EDIT 2020: Continúo con la edición de mis fics, Esta es la segunda parte de Determinación, así que si no han leído ese fic váyanse a mi perfil, la leen y luego se pasan por acá, no se arrepentirán, es un fic muy romántico.


DAIMIO

gran nombre ~ auténtico poder

Capítulo I


Estaba tan feliz de estar al aire libre y dejar sus brazos completamente abiertos para dar vueltas y vueltas hasta perder el equilibrio, ver como su alrededor giraba con ella y todos los colores terminaran mezclados; Siempre se dejaba caer sobre la hierba, sin miedo a rasmillarse o hacerse daño, solo disfrutaba de la sensación de abandono.

Suspiró. El sol le daba de lleno en la cara, y el olor de la tierra y flores era tan reconfortante como el sentir su respiración agitada. Se llevó una mano al corazón y agradeció que en su vida todo estuviera en orden; nada ni nadie le harían daño. Él se lo había asegurado, había hecho todo aquello por ella… No, no por ella, por ambos.

De pronto una gran sombra le impidió sentir el sol, pensó que se trataba de Ah-Un que finalmente había vuelto, por lo que decidió seguir con los ojos cerrados, no quería interrumpir sus agradables pensamientos; aunque tenía que reconocer que en todo lo idílico que estaba viviendo, a veces se asomaba una sensación que la inquietaba, casi como un presentimiento. Le carcomía no saber si se trataba de algo bueno o malo, no le gustaba detenerse en ello, el amor en su pecho era demasiado grande como para perderse en suposiciones. Se removió inquieta y se dio cuenta de que sus alegres pensamientos se habían ensombrecido. Y esa sombra le estaba molestando tanto como la inquietud. Abrió los ojos esperando ver al dragón de dos cabezas, pero solo era Royakan.

—Rin sama. —Rin arrugó el ceño, aún no se acostumbraba a que le hablarán con tanto respeto— Deberíamos volver, Sesshomaru sama se molestará conmigo si llega y no la encuentra.

Rin le sonrió, le divertía ver a un youkai de sus dimensiones tan imponente, pero con unos ojos tan amables. Se levantó de un salto, lo tomó de una manaza y lo instó a seguirla. No podía irse sin la flor que había visto desde el aire cuando volaba con Sesshomaru, era hermosa y estaba segura de que su aroma era exquisito.

Cuando la encontraron el pobre Royakan tuvo que bajar al barranco —para que Rin no lo hiciera— y tener cuidado de tomar la flor desde la raíz. Aliviado y con la flor, ya podían volver al palacio. Rin estaba contentísima, tanto que le dio un beso en la mejilla, su fiel guardián enrojeció hasta las orejas, estaba tan feliz como Rin. En ese momento no le preocupaba si Sesshomaru lo reprendía.

Pero ya en el palacio Jaken amonestó a Royakan —doblemente—, ya que no podía hacer lo mismo con Rin. No después de que se convirtiera en la Señora del Oeste, el trato informal se había acabado.

—El amo te lo ha dicho, no deben alejarse ni llegar tarde ¿Sabes lo que hará Sesshomaru sama si algo le sucediera a la Señora? —Jaken ponía énfasis e infundía temor a través de sus palabras, Royakan tragaba saliva asustado— ¿O lo que te haré yo antes? ¡endemoniado perro!

—Deje de asustarlo Jaken sama. Y es un lobo, no un perro. Además la culpa es mía. —Le dice Rin, y le pone una flor en su ropa para apaciguar su ánimo— Si, mucho mejor —el semblante de Jaken no mejora— No se moleste tanto, se va a arrugar más rápido.

Rin nota como Jaken quiere explotar, gritarle un montón de cosas para hacer valer su posición de primer ministro, pero lamentablemente se las calla todas. A veces extraña ese tono familiar con el que se trataban antes. Finalmente Jaken solo suspira agotado, derrotado una vez más por sus salidas. Rin no le da tiempo de nada más, se aleja a su habitación dejando el aroma de la extraña flor a su paso. Royakan que solo podía llegar hasta el panel corredizo, se quedó frente a el, vigilante. Ya en su habitación, Rin escuchó como el pequeño Youkai se desquitaba con Royakan.

—…Y que no se te olvide traer a Ah-Un, el amo lo quiere de regreso.

Rin sabía que Sesshomaru se lo había encargado al mismo Jaken y no a Royakan, y era ella quién no dejaba que Royakan lo buscase. Aguantó una risita. Ah-Un había encontrado a una dragona de su misma especie, Rin lo dejaba andar a sus anchas. Ya se lo diría a su señor, pero siempre lo olvidaba, por lo que Sesshomaru seguía azuzando a Jaken y él a Royakan.

Dejó de prestarle atención a sus queridos youkais, para dedicarse a sus dependencias privadas. Rin admiró una vez más lo que Sesshomaru había hecho para ella, un pequeño paraíso. Estaba agradecida, la primera vez que lo vio no cabía en sí de felicidad por el Daiyoukai. Un río, árboles y flores atravesaban el jardín de su habitación, pero el ver que estaba cercado por las murallas del palacio le daba a entender las intenciones ocultas de Sesshomaru; que no quería que buscará fuera lo que ya tenía dentro de sus seguros muros, siempre con la finalidad de que estuviera a salvo. Por supuesto que ella no hacía caso y, a Sesshomaru no le quedaba más remedio que dejarle guardias para sus infinitas salidas, porque Sesshomaru no sería capaz de mantenerla cautiva, por mucho que quisiera protegerla. Rin no quería ningún guardia, pero congenió tan bien con Royakan que al final quedaron todos contentos, bueno, ella más que Sesshomaru, que parecía que dejarla con el gran lobo era tan efectivo como dejarla al cuidado de Jaken.

Pero sin importar el motivo de su pequeño paraíso, seguía siendo su refugio… pero la necesidad de no ver murallas siempre estaba presente en ella.

Mientras pensaba en todo eso, Rin tomó las herramientas que le regaló su fiel guardián para trabajar la tierra y plantó su flor. Era de color naranjo y pintas blancas, le recordaban a su kimono cuando era niña. Sonrió; pareciera que de ello ya fuera una eternidad, en el que solo seguía a Sesshomaru, en cambio ahora que caminaban a la par, le parecía que sus dos años junto a él eran un latido de su corazón. Se aferró fuertemente el cuerpo, aguantando un grito de alegría en su pecho lo más que pudo, hasta que soltó sus brazos y dejó salir su emoción a través de la garganta; las ganas de girar y abandonarse volvieron. Era aquel amor lo que la llevaba a ser tan vital.

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—¡Sesshomaru sama! —Gritó Jaken con solemnidad y se lanza al suelo para hacer una reverencia.

—Levántate Jaken —Le ordena el Lord del Oeste con su tono neutro.

Jaken al levantarse va a hacer ademán de golpear sus palmas para que se anuncie su llegada, pero Sesshomaru le da una fría mirada. En ese momento recordó que su señor lo amenazó con quitarle el báculo si volvía a hacer algo así. Jaken no creía haber hecho mal: música, comida y súbditos dispuestos a demostrar su devoción eran la bienvenida digna de un Lord, pero Sesshomaru no era de la misma idea. Mientras menos seres tuviera a su alrededor estaba mejor.

—Mi señor, —Jaken se recobró rápidamente y comenzó a reportarle los sucesos del día— los preparativos están listos, Aghásura me ha informado que el mejor momento para atacar es esta noche y… y… que… —Pero Sesshomaru no despegaba la vista de la flor en el pecho de Jaken, y este se puso tenso, no recordaba haberse puesto tal cosa. Trató de quitársela, pero su señor la tomó con calma.

—¿Dónde está Rin? —Fue todo lo que preguntó, pasando por alto todo lo que le había dicho Jaken.

—En sus aposentos —Le respondió con un hilo de voz, agradeció que Sesshomaru comenzará a caminar en esa dirección. Ya se sentía a salvo, pero...

—Esa flor crece en los límites de mis dominios —le llegó la suave voz amenazadora de su amo, tanto para él como para Royakan—, un poco más lejos y… —La flor se derritió bajo el veneno de sus garras.

Jaken se lanzó al suelo pidiendo perdón, Royakan hizo lo mismo, pero este rogó que "no lo quitara del lado de Rin sama", a lo que Sesshomaru lo miró más de un segundo. Tanto Jaken como Royakan juraron tener más cuidado en dónde paseaba la venerable Señora. Jaken dijo que sería más riguroso con Royakan y… Pero ya no importaba, Sesshomaru había entrado en su habitación y cerrado el panel. Jaken respiró aliviado y le dio una dura mirada a Royakan. Ni siquiera se cuestionó todas las medidas drásticas por resguardar a Rin, él mejor que nadie sabía que la chiquilla no podía ser salvada otra vez por Tensseiga y, el ser ella la Señora del Lord de las Tierras del Oeste la ponía como principal blanco de sus enemigos, además de que era tomada como una deshonra para su impoluta sangre Daiyoukai —por lo que muchos demonios veían como un favor eliminarla—, Jaken no se atrevía ni a decir aquello, su cuello sería cortado al instante.

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Sesshomaru no alcanzó a cerrar el panel cuando de un salto Rin se aferró a su cuello. A él nada lo tomaba por sorpresa, podría haber evitado esa cercanía, pero no lo hizo. Solo sería un momento, Rin sabía que debía guardar distancia en esos días. Sin embargo, por segundos que fueran, Sesshomaru pudo sentir y estudiar todo el peso de su cuerpo sobre el suyo propio, Rin tenía que estar a palmos del suelo para abrazarlo, y él para no dejarla caer la tomaba entre sus brazos.

Como era usual, la Señora del Oeste tenía una mezcla de aromas, entre flores, hierba y tierra; hasta podía palpar la frescura del agua en su piel. Pero entre todos ellos, estaba su propio aroma. Inspiró hondo, siempre calmando la ansiedad que le causaba.

—Rin —su tono frío hizo que aflojara un poco sus brazos y lo mirara a los ojos, no era necesario que le dijera que estaba molesto, ella ya lo sabía.

Rin no le permitió hablar. Le dio un rápido beso en los labios, apenas un toque, demasiado rápido como para que Sesshomaru saliera de su sorpresa y la reprendiera, o quizás… No, desecho cualquier otro pensamiento.

Con una sonrisa saltó al suelo y comenzó a correr hacia el río. Quería que la alcanzara, y Sesshomaru no podía entender cómo se permitía seguirle el juego, no había otro resultado que cayera inevitablemente a su velocidad.

En un respiro se posó frente a ella impidiéndole el paso, el asombro de Rin hizo que —como predijo Sesshomaru— cayera al suelo, pero lo que no previó fue que en esa caída su kimono se desordenara y mostrara un poco más que un hombro y dejará al descubierto sus rodillas. Rin tenía el pecho agitado y unas arreboladas mejillas. Sesshomaru sintió una presión entre sus piernas, y el pensamiento de que quizás era él el que caía inevitablemente, hacía que la presión aumentara. Rin lo observaba entre risas, lo sabía, sabía lo que le pasaba, le gustaba provocarlo, pero Sesshomaru tenía un control excepcional sobre sí mismo, aunque le fallara en ciertas ocasiones.

—Rin —volvió a nombrarla, pero esta vez autoritario. La aludida arregló su kimono y se puso en pie.

—¿Mi señor está molesto? —Le había tomado meses para que Rin, de vez en cuando, dejara el honorífico cuando estuvieran solos, pero no lograba hacer que le hablara en un tono más familiar— ...Estoy bien, no estaba sola.

—Sí, estabas con Royakan —Su respuesta fue en un tono demasiado burlón, pero le había molestado de sobremanera su actitud de que "no lo separaran de ella"— …Ya lo hemos hablado.

Sesshomaru no se refería a que Rin dejara de salir, sino más bien, a que utilizara otros guardias, mucho más cualificados que Royakan, como el youkai cambia rostros, Koh.

—Debe tenerle más confianza —Lo defendió Rin con demasiado cariño. Sesshomaru se mostró más molesto— Es valiente y fiel, y siente una gran veneración por usted.

Sesshomaru le mantuvo la mirada y Rin cerró sus ojos sonriendo, ella no batallaba con él por quien era capaz de mantener la vista, y aquello le gustaba. Pero a fin de cuentas no importaba, porque Rin siempre terminaba haciendo lo que quería… Rin junto la palma de sus manos en son de perdón, agachando levemente la cabeza.

—Mire lo que he traído para usted —le dijo ella, acercándose al río.

—Si es una flor, es para ti —le respondió Sesshomaru sin intención de verla, se sentó sobre la hierba apoyándose en un árbol grueso y cerrando sus ojos—, a mí no me gustan.

—¿No? —El fingido tono de sorpresa de Rin hizo que quisiera abrirlos, pero no lo hizo— Pero le gustó su aroma, ¿no es verdad? —Sesshomaru apretó sus labios. Con que se había dado cuenta. Escuchó como Rin saltó al río, fue un momento, solo para sumergir sus pies, al instante se sentó a su lado reclinándose en su hombro. Realmente esa flor olía bien. Sesshomaru esperó a que Rin hablara, sabía que quería hacerlo— He, Sesshomaru… —Lo había llamado por su nombre, automáticamente abrió los ojos y se encontró con la mirada intensa de Rin— ¿Se quedará esta noche?

Sesshomaru desvió la mirada, no lo haría dudar. Mientras menos noches pasara con ella, menos peligro habría de darle un hijo. Su aroma le indicaba que aún se encontraba fértil. Rin se aferró a su brazo, en una súplica silenciosa. Fue un leve roce del contorno de sus pechos con su brazo. Era demasiado, se levantó del suelo con mayor brusquedad de la que debería.

—Aún no —la miró de soslayo, tratando de enmendar su error— ¿Entiendes Rin?

No le contestó, lo observaba atentamente, estudiándolo. A Sesshomaru le carcomía saber lo que pensaba. Pero Rin no se mostró ofendida, tomo un mechón de su cabello y comenzó a trenzarlo, ya no lo miraba.

—Solo quiero tocar para usted, no estaba pensando en nada más. Solo música.

Sesshomaru se sintió avergonzado, así que quién pensaba en otra cosa era él. Si Rin fuese cualquier otra persona se lo habría hecho pagar, pero solo le dio la espalda y, sin querer miró la flor que tanto quería enseñarle Rin. Era como su primer kimono ¿cuántos les había regalado ya? Pero ella seguía decantándose por ese, ¿a quién quería engañar? a él también le gustaba. Llamó a Jaken, que apareció con tal celeridad que hizo reír a Rin.

—¡Sesshomaru sama! Estoy a sus órdenes —Gritó con fervor lanzándose al suelo.

—Jaken sama, si sigue pegando el rostro al suelo se le va a aplanar.

Eran esa clase de comentarios los que le daban goce a Sesshomaru. De una manera tierna y sutil Rin le decía que dejara de hacer el ridículo. A Jaken se le infló notoriamente una vena y, como si fuera un movimiento doloroso se despegó del suelo, mirando a la causante de su tortura, Rin le dio una sonrisa sincera. Sesshomaru sabía todo lo que guardaba Jaken en la garganta, pero no dejaría salir ninguna palabra, ya no más si sabía lo que le convenía.

—No saldré esta noche, encárgate de informarlo —Fueron las escuetas palabras de Sesshomaru, las suficientes para que Rin saltara a su espalda feliz, enterrando la cara en su estola. El primer ministro miró atónito la escena, Sesshomaru no sabía si por la poca decorosa reacción de Rin o por la orden que le acababa de dar. No importaba— ¿Qué esperas? —Terminó por decirle sin intención de quitarse a Rin de encima.

Jaken salió rápidamente de la habitación y Rin saltó al suelo. Sesshomaru hizo distancia y tomó ese objeto que tanto le gustaba, su origen humano le molestó un poco, pero no era mayor que el aprecio que él mismo le tenía. Se volvió a Rin y le dio una seria mirada. Depositó el objeto en sus manos y volvió a apoyarse en el árbol. Rin observó cada uno de sus movimientos y luego prestó atención a lo que Sesshomaru le entregó. Era la vitela de su Biwa. Rin se sentó frente a él claramente satisfecha.

—¿No acaricia un poco mis manos antes…? Ha sido un largo día y… —Le dio una sonrisa inocente— ¿Sesshomaru…? —Él no pasó por alto que lo nombrara por segunda vez sin el honorífico.

Sesshomaru inspiró hondo, él era más grande que cualquiera de sus instintos, y esas solo eran las manos de Rin, y esa noche sería de música, nada más.

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Jaken estaba inquieto, su señor había salido al alba y aún no llegaba, o quizás llegaría pronto… No saber aumentaba su ansiedad, no sabía qué haría cuando supiera con quien hablaba Rin encerrada en su jardín privado. Mientras se restregaba las manos nervioso, pensaba en que no estaba seguro de si había hecho bien al dejarla sola sin su escolta, pero si dejaba que Royakan estuviera presente —como él le rogó— sería una falta grave también para su visita. Jaken empezó a sudar. Quizás el amo se ponía feliz, si de eso seguro. Trató de influirse valor, hasta que el mismo Sesshomaru hizo presencia y con una sola mirada le heló la sangre, Jaken hizo lo que le pareció mejor.

—¡Royakan tuvo la culpa amo! —Balbuceó, y el aludido lo miró con la boca abierta— Yo le dije que no la dejara sola, pero él…

—¿Hace cuánto está ahí? —Preguntó Sesshomaru sin siquiera mirarlo, se escuchaban risas desde dentro y Jaken sabía que algo ocurría en el interior de su amo, trataba de calmarse. Lo cierto es que llevaba bastante, pero no sabía cómo decírselo. Su amo nunca le había dejado instrucciones de qué hacer si se presentaba a verla. Ahora entendía que en ese tiempo debería haber enviado a alguien para avisarle.

—Unas horas, mi señor —Le informó Royakan y Jaken lo miró con odio, este le devolvió la misma mirada. Ya estaba bien que se hubiese ganado el cariño de la mocosa, que de por sí ya le costaba aceptar que sentía un poco de celos, pero ¿de su amo bonito? No, eso no.

Sesshomaru interrumpió su batalla de miradas, entró a la habitación sin hacerse anunciar, tanto Royakan como Jaken lo siguieron, no querían perderse el desenlace de aquello. Rin y su visita estaban sentadas alrededor de una mesa. La señora del Oeste, que siempre se mostraba feliz de ver a su señor, esta vez lo miro con semblante preocupado, su sonrisa se había esfumado.

—Ah, Sesshomaru, has llegado —Le dijo la elegante figura de manera natural, como si le diera la bienvenida a su propio palacio.

Jaken puso especial atención en su amo, había arrugado ligeramente su ceño, no era buena señal.

—¿A qué has venido madre? —Le preguntó inquisitivo.

—¿No estás feliz de verme? —Irasue le preguntó con tono afectado— Que hijo ingrato tengo —le dijo más a Rin que a Sesshomaru. Rin rio por lo bajo y Sesshomaru no dejaba de sostenerle la mirada, la verdad es que Jaken tampoco entendía que había ido a hacer la venerable madre al palacio de su amo— …Quería saber cómo estabas, no te veía desde la última vez —Jaken recordaba muy bien aquella "última vez", cuando trajo el alma de Rin con ayuda del Meidu, la mención no hizo que el rostro de su amo se relajara—. Pero veo que no has perdido el tiempo Sesshomaru —le dijo dándole una mirada a toda la estancia—, tu Padre estaría orgulloso —terminó sonriéndole a Rin en vez de él.

Jaken miraba a los tres personajes. La escena era extraña, de los tres presentes, solo uno no cuadraba: Su amo, con su pelo platinado y fríos ojos ámbar se veía acorde a las mismas características de su madre, aun así, Rin, que no despedía el mismo brillo que los Daiyoukai, no se veía fuera de lugar, era la madre.

—¿Quieres recorrer las Tierras conmigo Madre, o prefieres verlas desde el aire? —Fue la única respuesta irónica de Sesshomaru, un eufemismo que significaba que se fuera. Su madre rio tapando su boca delicadamente.

—No, he encontrado que la compañía de la "señora del Oeste" es más divertida.

Se formó un tenso silencio, hasta para Jaken el "señora del Oeste" sonó extraño. Solo se escuchaba el sonido del agua.

—Estaría encantada de acompañar a la Madre de Sesshomaru sama —habló Rin un tanto nerviosa, mirando más a Sesshomaru que a Irasue—, justamente ahora iba a ver a Miroku sama, podríamos...

—¿No querías hablar con tu hijo? —Jaken estudió el rostro de su amo, esa era su forma de responder a Rin de que ni lo pensara.

—Tienes razón, pero creo que fue suficiente para una visita —le respondió Irasue a Sesshomaru sonriendo, luego se giró a Rin—. Lo dejaremos para otra ocasión, cuando los dominios de Sesshomaru se expandan, aún más.

Cuando la madre de su señor se fue, Sesshomaru y Rin se quedaron a solas en su habitación. Jaken y Royakan dieron un rodeo alrededor del panel corredizo, dándose miradas furtivas, esperando el momento oportuno para pegar la oreja al panel, y así lo hicieron. Alcanzaron a escuchar la voz de Rin, le decía con ilusión que quizás la estaba aceptando, y que Sesshomaru sama podría acercarse más a su madre, que a ella le habían arrebatado esa oportunidad. Jaken conocía a su amo, sabía que no respondería a los requerimientos de Rin, pero siempre la escuchaba y de una u otra forma atendía a sus palabras. Su amo se limitó a decirle que, si se volvía a repetir una visita de su madre, debía avisarle y no estar sola con ella.

Hubo un largo silencio.

Jaken se restregó una oreja al no poder escuchar, pero Royakan que tenía mejor oído que Jaken, un poco abochornado. hizo ademán de que debían retirarse. Jaken insistió en saber qué había escuchado, pero una ola de youki casi los derrite a través del panel. Se fueron en un segundo y adoloridos.

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Rin agachó la cabeza, observando como su pie jugueteaba con una piedra demasiado grande como para tomarla entre sus dedos. Se dijo que Sesshomaru estaba siendo exagerado con respecto a su madre, pero no se lo diría. Solo asintió obediente a todo lo que le pidió.

Ese día en particular quería que el humor de Sesshomaru fuera totalmente distinto, por algún extraño motivo creía que ya habían pasado los días fértiles ¿por qué sino se habría quedado Sesshomaru con ella la noche anterior? Claro está que no había ocurrido nada entre ellos, la artimaña de sus manos no había dado resultados, pero aun así no habría nada de malo en preguntar...

Levantó la vista y se acercó cauta al Daiyoukai, Sesshomaru cauto clavó sus ojos ambarinos en Rin, en ese momento, a palmos de distancia, Rin se detuvo y se flexionó ligeramente hacia adelante, llevando sus manos entrelazadas hacia su espalda y, con un movimiento completamente inocente, comenzó a seguir con su olfato a Sesshomaru, desde su cintura hasta donde le alcanzaba la altura. No sabía que estaría pensando él de ella, pero mientras tuviera su atención estaba bien.

—¿Cómo lo sabe —Le preguntó curiosa, a lo que Sesshomaru le miró intrigado— …cuando estoy lista?

Esperó unos segundos, sin dejar su expresión "de querer saber" ni su postura. Sesshomaru en cambio enmascaró cualquier reacción por su parte, hasta que llevó su mano derecha a su rostro tapando la mitad de él y pasando su mano por su cabello. Rin se irguió, algo le decía que el Daiyoukai había perdido todo esfuerzo de contención. Cuando vio que Sesshomaru daba pasos decididos hacía ella, Rin instintivamente dio un paso atrás. Se dio cuenta al instante de su estupidez y dio dos pasos hacía Sesshomaru, posicionándose uno frente al otro. Sesshomaru detuvo una mano en el cuello y otra en el hombro de Rin.

Siempre era así de posesivo con ella, cuando la intensidad de sus sentimientos lo sobrepasaban. Rin, sin miedo por el poderoso agarre, cerró sus ojos, esperando que acortara toda distancia. Llevaba más de una semana ansiando lo que Sesshomaru le negaba, y sabía que lo quería tanto como ella. Pero su Señor se demoraba demasiado. Rin abrió los ojos y se encontró con la duda en los ojos de Sesshomaru, pero tras esa duda estaba su mismo deseo.

No dejaría pasar esa oportunidad, la proximidad de su boca. En un segundo Rin se hizo de ella, y lo beso, lo beso, lo beso. Aferró su cabeza con sus manos, aprisionando esa boca, como si su fuerza fuese rival para él. Pero lo fue. El pecho de Rin subía y bajaba con violencia, tenía que tomar aire, pero no quería separarse.

Sesshomaru la tomó con fuerza del cabello y la separó ligeramente de él, sin hacerle daño, quería observarla. Rin tomó aire, pero sin dejar de aferrarse a él. También lo observó a su gusto, los labios humedecidos por la intensidad de sus besos y el pecho tan agitado como el de ella. Sesshomaru con la boca ligeramente abierta, abrió con su mano un poco más el kimono de Rin, antes de hundirse en su piel desnuda, la miró fijamente, solo con eso ya le había arrebatado un gemido.

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—¿Royakan no va a pasar? —Quiso saber Kagome, luego de observar la postura estática y militar del gran lobo fuera de su choza.

—No, es muy estricto consigo mismo —le dijo Rin— …Ya lo he intentado.

—O sea que le teme a Sesshomaru —observó Inuyasha, Rin respondió con una risita condescendiente.

—Rin chan, ¿Sesshomaru escogió a Royakan como tu guardia personal? —Le preguntó dudoso el monje, lo que ocasionó una risotada de Inuyasha.

—No, yo lo escogí. —Respondió Rin con naturalidad.

Todos bebieron té al mismo tiempo para ahogar lo que querían decir, Rin lo sabía ¿quién en su sano juicio escogería a Royakan? Aun así, no veía qué tenía de malo. Miroku fue el único que comentó al respecto.

—No debió tomárselo muy bien, ¿no había nadie más para ser tu guardián?

—Oh si, bastantes... Eran youkais muy fuertes y a ninguno parecía importarle que yo fuera humana.

—¿Entonces…? —La instó Miroku.

—Royakan era el único con ojos gentiles —puntualizó Rin, y todos la miraron consternados—. ¡Y es muy fuerte! —Les aseguró, pero sin lograr convencerlos— …Los demás me daban miedo —terminó por confesarse apenada—, había uno enorme que cambiaba de rostro con cada emoción que sentía, ese era Koh, y otro que no hablaba, solo se te queda mirando fijo, me daba escalofríos, ese era Yura.

—¿Pero no había un youkai que le recomendó Kohaku? —Mencionó Sango, pero comenzó a dudar— ¿o Kohaku peleó contra él?

—Hay una gran diferencia querida Sango —le dijo Miroku con gotitas en su frente.

—...Tenía aspecto humano, tenía que ver con la grulla —trató de recordar Sango sin prestarle atención a su esposo.

—Ah sí, Aghásura —le respondió Rin.

—¡Si! He escuchado que… —Respondió rápidamente Kagome, a lo que Inuyasha le dio una mirada suspicaz.

—¿Si? ¿qué has escuchado? —Le preguntó Inuyasha, con tono receloso. Rin sabía que el Youkai de la grulla era reconocido por su grácil figura. Rin reconocía que era bastante atractivo, así como temible.

—Bueno, que es muy fuerte, ¿no es verdad Rin chan? —Le preguntó, Rin rio por lo bajo y asintió.

—La verdad es que Aghásura no estaba entre los candidatos. Sesshomaru sama no quiso que fuera mi guardián.

—Oh, así que Sesshomaru sintió celos —dijo Kagome achicando los ojos, Inuyasha enarcó una ceja.

—¿Celos? —Preguntó dudosa Rin, que no creía que aquello fuera posible—. Es cierto que Aghásura es atractivo, —les explicó, como si hablara del clima— es alto, delgado y tiene una piel muy blanca, pero ese sombrero de paja que siempre usa mantiene oculto sus ojos, es muy inquietante. Creo que Sesshomaru sama no confía en él todavía.

—Pero no fue él quien… —Siguió Sango, pero su esposo la interrumpió.

—No busques algo donde no lo hay —Sango le sostuvo la mirada un segundo, pero no se molestó.

—¿Por qué no llegaste el día de ayer Rin chan? —Quiso saber, cambiando el tema.

—Las gemelas querían verte —agregó Miroku que mecía al menor de sus hijos en un intento de dormirlo nuevamente.

Inuyasha mostraba una sonrisa, Rin sabía que él sabía el motivo de su retraso. Rin se sonrojó abiertamente mientras recibía en brazos al pequeño berreante ¿Podía ser que supiera el motivo, gracias a su olfato? Sesshomaru lo sabía todo por el olfato.

—¿Por qué esa sonrisa? —Quiso saber Kagome que estaba nuevamente con una abultada barriga, era su segundo intento por ser madre.

—¿No es obvio? —Les dijo Inuyasha a todos y Rin agachó cada vez más la cabeza— Ese engreído de Sesshomaru —bufó— ya no quiere que Rin venga a la aldea —Rin suspiró aliviada, recordando todo lo que habían hecho ella y Sesshomaru ayer por la tarde.

—Sesshomaru sama es feliz sabiendo que estoy aquí —le dijo Rin tranquila—. Él siempre ha querido que tenga contacto con otras personas.

—No creo que entres en la categoría Inuyasha —le dijo Miroku con una sonrisa de disculpa ante su mala mirada.

—Pero… ¿no crees que la relación entre Inuyasha y Sesshomaru ha cambiado? —Le preguntó Sango, Inuyasha se cruzó de brazos y se mostró hosco.

—Sí, ya no sacan las espadas cada vez que se ven —respondió Miroku pensativo.

—Ni intentan matarse —concedió Sango y Rin asintió con una sonrisa, era todo un logro.

—Creo que Sesshomaru le preguntó cómo estaba hace unos días —dijo Kagome haciendo memoria.

—Ah Cállense —les dijo Inuyasha, siendo él el abochornado esta vez. Rin rio junto a los demás.

Kohaku entró unos momentos después, guiado por las risas, cuando le contaron el motivo también se les unió riendo.

—La verdad es que no es tan sorprendente —dijo Rin—. Sesshomaru sama tiene buen corazón después de todo.

Todos se miraron uno a uno y luego a ella, volvieron a reírse. Rin trató de verse molesta, pero tenía que admitir que esa faceta era más conocida por ella, que por los demás, rio nuevamente.

—Hablando de eso, Rin ¿sabes cómo te llaman en las otras aldeas? —Le preguntó Kohaku, a lo que Rin negó con la cabeza— Te llaman el corazón del Lord Daiyoukai.

Esta vez nadie rio, y Rin se sintió observada por todos, se sonrojó abiertamente sin saber qué decir. Agradeció que el monje Miroku intercediera por ella.

—Eso significa que los aldeanos por fin están contentos con Sesshomaru —dijo pensativo—. Y creen que lo bueno que tiene es por su compañera humana.

—Yo habría dicho que es el bozal del perro —dijo Inuyasha en tono insolente, a Rin le causó tanta gracia que soltó una risotada.

—Osuwari —Respondió Kagome en tono calmado, le habló a Rin como si nada hubiese pasado— …Más que mal es Rin quien representa a Sesshomaru con los aldeanos.

—De seguro él estaría hablando con los humanos —puntualizó Inuyasha con voz incrédula sobándose la nariz, pero se vio cortado por la dura mirada de Kagome, que apuntaba hacia Rin—. Además Sesshomaru jamás se habría preocupado de poner escuelas o andar quitando de su camino a los otros youkais de los humanos.

—Por mucho que digan que es por mí —explicó Rin—, es Sesshomaru sama quien toma las decisiones, yo solo sugiero algunas cosas.

—Lo que quería decir… —Quiso zanjar Kohaku, antes de que se desviaran del tema— Así como hay algunas aldeas que están de acuerdo con el gobierno de Sesshomaru sama, hay otros que no están tan contentos.

Inuyasha arrugó la nariz y se calló todas sus palabras. Rin sabía que él había sido uno de los principales en oponerse. Tenía que admitir que Sesshomaru no le había preguntado su parecer a nadie, solo fue reclamando los dominios que le pertenecían, subyugando a las aldeas ya establecidas en esas tierras. Por donde Sesshomaru pasaba iba quedando odio y rencor en los seres humanos, Rin se encargaba de limpiar esos sentimientos, de hacerles saber sus buenas intenciones. Pero el tema de los youkai exiliados, muertos o humillados escapaba a sus capacidades.

De no ser por todos los cambios positivos que se habían visto en las tierras bajo su poder y por lo pasado con Kagome, Inuyasha aún seguiría oponiéndose.

—Eso no es ningún misterio Kohaku —le respondió Miroku—. A los humanos no les gusta que un demonio gobierne por ellos —Rin tomo su taza de té con demasiada seriedad, Miroku la malinterpretó— Quiero decir, un Daiyoukai.

—¿Ha pasado algo, Kohaku? —Rin tenía esa sensación extraña, ese presentimiento que la aquejaba cuando más feliz se sentía.

—Se están organizando Rin.

—No la alarmes —le dijo su hermana poniendo mala cara.

—Tiene que saber aniue, Sesshomaru sama no quiso escucharme. —Un escalofrío recorrió a Rin— Los aldeanos creen que estoy de su lado, por ser exterminador de monstruos. Escucho lo que hablan —se dirigió a Rin—, así como hay quienes dicen que eres el corazón del Daiyoukai, otros dicen que estas hechizada, que eres una cautiva para poner a los humanos de su lado.

—¿Qué quieres decir? —Le pregunto ceñudo Inuyasha.

Pero Kohaku no le respondió Rin entendió que no había nada seguro después de todo. Entonces ¿por qué estaba tan intranquila? su presentimiento se estaba convirtiendo en realidad. ¿Qué pretendían? ¿Hacerle daño a Sesshomaru?

—Pero son solo humanos… —Lo dijo casi como un murmullo, más para sí misma que para el resto, pero Inuyasha pudo escucharla.

—Tú eres solo una humana, y mira todo lo que le has hecho a Sesshomaru.


Si llegaste hasta aquí y te gustó lo que leíste, déjame un review. Detrás de cada obra hay una gran imaginación y creatividad que son necesarias para crear y escribir un fic ¡cuesta un montón!, pero dejar un review no cuesta nada ;)

C o r Ne L ia E s c i p I óN