Este es un two shot... que he encontrado en mi ordenador mientras revisaba. Falta la segunda parte que subiré en breve. Hasta que no lo leía no recordaba haberlo escrito y no sé por qué se quedó a medias, la verdad..


Capítulo 1, Barbies


La primera vez que Marco le había dicho a Jean que pensaba en adoptar un niño, Jean se lo había tomado fatal. Era una responsabilidad enorme. Los niños necesitan mucha atención, mucho dinero y un nivel de afecto que el chico no estaba seguro de ser capaz de darle a nadie. Si bien Marco poseía dones naturales para el cuidado de otras personas, como la empatia y aquella dulzura casi infinita, Jean creía que si le dejaban un menor cerca lo traumatizaría siendo tan mal padre como el suyo propio, o peor ¿y si se le moría por culpa de su propia torpeza?

A pesar de aquello, y de que Marco no había insistido demasiado más allá de decirle que todo aquello era una tontería, Jean se había mirado a si mismo en un espejo y había decidido que aquella decisión era algo importante para el moreno y debía intentarlo porque Marco no se merecía vivir subyugado a los miedos que él pudiera tener respecto a sus traumas infantiles.

— Quiero intentarlo — había dicho Jean a Marco una mañana de lunes mientras preparaba tostadas para el desayuno. No venía a cuento, hacía un par de días que el moreno había sacado el tema, habían discutido y después Marco había cedido respecto a la negativa del otro.— Lo de adoptar, digo. Creo que fui un cobarde el otro día.

El moreno sentado en la mesa de aquella cocina pequeña y acogedora, miró a su chico entre preocupado y alegre de que hubiera tomado aquella decisión.

— ¿Esta decisión es solo porque que yo quiero? — fue la respuesta de Marco. Realmente, todo les iba bien y quería adoptar, pero tampoco quería presionarle. Aquella era una decisión importante —. Ya lo hablamos, y sé que tú nunca has querido tener hijos.

A pesar de las palabras del moreno, Jean insistió en que debían intentarlo.

En su interior, Jean albergaba esperanzas de que no se les concediera la adopción, de hecho cuando Marco a los pocos días se puso en contacto con una agencia de adopciones cruzó los dedos para que se encontrasen con algún asistente social homófobo que les denegase antes de que Marco se hiciera ilusiones reales de tener hijos.

A pesar de ello, la asistente social con la que Marco contactó resultó ser una mujer muy amable y solo les advirtió de que el proceso sería lento. Que el proceso fuera lento era algo que calmó a Jean y sus deseos de que las cosas fueran mal, pensó que le serviría para hacerse a la idea, pero un mes después de la primera llamada de Marco, Hange, la asistente social, avisó de que habían encontrado una niña que podía dar el perfil para su adopción y quería concertar una primera visita para ver si la cosa podía seguir adelante. En aquel momento el humor de Jean se volvió un tanto irritable y nervioso.

— Deberíamos ir a comprar una muñeca — sugirió Marco la noche antes de que fueran a ver el informe de aquella posible futura hija. Llevaban rato en la cama, pero el moreno sabía que su chico no dormía, no había dormido desde que Hange había llamado —. Puede que no nos dejen verla, pero siempre podemos dársela a Zoe para que se la entregue ella.

— No, no sabemos si le van a gustar las muñecas — dijo Jean secamente. No estaba molesto, era fruto del nerviosismo — . Estoy seguro de que tú de pequeño te morías por tener una y nunca te la regalaron, pero eso no significa que todos los niños quieran una.

— Deja de ponerte nervioso, estás siendo mezquino y cruel — dijo Marco incorporándose y abrazándole — ¿Sabes qué pienso? Pienso que serás muy genial como padre y que seguro que Annie será feliz con nosotros.

Jean le devolvió el abrazo a Marco haciendo una especie de mugido con la boca que trataba de restar importancia a la crueldad de sus palabras anteriores.

— Podrías quedarte embarazado y así no tendríamos que ir a ver a Zoe — le dijo Jean con una risa tonta metiendo sus manos por debajo de la camiseta que Marco usaba como pijama— . Deberíamos intentarlo ahora.

El moreno se empezó a reír mientras Jean le mordisqueaba el cuello.

— No, no te rías hablo muy en serio — el chico seguía bromeando, probablemente por que se sentía un poco culpable por haber sido cruel y también por que aquello hacía que dejase de pensar por completo. Acariciaba el torso de Marco suavemente y seguía con la nariz pegada a su piel —. Ves, es por esto que nuestra comunicación de pareja no funciona. Mejor sería dejarlo ahora que estamos a tiempo y no tenemos un hijo.

Dicho aquello, Jean se separó de Marco y le dio la espalda bruscamente. El moreno que seguía sonriendo por aquella actuación infantil, volvió a abrazarle hundiendo su nariz en la espalda del chico y tirando de él hacia sí.

— A veces eres idiota — dijo.

Jean se giró hacia Marco y le besó de forma suave en los labios. Tenía que hacerlo, tenía que esforzarse y tratar de asumir de una vez por todas que su miedo era solo eso una cortina de pánico por no haber sido el hijo favorito de su padre como su hermanastro Eren. Podía ser un buen padre aun que no hubiera tenido un buen ejemplo, y aun que tuvieran una niña con la probablemente no tendría nada en común.

A la mañana siguiente, después de desayunar y antes de que Marco se marchase a hacer su turno en el hospital, Jean ya se había preparado para ir a comprar aquella muñeca. Pero incapaz de elegir una se pasó la mañana en el centro comercial replanteándose la manera en que todo cambiaría si les daban aquella niña en adopción.

Cuando llegó la hora, Marco eligió una Barbie sencilla y fueron al centro de acogida en el que había quedado con Zoe. Una vez allí, Zoe les presentó al psicólogo Arlette, y la doctora Brauss.

— El fin de esta cita es asegurar si realmente son ustedes aptos para la adopción de Annie y a la inversa — explicó Hange —. Después de hoy si ustedes deciden seguir adelante con el proceso de adopción empezaremos con visitas graduales hasta que puedan llevarla a casa. Como les dije al principio es un proceso lento, pero hay que asegurarse de que la adopción no supone un trauma para los niños ya que no se trata de bebés. Y sobre todo, una vez pase la primera visita con ella les pediríamos que no se echasen atrás porque en general cuando un niño es dado en adopción ya siente el rechazo de forma natural por sus padres biológicos, y sentirlo de nuevo en unos padres adoptivos puede afectar a toda la formación de su personalidad.

Cuando Hange terminó de explicar el proceso que se debían seguir, empezaron con el procedimiento habitual. La doctora Brauss les enseñó una ficha médica y explicó por encima el historial de la niña, y después el psicólogo empezó con su parte del trabajo, que por si el procedimiento que había descrito la asistente social no había asustado suficientemente a Jean, acabó de matarle por completo. Aún y con esas, Jean se mantuvo firme hasta el momento en el que Zoe Hange hizo la pregunta final "¿desean ustedes continuar con el proceso de adopción?"

Marco miró a Jean y lo supo, no tenía que hacerlo dos veces o preguntárselo directamente, ya se había imaginado el estado de ansiedad por el que estaba pasando.

— Es una niña muy poco sociable — dijo Jean cuando Marco pidió a los allí presentes que les dejasen a solas para hablar durante un momento. Estaba histérico ¿cómo iban a tratar con una niña poco sociable? Una cosa sería que fuera fea o que tuviera problemas para aprender, pero si no era sociable parecía un infierno.

— Jean, no voy a presionarte para tomar esta decisión ahora — empezó a decir Marco —, pero tú tampoco eras demasiado sociable cuando nos conocimos, y Annie es una niña, todavía podemos ayudar a cambiar eso.

El chico dejó escapar un ruido con la boca, no creía él hubiera sido poco sociable, lo que pasaba era que siempre había sido demasiado sincero y no a todo el mundo le gustaba. No estaba para nada preparado, pero tampoco quería defraudar a Marco a aquellas alturas. Tenía que comportarse con endereza, aquella iba a ser la hija que compartieran.

—Vale, siempre podemos tener una hija que nos odie a muerte.

Después de aquella corta discusión, la respuesta fue que sí, que estaban dispuestos a arriesgarse a ello. También Marco pidió si podían verla en aquel momento o si le podían entregar el regalo, y después de que el psicólogo y Hange discutieran al respecto, Hange dijo que podían verla.

Jean temblaba como un flan y se imaginaba que la niña les detestaría a ambos. Lejos de poder adivinar lo que realmente ocurriría, les hicieron pasar por un pasillo y hasta una sala de juegos en la que les hicieron esperar durante algunos minutos.

— ¡Quiero volver a mi cuarto! — se oyó desde el interior de la sala justo antes de que abrieran la puerta y se viera a una niña pequeña muy rubia y cara de enfado.

— Annie, saluda a estos señores — dijo Hange presentándoles a la pequeña que no soltaba la mano de una chica morena que la acompañaba. Annie les miraba con cara maliciosa, como si supiera qué podían estar pensado.

— ¿Me habéis traído un regalo? — preguntó de forma directa en vez de saludar —. No vais a gustarme si no me traéis un regalo.

Jean empezó a reírse y Marco le entregó la bolsa con la muñeca que habían comprado.

—¿Una barbie? ¿En serio? — dijo con escepticismo Annie —. Estoy segura de que os moriaís de pequeños por recibir una y por eso me la habéis traído.

Jean se rió y se tapó la boca. Aquella frase cruel que él le había soltado a Marco cuando había propuesto ir a por una muñeca.

— Mira bonita, si no la quieres nos la devuelves, que la pondremos en la estantería de casa — dijo con chulería. Y es que le sabía salido natural, increíblemente natural, de lo que se arrepintió segundos después al pensar que el psicólogo se enteraría, y que tal vez estaba truncando aquella adopción por ser él mismo.

La niña se quedó helada mirándole, parecía que iba a contestar, pero se limitó a negar con la cabeza, sonrojarse y colocarse detrás de la chica que la acompañaba. Marco intentó hablar con ella, pero no hubi manera. Así que Jean volvió a casa sin abrir la boca, sintiendo que había destruido cualquier posibilidad de adopción.