Bueno. Yo sé que algunas personas esperaban continuación de mi historia El chico de la copa, pero por alguna razón no pude continuarla. No lo entiendo. Prometo que cuando lo tenga terminado lo subiré, pues de nada me sirve escribir algo sin continuarlo.Aquí les traigo un Scorbus, mi shipp favorito luego del Drarry. Este es un Two-shot.
Descargo de responsabilidad: Si yo fuera JK Rowling, esta historia estaría publicada en Pottermore o algo, no aquí, y ya nos damos cuenta que no soy la Rowling Queen.
Scorpius mordió su labio inferior nerviosamente, aunque lo soltó inmediatamente porque podría sacarse algún cuerillo y se vería feo. Bueno, él no estaría atentando contra la belleza de su labio si no fuera por el estúpido de su mejor amigo. El desgraciado de su compañero. El causante de todos sus problemas y dolores a su linda y rubia cabeza Malfoy.
Albus Severus Potter.
(Aquí era donde Scorpius se preguntaba qué había pasado por la cabeza del señor Potter cuando le había puesto el nombre a Al. En serio, esa manía de ponerle nombres de personas muertas a sus hijos era raro. Aunque... bueno, su padre le había puesto Hyperion de segundo nombre, y era tan feo como el nombre de Al.)
— Cálmate Scorpius — se repitió por quincuagésima vez seguida. —, nadie va a creer que eres un solterón solitario y desgraciado solo porque no llevas a nadie a una cita en San Valentín. Además — continuó con tono de obviedad mirándose en su espejo. —, eres Scorpius Malfoy, montones de chicas y chicos querrían ir contigo a una cita. — se coqueteó a sí mismo, y el espejo mágico le empezó a lanzar besitos. Era raro ver eso, puesto que lo estaba haciendo con la imagen de Scorpius.
Per-tur-ba-dor.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Albus de repente y Scorpius soltó un chillido indigno de su apellido, y se giró con las mejillas ruborizadas de vergüenza. — ¿Estabas ligando con el espejo? — rió al ver la imagen de Scorpius parpadeando como muchacha melosa y una sonrisita coqueta.
— ¡Claro que no! — replicó Scorpius con el ceño fruncido, irguiéndose para verse más alto y dominante.
Lástima que Albus era unos cinco centímetros más alto que él.
— ¿Y ya tienes cita para San Valentín? — preguntó distraídamente Al, echándose en su cama como cualquier cosa mientras mordía un trozo de regaliz. Scorpius hizo una mueca. Odiaba el regaliz. Odiaba San Valentín y odiaba a Albus Potter.
Bueno, tal vez lo último no.
— No tengo. — masculló cruzándose de brazos y desviando la mirada. Albus alzó una ceja, interrogante, y se levantó hasta quedar sentado en la cama.
— Vaya. — fue lo único que dijo, y sonrió. — Pues yo ya tengo cita. — se pavoneó, y Scorpius se puso rígido.
— Y... ¿quién es? — cuestionó aparentemente desinteresado, pero por dentro estaba gritando hasta quedarse afónico. Al sonrió como el gato ese de las peciliculas muggles, el tal Chahire o Chehiro o algo así. Muggles.
— ¿Recuerdas a Amy Montanhive? — Murmuró con una sonrisilla maliciosa acercándose a él. Scorpius alzó una de sus rubias y aristocráticas cejas, y asintió. — Pues ella. Después de un pequeñísimo morreo en un pasillo, que incluyó botones de blusas salidos, brasier desabrochado y no tengo para qué contar más. — Contó satisfecho de sí mismo y Scorpius jadeó.
— ¡Pero que putillos sois los dos! — regañó, indignado.
— ¿Qué dices? ¡Pero si ha sido ella la que se ha sacado el brasier! — intentó explicar riéndose nerviosamente y Scorpius se giró, cruzándose de brazos.
— No quiero escucharte. Me voy.
Y salió con toda su dignidad y elegancia Malfoy de la habitación, dejando a un confuso Albus Potter preguntándose porqué Scorpius se había enfadado tanto.
Que su amigo era raro de cojones, pero debía admitir que le quería así y todo.
— Estúpido e idiota Potter, no podía ser como su papá... Aunque no es como si el señor Potter sea tan inteligente también... Potters, todos cortos de luces. Pero claro, quién me manda a enamorarme de este idiota. Nadie, por supuesto. — mascullaba Scorpius presionando la punta filosa de su pluma en el pergamino, haciendo un agujerito en su vacío ensayo de Transformaciones.
— ¿Qué estás diciendo? — preguntó Lily con su vocecita de angelita. Sí, claro, angelita. Scorpius saltó en su asiento, y la tinta le salpicó la mejilla.
— ¡¿Pero qué diablos tienen los Potter con asustarme hoy?! — rabió y la bibliotecaria le mandó a callar. — Cállese, vieja buitre, que no he dicho nada.
Y así Slytherin tuvo veinte puntos menos gracias a Scorpius.
— ¿Pero qué te pasa? — dijo Lily extrañada, sentándose frente a él. — ¿Estabas diciendo algo de nosotros los Potter? Eso me pareció escuchar.
— Decía que los amaba con todo mi corazón porque eran unas maravillosas personas y los adoro. — dijo entre dientes, sarcástico, pero al parecer Lily no lo notó porque su mirada se iluminó.
— Sarcasmo.
— Estúpido. — gruñó la pelirroja, cruzando sus brazos.
— Tu hermano. — Atacó casi sin darse cuenta.
— ¿Por qué has mencionado a Albus?
— ¿Y cómo sabes que no hablaba de James? — preguntó.
— Nunca hablas de James, y si lo haces es para insultar sus musculitos y su cabeza de chorlito. — Apuntó triunfante. — ¿Ya tienes cita para San Valentín? Yo saldré con Lysander. Ya sabes, Lysander Scamander. Estoy emocionada. — casi chilló.
Pues resultaba que a la pequeña Potter le gustaba Lysander Scamander, uno de los gemelos del señor Rolf y su esposa Luna. A decir verdad Scorpius no tenía idea de cómo Lily había conseguido una cita del chico sin confundirse con su gemelo Lorcan, pero ese no era su asunto.
— Felicidades y no. No tengo cita. — Murmuró molesto por el tema, dejando de lado su pluma y apoyando su cabeza en su puño cerrado.
— Esperando a Albus, ¿verdad? — Preguntó comprensiva y Scorpius bufó. Comprensiva. Claro. — ¿No crees que deberías decirle?
— ¡¿Estás loca?! — chilló casi escandalizado y la bibliotecaria le mandó a callar otra vez. Y Scorpius le respondió de nuevo. Ahí se fueron diez puntos más. — No le diré. Seré rechazado feo y cruelmente y nuestra amistad se romperá. — dramatizó, y la pequeña Potter rodó sus ojos cafés.
— Podrías decírselo en San Valentín. Puedes pensar cómo hacerlo en estos dos días que quedan. — le aconsejó ella, y Scorpius bufó. No había nada más cursi y cliché que declararse el catorce de febrero.
— Lo pensaré. — y se levantó de su asiento, tomando su pluma y su pergamino. Ya haría su ensayo más tarde, pensó saliendo de la biblioteca.
— Ni me ha dejado contarle cómo conseguí la cita con Lysander. — bufó la pequeña Potter, estrechando los ojos.
Bueno, no está nada, nada mal, opinó contento de su apariencia. No tenía mucho gusto de las túnicas excepto para eventos formales en la mansión Malfoy. Fuera de eso, prefería ropa cómoda. Y muggle.
Al verse con su pantalón negro apretado, que hacía que su trasero se le levantara y se viera maravilloso, la camiseta blanca y la camisa verde a cuadros negros por encima, pensó que se veía magnífico. El asunto de los zapatos lo tenía complicado, pero decidió no romper su cabecita rubia y se colocó unos Converse negros y ya.
El Scorpius en el espejo le aprobó con un gesto de mano y el real infló el pecho.
Bendito el sex appeal de los Malfoy.
— Te ves bien. ¿Vas a pedirle una cita a alguna chica? — le preguntó Albus desde su cama. El flojo no se había movido de ahí en todo el día.
— No. Me voy a declarar a una persona.
Y Albus se levantó bruscamente de su cama, con el rostro sorprendido, escudriñando su cara a ver sí mentía.
— No me jodas. — rió de repente y Scorpius alzó su puntiaguda barbilla. — ¡es verdad! ¿Quién es? ¿Es guapa? Ah, cierto que eres gay, perdón. — Tosió.
Scorpius puso los ojos en blanco. Si es que Albus olvidaba todo el tiempo que el Malfoy era gay desde que se lo había confesado después de que Potter lo había pillado morreándose con un Ravenclaw de sexto año. ¡Y eso había sido cuando estaban en cuarto! Ya habían pasado tres años de eso y seguía olvidándolo.
— No te voy a decir. Tendrás que esperar. — Soltó y se empezó a sacar la ropa, quedando en calzoncillos. Albus por alguna razón se quedó mirando el trasero de Scorpius.
— Oye... ¿tú conoces los pantalones con almohadillas para que se vea el culo más levantado? — preguntó de repente, cuando Scorpius estaba sacando un pergamino y una pluma para anotar lo que diría en su declaración. — Siempre había pensado que usabas de esos, pero ahora que te veo... parece que sí es tuyo.
— ¿Me estás diciendo que mi culo es bonito o qué? — Preguntó con burla, pero complacido. — Me siento halagado, y eso que el gay aquí soy yo.
Albus le lanzó una almohada como respuesta, que dio de lleno en la cabeza rubia platinada de Malfoy, y éste se levantó y le propinó una patada a su amigo. Pues empezaron a forcejear de mentiritas y todo eso, y de un momento a otro estaban jadeando.
— Me distraes. Iba a escribir que diría cuando me declare. — masculló casi sin aliento. Albus soltó una carcajada. Luego otra.
— ¿Por qué no lo besas y ya? — Preguntó suponiendo que la persona esa era un chico. Que su amigo era gay, recuerden. Scorpius alzó las cejas, indeciso. Inspiró hondo, y pareció tomar una decisión.
Y lo besó, así sin más.
WOWOWOWOWOWOW QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ DOCTOR GARCIA XDXDXDXDXD Vale. Espero que os haya gustado este primer capítulo. Ewewewewewew para saber la reacción de Al tendrán que esperar el siguiente capitulo y pos ya eso. Déjenme un review si gustan, los reviews son el alimento de un escritor. Vendo tomates por si quieren lanzarme algunos.¡Nos vemos!