Disclaimer: KHK no me pertenece es obra de Akira Amano, fanfic sin fines de lucro sólo entretenimiento. Todas las canciones pertenecen a sus respectivos dueños.
Nota: Me pidieron a la usanza de siempre algo más madurito y oscuro, tengo que aceptar que tenía mis dudas, pero al final me convencí… yo les recomiendo leer los cuentos originales y no la versión acaramelada de las películas animadas ya que así tendrán un mejor panorama. Por cierto esto no es para menores de edad.
Había una vez un lobo…
(La canción está dividida en partes una del lobo otra de caperucita. Las del lobo serán sólo en cursivas, las de caperucita vienen en negritas, subrayado, ambos.)
Cuando Gokudera era niño, lleno de lujos no faltaba la mucama que le contará algún cuento, uno de los que más recordaba era el de "Caperucita roja y el lobo feroz" La historia iba de una estúpida niña que se metía en el bosque para ir a visitar a su abuela (¿Qué madre dejaba a su hija sola en el bosque?) en el trayecto se encontraba con el lobo, el cual le hablaba de un hermoso prado de flores para así distraerla y llegar antes con la abuela (¿No le enseñaron a esa niña que no debía hablar con extraños? además ¿Por qué un animal hablaría?) entonces cuando llegaba el malvado ya había devorado a la abuela, se había disfrazado de ella tomando sus ropas. Después de una serie de preguntas idiotas se daba cuenta (¿En serio?) de que no era su familia, llegaba entonces alarmado por los gritos un leñador que mataba al villano y salvaba tanto a la tonta e ingenua niña como a su confiada abuela.
Final feliz… en ese momento lo llegó a creer, por lo menos que los buenos ganaban sobre los malos, pero entre más crecía más sentía empatía por el lobo, es decir tenía hambre y la niña debió ser muy apetitosa. Más adelante pudo leer la historia original, claro que se fascinó porque le mostró la realidad: quien obró mal fue ella (además no era una niña), le dieron advertencias que no siguió y terminó siendo devorada… en todo sentido de la palabra… la castigó el lobo (merecido lo tenía) pero no pagó por haberlo hecho.
Ya había cumplido sus 18 años, no era más un niño aunque su mente había traído de regreso ese recuerdo en específico por una razón: él también estaba acechando a una torpe, confiada muchacha: Haru Miura cuyo corazón había sido roto unos dos años atrás por el décimo Vongola Tsunayoshi Sawada cuando consciente de sus sentimientos decidió salir con Kyoko Sasagawa. Y sí que era distraída, no tenía idea que ahora poseía una diana imaginaria a la que apuntaba con esos ojos verdes suyos, entendía cuando Shamal le dijo que lanzar dinamitas a aviones de papel era como ligar chicas, aunque él no era un desvergonzado mujeriego por lo tanto sólo quería a una, sin embargo, no importaba de qué forma sus explosivos no parecían pegar en el blanco. Intentó de todo, desde soportarla cuando dramáticamente iba a llorar su mala suerte hasta pelear con ella por cualquier estúpido motivo para que notara su presencia. Ni él esperó realmente que al ser rechazada comenzara a buscar la manera para timarla, parecido al lobo engañando a caperucita. Bueno tampoco era un príncipe…
-¡Italia es fantástico!-Alababa la susodicha, estaban pasando sus vacaciones en la casa de Verano Vongola como un regalo del noveno.
-¿Verdad que sí, Haru-chan?-Preguntó Kyoko Sasagawa, ahora la novia de su jefe.
-Pero es una lástima que no nos diera tiempo de ir al planetario…-Se quejó entonces Miura, él fingió no prestar atención, miró a su jefe, el cabeza de césped y el maniático del béisbol conversando animadamente.
-¿Hay un planetario? Genial ¿deberíamos ir no, Tsuna?-Sugirió Yamamoto, una idea se gestó entonces en la cabeza del italiano, después de planetario le daría espacio a su jefe… situaciones desesperadas merecen medidas drásticas.
-¡Esa es una buena idea al extremo!-Animó el Vongola del sol.
-¿Un planetario? Debe ser igual al que hay en Namimori-Bufó Hana Kurosawa.
-B-bueno, creo que es una gran idea-Aceptó el Vongola del cielo, sonrojado al ver a su chica sonreír muy feliz.
-¡A Lambo-san le gustan las estrellas que brillan mucho!-La estúpida vaca parecía igual de emocionado por ir.
-Tsk… Un planetario no es un parque de diversiones, estúpida vaca-Regañó finalmente Hayato al niño… por el rabillo del ojo miró a Haru que le pedía dejara en paz al guardián del rayo… pobre y tonta caperucita, ya le haría pagar.
Claro que lo planearon para el día siguiente, casi se duerme dentro del enorme edificio, no era su primera vez ahí aunque decidió no hablar al respecto, su jefe lucía tan feliz con la idea que hasta él se sintió satisfecho, la única idea buena que había tenido el de la lluvia, Miura se había deprimido por la noche porque iría sola entre el montón, aprovechó esa oportunidad haciendo la recomendación "inocente" de ir a llorar a otro lugar… por ejemplo el invernadero de la mansión dentro del bosque/jardín que adornaba la casa.
Para cuando salieron aún tenían tiempo así que recorrieron el centro comercial. Que coincidencia, Sasagawa vestía de blanco como una princesa, mientras que Haru llevaba un vestido rojo. La vida podía ser irónica ¿no? Gokudera le dio otra calada a su cigarrillo, pobre idiota… de verdad pobre idiota. El resto de la tarde lo pasarían en la mansión disfrutando de su tiempo libre, ¿El lobo hubiera planeado con tanta perfección todo lo sucedido de poder tener la oportunidad o era sólo él quien poseía dicha mente tan perversamente privilegiada? Se cuestionó cuando tanto el décimo como su novia desaparecieron en la casa, Yamamoto dijo que debía jugar con los niños (era increíble cómo con ese cerebro hueco suyo entendía a la perfección el ambiente) Chrome acompañaría al de la lluvia. El cabeza de césped optó por entrenar en el gimnasio de la enorme casa, Kurosawa al odiar a los niños (con toda la razón) dijo que leería algo aprovechando la biblioteca, notó como la mirada de Haru se vació y su sonrisa rígida acompañó toda su expresión. No sabía dónde ir ni con quien. Era obvio que Chrome y el maniático del béisbol tenían algo. No se quedaría a ser el mal tercio, esa no era su naturaleza. Luego miró al platinado, pareció que recordó algo… todo salía de acuerdo al plan.
-Haru dará un paseo-Dijo animada –Alguien me dijo que había un invernadero-Señaló el camino, ese alguien había sido él... pero claro nadie sabía que por la noche cuando ella no podía dormir se había acercado para decirle que si quería poner esa patética sonrisa fingida fuera a ése lugar dónde no arruinara nada para después marcharse sin mediar más palabras con la japonesa.
Ahí está la chica de carmín
Desde muy lejos seguí su aroma y sus huellas
Se ve apetitosa de verdad
Su piel perfecta y sus labios necesito probar.
Cuando Haru se internó por el sendero él dijo que todo aquello lo aburriría así que tomaría una siesta, entró de nueva cuenta a la casa, menos mal que inspeccionó todo como mano derecha que era para salvaguardar la vida de su jefe. Conocía bien hasta las rutas de escape, el largo pasillo hasta el jardín posterior sería su camino. Salió sin mucho rito, vagando entre los árboles, tendría que observar de cerca a su caperucita.
Sé que yo la puedo cautivar
Después de todo
En mi bosque se ha venido a internar
No podrá escapar de mí
Sigue el camino ignorante de lo que te espera
Haru caminaba por el sendero, insegura, era la primera vez que estaba en ese lugar, pero no podía quedarse ahí interrumpiendo a Chrome-chan, ni buscar a Kyoko, seguramente Hana terminaría yendo hasta dónde el hermano de su amiga, ni hablar de quedarse sola en su habitación, no le gustaba… solía sentirse más fuera de lugar, casi igual a una niña a quien castigaron injustamente, paró… ¿Dónde estaba ahora? Viró, del sendero no había rastro, asustada respingó, quizás debería regresar siguiendo sus huellas… si tan sólo hubiera dejado algunas porque la tierra que pisó estaba llena de pasto.
-¡Hahi!-Soltó cuando escuchó algo detrás de ella, viendo que estaba sola, tragó en seco… giró cuando un pájaro salió desde un árbol, agachándose aterrada ¿De verdad era una casa con todo y bosque integrado? Un golpe seco sobre la coronilla terminó de tumbar su cuerpo cayendo sobre su trasero, cuando levantó la cara por el sol no pudo distinguir a la persona, sólo abrió sus orbes de par en par.
Tengo la impresión de que algo va a pasar
Un presentimiento en mi corazón.
¿Quién es esa visión?
¿Te conozco?
-Tsk-Chistó entonces la figura, Haru por fin aspiró un poco de aire… olía a tabaco, aliviada se puso de pie.
-Gokudera-san-Gimió tocando su pecho para calmar el latido de su corazón. -¡Asustaste a Haru!-Reclamó seguidamente, él bufó.
-¡Eres tan idiota que sabía que terminarías pérdida! No causes más problemas mujer estúpida-Argumentó el platinado, mirándola directamente, el corazón de la castaña lejos de calmarse volvió a acelerar su ritmo. Desde tiempo atrás había notado que todos los guardianes y el jefe de la familia Vongola eran bastante atractivos, Yamamoto tenía esa personalidad preciosa que calmaba todo, Ryohei un ímpetu increíble, Hibari una enorme sed de sangre, Mukuro el aura misteriosa que lo hacía muy enigmático, Tsuna la amabilidad, fortaleza y valentía de 100 hombres… y Gokudera Hayato era una cajita de sorpresas, podía ser tan misterioso como Mukuro, agresivo como Hibari, valiente y fuerte como Tsuna, con una inteligencia que lo hacía astuto además de que le permitía muchas veces actuar con el sigilo necesario, personalidad y carácter verdaderamente abrumadores (Incluso más que el mayor Vongola del sol) y en momentos llegaba a ser amable (a su torcida manera) Obviando además el exquisito color de sus ojos, las facciones galantes y el acento propio de su lengua madre.
Realmente apuesto, no podía negar que en ocasiones sentía verdadera alegría de caminar a su lado cuando salían con Tsuna y Kyoko o simplemente en grupo… pero… había algo en él que siempre le hacía percibir un poco de peligro ¿sería su imaginación?
El ojiverde sacó un cigarrillo y lo prendió, se consumía igual que él, debía soportar todo lo que pudiera para no terminar arruinando todo ¿declararse? Eso lo dejaba al imbécil Yamamoto, ¿Esperar pacientemente? No era tan galante como el décimo… ¿mostrar afecto desmesurado? No era tan estúpido como el idiota boxeador. Haría las cosas como el mundo le enseñó que se hacían… con fuerza y astucia. Y así como lo miraba se lo ponía fácil, tal vez ella era muy tonta, pero él no... él le gustaba a la mujer aunque intentara disimularlo, ya había jugado mucho tiempo a desentenderse llevándolo al límite.
No sabía cómo se sentía el amor de una manera normal y pura esas cosas no eran su fuerte, no obstante lo entendía como una codicia interminable… y le gustaba que Haru tuviera los ojos bien puestos en él, ¿Qué? Los lobos no son tiernos.
Es la primera vez que me cautivan
Y ahora te deseo para mí.
Somos criaturas con distintas vidas
No pienses en las consecuencias
Sólo concéntrate en mí.
El ojiverde miró rápida pero a conciencia a la castaña… dulce, torpe, distraída, ingenua, confiada Haru Miura… sus curvas estaban comenzando a madurar, desarrollándose lo suficiente como para notar que el vestido de tirantes bien hubiera sido uno sin ellos y se sostendría perfectamente… además era corto, podía ver la parte superior de las piernas, las rodillas y el resto de piel perfectamente torneados, no podía olvidar el gusto de la chica por la gimnasia, esa cintura estrecha, las caderas bien marcadas… pobre lobo hambriento también… si hubiera visto eso no lo dudaría ni un segundo.
-Maldita sea… no me queda más remedio que llevarte… pero vas a tener que pagar por eso mujer estúpida-Señaló, ella soltó un suspiró resignado.
-¿Y si mejor regresamos, Gokudera-san?-Sugirió la chica sonriente. Él sintió un escalofrío, pero se calmó de inmediato, rodó los ojos con fastidio.
-No seas idiota… ya estamos cerca, además tampoco quiero ser un lastre como tú-Le dijo, ella bajó la mirada, cuando él comenzó a caminar no pudo evitar agregar algo a su descripción…perfectamente grosero.
Mientras más caminaba menos sabía dónde se encontraba, sin embargo él parecía muy seguro de todo, cierta opresión en su pecho no dejaba de insistir que tal vez sería mejor idea regresar, se estaban alejando mucho, mirando hacia atrás no podía ver la mansión con claridad más bien era una mancha gris. Tenía la sensación de que algo se estaba escondiendo, no sabía si entre los árboles o detrás de ella, un instinto animal la alertaba de que pronto algo saldría y se la comería. Negó, debía calmarse, si bien estar a solas con él que tanto la atraía (muy a su pesar) era un poco incómodo, también era cierto que no debía temer a nada, lo que sentía era un simple delirio de persecución, si algo pasaba estaba segura de ser protegida por él a regañadientes pero lo haría.
¿Dónde estoy? ¿En dónde me metí?
Nunca debí desviarme del camino en el bosque
Ahora de seguro me perdí
Y en los arbustos escucho que alguien se esconde.
La sensación de satisfacción estaba empezando a llenar el pecho del guardián, notó que ella estaba ya en posición junto a su persona, mirando a todas partes buscando algo asustada.
-¿Eres estúpida? Estas son las tierras de la familia Vongola, no hay nada ni nadie por aquí-Le dijo y ella brincó un poco.
-¿Estás seguro de a dónde vamos Gokudera-san?-Cuestionó ella un poco de malas, él frenó, regresando solo su cabeza para verla, la sangre de Haru se congeló en su cuerpo, el aire fue robado por esa mirada verde, era un jugo espeso tóxico de hierbas que empezaba a entrar en ella quemando sus entrañas.
-¿Crees que soy tan estúpido como tú?-Respondió el peliplata, la japonesa pestañeó boqueando un poco al ver esa cara… la primera vez que los ojos y la sonrisa torcida del guardián no estaban en concordancia, su boca se torcía burlona pero esas orbes eran tan profundas, misteriosas ¿Qué salvaje pasión estaba metida ahí? Esa sensación… no había algo escondido en el bosque, si no en el chico delante de ella… Alguna vez le dijo que era culpa suya que su espíritu de lucha saliera a flote, era verdad, con él muchas de sus facetas terminaban por brotar y florecer, a veces se sorprendía de eso… sonrió un poco, disimuló seguidamente.
-Haru no es estúpida-Contestó… había cosas dentro él que quería descubrir, le costara lo que le costara… tal vez estar a solas en un lugar apartado se lo permitiría. Aunque le parecía otra persona, una que daba un poco de miedo.
Ahora lo veo frente a mí
Tan atractivo y con un magnetismo salvaje
¿Eres tú quien me observaba así?
No sé quién eres pero ahora anhelo que me atrapes
La japonesa sonrió genuinamente cuando vio el enorme domo que indicaba el invernadero, Gokudera no era malo ni mentiroso, sólo un poco extraño. Corrió adelantándose a él y entró por la puerta de cristal abierta, el aroma dulce de las flores así como el aire fresco fue algo que disfrutó mucho, miró a atrás encontrando al chico poco interesado cerrando la puerta.
-¡Son hermosas!-Comentó viendo rosas rojas en la tierra, luego corrió hasta otras, tenían un nombre extraño pero elegante. Se inclinó más para verlas, estaba disfrutando tanto que apenas notó al guardián de la tormenta buscando alrededor, siguió su caminata por un largo tiempo alabando cada flor que veía, realmente eran las mismas que las mucamas solían colocar en su habitación, eran tan bellas que era una lástima saber que marchitarían… pero todo en la vida lo hacía, incluso los sentimientos, los de ella por ejemplo lo habían hecho, ya no podía ver como posible pareja a Tsunayoshi Sawada, caminó encontrando brotes, era igual que con ella había plantado las semillas de un nuevo amor, esperaba que crecieran, aunque no estaba segura de ser correspondida y mucho menos de cuánto debería esperar.
Se enderezó, no vio a Gokudera por ningún lado, mirando alrededor en su búsqueda, pensó, tal vez la había dejado ahí, típico de él… dejó salir aire, su oportunidad de darle agua y luz a las semillas se había estropeado. Repentinamente golpearon su espalda, por el susto y la acción se erizó completa mirando hacia atrás.
-¡Gokudera-san deja de asustar a Haru!-Pidió sobando su espalda, era poco delicado también.
-¿Qué tiene de interesante ver todo esto?-Preguntó el peliplata, luego apagó su cigarrillo recién terminado aplastándolo con el pie. –Tsk habiendo cosas más importantes e interesantes que hacer, te gusta perder el tiempo mujer estúpida.-Le espetó sin tacto, Miura infló las mejillas.
-Pues Haru no tiene nada más interesante que ver o hacer-Rezongó, él enarcó una ceja, lo siguiente que la chica supo fue que estaba acorralada entre el medio italiano y una gruesa pared.
-¿Estás segura mujer estúpida?-Interrogó muy cerca de su cara el chico, ella tragó en seco, un escalofrío recorrió su cuerpo, miró el suelo.
-¿G-Gokudera-san?- Fue lo único que articuló la castaña.
Sólo tienes que dejarte llevar
Yo te enseñaré un mágico lugar
Ya no lo pienses más
Ven a mí lado.
Haru cerró los ojos, el calor que emanaba el cuerpo Gokudera quemaba ¿Así debía sentirse? Inmediatamente reaccionó mirándolo sonrojada. Ése no era Gokudera Hayato… por lo menos no el que conocía y aun así era justamente lo que deseaba ver, las facetas que nadie más conocía, sin embargo, no por eso dejaba de ser un poco preocupante, esa mano pegada justo cerca de su cara ardía y a pocos centímetros aplastando parte de su cabello la obligó a contener la respiración, los ojos verdes bien puestos en ella… si tan sólo él pudiera ver que sin ningún tipo de mala intención deseaba ver más de eso… mordió su labio inferior ¿Sin mala intención? Sólo se estaba mintiendo, el amor que sentía hacia él era muy diferente al que alguna vez tuvo por Tsunayoshi Sawada… estaba cargado por un intenso deseo oscuro, un amor maduro y adulto.
Es la primera vez que siento esto
Me has hechizado con tus tibios dedos
Estoy tentada a ignorar mis miedos
Si tú deseas devorarme a besos
No lo voy a impedir…
El peliblanco enarcó una ceja ¿No podía ser así de fácil o sí? Cuando ella se alejó diciendo que esas bromas no eran divertidas y algo sobre ver orquídeas, entendió que en efecto no era así, pero de esa manera era cómo le gustaban los juegos, tendrían que ser complicados, después de todo… era demasiado inteligente para vivir las cosas simples de la vida.
Muy bien… entonces sería buena idea ir tras ella, no es que le agradara perseguir, pero estaba cazando ¿Cuándo se ha visto una presa que no huya de quien la va a devorar? Era divertido notar que ella estaba en guardia, caminando a sabiendas de que él estaba siguiéndola a paso lento.
-L-las flores siempre tienen buen aroma-Dijo Haru intentando desaparecer ese silencio de tumba. Él chistó pero no pronunció palabra alguna. La japonesa aumentó la velocidad de sus pasos, las orquídeas estaban cerca de la puerta, se había metido demasiado dentro del invernadero y éste era bastante amplio, como la mansión quizá… su corazón latía tan fuerte, casi podía escucharlo.
Gokudera le seguía el paso sin prisa, claro que había pensado en que probablemente ella intentaría huir, pero tenía la estrategia adecuada para esa situación él había cerrado la puerta y la castaña parecía haber olvidado ese importante hecho. Nunca había sentido tanta emoción desde que fue nombrado guardián de la tormenta y su jefe ganó cada duelo en esa época y en el futuro.
-¡Hagamos una carrera Gokudera-san, veamos quien llega primero!-Gritó Haru como si hubiera encontrado la solución al problema, que mujer más estúpida, ya no podía escapar pero lo intentaba.
-No me jodas-Respondió, ella sonrió. Corrió siguiendo su ruta ignorando completamente la negativa, que en realidad había sido a propósito.
¿Qué tal si jugamos caperucita?
Tú te escondes y yo te busco
Pero si logro atraparte… vas a pertenecerme
No tienes escapatoria ahora eres mi presa
Haru Miura corría dentro del lugar, no era que se hubiera acobardado… quizás había cosas dentro de la personalidad del medio italiano que aún no estaba lista para ver, tal vez había jugado demasiado a hacerse la tonta para saber hasta dónde llegaría Gokudera Hayato con ella, había caído dentro de su propia trampa… Oh… esa situación se le hacía conocida, ¿En dónde había visto una historia parecida? Justó recobraba el aliento cuando vio la salida, las orquídeas color rojo intenso le avisaban que ya estaba a unos pasos, se acercó lento, no había rastro del chico, aliviada tomó la perilla para abrir la puerta y se dio cuenta… estaba cerrada con llave. Sus ojos se abrieron grandes, cuando llegaron el lugar estaba abierto de par en par y… su cuerpo se enderezó al escuchar los pasos del albino, volvió a intentar a abrirla sin éxito. Cierto, el ojiverde había cerrado la puerta.
Caperucita roja. Eso le vino a la cabeza, la niña que confió en un lobo que luego se la comió… él le dijo a dónde ir, la guio hasta ahí… ¿No era parecido al lobo diciéndole a la pequeña e indefensa chica que fuera por flores antes de llegar con su abuela? ¿No era el lobo disfrazado de Gokudera Hayato? No lo veía simplemente con ojos de amistad… cuando vio que el lobo feroz había llegado sonrió nerviosa.
-Gokudera-san, abre la puerta Haru no puede-Pidió con una risita tonta, él miró la salida, luego a ella, posteriormente las orquídeas.
Es la primera vez que me cautivan
Y ahora estoy corriendo por mi vida
El sueño se ha vuelto pesadilla
Nunca debí confiar en las mentiras de un sexy lobo
-¿No ibas a ver esas mierdas?-Señaló con un tono un poco extraño, la japonesa tembló de pies a cabeza.
-¡Hahi!...-Soltó para después tapar sus labios. La había descubierto.
-¿A qué juegas mujer estúpida?-Interrogó él acercándose de inmediato con esa mirada tan… agresiva.
-L-las orquídeas son las favoritas de Haru-Intentó corregir la de ojos chocolate. –P-pero es tarde y seguramente los demás nos buscaran Gokudera-san, Haru no quiere preocuparlos ¿R-regresamos mañana? Traigamos a Kyoko-chan, Chrome-chan, Hana-chan… -Retrocedió un poco- Yamamoto-san… oni-san… -Por fin su cuerpo pegó con la puerta -¡Tsuna-san!-Gritó sin pensarlo mucho cerrando los ojos. Esa forma en la cual lo mencionó parecía haber gritado su nombre pidiendo ayuda. Los pasos de Gokudera se detuvieron, no podía ser ¿Lo había malinterpretado? No quiso gritar su nombre de esa manera, estaba asustada así que era normal que hubiera salido así…
-¿Así que todo sigue siendo por el décimo?-Preguntó él cuando ella lo miró para encontrarlo… divertido y molesto…
-A-a Haru no le gusta ya Tsuna-san-Confesó ella aterrada. Ni siquiera sabía porque lo decía pero supuso que así estaría menos molesto. -P-pero estaba triste porque se siente un poco extraña… Haru siente que es un estorbo…-Se interrumpió para después balbucear cayendo en lo profundo de esos ojos llenos de burla -A Haru L-le gusta Gokudera-san- Murmuró escuchándolo gruñir de una forma que no parecía molesto…
-¿Entonces a qué le temes mujer estúpida? Mierda ni siquiera pregunté eso ¿Ya enloqueciste?- Volvió a decir él muy, muy complacido, estaba saliendo mejor de lo que esperaba, pero no se daría el lujo de sonreír o parar, eso lo haría al terminar todo…
Comenzaría por comerse esa impertinente boca para callarla de una vez… luego… el cuello que ya merecía ser bien marcado, se percató que los tirantes no eran parte del vestido, lo parecían por el tono… sería buena idea ver a caperucita roja sin todo eso, roja de verdad…
Si el primer beso de una princesa era la cosa más tierna del mundo… entonces ella no lo era, la lengua de Gokudera la atacaba como una serpiente que no está satisfecha con morder una vez y sus brazos parecían una enredadera alrededor de su cintura. Tampoco se habló en los cuentos o novelas e incluso en los mangas románticos que se podía empezar al revés… primero hacer el amor después ser pareja, aunque no estaba segura, tal vez ni serían pareja pero… lo que sí sabía es que podía despedirse para siempre de su castidad, el Vongola de la tormenta era exigente no se conformaría con un beso y lo hizo saber a la castaña cuando sus manos bajaron directamente a los muslos de la chica que gimió aferrándose a él rompiendo el beso. Lo harían. Había caído en la trampa, quería saber más de él y enamorarse, dijo que no importaba el costo, pues ese era el precio.
-Haru…-Jadeó la japonesa- ¿Perdió Gokudera-san?- Preguntó en un suave susurro totalmente convencida de que así era pero quería escucharlo. Rendida, abrazó la espalda del platinado para después jugar con la hebilla del cinturón del mismo.
-¿Y cuándo has ganado estúpida?-Fue la respuesta del chico.
La de ojos chocolate no supo exactamente si era recorrida por un bólido de fuego el cual terminó por desintegrar su ropa, solo sabía de lo delicioso que era (aun estando acostada sobre las rojas orquídeas y en la tierra) encajar sus uñas en la piel de Gokudera Hayato, del dolor que la invadió cuando entro en ella y del alivio que sintió también en ese momento, también se enteró de la forma en que su voz podía escucharse chillando el nombre del muchacho una y otra vez, además que los lobos son mejores que los príncipes (Sin ofender a Tsuna y Dino-san pero…) … Al final el lobo si devoró a caperucita pero a diferencia de ese cuento… no se sentía nada mal.
Ahora están nuestras almas unidas
Selladas bajo tierra y orquídeas
No imaginas cuanto te deseaba
Aunque lo dudes, desde ahora…
Después de colocarse la ropa de nueva cuenta, mientras Haru se reponía de toda la faena, Gokudera la observó, no estaba nada satisfecho, al contrario ahora se sentía más hambriento, ni repetir dos veces extra lo había llenado… Pero bien, ya podía hacerse cargo de eso con todo derecho. La miró un momento, luego le arrojó el vestido para que se repusiera.
-Por lo menos hubo flores-Dijo ella sonriendo pícara, él se sonrojó, rascó su cabeza. -¡Hahi! Gokudera-san se sonrojó-Gritó ella señalándolo.
-¡No es Hahi, eres una estúpida!-Le reprochó el italiano… ella sonreía de esa manera tan…
-Hayato… ¿Mañana vendremos de nuevo?-Le preguntó cerca de su oído.
-Tsk… ni loco, este lugar es una mierda… hay una bodega de antigüedades-Le respondió él casi sonriendo.
¿Y sí caperucita seguía tentando al lobo pasando todos los días por el mismo lugar a propósito?
Entonces, el lobo debía seguir devorándola de por vida ¿no?
Ya eres parte de mí…