AVISO: Este fic participa en el reto temático de febrero "Día de los enamorados" del foro "El triángulo, dónde tres, están unidos".
DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.
¡WOLFSTAR, WOLFSTAR, WOLFSTAR!
Ejem.
Y un poquito de Jamesly, porque vida.
Escribiendo esto, me he dado cuenta de lo bien que se me da narrar tonterías. Otra cosa no sé, pero tonterías...
3. FIREWORKS & HINTS
(Letra de James)
10 de febrero de 1977
Querido Colagusano:
En nombre del resto de los Merodeadores, esperamos que te recuperes pronto de la cosa esa que has pillado. Seguro que en diez segundos Remus me roba la carta para escribir el nombre del virus que has cogido y mirarme con cara de superioridad. Espera y verás.
(Letra de Remus)
Creo que Rebuliatis utevoni era la palabra que buscabas. Es un virus muy raro que te deja la piel verdosa y con escamas; se cura haciendo reposo y bebiendo una poción negruzca de aspecto asqueroso de la que no recuerdo el nombre.
De nada.
Por favor, Peter, vuelve pronto y explícale a James que no es nada romántico incendiar medio castillo solo porque cree que Lily caerá rendida a sus pies cuando vea su sorpresa de San Valentín.
(Letra de James)
¿Ves? Te lo dije: no puede contenerse para demostrar lo listo que es. Pero te queremos igualmente, Lunático.
No le hagas caso, Peter, mi plan es genial, lo que pasa es que don Prefecto no quiere admitirlo. Verás, mi idea es simple a la vez que sublime: he pensado que, como a todas las chicas les gusta todo ese rollo de San Valentín, el día 13 a medianoche iluminaré el cielo con decenas de fuegos artificiales que digan ‹‹Lily Evans, te quiero››. Si con eso Lily no entiende que soy el amor de su vida, renunciaré a ella para siempre. Palabra de Merodeador.
(Letra de Remus)
Llevas diciendo eso tantos años que ya no se lo cree ni McGonagall. Y te repito las palabras de Lily, James: San Valentín es una porquería cursi, no entiendo por qué todos están tan obsesionados con celebrar su graaaan amor ese día en concreto››. Sirius estaba delante cuando lo dijo. Canuto, apóyame.
(Letra de Sirius)
Lo siento, Cornamenta, pero Lunático tiene razón.
SIN EMBARGO, esto será recordado por las generaciones futuras, así que yo me apunto.
Por cierto, ¿no parecemos un poco tontos hablando por aquí en vez de cara a cara? O sea, estamos en la misma habitación.
Colagusano, te echamos de menos. Vuelve pronto para que podamos pasar el castigo los cuatro juntos.
Firmado: Los Merodeadores
(Letra de James)
P.D: Remus, aguafiestas.
…
―Yo sigo diciendo que ese plan es una gilipollez. Nos pillarán incluso antes de que tengas tiempo de prender las mechas ―dijo Remus, cruzándose de brazos.
James selló la carta y escribió la dirección de Peter. Cuando terminó, se sentó al lado de Remus, en su cama, y lo miró con ojos de cordero degollado.
―Por favor, Remus. Te necesitamos.
Remus no se dejó afectar. Eran muchos años aguantando a aquellos dos y sus planes descabellados.
―Necesitas mi cerebro, dirás.
Sirius tumbado al lado de Remus, se irguió y lo miró con una ceja enarcada.
―Siempre pasa lo mismo: a James se le ocurre una idea de pésima ejecución y con peor resultado…
―¡Eh! ―protestó el aludido―. Me juego mi cornamenta derecha a que más del sesenta por ciento de los planes son tuyos.
―En eso tiene razón ―convino Remus.
Sirius hizo como que no los había escuchado y siguió con su discurso.
―… Yo lo apoyo (y Peter también, es de voluntad débil) y tú siempre te niegas a colaborar. Al final, conseguimos convencerte. Puede que tardemos más o menos, pero al final, siempre caes. ―Sirius le guiñó un ojo―. Venga, no te hagas de rogar. Además…
Se acercó a la oreja de Remus y le susurró algo. Este puso los ojos en blanco, pero al final soltó un suspiro resignado.
―Está bien. Pero como nos castiguen, os enteraréis.
James se puso en pie de un salto e hizo un gesto de triunfo. Entonces, se quedó pensando y miró con desconfianza a sus amigos.
―¿Qué le has dicho para convencerlo? ―le preguntó a Sirius.
Este se encogió de hombros y esbozó una sonrisa vaga.
―Una buena sesión de sexo ―dijo.
James puso cara de asco.
―Si no quieres contármelo, vale, pero no digas esas guarradas, que luego me vienen imágenes a la mente y… ug. ―Se estremeció.
Remus y Sirius rieron, pero no dijeron nada. Hacía tiempo que a James se le escapaban muchas cosas, pero de momento las cosas estaban bien así.
―Entonces, ¿qué tienes pensado exactamente? ―preguntó Remus a regañadientes.
A medida que James le relataba todo lo que quería hacer, Remus tenía más claro que el castigo que les iban a poner duraría hasta el año siguiente. Casi podía oír a McGonagall gritándoles.
En fin, lo que se hacía por los amigos.
―A ver, antes que nada, deberíamos tomar nota de todo lo que nos hace falta. ―James buscó un pedazo de pergamino y una pluma y fue apuntado todo lo que Remus le decía―. ¿Dónde creéis que podremos conseguir los petardos? Dudo mucho que en Zonko vendan todo lo que James quiere.
Sirius se pasó una mano por el pelo y sonrió con vanidad.
―Dejadme eso a mí, conozco a alguna gente que…
―Déjalo ―interrumpió Remus―. Cuanto menos sepa, mejor viviré. ―Miró a sus amigos―. Entonces, ¿vamos a hacer esto?
Sirius le pasó un brazo por el hombro y lo sacudió.
―¿Y aún lo dudas?
…
13 de febrero, casi medianoche
―A ver, muévelos un poco hacia la derecha… No, la otra derecha, Sirius, por Merlín. Un poquito más… Un poquito más… No, te has pasado. Un poco hacia la izquierda…
Sirius se giró y fulminó a Remus con la mirada.
―¿Por qué no dejas de darme órdenes y me ayudas?
Remus sonrió con suficiencia.
―Porque yo ya he calculado las distancias y la altura necesaria para que Lily vea esto desde su habitación. Ahora os toca a vosotros hacer el trabajo sucio. ¿No queréis que salga todo perfecto?
―Para otras cosas no eres tan quisquilloso… ―masculló Sirius.
―¿Cómo vais? ―preguntó James, que se acercaba a ellos en aquellos momentos. Miró a Sirius con el ceño fruncido―. ¿Sigues así? ¿Cómo puedes ser tan lento?
Sirius empezó a soltar maldiciones por lo bajo mientras James y Remus lo observaban y se reían a carcajadas.
Finalmente, cuando todo estuvo en su lugar, los tres amigos se miraron.
―¿Qué hora es? ―preguntó James, impaciente.
Remus se miró el reloj.
―Falta un minuto.
El moreno los abrazó en un impulso.
―Gracias, tíos. No sé qué haría sin vosotros.
Cuando se separaron, cada uno se colocó en el lugar asignado. A la señal de Remus, prendieron las mechas de los petardos. La primera tirada era roja y amarilla, en honor a Gryffindor. Con un poco de suerte, tendrían tiempo a hacer explotarlos todos antes de que apareciera algún profesor.
La segunda tirada era la más importante. Remus contuvo el aliento mientras los cohetes se elevaban, pero cuando vio que se formaban las palabras ‹‹Lily Evans, te quiero››, sonrió, aliviado. Le encantaba cuando todo salía a pedir de boca.
El cielo se iluminó con decenas de corazones que explotaban y formaban más corazones pequeños. El ruido atrajo inevitablemente a varios estudiantes; algunos se asomaban por la ventana, otros salían del castillo para contemplar el castillo de fuegos artificiales.
Desde donde estaban podía verse una cabeza pelirroja asomada a una ventana de la Torre de Gryffindor. Remus no necesitaba distinguir claramente a Lily para saber que estaba maldiciendo a James en varios idiomas a la vez.
Otra figura que empezó a hacerse más nítida fue la de Minerva McGonagall a medida que se acercaba a los tres amigos. Remus puso cara de compungido, mientras que Sirius sonreía abiertamente y James ni se percataba, absorto como estaba en contemplar su obra de arte.
―Buenas noches, caballeros ―saludó la mujer, cruzándose de brazos. Llevaba la capa por encima de lo que presumiblemente era el camisón de dormir.
―Buenas noches, Minnie. ¿No hace un poco de frío para estar aquí fuera a estas horas? ―preguntó Sirius con cara de no haber roto un plato en su vida.
―Mañana les quiero en mi despacho a primera hora. ―Lanzó una mirada a la explosión ininterrumpida de luz y color―. ¿Cuánto tiempo durará esto, por curiosidad?
Remus puso cara de circunstancias.
―Los hemos hechizado para que duren todo el día de hoy, profesora ―explicó.
McGonagall se llevó dos dedos al puente de la nariz.
―Señor Potter, le prometo que si Lily Evans decide matarlo, yo misma la ayudaré a esconder el cadáver. Venga, vuelvan a su dormitorio ahora mismo. ―McGonagall se hizo a un lado y les señaló el castillo sin añadir nada más.
Los tres muchachos se encaminaron a paso ligero hacia el castillo, pero cuando llegaron al pie de las escaleras, Sirius le hizo un gesto a Remus. James siguió avanzando, pero cuando vio que sus amigos se paraban, se detuvo y los miró con impaciencia.
―¿Qué hacéis? Nuestra torre está por ahí. Y soy yo quien tiene que enfrentarse a Lily, no vosotros.
Sirius sonrió.
―Tengo que pagarle a Remus por el favor.
James puso los ojos en blanco y empezó a subir las escaleras.
―Muy gracioso, Canuto. Como queráis, yo me voy a dormir ―dijo con un bostezo.
Cuando se quedaron solos, Sirius se acercó a Remus y le dio un beso en los labios.
―¿Crees que algún día pillará las indirectas?
Remus pasó las manos por la cintura de Sirius.
―A no ser que empecemos a liarnos delante de él, lo dudo mucho. La culpa es tuya por estar siempre haciendo bromas. ―El moreno sonrió lentamente, como si le hubiera dado una idea buenísima―. ¡Ah, no, ni hablar! Ya se lo contaremos algún día de estos, pero no hoy.
Sirius suspiró.
―Bueno, supongo que tendremos que conformarnos con que te dé mi regalo de San Valentín… ―susurró contra los labios de Remus.
Darfoy, apenas sale San Valentín. Darfoy, apenas sale la pareja protagonista. ¿Y QUÉ? SON LOS MERODEADORES, VAN EN PACK. Estoy muy orgullosa and nobody will convince me otherwise.
Sí, sí, sí, el título da asco. Lo sé xD.
¿Reviews?
MrsDarfoy