Niñera
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Vivía enamorado. Mi pequeña estaba resplandeciente, su largo cabello oscuro sujetado en una coleta alta, sus bellos ojos brillaban y en su rostro se reflejaba toda la alegría por este día, su día, daba vueltas se sentía soñada con aquel vestido azul con vuelo; se parecía a Mi Diosa, era dulce y alegre aunque también era de temer a sus cortos 4 años.
La primera en emocionarse por mi pequeña hija claro era mi madre, después de años reclamándome por un nieto hace cuatro años se le concedió y era la primera también en consentirla de sobremanera, en ocasiones era un dolor de cabeza sobre todo cuando Mi pequeña supo manipulara a mi madre para concederle caprichos a los que nosotros no accedíamos. Mi pequeña Kao salió corriendo al jardín seguida de su cómplice de travesuras, era extraño como aún con el carácter de mi hermano se llevaban bien y aún más como es que a sus 14 años Sasuke aún se rebajaba a su nivel y jugaba con ella. Se que no debo reír pero simplemente ver a Hiashi-san y a mi padre en su forma de abuelos sólo me ocasiona risa, era difícil creer que ese par eran hombres de negocios cuando sólo mimaban de las formas más absurdas a Mi pequeña, aunque no los culpa a ninguno ni siquiera a Hidan quién lucía completamente ridículo al hacer gestos sólo para que dejara de llorar; Kao sabía ganarse a todos, era una lindura igual que su madre.
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Lleno sus pequeños cachetes de aire y soplo con fuerza apagando las velas del pastel atiborrado de fresas.
-¿Qué pediste cariño?- pregunto mi madre con ternura.
-Un hermanito- dijo con su dulce voz.
Mire a Mi nena de reojo se había sonrojado levemente, este era un capricho de Kao que no me molestaría conceder.
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-¿Qué paso después de que Gretel derroto a la bruja?- pregunto Mi niña.
-Bueno supongo, que ella y Hansel se cuidaron uno al otro por siempre.
Guarde el libro en su pequeño librero de cuentos.
-Yo molestare a mi hermanito.
-¿A sí? ¿Y no es mejor que su alteza sea buena hermana?
-El tío Sasuke dice que es más divertido pelear- ese idiota, me senté en el borde de la cama.
-Puede que Sasuke sea más grande pero eso no quiere decir que debas creer todo lo que dice.
-Pero tú siempre peleas con él.
-Si pero no lo hago todo el tiempo ¿entendido?
-Entendido- sonrió adorablemente.
-Ahora descanse su alteza- le bese la frente y la arrope para luego apagar la luz y dejar su habitación.
De no ser por aquellos ojos y cabello negros sería una copia impecable de Mi Diosa.
Cuando entré a nuestra habitación Mi nena estaba sentada en la cama jugando con sus dedos. Me acerque y le ese la mejilla.
-¿Qué sucede?- me senté junto a ella.
Mi Diosa recargó la cabeza en mi hombro y suspiro.
-Itachi... nos tomo mucho tener a Kao- me gustaba que pensáramos en lo mismo, aunque ella se preocupaba mientras yo me emocionaba.
Tsunade lo dejo muy en claro, el porcentaje de concebir era bajo pero probable, Nuestra Kao era prueba de eso y a mi no me molestaba de todas formas amaba tocarla, sentirla y hacerla llegar, adorarla por completo y mostrar mi devoción; pero para ella cada mes que pasaba sin un bebe la llagaba a deprimir.
-Nena sabes que sólo nos tomará un tiempo- tomé sus manos -mientras podemos darle un perro.
-Un perro no es igual a un hermano.
-Lo se pero sirve para esperar, aunque mis padres aún no me dan a mi hermano- adoraba su risa.
-Siempre eres tan perfecto.
-Lo intento, te mereces eso y más Mi Diosa.
Mi Hinata se sentó sobre mis piernas y comenzó a besarme los labios, mi lengua se sintió impaciente, mis manos no se quedaron quietas, la inspiración se cortó con el llanto en la habitación de a lado. Mi bella y perfecta esposa se levantó a atender a su majestad, Mi nena llego con su alteza en brazos llorando, ya sabía lo que venía, por hoy no habría intento para un nuevo Uchiha.
-Dile a papi porque lloras- pidió Mi preciosa.
-Mostro- dijo llorosa y soñolienta.
La tomé en brazos y la senté en la cama.
-Los Uchiha no le temen a los monstruos su alteza- limpie con mi pulgar sus lágrimas.
-Perdón- dijo temerosa.
-Pero lo más importante ahora es resolver otro asunto Mi pequeña- mire a Mi Diosa -¿Dejaremos dormir a mami con el monstruo o- le hice cosquillas en el cuello -la dejaremos dormir aquí con nosotros?
-Aquí- dijo un tanto risueña.
Mi pequeña descansaba en mi pecho y Mi Diosa sobre mi brazo, mis dos damas a quienes adoro con toda mi vida estaban aquí y aquí las mantendría cerca de mi por siempre.