Disclaimer: Los personajes y la historia de The Lost Canvas pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi. Fic sin fines de lucro.
Epílogo. En otra vida, en otro tiempo.
Un joven rubio estaba entretenido leyendo varios pergaminos que había encontrado en la amplia biblioteca. Tan entretenido estaba qué no se percató de las figuras que habían aparecido en la entrada de la habitación.
-Pero vaya, en verdad que mal gusto tiene mi hermana, esta habitación es demasiado aburrida. -Shion volteó rápidamente al escuchar eso.
-Señora, señores. -El Patriarca hizo una reverencia a la hermosa mujer rubia acompañada por seis jóvenes de similar apariencia qué la dama. -Disculpen la descortesía, no sabía que vendrían.
-Ya, tranquilo cariño. No es necesario tanto protocolo, después de todo ésta es una visita no oficial. -Con un elegante gesto la hermosa fémina tomó asiento en un sillón, siendo secundada por su séquito.
-¿Puedo ofrecerles algo de beber?
-Una copa de ambrosía está bien, también para mis niños. -Los rojos labios se curvaron en una seductora sonrisa.
-En verdad lo lamento, pero en el Santuario no contamos con esa bebida.
-Jajajaja~ Tranquilo querido mío, sólo estaba bromeando. Estamos bien así, gracias.
-¿Y a qué debemos el honor de disfrutar de su presencia? -Preguntó mientras recobraba la compostura.
-Vamos cariño, se bien que sabes por qué estamos aquí. Queremos saber cómo estuvo todo. -La rubia movió juguetonamente sus piernas.
-Claro, he preparado este informe por escrito dónde describo a detalle todos los sucesos. -Le ofreció unos papeles que la mujer tomó mirándolo con cierto fastidio.
-¡En verdad eres aburrido Aries! Muy apuesto, pero aburrido. Guárdate esos informes para la sosa de mi hermanita, a mi cuéntame como paso todo. Eso sí, lo quiero con lujo de detalles.
-Bueno, siendo así entonces. -Jaló una silla y se sentó frente a ella.
-Vamos mis niños tomen asiento acá, que este guapo caballero nos va a contar cómo terminó nuestro maravilloso plan. -Los jóvenes hicieron lo que su madre les indicó, cuatro de ellos con gran alegría mientras que los dos restantes con evidente desánimo.
-Sí me lo permite señora, puedo traer más asientos para los señores.
-Ya te he dicho que no hay necesidad de tanto protocolo, no me llames "Señora" qué me haces sentir vieja, sólo dime por mi nombre, o algunos de mis muchos nombres.
Tras dudar un par de segundos, Shion respondió.
-¿Le parece bien Citerea?
-Me parece perfecto...
Los últimos rayos del sol aún lograban filtrarse por entre las copas de los árboles iluminando el camino. La joven castaña caminaba rápidamente aprovechando los escasos momentos de luz. Justo había cruzado la entrada de la villa cuando la luna se asomó majestuosa entre el oscuro lienzo de la noche.
Gracias a la luz que los faroles proyectaban logró ver a una silueta conocida que caminaba un poco más adelante. Apresurando sus pasos pudo darle alcance en poco tiempo.
-¿Apenas de regreso? -El aludido ignoró el cuestionamiento. La castaña lo miró fijamente. El joven estaba totalmente ido en ese momento y sólo una sonrisa tonta se dibujaba en su rostro.
Agasha se detuvo un par de segundos para tomar aire al tiempo que levantaba su canasta por sobre su cabeza.
-¡Señor Pakia! -Gritó mientras golpeaba al joven con su improvisada arma.
-¡Por todos los dioses! ¡Agasha! -El pobre pelinegro fue sacado abruptamente de su ensoñamiento. -No me asustes así.
-Tengo rato hablándole, pero claro, usted andaba pensando en vaya a saber Athena qué. -Respondió mientras caminaban juntos.
-Jeje. Bueno, cambiando de tema, ¿qué horas son éstas para que usted apenas vaya de regreso señorita?
-Yo también podría preguntarle lo mismo ¿No? -Le guió un ojo mientras le señalaba. -Pero en mi defensa, tenía que aprovechar mi regalo hasta el final.
-Bueno, supongo que no tengo por qué entender eso. Cómo sea, démonos prisa.
-¡Por amor de Athena!
-¿Qué pasó? -El ex aprendiz se sobresaltó al oír la exclamación de la florista.
-No terminé de preparar la cena. -La florista emprendió la carrera seguida por el joven.
Momentos más tarde llegaron a la casa sin aliento, tras tomar aire en la puerta se adentraron llevándose una gran sorpresa.
En la cocina se encontraban Lysandro y la señorita Leila terminando las últimas preparaciones de la cena mientras platicaban muy animadamente.
-Cariño, Pakia, han llegado a tiempo.
-Buenas noches señorita Leila.
-Buenas noches mi niña, vamos siéntate, descansa un poco, tu también Pakia.
-Papá, disculpame por haberme demorado tanto.
-No te preocupes por eso cariño, como ves la cena ya casi está lista. Por cierto, ¿por qué traes tu pelo suelto? ¿Perdiste el listón?
Al oír la pregunta de su papá instintivamente se llevó las manos hacia su cabello, dándose cuenta de que en verdad lo traía suelto.
-Se llevó mi listón. -Sus mejillas se enrojecieron al recordar todo lo que había pasado.
-¿Quién linda? -Preguntó Lysandro mientras terminaba de picar las verduras.
-Ah, es que... Bueno, se trata de la sorpresa de la qué hablaba el señor Shion.
-Ya veo. Cómo sea, es una lástima, ese listón era especial.
-¿Especial? -Su tono de voz delataba su culpabilidad.
-Bueno algo así ¿no te he contado la historia?
-No, o al menos no la recuerdo.
-Bueno, cuando eras una bebé, un comerciante del Oriente nos lo vendió. Dijo que en su tierra natal los tejen en honor de los dioses para pedir su protección, qué el tejido representa el curso de la vida. Y tu mamá lo compró para ti cómo un amuleto.
-Vaya, lamento haberlo perdido.
-No te preocupes, después de todo es sólo un listón.
-Además está linda señorita tiene muchos protectores. -Leila le sonrió amablemente.
-Bueno entonces falta esperar a que llegue el señor Shion y podremos cenar todos juntos.
-¿El señor Shion nos acompañará? ¿Usted también señorita Leila?
-Bueno, si no te molesta...
-¡Claro que no! Es genial, mientras más seamos va a ser mejor.
-Bueno, entonces llevemos esto a la mesa.
-Y en resumen eso fue todo lo que pasó. Tuve que hablar con él para explicarle las cosas antes de que continuara con ella, está de más decir que estaba muy desconcertado y confundido.
-Já, y no es para menos. Y ahora que lo recuerdo, hay algo que debo comentarte.
-Dígame señora, digo Citerea.
-Pues veras, hace unos momentos, cuando visite a mi hermana para pedirle que nos prestará el alma de tu amigo, vimos algo muy curioso. -La diosa cambio su usual mirada coqueta por una de seriedad.
-Madre, ¿considera prudente el contarlo? -Un joven de largo y lacio pelo rubio la interrumpió.
-Sí querido Anteros. Creo que no sólo es prudente, si no también importante que le cuente.
-Bien, cómo usted quiera madre. Ahora que hemos finiquitado este asunto, con su permiso me retiro, ya no tengo nada más que hacer aquí ¿Vienes Potos?
-Sí claro, madre nos vemos en la mañana. -El joven había estado todo el tiempo jugando con una rama de vid, se levantó y siguió a su hermano.
-Hasta mañana mis amores.
Ambos jóvenes salieron del salón dejando a su madre y sus hermanos, quienes intercambiaron miradas.
-Bien, lo que te quería contar es que cuando Perséfone reviso el libro de almas para saber dónde estaba tu amigo, notó un peculiar sello en ella. Ninguna de las dos pudimos averiguar de quién era, de modo que interrogamos al Juez encargado de los juicios, un albino guapísimo por cierto, con unos ojos tan...
-Citerea por favor, no se desvíe del tema.
-Vamos, no te pongas celoso, tu también eres muy atractivo. Por lo visto eso es un requisito para convertirse en caballero, si mi hermanita no está tan perdida. -El rubio solo volteó los ojos. -Bueno bueno, volviendo al tema, interrogamos al Juez, pero tampoco nos supo decir nada respecto al sello.
-¿Y recuerda cómo era?
-Mejor que eso. Peito, cariño por favor dame el dibujo.
Una bella joven de largos rizos castaños le extendió un pequeño trozo de papel. La rubia se lo dio a Shion para que lo examinará.
El símbolo qué estaba dibujado simulaba ser una extraña especie de bastón coronado por un círculo del cual se desprendían dos brazos qué caían a los lados de la base.
-No tengo la menor idea de lo que significa. Nunca he visto algo similar antes.
-Pues no representa a ninguna de las deidades de nuestro panteón, ni siquiera a algún dios menor.
-¿Me permite conservar el dibujo? Me gustaría investigar a fondo esto.
-Claro, no hay problema. Si tienes alguna idea no dudes en contactarme, mantenme al tanto de todo.
-Tenga por seguro que así será.
-Bueno, siendo así entonces nos retiramos. Muchas gracias por todo.
-Al contrario, le agradezco mucho su ayuda. Sin usted nada de esto hubiera sido posible. -Hizo una reverencia hincando su rodilla en el suelo.
-Nos vemos cariño. -La bella diosa desapareció seguida de sus hijos en un gran destello de luz.
-Gracias por todo, diosa Afrodita. -Un suspiro lleno de alivio escapó de sus labios mientras miraba la hora en el reloj que colgaba de la pared. -¡Por amor de Athena! Se me hace tarde.
Agasha había subido a su habitación a cambiarse de ropa, ya que estaba toda llena de pasto y tierra. Sonrió con melancolía al pasar el cepillo por su largo pelo y mientras se lo ataba en una trenza, desvío su mirada hacia la rústica mesa qué la hacía de tocador.
Sobre la oscura madera descansaba un prístino pañuelo primorosamente doblado. Con sumo cuidado desenvolvió cada esquina de la tela, dejando ver un puñado de pétalos secos. A pesar de que ya hacía varios años que se habían marchitado, aún conservaban su delicada fragancia. Sonrió con melancolía mientras volvía a doblar la tela para depositarla en su lugar. Tras terminar de arreglarse, bajo al pequeño comedor donde ya todos estaban reunidos esperándola.
Al entrar le regalo una dulce sonrisa a Shion, quien ya se encontraba sentado a la mesa. Cuando todos tomaron su lugar, comenzaron a servirse sus platos y a comer mientras conversaban animadamente. El centro de toda plática era Pakia, y a través de bromas y chantajes querían presionarlo para que contará cómo le había ido.
Cuándo Agasha le cuestionó por la respuesta de Dianthe, las mejillas del ex aprendiz de Capricornio se colorearon de un rojo intenso. Las risas no se hicieron esperar por parte de todos los presentes.
-Bien Pakia, ahora deben de fijar una fecha para la boda. -Entre risas Lysandro logró hablar. -También tienen que pensar qué tipo de ceremonia quieren.
-Eso es verdad. -Shion retomó su voz habitual. -Tú como miembro inactivo del Santuario tienes derecho a solicitar la licencia para celebrar tu boda allí, pero no sabemos que desea la novia, quizá quiera hacerlo en algún otro templo de otro dios.
-¿O quizá en la catedral de Rodorio? He visto que muchas parejas celebran sus bodas ahí. -Leila opinó mientras se llevaba la taza de té a sus labios.
-Pero eso sería un poco complicado, digo después de todo ni Pakia ni la señorita son congregantes. -Respondió Lysandro.
-Bueno eso no sería un problema, yo podría hablar con el clérigo y pedirle su autorización, después de todo el Santuario está en muy buenos términos con la diócesis local.
-Oh eso es muy bueno... -Leila iba a continuar con los preparativos pero fue interrumpida.
-Por favor deténgase. -El rostro de Pakia había adquirido todos los tonos posibles de rojos. -No hagan planes por adelantado, Dianthe ha aceptado mi cortejo, pero quiero hacer las cosas con calma. Con la bendición de Athena quizá en un futuro podramos retomar esta conversación.
Nuevamente las risas estallaron entre todos mientras continuaban con su cena.
La castaña agradeció en su corazón a todos los dioses por permitirle estar rodeada de las personas a quién tanto quería, y también elevó un agradecimiento a su divino benefactor desconocido, ya que Shion no había querido decirle de quién se trataba, por haberle permitido ver a Albafica una vez más.
-Se lo juro señor Albafica, viviré día a día agradeciendo a los dioses, pero también viviré amandolo cada día más. Y rezare para que algún día podamos estar juntos.
Ladera del monte Vesubio.
Costas de Campania. Italia.
La luna brillaba majestuosamente sobre las aguas del mar Tirreno, bañando con su luz toda la costa. En el horizonte se levantaba gallardo el monte Vesubio, pétreo testigo del paso del tiempo.
La noche transcurría con aparente normalidad, sin embargo repentinamente un ligero temblor sacudió la superficie de la tierra al tiempo que de la boca del coloso se escapaba una enorme fumarola. Los habitantes de la región, acostumbrados a los repentinos movimientos, no le prestaron demasiada atención y continuaron con sus labores.
Sin embargo en las rocosas faldas de la montaña una pequeña grieta se había abierto, dejando ver una gran cueva qué había permanecido sellada por cientos de años. Una luz anaranjada salió de la cueva proyectándose sobre la roca volcánica, al tiempo que una silueta se comenzaba a formar.
Sentier du littoral
Cap Rognoso, Francia.
La oscuridad de la noche comenzaba a desvanecerse paulatinamente mientras que los rayos del sol comenzaban a iluminar las rocas de la playa. Los pescadores anclaban sus pequeñas embarcaciones arrastrando sus redes con el producto de su trabajo.
Un joven adelantándose de su grupo, se dirigió a un grupo de rocas donde guardaba siempre su ropa de cambio, pero al agacharse para tomar sus pertenencias, vio algo que lo sorprendió.
-¡Hey todos, vengan a ver lo que me he encontrado! -Exclamó al tiempo que brincaba de la roca.
Cuándo sus compañeros llegaron vieron lo que su amigo les mostraba.
Tirado sobre la arena estaba un hombre joven, su respiración era bastante irregular, pero al menos se tranquilizaron al confirmar que estaba con vida. Sus largos cabellos negros le caían sobre su rostro, pegándosele a su blanca piel. Sus facciones eran bastante finas. Vestía una elegante camisa blanca sobre la cual llevaba un chaleco oscuro, pantalones del mismo tono y altas botas.
-Oye, amigo ¿Estás bien? -Delicadamente el joven pescador lo movió tratando de obtener una respuesta.
-Aún respira, debemos de darnos prisa y llevarlo con el doctor. -Dijo un hombre de largas barbas grisáceas. -Vamos, traigan los remos y la red, armaremos una camilla para trasladarlo al pueblo.
Los demás pescadores hicieron casos a lo que el mayor había dicho, mientras que él se inclinaba sobre el joven inconsciente.
-Debe de haber naufragado y las corrientes lo arrastraron hasta aquí.
-...lía. -Suavemente susurro el joven mientras que abría lentamente sus párpados dejando ver un par de ojos de un tan azul como el cielo.
-¿Amigo, me puedes oír? -El pescador lo miró asentir y continuó. -¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres?
-Me... Me llamo Nathaniel Lafayette. -Respondió en un fluido francés, pero con cierto acento extranjero. -S-soy de... D-de Vienne.
-Has naufragado, verdad. ¿A dónde te dirigías?
-Grecia...
-Bien, no te preocupes, ahora solo tienes que recuperarte y podrás continuar con tu viaje.
-No... N-necesito llegar cuanto a-antes a Rodorio.
-Nada de eso, lo que sea que tengas que hacer allá puede esperar un par de semanas más. -El hombre de la barba lo levantó cuando vio que sus compañeros regresaban.
-N-no entiende, t-tengo que ir allá para c-cuidarla. -Intentó levantarse de aquella camilla improvisada.
-Sí, sí. Pero primero debes de recuperarte. Andando, vamos.
Dos pescadores tomaron los remos y levantaron al joven que aún emitía débiles protestas, mientras que los demás cargaban con sus demás pertenencias y con la pesca de la noche y todos se encaminaron hacia la entrada al pueblo.
-Por favor, espérame Agasha... -Pensó antes de dejarse llevar por la inconsciencia.
Bien, nuevamente estoy aquí para traerles lo prometido, el epílogo de ésta historia. Aunque, a decir verdad, es más bien una intro a la otra historia en la que he estado trabajando. Cómo pueden ver hay un personaje nuevo qué tendrá gran importancia en la trama… pero la gran duda es ¿de dónde conoce a nuestra querida florista? y ¿qué relación tiene con ella? Les juro que aunque parezca que hice esto bajo el efecto de algún alucinante, no es así… estaba en mis cinco sentidos cabalmente.
Ah y también pudimos saber quienes eran los benefactores de Agasha... Pues sí, fue Afrodita y sus hijos los Erotes, quienes según la mitología, eran ocho: Anteros, dios del amor correspondido y vengador del amor no correspondido; Eros, dios principal del amor (contraparte del anterior); Hedílogos, dios del engatusamiento y la adulación; Hermafrodito, dios del amor heterosexual; Himeneo, dios de las ceremonias de matrimonio; Himero, dios del deseo sexual y el amor no correspondido; Peito, diosa de la seducción y el cortejo; y Potos, dios del deseo, anhelo y nostalgia amorosa. Para esta historia, preferí usar a la Afrodita benévola, qué se compadece de quiénes sufre por amor, dejando de lado su aspecto vengativo y rencoroso.
Y pasando a otras cosas, mil gracias por todo su apoyo. En verdad tenía muchas dudas respecto al anterior capítulo, pero gracias a sus bellos reviews supe que fue de su agrado *cries in yours fellings*. También aprovecho para informarles que *redoble de tambores* ¡Ya tenemos página de Facebook! Para quienes gusten pueden buscarme cómo Ezarelle ( Ezarelle-369508743477763/) *dat creatividad* solo he subido algunos dibujos que ya había hecho anteriormente. La verdad es que he estado algo inactiva, en parte por que debido a las últimas tragedias que han sucedido en mi país lo que menos tenía era inspiración, y también por que estoy tratando con un nuevo estilo de dibujo. Cómo sea, ya tengo lista una imagen de Ajax qué subiré en estos días junto con su ficha técnica. Disculpen las faltas de ortografía, pero en mi defensa diré que he trabajado por completo en este capítulo desde mi móvil, ya que mi lap esta en reparación.
Ah, y antes de que lo olvide. Por si no lo sabían, el título del fic, es por una canción homónima del grupo de k-pop T-ara, la culpa la tuvo SounionNoKoe, quién creo un video con escenas de Alba y Agasha con esa canción de fondo ( /VKUoQqWvbP0) Véanlo, no se arrepentirán.
Nuevamente, un millón de gracias por su apoyo para está historia. Y un pequeño mensaje para aquella personita a la que no le agrada el "género" sobre el que escribo: Recuerda que "El respeto al derecho ajeno, es la paz".
Nos leemos pronto.
Un fuerte abrazo para todos.
Ezarelle fuera :3