Capítulo 3

Victor y Yuri estaban sentados uno junto al otro, les faltaba el aire y estaban un poco despeinados. Mari, la hermana mayor de Yuri, apareció por el pasillo con una charola bajo el brazo, mas no se esperaba percibir un olor tan fuerte cuando llegó.

-¿Qué estaban haciendo ustedes dos?- preguntó, más que nada porque los dos seguían algo jadeantes.

-Nada Mari-neechan- contestó Yuri, algo nervioso- Es sólo que Victor me estuvo haciendo cosquillas porque no quise contestar una de sus preguntas, eso es todo.

-Claaaro, como no- dijo sarcástica- Victor, dime la verdad.

-¡Es la verdad!-dijo el ruso, intentando ocultar lo ocurrido hace unos minutos- Yuri me contó que era algo cosquilludo, y como no contestó a mi otra pregunta, le empecé ha hacer cosquillas.

-De acuerdo, les creo- dijo la japonesa mientras todavía los veía con algo de sospecha- Será mejor que vayan a sus cuartos, es algo tarde y hay mucha gente hoy y me refiero más que nadie a ti, Yuri.

-Si Mari-neechan, ya me voy. Nos vemos Victor- dijo antes de voltearse en dirección contraria a la del ruso y desaparecer por el pasillo.

-Él es frágil, sabes y no me gustaría que nadie lo dañara- dijo la alfa en cuanto Yuri ya no estaba- Menos de alguien cómo tú, Victor. Si él sufre por tu culpa, tú sufriras más de lo que él, ¿entendido?

-Por supuesto- dijo Victor con tranquilidad- Tampoco quiero que nada le pase.

-Bien, entonces nos vemos- dijo ella, recogiendo los platos, poniéndolos en la charola y marchándose hacia la cocina.

Victor esperó a que se fuera la japonesa para poder ponerse de pie, puesto que su erección no se había bajado por completo todavía.

Llegó rápido a su habitación y cerró la puerta detrás de él, sin hacer mucho ruido para no despertar a su amigo que se había acostado en la cama, fue hacia un sillón indiviadual y se sentó, desamarro su yukata y se la quitó. Sus boxers también desapareciero y procedio a acariaciar su miembro, poco a poco este pedía más atención y Victor empezó a mover más su mano mientras recordaba el aroma y la cara de Yuri, como amó esa expresión de placer al ayudarlo. Sus movimientos se volvieron más y más rapidos y fuertes, mientras que de su boca salían gemidos guturales, estaba por llegar al clímax, tapó por un momento la punta de su pene para que este pidiera liberación, le encantaba sentir ese dolor punzante. Apretó su miembro con la otra mano, sólo para gruñir y sentirse aún más excitado, apretó más y sintió como su semen empezaba a salir de la punta, entonces decidió que era tiempo de que se viniera. Movió su mano que tapaba la punta para dejarla al descubierto y empezar otra vez con fuertes movimientos, recordando a Yuri con deseo, cuando derrepente su pene no aguantó más y se corrió, quedando su semilla en todo su abdomen bien marcado.

Respiró profundo para recuperar el aliento de tal acto que acababa de realizar sólo para ponerse de nuevo la ropa e irse a dormir, ya que mañana iba a ser una largo día, sobre todo para su cerdito.

-Ja, me gusta como suena- dijo para si mismo- Le diré así ahora, no creo que le moleste.

Y con eso en mente y una sonrisa en sus labios Victor se fue a dormir.

Yuri

Me levanté temprano para desayunar tranquilo sin tener que ver a Víctor todavía, ya que sigo algo nerviosos por lo que pasó ayer y lo peor es que casi nos atrapan. En nuestro linaje, en Japón está prohibido tener relaciones íntimas con alguien a menos que estén casados. Me siento horrible por romper esa tradición, pero valió la pena, aunque, como dije, sigo nervioso.

Pero no sirvió de nada levantarme temprano, pues ese guapo hombre ya estaba levantado y listo para empezar con mi primer día de camino al Grand Prix.

Toda mi familia estaba sentada en la misma mesa que él, platicando cómodamente, ya que el onsen todavía no comenzaba bien con sus actividades. Estaba a punto de ir a la cocina para servirme algo sin que me vieran y no tener que ver a aquel hombre todavía cuando…

-¡Yuuuriii! Ya te levantaste- dijo mientras se levantaba y me abrazaba con fuerza.

-Jaja, si ya me…levanté-mi nerviosismo se notaba a kilómetros.

-Que bien, porque hoy es tu primer día como mi pupilo- se separó de mi y me miró a los ojos- Y quiero que des lo mejor de ti.

-Claro que si.

-Perfecto, entonces desayuna, te veré en un rato- en ese momento dejó un cálido beso en mi mejilla- Gracias por todo señora Katsuki- dijo dirigiéndose a mi madre.

-No hay de que Vitya-chan.

Victor se volteó y se marchó del lugar hacia las aguas termales. Mi sonrojo y mis ganas de gritar como colegiala enamorada no disminuyeron ni un segundo. Me quedé parado en mi lugar, agitado y con ganas de que esto no fuera un sueño, entonces mi madre se acercó para ver si estaba bien.

-Yuri, ¿te sientes bien?

-S-si, estoy bien- mi respiración todavía sonaba entrecortada.

-Querido, estás todo rojo y tu respiración está muy agitada- ¡Demonios! Tragame tierra- ¿Estás enfermo? ¡Ah! ¿Olvidaste tus supresores? Voy por unos.

La detuve antes de que corriera de forma innecesaria a la cocina.

-Estoy bien ma, no tienes nada de qué preocuparte- por poco y soy hombre muerto- Tomé mus supresores antes de levantarme y venir, además no estoy enfermo.

-De acuerdo, pero no me asustes así de nuevo, mejor te sirvo el desayuno.

-Gracias mamá.

Victor

Esperé a Yuri en el jardín del onsen después de haberme dado un buen baño en las aguas termales, como amo esos baños, te quitan algo de tensión. Bueno mi nerviosismo, él es el causante de mi tensión, es que anoche tuve una experiencia increíble. El problema es que me dejé llevar por mis instintos animales más profundos e hice algo que no debería haber hecho, aunque me encantó, pero no sé si él tenga estos sentimientos que yo tengo hacia él. Desde que lo conocí hace unos cuatro años, en su debut como junior. Yo acompañaba a Yuri, mi amigo ruso, que también debutó ese mismo año.

Cuando lo vi, me impactó lo hermoso que era y lo tierno que se veía con su sonrojo en la cara de lo nervioso que estaba. La forma en que Yuri se movía en el hielo era impresionante, nunca antes había visto nada igual, parecía que hacía música con su cuerpo. El problema fue cuando olfatee un olor a rosas, el mismo olor que anoche, y vi que Jean-Jacques Leroy, un alfa de instintos sexuales peores que los de cualquier alfa, tenía los ojos rojos y lo veía con un hambre mortal, entonces supe lo que estaba pasando. Ni siquiera yo sé explicar cómo demonios lo hice, pero de un segundo a otro ya estaba con el entrenador de Yuri, un beta, el cual intentaba sacarlo de ahí. Lo demás son partes borrosas de mi memoria por lo fuerte que eran sus hormonas, pero nunca olvidaré el día en que conocí a Yuri Katsuki, mi estrella fugaz, mi cerdito.

Es por eso que estoy aquí, en Japón, esperando en el jardín del onsen de sus padres, para poder llegar al corazón de mi cerdito.

Narradora

Victor esperó por unos cuantos minutos a Yuri, se cansó un poco y se sentó en el cerezo que estaba atrás de él.

Yuri llegó cinco minutos después, con ropa deportiva y una maleta.

-Estoy listo Victor- dijo, dirigiéndose hacia donde estaba el mayor sentado.

-Muy bien es hora de irnos entonces- se paró de su lugar y se puso al lado de Yuri.

-De acuerdo.

-Pero antes- se volteó a ver la cara del castaño, tomó su barbilla con sus dedos y depositó un dulce beso en su mejilla- Te ves muy bien de pants.

Dicho esto el ruso lo dejó y se dirigió a la salida, Yuri sólo se quedó ahí, congelado en el tiempo y con la cara roja como un tomate.

-¡Yuuuriii!, ¿qué estás esperando?, no tenemos todo el día.

-¡Y-ya voy!- dijo mientras empezaba a despabilarse de sus sueños, ya que no creía que esta fuera la realidad.

Caminaron hasta la puerta del onsen y salieron de ahí sin ninguna dirección en específico, ya que había un silencio incómodo entre los dos. No fue hasta unas cuadras después que Victor decidió romperlo.

-Dime Yuri, ¿dónde sueles patinar o patinabas cuando eras pequeño?- dijo el mayor sacando a Yuri de sus pensamientos.

-En el Ice Castle Hasetsu, ahí es donde normalmente voy cuando ya no hay nadie.

-Muy bien, vamos entonces- dijo con una sonrisa de corazón, la cual derritió el alma de Yuri- Guía el camino.

-Claro.

Los dos patinadores se dirigieron al Ice Castle Hasetsu, para que Victor pudiera conocer el lugar donde patinaba su persona favorita.