Era la tercera vez que la chica de ojos color perla revisaba las cerraduras de sus maletas mientras la fila para subirlas al avión avanzaba, no eran excesivamente grandes y su contenido no era precisamente muy valioso sin embargo representaban lo que había elegido para el cambio más grande de su vida, bueno, el único cambio que había tenido en su vida hasta el momento. Se apartó el largo cabello azul oscuro que le caía por el hombro y devolvió las miles de llamadas que su mejor amiga se había encargado de hacerle.
- ¿Hinata? ¿Hina, dónde rayos estás? - la voz de Sakura en el teléfono parecía levemente enfadada.
- Uh... En el aeropuerto - respondió la chica mientras entregaba sus maletas para que las subieran al avión.
- ¡¿El aeropuerto?! ¿No pensabas decirme nada? ¿A dónde demonios te vas? - Okey, ahora si estaba algo alterada.
- Fue una decisión de último minuto - evadió la chica de ojos perlados recibiendo su pasaporte de vuelta - Pero sabes bien que he querido irme de aquí desde... Bueno, desde que tuve la oportunidad de pensar por mí misma.
- Lo sé, es solo que me duele que no me lo hayas comentado, sé que estamos lejos pero no por ello hemos dejado de ser grandes amigas ¿no?
- Sabes bien que te considero mi única real amiga Sakura - Hinata confirmó con la mirada el horario del vuelo y se aproximó a las mesas de la cafetería.
- ¿Y entonces? ¿A dónde es el viaje? - se interesó su amiga soltando un suspiro desde el otro lado de la línea.
- Tokio - contestó Hinata leyéndolo de su tarjeta de embarque.
- ¿Tokio? – pareció quedarse sin aire un momento - Creí que la cultura y lo turístico no era cosa tuya.
- Realmente fue una elección al azar - Hinata se apartó del móvil un segundo para pedir un café negro una de las dos meseras que atendían la cafetería.
- Hina, en serio comienza a asustarme esta nueva faceta tuya.
- ¿Asustada tú? ¡Pero si te fuiste a Europa de un día para otro sólo a buscar a Sasuke!
- Ya, pero... El amor te hace hacer locuras, está algo justificado, te vuelve idiota.
- Saku...
- Bien. Eso también era motivo de sustos lo admito. Debiste coger un avión hasta aquí y pasarte la temporada con nosotros reventando las tiendas de Zara.
- Tal vez en otra ocasión, primero necesito hacer algo completamente para mí, algo que me haga encontrarme a mí misma.
- ¿Y crees que ese algo pueda estar en Tokio? – Sakura parecía resignada a la idea.
- Nunca lo sabré si no tomo ese avión - suspiró y recibió el café que había ordenado - Me he pasado la vida entre reglas estrictas y personas superficiales Saku, y la persona que era con ellos no soy realmente yo.
- Lo sé, recuerdo cómo te veías entre esos falsetes, la primera vez que te vi creí que iba a dar un ataque de lo nerviosa que estabas.
- Si te soy sincera, estoy mucho más nerviosa ahora, pero es un sentimiento completamente diferente.
- Puedo entenderlo - hubo una pausa y luego su amiga volvió a hablar - llegó Sasuke, ¿me hablas lo que llegues a Tokio? Quiero estar segura de que no fuiste secuestrada o el avión se estrelló.
- Te llamaré - le prometió Hinata.
Cortó la llamada, guardó el móvil en su bolso de mano y apuró el café para dirigirse a la sala de embarque apenas pagara la cuenta.
La chica que atendía las mesas se acercó a ella con una sonrisa.
- ¿Deseas algo más?
- Solo la cuenta, por favor, mi vuelo saldrá en breve y tengo que llegar al embarque.
En ese momento los altavoces sonaron en dos idiomas diferentes anunciando a los pasajeros que el vuelo con destino a Tokio se retrasaba una hora por un inconveniente en el clima.
- O tal vez no - suspiró al terminar de escuchar el mensaje, la mesera le sonrió de nuevo.
- En ese caso voy a tener que insistir en que tomes otra cosa, los asientos de la sala de espera son duros e incómodos, sin mencionar a los niños que se divierten pateando los de los demás.
Hinata la observó bien esta vez, era rubia de cabello muy largo recogido en una coleta, sus ojos celestes eran amigables y tenían una chispa que los hacía similares a los de su amiga Sakura, de alguna manera decidió que le caía bien.
- ¿Qué me recomiendas? - preguntó entonces regalándole una pequeña y cerrada sonrisa.
- Veamos... Tenemos un soufflé de hierba realmente espectacular si te apetece comer algo salado, pero si se te antoja más algo dulce puedes probar con la tartaleta de frambuesa y yogur, es una elección segura.
- Mm... Creo que me iré más por el dulce, siento no haberte preguntado un poco antes, pero... ¿cuál es tu nombre?
- Soy Ino Yamanaka - se presentó la rubia con una pequeña reverencia formal y buen humor - la mejor y más rotativa camarera de aeropuertos que verás alguna vez.
- ¿De veras? ¿Es decir que también viajas mucho?
- Sí, después de que trabajas un año en la cafetería puedes elegir una de las otras sucursales para cambiar el ambiente de ese modo aprendemos sobre la comida de otros lugares y que es lo que quieren los clientes que no son de aquí.
- ¡Vaya! ¿Has viajado alguna vez a Tokio?
-Claro que sí - Ino miró el reloj en su muñeca - mi turno termina en 10 minutos así que iré a pedir tu tartaleta y luego puedo contarte un poco del lugar.
- ¡Me encantaría! Pide dos por favor, no me gustaría estar comiendo yo sola mientras conversamos.
- Lo tomaré como propina - asintió Ino desapareciendo en la cocina del local.
Hinata soltó un suspiro satisfecho y se permitió una sonrisa más abierta, cada vez se convencía más de la buena decisión que había sido salir de la burbuja en que la habían encerrado de pequeña y comenzar a buscarse la vida por su cuenta. Ino, como prometió apareció con ropa de calle y dos tartaletas en cada mano, Hinata recibió su plato aspirando la fragancia de las frambuesas.
- Huele realmente delicioso – se relamió los labios.
- Te aseguro que sabe aún mejor de lo que huele – le aseguró Ino tomando su tenedor - ¿Entonces? ¿Es tu primer viaje a Tokio?
- Honestamente es mi primer viaje a cualquier parte – probó un bocado de su postre y se deleitó con su sabor, en casa rara vez la dejaban comer cosas dulces por la diabetes de su padre.
- Aún recuerdo como me sentí en mi primer viaje, la verdad también fue a Tokio, no conocía a nadie y me sentía un pez que había dejado la pecera para ser arrojado al océano sin más.
- Sé que debería estar nerviosa, pero llevo tanto tiempo esperando por irme lejos de la burbuja de mi vida que la verdad… Estoy más ansiosa que preocupada, tendré que buscar un trabajo de medio tiempo también y un lugar donde quedarme después de un tiempo, pero me parece una aventura excitante más que un obstáculo.
- Vaya – Ino abrió los ojos sorprendida – en ese caso no puedo dejarte tirada sin más, veamos… Cuando salgas del aeropuerto allá fíjate bien en el tablero de la cafetería a menudo imprimen avisos de internet con alojamientos más o menos permanentes, aunque nadie les preste demasiada atención. No creo que estén faltos de personal realmente, pero seguro no tardas en encontrar algo… Uh, ¿cuál era tu nombre?
- Hinata, Hinata Hyuga, entonces debo ponerle atención al tablero ¿la cafetería se llama igual que esta?
- Ajá, es la misma cadena no puedes perderte – Ino acabó su postre y le lanzó una mirada un poco más inquisitiva a su inesperada compañera – Hinata, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Em… seguro.
- ¿Qué esperas encontrar allá? No quiero ser entrometida es solo que como mencionaste que tu vida se asemejaba a una burbuja pues…
- No me molesta – le aseguró la chica devolviéndole una mirada tranquilizadora de sus ojos perlados – es solo que he sido una persona que no soy durante toda una vida. Círculo familiar, círculos sociales, ser buena, ser correcta, educada. Me han reprimido y moldeado y al final dejé de saber qué es lo que se sentía ser feliz, mi mejor amiga me apoyo en los momentos más malos, sin embargo, hace un mes está en Europa con su novio iniciando todo desde cero… Y yo me quedé aquí sin siquiera un cero con el cuál comenzar.
- Ya veo, entonces saliste a encontrarte a ti misma – Hinata asintió.
- No quiero ser la chica tímida y sobreprotegida para siempre, hace muy poco que encontré mi voz y voy a defender mi derecho a ser escuchada a través de ella.
- Vaya, no todos los días se ve por aquí alguien como tú – dijo Ino sorprendida - ¿Tienes un lápiz a mano?
Hinata asintió sacando uno de su bolso de mano y tendiéndoselo a través de la mesa, Ino tomó una servilleta y garabateó en ella un rato antes de regresarle ambas cosas a Hinata.
- Ese de ahí es mi número y el nombre de abajo, Odaiba, es el lugar con la puesta de sol más majestuosa que encontrarás allá si la vez desde su playa, sé que no viene mucho a cuento, pero si realmente estás buscándote a ti misma esa imagen te acompañará para siempre, si vas cuando estés lista.
Hinata se sorprendió con el gesto, pero conservó en uno de sus bolsillos la servilleta.
- No sabes cuan agradecida estoy Ino, realmente me gustaría que llegáramos a ser buenas amigas.
- A mí también me gustaría – le respondió la rubia con una gran sonrisa – el próximo mes iré a trabajar en la locación de Tokio así que espero saber de primera mano que has avanzado en tu camino a ser feliz.
- Iré al aeropuerto solo a ordenar tu tarta – le aseguró Hinata y luego contempló el aviso de embarque que brillaba en las grandes pantallas del aeropuerto – bien, creo que es hora de embarcarme.
- Te acompañaré hasta la sala de ingresos.
Desde su asiento junto a la ventanilla en el avión Hinata contempló las nubes, apenas eran las dos de la tarde y le quedaban aún tres horas de vuelo, pero su corazón gritaba de gozo, no se arrepentía de nada, incluso había logrado hacer una amiga aparte de Sakura en un tiempo relativamente muy ínfimo, todo estaba saliendo a pedir de boca.
Por fin sentía que de verdad estaba recuperando su sonrisa.