Ya ni disclaimer, ni notas iniciales. Hola gente.
...
Y el maldito olor nuevamente se sintió. Maldijo entre dientes, y no le importaba que Bulma lo oyera. ¿Por qué se atrevía a fumar tan temprano siempre? Tiró todo lo que lo cubría al suelo: estaba enojado.
Y entonces el golpe de la realidad lo jaló a la realidad: nada le cubría. Y las punzadas se volvieron a sentir en sus sienes, y un maldito dolor de cabeza. Agarró su cabeza con ambas manos, como si quisiera hacerla trozos.
Imposible.
Y entró en cuenta: no estaba en Corporación Cápsula. Y le ardía, tanto, y maldijo nuevamente. Todo su cuerpo magullado, y la sangre seca en sus heridas y atavíos. Negó en su interior.
¿Por qué?
La respuesta jamás llegó, y volvió a gruñir
¿Por qué? Maldición.
Y no lo soportó más: gritó a todo pulmón, y la respuesta jamás llegaría. Y él necesitaba esa repuesta o sino, joder, perdería la cabeza y el maldito planeta también se perdería por él. No, no era justo, aún era su hogar... Aún Trunks y Bura estaban en él. Pero no era suficiente. Jamás. Jamás sería suficiente sin ella. Porque ella lo era todo.
Y deseó oler el humo del cigarrillo matutino de ella, pero nunca jamás. Y lo supo desde el principio. Maldición.
Entonces apretó sus puños, hasta que el carmín de su sangre salió. Nada, ningún dolor que se causara calmaba lo que sentía.
Jamás.
Y entonces la vio a su frente, aquellos ojos igual a su madre y sus cabellos. Todo tan igual que dolía. Solo que ella levitaba y tenía esa mirada triste en su faz.
—¿A qué has venido? —le preguntó, brusco, sabiendo la respuesta.
Bura lo miró como si no miraría en verdad. Porque su corazón no lo soportaba. Nunca lo haría. Cada año, en el mismo maldito lugar, su padre se castigaba por la muerte de su madre. Y era correcto usar la palabra «muerte»: era más cruda, más real, más desgarradora.
—Volvamos a casa, papá —le suplicó con la voz apagada.
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Notas de autora:
Esto lo escribí antes de dormir un lunes por la madrugada, tenía tanto que hacer que me moría de estrés. Después, el soundtrack de DBGT empezó a sonar en mi pequeño reproductor; la nostalgia me invadió. El estrés y que estaba triste esos días me invitó escribir esto. Espero que les guste. Es pequeño, pero así soy yo.
No lo publiqué antes porque no tuve la ocasión, ahora sí.