Dedicado a todas esas personas que saben que, en una gran batalla contra los problemas, siempre habrá momentos donde el amor nos haga sonreír.
El OS sería mucho más significativo si escuchan LOVE de Lana del Rey.
¡Disfruten!
Don't worry, baby
Era algo común ver a Eren de lado a lado por la habitación, caminando y refunfuñando. Su ceño fruncido ya era familiar y los chicos del escuadrón no podían imaginarlo sin él. Algo divertido para muchos, algo exasperante para otros. El malhumor era la marca registrada de Eren, ¿Quién podría decir que ese chico de ojos como joyas y piel bronceada alguna vez sonrió? Nadie lo había visto sonreír de felicidad o de diversión. Ya todos asimilaron que era un amargado, nada podría aliviar sus malestares.
Ni siquiera Mikasa.
Ella lo miraba, sentada con las piernas cruzadas, como el joven caminaba de un lado a otro murmurando para sí mismo. Su rostro era la viva imagen del aburrimiento, aunque a veces le divertía ver a Eren de esa manera. Sin embargo Armin no estaba allí para hacer una pequeña broma y sacarle una sonrisa igual de pequeña. A veces quería sonreír de verdad, tal vez eso haría sonreír a Eren también.
Pero él era tan difícil…
Se escuchó la música en las afueras de la cabaña donde estaban. Ambos levantaron la cabeza, sorprendidos. Un tambor y una guitarra, una voz grave y una aguda. Mikasa se levantó de su asiento y fue a ver junto con Eren lo que sucedía por la ventana: tan solo eran los chicos, riendo y jugando, habían hecho una pequeña banda para pasar el rato. Christa y Ymir hacían dueto al cantar, aunque ambos sabían que la pequeña rubia había persuadido a Ymir para que cantaran juntas, sentadas en el suelo mientras aplaudían. Se veía que se divertían, aplaudiendo y tocando, riendo y bailando a la luz de la luna.
Mikasa suspiró. Le encantaría hacer algo así con Eren.
— Ah… era tan solo el sonido de la música —murmuró el chico, volviendo a su posición de antes—. No entiendo cómo pueden estar tan tranquilos…
Y la dejó otra vez apartada, refunfuñando y caminando de lado a lado. ¿Cuándo se daría cuenta que ya había hecho más de tres kilómetros con tan solo caminar de esa manera? La cabaña no era tan grande para todas sus pisadas.
Ella se apoyó en la pared, escuchando la melodía. Era tan bella, se mezclaba con la noche y parecía tan natural, como si saliera de las copas de los árboles. Cerró los ojos, meneando la cabeza al son de la canción. Tan relajante…
¿Por qué Eren no podía relajarse? ¿Por qué no podía disfrutar de la noche al menos por una vez? Le haría tanto bien, su cuerpo dejaría de dolerle. Como le gustaría ver en su cara la felicidad que habían tenido cuando eran niños, algo que solo ella y sus padres habían visto. Si tan solo pudiera hacer algo para ver esa sonrisa…
— ¿Qué sucede, Mikasa? ¿Estás de mal humor?
Mikasa levantó el rostro para encontrarse con Eren, que la miraba con una ceja alzada. Oh por todos los Santos, ¿acaso él había preguntado eso? ¿Él, que tenía la cara más amargada de todo el escuadrón? Ya que ella no le respondió enseguida volvió a sus actividades, esta vez deteniéndose para tomar agua.
YA, ESTO ERA EL COLMO.
Se incorporó con la decisión en su rostro y, sin detenerse siquiera, caminó hasta donde estaba Eren. Desató la corta cola de caballo que se había hecho debido al calor y dejó que el pelo suelto se mueva con cada paso. Eren apenas estaba consciente de las intenciones de Mikasa, caminando hasta la pared contraria otra vez. Pero, cuando se dio la vuelta, tenía a su amiga cara a cara. Ella sin esperar ningún segundo tomó las manos de Eren, aferrándolo con la suficiente fuerza para que él no escape.
— Ven, Eren.
Lo llevó casi obligado (ya que Eren estuvo negándose desde que ella tomó sus manos) hasta el centro del lugar. La música había cambiado y los tambores comenzaban una nueva melodía. Mikasa puso las manos de Eren en su cintura y ella lo agarró firme de los hombros, sin poder escaparse.
Cuando levantó la mirada, Eren la estaba observando con un sonrojo en sus mejillas. El color era tan bonito en su piel bronceada. Todo aquello hacia más claro el objetivo de la chica.
— No te preocupes, cariño.
Pintaría el rostro de Eren con una sonrisa, al menos por esta noche.
Ninguno de los dos sabía bailar pero ¿Acaso importaba? Comenzaron a moverse de un lago a otro, balanceándose por todos lados, evitando golpearse con los muebles. Poco a poco los dos comenzaron a coordinar sus pies, ya rendido a tener que bailar juntos, Eren quitó una mano de la cintura de Mikasa y tomó una de las manos que ella posaba en sus hombros. La estiró lo suficiente para poder entrelazar los dedos.
— Así es como se hace —dijo Eren en un murmullo, aún sonrojado, evitando ver a su amiga que ahora se encontraba tan colorada como él—. Si estamos muy cerca, podríamos chocar nuestros pies y caer…
Volvieron a moverse de un lado a otro, esta vez con mejor postura y sus caderas siguiendo el ritmo de la canción. Mikasa se sorprendía al ver a Eren tan concentrado en los pasos, evitando los pisotones, guiándola… de pronto la giró con una sola mano, haciendo que su falda se abra como una flor al movimiento. Sus cabellos también se alzaron en el aire, y se escuchó una risa.
Ligera, como las campanillas. Eren dejó de girarla y la atrajo de nuevo hacia él.
Mikasa reía, con el rostro sonrojado y sus ojos brillando. Bailaba con mucho entusiasmo, como si aprender a bailar fuese una de las cosas más maravillosas del mundo. Miró a Eren por entre los cabellos, que se habían arremolinado en su cara, y le sonrió.
De pronto la canción se hizo más rítmica, más rápida. Los pies de ambos de pronto comenzaban a ser más rápidos y a girar sin detenerse. Eren por un momento dejaba de tener el ceño fruncido, levantando el rostro y mirando asombrado a Mikasa. Ella no dejaba de sonreír. Cuando iba a girarla otra vez ella tomó su mano y lo hizo girar, haciendo que casi se tropiece con sus propios pies. Volvió a los brazos de ella con trastabillando y gritando, mientras Mikasa reía. Se escuchó otra risa, grave y masculina.
Ella se sorprendió al ver a Eren reír por sus propios errores, con una sonrisa extendida por todas sus mejillas. Sonrió aún más al verla, tan feliz y relajada…
Comenzaron a saltar, a girar los dos. Mikasa tomaba su falda y la hacía levantar por el aire mientras giraba y Eren zapateaba, riendo como niños pequeños. La música parecía estar más cerca de ellos, como si toda la habitación hubiese sido inundada por esa melodía. Volvieron a tomarse y a girar como antes, con una mano en la cintura y otra en su hombro, con las manos libres alzadas al aire, entrelazadas. Giraron y giraron por toda la habitación, gritando y con la sangre llena de energía por el baile.
De pronto la música terminó y ambos tropezaron con los pies del otro. Estaban tan ensimismados en el baile que no se habían dado cuenta que paso era el siguiente. Ambos cayeron al suelo, con Mikasa encima de Eren, con los gritos y las risas ahogando el silencio.
Eren abrazó a Mikasa mientras ambos reían. Tal vez sin darse cuenta, tal vez con la emoción todavía inflando su garganta y coloreando sus mejillas.
— ¡Maravilloso! —Había exclamado, mirando con ojos bien abiertos el techo, sin perder esa nueva sonrisa—. ¡Jamás había bailado tanto!
— ¡Yo jamás había bailado, en la vida! —gritó Mikasa, riendo, respirando el aroma que solo Eren podía tener. Acarició con su nariz la piel de su pecho.
Se quedaron en el suelo un largo rato, tomando el aire que tanto les faltaba. No había dejado de abrazarla, ahora compartían el mismo calor.
No pudo saber el momento exacto, pero ambos se habían quedado dormidos. En el suelo, abrazados, junto a la música que otra vez había comenzado. Pero se sentían tan cansados, tan relajados, ya no podían seguir bailando. Lentamente aquellos ojos comenzaron a cerrarse, se sintieron volar por el cielo nocturno, y al fin conciliaron el sueño.
Eren pudo dormir libre de ese mal humor, por fin, luego de noches enteras de pesadillas.
Mikasa durmió con una sonrisa aquella noche. Había hecho que Eren se relaje y disfrute. Y, para su sorpresa, pudo escuchar nuevamente la risa de ese niño que jugaba en los jardines con ella. Aquel niño que la protegía, que velaba sus sueños y con el que compartía historias maravillosas.
Feliz abrazó a ese niño, ahora hecho un hombre, y dejó que a ambos los lleve un sueño que de seguro los mantendría alejados de la realidad. Uno en donde no necesitaban estar listos o ser lo suficientemente buenos.
Ya que ellos eran jóvenes, y pronto estarían enamorados.
Próximo capítulo: Make me feel Crazy.