Capítulo 11. Cotidianeidad

Se dejó llevar por el magnetismo del castaño. Se acercaron levemente hasta que sus respiraciones se hicieron una misma; ambos sentían un dulce cosquilleo en sus labios. Cerró sus ojos lentamente y dejó que Yoh la tomara dulcemente de sus mejillas hasta que juntaron sus labios.

El beso fue dulce, tierno y lento… reconociendo un poco de lo que había dejado atrás, cuando de repente escuchó como el vidrio de su habitación se rompió de la nada.

Ambos voltearon sorprendidos; la itako no podía creer que eso se tratara de una mera coincidencia. Se tocó los labios y comenzó a caminar con prisa.

- Yo… debo volver a mi habitación.

- Anita espera. Lo que pasó no tiene que…

- Por favor, esto no debió pasar, fue un grave error, olvida por completo que esto ocurrió.

- No me pidas eso… - dijo siguiéndola a toda velocidad por el pasillo. Fuera de la habitación de la rubia se encontraban los amigos del shaman.

- Sólo queríamos asegurarnos de que todo estaba bien. - dijo el shaman de hielo.

- No lo sé, no parece muy común que se reviente una ventana a estas horas de la noche hoto hoto. – contestó Ren con su lógica.

- Creo que debemos cerciorarnos de que nada malo haya pasado.

Entraron a la habitación para ver que las ventanas estaban completamente destruidas y ni un solo rastro de quien lo había hecho.

Sobre la azotea de la casa, escondidos en la penumbra, dos pares de ojos se reflejaban satisfechos de lo que acababan de hacer.

- Debemos informar esto inmediatamente, le dijo uno de ellos al otro.

- Vamos…- así sin más, el par de espíritus desaparecieron de repente.

En la habitación de la rubia, todos revisaban que no hubiera nadie oculto, que no hayan aprovechado la oportunidad para entrar.

Pasaron un buen rato investigando, pero no había pistas del responsable ni parecían haber invadido la pensión.

- Amo Yoh. – habló con preocupación. – los que provocaron esto no fueron humanos, fueron unos espíritus… pero sucedió tan rápido que no alcancé a distinguir de quien se trataba, y no parecen haber tenido un motivo, sólo el hecho de romper la ventana.

Todos se quedaron pensativos ante lo comentado por el espíritu.

En Izumo…

Tamao se encontraba parada frente a su tablilla esperando a su zorro y tejón.

- Tamaaaaooooooo. - gritaba el zorro.

- Vaya ya era hora… se tardaron demasiado, ¿Qué tienen que decirme? – alegó con el cejo fruncido.

- Más te vale que no te pongas mala con nosotros chiquilla insolente, te traemos grandes noticias.

- ¿y son buenas?

- Para nada… da las gracias de que estuvimos ahí para parar esto a tiempo, que si no… algo horrible pudo haber pasado.

- Ya dejen de dar tantas vueltas a esto y díganlo de una vez.

- Bien… El joven Yoh y la señorita Anna se estaban besando en el patio de la pensión.

- ¿QUÉ? ¿Cómo demonios dejaron que pasara eso?

- No pero no te alarmes, logramos detenerlo a tiempo.

- Si lo hubieran detenido a tiempo, no hubiera ocurrido. Dios que incompetentes son, no puedo creerlo.

- Pe pe pero Tamao… si no fuera por nosotros, quien sabe hasta dónde hubieran llegado.

- Tengo que encontrar la manera de regresar… déjense de idioteces y ayúdenme a pensar en algo.

Funbari…

- Bueno… al parecer no hay nada más que buscar, no encontramos nada, lo siento amigo. – Decía el peliverde al castaño.

- No te preocupes, gracias por hacer el esfuerzo; lo mejor será que vayan a descansar. – Se retiraron a sus habitaciones y dejaron a Yoh con Anna en el pasillo. El shaman vio como la rubia se adentraba en su habitación hasta que este la detuvo suavemente.

- Espera… lo mejor será que duermas en otro lado… la habitación por ahora está llena de cristales rotos, no quiero que te lastimes, es muy tarde para verlos y recogerlos todos; mañana a primera hora mandaré a cambiar la ventana. Puedes dormir en mi habitación, estarás más cómoda.

La rubia que se sentía un poco perpleja por lo que había sucedido, no dejaba de pensar en que podría ser obra de Hao que estaba vivo. Ella simplemente lo miró y asintió.

El shaman castaño la guio hasta la alcoba y en la entrada le indicó en dónde podría encontrar cobijas limpias y almohadas.

- Gracias.- dijo tímidamente. - ¿en dónde dormirás tú?

- No te preocupes, estaré bien en la sala o con alguno de los chicos, no tenemos la pensión llena pero las demás habitaciones deben estar llenas de polvo.

- Emmm, puedes dormir aquí también si quieres.- dijo con algo de miedo. El chico sonrió enormemente.

- Gracias por la confianza pero… creo que será mejor que duerma en otro lado, quiero que duermas tranquila esta noche.

Se dio la vuelta y se marchó. La rubia al quedarse sola en la habitación, se acercó a la mullida cama y se recostó.

Se abrazó a la almohada y suspiró el agradable aroma que provenía de ella… olía deliciosamente a él, un aroma varonil mezclado con un toque de naranja. Sonrió como hace tanto deseaba hacerlo pero al instante su sonrisa desapareció, no podía ser tonta y dejarse llevar pero por más que lo intentaba, no podía dejar de pensar en el beso que compartieron hace unos momentos.

Que tonta era, eso no estaba bien, era un hombre comprometido… decisión que su sensei había tomado, es decir, algo innegable y que debía realizarse, por lo cual ella sólo debía esperar órdenes de Kino para ver qué rumbo tomaría su vida.

Además, Yoh merecía una mujer pura, ella ya había sido demasiado usada, tratada como basura, no le quedaba voz ni voto para oponerse a las decisiones que conllevaran su futuro.

No lloró, pues consideró que no le quedaban lágrimas por derramar, se decidió en hacer venir a Kino o ir a buscarla, pero sobre todas las cosas, se decidió en no permitir a Yoh acercarse más de lo que debía, ese era el hombre de otra mujer y ella nada tenía que hacer ahí.

Pediría a Yoh que trajera a Tamao de regreso, así la pelirosa se encargaría de llevarlo a su lado y ella podría perfectamente estar alejada de él.

Después de esos pensamientos, estuvo intranquila toda la noche, hasta que se dieron aproximadamente las 4 de la mañana y pudo descansar un poco.

Descansar entre comillas pues tuvo pesadillas que la obligaron a abrir los ojos a las 6 de la mañana.

Con dolor de espalda, se levantó de la cama sin hacer mucho ruido o movimiento para dejar a Cerbero descansar.

Bajó las escaleras y salió al patio, hacía fresco, se abrazó así misma y observó la luna que aún persistía en la madrugada.

Dio un breve saltito en su lugar cuando sintió una frazada caer sobre sus hombros, volteó rápidamente para ver quién era.

- Lo siento, no quise asustarte. – comentó el chino con su rostro estoico de siempre. – hace frío ¿no podías dormir? – ella un poco renuente volvió su vista al paisaje que tenía a lo lejos, hasta que finalmente contestó.

- Creo que he pasado suficiente tiempo en la cama. – el shaman de china entendió perfectamente a lo que se refería.

- ¿Has tenido problemas en adaptarte a la pensión? –

- Es… diferente.

- Diferente ¿cómo? Ya has vivido aquí antes.

- Todo es diferente Ren, lo sabes… por donde lo mires… incluso yo soy diferente.

- También lo eres Anna, eres débil ahora. – la rubia respiró con frustración.

- Lo soy…

- Pero el que cambió más que nadie aquí es Yoh, el es más fuerte Anna.

- Por eso debe estar con alguien tan fuerte como él. – el chico la miró con sus ojos gatunos.

- El puede ser fuerte por ustedes dos.

- No es necesario que haga eso; el ya no tiene que vivir lo pasado.

- ¿Y tú sí?

- Eso no lo sabemos… no sabemos si Hao sigue vivo.

- No creo que lo esté… ya hubiera vuelto. – a la itako le corrió un escalofrío por la espalda.

- Aunque no lo esté, yo no soy la misma que se fue de aquí hace 3 años, este ya no es mi lugar.

- Claro que no eres la misma, pero no significa que no puedas reconstruirte, todo lleva su tiempo. – después de lo dicho por el chino hubo un profundo silencio.

- No sé si pueda Ren, nadie sabe lo que viví y no merecen pasar por lo que yo pasé, incluso si es con mi sola presencia.

- ¿Por qué no compartes tu dolor Anna? Así el peso sería menor, al menos compártelo con Yoh quién sufrió tanto como tú. – Ella guardó silencio y negó levemente con la cabeza. – Jmh, nunca te consideré una persona egoísta. – la chica lo miró con sorpresa.

En eso momento escucharon la puerta correrse y miraron al castaño quien sonriente llegaba con ellos cargando consigo dos tazas de chocolate caliente y una de leche tibia.

- Hola. – dijo con su maravillosa sonrisa. – yo tampoco podía dormir. – dijo pasándole la leche a Ren y el chocolate a Anna. Ambos agradecieron con un asentimiento de cabeza.

Cuando la rubia lo probó sintió que su cuerpo se calentaba al instante y suspiró de emoción, hace mucho que no probaba algo así de delicioso.

Disfrutaban los tres de la compañía y del silencio hasta que el chino se decidió a romperlo.

- Bueno, la leche ayudó un poco, regresaré a la cama a descansar un poco más. – se dio la vuelta y los dejó solos. – se depositó un silencio incómodo entre ellos.

- Lo siento, no quise interrumpir su conversación. – Habló por fin el shaman.

- No lo hiciste.

- Anna…

- Oye yo… - lo interrumpió. – quisiera pedirte algo.

- Claro, lo que quieras, haré que se cumpla. – le dijo algo emocionado por sentirse necesitado.

- Quisiera que Tamao estuviera aquí. – el chico inmediatamente perdió su sonrisa.

- ¿Qué?

- Es sólo que… esta es su casa ahora y no quiero estar aquí importunando con mi estancia, después de todo, solo es temporal hasta que la señora Kino decida a dónde debo ir.

- Anna tu estancia aquí no es temporal, esta es tu casa.

- No lo es más, ella debería estar aquí y tomar el lugar que le corresponde.

- Dios Anna. – pasó una mano por su cara en señal de frustración, mientras comenzaba a elevar la voz. - Entiende que ese compromiso no… - al estar tan molesto no se fijó que casi gritaba y se acercaba a Anna, por lo cual la chica lo miró con terror, su chocolate fue a dar al suelo, el estruendo fue tal que se cubrió la cara con los brazos en forma de cruz, tratando de evitar cualquier golpe que pudiera avecinarse.

Al darse cuenta de esto, Yoh se controló al instante y la miró asustado.

- Anna no, yo no voy a lastimarte. – dijo tomándola por uno de sus brazos. Ella se soltó rápidamente y corrió a la habitación.

El castaño se quedó en su lugar.

- Lo arruiné de nuevo Amidamaru. – dijo con tristeza, el espíritu apareció a su lado.

- Amo Yoh… debe tener paciencia, ella está asustada.

- Lo sé, pero de verdad quiero que ella, ella vuelva, completa.

Tristemente subió las escaleras y se posicionó fuera de la habitación. Tocó la puerta quedamente.

- Anita, lo siento. Sé que me alteré y te asusté. – guardó silencio esperando respuesta, pero esta jamás llegó. – Yo jamás te podría una mano encima; te lo juro. – el silencio prosiguió. El chico se resbaló por la puerta hasta quedar sentado fuera de ella, se limpió una escurridiza lágrima que bajó por su mejilla. - Está bien, si es lo que quieres, le pediré a Tamao que regrese. - Fue lo último que dijo, mientras sujetaba sus rodillas y recargaba su cabeza en estas.

La chica dentro de la habitación se hizo un ovillo dentro de la cama y suspiró mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por el sueño.

Despertó sobresaltada, sudando frío, desorientada por no saber donde se encontraba, el dolor de cabeza era insoportable… en el corto tiempo que durmió había tenido pesadillas horribles, con unos ojos castaños llenos de odio que cada día le hacía las peores vejaciones hasta que esos mismos ojos se tornaron cálidos y humildes, tratando de consolarla y mantenerla a salvo, pero justo cuando se sentía segura y confiada en sus brazos, los ojos cambiaron por rabia y dolor nuevamente.

Sostuvo su cabeza con sus manos, cerbero al notar que estaba despierta, se acercó y brincoteó a su alrededor emocionado.

- Hola cariño. - dijo acariciándolo detrás de las orejas. – veo que tu si dormiste bien ¿Qué hora será? - dijo buscando el reloj de la habitación. – 8:00 am, bueno, dormí un poco. – se dio cuenta de que tenía muchísima hambre.

Se puso de pie con la intención de salir y dirigirse al comedor por algo de comer. Abrió la puerta de la habitación e inmediatamente el castaño quien dormía recargado en la puerta cayó de espaldas.

La rubia brincó del susto, no se lo esperaba, hace mucho que su mente se encontraba confundida y no sentía la presencia de nadie a la cercanía.

- ¡Ouch! – Decía Yoh sobándose la cabeza. - ¡Hola! – habló percatándose de la presencia de la rubia, lo siento… me quedé dormido, no quise asustarte. – la itako lo miró con extrañeza.

- ¿Por qué te quedarías dormido en la puerta? - el castaño se levantó poco a poco y la miró con ojos tristes, tratando de fijar su mirada en la de la rubia.

- Porque… porque de verdad lamento como te hablé ayer y quería disculparme, pero no abriste la puerta. – bajó la mirada. – entonces, decidí que sería lo primero que hiciera en el día porque, quiero que todos tus días sean buenos y no pases todo el tiempo ocultándote de mí. Vamos a convivir en esta casa al menos por un tiempo. – señaló con tristeza, haciendo alusión a las peticiones de la rubia. – Anita ¿me perdonas? Yo, te juro que jamás volveré a hablarte así y que jamás, nunca en la vida te lastimaré o pondré una mano encima. Nunca, jamás haré algo que no quieras que haga, y te protegeré con mi vida entera. – La rubia tuvo que tomar aire para deshacer el nudo que se hizo en su garganta, observar los cristalinos ojos del castaño revolvió algo en su pecho y en su ya adolorida cabeza. Volvió la mirada de nuevo a esos hermosos orbes color café y supo que había bondad y sinceridad en ellos. Levemente asintió con la cabeza. El shaman sonrió emocionado ante la pequeña respuesta de la chica y quería correr y abrazarla, sujetarla con fuerza y nunca dejarla ir, pero sabía que eso la mataría de terror. Extendió su gran mano, ofreciéndosela a la sacerdotisa con su sonrisa plasmada en el rostro. - ¿Amigos? – Preguntó con felicidad.

Ella observó la mano de Yoh durante unos momentos para después mirar su pequeña mano, la estiró y la unió a la del chico. Al tocarse ambos sintieron una leve chispa de energía que los hizo sobresaltarse y mirarse sorprendidos. Antes de que la mujer retirara su mano, el shaman la envolvió con la propia en una leve caricia.

Tan enfrascados estaban en ese bello momento que no se percataron de que alguien a sus espaldas se acercaba.

- Hm hm. – carraspeó con la garganta; la itako inmediatamente deshizo el agarre como si estuvieran haciendo algo malo todo este tiempo. – lamento interrumpir chicos, pero he venido a revisar a Anna. – avisó el doctor. – Si nos permites Yoh. – se abrió paso en la habitación.

- Claro, esperaré afuera, vamos Cerbero ven, ven conmigo pequeño. – hablaba al cachorro. - tú me harás compañía. – el perrito emocionado salió de la habitación dando saltitos alrededor de su amigo. Él sonreía feliz al can, pero su sonrisa se extinguió cuando vio el rostro de la chica. - ¿Estás todo bien Anna?

Ella pasó pesado y asintió mientras bajaba la mirada y se acercaba a la cama de la habitación.

- ¿Quieres que me quede contigo? – la chica negó levemente con la cabeza.

- No te preocupes, sé que estos chequeos son difíciles para ti, pero mi querida Eliza lo hará por mí, yo sólo observaré y escucharé su veredicto. – la rubia terminó por asistir mientras Fausto le pasaba un bata y cerraba la puerta de la habitación.

El castaño se sentó en el piso frente a la habitación y Cerbero se sentó en sus piernas, el joven sonrió con cariño y lo acarició hasta que el cachorro se puso boca arriba para que acariciara su pasita.

- jijiji, vaya que tú si te dejas consentir. – el perrito movió sus orejitas como si lo entendiera y movía la colita, contento de recibir atención. – Pasó aproximadamente media hora en la que no daban señales de terminar con el chequeo de Anna. – ¡Uf! Tengo hambre y se desprende un olor delicioso de la cocina.

Pasados unos minutos más, Fausto abrió la puerta y le indicó a Yoh que pasara. El chico se adentró con rapidez y se puso atento a lo que tuvieran que decirle.

- Todo está en perfecto orden, ya puede comer prácticamente de todo, pero por favor no la vayas a sobrecargar porque puede ser pesado para ella, y muy poca carne de puerco por el momento.

- ¿Dónde está ella?

- Se está cambiando en el baño, sería bueno que le compraras algo de ropa, ya puedes llevarla a caminar más y hacer algo de ejercicio y aire fresco. – el castaño sonrió.

- Genial, gracias Fausto.

- Esta es su medicina. – dijo pasándole una receta. – debes surtirla hoy mismo, son varias cajas, procura que no tome nada hasta que haya comido algo para no irritar su estómago. Su cuerpo tomó muy bien la cirugía, todo está volviendo al orden en el que debía estar, su interior no está inflamado, su matriz volvió a su posición y pues, prácticamente regeneramos todo dentro de ella.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno… no dejamos huella del daño que Hao provocó en ella, si entiendes a lo que me refiero. – el castaño asintió con pesar.

- Ojalá fuera lo mismo con su mente. – el médico puso su mano sobre el hombro del joven.

- Un día a la vez querido amigo.

- ¿Ella sabe lo que me dijiste? ¿Acerca de su cirugía? ¿Sabe que todo estará bien?

- Lo sabe, pero creo que lo que pasa por su mente, no la deja dimensionar lo positivo que es esto. – escucharon como se abría la puerta del baño y ambos voltearon para ver salir a una pensativa Anna. Un silencio incómodo se instaló en la habitación hasta que Yoh se atrevió a romperlo.

- ¿Tienes hambre? – preguntó a la chica. Ella levantó la vista hacia ellos y contestó.

- Bien, vamos, algo desde la cocina huele delicioso, tal vez Ryu nos sorprenda con alguno de sus deliciosos desayunos especiales. – la itako movió la cabeza hacia un costado, sonrió levemente, recordaba esos desayunos. Asintió y siguió al castaño, y detrás de ellos un muy animado Cerbero iba moviendo su colita. - ¿De qué tienes ganas? ¿Salado, dulce?

- Lo que sea estará bien, no importa.

Entraron al comedor en donde se encontraban todos reunidos a punto de compartir la mesa.

- Que bueno que llegan. – dijo una muy sonriente Jun. – Los estábamos esperando. - Señaló los dos asientos vacíos a la cabeza de la mesa.

- Espero que le guste doña Anna, me esmeré mucho e hice varios platillos que recuerdo que le gustaban. – dijo con voz cantarina característica.

- Gracias. – respondió quedamente. Todos la observaron y sonrieron, incluso Pirika; la verdad es que, la piel de Anna recuperaba poco a poco un color más normal, si bien siempre había sido blanca, en días pasados tenía una tonalidad amarillenta y débil.

Yoh le sirvió arroz, vegetales y una enorme porción de pescado, le acercó los panes con mantequilla para acompañar y una taza de té verde. La boca de Anna comenzó a salivar, tomó los palillos pero levantó la mirada por sentirse observada, todos en la mesa esperaban que comenzara a comer, ella simplemente se encogió de hombros, odiaba sentirse el centro de atención en esas situaciones. Trató de ignorarlos y comenzó a comer, estaba delicioso, siguió comiendo mientras el ambiente se relajaba y todo pasaba entre risas y pláticas amenas de los amigos de Yoh como en los viejos tiempo.

Comió todo cuanto pudo, incluso forzó su cuerpo a comer un poco más de lo que le pedía, perdiendo los modales en la mesa pues masticaba a prisa y comía a gran velocidad como si fueran a quitarle el plato de la mesa antes de que terminara, hasta que sintió la cálida mano del castaño postrarse en su hombro, ella volteó a verlo con sus mejillas llenas de comida.

- Está bien, tranquila… tómate tu tiempo, esa comida no irá a ninguna parte. – asintió y comenzó a comer con más lentitud.

Cuando había terminado más de la mitad de su comida, ya no pudo más, volteó a ver a shaman y preguntó.

- ¿Puedo compartirlo con Cerbero? – el joven le sonrió con cariño.

- No te preocupes por él, ya le serví una enorme porción de desayuno, de seguro debe estar terminándola ahora mismo.

- Oh.

- Si ya te llenaste está bien.

- ¿Podemos guardarlos para después? No quisiera que esta comida se desperdicie. – el chico asintió.

- Claro, lo guardaré en un plato para cuando creas que lo necesites, lo dejaré en el refrigerador.

- No lo tirarás ¿cierto?

- No lo haré, lo prometo.

- Bien, emmm con permiso. – dijo poniéndose de pie y dirigiéndose al patio trasero a buscar a su mascota dejando a los demás terminando el desayuno.

- Anna se ve mejor. – comentó el joven chino, provocando que todos prestaran atención a la conversación.

- Lo está. – Respondió el castaño con ánimo.

- Me da gusto Yoh, ya verás que pronto las cosas irán mejor. – trató de animar la peliverde.

- Eso espero. – respondió un poco desmotivado.

- ¿Qué pasa amigo? ¿por qué lo dices con esos ánimos?

- No es nada, peque… es sólo que, ella quiere que llame a Tamao y le pida que regrese.

- ¿Qué? – se exaltaron todos.

- Ella dice que… como Tamao es ahora mi prometida, ella debe estar aquí para estar cerca de mí, ella no entiende que ese compromiso no es real para mi y que no me importa, que es algo impuesto por mi familia y que ahora que ella está de regreso, todo puede volver a ser lo de antes.

Pirika sintió pena de su amiga al escuchar como Yoh se expresaba de su compromiso, no sabía si debía comentárselo, Tamao había estado enamorada del castaño desde su infancia, no sabía cómo reaccionar.

- Bueno y ¿por qué no hablas con tu abuela al respecto? – habló el shamana de Inglaterra.

- Lo hice pero, la abuela cree que es una decisión que Anna debe tomar por sí misma, que yo tengo que hacerme cargo solo y que ella no la presionará, creo que se imagina por todo lo que pasó Anna y no quiere obligarla a nada más y lo entiendo pero… éramos tan felices que, yo solo quiero que todo vuelva a ser lo de antes. Y además de eso debo ser rápido y darle un hijo a mi familia.

- ¿Qué? Vamos amigo eso puede esperar en tu familia, no es tan importante. – habló el shaman de hielo.

- Sí lo es horo, porque el torneo de shamanes se reanudará en unos 16 años, debe haber al menos dos Asakura en la pelea, porque si Hao sigue vivo, no podemos permitir que tome el trono.

Todos callaron con pánico en sus rostros.

- Tú ¿crees que Hao esté vivo? –

- No lo sé peque, pero no creo que se haya dejado vencer tan fácilmente. Es por eso la importancia de tener otro Asakura en la pelea, pero yo no quiero tener un hijo con cualquier persona, lo quiero con la mujer que amo, pero ella no quiere saber nada de mí.

Todos miraron con tristeza a su amigo, sin saber cómo ayudarlo realmente.

- ¿Sabes amigo? Te ayudaremos. – Habló Lyserg con emoción, todos lo miraron con curiosidad

- ¿Cómo? – cuestionó Pirika. - ¿Cómo ayudaremos a Yoh? – dijo sorprendida de las palabras del chico; él la miró con dulzura a lo que ella se sonrojó.

- Verás pequeña Pirika, será sencillo, no debemos presionarla pues eso la alejaría más, pero si podemos asegurarnos de alejarnos para que ellos compartan más momentos a solas, cuando estemos con ella podemos platicarle anécdotas del pasado para que recuerde lo feliz que era, puedes asegurarle que sea cual sea su decisión, la abuela estará feliz, sobre todo si se vuelve parte de la familia nuevamente. Ya verás que estará bien, además puedes hablar con tu mamá… tu mamá la adora, puede venir y hablar con ella.

- Es una estupenda idea amigo, la güerita volverá a sentir confianza en ti nuevamente Yoh, ¿qué dice' pue'? – el shaman castaño sonrió a todos sus amigos.

- Se los agradezco a todos, es una estupenda idea, hablaré con mi madre hoy mismo y sin duda le pediré que venga… además, le pediré que traiga a Tamao.

- ¿Planeas seguir con eso? – mencionó el shaman de china.

- No tengo opción, se lo prometí a Anna, jamás romperé mis promesas hacia ella.

Pirika se quedó callada pensando, por más que lo intentaba, no dejaba de sentirse confundida; por una parte, se encontraba su mejor amiga luchando por el amor de su vida al que siempre había deseado, y por otra estaba el amor verdadero y sincero de Yoh; ¿Es que jamás dejará de amar a Anna? ¿Su amiga tendría alguna oportunidad en el corazón de Yoh? Lo que había dicho Lyserg le calaba en la profundidad del pecho, todos planeaban unirse y ayudar a su amigo ¿y ella? ¿Qué haría? ¿ser leal a su amiga del alma? O ¿apoyar a los demás en la reconquista de la rubia? Sintió una dulce mano apoyarse sobre su cabeza.

- ¿Te encuentras bien pequeña Pirika? – preguntó con cariño el peliverde, ella lo miró a los ojos y sonrió quedamente.

- Sí, no te preocupes… me encuentro bien. Me retiro, con permiso. – dijo sin más para alejarse a su habitación.

- Oye Lyserg, te aprecio mucho pero no te acerques tanto a mi hermana. – dijo Horo con molestia, pero este ni siquiera lo escuchó pues miraba el lugar por donde la peliazul se había ido.

- ¡Oye te estoy hablando! – dijo casi gritando, los demás en la mesa sonrieron pues sabían lo que el peliverde pensaba.

Mientras el día transcurría con normalidad, el castaño llamó a su madre, platicó con ella durante mucho tiempo, pues no había tenido tanta oportunidad de hacerlo los últimos meses, ya que se encontraba en Osore, acompañando a las sacerdotisas. El shaman amaba a su madre y sabía que ella adoraba a Anna, y por sobre todas las cosas, estaba en desacuerdo con el compromiso que la familia impuso con Tamao.

El chico le dijo todo lo que sus amigos idearon para ayudarlo, también le comentó la plática que tuvo con Anna, acerca del regreso de la pelirosa y, por último, le pidió que viniera a apoyarlo.

- Pero claro que sí cariño, por supuesto que iré a ayudarte, además, me muero por ver a Anna, sé que tal vez sea difícil para ella verme, pero yo no soporto más la desesperación por estar cerca de ella.

- Estoy seguro de que ella también quiere verte.

- Entonces, ¿vendrás?

- Sí amor, dame el día de hoy para dejar todo en orden ¿de acuerdo?

- Gracias mamá, y ¿traerás a Tamao?

- Ush. – hizo un sonido de disgusto que provocó una risita por parte de su hijo. – sólo porque Anna lo pidió, pero no me agrada nada la idea. Espero estar mañana por la noche en la pensión cariño, te amo, cuídate.

- Adiós, vengan con cuidado.

El castaño colgó la llamada, miró su reloj y se percató de lo tarde que era, cerca de las dos de la tarde; buscó a Anna por toda la casa hasta que la localizó en el patio jugando con Cerbero, le arrojaba una ramita del árbol y él corría emocionado y se la devolvía.

- Parece que se divierten mucho. – la chica volteó a verlo en silencio para regresar su vista al cachorro.

- ¿Es hora de que entre a la casa? – el joven la miró extrañado.

- ¿A qué te refieres? – ella suspiró y volteó.

- A que, si es tiempo de que vuelva a mi habitación. – el castaño comprendió.

- Oh, no, tu puedes ir a donde quieras a la hora que lo desees. Yo sólo quería invitarte a visitar mi empresa. - Ella escuchó la propuesta de Yoh y levantó una de sus cejas, al pensar un poco, simplemente negó con la cabeza. – Vamos Anita. – dijo el castaño con ojos suplicantes. – quiero que conozcas mi empresa y a los empleados de ahí que son como una gran familia, aunque siempre hay uno que otra que es más difícil jijiji, pero estoy seguro de que todos te caerán muy bien.

La chica siguió pensándolo ¿qué podría hacer ella en un lugar como ese?... A decir verdad, le incomodaba un poco saber que hubiera mucha gente.

- No creo que sea bueno para mí ir a un lugar como ese.

- Será genial, lo prometo, además… en el comedor de empleados preparan comida deliciosa. – el joven vio como cerbero brincoteaba alrededor de Anna pidiéndole la barita. Y tuvo una idea. – además… cerca hay una estética canina, podríamos pasar y comprar unos juguetes para cerbero y llevarlo un rato al parque. – la itako sonrió de lado.

- Eso es jugar sucio.

- jijijij, vamos, te divertirás, lo prometo.

- No estoy vestida para la ocasión. – dijo mirando su ropa, la cual pertenecía a un Yoh adolescente, y mirándolo a él quien vestía como si de un ejecutivo de alta categoría se tratara.

- Estás perfecta no te preocupes, mañana podemos encargarnos de conseguirte algo de ropa.

- Está bien ¿puede venir Cerbero?

- Jijiji Claro, sé que le encantará escoger sus juguetes. Vamos, ven conmigo. – la chica lo siguió hasta la entrada de la casa donde estaba en nuevo estacionamiento y vio como abordó un automóvil diferente a la camioneta con la que había ido a la granja de frutas, lo siguió y subió a la puerta del copiloto.

- ¿Cuántos carros tienes? – preguntó curiosa.

- Unos cuantos, pero la mayoría están a nombre de la empresa y los usamos para el trabajo. Regularmente en casa sólo tengo la camioneta y este automóvil, en caso de que salgamos todos juntos o yo solo.

- Ah. – dijo como toda respuesta, se puso cómoda en el asiento y bajó el vidrio de la ventana para que su cachorro pudiera asomarse por la ventana, a la sacerdotisa le divertía ver como el perrito jugaba contra el viento en el rostro e Yoh no podía estar más feliz de verla contenta.

No tardaron más de 20 minutos en el tráfico de la ciudad cuando vislumbró un enorme edificio que a la cabeza decía "EMPRESAS ASAKURA – K", quedó impresionada por el tamaño del lugar mientras entraban a un estacionamiento lleno de automóviles lujosos con el logotipo de la empresa.

- ¿Qué significa la K?

- ¿eh?

- La "K" en el nombre de tu empresa, "ASAKURA – K"

- Oh. – el chico se sonrojó un poco. - Es por Kyoyama. – Ella lo miró sorprendida. – El 90% de las acciones de esta empresa están a mi nombre… y al tuyo, así que todo esto te pertenece también, el 10% restante está a nombre de los chicos y ciertos inversionistas, pero en general, el 45% de todo es tuyo.

- ¿Por qué?

- Pues, yo lo puse a tu nombre.

- ¿Por qué? Yo podría haber estado muerta.

- Yo sabía que no lo estabas y que iba a encontrarte. – después de eso se depositó un silencio entre ellos, el chico terminó de estacionarse en su lugar y salieron rumbo al ascensor. Marcaron el piso 25, el último de todos. – Bien, los 25 pisos forman parte de la misma empresa pero cada piso tiene una función en específico:

Pb. Recepción

1. Reclutamiento

2. Recursos humanos

3. Administración

4. Atención al cliente

5. Contabilidad y finanzas

6. Jurídico

7. Publicidad y mercadotecnia

8. Informática

9. Compromiso y calidad

10. Atención a dependencias gubernamentales

11. Orientación policiaca

12. Orientación psicológica para clientes

13. Orientación psicológica para empleados

14. Exportación e importación de evidencias

15. Logística

16. Casos municipales

17. Casos Estatales

18. Casos Nacionales

19. Casos internacionales

20. Control de gestión

21. Comedor de empleados y sala de descanso

22. Subdirección

23. Atención ejecutiva

24. Despacho de Inversionistas

25. Dirección general

Además, contamos con dos sótanos que sirven como almacén de documentos que son altamente vigilados y los pisos subterráneos de estacionamiento.

- Wow, todo esto en 3 años, es impresionante. – el le mostró una sonrisa maravillosa.

- En realidad todo esto es gracias a ti, pues de no haberte buscado, jamás hubiéramos encontrado a tantas personas en situación delicada.

- ¿Entonces, tu negocio de investigación es sólo para buscar personas?

- No, es investigación en general, recolectamos pistas, tesoros, petróleo, delincuentes, redes de narcotráfico o prostitución, objetos perdidos, entre muchas otras cosas más.

- Vaya, para tener un edificio de esta magnitud, deben cobrar bastante bien.

- Pues, varía la necesidad para la que nos requieran; pero no sólo trabajamos para gente con dinero, también llevamos casos de caridad con personas que viven en situación de calle y que nadie quiere ayudarlas.

- Eso es increíble.

- Logré comprar el edificio el primer año, estaba abandonado, pero mientras yo iba a buscarte, los chicos lo echaron a andar, el apoyo de los inversionistas ayudó bastante, además, Ren es muy bueno en los negocios, así como Manta, por lo cual ambos me apoyan desde la subdirección.

- Todo suena irreal, como, diferente a ti.

- No soy diferente, sólo mi economía es diferente, pero todo fue gracias a ti. – ella sólo bajó la cabeza mientras negaba levemente.

- No te das suficiente crédito.

- Tú tampoco. – ambos se miraron a los ojos con una chispa de gracia. El ascensor se abrió y salieron hacia un lugar precioso, el piso era de un negro brillante, la sala de espera blanca y reluciente, a su izquierda podía ver dos oficinas con paredes de cristal en donde se encontraban una chica trabajando en una y un chico trabajando en la otra, parecían jóvenes; a su lado derecho se veía una chica muy elegante y hermosa, con su corto cabello negro y estilizado a la moda, sus enormes ojos azules, vestida con una falda de tubo que resaltaba sus curvas y una camisa de botones que tenía grabado, "ASAKURA – K" – Ven conmigo. – dijo jalándola de la mano para que bajara del ascensor, seguidos por un perrito que corría detrás de ellos.

Lo primero que hizo fue abrir la oficina de la chica, quien se encontraba en una llamada telefónica.

- Aiko. – ella levanta su bonito rostro de la computadora, es pelirroja y de ojos verdes. -Hola, no te interrumpo por mucho tiempo. – ella sin desatender la llamada le sonríe. – Sólo quería presentarte a Anna. – ella le dirige una sonrisa a la rubia con un gesto de mano. – Anna Kyoyama. – De repente su sonrisa desaparece de su rostro y una mirada de incredulidad aparece. – jijijij lo sé, te dejo para que termines, estaré en mi oficina.

Salieron de ahí y se dirigieron a la otra puerta, la abrió sin tocar; este chico se encontraba en la computadora.

- Arata, hola. – dijo con una enorme sonrisa.

- Hey, volviste.

- Así es… ¿cómo va todo por aquí?

- Perfecto, pero tu escritorio está saturado de trabajo pendiente y que urge que autorices.

- Lo sé, lo siento, esta vez tardé más de lo esperado, pero ha valido la pena, quiero presentarte a Anna Kyoyama. – el chico de ojos miel y cabello amarillo como el sol la miraba estupefacto. Se puso de pie de un salto y se acercó a ellos.

- Vaya, es, es un honor para mí al fin conocerte, no puedo creer que por fin tenga ante mis ojos a la "K" de la empresa. Lo siento si sonó raro jejeje, es un placer conocerte. – dijo extendiendo la mano con una enorme sonrisa. Lo miró en silencio hasta que por fin ella le regresó el saludo.

- Anita, Arata y Aiko son mis asistentes personales, ellos hacen el trabajo duro cuando los muchachos o yo no estamos cerca, así que sí, de seguro deben estar muy ocupados jijiji.

A lo lejos la chica detrás del mostrador de recepción miraba la escena con el ceño fruncido preguntándose quién era esa que acompañaba a su jefe, y sobre todo por qué había un perro merodeando las oficinas.

Salió detrás del mostrador de mármol blanco y se dispuso a echar al perro de ahí, logró acercarse a él y lo tomó de su cuerpecito.

Mientras con molestia se acercaba al teléfono para llamar a seguridad y que lo echaran a la calle. Yoh estaba tan enfrascado en su conversación con Arata que no notó lo que pasaba, Anna al percatarse de la ausencia de su perrito, salió en su búsqueda hasta que lo encontró en manos de la chica de cabello negro.

- Oye ¿puedes regresarme a mi perro?

- ¿Disculpa? Mira niña, no sé quién seas, pero este no es un lugar para traer animales, y mucho menos para venir vestida como tú lo haces. – dijo mirándola de arriba hacia abajo.

- Viene conmigo Azami. – se escuchó la voz de Yoh sobre el hombro de Anna. – Y ese perro es mío, así que tiene toda la libertad de estar por estas oficinas. – dijo quitándoselo de los brazos par entregárselo a la rubia. – Azami, ella es Anna… Anna Kyoyama. – la chica del mostrador palideció por completo, entonces, por fin había aparecido la chica, la chica odiada por casi todas las mujeres de la empresa al ser el único pensamiento recurrente del jefe. Inmediatamente un sentimiento de odio se apropió de ella. – Anita, ella es Azami, se encarga de agendar mis citas, recibirlas y de mis encargos personales, así que también se hará cargo de los tuyos. – lo dicho por el castaño provocó que la pelinegra apretara los puños. – cualquier cosa que necesites, pídeselo y ella lo traerá para ti. – Por lo pronto, estaremos en mi oficina poniéndonos al corriente, Azami, consíguenos comida del comedor, dile a Hisao quedos de lo de siempre por favor.

El castaño se dio la vuelta e ingresó a su oficina que a diferencia de las demás, no era de cristal, era de concreto alrededor, excepto por la inmensa ventana que mostraba la hermosa vista del centro de Funbari.

- ¿Quién es Hisao?

- Es el cocinero estrella de aquí, te encantará la comida, ya lo verás.

- La vista es hermosa.

- Sí, es lo que más me gusta de esta oficina.

- ¿No crees que es un poco irrespetuosa la forma en la que entras en la oficina de los demás?

- Ammm, puede ser jijiji, pero soy el jefe, no es tan malo; bien, veamos, esto es demasiado. – dijo al acercarse al escritorio y ver la bandeja llena de trabajo pendiente. - ¿Qué tal un poco de ayuda? – la rubia asintió.

- Bien… ¿Qué podría hacer yo?

- Bueno, Cerbero se quedará aquí. – el chico lo colocó un enorme cojín en la esquina de la oficina que daba vista a toda la ciudad, ahí el cachorro se hizo bolita y se dispuso a tomar una siesta. – Bien, ahora me ayudarás a acomodar todos estos documentos en varios montos. Por fecha de antigüedad y separando si son municipales, estatales, nacionales o internacionales ¿de acuerdo?

- Claro. – el castaño le acercó una silla ejecutiva y la chica se puso a trabajar, el joven sonrió y se sentó en su lugar a trabajar respondiendo el buzón de correos de su Mac de escritorio.

Había pasado alrededor de una hora, el castaño imprimió una serie de documentos, los selló y los firmó.

- Necesito ir al piso de contabilidad ¿quieres ir conmigo?

- No, aquí estoy bien, esto es entretenido. – dijo la itako sin dirigirle la vista.

- Bien, no tardo, si necesitas algo, pídeselo a Azami, ella conseguirá lo que necesites. – la chica asintió con la cabeza.

Pasaron alrededor de unos 20 minutos en los que la sacerdotisa seguí trabajando arduamente, estaba tan concentrada que no notó que alguien ingresaba a la oficina.}

La pelinegra se acercó sigilosa y dejó caer la bandeja de comida sonoramente sobre el escritorio provocando un enorme sobresalto en la rubia quien recordaba esos gestos de parte de los sirvientes de Hao.

La miró con sigilo y con su mano apretó su pecho.

- Jhm, no me di cuenta que estabas aquí; el jefe es muy especial con las visitas a su oficina, me sorprende que estés aquí adentro ¿Estás segura de que él te dejo permanecer aquí? – La itako levantó una de sus finas cejas y contestó.

- No soy una visita, me trajo con él.

- ¿Te trajo con él? Y exactamente ¿de dónde te trajo?

- Pues… de la pensión

- ¿La pensión? ¿Hablas de su casa?

- Sí, yo también vivo ahí.

- ¿Qué? – gritó escandalizada – y ¿eres alguna clase de prima o algo?

- No soy de su familia.

- Que desfachatez aceptar vivir en la misma casa que un hombre comprometido. Me pregunto que pensará la señorita Tamao de todo esto.

- No debes preocuparte por eso, ella estará pronto de vuelta y yo me iré. – la pelinegra sonrió con sarcasmo.

- Jhm era obvio que jamás cambiaría a su prometida de clase por alguien como tú.

- ¿Alguien como yo? – dijo poniéndose de pie.

- Ni siquiera me conoces.

- Sólo hace falta ver cómo te vistes.

- Esta es la ropa que usaba Yoh cuando era más joven, así que puedes juzgar sus gustos cuando vuelva.

- ¿Por qué traerías su ropa puesta?

- Eso es algo que no te corresponde saber. – Azami se enfureció con la respuesta de la rubia, tanto que tomó la salsa que acompañaba a la comida y se la arrojó directo en la ropa. –

- Oh vaya, una chica torpe, veamos cómo reacciona el jefe cuando vea que manchaste sus documentos importantes. – dijo saliendo y azotando la puerta.

La rubia estaba más que familiarizada con el maltrato, pero si le asustaba la idea de Yoh molesto ante la suciedad de sus documentos, pues ella era la responsable de ellos y debía cuidarlos.

Rápidamente tomó unos pañuelos que estaban en una mesilla y comenzó a limpiar lo más que pudo, comenzó a desesperarse pues las manchas no se quitarían por completo. Rendida se arrodilló en el suelo a terminar de limpiar la camisa que traía puesta. Unos segundos después se abrió la puerta con unos sobres en mano. Cuando vio a Anna en el suelo se alarmó.

- ¡Hey! ¿Estás bien? – dijo arrodillándose a su lado, intentó estirar su mano para tocarla, pero ella se retiró. - ¿Qué pasa?

- Lo lamento, tus documentos se mancharon de salsa. – el chico que ni siquiera había notado la salsa por todos lados, recogió los documentos.

- No pasa nada, tranquila, los fotocopiaré para que no se noten las manchas, los firmaré, sellaré y no pasa nada, además ninguno está autorizado aún ¿sabes? Eso depende de mí, tranquila. – los observó uno a uno. – no están tan mal. Ven acá conmigo. – dijo mientras se acercaba a un mueble donde tenía un pequeño colgador con varias camisas. – aquí tengo ropa para cuando necesito estar presentable, toma ponte esta. Ahí está el baño.

La joven tomó la camisa de sus manos e ingresó al baño a cambiarse, se tomó unos minutos de más, se lavó la cara y se mojó el cabello; la actitud de Yoh ante algo que se consideraba importante le resultó extraña pero familiar. Cuando finalmente salió, el castaño ya había fotocopiado los documentos y acomodado en la pila correspondiente.

- ¿Está todo bien Anna? – Ella asintió y se acercó a él.

- Sí es sólo que… creo que lo mejor sería que volviera a casa.

- ¿Qué? No, ¿por qué dices eso? Aún no hemos comido, vamos, siéntate y deja que la sazón de Hisao te convenza. – el shaman abrió la bandeja y descubrió un par de enormes filetes que se veían jugosos y deliciosos acompañados de vegetales en su punto, puré de papa y aderezo que se veía delicioso, acompañados con unos panes de mantequilla que se veían humeantes. Su boca se hizo agua, más no fue la única pues enseguida tenían a Cerbero brincoteando alrededor.

- Bien, ok Cerbero ¿sabes qué es esto? – dijo mostrándole un paquete de los que había traído consigo a la oficina. – es un pañal para mascotas, lo pondré en el baño y cuando tengas ganas corres ahí ¿de acuerdo? – después de decir eso volteó a ver a Anna - ¿crees que entienda?

- Ammm no lo sé, pero es muy listo, te ayudaré si noto que le dan ganas.

- Bien, bueno, vamos a comer.

Se sentaron en la sala y comenzaron a comer, Yoh le había dado su pan acompañado de una buena porción de carne y vegetales a Cerbero; por su parte, la sacerdotisa comía con emoción olvidando en ocasiones lo que le había comentado el shaman acerca de tomarse su tiempo.

Cuando no pudo más, se rindió y dejó una buena parte en su plato.

- Ya no puedo más ¿podemos llevar el resto a casa?

- Sí, pediré que lo envuelvan. – El shaman marcó el número 3 y esperó. – Azami entra a la oficina por favor.

La pelinegra entró altiva y pavoneante como si de una super modelo se tratara.

- A sus órdenes señor. – el shaman le contestó prácticamente sin voltearla a ver.

- Que nos pongan el resto de la comida para llevar. – la chica al intentar llamar su atención sin éxito se molestó y se dio la vuelta.

- Enseguida. – enfureciéndose más al ver a la rubia con una de las camisas ejecutivas de su jefe.

- Ven Anita. – la llamó. – vamos a continuar para poder ir por los juguetes de Cerbero.

La itako se acercó y comenzaron a trabajar con más ánimo. La chica le pasaba documentos en orden y él firmaba y sellaba los que se autorizaban y regresaba los que tenían errores, algunos detectados por Anna al notar como rechazaba Yoh ciertos documentos.

Cuando terminaron eran alrededor de la 5 de la tarde.

- ¿Quieres ir a conocer a toda la empresa?

- Eso nos tomará una eternidad.

- No, ven, será divertido… eres una celebridad aquí, algo como una leyenda.

- ¿por qué lo dices?

- Bueno, al no encontrarte tan rápido, todos creían que estaba loco y que te inventé; ahora verán todos que eres real. – la chica alzó las cejas curiosa.

- O-K!

- Jijiji vamos.

Salieron rumbo al ascensor, siendo observamos por Azami. Visitaron piso a piso, el shaman la presentó con todos y cada uno de los empleados que asistió, era de verdad algo extraño y un poco incómodo, pero al final todos habían sido muy amables; algunas mujeres un poco menos y algunos hombres un poco más, pero había salido todo bien.

Salieron de la empresa directo a la tienda de mascotas, alcanzaron a llegar antes de que cerrara; había sido genial, Anna adoró cada minuto de esa tienda, compraron comida para Cerbero, premios, pelotas, un collar con su placa, juguetes, una tina para el baño y hasta Yoh había elegido ciertos disfraces que le parecieron graciosos para el animalito.

Cerbero salió de la tienda con un traje de tiburón puesto. Para el shaman había valido por completo la pena, su rubia se veía radiante de felicidad. Estacionó fuera del parque e invitó a Anna a bajarse.

- Demos una vuelta antes de volver a casa, para que Cerbero estrene alguno de sus juguetes.

Sacaron la pelotita de Cerbero, la arrojaban y el iba por ella con emoción, a veces tropezando un poco por el disfraz; las personas se detenían a admirarlo y hacerle cariños.

- jijiji Parece que Cerbero hará muchos amigos.

- Sí, se ve feliz.

Pasó alrededor de una hora cuando comenzaba a hacer más fresco y decidieron retirarse, Anna chifló a su perrito y este inmediatamente corrió a los brazos de su ama.

Volvieron a casa cerca de las 9 de la noche.

Todos reían de ver al perro en un traje de tiburón.

- Awww es tan bello. – decía Jun

- ¿Quieres cenar algo? – preguntó Yoh a la itako.

- No, estoy muerta, me daré un baño e iré a la cama.

- Bien. – dijo dándole una dulce sonrisa.

- Fue un gran día. Gracias.

Cuando el shaman se unió con sus amigos a la sala, les contó lo sucedido y todos supieron que tal vez con algo de trabajo, tiempo y distracción, valdría la pena.

La noche pasó ligera, la joven despertó muy bien, sintiéndose descansada y sin pesadillas durante la noche.

Sonrió para sí al ver a Cerbero dormir con la pancita hacia arriba.

- Despierta pequeño. – dijo rascándole la barriga. – es hora.

Salieron de la habitación y se unieron al comedor.

- Buenos días Anita.

- Buenos días a todos.

Se sentó a desayunar con todos y cuando ya no pudo más, se retiró al patio a jugar con su mascota. Pocos minutos después la alcanzó el castaño.

- Oye. – la chica suspiró pesado.

- Si no te conociera comenzaría a sentirme un poco acosada.

- No seas mala, quería decirte que vamos a salir.

- ¿Salir? ¿A la empresa de nuevo?

- Nah, sobrevivirán sin mí, iremos a comprar unas cosas.

- Oh, pero, no tengo que ponerme.

- Ese ya no será problema, ven así estas bien, y no te preocupes por Cerbero, Jun lo cuidará.

Salieron de prisa de casa en el coche. Llegaron al centro comercial más grande del centro y se quedaron en el estacionamiento.

- Vamos a comprarte toda la ropa que necesites.

- ¿eh? No, yo… estoy segura de que si voy con la sensei ella me ayudará con eso.

- Anna, no sabemos cuando la abuela podrá recibirnos, por lo pronto, vamos a comprar todo lo necesario.

- Es que yo. No puedo dejar que… ¿Cuántas personas van a verme desnuda?

- ¿Qué? No Anita, nadie te verá desnuda, tranquila, te acompañaré de lejos y tendrás a alguien quien te ayude, pero no hay que preocuparse de nada, pediré que sea mujer la que te atienda.

Subieron al último piso, una tienda de moda que vendía de absolutamente todo, ahí encontrarían lo que necesitaban, ropa interior, calzado, accesorios, etc.

Anna fue recibida por una señora de aspecto muy amable y ojos nobles.

- Buenos días ¿les puedo ayudar en algo?

- Gracias. – dijo el castaño. – buscamos un guarda ropa nuevo para la señorita; que contenga de todo, desde lo más básico. Ropa interior, deportivo, todo por favor. – la rubia lo miró con sorpresa.

- No, tantas cosas, por favor. – mencionó la itako.

- Claro que sí, será un gusto poder atenderlos ¿tienen algún presupuesto?

- Ninguno, tiene libertad absoluta. – la señora sonrió y asintió.

- Ven conmigo linda, te ayudaré a conseguir todo lo que necesitas.

La joven la siguió y escuchó todo lo que tenía que decirle, se sentía realmente exasperada, sobre todo cuando le tomaron las medidas pues no quería que la tocaran demasiado.

Se probó demasiada ropa de todo tipo: de descanso, pijamas, casual, elegante, de gala, ejecutivo, vestidos, faldas, pantalones, pants, sudaderas, zapatos, tenis, sandalias… cuando ya no pudo más se acercó a Yoh.

- ¿Sabes? Ya no puedo más… por favor elige tú lo que mas te guste y vayámonos. - el chico la miró con comprensión, le susurró algo a la señora y le entregó su tarjeta de débito ejecutiva.

Estaban por retirarse cuando el castaño notó algo que llamaba su atención.

- Espera un momento aquí, ya vuelvo Anita.

El shaman se acercó a una prenda que llamó su atención y la tomó entre sus manos, era un vestido idéntico al que solía usar su rubia, se lo pasó a la señora y le pidió que lo empacara.

Le anotó su domicilio y se retiraron, las cosas estarían en su casa empacadas y listas mañana temprano en las puertas de su casa.

Se retiraron y el shaman llevó a Anna a un lugar de sopas a comer.

La notó un poco desanimada.

- ¿Está todo bien?

- Lo está.

- No estás comiendo bien.

- Sí lo estoy, pero creo que se está haciendo tarde.

- No es tan tarde linda, tenemos todo el día y Cerbero está en buenas manos.

Terminaron su comida y caminaron un poco más hasta que se sentaron en una banca del parque frente al centro comercial.

- Veamos… ¿Qué podría subirte el ánimo? ¡Ya sé! Dime algo que de verdad tengas deseos de volver a comer.

- Acabamos de comer Yoh.

- Ni siquiera comiste bien, además es diferente, vamos dime… ¿Qué se te antoja comer? Algo que desees más que nada el volver a probar.

La itako lo por unos momentos hasta que una leve sonrisa surcó sus labios y volteó a verlo con los ojos brillantes.

Minutos más tarde se encontraban en una heladería, la joven tenía un helado gigante frente a ella sabor vainilla y fresa con frutos rojos y mucho chocolate derretido.

- Creo que te sobrepasaste.

- Jijijiji creo que entre los dos podemos terminar con él.

- Lo dudo.

- Bueno, no lo sabremos si no lo intentamos. Buen provecho. – el castaño comía tan rápido que su cabeza se congeló. – ouch! Eso dolió. – la rubia rio levemente. Y siguió comiendo.

Pasaron el resto de día de forma amena hasta que volvieron a casa cerca de las 9 de la noche.

- Vaya, el tiempo vuela cuando te diviertes. – la sacerdotisa se limitó a asentir con una sonrisa.

Bajaron del auto cuando fueron emboscados por una muy efusiva y hermosa mujer que abrazó a Anna como si su vida dependiera de ello.

- Mi niña hermosa, estás de vuelta. – dijo la señora Asakura con sus ojos llenos de lágrimas.

La itako tembló al sentir los brazos de la mujer, hasta que la reconoció, comenzó a soltarse poco a poco y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

- Señora Asakura, yo…

- ¿Se puede saber en dónde diablos se metieron todo el día?

Al escuchar la furiosa voz de Tamao, todos voltearon a verla, en especial Anna, que se sintió sucia al haber compartido varios días al lado de un hombre comprometido.

Hola a todos!

Perdonen por el atraso, la verdad es que estos momentos de pandemia me han resultado muy difíciles. Me he sentido víctima de la depresión y la ansiedad y me ha costado mucho salir adelante.

Espero de todo corazón que todos se encuentren bien y que pronto pase esto.

Por favor no olviden dejarme sus comentarios e ideas en un review pues eso me sube muchísimo el ánimo siempre.

Gracias por todo y nos leemos pronto.