Palabra usada: Melifluo, un sonido excesivamente dulce, suave o delicado.
Ti copro di baci.
Te cubro con mis besos hasta que sonrías
Te beso repentinamente una y otra vez hasta que ya no puedas más
Hasta el fin de mis días.
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Un bacino che appena ti sifori le labra
Sentados frente al televisor, esperaban que los comerciales finalizaran. Las luces de las salas estaban apagadas y Taichi y Sora se abrazaban debajo de la manta suave.
—¿Podrías decirme, por favor? —La conversación que inició tras la primera propaganda hacía que Sora implorara a Taichi.
Este no dudaba en vacilar, metió una palomita en la boca y le regaló una sonrisa descarada.
—Tienes que decir las palabras claves —Murmuró tras masticar.
Sora se acomodó debajo del brazo de Taichi, encogiéndose como niña indefensa ante la proximidad que le brindaba cariño y seguridad.
—Ya te dije por favor —respondió, rodeando el pecho de Taichi con uno de sus brazos.
Taichi no dejaría que ese tono aniñado que usaba cuando estaban solos lo convenciera de ceder a su petición.
—Pero esa no es —volvió a murmurar, la sonrisa crecía y un beso tocaba la frente de Sora—. Tienes dos oportunidades más.
—Vale, espera… ¿hmmm? —Sora lo pensó dos veces antes de contestar. ¿Qué podía interesarle a Taichi para ceder a su petición? Dudó, pero al final dejó salir las palabras suaves, en el fondo temía que se burlara de ella—. ¿Sexo?
La risa estrepitosa de Taichi estalló en su cara, sin miramientos, se retorció del comentario que se coló entre él y su dulce Sora.
Sora ceñuda contemplaba cómo este se hacía a un lado, doblándose de la risa. Las orejas las sentía palpitar de tanta sangre que se alojó en ellas.
—¿Qué te causa tanta gracia? —Sabía que se pondría así. Se maldijo porque ya sabía lo que él haría y aun así se atrevió a dejar salir la palabra de la boca—. ¡Taichi!
Taichi limpió una lagrima que bajaba por el ojo, controlaba como podía el ataque de risa.
—Espera… Espera… por favor, espera —Sin embargo la risa le podía.
—¿Seguirás riéndote? —Puso los brazos en jarra, bufó como toro que ve rojo y se giró en búsqueda de la puerta más cercana.
Taichi la cogió del brazo, casi cae del mueble con el movimiento rápido.
—No, espera ¡No te vayas!
Su novia cayó sentada de nuevo sobre el sofá blando.
—¡Pero te sigues riendo! —Miró hacia el televisor que volvía a pasar la película, regresando en nueva cuenta a Taichi que seguía haciendo el esfuerzo de no reírse, pero el ataque seguí y Sora comenzaba a preocuparse de que le sucediera algo grave a falta de aire en los pulmones.
—Compórtate, tienes diecinueve años, no eres un crio Taichi.
—Es que… es que ¿ustedes las mujeres solo piensan en sexo? —Sora movió la cabeza de lado a lado con los ojos achicados. Estaba sufriendo un ataque y aun así se atrevía a querer tomarle el pelo.
—Solo te pedí que me enseñaras a hacer las tortillas que Yamato te enseñó a hacer estando en el digimundo, no era para que terminaras riéndote de mí en mi cara.
—¡Pero Sora, es que fue tan gracioso!
Sora empujó a Taichi, cayó en el otro extremo del mueble. Se cruzó de brazos y miró la película, ignorándolo.
Taichi paró un poco la intensidad de la carcajada que lo hizo llorar del tiro, hasta los mocos se le aflojaron, Sora rodó los ojos cuando lo escuchó sonarse la nariz, seguido del vestigio de la risa.
—Desoxirribonucleico —soltó de golpe.
Sora arrugó la frente, volteando a mirarlo.
—¿Qué? —Estaba enfadada, de eso no había dudas. Sora era de las que comenzaba molestándose a modo de bromas y acababa enojada en serio.
Taichi puso la palma en el cojín del mueble e impulsó el cuerpo hacia adelante, agazapado, como si quisiera acechar a Sora. La luz del televisor centelleaba sobre él, acentuaban el intenso color café de sus ojos. Sora tuvo que controlarse para no lanzarse encima de él y besarlo como loca.
—Desoxirribonucleico —repitió—. Esa era la… —Entre risas soltó el resto— palabra clave… —De nuevo sucumbió a las carcajadas.
Sora esperaba hacerse la ofendida, todavía más, pero lo cierto era que terminó contagiada de la risa de su novio. Al principio apretó los labios para que esta no saliera, pero conforme lo miraba reírse como tonto, ella iba soltando su risa dulce y suave que se perdía en la escandalosa de él.
—Ridículo —lo acusó, dándole con la palma abierta en el pantalón.
La sonrisa borbotó todavía más. Taichi se movió sobre el asiento y la cogió dentro de sus labios, atrapándola para que dejara de golpearlo ya que no era su culpa de que ella también sucumbiera a la tentación. Cuando las miradas se cruzaron, la sonrisa de parte de él cesó, la de ella lo hizo conforme se perdía en el pedido que iba implico en su mirada… como un secreto gritado a voces.
Taichi atrapó su labio, cogiéndolo tan suave que apenas fue un roce de labios.
—De-so-xi-rri-bo-un-cle-i-co —soltaba, dejando caer los besos que funcionaban como los guiones que separaban las silabas—. Que no se te olvide, mi pequeña pervertida.
Sora rodó lo ojos, el peso del cuerpo de Taichi la echó hacia atrás, y entre besos y besos, la noche comenzó a brillar.
Notas de Ferd:
Princi hermosa lamento el retraso, tú más que nadie sabes cuánto he estado de ocupado.
Glosario de frases:
Un bacino che appena ti sifori le labra: un beso tan suave que apenas roce los labios