DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.
AVISO: Este fic fue creado para el concurso Spring Ball de la página de Facebook Dramione Shipper.
CONTEXTO: Esto es una especie de WI: Nunca ha habido ningún Voldemort ni guerra mágica; Draco y Hermione están en séptimo año y son Premios Anuales, por lo que comparten torre. El fic se sitúa poco antes del Baile de Primavera.
NÚMERO DE PALABRAS: 988.
[EDITADO] He decidido escribir una continuación, así que he cambiado el título del fic y del capítulo :) Esto antes era un OS y se llamaba "Después", pero no podía dejar a Draco así ;)
EL BAILE DE NUESTROS CUERPOS
Parte I: Antes
Hacía ya un buen rato que Draco había dejado de escuchar el ruido de las duchas, así que supuso que Granger por fin había dejado libre el baño. No entendía por qué los Premios Anuales tenían que compartir baño ―de hecho, ni siquiera entendía por qué Dumbledore lo había nombrado Premio Anual―; era un verdadero fastidio. Toda una torre para ellos dos solos y a nadie se le había ocurrido construir dos baños separados. Inútiles.
Salió de su habitación; por si fuera poco, tenía que cruzar todo el pasillo para llegar hasta el baño, que estaba en el lado de Granger.
Soltó un gruñido de frustración; últimamente estaba de mal humor, y tener que asistir al estúpido Baile de Primavera no ayudaba. Maldita Granger, por su culpa no tendría tiempo ni de ducharse a gusto: si llegaba tan solo un segundo tarde, Pansy estaría gritándole hasta la graduación.
Cuando pasó por delante de la habitación de Granger, se detuvo al ver que la puerta estaba ligeramente entreabierta. Se detuvo por puro instinto y sonrió con malicia. Nunca desperdiciaba una oportunidad que después pudiera servirle para atormentarla.
Se acercó lentamente, con mucho cuidado de no hacer ruido, y asomó el rostro por el hueco para echar un vistazo. Granger estaba sentada enfrente de su tocador, terminando de arreglarse el pelo. Se había recogido ese nido de pájaros que tenía por cabellera en un moño alto, adornado con pequeñas perlas blancas.
La chica se levantó, y Draco dio un paso atrás, temeroso de que lo hubiera visto; como ella siguió con sus cosas, Draco dejó la ropa que llevaba en las manos en el suelo y se conjuró un hechizo de invisibilidad sobre él mismo. Volvió a acercarse a la puerta, esta vez sin miedo a ser descubierto, y volvió a mirar.
Granger había desaparecido de su campo de visión, pero volvió a aparecer; dejó algo encima de su cama y se miró de nuevo en el espejo. Llevaba un albornoz blanco y, cuando se llevó las manos al cordón que lo mantenía cerrado, Draco tragó saliva inconscientemente. ¿Iba a ver desnudarse a Granger? Por un segundo pensó en marcharse, pero era incapaz de moverse.
Por un segundo, el rubio supuso que Granger ya llevaría la ropa interior puesta, pero cuando el albornoz cayó a sus pies, comprobó que estaba completamente desnuda. Sus ojos se deslizaron lentamente, disfrutando de lo que estaba viendo, desde su cuello, pasando por la piel de su espalda, hasta su trasero. Granger tenía un buen trasero, firme, y unas piernas esbeltas y contorneadas. Entonces, sus ojos se movieron hasta la imagen que le devolvía el espejo: sus pechos. No los tenía grandes, pero tenían el tamaño perfecto para cubrirlos con una mano, para acariciar esos pezones con los pulgares y…
Draco movió la cabeza varias veces, intentando despejarse. Era inútil: para entonces, ya estaba completamente cachondo.
Granger cogió un bote de encima de la mesa y lo abrió; desde donde estaba, Draco podía jurar que olía a vainilla. La chica metió dos dedos en el interior del bote y sacó un poco de crema, que procedió a esparcir por sus brazos. Él observaba hipnotizado el movimiento de sus manos sobre su cuerpo.
Ella volvió a moverse, esta vez para dejar la crema encima de su cama y colocarse de frente a la puerta. Draco jadeó al verla así, completamente desnuda delante de él, pero se cubrió la boca con una mano rápidamente; lo último que quería era que Granger lo descubriera y se le acabara el show.
Las manos de Granger se deslizaron por su cuello y bajaron hasta sus pechos, masajeándoselos. La erección en los pantalones de Draco dolía de forma muy dolorosa. Observó cómo ella abría ligeramente los labios mientras se acariciaba los pezones y estuvo a un paso de abrir la puerta de golpe y reemplazar las manos de ella con sus labios.
La culminación de su tortura llegó cuando ella cogió más crema y procedió a acariciarse las piernas. Sus manos se deslizaban por sus muslos lentamente y se acercaban tanto a su sexo que Draco pensó que si no salía de allí en ese mismo momento, se correría solo con verla.
Tuvo que hacer gala de toda su fuerza de voluntad ―más bien poca― para coger sus cosas y encerrarse en el baño. Tiró la ropa encima de la banqueta de madera de cualquier modo y hechizó la puerta por dentro, por si a Granger se le ocurría querer entrar.
Si siquiera quitarse los pantalones, se sentó en el banco y se sacó el miembro. Necesitaba aliviar la presión que sentía en los testículos después de ver a Granger de aquella manera.
Su mano empezó a subir y bajar por su pene, acariciándoselo primero suavemente y después apretando ligeramente. Se imaginó que era la mano de ella quien estaba haciéndole una paja. O sus labios. La imagen de Granger haciéndole una mamada hizo que estuviera a punto de llegar al clímax.
Empezó a gemir y aceleró el ritmo de su mano, pensando en cuánto le gustaría estar tirándosela en aquellos momentos, hundirse en ella una y otra vez hasta explotar.
Cuando estaba a punto de correrse, una voz lo dejó paralizado.
―Te ha gustado lo que has visto, ¿eh?
Draco abrió los ojos de golpe para encontrar a Granger, con un vestido rojo largo y ceñido, apoyada en el marco de la puerta. Había estado tan concentrado pajeándose que ni la había escuchado quitar el hechizo y abrir la puerta.
Ella lo observó su pelo desordenado, su pecho, que subía y bajaba con rapidez; cuando sus ojos se posaron en la mano que aún tenía agarrada a su pene, sonrió ladinamente.
―Si necesitas ayuda con eso, ven a buscarme después ―dijo Granger antes de cerrar la puerta e irse.
Draco se recolocó los calzoncillos y dio un puñetazo en la pared de pura frustración.
Necesitaría una ducha bien fría si quería sobrevivir hasta que el Baile terminara.
Bueno, como no se especificaba que en el fic tuviera que salir el baile, sino algo relacionado con él, se me ha ocurrido esto. No seáis muy exigentes, lo he escrito hace un ratillo y he decidido publicarlo inmediatamente, de otro modo sé que ya no lo haré.
[EDITADO] Al final, esto será un Three-shot :)
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MrsDarfoy