lo que quieras, siempre me tendrás para protegerte.
-Gracias, yo también estaré para ti siempre que lo necesites.
-¿Amigos pues? –preguntó él regalándole una triste sonrisa y ofreciéndole su mano.
-Amigos –respondió la peliazul sonriendo con gran esfuerzo apretando con fuerza su mano sin querer soltarla.
De ese día habían pasado ya cinco años, y no hubo momento en que Akane no pensara que había tomado la peor decisión de su vida. Lo había echado de menos cada minuto, lo necesitaba, pero era lo que los dos habían acordado y ella no quería abandonarlo todo o hacer que él renunciara a su sueño, debido a los miles de viajes que tenían que hacer, a la competitividad del deporte, sus peleas y a sus manifestados celos mantener una relación a distancia era imposible.
La peliazul había decidido olvidar todo aquello y pensar que ambos habían tomado el camino correcto, incluso durante un tiempo creyó haber encontrado el amor en otro hombre, lamentablemente no fue así. Ella estaba segura que él la había olvidado rápidamente, había visto miles de revistas donde Ranma salía fotografiado con decenas de chicas, sabía que no podía creer que todas tuvieran algo con él, pero los celos no dejaban de repetirle que él ya había rehecho su vida. Por eso revivir todos aquellos sentimientos al escuchar lo que Ukyo dijo le partió el corazón y de nuevo empezó a arrepentirse.
-Akane-chan, lamento haberte dicho esto pero creo que tenías derecho a saberlo. Recuerda también que esto pasó hace tiempo, no sé cómo estará ahora el corazón de Ranma, ya sabes que es impredecible, pero creo que para él siempre serás tú la única.
-Gracias Ukyo, agradezco tu sinceridad.
Akane se despidió de la joven cocinera y se quedó en el sofá algo alicaída, recordar todo aquello era algo que se obligaba a no hacer. De repente el teléfono del apartamento de Ranma sonó. Ella dudó si cogerlo, después de todo aquella no era su casa, pero el número que vio en la pantalla le pareció familiar y asustada contestó con rapidez.
-¿Qué haces llamando aquí?
-¿Dónde está?
-¿Quién?
-Ranma, el estúpido de Ranma, pásamelo ahora mismo.
-No está… ¿cómo sabías que estaba aquí?
-Como no saberlo Akane, sabía que habías ido a verlo cuando oí que su madre murió.
-Saito, esto no es cosa tuya. ¿Quién te dio el número de Ranma?
-Nabiki, por supuesto, ya sabes que a tu hermana se le puede comprar de todo. ¿Te lo has tirado?
-¿¡Qué!? Tú estás loco, esto no es de tu incumbencia, tú y yo ya no estamos juntos.
-Puede que no, pero aún no lo has hecho oficial. Akane tienes que repensarte lo nuestro, siento haber sido un imbécil, pero te amo Akane, no quiero perderte.
-Hemos hablado de esto Saito, lo lamento pero no siento lo mismo que tú.
-Puedo hacer que todo vuelva a ser como al principio…
-No puedes Saito, he cambiado, has cambiado… lamento decirte de nuevo que no veo un futuro contigo.
-¿Es por Saotome? Siempre ha sido por él… maldito cerdo bastardo, ¿qué te ha hecho?
-¡Nada! Esto no es por… -ella dudó unos segundos, ¿esto era por él?
-Akane, cariño, lo nuestro no puede terminar no lo entiendes. Los periodistas adoran nuestra historia, yo quiero estar contigo… haré lo que sea para que Ranma quede mal, para que lo odien y veas que él no merece la pena.
-¡No harás nada en contra de Ranma!
-Puedo hacer que se arruine tu reputación y la suya Akane… vuelve conmigo o no dudaré un segundo en publicar las fotos de tu querido exprometido convertido en mujer.
-No lo hagas Saito, no metas a Ranma de por medio.
-Entonces publicaré que me has sido infiel con él, con el estúpido de Ryoga y con todos aquellos a los que consideras "amigos".
-Eres lo peor… ¿Y así quieres que vuelva contigo?
-Sólo soy un hombre enamorado intentando recuperar lo que es suyo.
-Yo nunca fui tuya. Si me disculpas estoy harta de esta conversación y de ti.
Akane colgó el teléfono muy nerviosa, esto no podía estar pasándole, no quería que ese arruinara ni su carrera ni la de Ranma, demasiado habían perdido para estar donde estaban y no podía permitir que el que creyó querer un día estuviera jodiéndole así la vida. Se tumbó en el sofá pensando en qué podía hacer hasta quedarse medio dormida. Un poco más tarde Ranma la despertó sin querer al entrar a su apartamento riendo a carcajada limpia con una rubia de la mano.
-Pasa, pasa, el baño está en la puerta del fondo –dijo él señalando el final del pasillo.
-¿Ranma? –preguntó Akane algo desubicada mientras despertaba.
-¡Akane! Oh por kami, olvidé que estabas aquí.
-Hola, soy Hana Suzuki, trabajo en el gimnasio donde entrena Ranma-kun –la invitada hizo una reverencia.
-Encantada Hana, soy Akane Tendo, una… amiga de Ranma -respondió la peliazul un tanto molesta.
-Disculpad, voy a ir al baño –dijo la rubia.
Ranma miró a Akane y vio que tenía los ojos hinchados, se dio cuenta de que ella había llorado así que se sentó a su lado y le preguntó.
-¿Está todo bien?
-No, nada está bien, y tú vienes y te presentas con ésta…
-Oye no estés celosa, esta es mi casa.
-Lo sé pero podrías tenerme un poco de respeto.
-Akane, no estoy haciendo nada malo.
-¿Te parece poco traer una chica aquí mientras estoy yo?
-Repito que no estoy haciendo nada malo… no es mi culpa que sigas siendo una niña celosa.
-No estoy celosa…
-Estás enfadada porque vine con alguien…
-Lo sé, es sólo que, perdona, eres libre de hacer lo que quieras…
-Oye…
-Perdona, Saito me llamó y la cosa no fue bien. Por cierto Ukyo estuvo aquí, tiene las llaves de tu piso.
-¿Qué? Le pedí que me las devolviera y me dijo que las había perdido.
-Pues te mintió –finalizó visiblemente enfadada.
-¿Qué quería tu prometido?
-Mi ex Ranma, es mi ex.
-Bien, el imbécil ese ¿qué quería?
-Dice que va a destrozar nuestras carreras, va a publicar fotos tuyas como Ranko y que va a difundir que yo me he acostado contigo…
-Pero eso no es cierto –aclaró sonrojado.
-Lo sé, pero dice que si no vuelvo con él hará todo eso, y no quiero acabar con lo que hemos conseguido… pero tampoco quiero volver con él.
-Akane no voy a permitir que vuelvas con él, y menos después de esto…-continuó el pelinegro secando las lágrimas de la chica suavemente. Ella se sonrojó por aquel acto que consideró estaba lleno de cariño.
-Perdonad chicos, hola –dijo la pobre rubia intentando que le prestaran algo de atención.
-Ahora estoy contigo Susana.
-Se llama Hana –susurró Akane.
-Eso Hana, coge algo de beber de la nevera, ahora hablamos –dijo Ranma sin mirarla -. ¿Akane voy a solucionar todo esto de acuerdo?
-¿Cómo? Tiene fotos tuyas como Ranko, Nabiki se las vendió hace tiempo…
-No me importa, no puede demostrar que soy yo, ya no me transformo en mujer.
-¡¿Qué?!
-¿No te lo dijeron? Hace un año me deshice de la maldición.
-¡Ranma eso es genial! –Akane lo abrazó pero rápidamente se apartó abochornada. Él también enrojeció.
-Sí, bueno, me he quitado un buen peso de encima.
-Me alegro y siento haber arruinado tu cita…
-No hay problema –Ranma giró para buscar a Hana con la mirada pero no estaba por ningún lado- ¿Susana?
-¡Se llama Hana! –gritó para luego susurrar –Así cómo quiere que le duren las novias…
-Creo que se ha ido –dudó Ranma arrugando los hombros.
-Vaya, lo lamento, es mi culpa.
-Tranquila sólo subió para ir al baño, se le cayó la lentilla y su piso quedaba muy lejos, la pobre tenía que usarlo para lavarla.
-Pero parecía que tú y ella…
-Oh, nah, lo hice para ponerte celosa.
-¡Eres un imbécil! –gritó golpeándole la cabeza.
-¡Auch! Ahora eres más fuerte –se quejó él frotándose la testa.
-Claro, soy la campeona mundial.
-Es verdad, felicidades.
-Gracias.
-Vi el torneo por la tele, lo hiciste genial.
-¿Has visto todos mis torneos?
-Casi todos –confesó rascándose la nuca notando sus mejillas tornarse rojas.
-Me has echado de menos –confirmó ella sonriendo.
-Tanto como tú a mi -afirmó él del mismo modo.
Ambos se sonrieron y se dieron un tierno abrazo. Ranma encendió el televisor, por fin podía pasar un rato con Akane, esa semana había sido de locos y apenas se habían visto. Tenía ganas de rememorar cómo era estar con ella a solas disfrutando simplemente de su compañía, sabía que tarde o temprano aquello se acabaría y todo volvería a ser como antes, por eso quería aprovechar aquel momento. Ella sonreía como hacía tiempo que no lo hacía, colocó su cabeza en el hombro de Ranma y él rodeó su cintura con el brazo mientras los dos veían en silencio una película.
Continuará...
¡Hola!
Regreso con una corta historia, tendrá 5 capítulos que publicaré cada dos días aproximadamente.
Puede que encontréis los personajes un poco OOO, pero recordad que tienen 26 años aprox. en esta historia.
¡Espero que os guste!
Disclaimer: Los personajes de Ranma 1/2 no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi.