Disclaimer: Los personajes y la historia de The Lost Canvas pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi. Fic sin fines de lucro.


Capítulo I: Con el pasar de los días.

Rodorio, Grecia.

Tres años después de la Guerra Santa.

El sol comenzaba a asomarse tímidamente por entre las nubes, iluminando las casas cubiertas por el blanco manto de neblina, tejiendo caprichosos matices vaporosos en el ambiente. Unos ojos aceitunados observaban el místico espectáculo tras el cálido resguardo de una empañada ventana.

Las pequeñas aves comenzaban a cantar desde sus nidos en el campanario. Un sonoro suspiro se escapó de los labios de la joven. Lo quisiera o no, el día había comenzado.

-Ánimo Agasha... - Se dijo a sí misma.

Perezosamente salió de su cama y se dirigió escaleras abajo, primeramente a la cocina y después al pequeño cuarto de baño. Tras varios minutos salió tiritando de frío, y con el pelo aun húmedo se encaminó hacia la cocina. Una vez que reavivó el fuego, se quedó un instante frente a él frotándose las heladas manos. Quizá debía hacerle caso a su papá y tomar el baño por las noches, pero su pereza era tanta qué lo único que deseaba era dormir.

Unos ruidos en la entrada la sacaron de sus pensamientos. Colocó la tetera al fuego y subió a su cuarto para terminar de vestirse.

Cuándo bajo de nuevo, Lysandro ya estaba en la cocina sirviendo el té.

-Buenos días papá. -Lo saludo con un beso en la mejilla.

-Buenos días pequeña... Qué bueno que hayas puesto la tetera, así no hacemos esperar a Pakia.

El mencionado ingresó en la cocina, dejando en el suelo varias herramientas.

-Buenos días Agasha, ¿nos acompañaras hoy?

-Buenos días señor Pakia, claro que los acompañare, pero primero venga, vamos a tomar un té calentito.

-Ven Pakia, vamos siéntate con nosotros. Que la mañana está bastante fría.

-Muchas gracias, les acepto la invitación.

Momentos más tarde, los tres iban caminando por el sendero del bosque envueltos en gruesas capas. Siguieron hasta llegar a una verja de madera. Dentro de ella había una cabaña de madera y un pequeño invernadero con varias parcelas sembradas con una gran variedad de flores.

Comenzaron a cortar las flores y a colocarlas en distintas cestas. Una vez que acabaron con su labor, Agasha se dirigió a la parte posterior de la cabaña, frente al cauce de un río donde se encontraba un bellísimo rosal, cuyos capullos aún no florecían. Con mucho cariño, retiro las hojas secas de entre las ramas, mientras tarareaba una cancioncilla.

Poco después los tres se marchaban cargando las cestas.


Ya en casa, los dos hombres se dispusieron a arreglar las flores mientras que Agasha se dirigió a la cocina a preparar el almuerzo.

-Pfff... Y además tenía que hacer tanto frío. Espero que estos días pasen rápido. Si por mi fuera, me la pasaría durmiendo... -Meditó un par de segundos., y después negó con la cabeza. -Pero si eres tonta Agasha, no deberías de hablar así. Sabes bien que es en estos días donde la venta de flores aumenta. Deberías de alegrarte por ello, mira a papá, está muy feliz. Así que cambia esa actitud huraña, qué nada bien te hará.

Con esa nueva determinación terminó de preparar la comida y la sirvió.

Sin embargo, su pesimismo regreso poco tiempo después. La castaña estaba sentada frente a una mesa repleta de flores de todos los colores, listones a juego y papeles primorosamente decorados. A Lysandro le encantaba comentar muy orgulloso sobre el talento que Agasha había heredado de su difunta madre para hacer arreglos florales. Y en verdad era una actividad que a ella le agradaba mucho, pero en estos días solo aumentaba su fastidio.

-Y esto solo es el principio... -Dijo molesta mientras terminaba de armar su primer arreglo, colocando una llamativa tarjeta.

Y es que sumado a su destreza para armar los arreglos, se encontraba la linda caligrafía que había desarrollado producto de sus largas horas de aprendizaje en el Santuario, primero por cortesía de Degel, el caballero de Acuario y después por mandato del nuevo Patriarca, el señor Shion.

Apenas había iniciado el mes y ya tenía una infinidad de arreglos para armar y tarjetas por escribir. Con un suspiro de resignación tomo un lazo rosa y comenzó su labor.

Todos los negocios de Rodorio les habían encargado arreglos florales para adornar sus escaparates de forma romántica. Además que muchos jóvenes y señores les habían encargado flores para obsequiarles a sus amadas. Y todo el alboroto era porque ya era Febrero, y faltaban pocos días para la festividad de San Valentín, donde según la costumbre, los enamorados intercambiaban obsequios demostrando sus sentimientos.

Desde que tenía memoria, esa festividad la celebraban los dos solos. Tras la repentina muerte de Adrienne, Lysandro se enfocó por completo en su trabajo y en la crianza de la pequeña Agasha, ya que no quería que Nicolette, la hermana mayor de su difunta esposa, le quitara a su hija. Por eso mismo, el día de San Valentín, después de haber entregado todos sus encargos, cerraban su pequeño puesto y visitaban el cementerio local para colocar un hermoso arreglo floral en la tumba de Adrienne, y ya de noche, ambos degustaban de una cena especial por ese día.

"-Tú eres mi único y gran amor" -Solía decirle Lysandro a su hija.

Debido a que tras quince años de viudez, Lysandro decidió no volverse a casar. Agasha agradecía en silencio la decisión de su padre, pero no evitaba sentirse triste por él. Pero al menos desde hace cuatro años, Pakia pasaba ese día con ellos, lo que mitigaba la melancolía de ambos. Sin embargo, la incomodidad en su corazón iba en aumento año tras año.

Con un suspiro, tomo un tulipán y lo colocó en el centro del arreglo. En la calle estaban dos hombres con cítaras cantando melosas canciones románticas. Deseó encerrarse en su cuarto, pero no podía hacerlo, su mesa de trabajo estaba frente a la ventana que daba a la calle principal, de esta manera todos quienes caminaban por ahí podían apreciar su trabajo. Se sentía halagada, por la admiración que sus obras despertaba, pero en verdad no podía con tanta algarabía que mostraban las personas, ella solo sentía un gran vacío en su corazón.

Pero no siempre fue así, recordaba perfectamente que hace algunos años esperaba con ansias esta celebración, le agradaba tanto ir por las primeras flores del año y armar curiosas figuras con ellas, para después verlas adornando los escaparates de las tiendas. Pero lo que más disfrutaba era ayudar a su papá con la preparación de la cena.

Sin embargo todo fue antes que eso ocurriera. A partir de ese día funesto todo cambio, la destrucción de casi todo Rodorio, la lesión de su padre, el ataque que daba inicio a la tan temida guerra y su muerte. Quizá fue por la desolación que sintió al ver a su querido papá atrapado entre los escombros, o la incertidumbre que le siguió a los días en los que estuvo convaleciente, o a la rabia que le provocó ver a ese espectro burlándose de su vulnerabilidad. Era muy probable que todo eso hubiese cambiado su forma de ver la vida.

Pero lo que realmente le afectó a tal grado, fue el haber presenciado la batalla del caballero de Piscis, por quién había desarrollado un cariño muy grande. El verlo morir frente a ella, sin poder hacer nada para evitarlo, sin poder siquiera tocarlo para brindarle un poco de consuelo en sus últimos momentos, todo ello había dejado en su pequeño corazón infantil una especie de amargura qué aumentaba en estas fechas.

Por eso mismo, ahora la castaña armaba con fastidio los arreglos que les habían pedido. Y con el paso de los días, la rutina se iba repitiendo, despertaba antes del amanecer, acompañaba a su papá y a Pakia a cortar las flores, preparaban el almuerzo, se dedicaba a hacer arreglos florales, y cuando llegaba la noche, se metía a la cama deseando no saber más.

Poco a poco, a fuerza de costumbre, empezó a actuar en automático, sus manos se movían hábilmente con las flores, mientras que sus pensamientos viajaban a un lugar lejano, donde ella corría libremente de la mano de su querido papá y de la mamá que solo conocía por el retrato junto a la chimenea, junto con ellos corría en dirección de un lejano destello dorado. Nunca podía alcanzarlo, ya que algo dentro de su corazón se lo impedía.

De esta manera, su tedio disminuía notablemente, y hasta se podría decir que trabajaba felizmente.


Todo marchaba bien, hasta que días después, mientras regresaba de hacer una entrega para la modista de Rodorio, se topó con Ajax Pride. El joven era el hijo de Stefan Pride, dueño de la casa naviera más importante de la región. Normalmente solo hubiesen intercambiado un cordial saludo, ya que esa familia era de los principales clientes de su florería. Pero en esta ocasión, el joven la detuvo más de lo necesario.

-Buenos días Agasha, veo que ya has ido a entregar tus hermosos arreglos. -El joven rubio saludó a la castaña.

-Buenos días Ajax. Sí, he ido a entregarle los arreglos a la señora Candace. -Agasha hizo ademan de continuar por su camino, pero la interrumpió.

-Espera un momento, me gustaría que me permitieras conversar un momento contigo. -Fijó sus grisáceos ojos en ella.

-En verdad tengo prisa. Si me demoro mi papá se molestará. -Un sentimiento de incomodidad punzó el corazón de la joven.

-No te preocupes. También me gustaría hablar con el señor Lysandro. De hecho mi papá me ha dicho que vendremos los dos para conversar con él. -Con cuidado tomó uno de los mechones castaños que enmarcaban el rostro de Agasha.

Las mejillas de la jovencita se tiñeron de rojo e instintivamente retrocedió, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas por la furia.

-¡Aléjate de mí! ¿Qué te has creído para actuar de esa manera?

-Lo siento mucho, no quería ofenderte. Es solo que… me gustas y mucho. Iré a hablar con tu padre para pedirle permiso para cortejarte.

-¡NO! ¡No quiero que te acerques a mí! ¡No tienes derecho de decidir en mi vida, ni tú ni nadie!

-Vamos Agasha, deja ya esa idea tuya. Ambos sabemos que ya estás en edad para casarte, y también que, al igual que muchas otras, necesitas hacer un buen matrimonio. Y sin ser vanidoso, soy el mejor partido al que puedes aspirar. -Agasha dio media vuelta intentando irse, pero Ajax la sujetó del brazo. -Eres hermosa, eso es verdad, pero también todos en la aldea sabemos que has rechazado muchas propuestas en los últimos años. ¿Acaso crees que tu padre podrá seguir respaldando tus caprichos? -Su agarre se volvió más fuerte. -Sabes bien que tu pequeña florería no podrá seguir manteniéndolos a ambos. Así que deja tus caprichos de niña mimada y acepta mi cortejo. Te daré un par de días para que lo pienses, de todas formas, mi padre llegará pasado mañana, el día 13, y los visitaremos al día siguiente. -Ajax la soltó y se alejó caminando, dejando a Agasha llorando de rabia.

Corrió hasta su casa y se encerró en su cuarto para poder desahogarse. Miro su brazo izquierdo y vio una gran marca rojiza donde él la había sujetado. Arrojó su pequeña canasta sobre la cama y se derrumbó en llanto. Le dolía tanto saber que cada palabra que Ajax había dicho era cierto, en el último año había rechazado tres peticiones de mano, y su papá la había apoyado en sus negativas. Y si bien su negocio había mejorado significativamente, tampoco es cómo que si pudiese permitirse continuar con sus negativas, estaba por cumplir los dieciséis años y a esa edad ya debería de estar respetablemente casada. Las personas de la aldea ya comenzaban a murmurar, y eso no era muy beneficioso para su pequeño negocio.

Continuó llorando hasta quedarse dormida, de forma que no se dio cuenta en el momento en que Lysandro entró a la habitación. Los vecinos le habían comentado el incidente con el joven Pride, y se preocupó de tal manera que corrió a su casa. Con tristeza vio la fina marca de las lágrimas que se habían secado en sus mejillas.

-Querida Adrienne, cuánta falta nos haces en estos momentos. Nuestra pequeña necesita tanto tus consejos. -Acaricio los cabellos de su hija. -No sé si lo he estado haciendo bien, creo que mi niña ha crecido cómo una pequeña flor silvestre. Quizá debí de haber aceptado la ayuda de tu hermana, pero no soporto la sola idea de separarme de ella.

Lloró en silencio mientras veía el bello rostro de su pequeña, era tan parecida a su fallecida madre, sus facciones, sus gestos, su pelo, lo único que las diferenciaba eran sus ojos. Adrienne los tenía de un azul como el mar, mientras que Agasha había heredado su mirada aceitunada.

Se levantó sigilosamente, salió de la casa y se encamino hacia el muelle. Tenía una idea para ayudar a su hija, pero necesitaría ayuda.

Continuará...


Bueno, una vez más estoy aquí. Debo de confesar que esto se suponía iba a ser un oneshot romántico (primeramente nació como una idea para otro fic en el que estoy trabajando), pero mi inspiración no me dejó, de modo que terminó siendo algo más largo y un tanto sad(?.

La idea de Degel instruyendo a Agasha la tome prestada de los fics de Erikawaii95 (créditos correspondientes).

Cómo aclaración, la cítara es un instrumento típico de la Europa central, que no debe confundirse con el sitâr.

El día de San Valentín data del siglo XIV, y si bien es una festividad religiosa, ha sido adoptada por muchas culturas.

Un agradecimiento muy especial a Erikawaii95 qué fue mi beta para esta locura y me corrigió algunos errores, principalmente en lo que respecta al clima de Grecia xD. Muchas gracias :`)

Si hay algunas cosillas extrañas (qué las hay) sepan que todo va dentro del universo de la historia que estoy creando, y que pronto compartiré con todos ustedes.

Les agradezco a Erikawaii95, Goddess-Ambrosia1 y a Lucy por su amable review en la anterior historia.

Dudas, aclaraciones, sugerencias, reclamos, tomatazos y amenazas de muerte (? son bien recibidas. Sus comentarios son muy valiosos para mi, ya que me ayudarán a mejorar día a día.

Muchas gracias por leerme.

Les deseo a todos un feliz día de San Valentín.

Saludos.

Ezarel.