CAPÍTULO SEIS
Lluvia de pétalos
.
.
.
Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría.
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla.
.
.
.
La miró por encima del hombro y la vio ahí en medio del atardecer, con el rostro cubierto en rastros de fango, la piel perlada por el sudor, el cabello lacio por la humedad que se lo hacía caer y las ojeras de una persona que apenas ha logrado dormir. Estaba demacrada y tenía certeza que él no lucía mejor. Había comenzado a perder la noción del tiempo en ese lugar, no tenía idea cuanto llevaba sumergido en el fango, el agua pestilente, los insectos que volaban succionando hasta la última gota de su sangre y el zumbido de los mosquitos.
―¿De verdad sabes dónde estamos? ―la voz de Sakura sonaba cansada.
―Sí.
No, no tenía idea. Estaba completamente desorientado, por más que intentase buscar signos que le indicaran dónde debía ir para salir de ese miserable lugar y volver a la civilización, le resultaba inútil localizar direcciones o rastros que seguir. Comenzaba a pensar que nunca lograría salir de ahí.
―¿Por qué teníamos que meternos en este pantano? ―preguntó Sakura deteniéndose, el agua hasta la cintura; ya no lograban mantenerse a flote sobre ésta. Su Chakra se había agotado cerca del mediodia―. Podríamos habernos desviado por la ruta principal hacia los puertos.
―Porque era la manera más rápida de cruzar la planicie. De lo contrario habríamos perdido dos días.
―¡Pero ya han pasado dos días! ―Y Shisui lo sabía. Temía con todo el corazón de que llegaran demasiado tarde al famoso torneo de dados que había comenzado el día anterior―. Hemos estado en este pantano pestilente y asqueroso dos días. Dos días con la ropa húmeda, sin poder realmente dormir…
―No huele tan mal. Es refrescante ―dijo intentando mantener el ánimo, pero ella estaba en lo cierto―. Diferente.
―La comida que nos dieron se acabará esta noche y…
―No tengo hambre, ¿y tú?
―Shisui…
―¡Relájate cerecita! ―le dijo con su mejor sonrisa―. Estoy seguro que saldremos del pantano antes de que anochezca.
La verdad, tenía serias dudas si saldrían de ese lugar alguna vez. Sabía que el sol se ponía hacia el desierto y que salía por donde debía estar el mar. Había usado su nulo sentido de la dirección con esa premisa, buscando poder llegar a los puertos. No obstante, después que los humedales terminaron y comenzó un terreno fangoso, húmedo e inundado más de un metro en ciertas partes, el sol sobre ellos había dejado de brillar y la densa neblina cubría todo a su alrededor. Fue precisamente en ese momento que comprendió que no tenía idea de cómo proseguir y su orgullo le impedía decírselo a Sakura.
―Shisui, estamos caminando en círculos ―dijo irritada.
―Claro que no.
―¡Estoy segura que ya pasamos por este árbol caído al menos tres veces! ―Shisui miró el árbol y se le hizo extrañamente familiar.
―Relájate un poco, ¿quieres? ―su sonrisa desapareció y se detuvo a observar donde carajos estaban ahora―. Quizás… uhm… ya pasamos por este árbol antes.
―Lo sabía. Estamos perdidos.
―Nadie encuentra su camino sin perderse varias veces antes.
―¿De qué camino hablas? ¡Todo es fango y agua desde ayer!
Shisui volvió a sacar la brújula que llevaba en el bolsillo para recordar las direcciones, pero la aguja no se movió. Recordaba que estaba rota el día en que la recibió y la aguja se había detenido en el espacio que apuntaba hacia el norte en la brújula, pero aun así lo reconfortaba cuando se sentía desorientado. Efectivamente había una posibilidad de que estuviesen caminando en círculos, pero si seguían caminando hacia alguna dirección recta tenían que encontrarse con el mar. O el desierto. O la muerte…
―¿De nuevo sacas esa cosa? ―Sakura realmente comenzaba a fastidiarlo.
―Tienes una boca muy bonita, ¿Por qué no la mantienes cerrada? ―notó que Sakura apretaba el puño y el peligro de que lo golpeara le hizo acelerar el corazón―. No estamos perdidos, ¿ves? Hacia allá está el este y debemos seguir en esa dirección.
―¿De qué hablas? ―Sakura le quitó la brújula de las manos con una ferocidad que lo hizo dar un par de pasos en falso y caer sentado al agua― ¿Eres estúpido o qué? ―le gritó― La aguja apunta al norte magnético, no al este, además no se mueve, ¡Está descompuesta! ―se tomó la cabeza bufando como si en cualquier momento fuese arrancarse la cabellera―. ¿Esta es la dirección que estábamos siguiendo? ¿Hacia el norte? ―apretó ambas manos y gruñó como si algo la hubiese golpeado―. ¿Cómo puedes ser el shinobi más brillante de la aldea? ¿Cómo?
―Ey, relájate. Fue un error honesto, a cualquiera le puede pasar…
―¡Hemos perdido días en este pantano porque no sabes hacia donde está el norte! Eso es lo primero que enseñan en la Academia shinobi.
―Yo no fui mucho tiempo a la Academia, estábamos en guerra cuando yo…
―¡Ya cállate! ―entonces Shisui lo vio y su pecho se apretó.
La brújula que Sakura tenía en la mano voló por los aires perdiéndose entre la neblina, cayendo al agua en un sonido seco. No vio donde tocó la superficie del agua, pero no necesitaba hacerlo. Sabía que podría haber estado días sumergido en ese pantano y nunca la volvería a ver.
―Si fueses hombre, te habría volado un par de dientes por lo que acabas de hacer ―le dijo con tanta oscuridad en su mirada que Sakura se encogió de hombros.
―¿De qué nos sirve esa porquería si está descompuesta? ―molesta se arregló la mochila sobre los hombros―. Yo guiaré. Sé leer mejor que nadie las…
―Cállate.
Shisui miró hacia la dirección en donde había caído su preciada reliquia familiar sabiendo que había perdido el único recuerdo que tenía con un pasado sin guerras en donde se despertaba al agradable aroma del arroz recién hecho de su madre, al sonido estruendoso de la risa de su padre y a las pisadas de hermanos mayores recorriendo su hogar. Aquello que lo conectaba con su familia se había hundido en aquel pantano. El rostro de su madre, de su padre y sus hermanos se volvió un recuerdo borroso y gris que desaparecía en su mente.
―¿De verdad vas a llorar por esa chatarra? ―se burló Sakura.
―Esa brújula, era lo último que me quedaba de mi padre.
―Lo siento… yo… podemos buscarla ―Sakura pasó saliva, comprendía lo que acababa de hacer por la mirada de Shisui.
―No. No podemos perder tiempo.
Sin más se despidió de su pasado dándole la espalda. Ya no importaba. Tenía todo un futuro en el cual pensar y sabía que sin Itachi ahí, no quería vivirlo. Su primo menor se había convertido en la persona que llenaba todo ese horrible hueco que la guerra había dejado y perderlo por algo tan insignificante como una enfermedad no era una opción para él.
Siguieron arrastrándose entre las aguas fétidas y estancadas sin hablar. Shisui ni si quiera sabía dónde ir, sólo avanzaba para no mirar atrás y recordar el profundo dolor que había sentido al perder esa pequeña conexión con su pasado. Sakura dejó de quejarse y lo siguió en un silencio que sólo se interrumpía por el croar de los sapos y el canto de los grillos. Shisui estaba consciente de que ella sabía que había hecho algo que seguramente él no le perdonaría fácilmente. Aunque quizás fuese mejor así, atarse al pasado nunca era demasiado saludable cuando se tenía un futuro hermoso en frente.
Por medio de la adinerada familia Kagetsu se habían enterado de varios detalles que los acercaban a la búsqueda de Tsunade Senju. Uno de los miembros de dicha familia había sido expulsado de la Aldea por su indecorosa actividad, pero sabían dónde se encontraba y les dieron las indicaciones para hacerse con su paradero. Aquello los llevaba al País del Agua y muy probablemente, ahí se estuviese organizando y llevando a cabo el famoso torneo en ese preciso momento. Shisui no tenía tiempo que perder buscando reliquias familiares cuando su única familia estaba en riesgo de quebrarse.
―Shisui, mira ―dijo de pronto Sakura apuntando con su dedo índice hacia un lugar que parecía ser la orilla de ese pantano, pues el terreno se elevaba entre los juntos y veía la corteza de un prominente árbol.
Avanzaron en esa dirección y se arrastraron entre el denso fango para salir. Sakura perdió una de sus botas y se tuvieron que ayudar mutuamente para poder volver a pisar en un suelo firme, pero de alguna forma salieron del lodo en una pieza.
Completamente agotados se recostaron entre los juncos y vieron que sobre ellos ya no había niebla, sino un cielo que comenzaba tomar los tonos violáceos del atardecer. Atrás quedaban los días viviendo como anfibios. Pero habían pagado un preciso alto; ambos estaban deshechos, sin chakra, hambrientos, sucios y exhaustos.
―Pensé que iba a morir en ese lugar ―confesó Sakura.
―Te hubiese dejado ahí si no fueses la única que sabe como luce Tsunade Senju en este momento―le dijo lentamente.
Permanecieron en silencio acostados sobre los juncos con todos los bichos y animalitos del pantano haciendo ruidos a su alrededor. El pecho de Shisui subía y bajaba; Sakura por su lado cerraba los ojos intentando recuperarse, respirar, obligar a sus piernas a moverse nuevamente.
―Shisui… lo siento ―dijo la joven quietamente.
―Sólo ayúdame a encontrarla ―no tenía energía si quiera para ponerse de pie, menos para dárselas de ofendido y discutir con ella. No era el momento para resentimientos―. ¿Puedes seguir caminando?
―Creo que sí. Aunque deberíamos descansar un poco antes y recuperar chakra.
―Podemos hacer eso también ―Shisui se sentó sobre el pasto y se sacó la camiseta que llevaba puesta. Los ojos de Sakura se posaron en algo que se retorcía en su espalda―. Hay que secar esta ropa antes de continuar.
―Estás cubierto de sanguijuelas―le dijo con tanta casualidad como si le hubiese pedido una cucharada de azúcar para el té.
―¿Ah? ―la cuestionó histérico, mirándose por encima del hombro y percatándose que toda su cadera estaba llena de unos gusanos negros― ¡Sácamelos!
―¿Eh? ¿No puedes hacerlo tú mismo? ―Sakura arqueó una ceja.
―¡Que asco! ¡Que asco! ―continuó Shisui tirando de ellos pero Sakura le sostuvo la muñeca.
―Si los tiras se defenderán y te comenzará a doler la herida. Sólo no los has percibido porque inyectan un…
―No es momento para tu sermón médico, sólo sácamelos ―Sakura sintió gracia de ver la repugnancia que las pequeñas e inofensivas sanguijuelas causaban en el gran Shisui Uchiha― ¡Sácamelos! ¡Sakura!
―Deja de actuar como un niño. Yo también debo estar llena. Estuvimos metidos en ese pantano por dos días.
―¡Pero que asco! ―Shisui se puso de pie intentando alcanzar con sus manos los lugares en donde veía esas manchas negras.
―No es para tanto. Los usamos todo el tiempo en el hospital. No contagian enfermedades, aunque si vomitan sobre la herida podría infectarse, por eso te dije que dejarás de…
―¡Cierra la boca y ayúdame!
―¡Si los sigues tirando te dolerá! ―Sakura lo imitó parándose y le sostuvo el brazo como lo hacía cuando un paciente se comportaba de forma difícil―. Basta. Te ayudaré. Pero deja de tirarlos así. Te mostraré como sacarlos.
La joven lo miró fastidiada pero resuelta a asistirlo en su dilema. A pesar de que no se llevaban muy bien, tampoco iba a permitir que Shisui estuviese toda la noche con sanguijuelas. La sangre que le iban a quitar no era mucha, y se caerían por su propio peso eventualmente dejando a Shisui en paz, no obstante, le preocupaba las heridas que podían dejar atrás. Cuando las sanguijuelas se adhieren a la piel inyectan analgésico para que no se sienta el dolor de la mordida y al mismo tiempo anticoagulantes para permitir que la sangre fluya sin que las diminutas llagas se cierren. Y ese era precisamente el problema, con la cantidad de sanguijuelas estarían con heridas sangrando por días y ella no contaba con medicamento coagulante para regularizar la cicatrización. Debía extraer las sanguijuelas y cerrar las heridas con ninjutsu lo antes posible y para eso necesitaba comer, descansar y moldear chakra.
Mientras Sakura debatía su problema médico mentalmente y se enfocaba en observar, Shisui pareció percibir lo cerca que estaban y la forma en que ella le sujetaba el brazo. No pudo sino pasar saliva ante el silencio que se generaba entre ambos, sintiendo que había en ella una especie de encanto peligroso cada vez que dejaba de hablar. Aún con el ceño fruncido, sus ojos jade lucían tan bonitos como dos esmeraldas en un plato de porcelana. Cuando dejaba de balbucear tonterías y mostraba preocupación, profesionalismo y madurez, podría haberle robado el aliento a cualquiera.
Sakura se extrañó del silencio y bajó la mirada incómoda. Sus ojos se posaron en el torso desnudo de Shisui a la luz del atardecer, su delineada contextura masculina, las gotas de agua que caían por su abdomen y cuando volvió a subir el rostro para observarlo, le fue imposible ignorar la forma en que él le miraba los labios.
―Las debo sacar con mis uñas… ―lo soltó rápido y dio un paso atrás―. No quiero arriesgarme a que se infecte la herida.
―S-sí ―Shisui se rascó la nuca y miró hacia el costado haciéndose el tonto―. Primero sacaremos los míos y luego me enseñas para ayudarte a sacar los tuyos.
―No es difícil, lo hacemos todo el tiempo ―le dijo incómoda y avergonzada mientras se sacaba la única bota que aún portaba para revelar más sanguijuelas.
―Que profesional de tu parte no temerle a estas cosas ―Shisui suspiró mientras ponía su mochila en el suelo―. Deberíamos hacer fuego para secar la ropa mientras nos desnudamos.
―¿Qué? ―Sakura pensó que había oído mal.
―¿Quién busca madera? ―Shisui parecía bastante indiferente al tema de desnudarse y de hecho ya llevaba sus manos a los pantalones para retirárselos.
―¿Qué dijiste? ―Sakura se puso pálida―. ¿Desnudarte?
―No, dije desnudarnos. Plural.
―¿Estuviste bebiendo agua de pantano y ahora alucinas?
―¿De qué forma pretendes encontrar los bichos que tenemos en el cuerpo si no nos sacamos la ropa? ―Sakura intentó alegar pero Shisui la cortó en seco― Eres médico. Ves a gente desnuda todo el tiempo. Y yo, bueno, digamos que no vas a ser la primera mujer desnuda que veo ―Shisui rodó los ojos mientras desabrochaba sus pantalones y Sakura le volvió a sostener las manos rápidamente para impedir que lo hiciera. Shisui la observó a los ojos con una pequeña sonrisa astuta―. Bueno, si prefieres desnudarme tú…
―Cierra la boca ―Sakura sonrojó irritada―. Te enseñaré como desprenderlos y luego puedes hacer un clon para que te ayude a sacar todas las sanguijuelas. No hay necesidad de vernos desnudos.
Shisui comenzó a reír y se echó un tanto para atrás. Sakura respiró profundo controlando el deseo de darle un puñetazo en el rostro. Odiaba la manera en que se reía de ella, en que todo parecía una gran broma.
―Sólo que tu pequeño plan tiene una falla ―dijo cuando dejó de reír―. Yo no tengo chakra para eso y tú tampoco. Si tuviésemos chakra habríamos caminado sobre el agua en primer lugar ―y Sakura no podía argumentar eso. Estaba exhausta. Era el motivo por el cual no lo había golpeado, no tenía chakra que desprender en un puñetazo y por ende se lastimaría más ella la mano que él el rostro.
―¡No me desnudaré frente a ti! ―cerró los ojos apretando los labios y sintiéndose agraviada una vez más― ¡Prefiero que las sanguijuelas se lleven hasta mi última gota de sangre!
Shisui la observó hacia abajo. Había visto tantas mujeres desnudas y todas mostraban el mismo estúpido sonrojo y recelo antes de sacarse la ropa. ¿Acaso no entendían que para un hombre la mayor obra de arte en el universo era ver a una mujer desnuda? No se trataba de erotismo, de sensualidad o perversión, sino, porque el cuerpo de una mujer era hermoso; No se trataba de desnudarse para luego abrirse de piernas y pasar un buen rato, ese mismo buen rato se podía lograr incluso con ropa encima. La desnudez iba más allá de eso; era entregarse completamente a un hombre, sin nada entre ellos, unirse por completo, sin algo que los protegiera de que el otro viese miedos, imperfecciones e inseguridades. Era confiar absolutamente en alguien más y esperar su protección y aprobación.
Y por eso era tan malditamente hermosa.
Pero Sakura era una historia completamente aparte. No estaban en una situación romántica. Eso era una misión y aunque entendía que la joven tuviese tanto recelo sobre estar desnudos uno cerca del otro, pues era algo que asociaba con el pudor, la vergüenza y la confianza ¡Eran Shinobis! Y no había un deseo de que ella fuese suya, lejos de ello, realmente le hubiese gustado tomarla del cuello y hundirla en el agua hasta que dejara de patalear por lo que había hecho con su brújula.
Suspiró cansado recordando que estaba frente a una chica de dieciséis años. ¿Qué más podía esperar? Tenía que ser delicado y abordar ese asunto de otra manera. La necesitaba, dios sabía cuánto.
―Qué tal si hacemos lo siguiente ―dijo comprensivamente, armándose de paciencia y mostrándole suavidad en su voz―. Mantendré los ojos cerrados cuando te desnudes y tú puedes sacarte todas las sanguijuelas que alcances por tu cuenta. Las que no alcances, las sacaré yo. Tú puedes guiar mis manos, mostrándome dónde están esas cosas que no alcanzas. ¿Te parece bien? No será tan vergonzoso para ti así. No abriré los ojos para verte.
―¿Y qué hay de ti? ―Sakura preguntó con un hilo de voz, mortificada―. Para sacarte las sanguijuelas, debo… uhm…
―Estamos en una misión, cerecita ―Shisui sonrió con amabilidad―. Haz tu trabajo y no te preocupes por mí. Además, no luzco tan mal sin ropa. Quizás hasta disfrutes lo que veas.
―O vomite.
―¿Puedes hacerlo?
―Sí.
Shisui asintió y comenzó a desvestirse. Sakura se volteó mientras él lo hacía, vulnerable y pequeña, nerviosa e incómoda. El Uchiha colgó su ropa en las ramas del árbol que habían visto antes, recogió madera a su alrededor (sorprendentemente había muchos árboles caídos por estar tan cerca del pantano) y utilizó lo último de su chakra para prender una fogata y así secar su ropa. Cuando terminó, estaba casi de noche y Sakura seguía dándole la espalda mirando hacia el pantano.
La brisa le movía con suavidad su cabellera rosa y corta sobre los hombros. Mantenía sus manos entrelazadas en su espalda, lo cual a Shisui le pareció adorable. Cuando dejaba de hablar lograba recordar lo frágil que era esa mujer de fuerza monstruosa y el deseo de rodearla con los brazos y pellizcarle las mejillas hacía cosquillear su estómago. Estaba nerviosa. Toda su postura corporal se lo indicaba. Y si eso era así, entonces Sakura no era esa jovencita tan dura y masculina que quería demostrar ser todo el tiempo. Aquello lo hizo sonreír divertido y si bien podría haber ganado mucho de esa situación, especialmente en el departamento de incomodarla, haría el esfuerzo por comportarse.
―¡Ey Sakura! Mi ropa se está secando, el fuego está listo y las sanguijuelas me siguen exprimiendo como una naranja el trasero, ¿Crees que puedas…? ―Shisui no sabía cómo pedírselo.
―¿Ya… ya estás? ―Sakura movió un pie en círculos―. ¿Nada te cubre?
―Ajá.
Sakura respiró profundo y se volteó manteniendo su mirada fija en el rostro de Shisui. El pelinegro giró la mirada hacia un costado sintiéndose más consciente de su desnudez de lo que le hubiese gustado admitir y terminó por cerrar los ojos. La joven dio los pasos que los separaban con determinación luego de suspirar, y se acercó a él para comenzar su labor.
Shisui pasó saliva intentando mantener su mente en blanco, cerrando los ojos, pensando en cosas desagradables mientras sentía esas manos pequeñas y cálidas recorrer su cuerpo, separando con las uñas esos bichos pegadas a su piel pálida.
Gai cocinando… Gai ejercitándose… Gai con un spandex aún más ajustado… Gai comiendo curry….
Pensó que era un imbécil por ponerse en ese tipo de situación si sabía perfectamente lo que su mente iba a pensar y su cuerpo pedir, pero era un shinobi y estaba perfectamente capacitado para controlar su cabeza tanto como su cuerpo. En muchas ocasiones había estado con mujeres durante las misiones de ANBU y habían tenido que deshacerse de ropa producto de que habían implantado en ésta algo que los podía delatar en un rastreo. No por eso había terminado revolcándose con ellas durante las misiones.
Pero sí después… ―pensó divertido.
Respiró profundo, no iba a reaccionar ni decir nada estúpido. Seguramente estuviese a punto de acabar y tan nerviosa e incómoda como era posible estarlo. No obstante algo traicionó su confianza de permanecer impasible, un mínimo y muy suave quejido se le escapó cuando las manos de Sakura se posicionaron sobre su cadera, muy cerca de esa zona masculina que en ese momento lo estaba fastidiando; pensó que iba a fracasar en eso de no pensar en nada.
Gai cocinando… Gai ejercitándose… Gai con un spandex aún más ajustado… Gai comiendo curry….
―¿Es que no te puedes controlar si quiera un poco? Eres repugnante ―sentenció Sakura profundamente sonrojada mirándolo hacia arriba desde su posición.
―¡No puedo evitarlo! ―se quejó―. Soy un hombre saludable y joven, ¿Qué esperas de mí?
―¿Podrías darte la vuelta? Ya terminé en frente ―Shisui accedió.
Sakura estaba abochornada y agradeció infinitamente que Shisui hubiese cerrado los ojos para dejarla trabajar. Si bien había visto cientos de hombres desnudos a lo largo de sus años ejerciendo la medicina en el hospital de Konoha, era la primera vez que uno de ellos era un Uchiha. Se preguntó inconscientemente si Sasuke luciría así desnudo también, después de todo, Shisui y él eran primos.
El cuerpo del pelinegro era tan normal como el de cualquier ninja en servicio activo de Konoha; se marcaba en las zonas en donde los shinobis más fuerza hacían (los brazos, los muslos, las pantorrillas y el abdomen), tenía lunares bastante curiosos y poca grasa. Curiosamente, casi no tenía vellos como la mayoría de los hombres, aunque eso no le llamó del todo la atención pues había notado que Sasuke ni si quiera crecía barba; debía ser algo en su familia. Sin embargo, lo que realmente le llamaba la atención era la carencia de cicatrices en él (aparte de dos cortes cerca del pectoral izquierdo). No lucía como el cuerpo de un shinobi, sino como el de cualquier campesino que nunca había recibido heridas y cortes. Su piel era lisa, casi perfecta, sin granos raros ni manchas rojas. Comprendió en ese momento por qué hombres tan talentosos y temibles como Kakashi sensei o Itachi respetaban de esa manera a Shisui… el joven frente a ella nunca había recibido heridas de consideración en combate y eso sólo podía significar que era tan talentoso, que sus enemigos ni si quiera lograban tocarlo antes de caer vencidos.
―Ya retiré todas las sanguijuelas ―le anunció cuando la última cayó al suelo―. Cuando tenga chakra lo utilizaré para cerrar las heridas. Sangraran un poco mientras tanto.
―Gracias ―Shisui se rascó la nuca y el movimiento de sus brazos hizo que se marcara aún más la tonificación de su espalda. Se odió por sentir admiración de sus anchos hombros y agradeció infinitamente que él no la viera sonrojar por ello.
―De nada ―respondió dándose rápidamente la vuelta y caminando hacia el fuego. Suspiró porque sabía era su turno y realmente no quería tener que estar en esa condición alrededor de alguien que le parecía tan inmoral, indecoroso y repugnante. Shisui abrió los ojos y la observó sobre el hombro con una especie de mueca incómoda y aquello sólo la irritó― ¿Te podrías voltear? Quiero terminar rápido con esto.
Shisui asintió y giró su cuerpo en otra dirección. Sakura desabrochó la falda roja que traía y comenzó a revisarse las piernas lentamente, con el cuidado que le pareció necesario emplear. Retiró las primeras sanguijuelas que quedaban expuestas mientras corría ropa aquí y allá, y terminó aceptando que debía desnudarse también cuando encontró una mucho más arriba de sus rodillas. Colgó con cuidado su ropa cerca del fuego y de reojo se cercioró de que Shisui de verdad no la estuviese espiando mientras se quitaba la camiseta.
―No te estoy mirando ―Sakura se encrespó de que supiera sus pensamientos―. Termina de una vez para poder comer algo. Muero de hambre.
Pensó en algún momento que no tendría que pedirle ayuda a Shisui, sin embargo, notó que había una sanguijuela en un sector de su espalda que definitivamente no lograría alcanzar. Irritada se paró cerca de él sin saber cómo pedirle su asistencia. Él había dicho que lo haría con los ojos cerrados, pero aún así, ¿Y si no honraba su palabra? Shisui era un puerco y de seguro la miraría. ¿El primer hombre en verla desnuda un idiota como ese? No podía ser peor.
―Shisui. Hay una que no logro sacar por mí misma. Está en mi espalda ―suspirando, Shisui se dio la vuelta con los ojos cerrados y ella hizo lo mismo. El joven estiró su mano con lentitud, temiendo que fuese a tocar algo que no debía. Irritada y sin creer que tuviese que pasar por todo eso, sintió los dedos del Uchiha sobre su piel y un escalofrío incómodo la recorrió―. Siete centímetros abajo y tres a la derecha ―Shisui movió los dedos con lentitud pero precisión, asemejándose ese movimiento a una caricia y eso sólo la irritó más―. Busca su extremo izquierdo con cuidado, en su final, inserta la uña de tu pulgar entre mi piel y la sanguijuela y sepárala rápido. Cuida que no se te pegue a ti.
Shisui siguió la instrucción y antes de que pasara mucho, logró hacerlo. No era tan estúpido como parecía. Agradeció en silencio que todo ese asunto ya se hubiera terminado y que pronto su ropa estaría seca.
―Está hecho ―dijo suavemente―. ¿Te lastimé?
―No ―Sakura se volteó sobre el hombro y notó que efectivamente mantenía los ojos cerrados―. Gracias ―abrazó su torso y caminó rápidamente atrás del árbol― Esperaré aquí hasta que se seque mi ropa. No te acerques.
―Está bien.
Sakura se sentó mirando entre las ramas de los árboles sobre ella las pocas estrellas que se dejaban entrever en la noche. Escuchó a Shisui silbando alguna melodía bastante alegre y lo observó desde su escondite. Supo que estaba haciendo eso precisamente para que ella supiese en donde se encontraba en todo momento y que no se hiciera una idea de que intentaría espiarla. Notó que buscaba dentro de su mochila algo que de pronto voló hacia ella y le dio en el rostro.
―¿Qué haces? ―le gritó sacándose esa cosa oscura del cuerpo y sólo entonces notó que era ropa. Al fijarse mejor, se encontró con una camiseta negra y de manga corta con el símbolo del clan Uchiha y el másculino olor de Shisui.
―La guardé en mi mochila cuando dijiste que no podía andar por todo el país del Fuego preguntando sobre torneos ilegales con el emblema en mi espalda ―Shisui la miró con gracia―. Vas a cumplir el sueño de toda tu vida, finalmente usarás el emblema de mi clan.
―¿Por qué no la usas tú? ―le preguntó confundida.
―¿Qué tipo de hombre sería si te dejo andar por ahí mostrandole el trasero a los sapos? Además, me gusta como se ven las chicas con mi ropa.
―Gracioso ―podría haber lanzado esa camiseta al río por dicho comentario, pero prefería no estar desnuda en medio del bosque―. Gra-gracias.
―Y bien, ahora que ya no estas desnuda, ven y hazme compañía. Me aburro cuando no hablo ―Sakura sonrojó ante la petición, pues Shisui seguía desnudo aunque había cubierto su masculinidad con la mochila―. Además se te enfriará el cuerpo. Aun lo tenías húmedo cuando te toqué.
―¿Desde cuándo muestras preocupación por mí? ―Sakura pasó la camiseta entre sus brazos y la estiró por su torso. Parecía un vestido corto en ella.
―Desde que me eres útil ―la joven subió una ceja, extrañada―. ¿Por qué me miras así? No creerás que estoy siendo amable sin motivos. Aun no olvido mi brújula, cerecita.
―Se puede hacer cosas por el resto sin pedir nada a cambio, ¿Sabes? ―Sakura rodó los ojos y se sentó al otro extremo de la fogata―. Se llama ser gentil.
―Si bien es cierto que hay gente así, como Itachi, Hinata-san y hasta el estúpido de Naruto, es preferible saber que si alguien te trata bien es porque desea algo de ti ―Shisui movió su mochila y sacó uno de los bento con comida que restaban―. Así no te sorprendes cuando esa persona cobra.
―¿Y tú? ¿Esperas algo del resto si eres amable?
―Yo siempre cobro, princesa ―estiró un bento hacia ella quien lo tomó con suspicacia―. De una forma u otra.
―No lo dudo ―Sakura destapó la comida y pensó que al menos así podría recuperar energía para moldear chakra―.Tu reputación es horrible.
―Eso no es justo ―Shisui se metió un onigiri a la boca―. La mitad de lo que dicen de mí es mentira.
―Pero la otra mitad es verdad ―Sakura frunció el ceño.
―Bueno, nadie es perfecto ―Shisui se encogió de hombros riendo despreocupadamente― Tampoco accediste a ayudarme por ser gentil, obtendrás algo a cambio ―Shisui se rió ante su rostro de desconcierto―. ¿Qué dice eso de ti, princesa?
―Que amo a Sasuke lo suficiente como para soportar estar cerca de ti más de cinco minutos sin matarte.
―Eso sí que debe ser amor ―se burló.
Sakura bajó los palillos con que comía y miró el fuego. Shisui era tan extraño. Un momento la animaba a comprender que podía sufrir por amor si lo quería y al día siguiente se burlaba de ello. Un momento era amable, gentil y hasta caballeroso, luego un completo idiota. Debía ser todo ese asunto de ser un niño y un adulto a la vez. Pero, ¿Acaso no comprendía que ella no era como él? Sus sentimientos era lo único certero en su vida y cada vez que Shisui se burlaba de ellos era como si se burlara de su esencia, de sus firmes ideales en no dar un paso atrás.
―Debe ser muy gracioso para ti, ¿no? ―Shisui levantó la mirada y la observó con seriedad al notar el grave todo de su voz―. Ver a la tonta Sakura Haruno persiguiendo a alguien que respondió "gracias" cuando le dijo que lo amaba ―Shisui sintió pánico, ¿Acaso la haría llorar nuevamente?―. Verla humillarse una y otra vez intentando acercarse a él, haciendo el ridículo frente a todos por una mirada, un gesto, una palabra amable. Debe ser toda una comedia para ti observarlo.
―No creo que sea gracioso ―la interrumpió y ambos permanecieron en silencio escuchando como las ramas se quemaban―. Divertido, quizás… pero no me reiría de tus sentimientos, por tontos que sean. Palabra de shinobi ―Sakura bufó molesta y se metió un poco de arroz a la boca.
Bien, eso no había sonado tan lindo en voz alta como lo había hecho en su mente. Pensó que una broma aligeraría el ambiente entre ambos pero no había resultado así. Quizás, Sakura era una de esas personas sin sentido del humor y tendría que acostumbrarse a eso durante los días restantes. Pero era deprimente ver a una chica llena de vida y juventud amargarse por una tontería. Si bien para ella su amor platónico y de adolescente podía ser un tema de seriedad y gravedad, para Shisui era sólo una fase. Una estúpida fase, debía agregar, por la cual todos pasaban a esa edad. No era del todo extraño que precisamente en el momento en que las hormonas causaban un alboroto monumental en el cuerpo, llenándolo de ansiedad, angustia e inseguridad, se buscara refugio en un sentimiento que ni si quiera se lograba comprender del todo. Pero el amor no era sólo sentirse atraído hacia alguien, y el amor no siempre estaba dirigido sólo a una persona.
―Si enfocaras toda esa energía que utilizas en auto-compadecerte en algo más productivo, serías una persona mucho más feliz ―finalizó, suspirando y comiendo. Se sentía bastante más recompuesto con comida en el estómago y sentía que pronto podría moldear al menos un poco de chakra―. Sasuke lo hace. Enfoca toda su energía en ser un gran policía.
―También me esfuerzo en ser una gran médico ninja ―se defendió ella―. No soy como tú que vienes de un clan famoso y puedes usar ese símbolo del abanico y todos te respetan inmediatamente. Mis padres son literalmente invisibles en la Aldea. Nunca me pudieron ayudar a entrenar ni me pasaron jutsus secretos o grandes técnicas. Todo lo que he logrado ha sido porque me he esforzado mucho para alcanzarlo, porque he invertido horas leyéndolo y practicándolo. No nací con un sharingan como tú.
―Te envidio ―Sakura levantó la mirada extrañada. Shisui no se explayó, no le iba a decir a Sakura cuanto hubiese querido nacer en un clan sin nombre, sin jutsus secretos o línea de sangre, sin esa maldición de odio que pesaba sobre los hombros de tantos dentro de su clan, sin la presión de vivir haciéndole justicia a la fama de los Uchiha―. Pero a pesar de todo, agradezco por mis ojos. Con ellos puedo mantener a salvo y felices a las lindas chicas de Konoha como tú.
―Me haría más feliz verte beber cloro ―Sakura cerró los ojos y bufó enojada. Shisui en cambio se echó a reír. Definitivamente esa chica no tenía sentido del humor.
―¿Por qué me odias tanto? ―le preguntó divertido―. No recuerdo haberte hecho nada tan malo para…
―Me irritan las personas que tratan los sentimientos del resto como si fuese un juego.
―Nunca he dicho que tus sentimientos sean un juego ―¿Sólo por burlarse de su pequeña obsesión con su primo menor iba a considerar eso?
―Sala del cielo ―los ojos de Sakura tomaron un peligroso brillo y lo inspeccionó como si realmente fuese a saltarle encima y ahorcarlo.
En ese momento lo entendió mejor. Aún no se olvidaba de esa tontería del beso. Si bien había estado un poco fuera de lugar besarla de la nada mientras ella lo perseguía, no recordaba que hubiese sido tan catastrófico como para guardarle rencor. Había sido perfectamente respetuoso con todo lo que sus manos tocaban y el beso ni si quiera había durado demasiado. Se podría decir que hasta había sido inocente.
―Oh. Ese incidente ―su camino del ninja era nunca arrepentirse de lo que hacía, pero se estaba acercando bastante a romper su lema con todo ese asunto―. Tampoco fue para tanto. Sé que he hecho una broma o dos al respecto pero…
―No quiero hablar de eso ―lo interrumpió y entonces Shisui lo notó.
Las mejillas de Sakura se habían sonrojado y parte de su flequillo le cubría el rostro. No era un sonrojo de vergüenza, porque su nariz adquiría el mismo tono rosa, sus manos apretaban con fuerza los palillos y la vio pasar saliva con dificultad, ¿Es que acaso iba a llorar?
Aquello lo hizo sentirse como una escoria. Esa chica no lo amaba, ni si quiera le agradaba un poco, y la había besado a modo de juego. Evidentemente, para ella había sido algo importante. Quizás tenía razón cuando le decía que no se tomaba en serio los sentimientos de los demás, ¿pero cómo hacerlo con alguien que pensaba en Sasuke como el gran amor de su vida cuando él ni si quiera parecía recordar su existencia? De cualquier forma, quizás estaba mal. Tal vez había hecho algo malo.
―Si sirve de algo, lo siento.
¿Por qué se estaba disculpando? Sakura era preciosa. El fuego que caracterizaba tanto a su nación era mucho más potente en ella que en cualquier otra mujer que conociese, su fuerza era indescriptible cuando se trataba de luchar por algo que deseaba, a veces su mirada era tan penetrante que podría haber hecho callar a cualquiera sólo con su presencia, ¿Es que acaso él no podía ver a una chica como esa y sentirse atraído? ¿Por qué iba a permitir que alguien así se le escapara si podía besarla? ¿Por qué tenía que permitir que esa fogosidad se apagara producto de alguien que ni si quiera sabía que existía? Sasuke era un mocoso, un niño estúpido y malcriado que apenas sabía limpiarse la nariz. Quizás ni si quiera si Sasuke la hubiera amado habría frenado ese impulso que nació aquel día por besarla ¿Qué había de malo en desearla para él aunque fuese un instante? ¿Es que acaso estaba tan mal desear un poco de esa pasión que ella desbordaba?
―¿Por qué lo hiciste? ―la voz quebrada de Sakura irrumpió en sus pensamientos―. ¿Sólo para burlarte después?
―No lo sé. A veces hago cosas sin pensarlas demasiado ―estaba molesto, quería decirle que lo había hecho simplemente porque así lo quiso. Aunque intentaba sonar relajado y casual, incluso gracioso, sentía que la molestia le subía por el estómago―. Aunque no entiendo por qué actúas como si todo lo que pasó fuese sólo algo que yo hice. Si bien, fui yo quien te besó, me besaste de vuelta ―la sonrisa en él se había disipado. Estaba comenzando a molestarse. Incluso a sentirse ofendido.
―Realmente no tienes una pisca de caballerosidad ―Sakura se puso de pie con rapidez.
―Lo tomaré como un cumplido ―dijo molesto.
―Eres un…
―¿Encanto? ―la interrumpió con amargura y una sonrisa forzada.
―Imbécil ―y por algún motivo, aquello le dolió―. Un niño egoísta e inmaduro en el cuerpo de un hombre.
―Ya basta ―Shisui no era de enojarse, pero había cruzado algo que le dolía en su orgullo. Incluso el sharingan se le había activado lo cual era simplemente perfecto con el poco chakra que apenas había logrado reunir al comer. Se puso de pie mientras tomaba sus prendas un tanto húmedas aún y se las ponía de la mejor forma que podía con rapidez―. Me largo. Puedes volver a Konoha si quieres. Ve y dile a Sasuke que lo amas si realmente crees que vale la pena arruinarte la vida por alguien como él. Todo este alboroto por un estúpido beso…
―¡Porque fue mi primer beso! ―Shisui quedo inmóvil y sintió el estómago vacío al escucharlo. Se volteó lentamente y ahí estaban las lágrimas en su rostro que le provocaban deseos de golpear algo. Su imagen le dolía―. Había soñado toda mi vida con ese momento. Lo había fantaseado en mi mente una y otra vez, anhelando que fuese perfecto, escuchar ese "También te amo" que tanto había esperado ―Sakura cubrió su rostro con las manos―. Y tú me quitaste eso.
―Si ese es todo el problema, podemos solucionarlo ―Y sabía exactamente cómo.
Caminó hacia ella con rapidez, no iba a darse el tiempo para pensar las cosas y retroceder. No era su modo de actuar. Cuando sentía un impulso, por ridículo y arriesgado que fuese, lo seguía. Le tomó las manos con firmeza moviéndolas hacia los costados para destaparle el rostro. Sakura era tan fuerte que a cualquier persona le hubiese aterrado interrumpir un arrebato así, pero no a Shisui. Ya le había dejado un ojo negro, ¿Qué más podía perder? ¿Un diente? No le molestaba la idea de eso.
Se encontró con sus hermosos ojos jade inundados en tristeza y pensó que no merecían lucir tristes jamás, mucho menos por algo que él había provocado. Sakura lucía confundida y ofusca por su aproximación, moviéndose hacia atrás levemente, pero él no se lo permitió. No iba a dejar que siguiera sufriendo por algo que en su mente tenía tan fácil arreglo.
―¿Qué haces?
Era evidente lo que hacía, la estaba mirando a los ojos, con esas dos orbes rojas cuyas aspas giraban haciéndola sentir mareada y confundida, como si el tiempo se detuviera y todo a su alrededor se distorsionara. Había sido una de las mejores en la Academia cuando se trataba de genjutsu, pero la historia era bastante diferente cuando frente a ella estaban los ojos más poderosos de Konoha. No podía disipar eso con el nulo chakra que tenía, no podía pelear de vuelta ahora que estaba bajo su poder en ese lugar.
Pero no había horrores a su alrededor como alguna vez le había mostrado Kakashi cuando era una niña. Tampoco estaba en la mente de Shisui, como ya le había ocurrido con Sasuke quien la llevó a una habitación en donde había puertas tras puertas hasta el infinito. Ese lugar era muy distinto, y la luz de una tarde de primavera tocaba su piel e iluminaba todo con suavidad en colores pasteles, como si el cielo hubiese sido pintado por gruesos pinceles que hacían mover las nubes en espirales. Movió el rostro hacia un costado y vio un enorme prado verde y esponjoso, que apenas se movía con la brisa que traía pétalos de cerezos. Sobre ella, a su lado, atrás, todo era un bosque de cerezos en flor y ellos estaban ahí entre una lluvia de pétalos. Las manos de Shisui eran cálidas y bajaron lentamente junto a las suyas para quedar entrelazadas.
Era hermoso. No pensó que alguien pudiese regalarle un lugar como ese en donde el aroma dulce le cosquilleaba en la nariz, la brisa acariciaba su piel y las aves cantaban en tonos celestiales y lejanos. Era tan pacífico que seguramente no cabía espacio para la tristeza, el miedo o la soledad. Podría haber estado ahí el resto de su vida y su corazón de verdad se sintió conmovido.
―¿Qué es esto? ―le preguntó sin reaccionar para posar nuevamente la vista frente a él.
Pero no encontró a Shisui, sino el rostro de esa persona que amaba. Y entonces su pecho comenzó a doler, ¿Qué era lo que Shisui acababa de hacer? ¿Por qué la había llevado a ese lugar junto a Sasuke?
―Cierra los ojos ―era la voz de Sasuke la que respondía, con su gravedad aterciopelada y fría.
Sakura frunció el ceño queriendo decirle que estaba loco, que la soltara, que se alejara un poco, que la llevara de vuelta al pestilente pantano en donde estaban. No obstante, tener a esa persona que tanto amaba cerca, mirándola así, posando toda su atención en ella, la dejaba sin la capacidad de actuar racionalmente.
¿Cuántas veces lo había deseado? ¿Cuántas veces lo había soñado? ¿Cuántas veces había llorado contra su almohada pidiendo ese momento? Sólo las estrellas sabían cuántas veces había pensado en Sasuke mirando la Luna, sollozando en silencio, orándole a los dioses por piedad para que dejara de doler eso que lastimaba su pecho. Amarlo todo ese tiempo había sido morir lentamente, dejar de disfrutar de lo que le gustaba, de sentir apetito, de sonreír por la lluvia en la nariz. Los colores se habían vuelto opacos, las personas irrelevantes, la Aldea un fastidio. Lo único que ocupaba su mente era su propia obstinada idea de esperar y ser fuerte, porque un día, cualquiera de ellos, Sasuke le hablaría y respondería sus sentimientos.
―Si es otra de tus tonterías te juro que yo…
―¿No sabes callarte nunca? Eres un encanto cuando estás callada ―era la voz de Sasuke, pero las palabras le pertenecían a Shisui y aquello la hacía querer retroceder. Escuchar algo amable salir de la boca de Sasuke se sentía extraño y fuera de lugar.
―¿Por qué estamos aquí? ―le preguntó finalmente. Sentía que temblaba y se quebraría en llanto― ¿Qué es este lugar?
―Dímelo tú a mí. Es lo que había en tu mente.
Se acercó a ella con lentitud, observándola fijamente desde la altura, sus narices casi chocaban. Podía sentir su respiración sobre los labios y cada vello de su cuerpo erizándose. No la iba a dejar salir de ese lugar, ni moverse, ni alejarlo. Y tampoco creía tener la fuerza para pedírselo. Sus labios temblaban, sentía que algo revoloteaba en su estómago y el corazón se le saldría del pecho, ¿Por qué le estaba haciendo eso? No podía rechazarlo, no podía decirle que era un imbécil.
Esos ojos negros y perfectos nunca habían sido sólo suyos y ahora la veían como si fuese la primera vez en su vida. Esas manos que nunca habían intentado lastimarla tantas veces durante los entrenamientos ahora subían por su costado para acariciarle el rostro y depositarse en su nuca.
Era demasiado, no podía seguir inmóvil, debía decir algo… cualquier cosa.
―¿Qué se supone que estás haciendo?
―Reparando mi error, Sakura.
La distancia entre sus labios se acortó y él la besó. Lento y gentil, suave y tierno. No hubo humedad entre sus bocas, sólo un sutil roce de sus labios mientras los acariciaba.
―No… ―susurró intentando mover su rostro, no le había quitado la libertad de moverse dentro de ese genjutsu.
Sakura sabía que eso estaba mal, que era su imaginación, que en el mundo real estaba parada con la mirada vacía en medio de un pantano. Lo odió por haber estimulado su sistema nervioso para que todo aquello se sintiera completamente real, para poder saborear los labios de Sasuke y comprobar que justo como en su imaginación tenían sabor a uva.
A él no pareció importarle que buscara volver a la realidad, porque la tomó por sus caderas y la presionó contra su pecho con más agresividad. Esos ojos la deseaban de vuelta, a ella, a Sakura Haruno. Y entonces, se quebró por completo, olvidándose de todo y permitiéndose ese momento de debilidad en donde lo que tantas veces le había pedido a las estrellas fugaces al pasar se cumplía. Si era un sueño o un genjutsu, ¿qué importaba? Era lo que había estado esperando toda su vida. Lo abrazó con fuerza y lo besó como siempre había querido besar a Sasuke.
―Sasuke-kun…
―… algún día escucharás eso que tanto esperas.
Cuando sus labios se separaron volvió a sentir frío, el croar de las ranas, el olor al humo de la fogata, y se encontró con Shisui frente a ella.
Sintió pánico. ¿Qué acababa de pasar? ¿Había besado a Shisui o tan sólo había experimentado su genjutsu? ¿Qué rayos le había hecho? ¿Cómo era posible que tuviese tal poder? Nunca le tuvo tanto miedo como en ese instante al darse cuenta que era capaz de lograr ese tipo de cosas. Jugar con la mente y los anhelos de las personas era un peligroso don. Podía hacer enloquecer a cualquiera.
No obstante, Shisui parecía no estar pensando en nada ni sentir preocupación por su expresión de espanto. Sus ojos habían vuelto a ser negro y se veían opacos, estaba pálido y los párpados le temblaban. Notó como el pecho le subía y le bajaba con prisa y una lágrima de sangre le recorría la mejilla.
―¿Estás bien?
―¿Estamos a mano ahora? ―le preguntó con media sonrisa y el típico tono de voz burlesco que usaba.
―S-sí ―admitió avergonzada y entonces Shisui Uchiha colapsó entre sus brazos.
NOTA
Creo que el el primer texto con contexto romántico que escribo en mucho tiempo… y eso es todo lo que diré al respecto. Gracias por leerme y compartir esas cosas que están en mí que ya no puedo decir con palabras.