¡Hola a todos! Lamento mucho la tardanza, pero este capítulo me ha llevado casi toda la mañana, fue muy complicado y muy sentimental, precisamente por eso es que lo fue dejando pasar en anteriores semanas, además de que no me daba el tiempo para sacar actualización, pero esta vez sí.

¡Espero les guste mucho! Y nos vemos en otro fic.


Este maravilloso mundo

Capítulo 27: Quiebre

Los sentimientos son una fuerza impulsiva propia del ser humano, una que afecta a todo el cuerpo si uno se permite ser tan visceral o sensible, y aunque estas son cualidades humanistas y hasta éticas que está bien tenerlas, lo cierto es que para sobrevivir en un mundo lleno de personas tan diferentes, resultas el blanco más simple de aquellos que son más fuertes.

Suena como una declaración en un mundo salvaje y nada civilizado, pero no hay duda que todos estamos en constante duelo en nuestra vida. El enemigo natural resulta ser uno mismo, y liberamos una batalla contra nosotros mismos con cada decisión que tomamos, porque siempre hay alternativas y saber la indicada para ti depende exclusivamente de ti y de lo que posees.

Todos estaban enfrentados en esta historia y en estos momentos, estaban tomando sus decisiones, envueltos en el velo de la lucha interna, cada quién a su manera y a su particular forma de ser, de ver la vida.

Después de recordar lo que habló con Satou esa tarde, el rostro de Kaguya perdió ánimo, felicidad y se sumió en la tristeza, incluso si antes estaba tan feliz por disfrutar con Kurumi Tokisaki; su mejor amiga. ¿Realmente lo era?

No conocía de su sufrimiento, de sus miedos más profundos y reales, del tipo de personas que le gustaban, de las cosas que no podía perdonar, de los actos pasados de los que se arrepentía, de sus deseos más profundos, de sus sueños y menos de las personas que amaba.

«¿Por qué, Kurumi-senpai?» Pensó al abrazar un cojín con fuerza mientras aún tenía su celular en su mano, apretándolo también. «Satou es una buena persona, estoy segura que lo conozco más que tú, pero… Tú lo odias, ambos se lastimaron… por cosas del pasado, cosas que no sé… Pero ¿sabes? No es justo vivir odiando a alguien por algo que pasó hace tantos años, no lo es para ti, y tampoco para él, ¡porque ninguno de los dos es malo! No puede ser… algo que no tiene arreglo».

Sin querer, Kaguya derramó algunas lágrimas de sus bellos ojos azules, así que se los limpió de inmediato, pero siguieron saliendo más, porque así como lo era su cuerpo delgado y femenino, era así de sensible su corazón.

Kaguya dejó la televisión encendida y fue hasta el baño, un poco apresurada, mientras algunas de sus lágrimas tocaron el suelo, preguntándose por todo el camino: "¿qué debería hacer?"

Y desde ese momento, su duelo interno empezaría.

No era la única en batalla, en todo el mundo, realmente todos están peleando por hacer algo consigo mismos o por lo que le rodea.

Shidou Itsuka, por ejemplo, estaba tan nervioso y feliz por la cita de hoy con una chica tan hermosa que nunca pensó en conocer en su vida, que se debatía constantemente en cómo hacerlo bien. Por eso tuvo que investigar, tener una cita de prueba con Origami, vestirse bien y planear las cosas de principio a fin, esperando que todo fuera bien.

Esperando no pensar en Kanade Shimizu durante su cita, porque esta chica le ponía en duda todos sus sentimientos, le hacía tener un nuevo duelo contra el amor.

Cambiando de vida, Mukuro Hoshimiya, quien ya había vivido una cita maravillosa con Shidou, estaba feliz de volver a repetir este día, sabiendo que esta vez, no usaría sus poderes para incitarlo a hacer cosas por impulso; incluso si le hacían feliz.

Todo tenía que volver a pasar como ella lo recuerda, solo que sin poder ver al chico a los ojos; estaba dispuesta, estaba segura, pero solo cuando estuvo en casa, porque una vez que la cita comenzó y se repitió el curso de eventos, ella no pudo contenerse.

Lo amaba. Era amor verdadero. Solo una idiota no aprovecharía al máximo el tiempo con la persona más querida; Mukuro no sería una idiota. Y no lo fue.

Y justo como en la primera vez que este día sucedió, uno que personas especiales como Kurumi y Mukuro recuerdan, hay vidas que siguieron su día de forma natural, pero repitiendo exactamente lo que ya habían hecho.

Origami Tobiichi hizo su tarea el sábado, desde muy temprano, para después tener tiempo de estar todo el tiempo soñando despierta con Shidou Itsuka, por la maravillosa cita que había tenido con el chico que le gusta. Pensando que era más cercana a él, se propuso que no lo miraría de lejos más y que le hablaría el lunes, incluso si Kanade estaba cerca.

No iba a dudar más, no quería mirarlo desde atrás, esta vez de frente.

Kanade y Tonomachi se divirtieron mucho en la obra de teatro, tuvieron una sonrisa a partir de los diez minutos, porque desde ese minuto la comedia empezó y duró hasta el final de la obra, una en la que se rieron mucho. Pero solamente la chica de cabello blanco podía pensar en Shidou y sentir lástima de que él no estuviera.

Tonomachi, por otro lado, expuso a su amigo, comentando que era una lástima que no estuviera, algo con lo que su amiga estuvo de acuerdo. Así que ambos pactaron que lo visitarían después, porque el trío no estaba completo sin él.

Pero volviendo al pasado, la chica con ojo de reloj se tomó algo de tiempo haciendo sus compras con la tarjeta de su padre, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro y se mantuvo por todo el tiempo de compras; comida chatarra más que nada y otros ingredientes.

«Kaguya-san se quedará en mi casa, es la primera vez que esto pasa, me alegra tanto que esté aquí… En verdad, hoy no estaré sola. Prepararé algo para la cena; supongo que aprender a cocinar por necesidad no fue malo».

La chica terminó con sus compras, maquinó planes sobre la cena y sobre lo que haría con su amiga durante todo el día, regresó a su casa con los planes ya listos, con una felicidad en el rostro impropia de Kurumi Tokisaki.

—Estoy de vuelta —anunció de buen humor al entrar, pero ahí solo encontró la televisión encendida—. ¿Kaguya-san? ¿Dónde estás? ¡Kaguya-san!

—¡Y-Ya voy! —respondió con dificultad desde el baño, su voz hizo eco en ese cuarto.

—Oh, cielos… ¡No me asustes así! —Kurumi negó con la cabeza, había perdido total compostura—. Creí que había sucedido algo, estaré en la cocina, traje muchas cosas y hoy me ayudarás con la cena, ¿te parece bien? No te preocupes, no harás nada tan complicado, con tu habilidad actual no podrías ni hacer un panqueque.

Kaguya escuchó todo eso mientras estaba en el lavabo, mirando directamente al espejo, mirándose con el cabello algo mojado, el rostro también y con sus ojos algo rojitos por las lágrimas que había derramado.

Se había debatido en todo este tiempo si en verdad era la mejor amiga de Kurumi, sobre qué debería de hacer, porque si en verdad lo era…

—¡Oh, claro! ¡Te ayudaré en lo que quieras! No subestimes a Kaguya Yamai.

—Jiji, por supuesto, estoy confiando en ti, sé que lo haremos bien, sobre todo teniéndome a mí contigo —respondió amablemente, pero con cierto tono de superioridad, mientras organizaba las compras en la cocina.

¿Debería hablar de esto ahora? Sacar el tema de la nada cuándo ella estaba tan feliz, no parecía correcto, ni apropiado. Pero también era un buen momento de decir las cosas, estaban solas y eran amigas.

«Somos amigas… Pero si no estoy de acuerdo contigo, ¿no te molestarás? Si pido que me digas lo que más te molestó, lo que escondes en tu corazón, ¿me lo dirás, Kurumi-senpai?» Kaguya se secó la cara y cabeza con la toalla, luego la dejó en su lugar y regresó a la sala, caminando algo apresurada.

Esta extraña chica con ojos de dos colores era su primera gran amiga, tanto así que le había dado el título de mejor amiga; alguien confiable a quién podría contarle todo, incluso sus más grandes temores y sus más grandes fantasías.

Y si esto era así, ¿por qué no hablar sobre lo que pasó entre Satou y ella? ¿Cuál era ese gran pecado que ese chico cometió como para que ella se quebrara? ¿Por qué ambos se quebraron después de hablar? Esta conversación tendría que existir entre ellas.

Kurumi terminó de servir la mesa porque al revisar su celular antes, para ver la hora, se dio cuenta que la comida llegaría pronto. Fue durante eso que vio a Kaguya de pie, perdida en sus pensamientos.

—¿Qué sucede, Kaguya-san?

—Ah, no… ¡Nada! Cielos, llego tarde, ¿no puedo ayudarte en algo?

—No hay necesidad. —Sonrió—. Eres mi invitada y además, ya terminé aquí. La comida no tardará en llegar. ¿Qué tanto hacías en el baño?

—N-Nada… Solo fue a echarme agua en la cabeza y a lavarme la cara —respondió con una pequeña sonrisa, pero lo estaba fingiendo y su amiga se dio cuenta—. Perdón por dejar la televisión encendida, tuve ciertas necesidades que cubrir, jaja… ¿Qué te parece si buscamos algo digno de ver en la televisión para verlo mientras comemos?

—Me parece bien. —Kurumi fue a plantarle cara a la chica, quién le miró sorprendida—. Kaguya-san… Gracias por estar aquí.

—Oh… —Sus ojos se abrieron más de lo normal al ser abrazada por su amiga.

Correspondió casi de forma inmediata y eso le agradó a la chica de cabello negro, quien vivía en contacto con la oscura y abrumadora soledad, quien era diferente por la madre que no tenía ni conoció, por el padre que tenía y que no era como todos los demás, por el dolor que esas dos figuras le causaban.

Por momentos que no podía vivir, porque ella en verdad quería abrazar a su madre ahora, pero estaba muerta, y su padre no estaba cuando más lo necesitaba. Pero en vez de eso, aquí estaba Kaguya Yamai, y quería confiar, realmente quería intentar… que ella se volviera especial.

La chica más especial en su vida, está bien si solo tenía una sola amiga en todo el mundo, su madre estaba muerta y nunca se le permitió abrazarla aunque sea una sola vez, nunca le pudo expresar su amor, nunca le pudo felicitar en su día, pero…

«No somos iguales, Kaguya-san, pero eso creo que no importa. No tengo madre, pero por favor, Dios, déjame tener una amiga que esté siempre a mi lado y que sea ella». Apretó el abrazo fuertemente y en su garganta algo le molestó, algo estaba palpitando desde el fondo de su ser; le impedía respirar bien, arrugó la mirada y trató de contener sus lágrimas. «Por favor, por favor, por favor, por… favor… No te alejes».

—¿Kurumi-senpai? —susurró su pregunta mientras la estaba abrazando, se notó toda la preocupación en su voz—. ¿Estás bien?

—Esta es… la primera vez, Kaguya-san… —respondió con una pequeña sonrisa, incluso si su voz sonaba como la de un cordero herido—. La primera vez que tengo… una amiga como tú.

A la chica de cabello naranja se le fue el aliento y abrió un poco más los ojos, sus dedos temblaron ligeramente; ambas eran iguales en este aspecto.

—Es la primera vez que… Cuando mi padre me deja cuando más lo necesito… No estoy sola… —susurró mientras una lágrima se resbaló por su mejilla—. No somos iguales, Kaguya-san. Tienes una hermana gemela con la que siempre estarás, incluso cuando tus padres ya no estén… Tu padre es alguien que se preocupa mucho por ti y que está ahí por ti, no todos son así, ¿lo sabías? El mío no es así. Y… Y justo como todos los demás… Tienes ma… Mamá. Dime, por favor… Dime… ¿Qué se siente…?

—Kurumi… —Kaguya susurró con lágrimas y se alejó un poco para verla.

La chica de ojo de reloj tenía el rostro lleno de lágrimas, por su expresión, su belleza se desfiguró, ella estaba completamente rota. Contenía estas lágrimas todo el tiempo y porque no tenía con quién liberarlas, su pecho le ardía. Verla así solo ayudó que ella también soltara sus lágrimas.

—D-Dime, confiaré en ti, sé que es una pregunta estúpida, pero… ¿Qué se siente abrazarla? —preguntó con voz fracturada y dolorosa—. ¿C-Cómo es decirle… "Te amo"? ¿Qué se siente… al estar a su lado? Es el amor que no entiendo… ¿Cómo se siente, Kaguya-san?

—S-Se… S-Siente… —Kaguya se limpió algo las lágrimas, pero su voz apenas y salía. «No, no es una pregunta estúpida, ¡no lo es! Y necesita una respuesta, ella lo necesita».

La abrazó fuertemente, tanto así que Kurumi tuvo que retroceder unos pasos, se sentía realmente débil, de hecho, sintió que iba a caerse, aunque realmente hace mucho que ya se sentía en el suelo, como una miserable. Pero su amiga le atrapó en sus brazos, impidiendo cualquier caída.

Sosteniéndola incluso si se estaba haciendo pedazos.

—Se siente… M-Muy bien, Kurumi… S-Se siente… Especial… Es… Como… Sabes que no te rechazará… Sabes que… No eres una molestia para mamá… No lo sé, se siente… Tan familiar, sientes que todo está bien… —explicó torpemente mientras la abrazaba fuerte—. No puedo explicarlo bien… Pero así es como se siente, Kurumi…

—Gracias… —susurró mientras descansaba en su hombro, con los ojos cerrados—. Suena lindo…

—Lo es… Pero, esto también lo es —dijo un poco más animada y la separó al tomarla de los hombros para verle con una pequeña sonrisa, se limpió las lágrimas rápido—. Esto también lo es, Kurumi. Y estoy triste… Por ti, pero también… Tengo miedo de no ser lo suficientemente apta para ser… para que seamos… amigas.

«¿Esto también lo es?» Kurumi parpadeó un par de veces y se limpió las lágrimas sin entender lo que estaba diciendo su amiga, también no es que fuera buena explicándose para cosas normales, menos para estas cosas. «Kaguya-san, ya entiendo, estabas preocupada por eso… ¿Por qué yo nunca me abrí así contigo? A pesar de que… Soy la única amigo que tienes y tú eres la única también».

—Lo siento por eso, Kaguya-san… Pero tenía miedo…

—No tienes por qué temer —dijo al negar con la cabeza y en un tono más suave, ya no estaba quebrada. Le limpió las lágrimas con sus dedos delgados y estiró la sonrisa—. Porque eres mi mejor amiga.

Los ojos de Kurumi temblaron por unos segundos y se sorprendió mucho cuando sintió algo suave como un pétalo en su frente, duró solo unos segundos, pero fue especial; algo le indicaba que así fue.

Kaguya le había besado la frente y ahora se había apartado, mientras la tenía bien sujeta de los hombros.

—Y te amo, Kurumi-senpai.

—Jaja… —Ella agachó la cabeza, pero estaba sonriendo—. Cielos, ¿eso no es algo que deberías decirle a un chico? ¿Ya te enamoraste de mí?

—Ah, bueno… No lo sé, a Yuzuru se lo digo, porque es la verdad. No sé si a las amigas también se les dice, pero sé que es verdad —explicó con una voz llena de confianza, entonces Kurumi alzó la cabeza con una sonrisa.

—Tal vez lo sea, no lo sé, ve más despacio, aún estoy aprendiendo —dijo en un tono divertido, muy alejado de la tristeza, incluso si la cara la tenía adolorida y su nariz estaba congestionada.

Ambas rieron un poco por su comentario y como estaban cansadas de estar de pie, además de cansadas, se sentaron en el sillón de la sala, con el ruido de los comerciales de la televisión que en ningún momento fue apagada.

—Kaguya-san, te quiero mucho —dijo al momento de abrazarla, la otra sonrió con un leve sonrojo en las mejillas—. Aún no diré la locura que acabas de decir, pero un día… Estaré así de loca y también te lo diré.

—Eso suena como una promesa de toda una vida, ¿seremos amigas hasta que nuestros días terminen? —Volteó a verla con emoción.

Kurumi sonrió cálidamente y se recargó en su hombro, susurró un "sí" muy débil, pero estaba feliz, la chica de cabello naranja también lo estaba, así que la abrazó fuerte.

No tenía madre, pero al menos tendría una amiga que le amaría, la atesoraría con toda su ambición, la protegería con su fuerza, le daría consejos con su poca experiencia y estaría ahí, a su lado. Es lo que Kaguya haría por Kurumi, por amor.