Hello~!

Y llegamos al final! Un final que al igual que el capítulo anterior tenía várias versiones, una de las razones por las cuales tardó en llegar hahaha. Espero que les guste, muchas gracias por haber acompañado esta historia y haberle dado un poquito de su amor, disfruten su lectura final! ^^

And we reached the end! This chapter also had a lot of different endings so that's one of the reasons I'm late to update hahahah. I hope you like it, thank you for giving a little of your love to this story, enjoy your last reading! ^^

Disclaimer: Inazuma Eleven GO no me pertenece.


Saqué el celular del bolsillo y miré la hora, llevábamos exactos veinte minutos esperando frente a la entrada del parque de diversiones. Intenté llamar a los chicos una vez más, pero al parecer todos tenían el celular apagado. Suspiré un tanto irritado, si tenían pensado tardar tanto nos podrían haber avisado, así no habríamos llegado tan temprano.

—¿Alguna noticia? —Shindou, quien hasta el momento no se había quejado al respecto de la tardanza de los demás, hizo su primera pregunta. Le respondí con un gesto sin mirarlo, no quise hacerlo, o más bien, no podía hacerlo.

Recordar las veces que en que me sorprendí mirándolo discretamente en el tren era suficiente para hacer que mis mejillas ardieran, pero lo peor era que no estaba seguro si se había dado cuenta, ya que para cuando volvía en sí no tenía idea de cuanto tiempo había pasado desde que mi mirada había vagado del folleto del parque de diversiones a su suave cabello.

Una vez más estábamos los dos solos y al igual que la última vez me sentía incómodo, aunque esta vez era diferente y quizá mucho peor. Antes mi incomodidad se debía a una razón desconocida, es decir, sabía que había algo que me molestaba, pero no sabía qué era. Sentía una mezcla de sentimientos que iban de un lado a otro, buscando una salida, pero no sabía qué era lo que quería decir, además de insultos y gritos de rabia.

Aunque a decir verdad no estaba tan seguro si realmente había descubierto la razón de mis problemas. Llegué a la conclusión de que tenía no uno, sino dos problemas después de pasar dos noches en claro, pensando en mi último encuentro con Shindou. Tanto pensar me llevó a dos posibles razones, pese a que una de ellas no me agradara tanto.

La primera y cual deseaba con todas mis fuerzas fuera la correcta era algo simple: sentía celos de Shindou. La cercanía de Akane me molestaba porque no quería que se entrometiera en nuestra amistad y lo alejara de mí. Lo pensé bien y me pareció coherente, a pesar de habernos conocido hace poco, nos volvimos buenos amigos y realmente me gustaba tenerlo cerca, además, existía la posibilidad de que ambos estudiáramos en secundarias diferentes, lo cual reduciría el tiempo en que nos veríamos, si a eso se le agregara una novia se reduciría aún más. Sonó igual de egoísta cuando lo pensé por primera vez como ahora y no me quedaba otra que admitir que lo era, pero es algo que no se puede cambiar, no de la noche a la mañana.

El camino a la segunda razón fue mucho mas corto y fácil de transitar, pero aún así traté de evitarlo a toda costa. Fue nuestro encuentro aquella tarde, cuando lo fui a buscar en bici, que me hizo abrir los ojos y ver que la situación, al igual que una moneda, tenía dos lados. Aunque quizá el detonante más importante fueron sus palabras cuando le di la oportunidad de regresar a su cita.

—«Prefiero quedarme contigo».

Una vez más, al igual que las noches pasadas, mi corazón comenzó a latir más rápido al recordarlas. No tenía que ser un experto en relaciones amorosas o haber leído toda la colección de revistas de Hamano para descifrar porqué me afectaban tanto. Talvez, muy en el fondo, Shindou, sin darse cuenta, había despertado un pequeño interés en mí. No me atrevía a decirlo en voz alta porque aún me sonaba extraño. Extraño por que no se sentía como ese sentimiento fuerte que describen en los mangas o en las telenovelas, pero aun así era algo que de solo pensarlo me hacía dar vueltas la cabeza y me provocaba una sensación rara en el estómago. No lograba imaginarnos haciendo cosas de pareja, aunque sí me preguntaba que se sentiría, por ejemplo, tomarlo de mano. No que no lo haya hecho antes, pero me gustaría intentarlo ahora que era consciente de lo que podía estar sintiendo por él.

Al igual que en el tren, intenté mirarlo de forma discreta pero apenas tuve tiempo para ver como jugaba con su pulsera de cuero cuando sentí vibrar mi celular. Al ver la pantalla vi que se trataba de un mensaje de Hamano. Suspiré aliviado, debía ser un mensaje avisando que los tres estaban en camino, dispuestos a salvarme de otra situación incómoda. O talvez no.

—«Hey a esta hora tú y Shindou ya deben estar en el parque de diversiones, ¿no? ¡Genial! ¡El plan salió a la perfección! Ah… plan, si, te estarás preguntando de que plan estoy hablando jajaja. ¡Sorpresa! Como las cosas entre ustedes dos andan un poco raras, ¡decidimos regalarles un día a solas! ¡Resuelvan sus problemas y aprovechen su cita!»

No sabía a cuál sentimiento darle prioridad. Por un lado me sentía avergonzado por ser tan obvio al punto de hacer que mis amigos idearan un plan para que hiciera las paces con Shindou, mientras que otra parte de mi quería llamar a Hamano y grítale al oído mientras tomaba el tren de regreso a la ciudad solo para ir a su casa y darle su merecido por hacerme semejante broma.

—Me las vas a pagar Hamano —dije entre dientes.

—¿Hamano? ¿Es un mensaje de los chicos? ¿Van a tardar mucho? —Guardé el celular en mi bolsillo, no pensaba responderle, no después de haber usado ese estúpido corazoncito al final del mensaje.

—Dice que tuvo un imprevisto y no va a poder venir. Parece que Kurama y Hayami tampoco —me preocupó que malinterpretara mi respuesta, mi enojo no era hacia él, pero no podía esconderlo así que terminé respondiéndole de mala gana—. Entiendo que no quieras entrar, además si regresamos ahora…

—Entremos —interrumpió. Lo miré sorprendió, por su parte simplemente sonrió—. Es una pena que no puedan venir, pero ya que estamos aquí deberíamos aprovechar, ¿no te parece?

No podía decirle que no y aunque estaba seguro de que pasar más tiempo a su lado solo haría con que me sintiera más nervioso, lo seguí a la boletería. Pese a que había sido inaugurado unos días atrás, el parque estaba lleno. Era raro ver una atracción vacía o cuya fila no fuera enorme al punto de casi mezclarse con una de otra atracción. No hablamos mucho desde que entramos, ni siquiera decidimos si nos subiríamos a algun juego o no, simplemente recorríamos el lugar tratando de no chocar con los niños pequeños que a cada tanto se nos cruzaban.

—«¿Debería hacer algo? ¿Sugerir un juego? ¿O quizá comprar algo para beber? ¿Tendrá hambre?»

Lo miraba furtivamente intentando buscar alguna pista en su rostro, pero su seriedad me provocaba más inseguridad, talvez no había sido una buena idea entrar los dos solos. Antes de que mi cerebro comenzara a fabricar un sinfín de dramas sobre lo que podía estar pasando por al mente de Shindou, mi celular volvió a vibrar. Una vez más se trataba de Hamano.

—«Un consejo de amigo, para mejorar el ambiente y estar más acorde con el lugar, prueben tomarse de las manos ;P»

—«¡Lo único que voy a tomar entre mis manos va a ser tu cuello!» —Guardé el celular antes de que Shindou viera el mensaje, aunque no debí haberme preocupado tanto ya que ni siquiera noto que lo tenía en manos, estaba demasiado ocupado recorriendo el lugar con la mirada.

Cuando se me pasó un poco la rabia sentí un escalofrío en la espalda, Hamano había leído mi pensamiento. Era la ocasión perfecta para intentarlo, el lugar era adecuado y Shindou caminaba cerca de mí, aunque fuera simplemente porque no teníamos mucho espacio para movernos. Los únicos problemas eran el ambiente y mi falta de agallas. No podía hacerlo, antes tenía que hacer algo para cambiar la pesadez del aire. Al pasar por el viejo y conocido juego de tiro al blanco tuve una idea un tanto boba.

—Shindou ¿quieres uno? —pregunté deteniéndome frente al stand, señalando unos peluches que colgaban a su alrededor. Shindou se detuvo unos pasos más al frente, le dedicó una mirada confusa a los peluches y su gélida seriedad a mí.

—No soy una chica —su respuesta hizo que mi confianza que ya estaba por el suelo se hundiera aún más. No esperaba algo diferente, pero tampoco algo tan seco.

—Solo bromeaba —mentí intentando esconder mi vergüenza por haberme atrevido a preguntárselo y, principalmente, por haberme emocionado pensando qué clase de expresión podría si hubiese ganado un premio para él—. ¿Hay algo que quieras hacer?

—Vamos al tren fantasma —respondió al instante.

—Eso es para niños, hagamos otra cosa, que te parece… —Mientras volteaba para ver algún otro juego que estuviera cerca, sentí como me agarró del brazo y comenzó a jalarme con fuerza.

Intenté soltarme, pero Shindou se negaba a dejarme ir y aprovechando la multitud que nos rodeaba, cuanto más me esforzaba por escapar, más alto gritaba mi nombre mientras decía cuanto miedo le tenía al bendito tren. Tuve que rendirme, me negaba a pasar más vergüenza de la que ya estaba sintiendo, pero lo peor estaba por venir. Era solo un juego, todos eran muñecos controlados por máquinas, la oscuridad y el sonido alto de los gritos y gruñidos eran falsos, al igual que las telas de araña que rozaban mi rostro cada vez que dábamos una vuelta, pero aun sabiendo la verdad, grité durante todo el recorrido. Pero lo peor fue cuando abracé a Shindou para protegernos de un ser que quería cortar nuestras cabezas y pude escuchar cómo se reía de mis gritos.

Estaba seguro que había dejado el alma dentro de ese lugar y que mi cuerpo se movía por razones que no podía explicar, un poco mas y estaba dispuesto a regresar y quedarme a vivir como un zombie, asustando a más niños. Pero pese al terror que había vivido, me sentía más liviano. No era el único, Shindou no dejaba de reír mientras secaba unas lágrimas de su rostro. Al fin de cuentas, el paseo había sido una buena elección.

—Perdón —lo dije con tanta facilidad que no parecía ser la misma palabra que tenía atascada en la garganta desde hace días—. Me he estado portando como un idiota, últimamente tengo muchas cosas en la cabeza y… —No estaba seguro si debía continuar y tampoco como, así que me quedé en silencio.

—¿Quieres contármelo?

Dudé un poco pero finalmente asentí. Decidimos ir a un lugar más tranquilo, lejos del alboroto del parque. Caminamos sin rumbo fijo hasta llegar frente a unas escaleras que llevaban a la cima de un templo cercano. Al ver que no había nadie cerca nos sentamos en los últimos escalones. Las luces del parque se podían ver a lo lejos, brillando con gran intensidad, pero algo más llamó nuestra atención. El cielo nocturno cubría la ciudad, adornándola con un manto estrellado, quizá no brillaban tanto como las luces, pero sin dudas eran mucho más bellas e interesantes.

—Me siento confundido… sobre mis sentimientos… —no había una mejor manera de decirlo, así que fui directo al grano.

—¿Se trata de una persona? —asentí—. ¿Te gusta?

—No estoy seguro, talvez si o talvez no, tengo miedo a estar equivocado. Miedo a confesarme y que eso cambie nuestra relación. No quiero que nada entre nosotros cambie. —Al levantar la mirada me deparé con sus tristes ojos, no estaba preparado para esa reacción así que me puse más nervioso— ¿Qu-qué te pasa? ¿Po-por qué es-estas triste?

—No me gusta verte así, pero no se me ocurre nada para ayudarte. —Me calmé un poco al oírlo y se lo hice saber colocando mi mano sobre su hombro, en un intento de transmitirle mi calma.

—Me siento mucho mejor después de habértelo contado. —Sonreí con afán de asegurarle que lo que había dicho era cierto y luego de unos segundos él también sonrió.

—Bueno, dime, ¿conozco a la persona que te gusta?

—Hmmm… no lo sé, quizá un día te diga quien es. —Me puse de pie y comencé a bajar.

—No es justo. —Lo escuché levantarse y acercarse a mí—. No me puedes dejar así, dime quien es. —Caminaba a mi lado suplicándome que se lo dijera, pero me mantuve callado y simplemente le sonreí, recibiendo como respuesta una mirada de inconformidad seguida de un sinfín de preguntas.

—«Un día, cuando ya no tenga dudas sobre lo que siento y sea valiente lo suficiente, te diré que eres tú».