El tiempo era la mayor tortura para Terry, no recibía noticias ni le podían decir nada en el módulo de información. Flammy quería acercarse pero no lo hizo por miedo a que la descubrieran en el piso que no era el suyo, así que se marchó al área que le correspondía. Archie volvió después de dormir unas cuantas horas y ya era el turno de Terry para descansar. El problema fue que Terry se rehusaba a irse.
-Terry, es en serio, debes de descansar y ducharte. ¿O quieres que Candy te vea así cuando despierte?- Le preguntó Albert al joven actor.
-No quiero, Albert. Prometí quedarme aquí para cuidar de Candy y es lo que voy a hacer- Dijo decidido.
-¿Cómo vas a cuidar de Candy si no te cuidas ni a ti mismo? Déjanoslo a Archie y a mí. Si quieres ve a darte un baño solamente y te regresas.- Insistió el rubio.
-Está bien. Iré a ducharme y vuelvo en un rato- Dijo Terry un poco más convencido. El joven se levantó con pereza de la silla y se fue cabizbajo.
-Terry es muy necio. No sé como Candy lo puede querer- Comentó Archie con molestia.
-Archie, ya hablamos de esto miles de veces. A Candy le hace feliz estar con él, así que la respetaremos- Dijo Albert serenamente.
Terry salió del hospital y se fue rápidamente a ducharse. En el camino se encontró a Eliza y a Neil, quienes se miraron cómplices al ver al joven.
-¡Terry! ¿Qué haces aquí? Susana murió, ¿cierto?- Dijo Eliza fingiendo sentirse triste.
-Sí, murió. No es de tu incumbencia- Respondió el chico secamente.
-Que pena. Supongo que quieres ver a Candy, ¿no?- Dijo Eliza con mirada curiosa.
-Sí, la vengo a ver a ella y...- Dijo Terry, pero Eliza lo interrumpió.
-Y... ¿Sabías que ya está casada?- Preguntó Neil de manera altanera.
-No sean mentirosos. Ustedes dos no buscan más que hacer daño- Dijo Tery.
-Está casada, Terry. No tienes posibilidades ya. Deberías buscar otra mujer- Dijo Eliza seductoramente mientras rizaba con sus dedos un mechón de su pelo.
-No gracias, Eliza. La única mujer que me interesa es Candy. Y porfavor, dejen de contar mentiras. No van a hacer que me separe de ella otra vez- Afirmó el castaño evadiendo a ambos chicos y dejándolos con la palabra en la boca.
Terry se fue al hotel y se duchó. Eliza y Neil se morían de coraje, puesto que no pensaban recibir tal respuesta.
-No puede ser. ¡Es un idiota!- Bufó Neil apretando los puños.
-¿Por qué no nos habrá creído?- Preguntó Eliza preocupada.
-No sé que habrá pasado, pero tenemos que investigar- Respondió Neil muy molesto, pues quería librarse de una vez por todas de Terry.
-Lo bueno es que ya sembramos duda y desilusión en Candy. Ella no querrá verlo pensando en Susana. Es lo único que nos queda. Él parece estar completamente convencido de que Candy sigue soltera- Dijo Eliza con un poco de esperanza.
-Quiero saber lo que pasó, así que no perdamos tiempo- Dijo Neil con prisa.
Los dos hermanos se fueron a la mansión para preguntarle todo a Albert, pero al llegar, una de las mucamas les había dicho que el Sr. Andley no se encontraba. Les dio la dirección del hospital y se fueron inmediatamente.
-¿Candy estará hospitalizada?- Preguntó Neil con un tono de preocupación.
-Tal vez. Yo creo que sí. ¿Quién más podría tener a todo el mundo del cabeza si no es Candy?- Comentó Eliza con coraje y sarcasmo.
-Espero que no le haya pasado nada malo.
-Ay hermanito. Deja de amar a esa huérfana. No es buen partido para ti, además, recuerda que tú también la odiabas hace tiempo- Señaló.
-Cállate. No sabes lo que me arrepiento por haberle hecho tanto daño- Gritó Neil.
-Es pura obsesión, hermanito. Verás que después te interesarás en una MEJOR mujer- Le dijo la pelirroja haciendo énfasis en la palabra mejor.
Neil no le respondió y siguieron caminando en silencio. Llegaron al hospital y fueron a preguntar a la primera enfermera que encontraron.
-La Srita. Andley sí se encuentra hospitalizada aquí. La trajeron hace dos días- Les dijo la enfermera.
-¿Qué pasó con ella? Somos familiares suyos- Preguntó Eliza, mientras sentía que explotaba al decir que era pariente de Candy, pero lo disimuló.
-Se cayó a una fosa de diez metros por caer de un caballo. Creó que sigue en Terapia Intensiva- Respondió la enfermera.
-Gracias, señorita. ¡Qué barbaridad!- Exclamó Eliza fingiendo preocupación.
-Por nada, hasta luego- Se despidió la enfermera.
Eliza soltó unas risillas de satisfacción al enterarse del accidente de su mayor rival mientras Neil la miraba molesto. El chico quiso pasar al hospital para preguntar más por Candy, pero Eliza lo detuvo y lo jaló casi a rastras para alejarse del hospital, mientras le explicaba que no podían entrar para no ser sospechosos.
Terry terminó de arreglarse y se fue corriendo rumbo al pequeño hospital. Llegó rápidamente y subió al piso de Candy. Se topó con Flammy mientras subía las escaleras. Por impulso, no dudó en preguntarle.
-Disculpe, ¿usted sabe algo sobre la paciente Andley?- Preguntó nervioso.
-Mmm. ¿La señorita Candy?- Preguntó Flammy fingiendo no saber.
-Sí, ella. ¿Tiene alguna noticia?- Preguntó desesperado.
-No, joven. La señorita Candy no responde aún. No ha progresado en estas horas. Ya tratamos de reanimarla, pero no despierta- Respondió Flammy mirando a Terry a los ojos.
-¿Puede recibir visitas?- Volvió a preguntar completamente desilusionado.
-Sí, joven. Acompáñeme porfavor- Dijo Flammy sorprendida por ver que el chico ya no se portaba tan grosero.
La enfermera llevó a Terry hasta el cuarto de Candy y lo dejó solo. El corazón de Terry latía rápidamente. Ya no soportaba más no poder ver a su amada. Se acercó con las manos temblándole y pudo observar el pálido rostro de Candy. Con ternura, le acarició el pelo mientras las lágrimas salían nuevamente de sus ojos. Tomó la mano de su chica y le dio un tierno beso en ella. Seguía acariciando a su amada cuando volvió a soltar el llanto. Se hincó sin dejar de sujetar la mano de Candy y se aferró a las sábanas mientras lloraba sin cesar. Tenía un miedo enorme de perderla, de quedarse solo en el mundo sin el amor de su vida, sin haber podido hablarle siquiera. Recordó cómo los hermosos ojos de Candy se posaron en él mientras ella cabalgaba, poco antes del accidente. En esas lagunas esmeralda pudo percibir sorpresa, amor y alegría, pero también confusión. Justo en ese momento, todo se vino abajo. Los niños empezaron a gritar, los ojos de Candy ya no reflejaban alegría, sino un miedo intenso. Volvió a su mente aquella escena, en la que el caballo se descontrolaba y relinchaba asustado. Candy lo trataba de calmar, pero todo fue en vano. El caballo se posó en dos patas y acto seguido, su amada caía a aquel profundo foso. No hallaba las palabras para describir todo lo que sintió al ver a Candy caer. En un momento, el mundo de ambos se derrumbó. Las voces, gritos y llantos de todos seguían resonando en los oídos de Terry. Miles de imágenes pasaron por su cabeza: el miedo reflejado en el rostro de Candy, los niños llorando, los bomberos y los médicos llegando al lugar, y finalmente, la imagen del cuerpo de Candy inconsciente después de que la sacaran con los arneses.
-Candy. Por favor, no me hagas esto. No me dejes. Te necesito tanto, mi amor. No sabes lo mucho que te amo. Jamás me perdonaré esto, tú no te mereces sufrir de esta manera. Daría lo que fuera por estar en tu lugar. Porfavor, cariño, recupérate pronto, te prometo que te haré feliz toda la vida. Necesitamos estar juntos y formar una familia, como siempre lo he soñado. Quiero tener un futuro a tu lado, que seas mi esposa y cumplir nuestros sueños juntos. Te cuidaré con todo mi amor, te vas a poner bien, ya lo verás, mi pequeña pecosa- Dijo Terry acariciando la mejilla de Candy, poniéndose de pie.
Sentía unas ganas inmensas de besarla, pero ese estorboso tubo lo seguía impidiendo. Con sus manos le quitó un rubio mechón de la cara y le dio un tierno beso en la frente. Admiró de nuevo el rostro de Candy, mientras muchas emociones lo invadían por dentro. Decidió dejar la habitación, porque no creyó poder soportar ver a su amada en ese estado que le partía el alma. Caminó tristemente hasta la puerta y giró la manija. La miró por última vez y dijo:
-Te amo, Candy. Mi hermosa Tarzán con pecas- Dijo en voz alta antes de salir de la habitación.
La habitación de la rubia volvió a quedar en silencio, en una inmensa soledad. Candy seguía inconsciente, pero algunos dedos de su mano se empezaron a mover lentamente, por haber escuchado a su amado. Luego, volvió a quedar completamente inmóvil.
Hola a todos!!! Esto último es un tanto intrigoso ¿no? Veremos más en el proximo cap.
Sin más por el momento, me despido.
Abrazos, MPEU .