Hola chicas. Volvemos con un fic que a mí me encantó porque tiene de todo: suspense, amor, tensión, peleas, etc…Su autora es otra de mis autoras fetiches, Madame Prefeita (Infidelidad, Una perfecta idiota, Los vampiros también lloran) Al igual que con Sedgie, todos sus fics me han gustado, y espero en un futuro poder, poco a poco, traducirlos todos. Es una autora que toca temas polémicos, que pueden gustar más o menos, pero que no deja indiferente a nadie. Así que espero que este tampoco deje indiferente a nadie y coseché muchos comentarios. Tiene 26 capítulos, así que no es muy grande.

Sinopsis: Después de dejar la academia de policía, Emma Swan es contratada como guardaespaldas de la hija del senador, Regina Mills. Entre las dos mujeres tan diferentes, con temperamentos muy parecidos, nace un romance turbulento. ¿Serán capaces de superar el miedo, el odio y el prejuicio por amor?

Capítulo 1

«¡Regina, no insistas! ¡No vas a poner los pies fuera de esta casa sola! ¡O vas con el escolta o no vas!» decía Cora, claramente irritada.

«¡Mamá, por el amor de Dios! ¡Ya tengo edad suficiente para cuidar de mí misma, así que, no me trates como si fuera una niña pequeña!»

«¡No me interesa lo de la edad! ¡Poco me importa si tienes treinta, cuarenta o cincuenta años! ¡Eres la hija del senador de este estado y allí fuera hay muchos delincuentes esperando un descuido para alcanzarnos!»

«¿Ya estáis discutiendo otra vez?» preguntó Henry, padre de Regina y senador del estado.

«Papá, solo voy al centro comercial y no necesito un escolta Me siento ahogada y no me gusta la forma que…»

«Ya hemos hablado de eso, hija» él la interrumpió «Sabes que el índice de secuestros, sobre todo por parte de terroristas, ha aumentado en los últimos años, aún más cuando se acercan las elecciones. Así que es mejor prevenir» dijo él «Pero hoy, abriré una excepción y puedes ir al centro comercial sin escolta, pero solo hoy, ¿está bien?»

«¡Gracias, papá! ¡No tardo!» dicho eso, se retiró

«¡De tu manía de darle todos los caprichos que esa niña quiere no saldrá nada bueno» dijo enfadada Cora

«Regina no es una niña, es una mujer. Y no te preocupes, ya he resuelto el problema que ella tiene con los escoltas…»


Emma observaba el paisaje por la ventana del avión, al mismo tiempo que contaba los minutos para encontrarse en tierra firme. El vuelo de Storybrooke a Boston estaba llegando, finalmente, a su fin, y después de los pocos minutos que restaban para el aterrizaje, su vida cambiaría para siempre. Hacía poco tiempo que había dejado la academia de policía y su primera misión era proteger a la hija del senador de estado.

«¡Emma! Aún no me puedo crees que estés aquí, en Boston!» decía Mérida, colocando el equipaje en el maletero de su coche.

«Ni yo» dijo ella, acomodándose en el asiento del copiloto «Gracias por "acogerme" en tu apartamento»

«No tienes que agradecer nada, en realidad, soy la que te tengo que agradecer por la compañía»

«No quiero ser una aguafiestas, pero no te animes tanto con eso. Ser niñera de gente grande es algo complicado…»

«Hablando de eso, ¡qué glamur eh! ¡Escolta particular de la hija del senador!»

«No hay nada de glamuroso en eso. Solo espero que no sea tan arrogante como aparenta ser»

«Arrogante no sé, pero que es guapa…lo es y mucho. A propósito, ¿le podías pedir una foto autografiada para mí?»

«Voy a fingir que no he escuchado eso»

«¿Cuál es el problema? Casi es una celebridad»

«Lo que ocurre es que no estoy dispuesta a pasar por esa humillación»

«Tú y tu sempiterna seriedad…no me extraña que hayas escogido esta profesión»

«Espero que eso sea un cumplido…»

Al llegar a su nuevo hogar, Emma bajó del coche y fue golpeada de lleno por la algarabía de una gran ciudad. El sonido de las sirenas, alarmas de los coches, y frenazos bruscos, voces desde todos los lados, pasos apurados por las calles, todo tan diferente de lo que había vivido en la pacata ciudad de Storybrooke.

«Pronto te acostumbrarás» dijo Mérida, como quien acabara de leer sus pensamientos «A fin de cuentas, si escogiste esta profesión, tenías como propósito venir a una gran ciudad, ¿no? ¿O pretendías ser la vigilante de un supermercado en Storybrooke?»

«Qué graciosa eres» dijo Emma al mismo tiempo que reviraba los ojos

«¡Gracias!» exclamó ella, dejando las maletas de la amiga en cualquier parte «Ven, déjame enseñarte la casa»

El apartamento, elegante y moderno, poseía dos cuartos y dos baños, una amplia cocina, así como la sala, y todo con unos muebles de muy buen gusto. Aunque Mérida trabajara y se mantuviera sola, era de una familia de clase media alta, así que el dinero nunca había sido un problema.

«Esta es tu habitación. ¿Te gusta?»

«Claro que sí, Mérida. Gracias.

«De nada, amiga. Esta casa es tu casa, recuerda eso. Ahora voy a dejar que descanses un poco»

«Solo voy a tomar un baño y te veo para ponernos al día»

«¡Genial! ¡Esa es mi amiga Emma! Mientras tanto, voy a pedir una pizza»

En las horas siguientes, fue exactamente lo que hicieron: se pusieron al día mientras se tupían a pizza y cerveza. Emma le explicó que su gran empeño y disciplina en la academia de policía fueron los principales requisitos para que el senador del estado solicitara sus servicios.


Al día siguiente, Emma se vio parada delante de la enorme mansión donde residía la familia Mills. Antes incluso de observar el ambiente, dos guardias de seguridad se acercaron y rápidamente ella se identificó. Tras algunos minutos de espera, tuvo la autorización para entrar. Uno de los guardias la acompañó hasta la puerta de entrada, y en seguida el mayordomo de la casa la condujo hasta el despacho donde Henry Mills la esperaba.

«Señorita Swan» dijo Henry, extendiéndole la mano

«Senador Mills» dijo ella haciendo un rápido movimiento de cabeza

«Siéntese por favor. ¿Acepta algo de beber?»

«No, señor. Gracias»

«Entonces, vamos directos a al asunto» dijo él «No sé si su instructor le llegó a comentar, pero sus notas, disciplina y agilidad me sorprendieron sinceramente. Enhorabuena»

«Gracias, señor»

«Creo que sabe que solo tengo una hija, y como todo padre, necesito protegerla. Regina es una mujer difícil y por alguna razón que aún desconozco, dice que no se siente cómoda con un escolta pegado a sus pies. Por eso, le pido un poco de paciencia con ella. Quizás no se queje tanto al ser usted una mujer, pero con Regina nunca se sabe»

«No se preocupe, señor Mills. Daré lo mejor de mí para proteger a su hija»

«¡Genial! Necesito de sus servicios todos los días, excepto los domingos que será su día libre. En caso de que surja algún problema personal o imprevisto, podrá resolverlos en sus horas de descanso, sin que ello ponga en riesgo la seguridad de mi hija»

«Sí señor»

«Mi asesor ya está de camino para tratar los último detalles con usted. Mientras llega, deje que le presente a Regina» dijo él, levantándose inmediatamente

Emma lo acompañó hasta el jardín donde el mayordomo le había dicho que estaba Regina. De espaldas, una bella morena de cabellos cortos hablaba por teléfono. Llevaba un vestido sin tirantes negro, que se ceñía como un guante a sus sutiles curvas. Los zapatos de altísimos tacones encajaban perfectamente en sus pies, y de alguna forma, parecían embellecer aún más sus piernas.

«Hija, quiero que conozcas a tu nueva escolta» dijo Henry, y rápidamente Regina se giró en su dirección

Los ojos de Emma subieron por la gargantilla de diamantes, pero ignoraron el brillo de la joya y se fijaron en aquellos labios cubiertos por un labial color rubí, impresionantes, carnosos y apetecibles. Las esperas pestañas volvían más vivaces sus hermosos ojos castaños, ojos que miraban fijamente el brillante verde de los ojos de Emma.

«¿Mi escolta?» preguntó Regina, recorriéndola de arriba abajo

Emma llevaba un traje negro, ajustado que ocultaba su cuerpo musculoso, pero esbelto. Debajo, llevaba una camisa de cuello blanca y corbata del mismo color que el traje. Los largos cabellos rubios, a pesar de estar recogidos en una cola de caballo, estaban sensualmente despeinados, como si no se hubiera tomado el trabajo de arreglárselos después de un baño.

«Eso es» dijo él «La señorita Emma Swan será, a partir de este minuto, tu sombra» añadió, esbozando una media sonrisa

«Con permiso, señor…» interrumpió el mayordomo «Su asesor lo espera en el salón»

«Gracias, Marco. Señorita Swan, venga conmigo…mi asesor le informará sobre los últimos detalles de su jornada de trabajo. Adiós, hija» dijo Henry

«Con permiso, señorita» dijo Emma acompañándolo.


«¿Quién te entiende, Regina? Te quejabas de los escoltas masculinos, y ahora que tienes a una mujer, ¿te quejas igual?» preguntó Ruby, su mejor amiga.

«¿Querías que estuviera cómoda comprando ropa interior al lado de un bruto que apenas conocía?»

«Ahora no tienes excusa para estar avergonzada, ya que tu "guardaespaldas" es una mujer. Por cierto, ¿cómo es?»

«No me fijé…» murmuró

«¡No pasa nada! Dentro de poco, cuando todos vayamos a jugar al tenis, saciaré mi curiosidad»

Después de informarse sobre el sueldo y la carga horaria, Emma fue conducida a una sala en la propia mansión donde recibió su arma y algunas instrucciones relacionadas con Regina. Muchas veces, tendría que asumir el papel de guardaespaldas y chofer, todo dependería del deseo de la hija de senador de conducir o no. Por algunos instantes, Emma casi se arrepintió de haber aceptado tal responsabilidad, pero debido al salario que iba a recibir, decidió arriesgarse en aquella aventura.

«¿Aquella rubia es tu guardaespaldas?» preguntó Ruby, claramente sorprendida «Pero, ¿qué está haciendo aquí una beldad como esa? ¡Debería estar desfilando en una pasarela!»

«¡Qué exageración, Ruby! Tampoco es tan guapa» murmuró Regina

«¡Por supuesto que lo es! Espera…Oh, no…¿tienes celos? No tengas celos, amiga. Eres más guapa que ella, ¿está bien?»

«Deja de ser boba y vámonos…no quiero retrasarme»

Emma miró por todo el jardín y sus ojos capturaron la figura de Regina acercándose junto con otra persona. Repentinamente, se puso en alerta, ya que el historial de fugas de Regina sin seguridad no era uno de los mejores.

«¿Va a salir, señorita?» preguntó Emma

«No. Solo he venido a mirarla a la cara» dijo Regina, tirándole las llaves del coche y entrando en el vehículo

«Vamos al club de tenis» dijo Ruby «Si no sabe dónde es, le puedo indicar el camino» añadió, esbozando una media sonrisa «Por cierto, me llamo Ruby Lucas»

«Emma Swan, para servirle. Y por lo del camino, lo conozco, pero le agradezco la amabilidad»

Intentando mostraste poco afectada por aquel diálogo, Regina centró su atención en el móvil, aunque de vez en cuando levantaba la vista y se encontraba con los ojos verdes reflejados en el retrovisor. Emma, por su parte, se mantuvo en silencio todo el trayecto, intentando ignorar la perturbadora presencia de Regina Mills.


«¡Wow! ¡Hoy te he dado una paliza!» exclamó Ruby, tras derrotar a Regina dos sets a cero.

«Aprovecha cuando puedes. A fin de cuentas, no siempre estoy tan distraída como para perder contra ti»

«¿Y qué te está distrayendo? ¿Puedo saber?»

«Nada importante…solo es ese cuidado excesivo de papa y mamá que me enfada»

«Ser hija de gente importante no es fácil. Pero yo entiendo la preocupación de ellos…el índice de secuestros de parientes de políticos ha aumentado bastante, Regina»

«Sí, lo sé. Pero aún así, me tratan como si fuera una niña pequeña, y eso me saca de mis casillas»

De camino de vuelta a casa, Emma intentó no mostrarse inquieta cuando su mirada encontró la de Regina a través del retrovisor. Aquella proximidad solo hacía que se diera cuenta aún más de lo hermosa que era la hija del senador, pero felizmente su primer día de trabajo estaba acabando bien.

«¿Es tan bonita como sale en la tele y en las revistas o es todo photoshop?» preguntó Mérida

«Realmente es muy bonita» dijo Emma «Pero lo que tiene de guapa lo tiene de insoportable»

«¿De verdad?»

«Sí, de verdad. Siempre tan arrogante y con la nariz empinada. Pero en fin, voy a dormir…estoy cansada y tengo que renovar las energías para aguantar mañana a esa mujer»

«¡Buenas noches, mi rubia linda! ¡Y buena suerte!»

«Buenas noches y gracias…la voy a necesitas»


Según le habían pedido, Emma llegó a la mansión de la familia Mills a las nueve en punto. Según le habían dicho sobre la rutina de Regina, alrededor de las nueve y media solía dirigirse a su taller donde permanecía hasta la una. Con expresión seria, Regina se acercó y sin decir media palabra, se acomodó en el asiento trasero del Mercedes que ya se encontraba con la puerta abierta esperándola.

«Para mi taller, por favor» se limitó a decir

Afortunadamente, ella ya se había estudiado las rutas hacia los lugares a donde Regina solía acudir. Sin poder evitarlo, Emma levantó la mirada y a través del retrovisor, sus ojos se cruzaron con los ojos de Regina. Era aún más hermoso de lo que recordaba, no es que veinticuatro horas pudieran borrar la imagen de su mente, pero ahora, su belleza parecía haberse amplificado según transcurría el día.

Pocos minutos después, Emma entró por la verja de la propiedad donde se encontraba el taller.

«No te he autorizado a entrar aquí» dijo Regina al darse cuenta de que Emma había atravesado la puerta antes que ella

«No necesito autorización para hacer mi trabajo, necesito comprobar si el sitio es seguro» dijo ella

«¡Este sitio es más seguro que la Casa Blanca!»

«Bien para usted. Con permiso» respondió ella sin inmutarse, y se retiró en seguida, permaneciendo de guardia en la puerta hasta la una en punto.

El reloj de muñeca de Emma marcaba exactamente la una y cinco.

Regina guardó los pinceles en su debido lugar tras horas buscando una inspiración que no apareció para poder finalizar al menos uno de los cuadros. Al abrir la puerta, se arriesgó a mirar en dirección a su guardaespaldas, y sin saber por qué, se sintió absurdamente dominada cuando sus miradas se cruzaron. No sabía por qué la mirada de Emma la turbaba tanto, y de hecho, odiaba, realmente, que le gustara la forma en que ella la miraba.

«Quiero conducir» dijo Regina, y sin esbozar ninguna reacción, Emma le abrió la puerta y le entregó las llaves del coche. Apresuradamente, rodeó el vehículo y al ir a abrir la puerta del pasajero, Regina aceleró, dejándola atrás.