El canto de los pájaros acompañaban aquel hermoso lugar mientras que el aroma de los narcisos y las rosas blancas tocaban suavemente su pequeña nariz, invadiéndola de aquellos recuerdos y deliciosas sensaciones que hacían vibrar su cuerpo.

El insaciable apetito de su esposo por ella era cada vez mayor y esto en vez de abrumarla, le llenaba de satisfacción al saberse tan deseada por él. Desde aquel momento en el que se convirtió en su esposa, hubo conocido el arte de amar en tantas formas diferente que le hacia imposible decir cuál de todas era su favorita. Se sonrojaba ante los pensamientos y recuerdos que le llegaban cada vez que la imagen de su esposo o su piel o sus labios llegaba a su mente.

Desde hacía días se sentía indispuesta y hoy era la primera vez que estaba bien fisicamente para salir de su recamara temprano. Aunque no podia ignorar aquellas sensaciones en su estomago. Respiraba y exhalaba para poder controlarlas tratando de con ello calmar lo que sentía, pero sabia que era una lucha a perder.

Era temprano aún, su esposo se hubo marchado sin decirle adios y aunque sabia que él volvería, el problema era que ya lo extrañaba.

Ella había decido colocarse aquel suave y ligero vestido azul veraniego, no tenia deseos de vestir corsé o cualquier otra cosa que le incomodara; tan haragana se encontraba que prefirió dejar su larga y rubia cabellera suelta y que la brisa jugase con ella.

"Pasaban más de las 10 de la mañana cuando por fin pude levantarme de la cama. Realmente me sentía agotada y sin deseos de hacer nada más que dormir. Aunque debería achacarle la culpa a mi esposo por la amplia gama de actividades nocturnas en la que me envuelve todas las noche; sin embargo, sé que ese no es motivo principal de estos malestares." - Sonrió al pensar en lo nuevo que le deparaba el futuro y sonrió ampliamente.

"La paz y alegría que poseo en estos momentos no podría comparar con ningún antiguó momento de mi vida, ni si quiera en aquellos en que vivía con mis madre en el hogar de Poni. Soy inmensamente feliz; con todas sus letras. No creo poder pedirle a la vida nada más que esto que hoy vivo.

Fueron tantas las lágrimas, los sin sabores y el miedo que tuve durante todos esos años en el cual vagué buscándole sentido a mi vida. Las frías y solitarias noches que pasé por causa de personas que me odiaban sin yo siquiera entender el por qué.

Ahora soy una mujer bendecida, mi esposo ha buscado borrar con cada beso, cada toque de su piel y con cada palabra el dolor que acontecía en mi alma. Aquella oscuridad de cual era participe mi vida la ha borrado.

Y sí que lo ha logrado, pues recordar el pasado ya no es algo que me cause dolor, ahora el pasado lo veo como si nunca hubiese ocurrido y como si esos años lejos de él nunca existieron." – Tomó aire tratando de calmar su cuerpo de aquello que sentía y que era inevitable debido a su estado. Ayer le habían confirmado aquello que sabia y que seria la alegría más grande que pudiese darle a su esposo. Aún no le contaba la noticas debido a que cuando llegó no hubo tiempo para más nada que para hacerla suya una y otra vez y otra vez.

"Puedo decir que nuestra historia regresó al momento en que coloqué mis pies fuera de la estación de tren en New York para verle actuar de romeo y que aquella separación nunca sucedió.

Él es mío, como debió de ser siempre, desde el colegio, desde New York, desde que mis ojos le vieron en aquel barco y se convirtió en mi mocoso engreído.

Terrence, cada poro de mi ser es tuyo, cada aliento te pertenece.

Pensar en tus besos... Mmmm ¡Si pudiese describir lo que me hacen sentir! Si pudiera expresar todas estas emociones que resguarda mi interior y la llama que tu despiertas en mí.

No existe un momento en el día en que tu rostro no esté en mi mente, dirían que estoy loca si supiesen las cosas que pienso cuando no estás y peor aún aquellas que llegan al momento de verte. Me he convertido en una libertina, pero se me hace imposible tenerte cerca y no tocarte, besarte y acariciarte. No sé si es por el estado, pero no puedo resistir estos deseos de ser suya nuevamente.

Lo amo, tanto que sería imposible vivir sin él... y ahora que mi vida florece por él, aun más lo amo. Como desearía..."

– Duquesa le envían este té para que se mejore – Fue la voz que sacó a la joven mujer de aquellos pensamientos – Espero que hoy este menos indispuestas – Le dijo con una sonrisa pícara en los labios

– Sabes Claribeth muy bien que no me gusta que mis amigas me llamen con ese título – le expresó Candy mientras tomaba en sus manos aquella infusión que se estaba convirtiendo en su favorita en los pasados días. Era lo único que le aliviaba aquel malestar matutino que al principio pretendió ignorar, pero que con los días se convertía en una realidad lo que sospechaba y ya confirmada.

– Es que debo seguir el protocoló, le agradezco inmensamente lo que hacen por mí y mi familia, pero no quiero que Juana o el duque se molesten por tutearla. - Le respondió con una sonrisa, desde que ayudó a Candy, el duque la trataba muy bien y le retribuyó comprándole una casa para su familia.

– Terrence jamás se molestaría por que seamos amigas, creo que todo lo contrario y Juana te quiere tanto que tampoco lo haría, en caso de que quisieran castigarnos creo no nos daría postre por una semana a ambas – Sonrío al pensar siquiera en el castigo que le daría la cocinera a ambas por romper las reglas que tanto los ingleses cuidaban.

– En todo caso me siento más a gusto llamándola de esa forma - Le volvió a refutar

– Esta bien, pero sabes que no me gusta – Le dijo mientras colocaba nuevamente aquello bebida en sus labios.

– Aquí están su correspondencia. También tinta y papel como me ha pedido - Le pasó y procedió a colocar el envase de tinta sobre la pequeña mesa.

– Muchas gracias, ven siéntate junto a mí, vamos a ver cómo están mis primos. No puedo creer que ya hace más de dos meses que se fueron y que ahora están de vuelta en casa, Chicago. Sabes hace tanto tiempo que no voy a mi ciudad, pero me alegra el saberlos allá y ahora cada uno con sus familias.

Annie y Archie en espera de su segundo hijo y Patty, mi bella amiga logró su milagro de amor, ahora casada con Stear. – Tomó la primera de las cartas. Era un sobre color azul cielo con una caligrafía elegante, trazos cortos, circulares y finos. Sin abrirla sabia de quien era y procedió a leerla – Es de Annie, te manda muchos saludos y me da nuevamente las gracias por haberla perdonado antes de partir hacia América. – La joven miró la carta que tenia en sus manos y por un momento fijo su mirada al vacío – Sabes Claribeth, mi esposo tenia razón. – Le dijo subiendo la vista a la joven doncella – El día de la partida de mis primos a América, hice lo que mi corazón me pedía a gritos hacer y fue perdonarla, recuerdo como con ese abrazo dejé caer tanto peso que llevaba en mis hombros y me sentí feliz, ahora, aunque sé que jamás volverá a hacer aquella hermana que tanto amé, sé que mi corazón está en paz y sin rencores ni odio.

– Es lo mejor, esos sentimientos solo nos dañan - Le respondió Claribeth

– Sí, además me cuenta que su embarazo esta bien y que Archie está sumamente feliz con este. Estoy Feliz pronto tendré otro sobrino.

– Alguien para jugar el futuro marques – Le susurró la joven doncella

– Mi bebé – Tocó su vientre y le acarició suavemente

– ¿Ya le dijo al duque? – Le indago mientras una risueña Candy le miraba

– No había estado segura hasta ayer, pero se me hizo imposible decirle. - Sonrió de medio lado recordando el por qué - Mis náuseas matutinas no desaparecen y mi sangrado está retrasado ahora por mas de dos semanas. Ayer cuando fuimos al doctor y me confirmó la noticia me sentí desfallecer de alegría.

– Estamos tan felices todos en el castillo... – Respondió la joven

– ¿Todos? - Le preguntó Candy pues pensaba que sólo ella y su doncella estaban enterada de las buenas nuevas.

– Es que estamos acostumbrados a verla levantarse temprano, desayunar con el duque y luego salir a caminar. En los pasados días nos había extrañado sus cambios y entonces comenzaron las náuseas y el dormir más de lo acostumbrado y entonces Juana comenzó a cocinarle diferente y se le zafó mientras comíamos que yo debía cuidarla más pues estaba de encargo. Además de que la señora Eleonor decidió cancelar todo en América para quedarse con usted y ella, Juana y Maria andan todo el tiempo hablando y ahora tejiendo. – Parloteó la joven sin parar.

– Jajajaaja. Creo que deseaban este bebé más que Terry y yo – Rio a carcajadas – Además que el motivo real por el que Eleonor decidió quedarse fue por la propuesta de matrimonio de Richard - Le dijo Candy mientras abría la próxima carta.

– En eso se equivoca – Le interrumpió – Ella estaba lista para regresar y organizar todo y luego volver en unos meses, pero cuando usted comenzó a tener malestares, ellos decidieron que necesitaría de la ayuda de todos para que el bebé naciera bien. – Habló ella con total autoridad al saber de boca de Eleonor el por qué se quedaba. – Por eso se quedó escuchados por estos oídos.

– Es que no entiendo cómo se dieron cuenta primero que yo – Dijo tocando su barbilla y mirando a lo lejos en busca de respuestas. – Al principio pensé que era algo que había comido, luego con tantas cosas como nueva duquesa se me olvidó hasta que ayer no aguanté más la espera y decidí confirmarlo con el médico. – Procedió a abrir la carta, era de Patty, aquella que consideraba su verdadera amiga y comenzó a leerla.

– ¿Todo bien con su familia? - Preguntó la joven doncella al ver la cara de Candy y cómo abrió los ojos

– Es que esta es una verdadera noticia – Le dijo mirándola y pasándole la carta para que leyera ella misma – Patty está embarazada por igual. Es como si las tres nos hubiésemos puesto de acuerdo.

– Es una agradable noticia. Su primo debe de estar feliz

– Stear es muy cariñoso, estoy segura que Patty tiene todo el amor que nunca pensó y los mimos de mi primo. Estoy tan feliz por ellos.

– ¿Les contará de su embarazo? El duque debe saberlo

– Si deseo contarle todo a Terry...

– ¿Contarme qué? – Se escuchó la fuerte voz de aquel que la hacia soñar de día y llenaba sus noches de pasión. Candy sonrió al verle y le dirigió su mano para que se sentara junto a ella. Claribeth se puso de pie de inmediato, pidió disculpas y se retiró.

– Al parecer tu amiga me tiene miedo – Le dijo mientras se sentaba junto a ella y besaba sus labios

– ¿Y quién no? Sabes que tienes un muy mal genio – Le respondió mientras se acurrucaba en su brazos

– Tu nunca me has tenido miedo ¿O sí? – Preguntó el joven duque mientras acariciaba con una mano el dorado cabello de la joven y con la otra le abrazaba. Adoraba la rebeldía y color del pelo de su esposa. Y verlo libre y el aire jugar con él, despertaba deseos de envolver sus dedos en ellos y sentir aquella textura que tanto le gustaba, especialmente cuando estaban esparcidos sobre su cama.

– La verdad es que desde que te conocí supe que era una mascara que usabas y que eres todo dulce, amoroso y galante. – Ahora ella acariciaba el brazo del joven haciendo pequeños círculos que estaban logrando despertar aquella parte de su cuerpo. – ¿Qué haces en casa tan temprano? Pensé tenias reunión en el Parlamento hoy.

– Efectivamente, pero pedí adelantarla para poder estar contigo. Ayer te vi muy pálida y no te has sentido bien. – Le dijo haciendo que ella le mirara a los ojos – Me preocupas

– No tienes por que – Le dijo sonriendo – Ayer fui al doctor

– ¿Y que te dijo? ¿Por que no me dijiste para acompañarte? - Le preguntó en un tono seco al saber que ella no le hizo parte de sus planes

– Tenias trabajo Terry y muchos pendientes – El la miró frunciendo el ceño y comenzaba a retirar el abrazo cuando ella lo apretó mas a su cuerpo. Lo conocía demasiado y sabia que él tomaría aquello diferente a lo que realmente era.

– Nada, óyeme bien Candy Granchester. Nada es más importante que tú – Sus palabras llenaron sus oídos y una gran sonrisa iluminó la cara de la joven.

– No te moleste amor, es que si me acompañabas no iba a ser sorpresa lo que tengo que decirte. – Le dijo colocando su cabeza en su peco y volviendo a tocarlo como tanto le gustaba

– Ahhh ¿Eso que hablabas con Claribeth cuando llegué? - Interrogó, su paciencia estaba llegando al limite y ella lo sabia. No le gustaba lo sacara de su vida o que guardara secretos – Sabes bien que no me gustan los secretos Candice – Se notaba su creciente enojo

– Bueno este secreto no se podrá ocultar por mucho tiempo. – Dijo ella volteando a mirarle y sentándose frente a frente – Sabes que no tengo secretos para ti – Le besó en la boca suavemente y volvió a sonreír

– ¿Candice? – Dijo casi gruñendo

– Pensaba decírtelo de forma más especial, pero tu – Tocó su nariz con su dedo indice – Pero no tienes paciencia y tienes que saberlo todo...

– ¿Qué? Me estas preocupando con tantos rodeos – Le dijo volviendo a gruñir

– Es que mi amado duque – Le dijo mientras tomaba su mano y la colocaba en su vientre, el la miraba tratando de entender y entonces una luz brilló en sus ojos y la sonrisa creció enormemente en su cara

– ¿Entonces? – Preguntó mirandola fijamente

– Sí, dentro de mi hay una vida que nos unirá por siempre.

– Mi amor – Le dijo Terry abrazándola y besándola sin parar – ¿Dime que es verdad? - Le preguntó mientras seguía besándola y abrazando

– Sí ayer lo confirmé con el doctor, te lo iba a decir anoche, pero llegaste y luego no me dejaste hablar con, bueno tu sabes lo que hicimos... – Se sonrojó la rubia al explicarle los detalles de la noche anterior

– Bueno lo que hicimos anoche – La besó – La noche anterior – Volvió a besarla – Y la anterior

– ¡Terry! – Le gritó sonrojada, pero entonces una idea cruzó por su cabeza, se incorporó y colocó su manos en el pecho del joven duque lo miró de forma seductora, acercó sus labios a su odio y le dijo – ¿Quizás deberías recordarme ahora aquello hemos estado haciendo por las noche?

– Ummm. Esta nueva etapa me gusta señora Granchester – Le dijo riendo de lado – Me gustas y ahora te puedo decir que soy el hombre más feliz sobre la tierra. Gracias pecosa por darle color a mi oscura vida.

– Gracias a ti por todo lo que haces y has hecho por mí. Te amo Terry – El la miró colocó su mano en su vientre y comenzó a besarla con toda la pasión que su cuerpo desbordaba.

– Te amo mi pecosa... Y pecosito

– ¿Pecosito? ¡Terry!... ¿De verdad? ¿Pecosito?

– Claro. Deseo que nuestro hijo tengas tus pecas – La tomó y sentó en su regazo. – Quiero que tenga tus ojos y tu pelo... Pero con mi personalidad y encantos

– ¿Tu personalidad y encantos? – Le preguntó ella sonriendo

– Claro. Si es hombre tendrá a todas las chicas detrás de él...

– Y si en niña los chicos se pelearan por ella. – Le dijo a sabiendas de lo posesivo que su esposo era

– Desde ya te digo que no permitiré que nadie se atreva si quiera a mirarla. – Gruñó el joven duque y ella rio.

– Jajaja te salió lo machista.

– Yo diría que protector – Le dijo besando su naricita – y protejo lo que amo y a ustedes los amo sobre todas las cosas.

– Y nosotros a ti mi vida...

– ¿Tu vida? – preguntó luego de un largo beso

– Si, por que sólo tú le das vida a mi vida, te amo.

– Y yo a ti, mi vida... Por que eso eres mi vida...

¡Fin!

Muchas gracias a todas por la espera y por la paciencia. Gracias por los reviews y likes que han dejado durante todo este tiempo.

Ahora me voy a dedicar a compartir El Duque de Hierro.

Gracias...

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