MADRE MÍA QUE ESTO SE ACABA.

VALE. A VER, VAMOS A CALMARNOS TODOS.

¿Estamos? Estamos. Bien… ¡Por fin os traigo el último capítulo de este fanfic, queridas lectoras y lectores! Sé que seguramente lo esperábais antes, pero empecé la universidad la primera semana de Septiembre y estoy orgullosa de decir que llevo todo al día -3- ¡Incluso he adelantado tarea entre semana para poder escribir los findes!

Por supuesto, la uni no es la única "excusa" que tengo (por suerte aún no estoy en exámenes), sino que también puedo defenderme hablando de la longitud del capítulo. ¿Estáis listos? SON 18.722 PALABRAS. Sí, ya sé que al inicio dije que los capítulos serían de 5k, pero a ver, ¿cuándo he cumplido yo esa regla? Pff…

Bueno, ahora voy a responder los reviews, gente que ha sido mucho tiempo y tengo que demostraros mi amor (?)

*Kitina: ¡Muchas gracias por el review! Leer que a tanta gente le gusta cómo he descrito la boda me alegra mucho, la verdad. Y sí, opté por una opción menos común de los síntomas del embarazo con la idea de que la gente se lo planteara antes de leer la palabra "vómito" xD Ya no tienes que esperar más por Shikadai, porque en este capítulo vas a poder disfrutar de él ;)

*Yi Jie-san: No hay nada que me guste más que un lector que trae a otro consigo (?) Muchas gracias a los dos por el review, en serio. Espero que os vaya bien en la convención de manga y anime, seguro que vais vestidos genial ^^

*Shirae: Me ha matado ver que empezaste a escribir el review antes de acabar el capítulo, es algo que también hago yo a veces xDDD Gracias por decir que la boda ha sido requetepanflastica, es el mejor halago de todos uwu

*Guest1: ¡Gracias por el review! En nada vas a leer e imaginar la cara de Shika al escuchar que va a ser padre, ¡espero que no te decepcione! ^^

*AnitaaDigi: Y tanto que review largo… ¡Me encantan cuando son así! No sabes lo mucho que me alegra leer que la boda te gustó, porque sí, pasé mucho tiempo culminando cada detalle xD Y ya veo que todos os habéis dado cuenta del embarazo de Temari con las notas sutiles que iba dejando en lugar de con los síntomas comunes, así que objetivo cumplido uwu No entiendo cómo es que te das cuenta de todos los detalles que escribo y con qué intención lo hago, ¡parece que me leas la mente! La verdad es que me gustaría responderte bien largo, así que te prometo que te mandaré un MP para que compartamos ideas y pueda agradecerte en condiciones lo buena lectora que eres uwu.

*Akime Maxwell: Venga, que solo te quedan dos capítulos para acabar el fanfic uwu Espero que los disfrutes y sean de tu agrado ;)

*Karinits-san: ¡Ya te has puesto al día! Justo a tiempo para el final T.T Muchas gracias por tus constantes reviews, espero que este último capítulo te guste ^^

*Guest2: Aquí tienes la continuación, aunque es más bien el final de la historia… ¡Disfruta!

*Mitchel0420: Muchas gracias por el comentario uwu Sí, Shikadai ya está en camino y de hecho vas a poder leerlo en este cap ;)

Bueno, tengo muchas cosas que contaros, pero estoy segura de que a estas alturas ya os habéis lanzado a leer de cabeza, así que os cuento todo abajo.

¡Disfrutad del capítulo, que es el último!


A esas alturas Temari ya conocía la aldea donde vivía de memoria y no tenía problema para volver a su casa por el camino más rápido. No obstante, aquella vez decidió dar un rodeo para aclarar su mente. O más bien para no sufrir un colapso mental. Iba a ser madre. Shikamaru era el padre -algo obvio-, lo que quería decir que los dos iban a ser padres. Pero ella no sabía cómo ser madre. ¡Por Kami, ni siquiera sabía comportarse como la imagen que cualquier persona tendría de una mujer!

- ¿Temari?, ¿te encuentras bien?

La kunoichi casi saltó al escuchar la voz. Había estado tan metida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que una de sus amigas se había acercado a ella.

- Ah… Sí, Tenten, es solo… Andaba metida en mi cabeza.

- Es raro verte tan distraída.

- Hai…

Tenten se sorprendió al ver a la que podía considerar una de sus mejores amigas de aquella forma. Puede que no hubieran empezado con el mejor pie y que aún hubieran tenido alguna disputa mientras crecían, pero las dos tenían muchas cosas en común. Gracias a ello habían llegado a hacerse grandes amigas y compañeras de entrenamiento. Es por eso que cuando Temari vio que la castaña levantaba una ceja a modo de pregunta, supo que lo mejor era contárselo.

- Ino acaba de decirme que estoy… embarazada.

- ¿Nani?

- Yo también he puesto la misma cara que tú -dijo Temari.

- Pero es una buena noticia, ¿no?

- Lo es… Pero no sé si para alguien como yo -admitió la rubia-. No tengo ninguna… referencia. No creo que pueda ser buena madre si nunca he tenido un modelo a seguir… ¿Entiendes lo que quiero decir?

- Más o menos… Pero tú y yo nos parecemos mucho y personalmente… No me hubiera importado tener hijos con la persona adecuada.

Esta vez fue el turno de Temari de cuestionar a su amiga, pero ella solo movió la mano de un lado a otro, restándole importancia.

- No dejes que la idea que tienes sobre ti misma te impida ser madre, Temari -dijo finalmente-. Cualquier niño sería afortunado de tenerte; estoy segura de que lo protegerás con todas tus fuerzas.

- Hai… Supongo que tienes razón.

- Además, míralo por el lado bueno; si el niño es mitad Shikamaru, seguramente no te de muchos problemas porque pasará casi todo el día durmiendo.

Las dos kunoichis cruzaron miradas y un momento después soltaron una carcajada.

- Arigato, Tenten -dijo Temari, su estado de ánimo algo mejor. Luego cayó en cuenta-: ¿A dónde ibas antes de cruzarte conmigo?

- Al cementerio, iba a dejar unas flores.

- En ese caso no te robaré más tiempo. Tengo que ir a darle la noticia a Shikamaru.

- ¡Buena suerte! -se despidió la castaña mientras echaba a andar.

Con algo más de determinación, Temari siguió el camino hacia su casa, esta vez sin buscar formas de tardar más. Aunque siguiera cargada con dudas, la charla con Tenten le había animado y además, aquello era un tema con el que tendría que lidiar tarde o temprano.

La cerradura de la puerta estaba echada, lo que quería decir que Shikamaru aún estaba de misión o que había salido por alguna otra razón. La kunoichi no estaba segura de si aquello le alegraba o le ponía más nerviosa. Realmente lo que le gustaría en ese momento sería escuchar la voz de alguno de sus hermanos, de forma que se dirigió al teléfono que había sido instalado hace poco en su salón. Era un aparato que todavía no poseían muchas personas, pero era obligatorio para shinobis de importancia como miembros del Consejo de la Alianza, Kages u otros como Naruto. Marcó el número del despacho de su hermano menor -estaba segura de que el pelirrojo todavía estaría allí-, y lo dejó sonar. La señal que indicaba la espera sonó una vez, luego otra más. Justo cuando el ruido se escuchó por tercera vez, unas llaves hicieron sonar la cerradura de la puerta y Temari colgó el teléfono.

- Oh, Temari, has vuelto antes de lo que creía -le saludó el Nara mientras se descalzaba en el doma.

- La misión no ha sido muy larga -dijo ella, acercándose al sofá. Luego añadió, con algo de duda-: Pero he pasado por el hospital a ver a Ino antes de venir.

Shikamaru le dirigió una mirada por encima del hombro, comprobando que no estaba herida.

- No parece que hayas recibido mucho daño -respondió él.

En el tono de su voz iba implicada la siguiente pregunta; el Nara sabía bien lo difícil que era llevar a Temari al hospital ya que la chica prefería tratarse sus propias heridas. Por tanto, era extraño que hubiera decidido ir por su cuenta.

- Mis niveles de chakra descendieron demasiado rápido durante el combate -explicó la kunoichi al final-. Primero creímos que se debía a una habilidad del enemigo, pero comprobamos que no era así.

- ¿Entonces?

Temari hizo en ese momento algo que el Nara nunca le había visto hacer; se mordió el labio en un gesto nervioso e… inseguro. Ahora estaba preocupado. En silencio se desplazó hasta el sofá frente a su esposa, tomó asiento y se quedó mirándola.

- Mendokusai… Me voy a quedar aquí hasta que me digas qué pasa, problemática.

La kunoichi bufó ante la "amenaza" y abrió la boca para hablar, pero se vio incapaz de pronunciar las palabras. Por Kami, aquello había sido mucho más fácil de expresar en voz alta cuando era Tenten con quien hablaba. Cerró los ojos y tomó aire, echando mano de lo aprendido durante su entrenamiento para controlar sus emociones.

- Oi, ¿Temari…?

- Estoy embarazada, Shikamaru -le interrumpió ella.

El silencio se impuso en la sala unos segundos mientras los dos se miraban fijamente, los ojos del Nara abiertos de sorpresa. Un momento después, el chico sonrió.

- Tsk, ¿y tenías que asustarme de este modo, problemática?

- ¡Esto no es un nuevo movimiento en tu partida de sogui, Shikamaru!

- Ya lo sé, Temari. Mendokusai… -respondió él mientras se levantaba y se acercaba a la chica-. Pero no sé cuál es el problema, ¿acaso no quieres tenerlo?

- Por supuesto que sí, bakka, es nuestro hijo…

- ¿Entonces?

Apenas un palmo separaba el cuerpo de ambos, pero era espacio suficiente como para que Temari pudiera llevar una mano a su vientre mientras eludía la mirada del Nara.

- Apenas tuve a mi madre unos años conmigo, por lo que no tengo ningún ejemplo materno, y tampoco soy femenina, ¿cómo se supone que voy a encargarme de un niño?

Shikamaru tomó la mano del vientre de la chica con una mano y con la otra le hizo levantar la mirada.

- No vas a encargarte sola, mendokusai, Temari, es mi hijo también. ¿Y quién ha dicho que tengas que ser femenina para criar un niño? Mi madre ha hecho un buen trabajo conmigo -dijo con una sonrisa-. Al final no hay nada que nos prepare para esto.

- Pero…

- Vamos a estar bien, Temari. Los tres.

La kunoichi fue por fin capaz de devolverle la sonrisa y pasó una mano por el cuello del chico antes de besarlo. Aquel beso significó más incluso que cualquier otro que se hubieran dado antes. Shikamaru todavía sonreía cuando se separaron para tomar aire.

- ¿Lo ha confirmado Ino? -al ver que Temari asentía, añadió-: Genial, para mañana toda la aldea lo sabrá ya.

La kunoichi soltó una carcajada, no habiendo pensado en ello al principio; era cierto que a su amiga le gustaba mucho hablar de la vida de otras personas, por lo que su embarazo no sería un secreto por mucho tiempo. Shikamaru volvió a besarla.

- Solo hazme un favor y no seas problemática con tus antojos y cambios de humor. No quiero tener que atarte para que te quedes quieta una vez dejes de hacer misiones.

- Shikamaru, ¿tienes idea de con quién te has casado?

- Con una problemática.

Antes de que la chica pudiera devolverle aquella burla, Shikamaru se inclinó para besarla.

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Horas más tarde, cuando se encontraban tumbados en su cama, la mano del Nara acariciaba el vientre de la chica por debajo de la blusa de su pijama. Era cierto que no habían llegado a hablar de tener hijos, pero Shikamaru siempre había querido una familia. Al principio aquel sueño había sido un deseo tonto, pero conforme crecía y veía a Kurenai y Asuma, a sus padres, Mirai creciendo… Se dio cuenta de que no le importaría experimentar aquello por sí mismo. Y la mujer que estaba abrazando en ese momento era con quien quería formar su familia.

- Shikamaru, no podré dormirme si sigues acariciando mi vientre -musitó la chica con cansancio, pero sonriendo.

- Mendokusai, siempre quejándote de lo que hago, problemática.

El movimiento de su mano cesó, pero esta permaneció en el lugar donde había estado, esperando por una señal que indicara que su hijo estaba realmente ahí.

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La pareja decidió tomarse el siguiente día libre por elección personal; había sido una elección que habían decidido en silencio mientras permanecían tumbados en la cama. Shikamaru había sido el primero en despertar y al abrir los ojos se había encontrado con la imagen de su esposa tumbada boca-arriba y respirando tranquilamente. Sin poder evitarlo, el Nara llevó una mano al vientre de la chica, quien se estremeció al tacto pero no despertó. Sabía que todavía era muy pronto para notar nada, pero no podía evitar sentirse emocionado, ¿era así como se había sentido Asuma?, ¿como lo hacía también Naruto? Saber que su hijo o hija estaba creciendo ahí en ese momento…

"Quiero casarme con una mujer que no sea ni guapa ni fea, tener una hija y luego un hijo. Me retiraré cuando mi hija esté casada y mi hijo haya encontrado un buen trabajo. Luego moriré tranquilamente antes que mi mujer." Sonrió al recordar aquel ideal que tenía de pequeño, no pudiendo evitar compararlo con la realidad y sus deseos en el presente.

Sin duda se había casado con una mujer perfecta para él, así que aquello podía tacharlo de la lista. No sabía si el niño que estaba creciendo era chico o chica, pero sí que podía considerar a Mirai como casi una hija, por lo que aquello también se había cumplido. No obstante, no tenía ningún deseo de dejar su trabajo o esperar a que sus hijos estuvieran en una buena posición; le bastaba con que fueran felices. Todavía había mucho futuro por delante.

- ¿En qué piensas?

Shikamaru abrió los ojos, sorprendido al ver que Temari se había despertado y ahora era ella quien lo observaba.

- En nada importante… -respondió él, volviendo a acariciar el vientre de su esposa-. ¿Cuándo crees que podremos notar que está aquí?

- Si te sirve de algo, yo puedo notarlo cada vez que me entran náuseas, mareos o cansancio.

El Nara soltó una carcajada ante el comentario, pero la kunoichi le reprimió con una mirada, haciéndole saber que iba muy en serio. Sin embargo, Shikamaru ignoró el gesto y movió la cabeza hasta la tripa de ella. Temari no pudo evitar sentir una oleada de aprecio hacia su marido al verlo apoyar la oreja contra su vientre.

- Bueno, no sé sobre nuestro hijo, pero estoy seguro de que los sonidos de tu estómago indican que tienes hambre.

Y hasta ahí llegó lo bonito del momento. La chica tomó uno de los cojines y le dio con él en la cara al Nara para borrarle la sonrisa burlona que estaba mostrando. Antes de que aquella batalla pudiera seguir, Shikamaru se levantó para mandar un mensaje al Hokage indicando que no irían a trabajar, pero que podía llamarlo en caso de urgencia.

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Temari se encontraba en la cocina preparando el desayuno cuando el timbre de la casa sonó. Sin embargo, antes de que la kunoichi pudiera dejar lo que hacía para ir abrir, Shikamaru apareció bajando las escaleras y se dirigió a la puerta. En el momento en el que la abrió, su madre entró como un torbellino, pasando de él y dirigiéndose directamente hacia la cocina.

- Ino ha venido a contármelo esta mañana nada más ha terminado el turno -dijo mientras colocaba una mano en el vientre de Temari. La kunoichi sonrió al ver su emoción-. No vas a tener mucho que preocuparte si es como Shikamaru, él apenas dio problemas durante el embarazo. Es posible que todavía tenga algo de ropa y juguetes de cuando…

Mientras que Yoshino seguía hablando de cómo fue criar a su hijo, el Nara pasó junto a Temari con una taza de café en las manos, besó su mejilla y susurró:

- Y tú te preocupabas de no tener un ejemplo materno…

La pareja compartió una risa.

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A media tarde el teléfono del salón sonó. Yoshino se había ido antes de comer y ahora la pareja descansaba leyendo en el comedor. Fue Shikamaru quien se levantó para atender el teléfono.

+ Shikamaru, omedeto. Siento interrumpir tu día libre, ¿pero crees que podrías venir a echarme una mano con unos documentos de la Alianza?

- Kakashi… -respondió el Nara con desgana- ¿No hay nadie que pueda ir en mi lugar?

+ Ie, están todos de misión, gomen…

- Hai, hai, iré para allá entonces.

El Nara colgó el teléfono y soltó un suspiro mientras se estiraba. Temari había oído la conversación y se estaba poniendo de pie también.

- Te acompañaré -dijo con tranquilidad-. Todavía tengo que entregar el informe de la misión anterior y recoger la información para la siguiente.

El chico asintió y la pareja abandonó junta la casa. Llegar al edificio del Hokage no les costó mucho y cuando entraron en el despacho vieron por qué Kakashi necesitaba ayuda desesperadamente; había tantas columnas de hojas sobre su escritorio que el Hokage apenas era visible entre ellas.

- Oh, arigato por venir, Shikamaru -dijo Kakashi mientras se levantaba-. Y omedeto a los dos.

La pareja sonrió y el Kage no pudo evitar notar lo mucho que habían cambiado desde que habían empezado a convivir como pareja.

- He traído el informe de mi misión -dijo Temari.

El Hokage tomó el documento y asintió, dejándolo sobre una de las pilas de papeles sobre su mesa. Luego desapareció un momento tras ellas para tomar otro documento que entregó a la chica.

- Esta es tu próxima misión, si estás de acuerdo con seguir trabajando.

- Hai, quiero seguir ejerciendo como kunoichi, igual que lo estuvo haciendo Hinata.

- Me alegra oír eso.

Temari tomó los papeles que le ofrecía e inclinó la cabeza antes de dirigirse hacia la puerta.

- Nos veremos en casa, Shikamaru.

El chico asintió de manera distraída mientras miraba a la montaña de documentos en el despacho y se rascaba la nuca. Empezaba a dudar seriamente que aquella noche fuera a ir a casa a dormir…

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Mientras recorría las calles de Konoha de vuelta a casa, Temari se encontró con la pareja más famosa de la aldea. Naruto y Hinata paseaban de la mano despacio, el rubio dirigiendo repentinas miradas al vientre de su esposa, como si esperase que su hijo naciera de un momento a otro.

- Oh, Temari-san -le saludó la Hyuga al verla.

Temari se acercó a ellos despacio.

- Parece que tu hijo se unirá a nosotros dentro de poco, Hinata.

- Hai, Tsunade-sama dijo que lo más seguro es que fuera esta semana -respondió la chica.

- Neh, neh… ¿Es verdad que Shikamaru y tú también váis a ser padres? -preguntó Naruto con curiosidad-. Sai me lo dijo mientras entrenábamos esta mañana, pero no sé si fiarme de él o no.

La rubia sonrió, asintiendo. Al momento el Uzumaki saltó de alegría.

- ¡Yosh! Eso significa que nuestros hijos crecerán juntos -dijo con un brillo en los ojos-. No es genial, ¿Hinata?

- Hai, Naruto-kun -contestó la Hyuga con una sonrisa-. Y omedeto, Temari. Felicita también a Shikamaru de mi parte.

- Arigato, Hinata -dijo. Luego se acercó al oído de la chica y añadió, lo suficiente alto como para que Naruto lo oyera también-: Aunque espero que no se parezcan mucho a sus padres.

Las dos chicas compartieron una risa mientras el Uzumaki se quejaba. Sin embargo, la expresión del rubio cambió un momento después, cuando otro pensamiento acudió a su mente.

- ¿Y qué ha dicho Gaara? Seguro que está muy ilusionado.

- Ah… Ahora que lo dices, todavía no he hablado con mis hermanos -respondió la kunoichi.

- Estoy seguro de que se alegrarán, ¡Gaara será un tío excelente!

- Hai, de eso no tengo duda.

Naruto sonrió ampliamente al imaginar que dentro de poco habría otra persona más en la vida de uno de sus mejores amigos. De aquella forma, no había manera de que el pelirrojo volviera a sentirse solo. Un suave movimiento a su lado llamó la atención del rubio y supo entonces que Hinata llevaba demasiado tiempo en pie.

- Nosotros vamos a volver ya a casa -dijo sin dejar de sonreír-. ¿Quieres que cargue contigo, Hinata?

- Ie, no es necesario, Naruto-kun.

Sin embargo de poco sirvieron aquellas palabras, pues el Uzumaki ya estaba llevando a su esposa en brazos a casa. Temari sonrió ante la escena y se paró a pensar en cómo sería tener el tamaño de Hinata en unos meses. Desde luego aquello era algo por lo que no tenía prisa por pasar.

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Cuando llegó a casa la kunoichi se planteó cómo abarcar la cuestión que Naruto le había planteado; decirle a sus hermanos que iban a ser tíos. Una llamada por teléfono era lo más rápido y sencillo, pero no la manera en la que quería hablar con ellos. Le gustaría hacerlo cara a cara, pero no podía marcharse a Suna tan fácilmente. Era más sencillo y posible que los dos chicos acudieran a Konoha, aunque no podía dejar de pensar que no sería responsable dejar a Suna sin ninguno de los hermanos Sabaku No, incluso si eran solo unos días.

Decidió que la mejor manera de meditar aquello era con un buen chocolate caliente y unas galletas saladas. No era una combinación muy típica, ni siquiera unos alimentos por los que Temari tuviera un gusto especial, pero sentía la necesidad de comerlos. Así que lo hizo. Mientras comía, miró fijamente el teléfono del salón, planteándose qué hacer. La respuesta, sin embargo, vino cuando este empezó a sonar. La chica se levantó de la mesa de la cocina, dejando su taza de chocolate ahí y cogió el teléfono.

- Residencia Nara -respondió como era habitual.

+ Temari -dijo una voz muy conocida por ella.

- Oh, Gaara… ¿Por qué llamas?

+ He visto que habías llamado antes, pero Kankuro y yo estábamos en una reunión -explicó el chico- ¿Ha pasado algo?

La respuesta aquella pregunta era sí, pero la kunoichi no quería dar aquella noticia a sus hermanos sin ser capaz de ver sus expresiones.

+ ¿Temari?

- Ah… No es nada grave -respondió finalmente al ver que se había quedado callada-. Pero sería mejor si Kankuro y tú pudierais venir a Konoha en los próximos días.

El silencio se estableció al otro lado de la línea y la kunoichi temió haber colgado por accidente.

+ ¿Ha hecho Shikamaru algo malo?

Bueno, estaba claro que el Nara había hecho "algo", pero Temari no lo calificaría precisamente como malo…

- Ie, no es eso -terminó contestando-. Simplemente es algo que prefiero deciros cara a cara. ¿Crees que es posible?

+… Hablaré con el consejo -dijo su hermano poco después-. Baki podrá ponerse al mando en nuestra ausencia.

- Arigato, Gaara.

+ ¿Temari? -añadió el pelirrojo antes de que la chica colgara- ¿Estás bien?

- Hai, Gaara, no tienes de qué preocuparte.

La kunoichi pudo imaginar a su hermano asintiendo en su despacho y un momento después procedieron a despedirse y colgar. Sabía que había sido egoísta pedir aquello a sus dos hermanos, pero no había podido resistirse. Solo esperaba que estuviera tan alegres como ella había empezado a estarlo.

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Dos días más tarde el Kazekage y su hermano mayor atravesaban las puertas de Konoha. En la entrada Izumo y Kotetsu no se extrañaron de verlos, pues habían recibido noticias por parte de Kakashi indicando que aparecerían en la aldea a lo largo de esos días. Pero debían de viajar por un asunto urgente si habían tenido tanta prisa por llegar.

- Disculpad, ¿podéis decirnos dónde se encuentra la casa de mi hermana? -preguntó el marionetista al acercarse a la cabaña de vigilancia.

- Hai, no es difícil de encontrar -respondió Kotetsu-. Si váis hacia el edificio del Hokage y giráis a la izquierda veréis un arco que indica el inicio del barrio Nara. Su casa se encuentra al fondo del mismo.

- Arigato -respondió el Kazekage.

Los chicos -notaron los vigilantes-, viajaban además ligeros, por lo que no pensaban quedarse mucho tiempo, o habían decidido que con menos equipaje podrían viajar más rápido. Izumo y Kotetsu estaban al tanto de la noticia que había corrido por la aldea, pero habían supuesto que los hermanos de Temari debían de haberse enterado también, ¿por qué otra razón estarían allí sino? Solo esperaban que aquello no significase mala noticias.

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Unos golpes en la puerta alertaron a Shikamaru, quien se puso en pie desde el sofá, dejando el libro que estaba leyendo sobre la mesa de café. Temari estaba en la cama descansando, ya que había llegado la noche anterior de una misión. El Hokage les había dado aquellos tres días de vacaciones para que pudieran recibir en condiciones a los hermanos de la chica, todo aceptado por el consejo de Konoha, quien había insistido en "hacer aquello en condiciones". El Nara había jurado que como los viejos se pusieran a hablar de su hijo o hija a sus espaldas, iban a saber el miedo que podía llegar a dar. Por Kami, no iban a tomar decisiones sobre su familia cuando hacía nada que se habían enterado de que iban a ser una.

Otros dos golpes sonaron contra la entrada principal y el Nara soltó un "mendokusai"; no era normal que alguien pusiera tanta energía en llamar a su puerta. A no ser que fuera Naruto, y el Uzumaki todavía estaba en el hospital con su mujer y su hijo recién nacido.

Al abrir la puerta, sin embargo, se encontró a dos figuras que no esperaba ver hasta al menos un día más tarde.

- Ohayo, Kankuro, Gaara -dijo, dejándolos pasar.

- Ohayo -respondió el pelirrojo mientras entraba.

- ¿Dónde está mi hermana? -preguntó el marionetista al no verla.

- Descansando, ayer a la noche volvió de una misión -contestó el Nara-. Podéis poneros cómodos mientras voy a despertarla; quería hablar con vosotros en cuanto llegarais.

Los dos hermanos intercambiaron una mirada confundida, pero no replicaron cuando Shikamaru desapareció por las escaleras. En su lugar, uno dejó su calabaza colgando sobre una de las sillas del comedor y el otro sus pergaminos sobre la mesa.

En el piso superior, Shikamaru entró con cuidado en su habitación, donde las persianas estaban bajadas para que no entrara luz. Se sentó en un lado de la cama y colocó una mano sobre el hombro de Temari, acariciándolo.

- Oi, problemática, despierta.

La kunoichi se revolvió en la cama, cubriéndose más con las sábanas. Esta vez el chico sacudió ligeramente su hombro, obteniendo como respuesta un gruñido por parte de la rubia.

- Déjame dormir, Shikamaru.

- Tus hermanos nos están esperando abajo.

Temari permaneció en silencio unos segundos, y luego se destapó, dejando que Shikamaru viera su cara gracias a la luz que entraba desde el pasillo. Tenía las coletas deshechas y aún parecía cansada, pero era una visión que al Nara le parecía muy atractiva.

- Diles que bajo en diez minutos.

- A sus órdenes -dijo él mientras se levantaba.

Temari le lanzó un cojín a la cabeza por la burla, pero el chico lo esquivó habilidosamente, lo cogió del suelo y lo dejó con suavidad sobre la cama. Luego desapareció de la habitación con una sonrisa.

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Diez minutos más tarde los cuatro estaban sentados en los sofás del salón, cada uno con una taza de té frente a ellos, el de Temari con mucha más azúcar que el de los demás.

- ¿Qué era lo que querías decirnos, Temari? -interrogó Kankuro cuando la tensión pudo con él-. No puedes hacernos venir aquí y dejarnos con la intriga.

- ¿No puede una querer ver a sus hermanos en persona?

Gaara la interrogó con la mirada, pues conocía lo suficiente a su hermana mayor como para saber que aquella no era la razón por la que les había hecho ir. Además, había sonado nerviosa por teléfono, algo que no sucedía muy a menudo. Temari suspiró y luego miró a su marido, quien cerró los ojos y asintió sonriendo. Ahora que Gaara se paraba a pensarlo, su cuñado llevaba sonriendo desde que habían entrado por la puerta.

- Hace unos días fui al hospital e Ino me atendió -empezó a explicar la kunoichi. Al ver que tenía toda la atención de sus hermanos, añadió-: Shikamaru y yo vamos a tener un hijo.

Hubo cinco segundos de silencio. Luego Kankuro se levantó como si algo le hubiera picado.

- ¡Voy a ser tío! -exclamó con una sonrisa-. Kami, voy a enseñarle a ese niño… ¿o niña? Da igual, le enseñaré todo lo que sé. Y ya veréis las marionetas que le haré para que juegue con ellas, cuando crezca le ayudaré a distinguir los distintos tipos de sake y…

- Oi, oi, no te atrevas a hablar de alcohol cuando mi hijo ni siquiera ha nacido -le interrumpió Temari con una mirada feroz-. No me atrevería ni a dejarte de niñero un día.

- Pero, pero…

- Ten un poco de fé en Kankuro, problemática -intervino Shikamaru, sonriendo-. Ahora ya es capaz de cocinar por sí mismo sin quemar la casa, ¿no? Eso le da algunos puntos a favor.

- ¡Gracias por tu apoyo, cuñado!

- No lo animes, Shikamaru… -se quejó la kunoichi.

Mientras Temari movía la cabeza de un lado a otro, se dio cuenta de que su otro hermano no había dicho nada. De hecho, ni siquiera había cambiado la expresión desde que había dado la noticia.

- ¿Gaara? -preguntó con duda.

El pelirrojo no reaccionó, por lo que Kankuro procedió a sacudir una mano delante de su cara.

- Oi, Gaara, ¿sigues con nosotros? -al ver que no obtenían respuesta, el marionetista soltó una carcajada-. Creo que lo has dejado en estado de shock, Temari.

Finalmente el Kazekage parpadeó, empezando a procesar lo que acababa de oír. No habían sido tanto las palabras de su hermana la que le habían sorprendido -podía imaginársela siendo madre-, sino las de su hermano. Kankuro tenía razón; iban a ser tíos. Él iba a ser tío de un bebé. Era un sentimiento… extraño. Gaara no recordaba haber estado cerca de ningún bebé, ni siquiera cerca de niños que todavía no hubieran empezado la Academia Shinobi.

- Omedeto, a los dos -fue capaz de decir al final. Luego sonrió, porque sabía que aquel era un momento alegre, y él también estaba contento-. Me alegro por ti, onee-san.

Temari sonrió, se levantó de su asiento y se acercó para abrazar a su hermano menor. A su lado Kankuro observó la escena con curiosidad.

- ¿Qué mosca te ha picado?

- Ino me ha advertido de que podría tener cambios de humor por las hormonas -contestó Shikamaru.

- Es… raro.

La kunoichi levantó un brazo hacia el marionetista, y por un momento Kankuro temió que fuera a recibir un golpe. Sin embargo, Temari tiró de él para sumarlo al abrazo y el castaño terminó sonriendo.

- ¿Significa esto que sí que me dejarás hacer de niñero?

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Después de aquel emotivo momento los cuatro procedieron a preparar la mesa y la comida, ya que los hermanos de Temari habían tenido tanta urgencia en llegar que apenas habían probado bocado por el camino.

Durante la comida tomaron la decisión de quedarse aquella noche en Konoha y marchar al día siguiente a la tarde. No dudaron en decir, sin embargo, que volverían en cualquier momento que Temari quisiera y que por supuesto estarían allí cuando su sobrino o sobrina naciera. Una vez terminaron de comer y recogerlo todo, Shikamaru procedió a enseñarles las habitaciones donde pasarían la noche mientras la kunoichi iba a descansar algo más al sofá.

- Temari.

La chica giró la cabeza hacia el menor de sus hermanos, quien había dejado que los otros dos se adelantasen a él.

- ¿Sí, Gaara?

- Vas a ser una gran madre.

Temari no pudo evitar sonreír, porque su hermano había dicho unas de las palabras que más necesitaba oír.

- Arigato, Gaara.

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Unos días después, cuando Kankuro y Gaara se hubieron marchado, la pareja fue a su primera revisión, tal y como Ino había aconsejado. En el momento en el que pusieron un pie en la recepción fueron recibidos por su amiga, quien mostraba una gran sonrisa.

- Neh, neh, Shikamaru, omedeto.

- Ah… Hai… -respondió él al ser tomado por sorpresa, rascándose la nuca.

- Váis a ser muy buenos padres -siguió diciendo mientras los guiaba a una habitación-. Y podéis pedirme que haga de niñera siempre que queráis.

- Arigato, Ino -agradeció la rubia.

- No es nada -contestó la Yamanaka, sonriendo. Luego señaló la camilla junto a unas máquinas-. Túmbate ahí, Temari, vamos a comprobar cómo está tu bebé.

Ino no iba a mentir; se sentía ilusionada de compartir aquel momento con sus amigos. Además, gracias a los últimos avances en tecnología, iban a poder obtener una visión del bebé. Sería algo primitivo y sin mucha visibilidad, pero hasta ese momento todas las parejas que habían ido allí habían sentido mucha emoción.

- Primero comprobaré cómo está todo con mi ninjutsu médico, ¿vale?

Tanto Shikamaru y como Temari asintieron, así que la chica se puso manos a la obra; concentró chakra en sus manos y las dirigió al vientre de la chica, quien ya se había levantado parte de la camiseta. La percepción del bebé era la misma que había tenido la semana anterior y podía sentir cómo todo estaba dentro de los rangos normales que Tsunade le había enseñado a distinguir.

- Parece ser que todo está bien -dijo con una sonrisa, la cual sus amigos no tardaron en compartir-. Ahora usaré esta máquina para poder obtener una visión más clara.

- ¿Nani? -interrumpió el Nara, sorprendido-. ¿Vamos a ver al bebé?

- Bueno, os puedo asegurar que solo veréis algo si yo os explico dónde mirar y qué es lo que estáis viendo, pero sí.

- Sugoi, la tecnología ha avanzado mucho -dijo esta vez Temari, igual de ilusionada que su marido.

En primer lugar Ino usó su chakra para colocar un líquido frío y algo espeso en el vientre de Temari. Luego tomó uno de los mandos de la gran máquina a su espalda y recorrió con él la zona. Tardó un par de minutos, pero finalmente fue capaz de ver lo que estaba buscando. Giró el monitor con la imagen hacia sus amigos y con cuidado de no mover el mando de su posición sobre el vientre de la chica, señaló sobre la pantalla con su mano libre.

- Todavía es muy pequeño, pero el bebé se encuentra en esta zona de aquí -explicó mientras desplazaba su dedo por la pantalla-. El ritmo de sus latidos es correcto, por lo que está perfectamente. Además con las pruebas anteriores puedo asegurar que tienes algo más de un mes de embarazo, Temari.

La kunoichi asintió, ya que estaba demasiado ensimismada mirando a la pantalla frente a ella para hablar; puede que solo parecieran manchas negras y blancas en movimiento, pero era la prueba irrefutable de que su hijo o hija estaba creciendo en su interior.

- Oi, Ino… ¿Se puede conseguir una fotografía de esto? -preguntó de repente Shikamaru.

- Ie… Es algo que preguntan muchos, pero todavía no es posible -respondió la Yamanaka con tristeza-. La tecnología aún tiene mucho camino que recorrer.

El Nara suspiró, pero continuó con una gran sonrisa, ilusionado por haber podido "ver" a su hijo. Antes de marcharse, le pidieron a Ino que volvieran a señalarle todo en la pantalla para poder grabar la imagen en su mente. Después la Yamanaka procedió a explicarles algunas cosas básicas sobre el embarazo, además de recomendarles libros -Naruto podría prestárselos-, y el tiempo hasta el cual Temari podría seguir yendo a misiones.

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A lo largo del siguiente mes el vientre de Temari creció algo más. No lo suficiente como para que le impidiera hacer misiones todavía o que los enemigos se dieran cuenta, pero sí para que ella lo notara.

Lo peor sin duda eran las ganas de vomitar que le acudían de manera repentina, o los extraños antojos que sufría a cada rato.

- Neh, Shikamaru -llamó la chica un día, moviendo en la cama a su esposo.

- ¿Nani..? -se quejó el chico mientras miraba el reloj-. Son las cuatro de la mañana, problemática, vuelve a dormir.

- Tengo hambre.

El Nara suspiró, sabiendo que no iba a poder dormirse hasta que Temari estuviera satisfecha, en parte porque no estaría tranquilo, en parte porque ella no le dejaría.

- ¿Qué quieres comer? -preguntó tras girarse para mirarla.

- Un bocadillo integral de sashimi.

- Na… ¿Nani? Eso no existe, problemática -se quejó él, pero sin poder evitar sonreír-. ¿Y de dónde voy a sacar yo sashimi a estas horas?

- No me importa de dónde lo consigas, Shikamaru -respondió ella con un aura completamente distinta y amenazante-. Pero levántate para buscarlo o vas a hacerte muy amigo del sofá.

El Nara suspiró una vez más, pero se puso en pie y procedió a vestirse. Mientras abandonaba la habitación, pudo escuchar un "gomen" y un "arigato" salir de la boca de su esposa.

Cierto era que Shikamaru trataba de ayudarle en todos los sentidos, pero tarde o temprano acababan teniendo misiones u otros trabajos que hacer. Finalmente fue el cansancio que sufría tras una misión el que hizo que Ino le recomendara quedarse en casa a partir del tercer mes. La kunoichi trató de replicar diciendo que Hinata había permanecido más tiempo en el campo de batalla, pero la Yamanaka le explicó que el gasto de chakra con sus jutsus era mucho mayor, y si se agotaba demasiado podía poner en riesgo al bebé. Aquello fue lo que hizo que finalmente decidiera hacer caso de las recomendaciones.

El único consuelo que tenía -si es que podía considerarse consuelo-, era su trabajo en la Alianza. Dado que leer y rellenar documentos no suponía un "alto riesgo" todavía podía dedicarse a ello. Shikamaru, por su parte, estaba contento de que su esposa por fin estuviera de baja en casa, aunque trataba de no demostrarlo demasiado cerca de ella. No es que no se fiara de Temari -por su puesto que lo hacía-, pero sabía que ella y su hijo estarían más seguros dentro de la seguridad de la aldea. Al fin y al cabo, ellos ya habían sido secuestrados antes y el Nara temía que pudiera volver a suceder.

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Casi a finales del segundo mes, sin embargo, recibieron una noticia que subió el ánimo de la kunoichi; habían sido convocados para una reunión en el Consejo de la Alianza. Puesto que no se trataba de una misión Temari tenía permiso para ir, aunque por seguridad irían escoltados por dos Anbus, una regla añadida tras el último incidente.

El viaje tuvo la misma duración que de normal, ya que la kunoichi se negó a bajar el ritmo pese a las réplicas de su marido. Sin embargo, Temari agradecía poder correr, ya que mientras lo hacía no pensaba en ningún antojo ni le entraban ganas de vomitar. Era cierto que se cansaba antes, pero no lo suficiente como para tener que hacer más paradas de lo necesario.

Cuando llegaron a las puertas del edificio del Consejo, sus tres compañeros ya se encontraban allí esperándoles. Chojuro los saludó con energía, pero eran los tres quienes tenían una sonrisa en el rostro; la pareja hacía tiempo ya que les había llamado para darles la noticia, aunque no se hubieran visto hasta entonces.

- ¡Omedeto! -exclamó Chojuro cuando estuvieron lo suficiente cerca.

Los Anbus habían desaparecido unos momentos antes, justo cuando habían atravesado el límite de seguridad, por lo que solo quedaron ellos cinco.

- ¿Seguro que estás embarazada? -preguntó Kurotsuchi, dudando al poner una mano sobre el peto de la chica-. No se te nota en absoluto.

- Créeme, Kuro, yo sí lo noto cuando tengo que ir al baño porque no puedo digerir la comida.

La chica soltó una carcajada, pero la cara de su amiga le hizo saber que aquello no era broma. Se disculpó con la mirada y el grupo empezó a caminar hacia el interior del edificio. Mientras se adentraban en el túnel, Darui pasó un brazo por encima de los hombros de Shikamaru, acercándolo a él.

- Y dime, ¿cómo te sientes tú, Shikamaru? -preguntó, sonriéndole- ¿Es muy problemático para ti levantarte para buscar sus antojos?

- ¿Que si es problemático? -respondió el chico con tono irónico-. Tú no sabes lo qué es tener que recorrer la aldea entera hasta encontrar un supermercado abierto que tenga lo que la problemática quiere comer. O cocinarlo si no lo encuentro.

- ¿Es eso una queja, Shikamaru? -intervino Temari desde delante suya con voz tenebrosa-. Porque te recuerdo que esta situación es resultado del trabajo de los dos, y soy yo quien está cargando con nuestro hijo.

- Ie, ie, yo no me estoy quejando…

Los tres chicos del grupo se quedaron unos pasos atrás, tratando de huír del agudo oído de las mujeres.

- Temari parece más irascible que de costumbre… ¿no? -preguntó Chojuro con una gota en la frente.

- Yo ya me he acostumbrado a sus cambios de humor -respondió el Nara-. Pero me lo voy a pasar bien viendo cómo reaccionáis vosotros.

Darui y Chojuro intercambiaron miradas por encima de los hombros de Shikamaru, poco seguros de cómo tomarse aquella amenaza. Al final del día ambos descubrieron a qué se refería y terminaron compadeciéndolo. Sin embargo, se sorprendieron al oír al Nara decir que a él no le importaba aquella situación; simplemente estaba feliz por tener la oportunidad de tener una familia.

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El último día de abril tuvieron que hacer de niñeros de Mirai. Kurenai había decidido dejar a la niña con Kiba o Shino si podía para que los nuevos padres tuvieran algo de tranquilidad, pero aquella vez la misión a la que iba era con sus antiguos alumnos. La otra opción hubiera sido dejar a su hija con Hinata, pero esta ya estaba ocupada con su propio hijo. Además, se fiaba de Shikamaru más que de Naruto.

- ¡Shika-onii-chan! -exclamó Mirai en cuanto el Nara abrió la puerta, echándose a sus brazos-. Te he echado mucho de menos, ¿por qué mamá no me dejaba venir a veros?

- Cálmate, Mirai -respondió el chico, intentando sujetar a la niña para que no saltara-. Temari y yo hemos estado muy… ocupados, por eso no hemos podido cuidarte.

- ¡Pero prometiste que serías mi sensei! -replicó la niña, haciendo un mohín.

- Hai, hai…

- Mirai… -advirtió Kurenai, haciendo que la niña se calmase.

- Gomen, Shika-onii-chan.

La expresión de la niña era demasiado adorable como para que ninguno de los dos adultos pudiese enfadarse con ella. Finalmente, Shikamaru suspiró y la dejó en el suelo, acariciando su cabeza.

- Temari y mi madre están en la cocina, ¿quieres ir con ellas?

Mirai asintió, se descalzó en un momento y se adentró en la casa corriendo. Al lado del chico, Kurenai sonrió mientras le ofrecía la mochila con las cosas de su hija.

- Volveremos mañana a la tarde -dijo, haciendo referencia a la misión-. Hubiese buscado otra persona, pero…

- No te preocupes, Kurenai-sensei -le interrumpió el Nara, sonriendo-. Me comprometí a cuidar de ella, ¿no? Además, Temari también se alegrará de verla, seguro.

- Arigato. Solo asegúrate de que no se cansa demasiado, ¿de acuerdo? Últimamente solo piensa en entrenar.

- Estoy seguro de que es porque quiere estar a la altura de sus padres.

La kunoichi sonrió ante la respuesta y después de despedirse desapareció de un salto, camino a los portones de la aldea. Shikamaru cerró la puerta de la casa y al mirar a la cocina vio que Mirai había sustituido el puesto en el que él estaba antes, ayudando a su esposa y a su madre con la comida.

- Neh, Temari, ¿luego puedes ayudarme con los lanzamientos de shurikens? -preguntó la niña, dando suaves saltos.

- Temari no puede hacer muchos esfuerzos, Mirai -intervino el Nara, entrando de nuevo en la cocina.

- ¿Nani? -dijo la Sarutobi, mirando a la kunoichi-. ¿Estás malita?

Temari dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia la niña, sonriendo.

- Ie, pero voy a tener un bebé -le explicó despacio-. Aun así, creo que podré ayudarte esta tarde.

- Temari…

- Shikamaru, no discutas con tu mujer -le cortó Yoshino, amenazante-. No va a irse a correr por el bosque, solo va a lanzar shurikens.

- Demo, okaasan, Ino dijo…

- ¡Sugoi! -exclamó Mirai de repente, como si hubiera salido del trance-. ¿Y cuando podré ver al bebé?, ¿será igual que el de Hinata-onee-san?, ¿podré jugar con él?, ¡tendré cuidado!

Los tres adultos no pudieron evitar soltar una pequeña risa ante la cantidad de preguntas que la niña había comenzado a hacer mientras daba pequeños saltos sobre la silla donde estaba subida.

- Primero vamos a comer -dijo Yoshino-. Y luego podrás preguntar lo que quieras, ¿vale?

La pequeña hizo un mohín, pero en cuanto Shikamaru le pasó los platos para llevar a la mesa, los cogió y fue a ponerlos en su sitio. Mientras comían Mirai les contó cómo era ser cuidada por Shino y Kiba, o cómo había ido varias veces a ver a Boruto, que era muy pequeño, lo mucho que había mejorado ahora que su madre la entrenaba "de verdad"... Entre tanto, a veces formulaba alguna pregunta hacia los futuros padres, quienes respondían con una sonrisa.

Fiel a lo que había dicho, Temari ayudó a Mirai en su lanzamiento de shurikens mientras Yoshino y Shikamaru recogían la mesa. El entrenamiento siguió una hora más, mientras que madre e hijo jugaban al shogi mientras las observaban. Era obvio que Mirai había empezado a ser entrenada por Kurenai, ya que sus movimientos eran muchos más ágiles y rara vez fallaba un tiro. Si seguía así, pensó Shikamaru, llegaría a ser una kunoichi igual de fuerte o más que sus padres. Asuma estaría muy orgulloso de ella.

- Neh, neh, tengo una pregunta más -dijo la niña, tumbada en el sofá, con la cabeza apoyada en las piernas de Temari, un rato después- ¿De dónde viene este bebé?

El silencio se hizo en la estancia un momento. El entrenamiento había terminado hace poco y se suponía que Mirai debía echarse la siesta, pero no había forma de que se durmiera. Mientras que Temari y Shikamaru ponían cara de sorpresa ante su nueva pregunta, Yoshino soltó una carcajada.

- Naruto dijo que a su bebé lo trajo un zorro en una cesta cuando Hinata-nee-san y él quisieron ser papás -siguió diciendo la niña-. Pero no supo decirme cómo es que el zorro trajo a Boruto si estaba en la tripa de Hinata.

Ahora Shikamaru quería golpearse la cabeza con la mesa, ¿por qué Naruto no podía pensar un poco más antes de hablar? ¿Y por qué tenía que responder él aquella pregunta?

- Verás, Mirai, en nuestro clan es diferente -dijo Yoshino, llamando la atención de la niña-. Ya sabes que nosotros cuidamos a los ciervos de la aldea, ¿verdad? Pues a cambio, el ciervo más antiguo del bosque concede deseos. Temari y Shikamaru fueron a pedir un bebé y el ciervo les concedió el deseo y dejó al bebé creciendo en la tripa de Temari. Cuando sea lo suficiente grande como para salir, Tsunade-sama lo ayudará con un jutsu, ¿entiendes?

- Ooooh, eso tiene más sentido que lo que dijo Naruto -asintió la niña, muy convencida-. ¡Arigato, Yoshino-chan!

Temari y Shikamaru intercambiaron una mirada, tratando de entender cómo la mujer podía haber salido con aquella explicación de la nada y de forma tan natural. Bueno, en cualquier caso, se habían ahorrado tener que explicarlo ellos.

- ¿Y solo los miembros del clan pueden pedir deseos?

- La verdad es que no lo sé -respondió Yoshino, sonriendo-. Pero creo que mientras que cuides de los ciervos, ellos estarán dispuestos a ayudarte.

- ¡Sugoi! Yo también he ido a cuidar de ellos con Shika-onii-chan, así que a lo mejor me conceden un deseo -Mirai se levantó del sofá y se fue a tirar de la mano del Nara para levantarlo del sofá-. Vamos, llévame con el ciervo, ¡yo también quiero ser mamá!

- ¿Ah? -exclamó el chico, alerta de repente-. Eres muy pequeña, Mirai y antes tienes que tener novio, y…

- ¡Pero yo ya tengo novio! -le interrumpió la niña-. Y quiero tener un bebé, ¡así que llévame!

- ¿Nani?, ¿cómo que tienes novio?

- Hai, es un niño de mi barrio, se llama Souta-chan y vamos a casarnos.

La mente de Shikamaru se quedó en blanco unos segundos. En el sofá, Temari y Yoshino no pudieron evitar soltar una risa. Unos segundos después el Nara salió del trance.

- Con que Souta, ¿eh? -dijo con un tono serio-. Y… ¿dónde vive ese niño?

- ¡No te lo voy a decir! -respondió ella, frunciendo los labios-. Seguro que haces como el tío Shino y el tío Kiba y vas a asustarle.

- Vago, no puedes ir a amenazar a un niño -dijo Temari, sonriendo.

- Claro que puedo -contestó el Nara.

- ¡Shika-onii-chan, eres malo, te odio!

Aquellas palabras se sintieron como una patada en el corazón para Shikamaru. La niña se dio la vuelta y fue a buscar refugio entre los cuerpos de las otras dos mujeres, quienes acariciaron su cabeza para consolarla. Al mismo tiempo, sin embargo, no podían evitar reír ante la expresión del Nara.

- Creo que acabas de perder realmente tu puesto de favorito, vago.

- Cállate, problemática. Todavía tengo que describir dónde vive el Souta ese.

Temari negó con la cabeza; su marido podía ser muy cabezota con algunas cosas, especialmente en lo relacionado con Mirai. Empezaba a sospechar que si el bebé que tenían era chica, Shikamaru apartaría a cada niño que se le acercase. Temari directamente le enseñaría a hacerlo por su cuenta.

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El mes de abril trajo consigo la necesidad de renovar el armario para Temari. Y cabe destacar que a la kunoichi no le hacía ninguna gracia no poder usar sus ropas de shinobi.

- No es tan malo, Temari -dijo Ino mientras salían de casa-. Además, ahora que yo también estoy embarazada, puedo aprovechar y mirar ropa contigo.

La Yamanaka había determinado su embarazo hacía apenas una semana, pero estaba llena de alegría e ilusión, ya que aquello era algo de lo que al parecer Sai y ella habían hablado. Si alguien viera al ninja por la calle uno de esos días, no lo reconocería por la sonrisa sincera que llevaba en la cara.

- Ino tiene razón -intervino Kurenai, quien también les acompañaba-. Además, te ayudará a distraerte un poco ahora que no puedes hacer misiones.

- No entiendo cómo pudiste soportarlo, Kurenai -dijo la Sabaku No-. Yo casi me he leído ya todos los libros que tenemos en casa.

La mujer soltó una carcajada. Era cierto que durante el embarazo de Mirai -quien en ese momento se encontraba con Kiba y Akamaru-, ella se había aburrido también en numerosas veces. Sin embargo, el hecho de que todavía el mundo shinobi no fuera seguro la había mantenido siempre alerta.

- Puedes encontrar un hobby que te entretenga -dijo al final-. Shikamaru me ha dicho que te gusta observar plantas, podrías empezar un jardín.

Temari se planteó aquella idea que ella misma había teniendo un tiempo atrás, y miró a Ino para asegurarse de que no catalogaba aquella actividad como "demasiado peligrosa". Al ver que la Yamanaka asentía, sonrió.

- Me lo pensaré, arigato, Kurenai.

- ¡Yosh! -exclamó Ino-. Ahora, ¡vámonos de compras!

Las otras dos chicas salieron detrás de ella, viendo que sino la perderían de vista. Tenían toda la tarde por delante para buscar ropa para Temari, con Kurenai indicando las tiendas que ella había visitado en su momento e Ino haciendo recomendaciones sobre qué ropa elegir. Y es que la kunoichi, a parte de sus ropas de combate y algún kimono, nunca había comprado algo que no necesitase.

- ¡Ya sé! -soltó de repente la Yamanaka mientras salían de otra tienda-. Vamos a mirar ropa y juguetes para los bebés, es algo que tendremos que hacer tarde o temprano, ¿no?

Temari miró distraída a la tienda infantil que señalaba Ino, pero sus ojos reflejaban duda. Kurenai se dio cuenta de aquello y decidió intervenir.

- Tendréis tiempo de sobra para ello más adelante -dijo con una sonrisa-. Pero ya es tarde y es mejor que volvamos a casa. Las dos necesitáis descansar.

La Yamanaka hizo un mohín, pero terminó suspirando y poniendo rumbo al barrio Nara para ayudar a Temari con las bolsas.

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Un par de semanas más tarde, Temari se encontraba en casa sola; Shikamaru se había marchado a una misión unos días atrás, y no estaba previsto que volviese hasta pasados al menos dos días más. En aquel tiempo la kunoichi había visitado a la familia Uzumaki para conocer al pequeño Boruto, e incluso había salido a tomar algo con sus amigas.

Pero ese día se sentía mal. Ya había vomitado dos veces aquella mañana y en contra de lo que solía suceder cuando tenían el estómago vacío, no tenía hambre. Para colmo, sentía bastante calor y eso que la primavera no había empezado con mucha fuerza ese año.

En algún momento terminó cayendo rendida al sueño sobre el sofá y no volvió a despertarse hasta que unos golpes insistentes llamaron a la puerta de la casa. Le costó unos segundos recordar cómo se había quedado dormida, ya que la cabeza le dolía levemente. Y los golpes en la puerta no ayudaban con aquello.

- Está abierta -terminó diciendo mientras se sentaba en el sofá.

Esperaba que fuera alguna de sus amigas -Ino, a juzgar por la insistencia-, pero se llevó una gran sorpresa al ver a su hermano mediano entrar en su casa, ¿qué hacía en Konoha?

- He estado a punto de colarme por una ventana -dijo el castaño mientras se descalzada- ¿Por qué has tardado tanto en responder?

- Ah… estaba durmiendo.

El marionetista se acercó a ella, fijándose por primera vez en el aspecto de su hermana. Habían hablado por videollamada alguna vez antes, por lo que sabía que su hermana "había crecido", pero aquellas veces parecía mucho más alerta y menos cansada.

- Neh, Temari, ¿te sientes bien?

- Hai… Solo algo agotada por las náuseas -admitió la chica, frotándose la sien- ¿Cómo es que estás aquí?

- Gaara me ha enviado para dejar unos informes de alta seguridad en la oficina del Hokage -respondió él, sonriendo-. Y creo que quería que al menos uno de nosotros pasara a verte.

La kunoichi sonrió al oír aquello, pero terminó haciendo una mueca porque el dolor de cabeza no se marchaba. Y seguía haciendo calor.

- Pareces muy cansada -observó el chico. Antes de que su hermana pudiera replicarle, puso una mano en la frente de ella-. Creo que tienes fiebre… Vamos, te llevaré al hospital.

- Estoy bien, Kankuro.

- No, no lo estás -respondió él, poniéndose en pie para buscar el calzado de ambos-. Y esto es precisamente por lo que Gaara quería que viniera, ¿ves?

Pese a que siguió replicando, la kunoichi se dejó calzar por su hermano.

- Además, siempre has sido tú la que has querido cuidar de nosotros -añadió el marionetista-. Ahora es nuestro turno.

Sin previo aviso, cargó a su hermana en brazos y abandonó la casa, dirigiéndose por los tejados de la casa hasta el hospital.

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Tal y como Temari había predicho, no era nada grave -cosa que no dejaba de repetirle a su hermano-, aunque Ino había dicho que llevarla al hospital había sido lo correcto. Solo tenía algo de fiebre, lo que habían decidido combatir con un baño de agua tibia, hidratación y un día de descanso en una habitación del centro. Temari había replicado diciendo que todo aquello podía hacerlo en casa, pero su hermano había amenazado con atarla a la camilla. ¿No se suponía que como hermano menor su deber era obedecer sus órdenes..?

Por suerte -Ino se lo había repetido varias veces-, la fiebre no suponía ningún riesgo para el bebé. Y como la causa de la misma tampoco era motivo de preocupación, podían estar tranquilos. De repente, la puerta de la habitación se abrió de golpe y un cansado Nara apareció tras ella.

- ¿Temari? -preguntó jadeando.

- Vaya, vago, parece que hayas corrido hasta aquí -dijo, sabiendo que aquello era lo que había pasado. Luego decidió añadir, en vistas de su mirada de preocupación-. Estamos bien, solo era un poco de fiebre.

Por fin, Shikamaru se sintió capaz de respirar tranquilo. ¿Qué debía de pensar cuando al llegar a casa se la había encontrado vacía y solo había a la vista un trozo de papel con las palabras "Hemos ido al hospital" escritas en él? Podía jurar que nunca antes había corrido tanto, su mente procesando los miles de escenarios distintos con los que podía encontrarse. Quizá haber leído todos aquellos libros sobre el embarazo y la paternidad que Naruto le había dejado no había sido tan buena idea…

- Shikamaru, siéntate antes de que te caigas al suelo.

El Nara hizo caso a su mujer de manera automática, sentándose en el sillón que había junto a la camilla. Al otro lado Kankuro lo miraba sonriendo, como si aprobara aquella preocupación que estaba sintiendo.

- Vuestra amiga ya ha dicho que no es nada grave -informó el marionetista. Luego miró a su hermana de manera acusadora-. Pero también nos ha advertido que si vuelves a sentirte mal, acudas aquí corriendo, no te quedes en casa.

- No empieces a darme una reprimenda, Kankuro, porque te juro que…

Shikamaru soltó un suspiro aliviado mientras la discusión entre los dos hermanos continuaba; aquello era una señal clara de que todo estaba bien. Su familia estaba bien.

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El Nara se despertó en plena noche debido a la incomodidad del sillón donde se había quedado dormido. Kankuro se había tenido que marchar al atardecer para llegar a tiempo a una reunión en Suna que tendría lugar tres días después, por lo que solo él y Temari habían quedado en la habitación. Su esposa le había dicho que fuera a descansar a casa, que ella no iba a escaparse allí -era imposible con Tsunade haciendo guardia-, pero Shikamaru no iba a moverse del lugar. Tampoco es que la misión de la que había vuelto hubiera sido peligrosa ni agotadora, por lo que no sentía necesidad de volver a casa. Había podido ducharse en el baño del hospital y aquello era más que suficiente. Pero Kami, lo qué daría por un cojín que le evitase el dolor de cuello a la mañana siguiente…

Cuando se giró sobre la espalda, se dio cuenta de que Temari estaba despierta. Sus ojos estaban cerrados, pero el ritmo de su respiración y los pequeños movimientos que hacía la delataban.

- ¿Pensando en algo problemático?

- Hmmm… -respondió ella a modo de afirmación.

No había mucha luz en la habitación, pero sí la suficiente como para que el Nara pudiera ver el rostro de Temari. Había un camino de lágrimas recorriendo cada una de sus mejillas, cosa que cogió a Shikamaru por sorpresa. Había visto a su esposa llorar antes, por supuesto, sobre todo los últimos meses, y se había terminado acostumbrando a sus cambios de humor. Pero aquello era diferente.

Extendió una mano hacia su rostro -el sillón estaba lo suficiente cerca de la cama como para poder tocarla-, y apartó una de las lágrimas que había empezada a caer.

- Son las hormonas -dijo la chica en voz baja.

- Estoy seguro… ¿Y la razón?

- Nuestro hijo creciendo en mi vientre, vago.

- Sabes muy bien que no me refiero a eso, problemática.

Temari se mantuvo en silencio. Llevaba varias horas pensando en aquello, desde que se había despertado de un sueño. El mismo sueño que había tenido con el Tsukuyomi, con toda su familia creciendo junta.

- No estoy hecha para ser una madre, Shikamaru -dijo casi en un susurro-. Todo para lo que he sido entrenada… Mi infancia y la tuya fueron muy distintas.

- Y aun así los dos estamos aquí, ¿no? -dijo él, acariciando la mejilla de la chica con su pulgar-. Ninguno de los dos hemos sido entrenados para ser padres, ¿qué te hace pensar que será más fácil para mí?

- ¿Te has visto cuidando de Mirai? -respondió ella con media sonrisa.

- Podría decir lo mismo. Te recuerdo que me has quitado mi papel de favorito con ella.

Sabía que Shikamaru tenía razón, pero no era lo mismo. Mirai era una niña, no un bebé; que supiera cuidarla un rato no quería decir… Por Kami, ¡ni siquiera recordaba cómo era tener una madre! ¿Le habían leído algún cuento siendo pequeña para ir a dormir?, ¿se preocupó su padre por ella alguna vez?

- Vas a ser una madre excelente, Temari -dijo el Nara, interrumpiendo sus pensamientos-. Y yo trataré de serlo también. Además, tendremos a Kurenai y a mi madre para ayudarnos.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro?

- Tengo fé en el futuro. Por muy problemático que sea el camino -respondió él-. Así que confía en mí, mendokusai.

Finalmente, Temari sonrió.

- Más te vale que su primera palabra no sea "mendokusai", vago.

El Nara soltó una carcajada suave y se levantó un poco para besar a su mujer. Luego volvieron a cerrar los ojos para poder aprovechar las horas de sueño que les quedaban, con los dedos de sus manos entrelazados.

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El final del primer trimestre llegó con la gran noticia de que su bebé no sufría ningún tipo de problemas y que la etapa de riesgo de malformaciones había pasado.

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Las primeras patadas que el bebé dio fueron bien entrado Junio. La pareja se encontraba en el salón rellenando informes de la Alianza; era uno de esos raros días en los que Shikamaru no tenía ninguna misión o tenía que acudir a la ayuda del Hokage para que este no muriese aplastado entre hojas.

- Oh… -dijo de repente Temari, llevándose una mano a su ya abultado vientre.

Shikamaru levantó la vista de sus documentos por primera vez en varias horas.

- Por favor, dime que no has encontrado ninguna incoherencia que nos haga volver a empezar -pidió con voz cansada-. Ya he perdido la cuenta de cuánto tiempo llevamos aquí.

En lugar de responder, Temari tomó la mano del Nara que acababa de soltar el bolígrafo y la llevó a su vientre. Unos segundos después, el bebé dio otra patada. Shikamaru levantó la vista para mirarla y ella sonrió. En un impulso nervioso, el Nara se levantó y la besó con suavidad, separándose luego para colocar las dos manos en el vientre de la chica.

- Parece que tiene energía -dijo en voz baja.

- Pues espero que no se dedique a hacer eso todo el día -respondió ella, aunque sonriendo-. Es bonito, pero incómodo.

En lugar de seguir trabajando, Shikamaru llevó a su mujer al sofá, donde la tumbó de espaldas a él y pasó los brazos por debajo de los de ella, hasta depositar las manos en su vientre.

- Deberíamos seguir con lo que estábamos haciendo, vago.

- Los dichosos papeles no se van a mover de la mesa.

- Y tu hijo no se va a mover de mi vientre hasta al menos un par de meses más.

Shikamaru no respondió, sino que enterró la barbilla en el hueco entre el cuello y el hombro de la chica, haciéndole saber que no tenía ninguna intención de moverse en el resto de la tarde.

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No era extraño que de vez en cuando la pareja acudiera a casa de otros a cenar. Esa noche, sin embargo, eran Chouji y Karui quienes habían ido a la residencia Nara. La kunoichi de Kumogakure llevaba un mes más de embarazo que Temari,y aunque pareciera poco la diferencia era notable.

- Bee-sama dijo que compondría un nuevo rap para el bebé -dijo Karui mientras comían-. No estoy segura de si preocuparme o no…

Los cuatro presentes soltaron una carcajada; aunque sabían que el Hachibi lo hacía con buena intención, no estaban seguros de que un rap fuese lo apropiado para hacer dormir a un niño.

- Nosotros tenemos a Mirai haciendo todo tipo de preguntas incómodas -comentó el Nara.

- Por no decir que quiere que la dejemos de niñera en cuanto el niño nazca -añadió Temari.

La pequeña parecía crecer cada día más y con el tiempo también salía a la luz su personalidad activa y exigente.

- Ah… Dentro de poco cumplirá cinco años -dijo Chouji, pensativo-. Como pasa el tiempo… Por cierto, Shikamaru…

Antes de que el Akimichi pudiera seguir hablando, el teléfono de la casa sonó. El Nara soltó una disculpa y se levantó para cogerlo.

- ¿No puede esperar? -se le escuchó decir. Hubo unos segundos de silencio hasta que añadió- ...Está bien, iré en unos minutos.

Después de colgar el Nara volvió a la mesa y dio un beso en la mejilla de su esposa antes de dirigirse a la puerta.

- Kakashi necesita ayuda con unos documentos -explicó mientras se calzaba-. No tardaré mucho, pero seguir cenando sin mi.

Los otros tres presentes asintieron, y Karui soltó un suspiro cansado mientras el Nara abandonaba la casa.

- A este paso no vas a poder preguntarle, Chouji…

- ¿Preguntarle? -dijo Temari con curiosidad.

- Sí… Queríamos que Shikamaru fuera el padrino del bebé -respondió el Akimichi.

La kunoichi de Suna sonrió al oír aquella propuesta dirigida hacia su esposo; estaba segura de que estaría más que contento de aceptar.

- Se ilusionará de oírlo -dijo con ánimo-. Lleváis siendo amigos mucho tiempo, ¿no?

- Hai… Shikamaru siempre estuvo conmigo, incluso cuando otros niños no querían dejarme jugar con ellos -contestó Chouji, recordando su infancia. Luego sonrió-. Espero que nuestros hijos puedan llevarse igual de bien.

Temari asintió; si el hijo o hija de Chouji era la mitad de bondadoso y amable que su padre, sabía que su propio hijo habría ganado un buen amigo.

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Cuando Gaara entró en el despacho del Hokage no esperaba encontrarse a su hermana allá entregando unos informes. Sabía que todavía seguía trabajando para la Alianza y rellenando documentos, pero aun así había sido una sorpresa. Y estaba… diferente.

- ¡Ah!, ohayo, Gaara -dijo al verle-. No te esperábamos hasta la tarde.

- Al final pudimos avanzar a través de la tormenta -indicó el Kazekage refiriéndose también a sus escoltas, quienes esperaban fuera del despacho.

- Me alegra que hayas llegado bien, Kazekage -dijo Kakashi, sonriendo bajo la máscara-. Podemos adelantar la reunión de mañana a esta tarde si te parece bien.

- Hai, no hay ningún problema.

El Hokage asintió mientras apuntaba el cambio en un documento. Un shinobi apareció un instante después para llevarse el papel y entregarlo al resto de miembros que acudirían a la reunión. Después Gaara y Temari abandonaron la habitación, camino a la salida del edificio.

- ¿Quieres que te acompañe a casa? -preguntó el pelirrojo.

- Hai, arigato, Gaara.

Recorrieron las calles de Konoha despacio los dos solos, los escoltas del Kazekage despachados por orden de este. Mientras caminaban, el chico miraba de vez en cuando a su hermana, temiendo ir demasiado rápido, o dudando sobre si tenía que ayudarla a caminar. ¿Cómo había actuado Kankuro la última vez que había estado allí? Debería haberle preguntado…

- No tienes que hacer nada, Gaara -dijo de repente Temari, leyéndole el pensamiento.

- Hai…

Cuando llegaron a casa, la kunoichi fue a la cocina para preparar algo de té para los dos. Estaban solos, ya que Shikamaru había sido enviado a una misión el día anterior, aunque no debería tardar mucho más en volver.

Mientras dejaba la tetera y las tazas sobre la mesita del comedor, Temari notó una de las habituales patadas de su hijo. Sonrió al sentirlo y se dio cuenta de que era algo que su hermano menor debería notar también.

- Siéntate aquí, Gaara -pidió la chica, señalando el asiento junto a ella en el sofá.

El Kazekage quedó con curiosidad ante la petición, pero se levantó de su posición frente a ella y se sentó donde le había indicado que lo hiciera.

- Por una mano en mi vientre.

Ahí fue cuando la expresión del pelirrojo cambió por una de sorpresa; todavía seguía sintiéndose incómodo alrededor de los niños, incluso si estos todavía no habían nacido. ¿Y si hacía algo mal?

Al ver que su hermano no reaccionaba, Temari sonrió y tomó la mano del chico con la suya, llevándola hasta su vientre y dejándola ahí. Tardó un poco, pero finalmente el bebé terminó dando una patada que el Kazekage estaba claro que había notado. Su expresión fue aún más sorprendida si cabía.

- Eso es tu sobrino o sobrina saludándote -dijo la kunoichi.

- ¿No te duele? -preguntó el pelirrojo.

El chico estaba pasando la mano por el vientre de su hermana sin darse cuenta, todavía fascinado por lo que acababa de sentir.

- Es incómodo a veces, sobretodo cuando quiero dormir -explicó ella-. Pero es una señal de que el bebé está ahí y se encuentra bien.

Gaara asintió, entendiendo el alivio que aquellas patadas suponían para su hermana. Luego la chica procedió a servir el té y pasaron un rato hablando de la vida en cada aldea durante los últimos meses. Después de comer, cuando quedaba poco para que su hermano se marchase a la reunión con el Hokage, le enseñó el cuarto donde se quedaría el bebé.

En la habitación que compartían Shikamaru y Temari había una cuna y un cambiador para los primeros meses, pero uno de los cuartos de invitados del piso superior había sido cambiado para alojar al niño. Además de lo básico, había un armario lleno de ropa de todo tipo, la cual a Gaara le pareció demasiado pequeña como para vestir a un ser humano. También había muchos juguetes, peluches de ciervos… Muchos de ellos con etiquetas que indicaban que habían sido regalo de algún amigo. Por ejemplo, un pequeño peluche con forma de zorro y nueve colas, estaba claro que era un presente del conocido Uzumaki.

Mientras salía de la casa de su hermana, Gaara no podía dejar de pensar que tenía que encontrar algún regalo que hacerle a su futuro sobrino, pues hasta Kankuro estaba ya trabajando en un juego de marionetas de toda la familia.

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Los últimos días del mes vinieron acompañados de la sorpresa de un regreso inesperado. Para sorpresa de todos, Uchiha Sasuke y Haruno Sakura habían vuelto a la aldea, acompañados además de un pequeño bebé cargado por el chico.

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En Julio fue la segunda vez que Temari acudió al hospital antes de lo previsto, esta vez por voluntad propia y en solitario; Shikamaru estaba, de nuevo, de misión. Entendía perfectamente que su esposo tenía que trabajar, pero no le hubiera importado que la llevase en brazos hasta el maldito hospital, porque el hecho de que estuviera empezando a parecerse a un globo hinchado era también culpa suya.

- Ohayo, Temari, ¿cómo te sientes hoy? -preguntó Tsunade.

Ino todavía seguía trabajando en el hospital, pero la ex-Hokage había recomendado que no usase más ninjutsu médico de la cuenta, por lo que ahora era Tsunade quien llevaba las citas de las embarazadas de la aldea y controlaba la salud de Boruto y Sarada.

- Estoy bien, no he vuelto a tener ningún problema en estos meses, pero… -empezó a explicar-. La última vez dijiste que debía esperar una mayor frecuencia en las patadas del bebé y algún otro cambio. No he sentido nada nuevo, por eso he pensado que sería mejor venir.

La Sannin frunció el ceño, pero no parecía profundamente preocupada.

- Puede que no sea nada, pero mejor vamos a comprobarlo, ya que estás aquí.

Temari dejó su pronunciado vientre a la vista, mucho más fácil de destapar con el tipo de ropa que llevaba ahora. Un momento después Tsunade colocó las manos sobre su tripa, comenzando a transmitir un poco de chakra. Hizo un recorrido general y luego se apartó con una sonrisa.

- No hay nada de lo que preocuparse -dijo al final-. En todo caso es una señal de que el niño se parecerá más a su padre, pero depende de ti tomar eso como una buena o mala noticia.

Temari sonrió aliviada ante la noticia, y procedió a taparse. Luego se levantó de la camilla y volvió a calzarse.

- Arigato, Tsunade.

- No es nada -respondió la rubia-. Aunque tengo miedo de que todos os hayáis empezado a reproducir a la vez, ¿tienes idea de la locura que se extenderá en la aldea cuando hayan nacido todos?

La kunoichi de Suna soltó una carcajada ante la idea, pero supo bien que el ex-Hokage tenía razón. ¿Una nueva generación con sus genes? Tendrían suerte si la aldea no era destruída en unos años.

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- ¿Qué ha dicho Tsunade? -fue lo primero que preguntó Shikamaru al verla entrar en casa.

- Ohayo a ti también, vago -respondió su esposa con una sonrisa.

El Nara interpretó aquello como una buena señal y se rascó la nuca a modo de disculpa, esperando por lo que deseaba escuchar.

- El bebé está bien, solo es perezoso, como su padre.

- ¿En serio? -volvió a preguntar.

Ella asintió mirándole a los ojos y el Nara se acercó para colocar sus manos en el vientre de la chica.

- Mendokusai, no ha nacido y ya nos está haciendo preocupar…

- Es un problemático, me pregunto de quién le vendrá…

- Oi, oi, esa frase es mía.

La chica le sacó la lengua y fue a la cocina para prepararse un té. Se sentía incómoda andando más de la cuenta, pero Tsunade le había recordado que era bueno que saliera a dar un paseo de vez en cuando. Aquello no quitaba que le dolieran los pies y la espalda, pensó mientras bufaba.

- Pareces un gato enfadado -dijo su esposo desde el salón.

- Prueba a tener el tamaño de un globo a punto de explotar.

- No estás tan grande, problemática… Además, Ino dijo que el bebé aún crecería durante los siguientes meses.

- No lo estás mejorando, Shikamaru.

El Nara soltó una carcajada y se levantó del sofá para ir a la cocina. Temari estaba de espaldas a la pared, sirviéndose té en una de las tazas. El chico envolvió el cuerpo de su mujer con los brazos y depositó las manos en su vientre.

- Así eres mucho más fácil de abrazar -dijo para intentar animarla-. Además, ya se lo dije en su día a Chouji; los hombres preferimos a las mujeres con algo de peso.

La kunoichi echó el brazo atrás para clavarle el codo en las costillas a su marido, pero también sonrió. Dio un sorbo a su té y se giró para besarle.

- Más te vale que sigas pensando así cuando esté el doble de grande dentro de un par de meses -le amenazó al separarse.

El Nara negó con la cabeza, sabiendo que nada que dijera haría que su esposa dejara de quejarse. "Solo unos meses más", pensó, "luego el problema de los cambios de humor desaparecerá". Sí, y cuando aquello acabase empezarían las noches sin dormir porque el bebé lloraba -Naruto lo había puesto al día, e incluso Sasuke había hablado de ello-, pero prefería pensar en ese momento cuando llegase.

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Uno de los muchos inconvenientes de tener un vientre tan abultado era la dificultad para alcanzar algunas cosas de la casa, especialmente si no tenías a un marido al que llamar para que lo hiciera por ti.

Pero ese día Shikamaru había llamado para decir que no iría a dormir, por lo que Temari tenía que hacer todo por su cuenta. Y no, no iba a llamar a su suegra ni a una de sus amigas para que le ayudasen. En su lugar, la kunoichi decidió quedarse sentada en una de las sillas de la cocina, mirando a los armarios que había conseguido abrir pero sin posibilidad de alcanzar su contenido. Claro que una de las opciones era subirse en la silla, pero no quería arriesgarse a caerse; sabía bien que su equilibrio no era el mismo que hacía unos meses y no quería arriesgarse a caer.

Todo aquello sería mucho más fácil si el vago no pasara horas trabajando, pensó. No entendía por qué se empeñaba en quedarse hasta tan tarde en el edificio del Hokage cuando el propio Kakashi le recomendaba volver a casa.

Mientras seguía perdida en aquel pensamiento, otro acudió a su mente. La verdad es que no sabía cómo es que no se le había ocurrido antes. Sabía que no era algo que debiera hacer a menudo por el gasto de chakra que suponía, pero dado que no estaba combatiendo, estaría bien. De tal forma que Temari se llevó uno de los dedos pulgares a la boca, lo mordió y dejó que una gota de sangre saliera antes de apoyar la mano sobre la mesa y realizar la invocación. Una nube de humo más tarde, Kamatari estaba ahí.

La comadreja tardó unos segundos en darse cuenta de dónde estaba; no reconocida la casa, pero sí a la kunoichi frente a él. No obstante, le parecía raro que le hubiera llamado cuando no estaba peleando, y aún más extraño era…

- Temari, ¿en qué momento has dejado de entrenar a diario?

Una parte de ella quiso mandar a volar al animal de un golpe, pero la otra le dijo que no sería lo correcto. Y era verdad; realmente había echado de menos a aquel amigo. O quizá fueran solo las hormonas.

- No he engordado por dejar de entrenar, Kamatari -dijo Temari, suspirando-. Estoy embarazada.

- ¿No te ha bastado con casarte con el llorón que encima cargas con un hijo suyo?

- Oi, oi, estás hablando de mi marido…

La comadreja mostró media sonrisa y soltó su guadaña para apoyarse sobre ella.

- Ahora entiendo que no me hayas convocado en estos últimos meses -comentó, pensando en ello-. Aunque no creo que aceptaras quedarte en casa a la primera, ¿verdad?

- Shikamaru tuvo que amenazar con atarme en más de una ocasión -admitió la rubia, sonriendo.

Los dos soltaron una suave carcajada; Temari no se había dado cuenta de lo mucho que había echado de menos a Kamatari.

- Bueno, si no estás en combate, ¿por qué me has llamado? -preguntó la comadreja-. No es que no me alegre de verte y ver que vas a tener un retoño, pero…

- Ah… No alcanzo a coger algunas cosas de las estanterías.

Kamatari miró hacia donde la kunoichi señalaba y luego de vuelta a la chica. Repitió el gesto varias veces, como si no pudiera creerse aquello.

- ¿Me has llamado para que coja algunas cosas de una estantería a la que no llegas?

- Nuestro contrato dice que vendrías cuando te invocase porque necesitaba ayuda -dijo la chica, sonriendo como ella sabía-. No especificamos que sería solo en combate.

La comadreja volvió a mirar a la estantería y de nuevo a su invocadora, finalmente negando con su pequeña cabeza.

- Espero que ninguno de mis compañeros se entere de esto -dijo mientras saltaba de la mesa a la encimera sobre la que se encontraban las estanterías-. Tengo una reputación que mantener, ¿sabes? -escaló por la madera y alcanzó la puerta abierta, metiéndose en una de las baldas y mirando lo que había a su alrededor-. ¿Qué es lo que necesitas que coja?

Temari sonrió mientras veía moverse a Kamatari, sabiendo que por mucho que se quejase, había pocas cosas -sino era ninguna-, que aquella comadreja no haría por ella.

- Las dos latas del balde de arriba, y del otro armario las especias que hay en una caja de madera -empezó a decir.

Unos minutos después, todo lo que necesitaba para hacer la cena estaba plenamente a su alcance. Kamatari se ofreció entonces a irse, pero la kunoichi le sugirió que se quedase a comer y le mantuviese en compañía. La comadreja accedió, acordándose de la infancia de su invocadora, cuando -aunque no lo admitiera-, mantenía su invocación un poco más para no estar sola en su cuarto. Mientras cenaban en el comedor, hablando de distintas cosas, Kamatari no pudo evitar darse cuenta de cuánto había cambiado Temari desde la primera vez que lo invocó, siendo una niña, a ahora que estaba a punto de ser madre. Esperaba que la kunoichi no empezase a llamarlo para hacer de niñera una vez el bebé naciese, o su vida se volvería mucho más problemática.

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El 8 de Agosto Shikamaru fue oficialmente nombrado padrino tras nacer ChoCho. Karui había dado a luz a una niña sana y fuerte, cosa de lo que su padre no podía estar más orgulloso. Y aunque en muchos aspectos se parecía a su madre, el poco cabello que tenía era idéntico al de Chouji, por no hablar de su apetito…

El Nara tenía que admitir que estaba nervioso la primera vez que sujetó al bebé; la última vez que había hecho algo así era con Mirai y de aquello hacía unos cuantos años ya. Sin embargo, descubrió que para él todavía era algo natural, e incluso recibió las gracias por parte de Karui al haber conseguido que ChoCho se quedase dormida.

- ¿Te has dado cuenta de cuántos niños vas a tener que cuidar, vago? -dijo Temari mientras abandonaban el hospital para que los nuevos padres disfrutasen de su hija en privado-. Primero prometiste entrenar a Mirai, ahora has prometido proteger a ChoCho y luego tendrás que criar a nuestro hijo.

- Mendokusai, problemática, no me hagas pensar en ello ahora… Estaba feliz hasta hace unos segundos.

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Debido a que ya estaban en el séptimo mes de embarazo, y por muy extraño que pudiera ser -todo indicaba que el bebé sería igual de tardón que su padre-, la pareja ya tenía preparada una mochila con todo lo necesario para ir al hospital en cualquier momento. Además, Gaara y Kankuro habían pedido ser avisados de inmediato cuando el momento llegara, pues dejarían atrás lo que estuvieran haciendo para poder ir con su hermana.

- Neh, Shikamaru -llamó Temari desde el salón, donde estaba sentada leyendo un libro-. Hay algo que todavía no hemos hablado seriamente…

- ¿Y qué es? -preguntó su marido mientras terminaba de limpiar la mesa donde habían comido.

- El nombre.

- Ah… Tienes razón.

El Nara terminó de recoger todos los utensilios en la cocina y caminó al salón para sentarse junto a su esposa. Era cierto que en algunos momentos habían discutido aquello, pero nunca demasiado en serio ni pudiendo llegar a un acuerdo válido. A ese paso, su hijo nacería y tendrían que seguir refiriéndose a él o ella como "el bebé".

- ¿Tienes algo en mente? -preguntó él.

- No lo sé -respondió ella, cerrando el libro y encogiéndose de hombros-. Ya he perdido la cuenta de las veces que me has dicho que en tu clan es costumbre que los niños reciban un nombre que empiece con "Shika". ¿Pero tienes idea de lo difícil que es encontrar un nombre así para una niña?

Shikamaru soltó una carcajada ante el mohín de Temari, que parecía haberle estado dando vueltas al asunto mucho más que él.

- ¿Cómo estás tan segura de que va a ser niña?

- No lo estoy, pero es una posibilidad, ¿no?

- Podríamos llamarla simplemente "Shika".

- Eres muy original, Shikamaru.

- ¿Y por qué no? Es un nombre de mujer, está relacionado con el clan, e incluso otros de sus significados es "con intenciones excelentes".

- Ese es el problema, vago, si es nuestro hijo, dudo que ese nombre sea el adecuado.

La pareja se miró unos segundos, y luego rieron. Sí, la verdad es que aquel no era un nombre apropiado al fin y al cabo…

- Pensemos entonces el nombre si es un niño -propuso él.

- Ah, eso ya lo he pensado -dijo ella, con su típica sonrisa-. Shikadai.

El Nara la miró sorprendido, pues no esperaba que Temari estuviera tan de acuerdo en seguir la tradición de su clan. Luego cayó en cuenta, riendo:

- ¿No quieres que si es una niña se llame Shika, pero sí aceptas Shikadai para un niño?

- ¡Es completamente diferente, vago!

- ¡No, no lo es! -respondió él, todavía riendo.

El chico esquivó con habilidad el golpe que su esposa pretendía darle con el cojín y dejó este fuera de su alcance, en un lugar seguro.

- Piensa tú en otro entonces.

- No, no hace falta -dijo él-. Me gusta Shikadai.

Temari sonrió de manera satisfecha, dejándose abrazar por su esposo y aprovechando uno de esos raros momentos en los que él no estaba de misión y ella no sentía náuseas o antojos.

- Neh, ¿entonces qué haremos si es niña?

- Mendokusai…

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Debido a lo molesto que comenzaba a ser para Temari desplazarse de un lado a otro, su cumpleaños se celebró en casa. Esto, sin embargo, también fue un alivio para sus amigos, quienes podían llevar tranquilamente a sus hijos o en el caso de Ino, no tener que andar demasiado. Al final, los "jóvenes de Konoha" estaban empezando a descubrir cómo el ser padres y madres afectaba a su vida social. No obstante, tampoco tenían mucho de qué quejarse.

- Omedeto, Temari -le felicitó la Yamanaka al entrar en la casa.

- Arigato, Ino -respondió la kunoichi con una sonrisa- ¿Cómo te encuentras?

- Algo cansada, parece que el bebé esté practicando taijutsu en mi tripa.

Temari no pudo evitar soltar una carcajada, porque comprendía perfectamente a qué se refería la chica. Luego la acompañó al salón, donde podría sentarse a descansar mientras comía algo. En la habitación se encontraban también el resto de invitados, aunque algunos como Sai o Naruto estuvieran de misión. Ver aquella imagen desde fuera, sin embargo, hizo que la Sabaku No se diera cuenta de lo mucho que echaba de menos a sus hermanos; era el primer cumpleaños -desde que los celebraban-, que no pasaban juntos. Malditas hormonas.

- ¿Estás bien?

Shikamaru se había desplazado junto a su esposa al ver cómo cambiaba su expresión, mostrando él preocupación en sus ojos. Temari sonrió.

- Hai… Solo estoy algo nostálgica.

- ¿Hay algo que pueda hacer para mejorarlo?

- Podrías ir a buscar arena y hacer un pequeño desierto en el jardín.

El Nara puso los ojos en blanco ante la propuesta de su mujer, pero sonrió al ver que su humor estaba algo mejor.

- Para eso mejor le decimos a Gaara que vacíe su calabaza la próxima vez que venga -respondió mientras la acompañaba al centro del salón, donde estaban sus amigos-. Seguro que está más que contento de hacer un castillo de arena para la Princesa de Suna.

Como siempre que la llamaba así, Shikamaru recibió un codazo en las costillas por parte de su esposa, pero al menos la radiante sonrisa de Temari estaba de vuelta.

Los invitados fueron abandonando la casa conforme la tarde avanzaba, hasta que finalmente Yoshino también se marchó, no sin antes dejarles con comida suficiente para todo el mes. En ese momento Temari estaba tumbada en toda la longitud del sofá, tratando de leer pero incapaz de mantener la concentración. No muy lejos de ella, en el suelo, Shikamaru jugaba al shogi contra sí mismo. En otras circunstancias la kunoichi se hubiera puesto a jugar con él -especialmente ahora que podía ganarle-, pero no tenía ganas. En su lugar, dejó el libro sobre la mesa de té y comenzó a cerrar los ojos. Sin embargo, cuando comenzó a sentir que entraba en el mundo de los sueños, algo colisionó contra su cara.

- ¿Qué crees que haces, Shikamaru? -dijo con voz amenazadora, cogiendo el cojín que le había golpeado.

- Evitar que te duermas, problemática.

- ¿Y por qué razón no debería dormirme? -contestó, lanzándole de vuelta el cojín-. Estoy en mi casa, en mi sofá y tengo sueño.

El Nara abandonó el tablero de shogi y se sentó en el sillón junto al sofá donde se encontraba la chica.

- Todavía no te he dado mi regalo.

Temari se incorporó sobre el sofá, apoyando la espalda en el respaldo y levantando una ceja inquisidora.

- Creía que habíamos dicho que no nos compraríamos nada.

- Y yo no he comprado nada -respondió el chico con una sonrisa de autosuficiencia.

La curiosidad invadió a Temari, quien trató de ocultarlo sin mucho éxito.

- ¿Y bien? -preguntó- ¿Qué es entonces?

- Lo sabrás cuando llegue.

- Vas a terminar recibiendo un golpe, vago.

- Aprende a tener paciencia, problemática.

La kunoichi cogió otro de los cojines del sofá y se lo lanzó a la cara para demostrarle dónde se encontraba su paciencia en ese momento. Pese a ello, Shikamaru rió y se puso en pie para ir a la cocina.

- No puedo dártelo hasta que llegue -dijo mientras caminaba- ¿Qué te parece si lo esperamos cenando?

- Como esperemos mucho, mi cumpleaños pasará; va a anochecer de un momento a otro.

- Ten un poco de fé, problemática.

Por un momento Temari se planteó seriamente si la tortura serviría para sacarle a su esposo la respuesta a cuál era su regalo. No obstante, terminó decidiendo que aquello era algo demasiado cansado para una mujer embarazada de siete meses. En su lugar, volvió a tomar el libro que leía antes y lo retomó donde lo había dejado.

- Avísame cuando esté todo listo.

Desde la cocina Shikamaru respondió con una afirmación. Durante el último par de meses, él cocinaba la mayor parte del tiempo y de vez en cuando Temari se unía al Nara en la cocina. No es que le importara, aunque a veces era molesto tener que repetir la comida que había preparado porque no satisfacía los antojos de su mujer. Problemático.

Tardó una hora en preparar la cena y emplearon otra para comerla y recoger todo. Una vez terminaron y se dispusieron a descansar otro rato en el salón, se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta. Temari miró a su marido extrañada, ya que aquellas no eran horas de visitas. Sin embargo, el Nara solo le sonrió y le indicó que fuera a abrir. Aunque le pareció sospechoso, le hizo caso y se acercó a la puerta. Cuando la abrió, se encontró con dos figuras que reconocía bien.

- Por un momento pensamos que no llegaríamos antes de acabar el día…

- Kankuro, Gaara… ¿Qué hacéis aquí?

- Es tu cumpleaños, nee-san -respondió el pelirrojo, como si fuera algo natural.

Temari sonrió y sintió un par de lágrimas asomar por sus ojos -culpa de las hormonas, claro-, pero se hizo a un lado para que sus hermanos entrasen en casa.

- Traemos aperitivos de Suna -informó el marionetista una vez terminó de descalzarse-. Aunque no ha sido fácil conseguir que llegasen enteros.

- Es posible que sea porque te intentaste comer alguno, Kankuro -añadió Gaara con una suave sonrisa.

El Kazekage sacó los mencionados aperitivos de la mochila que había cargado y se los ofreció a su hermana.

- Hemos comprado tus favoritos.

- Arigato, chicos.

- No es nada -contestó el castaño, acercándose a ella y colocando las manos en su vientre-. Y ahora dime, ¿cómo se encuentra mi sobrina o sobrino? -de repente, sintió un golpe en la palma de su mano y su expresión cambió- ¿Eso ha sido una patada?

Temari asintió y los ojos de Kankuro se iluminaron; él solo había podido escuchar por parte de Gaara cómo era sentir las patadas de un bebé, pero ahora entendía a lo que su hermano se había referido.

Un momento después la familia se desplazó al salón, donde Shikamaru había llevado té para que pudieran disfrutarlo junto a la comida de Suna que los hermanos de Temari habían llevado.

- ¿Cómo habéis conseguido venir? -preguntó la chica, saboreando la comida que tanto añoraba a veces-. Creía que teníais mucho trabajo.

- Y lo hemos tenido -respondió Kankuro-. Pero Shikamaru estuvo trabajando con nosotros por videoconferencia para poder adelantarlo y tener tiempo de venir.

- ¿Es por eso que llegabas tan tarde algunas veces? -cuestionó mientras se giraba hacia su marido.

El Nara se rascaba la nuca en un gesto nervioso -había tenido que aguantar algunas broncas de Temari por llegar tarde a casa-, pero aun así sonreía.

- Te dije que mi regalo no era algo que hubiera comprado, problemática.

- Arigato, vago.

La pareja compartió una sonrisa sincera y luego siguieron comiendo. Durante el resto de la noche -Gaara y Kankuro partirían a la mañana siguiente-, se dedicaron a hablar de cualquier cosa que no fuera del trabajo. El principal tema de conversación fue el bebé, e incluso Shikamaru y Temari les mostraron cómo la habitación donde este se quedaría ya estaba casi terminada. También pudieron ver algunos de los regalos que les habían hecho y las pequeñas prendas de ropa que habían escogido. Al final del día, Temari se dio cuenta de que lo que más añoraba no era Suna, sino pasar tiempo con sus hermanos. Aquella sensación, sin embargo, desaparecía cada vez que la visitaban.

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El "gran día" llegó antes de lo previsto, lo que tomó por sorpresa a… Bueno, a todo alma que vivía en Konoha, a decir verdad. Shikamaru se encontraba sentado en el sofá de la casa, con su mujer tumbada entre sus piernas, cuando escuchó el sonido del teléfono. La pareja soltó un gruñido al mismo tiempo.

- Es mi cumpleaños, ¿no pueden dejarme tranquilo? -dijo el Nara entredientes, escondiendo la cara en la cabellera de su mujer.

- Se suponía que hoy tendrías el día libre, ¿no?

Shikamaru gruñó como respuesta, pero sabían que aquello servía de poco. Aunque la tecnología se estuviera desarrollando, solo unos pocos tenían teléfonos en sus casas u oficinas. Por tanto, quien estuviera llamando tenía una razón de peso para hacerlo. Pero el Nara no quería levantarse.

- Vago, el ruido me está poniendo de los nervios -acabó diciendo la chica-. Así que levanta el culo y responde.

Pese al tono amenazante, Shikamaru sonrió y le dio un beso en el cuello antes de ponerse en pie y acercarse al mueble donde estaba el teléfono. Una voz cansada respondió al otro lado.

+ Empezaba a pensar que no ibas a contestar, Shikamaru.

- Kakashi, es mi día libre…

+ Hai, hai… Pero es una emergencia… O algo así -la voz del Hokage sonaba dudosa, señal de que a él tampoco le hacía gracia tener que llamarle-. Hay una misión de la Alianza en marcha y por votación de los Kages se ha acordado que los miembros del Consejo acudan. Por supuesto que Temari está exenta de ir, pero la excusa de que es tu cumpleaños no ha servido para convencer al resto…

- Mendokusai… ¿Cuándo hay que partir?

+ Esta tarde si quieres llegar a tiempo. Ya he seleccionado a otros dos shinobis que irán contigo. ¿Algún problema entonces?

- … Espero recuperar mi día libre en otro momento.

+ No te preocupes, tomo nota -el Nara podía imaginarse al Hokage sonriendo bajo la máscara.

- Estaré en las puertas a las seis.

+ Arigato, Shikamaru.

Un momento después la llamada terminó y puede que el Nara colocase el teléfono en su sitio con algo más de la fuerza necesaria. Al levantar la vista, pudo ver que Temari se estaba aguantando las ganas de reír.

- Ni se te ocurra reírte, problemática.

Finalmente, la chica soltó una carcajada, que fue contestada por un gruñido del Nara.

- Solo tú puedes tener tan mala suerte, vago.

El chico decidió hacer oídos sordos a las burlas de su esposa y fue a buscar su equipamiento para tenerlo a mano cuando tuviera que partir. Todavía era mediodía, así que al menos podría comer tranquilo.

- Te acompañaré hasta la entrada.

- No hace falta, Temari, si estás cansada…

- Un poco de dolor de pies no es nada, vago -le interrumpió la chica-. Además, no soporto estar todo el día en casa. Solo asegúrate de volver, porque nosotros estaremos aquí esperando.

Con una sonrisa, el Nara volvió junto a su esposa y recuperó su anterior posición en el sofá, colocando sus manos sobre el abultado vientre de la chica.

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Por la tarde, Temari apenas llevaba quince minutos en casa cuando notó que algo había cambiado. Media hora antes había despedido a Shikamaru en los portones de la aldea y se había tomado su tiempo para volver al barrio Nara; nunca era bueno apresurar a una mujer embarazada.

Había decidido tomar un té, ya que era bueno que se mantuviera hidratada y entonces lo había notado. Un hilo de líquido recorriendo cada una de sus piernas. Por un momento lo confundió con un escape de orina, porque sí, aquello era bastante común cuando tu vejiga se había reducido a un tamaño cómico para que tu hijo tuviera espacio para crecer. Pero cuando trató de hacer los ejercicios que le habían enseñado para controlar la pérdida, vio que no paraba. La retahíla de insultos que siguieron aquel momento fue digna de escuchar. Todavía maldiciendo, alcanzó el teléfono del salón y marcó un número que había memorizado por si acaso.

+ ¿Sí?

- Yoshino, soy Temari, ¿puedes venir a casa?

+ Claro, no tardo nada. ¿Pasa algo?

- Creo que he roto aguas.

+ Estaré ahí en un momento.

La otra línea colgó y el cerebro de Temari se bloqueó un momento, ¿qué era lo que Ino le había dicho que tenía que hacer?, ¿sentarse?, ¿quedarse de pie? No, lo primero era ir a buscar la bolsa que Shikamaru y ella habían preparado, luego ir al hospital. Su bebé no corría ningún riesgo.

Con toda la calma que pudo -resultaba un poco difícil, sabiendo lo que le esperaba dentro de nada-, fue capaz de avanzar hacia el cuarto de invitados del piso inferior. Por si aquella situación en la que se encontraba sucedía, habían dejado una bolsa en el piso superior y otra abajo. Una vez dejó la mochila sobre la mesa del comedor se paró a respirar con tranquilidad para recuperar un ritmo normal.

- Se supone que ibas a ser como tu padre, ¿sabes? -dijo mientras acariciaba su vientre-. No que vendrías antes de tiempo.

De repente alguien abrió la puerta de su casa y Kurenai y Yoshino entraron corriendo, acercándose a ella.

- ¿Es esta la bolsa que tenéis preparada? -preguntó la sensei.

Temari asintió y Kurenai se echó la mochila al hombro. Un momento después Yoshino y ella pasaron cada una un brazo de la rubia encima de sus hombros y salieron de la casa.

- ¿Hace mucho que lo has notado? -preguntó la líder del equipo 8.

- Unos minutos.

Kurenai asintió y se mantuvieron en silencio el resto del camino, que tampoco fue mucho tiempo, ya que las kunoichis decidieron viajar por los tejados. En el momento en el que entraron en el hospital se encontraron con Sakura, quien al verlas empezó a gritar órdenes de un lado a otro y en poco tiempo fue asistida por Tsunade.

- ¿Puede alguien, por favor, ir a buscar al vago? -preguntó Temari en un tono demasiado amable, mientras la sentaban en una silla de ruedas-. Salió de misión hace menos de una hora.

- Mandaré el halcón más rápido de la aldea -dijo Kurenai, yéndose al momento.

- No te preocupes, Temari, aún queda un poco para que tu bebé nazca -dijo Sakura, sonriéndole-. Vamos a llevarte a una habitación para que estés cómoda y luego veremos cómo proceder, ¿vale?

La kunoichi asintió de forma automática, ya que parecía que todo lo que había leído sobre aquel momento había desaparecido de repente de su mente. Menudo momento para quedarse en blanco.

Los siguientes instantes fueron algo confusos para ella, pues oía a Sakura y Tsunade ir de un lado a otro, apuntando algo en sus hojas y haciéndole preguntas de vez en cuando. Cuando todo aquello acabó, recibió varias noticias: sí, había roto aguas; no, su hijo no iba a nacer aún; sí, todo iba bien; y no, no podía volver a casa. Le dieron prácticamente dos opciones; quedarse en la cama de la habitación practicando distintas posturas que le ayudarían a dilatar, o caminar con un acompañante por el piso. Era evidente qué opción eligió, ya que era incapaz de quedarse quieta cuando su mente estaba tan abarrotada de distintos pensamientos. Sobre ellos, sin embargo, prevalecía uno: ¿dónde demonios estaba el vago?

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Shikamaru había sido enviado a realizar la misión con otros dos jounin con los que no estaba acostumbrado a trabajar. Y aquello era problemático. Pero no podía pedir a Chouji que dejara a su hija de un mes para ir con él y ni se plantearía ir a buscar a Ino, que ya tenía casi seis meses de embarazo.

Sin embargo, los tres miembros del equipo pararon en seco al notar la sombra de un ave sobrevolando sus cabezas. Si hubiera sido una paloma u otro pájaro pequeño no se preocuparían, pero habían sido entrenados para diferenciar entre esos y los halcones de la aldea. Apenas llevaban media hora corriendo, por lo que si alguno de ellos estaba siendo contactado, bien podía ser algo urgente, o un aviso de que la misión había sido cancelada. En cualquier caso el ave descendió hasta posarse en el brazo extendido de Shikamaru, quien tomó con cuidado el papel que llevaba en el bolsillo de la pata. En cuanto el Nara terminó de leerlo, salió corriendo de vuelta a Konoha.

"Temari ha roto aguas", era todo lo que ponía en aquel trozo de papel. Shikamaru ni siquiera se molestó en explicar a sus compañeros qué sucedía; estaba dispuesto a volver lo más rápido que pudiera a la aldea. Si habían tardado treinta minutos en llegar hasta ese punto, él regresaría en quince. No quería arriesgarse a sufrir la ira de su esposa por perderse aquel momento.

Izumo y Kotetsu apenas fueron capaces de verlo pasar cuando se adentró de nuevo en la aldea. En cuanto le fue posible el Nara subió al tejado más cercano y fue saltando hasta el hospital, donde entró jadeando.

- ¿Dónde está? -preguntó a la recepcionista.

Una de las pocas ventajas de ser tan conocido -y de que su esposa lo fuera también-, es que no necesitaba dar más explicaciones para que aquella enfermera supiera de lo que hablaba.

- En el ala de maternidad -respondió la mujer con una sonrisa tranquilizadora-. Sakura-sama y Tsunade-sama están a su cargo, no tiene nada de qué preocuparse. Yoshino-san la está acompañando ahora mismo.

El Nara asintió a modo de agradecimiento y se apresuró hacia el pasillo que la mujer le había señalado, no corriendo, pero sí andando todo lo rápido que podía. Cuando llegó por fin a su destino, se encontró a su esposa con una bata de hospital cubriéndole y caminando de la mano de su madre.

- Arigato -dijo, mirando a Yoshino.

- No es nada, ¿te encargas desde aquí?

Shikamaru asintió e intercambió posiciones con la mujer, sujetando él a su esposa. Yoshino sonrió mientras los miraba y luego indicó que estaría en la sala de espera junto a los demás, en caso de que la necesitaran. Temari se lo agradeció, pues era gracias a ella que había conseguido recomponerse.

- ¿Cómo te sientes? -preguntó con duda el Nara, mientras empezaban a andar a un ritmo lento.

- Sakura quería que me quedara en la cama probando distintas posturas -respondió la kunoichi con enfado.

- Qué poco considerada -dijo Shikamaru, con burla-. Pedirte eso a ti…

- No bromees ahora, vago, o te juro que no respondo de mis actos.

- Hai, hai… Siento haber tardado -se disculpó, aunque ambos sabían que el chico había corrido hasta allí- ¿Has avisado ya a tus hermanos?

- Sakura le ha dicho a Naruto que los llame hace un momento, así que debe de estar hablando con ellos ahora.

- ¿Y qué te ha dicho Sakura a ti?

- Que necesito dilatar más antes de empujar -explicó Temari, que ya había conseguido recuperar toda la calma que le era posible-. Y andar es una de las mejores formas de hacerlo. Además de que me distrae el dolor de las contracciones -luego añadió con una sonrisa tenebrosa, como culpándole-: Si quieres puedo apretar tu mano para que tengas una idea de cómo se siente.

- Ah… No es necesario, te tomo la palabra -contestó él, rascándose la nuca con su mano libre-. ¿Entonces ese es el plan, andar?

- Yoshino y yo ya hemos dado tres vueltas a esta planta, ¿quieres contar cuántas más faltan hasta que tu hijo quiera nacer?

En lugar de responder, Shikamaru sonrió y besó la coronilla de Temari, cosa fácil gracias a su altura y la posición encogida de ella. La chica bufó, pero no lo apartó y siguió andando a su lado.

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Gaara estaba en su despacho mirando por la ventana. No es que no tuviera trabajo que hacer, pero quería tomarse un momento de descanso de tanto papeleo y documento. A veces pensaba que se volvería loco de pasar tanto tiempo en su despacho. Si no fuera por las interrupciones puntuales de su hermano u otro miembro del consejo, estaba seguro de que perdería la cabeza.

Como si supiera que necesitaba una distracción, el teléfono sobre el escritorio comenzó a sonar. El Kazekage lo observó un par de segundos y luego se lo llevó a la oreja.

- ¿Hai?

+ Gaara, soy Naruto.

- Oh, ohayo, Naruto -saludó el pelirrojo, sonriendo al oír la voz de su mejor amigo-. ¿Cómo está Boruto?

+ ¡Está perfecto, dattebayo! Y Hinata ahora hasta se fía de mí para cambiarle los pañales y sacarlo a dar un paseo.

- Ya veo, me alegro por ti -respondió con sinceridad-. ¿Por qué has llamado?

+ ¡Ah, es verdad!, ¡lo había olvidado! Vuestra hermana ha ido al hospital hace poco para tener al bebé.

- Oh…

+ ¿No es genial, dattebayo?

- … Hai… -fue capaz de responder el pelirrojo tras unos segundos de silencio. Luego recuperó la compostura momentáneamente-. Dile que Kankuro y yo saldremos de Suna ahora mismo.

+ ¡Por supuesto!

Un momento después Gaara colgó, se quitó la capa de Kage para quedar solo con sus ropas de combate y echó a correr. Normalmente no corría por el edificio, de hecho, no recordaba haberlo hecho nunca, pero aquello era una urgencia. Varios shinobis que cruzó por el camino quedaron sorprendidos al verlo y preguntaron cuál era la emergencia, pero el pelirrojo no paró hasta llegar al despacho de su hermano. Abrió la puerta de golpe, sobresaltándolo, pero habló antes de que Kankuro pudiera replicarle.

- Temari va a tener el bebé.

La marioneta que el castaño estaba arreglando cayó sobre el escritorio con un golpe seco, y un momento después el marionetista estaba corriendo tras su hermano menor hacia la casa que compartían. Podían haberse dirigido directamente a la salida de la aldea, pero había algo que cada uno quería coger antes de partir. Una vez estuvieron listos -apenas fueron unos minutos-, corrieron de nuevo hacia la salida, dando un pergamino con una explicación que habían tenido preparado a los guardias. Luego no dejaron de correr hasta llegar a Konoha.

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Era ya el amanecer del siguiente día cuando Tsunade pronunció las benditas palabras "es hora de empujar". Temari se había cansado de pasar horas andando en círculos o probando distintas posiciones y estaba segura de que cualquier cosa era mejor que aquellas endiabladas contracciones que le hacían encogerse de dolor. Luego se dio cuenta de que no sabía de lo que estaba hablando.

Por su parte, Shikamaru estaba bastante seguro de que acabaría con la mano partida en dos. Sabía que no tenía derecho a quejarse, pero cada vez que su esposa tenía una contracción, le compartía parte de su dolor apretándole la mano. Y creía haber oído un "crack" en algún momento. ¿Que por qué no se quejaba? A) Tenía miedo de ser asesinado por Temari, y B) Sabía que ella lo estaba pasando mucho peor. Ni siquiera con el ninjutsu médico de Sakura y Tsunade el dolor se mantenía en un umbral normal.

Cuarenta y ocho minutos. Ese fue el tiempo que Temari estuvo empujando hasta que su hijo nació. Shikamaru se había encargado de contar mentalmente cada segundo, porque era el tiempo su su mano estuvo perdiendo circulación y sufriendo rupturas. Y no es que estuviera siendo dramático.

La kunoichi supo perfectamente el momento en el que su hijo nació, y algo se rompió en su interior al no oírlo llorar tal y como se suponía que debía hacer. Abrió la boca para preguntarle a Sakura qué sucedía, pero en ese mismo momento un llanto llenó la habitación, potente y con energía. Los ojos de Temari se llenaron de lágrimas mientras extendía las manos hacia el bulto envuelto en sábanas que su amiga le ofrecía.

- Es un niño muy sano, omedeto -felicitó la pelirrosa con una sonrisa.

Temari miró entonces a su hijo, quien seguía llorando, aunque cada vez más calmado. Movía los brazos de un lado a otro y mantenía los ojos fuertemente cerrados, pero era perfecto. Sintió a Shikamaru moverse a su lado, sentándose con cuidado en el pequeño hueco que tenía en la cama e inclinándose un poco.

- Has traído a nuestro hijo con nosotros, problemática -dijo, sonriendo como nunca antes y sintiendo unas lágrimas amenazando con caer por sus mejillas.

- Shikadai.

- Supongo que ya no podré decir "mendokusai" tan a menudo, ¿no?

- Puedes decirlo, pero no demasiado -dijo ella, sonriendo-. No quiero que esa termine siendo su primera palabra.

El Nara soltó una suave carcajada y acarició con su destrozada mano la pequeña cabeza de su hijo. Un momento después Temari se movió para dejar que lo cogiera, cosa que Shikamaru hizo con todo el cuidado que le fue posible. Una vez que supo que la colocación del bebé era la adecuada, lo meció en sus brazos con suavidad.

- Va a haber veces en las que te darás cuenta de que no sabes nada -empezó a decirle, casi en un susurro. Mientras hablaba, los llantos de su hijo se reducían-. Pero harás amigos que te ayuden a avanzar por ese camino.

Temari sonrió al ver a su esposo de aquella forma. Aunque lo hubiera visto antes así con Mirai y ChoCho, parecía muy distinto en aquel momento.

- Ve a presentar a nuestro hijo a los demás, Shikamaru -dijo con tranquilidad-. Su abuela tendrá muchas ganas de conocerlo.

El Nara se inclinó para besar la frente de su esposa y luego abandonó la habitación mientras Sakura, Tsunade y otras enfermeras seguían limpiando y acomodando a Temari. Recorrer el pasillo del ala de maternidad con su hijo en brazos le permitió darse cuenta de lo que acababa de suceder; su hijo, Shikadai, había nacido. Él era padre. Temari y él eran ahora una familia de tres.

En el momento en el que giró la esquina para entrar en la sala de espera, un gran número de cabezas se giraron hacia él. Sin embargo, nadie se movió. Nadie, excepto una mujer, que se acercó despacio y con una mano cubriendo su boca, abierta de sorpresa.

- Okaasan, este es tu nieto -dijo, mientras le ofrecía al bebé, quien Yoshino cogió con naturalidad-. Shikadai.

Su madre meció al niño con suavidad mientras uno de sus dedos era atrapado por la mano del bebé. Un momento después el resto de visitantes se acercaron poco a poco, hasta que finalmente todos pudieron ver al recién nacido. Y es que de alguna forma, todos los que estaban allí iban a formar parte de su familia. Una alocada y gran familia.

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Era la tarde del día siguiente cuando los hermanos de Temari llegaron. A esas alturas la nueva familia ya había sido trasladada a una nueva habitación, donde permanecerían unos días más antes de poder marchar a casa. Por si no había suficientes regalos ya en su casa, la habitación había quedado cubierta de nuevo tanto de peluches, como globos, paquetes envueltos o tarjetas de felicitación. Además, no era raro que Yoshino pasara por ahí de vez en cuando, o en su defecto alguno de sus otros amigos. Por suerte, ningún miembro del consejo de la aldea se había acercado y en su visita Kakashi les había asegurado que no tenían que preocuparse por ellos.

La puerta de la habitación estaba abierta, por lo que Gaara y Kankuro pudieron ver nada más llegar a la familia reunida; Temari con el bebé en brazos y Shikamaru sentado a su lado.

- Oh, habéis llegado -dijo la rubia, sonriendo- ¡Venid a conocer a vuestro sobrino!

Los dos shinobis dudaron un momento en el umbral de la puerta, pero terminaron entrando encabezados por el marionetista. Sus pasos fueron tan silenciosos que cualquiera hubiera creído que estaban en una misión de infiltración. Al acercarse se dieron cuenta de que el bebé estaba despierto y tenía exáctamente los mismos ojos que su madre.

- ¿Qué os pasa? De Gaara es normal, pero tú nunca has estado tan callado, Kankuro.

- Es tan… pequeño -fue capaz de decir el marionetista.

- Es un bebé, Kankuro -respondió el Nara, sonriendo-. Se supone que deben ser pequeños.

- ¿Cómo se llama?

- Shikadai -respondió su hermana.

En ese momento el castaño recordó qué era lo que había recogido de casa antes de partir, y decidió que era buena ocasión para mostrarlo. Llevó una mano a su mochila y sacó una pequeña caja rectangular que dejó sobre la mesa al lado de la cama de su hermana. La abrió con cuidado y comenzó a mover los dedos, haciendo que unas pequeñas figuras comenzaran a moverse. En el momento en el que Shikadai las vio, extendió las manos hacia ellas, tratando de cogerlas.

- Las he fabricado para que no supongan ningún peligro para él -explicó, mientras seguía haciéndolas mover.

- Son perfectas, Kankuro -agradeció Temari.

Las marionetas tenían el tamaño perfecto para un bebé y habían sido talladas y coloreadas con tal detalle que era imposible no darse cuenta de quiénes eran: Gaara, Shikamaru, Temari y él mismo. En cierto momento Shikadai fue capaz de atrapar entre sus manos la figura de su padre y decidió abrazarla con todas sus fuerzas. Sonriendo, Kankuro devolvió las restantes a la caja para que su sobrino pudiera jugar con ellas después.

- Oi, Gaara, tú también puedes acercarte -dijo el Nara.

El pelirrojo todavía seguía a los pies de la cama, notablemente alejado del resto, pero con la vista clavada en Shikadai, como si estuviera en shock otra vez. En esta ocasión, sin embargo, fue capaz de reaccionar y moverse hacia su hermana. Antes de decir nada, abrió su propia mochila para sacar su regalo para el niño. Era un peluche con forma de oso, algo viejo y desgastado, pero que había significado mucho para él.

- Gaara, tú… -empezó a decir Temari.

- He pensado que sería un buen regalo.

- Arigato.

El Kazekage acercó el peluche a Shikadai, dudando que lo aceptara ahora que parecía tan entretenido con la marioneta con forma de Shikamaru. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta de que podía sujetar una cosa en cada mano, no tardó en reclamar el oso de peluche y abrazarlo también.

- Cógelo en brazos -dijo de repente Temari, levantando a su hijo.

- Demo…

- No va a pasar nada, Gaara.

El chico miró a su hermana y luego a su cuñado, que suspiró como si hubiera visto venir aquello. Luego volvió a mirar a su sobrino. Finalmente, extendió los brazos para cogerlo, y tras unos segundos en los que Temari le explicó cómo debía sujetarlo, tuvo a Shikadai contra su pecho. A su lado, Kankuro extendió unos dedos hacia el infante, quien no tardó en tratar de cogerlos, cosa que le resultó imposible ya que sus manos estaban ocupadas.

- ¿Vas a preguntarles? -dijo de repente Shikamaru.

- ¿Preguntarnos el qué? -inquirió el marionetista, levantando la vista para mirar a su hermana.

- Lo habíamos pensado desde hace bastante, pero no os lo quisimos decir antes -empezó a decir Temari-. E Ino ya ha aceptado a ser la madrina, así que… ¿seríais vosotros los padrinos de Shikadai?

Las caras de los dos hermanos volvieron a ser por un momento las mismas que habían tenido al llegar a la habitación. Temari y Shikamaru rieron al volver a verlos así.

- ¡Por supuesto! -exclamó Kankuro. Luego pareció recordar que tenía al lado a un bebé y bajó la voz-. Ahora sí que tendré una excusa para enseñarle todo lo que sé…

- Creo que limitaré el tiempo que Shikadai pasa contigo, Kankuro -comentó Temari con tono de burla.

- Y tú, Gaara, ¿cuál es tu respuesta? -preguntó Shikamaru.

El Kazekage volvía a tener la vista fijada en los grandes ojos del bebé, pero cuando la levantó para mirar a su hermana, una sonrisa sincera cubría su rostro.

- Hai, me encargaré de que no le pase nada malo.

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Dos días más tarde, Shikamaru y Temari volvían a abrir la puerta de su casa. El chico llevaba la mochila del parto en la espalda y una bolsa en cada mano cargando los regalos de sus amigos. A su lado, su esposa cargaba con su hijo, quien observaba con los ojos abiertos la casa.

- Bienvenido a casa, Shikadai -dijo Temari.

- Es hora de ver qué tal se nos da una problemática vida familiar.

La puerta de la casa se cerró tras ellos, y delante quedaron las esperanzas de una nueva etapa de su vida para la que ninguno había sido entrenado, pero por la que pasarían juntos.


NO OS PREOCUPÉIS, QUE YO TAMBIÉN ESTOY LLORANDO.

Madre mía, qué duro ha sido publicar esto… Os voy a contar más o menos cómo ha sido escribirlo: primero hice el esquema, luego escribí el capítulo, luego me iba a la cama y tenía nuevas ideas, luego buscaba dónde meter esas ideas, luego me surgía una nueva idea, luego tenía que volver a buscar dónde meterla… Para que os hagáis una idea, la escena de Kamatari ha sido lo último que he añadido y como véis no está al inicio XD

Y no solo he tenido ese problema, sino que he leído el capítulo unas cuantas veces buscando fallos y a veces acababa odiándolo. Doy gracias a no haberlo borrado (?).

Estoy segura de que habréis notado a Shika y Temari algo OoC, pero es lo que pasa cuando metes a estos en la paternidad (?). He tenido que plantearme mucho cómo actuarían, pero al final me he decantado por un papel de responsable y cariñoso para Shikamaru. Mientras que a Temari la he mantenido en su línea, añadiendo algunos momentos emotivos por las hormonas. Y sí, no ha sido fácil; ni yo me imagino a Temari llorando, pero creo que todos sabemos bien qué clase de efecto tienen las hormonas ¿verdad? VERDAD.

Es evidente que conforme los meses pasaban iba dando más enfoque a unos personajes u otros, y es que he querido meterlos a todos aquí de alguna forma. Por supuesto que Yoshino y los hermanos Sabaku No han tenido más apariciones, pero no podía no meter al Consejo o a Mirai. Simplemente no era viable xD

Para los que hayáis leído Shikamaru Hiden, ya véis que no he copiado la escena final que sale en la novela, porque sinceramente, no me transmitía nada. En lugar de eso, he cogio un par de comentarios que me parecían interesantes y los he metido en el nacimiento de Shikasai uwu Espero haberos convencido ^^

Sinceramente, creo que he hecho un buen trabajo, principalmente porque me he leído todo lo que había en mi casa y en internet sobre la maternidad mientras escribía esto. En serio, ya soy una pro en el tema (?).

La verdad es que aunque haya dicho que de tanto leerlo le he cogido un poco de odio, en el fondo me hace mucha emoción ver que se ha terminado.

FIN.

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BUENO EN REALIDAD NO.

Y es que haber, cuando dije que iba a rellenar los huecos de la vida ShikaTema, me refería a todos ellos. Y eso incluye desde el nacimiento de Shikadai hasta su aparición en el primer capítulo de Boruto -3- So… No, no os libráis de mi xD

Vale, a ver, antes de que os emocionéis como locos… Este es otro proyecto a largo plazo y la verdad es que voy a escribirlo despacio; va a tratar sobre la infancia de Shikadai y todas las "primeras veces" de los padres y el niño. Por lo que es posible que no tengáis nada de mi nuevo fanfic hasta dentro de un tiempo.

¿Por qué? Bueno, la verdad es que tengo muchas razones, y la primera son mis estudios universitarios. A parte de eso, tengo otras cosas que hacer en la vida y aunque escribir sobre estos dos muchas veces me da vida, no es lo único que quiero hacer. Veréis, al tiempo que acababa de escribir el fanfic me he planteado qué hacer a continuación: traducir la historia al inglés, escribir el nuevo fanfic, dedicarme a otros fandom para los que tengo ideas o escribir mi propia historia.

Como entenderéis, no puedo escoger todo, así que he tenido que priorizar; llevo casi dos años escribiendo este fanfic y lo cierto es que hasta tengo un par de capítulos para el fanfic sobre Shikadai y muchas ideas apuntadas, pero no es el momento para lanzarme de cabeza a ello. Principalmente porque no es algo a lo que me vaya a poder dedicar al 100%.

¿Qué voy a hacer entonces? Dividir mi tiempo libre. Voy a seguir escribiendo el fanfic de Shikadai, pero voy a dedicarme más a escribir mi propia historia y algún fanfic de otro fandom, porque eso es lo que de verdad quiero.

Resumiendo, váis a volver a leerme pronto. No en este fandom, al menos no por un tiempo, pero no voy a desaparecer. Y cuando sienta que es el momento, compartiré lo que tenga del fanfic de Shikadai.

Por último quiero decir que ha sido un tiempo maravilloso el que he estado escribiendo este fanfic, y que gracias a vosotros he tenido la fuerza para seguir escribiendo.

Muchas gracias, lectoras y lectores, porque sin vosotros escribir un fanfic no tendría sentido ^^