Los personajes le pertenecen a sus respectivos creadores.
Historia original de Myrielle
Capítulo 1: Prólogo
Serás la primera persona que busque… si es que aún no has encontrado a tu alma gemela
-Yi Jeong.
Ya estaba esperando su regreso incluso antes de que se fuera.
Por lo que parecía la enésima vez, Chu Ga Eul miró su reloj. Faltaban treinta minutos para las 2 PM. En treinta minutos el hombre que se había robado su corazón disfrazándose de un príncipe azul se iba se Corea. Dolía respirar cada vez que pensaba en eso. Una parte de su corazón estaba destrozada ante su inminente ausencia.
Y esa era la razón por la que no estaba en el aeropuerto para despedirse. Era una cosa ser fuerte frente a él y alentarlo a seguir sus sueños. Era otra completamente diferente hacerlo enfrente de otros cuatro pares de ojos que estarían mirando con atención cada de sus movimientos, de sus expresiones. Algunas cosas eran solo de Yi Jeong para ver. Y tenía miedo de que finalmente perdiera la compostura.
Limpiando las lágrimas que amenazaban con escapar, Ga Eul inhaló y miró el fuego que ardía en el horno. Ella estaba ahí de nuevo, ahí en el mismo lugar donde Yi Jeong le había dado su promesa. Era una extraña, insegura promesa basada en la condición de que ella esperara por él. Él esperaría si ella podía mostrarle que estaría ahí. Era tan propio de Yi Jeong. Aun asustado del amor y de ser abandonado, pero aun así lo suficientemente valiente para dar el salto si estaba seguro de que ella estaría ahí para atraparlo.
—¿Pero quién va a atraparme a mí? —susurró Ga Eul, apretando más su chal alrededor de sus hombros. ¿Cómo podía confiar en él si estaba tan lejos? ¿Era acaso una clase de prueba para ver si eran almas gemelas?
Le agradaba saber que ella lo había cambiado y de alguna forma sabía que iba a quedarse así siempre. De alguna manera, él siempre seria suyo. ¿Pero estarían juntos? El amor era algo extraño, y a veces, el tiempo lo era todo. Ji Hoo y Jan Di eran un clásico caso de oportunidades perdidas.
Si lo conozco, nunca lo dejaré ir. O me arrepentiría por el resto de mi vida.
¿Era un error dejarlo ir? ¿Acaso esto contaba como dejarlo ir? Ga Eul suspiró. Se estaba cuestionando a si misma de nuevo. Yi Jeong sunbae nunca había sido suyo para quedárselo en primer lugar.
Estaba asustada, no podía evitarlo. Asustada porque, le gustara o no, le había dado su corazón y no le era posible tomarlo de nuevo.
—o—
Yi Jeong se acomodó en la comodidad de su enorme asiento, feliz de que fuera el único pasajero a bordo. Jun Pyo había insistido en mandarlo a Suecio a través de su avión personal y a Yi Jeong no se le dio la oportunidad de decir que no.
Sus mejores amigos había estado ahí para despedirse y Geum Jan Di había aparecido también. Aunque al principio se sintió disgustado cuando Jun Pyo empezó a ir tras ella, sabía que ella era lo mejor que le haya pasado en la vida.
Y gracias a ella había conocido a Ga Eul. Por eso siempre estaría agradecido.
Dolía que no hubiera aparecido para decir adiós. No importaba que habían pasado los últimos cuatros días antes de su partida juntos y que habían acordado decir sus despedidas en privado. Aun no estaba saliendo. Era una situación que confundía a Woo Bin y estresaba a Jun Pyo aunque Ji Hoo entendía. Y también Jan Di. Todo lo que había ella fue advertirle dulcemente que cumpliera su parte de la promesa o iría a buscarlo a Suecia.
Si la llamas primero, serás su esclavo para siempre…
En quince minutos su avión despegaría. Y si seguía mirando a su teléfono en su mano, de esa manera, su mirada tal vez podría quemar un hoyo en el. —Llámame, solos llámame —murmuró. Maldita sea con esa chica y su orgullo, maldijo en privado. Aunque también debería de maldecir su propio orgullo.
Oh, al demonio, lo iba a hacer. Iba a romper su regla de oro. En donde concernía a Ga Eul yang ya había roto las suficientes así que mejor terminar con el trabajo.
—¿Ga Eul yang?
—¿Sunbae?
Sonaba sorprendida aunque feliz. Había estado llorando, podía escucharlo en su voz. Yi Jeong parpadeó y hubo un repentino bulto en su garganta.
—Yo… ¿en dónde estás?
—… En el horno.
Él no sabía que decir. Tal vez no había necesidad de decir algo. Era suficiente saber en dónde estaba, que estaba ahí en la línea con él. Después de un largo silencio Ga Eul finalmente habló
—Sunbae, ¿te lo dio Jan Di?
—Si —era un simple sobre azul que se le había sido instruido abrir solo cuando estuviera en Suecia. —¿No has perdido mi llave, o si?
Le había dado una llave de su estudio la noche pasado. Aunque Ga Eul trabajaba su alfarería en el otro estudio donde Eun Jae enseñaba, pensó que tal vez a ella le gustaría estar en un lugar que le recordara a él y a la posibilidad de "ellos". Era su manera de sostenerse a ella aunque Yi Jeong se negaba a admitirse eso a sí mismo, ni hablar de a otras personas.
—Pabo, por supuesto que no. —Estaba bromeando con ella, tratando de distráelos a ambos. Cinco minutos más. Pero había tanto que decir que ninguno de ellos se atrevía a decir. Silencio de nuevo.
Yi Jeong maldijo en voz baja cuando vio a la azafata acercándose, sus ojos fijados en su teléfono. Su tiempo se había acabado. —Ga Eul yang, tengo que irme. El avión está a punto de despegar.
—Sunbae… —Te voy a extrañar. Por favor regresa a mí. —Asegúrate de regresar como un gran alfarero. No desperdicies los siguientes cuatro años.
—Bueno, asegúrate de que tue seas una mejor alfarera para cuando regrese. Trabaja en esa muñeca.
—Tu- —empezó a responder acaloradamente cuando las siguientes palabras de Yi Jeong cortaron las suyas.
—No lo olvides. Si aún no has encontrado tu alma gemela para entonces… —y luego colgó.
—o—
Ga Eul miró el teléfono en su mano, muy consciente de que haya afuera, Yi Jeong la estaba dejando. Pero sus palabras… Su corazón estaba latiendo muy fuerte. Lo intentaría. Ella lo esperaría.
Yi Jeong exhaló, mirando fuera de su ventana mientras el avión se levantaba suavemente del suelo, consciente de que en algún lugar haya afuera, la estaba dejando atrás. Con gentileza, tocó el sobre en el asiento junto a el y supo que era una carta. En una época de emails y Skypes, solo su tontita y romántica pueblerina escribirá una carta.
No podía esperar a escribirle de vuelta.