Información General:

Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus creadores Kyōko Mizuki y Yumiko Igarashi respectivamente. Los dibujos fueron dibujados por mí, pero los creadores de estos personajes son Kyōko Mizuki y Yumiko Igarashi respectivamente.

La historia que se presenta, está basada en algunos eventos de los primeros 25 capítulos de la historia original, y lo que sigue es simplemente ideas o locuras de una servidora. Todo se ha escrito sin fines de lucro, solo para entretenimiento.


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Introducción

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Les presento mi primera historia. Espero que se den la oportunidad de leer la historia, sin importar quién es el personaje principal masculino. Está escrito con mucho cariño a cada uno de los personajes de esta serie, y el propósito es que ustedes pasen un rato agradable con la lectura de esta historia.

Quiero darle las gracias a Mayra Exitosa por haberme recomendado que publicará esta historia, gracias Mayra por todo tu ayuda.

Igualmente, le doy las gracias a Tuty, Ruth, amiga por hacerme el favor de leer la historia y por tus consejos.

También le doy las gracias por el apoyo y por su amistad a Malinalli Coy, Maravilla121, Lucero Santoskoy, Nerckka Andrew, Val Rod, AlexaPQ, Penny Charlotte Brown, TamyWhiteRose y adrinag1.

Por último, muchas gracias a todas las personas que me hacen el favor de leer esta historia, espero que pasen un rato agradable con esta lectura de la misma forma que yo lo estoy pasando. Gracias por su tiempo.

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Bajo la luz de la luna

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Introducción

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— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño bebé

— Duerme ya, duerme ya, que ya es hora de soñar

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño bebé

— Duerme ya, duerme ya que mañana jugaras

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño amor

— Duerme ya, duerme ya que mañana cantaras

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño bebé

— Duerme ya, duerme ya, te adoro con todo mi corazón.

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño amor

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño bebé

— Duerme ya, duerme ya, que ya es hora de soñar... —

Con alegría, mira que el precioso bebé de un año por fin se ha dormido, y lo deja lentamente con cuidado en su pequeña cuna, procurando que quede boca arriba su pequeño y regordete cuerpecito sobre la blanca sábana. Una tenue luz procedente de una lámpara cercana a la cunita, ilumina la lujosa alcoba dejándola ver ese pedacito de carne que ella tanto adora.

Absorta, la joven rubia apoya sus manos sobre la cuna, y se inclina un poco a esa carita sonrosada, para observar con detenimiento a este querubín rubio, por unos segundos más. Pareciera que aún tiene hambre, porque su pequeña boquita rosita tan perfectamente delineada, se mueve rítmicamente como si aún estuviera degustando su deliciosa comida líquida. Ella sonríe tristemente, mientras se limpia con un dedo rápidamente una traviesa lágrima que escapa libremente de esas apagadas esmeraldas, ni eso…pudo darle.

Duerme tan apaciblemente, cubierto solo con una delgada frazada. Quisiera besarlo hasta desfallecer, oler ese precioso aroma de bebé que tanto ama, pero sabe que no puede; tiene que recordar su lugar…Sin poder resistirse, con cuidado retira unos dorados cabellitos rebeldes que cubren una seguita y sus onduladas pestañas largas. En absoluto silencio, le da un tierno beso; suspira levemente, y cubre con transparentes velos la pequeña cuna. Lentamente, se encamina a la puerta; antes de salir, voltea…sujeta con fuerza la puerta; mira a su adorado bebé de celeste mirada. Quedamente, llorando amargamente, vuelve a cantar tiernamente, esa canción tan simple que le ha compuesto a este ser pequeñito que es todo para ella; ese pequeñito ser que ella ama, intensamente.

— Duerme ya, duerme ya, mi pequeño amor, que…que solo aquí te puedo decir mí…mi corazón, corazón. Hasta mañana, hijo mío.

Sale limpiándose las lágrimas rápidamente con la mano, y fingiendo una alegría que está lejos de sentir. Sabe que cualquier empleado puede verla, y si alguien sospecha que ella, que él es su…su todo; todo se echaría a perder. Cabizbaja sigue su camino. A la lo lejos ve venir a la nana del bebé; caminando con prisa hacia ella por el mismo corredor.

— Muy buenas noches, señorita Candy. ¿Necesita algo?

— No Dorothy, solo, solo…

Dorothy quien sabe su dolor, solo asiente con una leve inclinación de aceptación.

— Entonces me retiro Señorita, llevo aquí, las cosas para su hi...digo, para el bebé, para cuando despierte y tenga hambre, yo...

Candy con los ojos llenos de lágrimas, asiente simplemente para que no continúe, y sigue su camino rumbo a su recámara. Ambas jóvenes siguen su caminar. Dorothy detiene su andar al llegar a su destino, y antes de abrir la puerta con la mano en el picaporte, se gira para ver a lo lejos, la joven silueta de Candy que sigue su lento andar rumbo a su recámara localizada al final del pasillo, de la lujosa mansión.

— Lo siento tanto, niña.

Dice quedamente para ella. Se limpia las lágrimas que asoman a sus bellos ojos color miel, y entra a cuidar al pequeño heredero del clan Andrew.

Dorothy tiene prohibido hablar con Candy sobre ese pasado. Solo ella, el fiel y viejo mayordomo de la familia, Patrick, y George Johnson sabe esa verdad; esa verdad que juraron callar por orden del patriarca William Albert Andrew para protegerla. Pero todos sienten, y les duele ver ese dolor que está destruyendo lentamente la que fuera una vez, una chiquilla alegre llena de sueños y alegrías; lo peor es que nada se puede hacer. Más que callar, para protegerlos de una implacable sociedad.

Dentro de su alcoba, sin prender la luz, Candy lentamente se aproxima a la puerta que da a su balcón e inquieta recorre las cortinas. Suspira profundamente y mira con tristeza y añoranza a través de los cristales, la hermosa luna llena que brilla en el cielo. Recuerda el ayer, y llora con intenso dolor su actual destino. Se deja caer vencida por su cruel realidad, sujetándose de las cortinas. Solo su lastimoso llanto se escucha en la intimidad de su alcoba. Hay tanto dolor en su alma, que quisiera poder gritar todo lo que la atormenta. Pero no, no debe…no puede. Su deber, es callar. Ahí está ella llorando quedamente, con una angustia infinita, su lastimosa realidad. Sujeta con fuerza las delgadas cortinas como si quisiera sujetar el tiempo que se ha ido, ese tiempo que nunca, nunca volverá.

Duele, duele mucho callar, pero también sabe que tiene que ser fuerte por ellos, por esos amores que tiene...Sobre todo por el que le queda. Es su pequeño amor. Por ese regalo que él le dio...bajo la luz de la luna llena.

Todo empezó hace apenas dos años atrás...

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Continuará

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