La encontró en el mismo lugar de siempre. Sus largas piernas estaban flexionadas frente a ella y su espalda estaba recostada contra el marco de la ventana. Las cálidas luces de las velas bailaban sobre su perfil, ensombreciendo al mismo tiempo el otro lado de su rostro, dejándolo en tinieblas. Su cabello negro se perdía contra la infinita oscuridad que se veía a través del cristal. A ella no parecía importarle el vacío abismal que había junto a ella, lo observaba indiferente, con ojos perdidos en su inmensidad.
Desde el punto de vista de Tobirama, ella era el blanco perfecto para cualquier francotirador aburrido y con ganas de dispararle a algo.
La bola de pelos también estaba con ella, durmiendo a su lado.
¿Qué mejor que matar dos pájaros de un tiro?
Tobirama se acercó y se sentó en el sofá sin pronunciar palabra. La bruja parecía dispuesta a ignorarlo, pero al notar la botella de whisky en sus manos, volteó hacia él con una ceja alzada, exigiendo silenciosamente una explicación.
Fue su turno de ignorarla y comenzó a servir la bebida alcohólica en pequeñas cantidades bajo la atenta mirada de ojos negros.
- ¿Hielo? – le tendió uno de los vasos, prediciendo mentalmente su odiosa reacción.
Pero para su sorpresa, Madara lo aceptó de inmediato, aunque lo miró con escepticismo antes de llevarse el cristal a los labios. Bebió a la vez que sus ojos negros lo observaban por encima del borde. Él bebió en silencio también, ignorando la intensa mirada de la bruja y dejando que el familiar efecto del alcohol lentamente comenzara a relajar su mente agotada.
El ambiente era tranquilo entre ellos, casi podía decir que se sentía agradable. Aun que claro, solo eso era posible porque ambos estaban demasiados exhausto como para comenzar su eterna batalla de miradas de odio.
Madara de pronto bajó las piernas del alfeizar y las cruzó con elegancia como lo haría una secretaria.
- ¿Por qué solo tienen velas aromáticas?
¿La bruja estaba intentando empezar una conversación civilizada…?
- ¿No es un poco… raro? – lo miró con una sonrisa odiosamente ladina, insinuando algo más.
No, era demasiado bueno para ser verdad.
- ¿Por qué creí que sería una conversación normal? – suspiró con fastidio, apretándose el puente de la nariz.
- El alcohol no hace que te odie menos – murmuró antes de llevarse el vaso otra vez a los labios.
- Como sea – volvió a suspirar y dejó a un lado su desprecio por ella, concentrándose en lo importante – Tenemos que hablar.
- Vaya – Madara alzó las cejas con fingida sorpresa - ¿Vas a romper conmigo?
- Hablo en serio.
- Sonaste igual que mi ex novio – su voz sonó burlona, pero su rostro se había vuelto repentinamente serio – Dispara.
Tobirama no pasó por alto el súbito cambio de humor al decir aquello, pero estaba demasiado cansado como para concentrarse en eso ahora, tenía algo más importante que debía encarar.
Apoyó sus codos en sus rodillas y se inclinó hacia ella.
Ella recostó la espalda contra el cristal de la ventana. Las velas aromáticas estaban en cada rincón de la sala, pero aun así, no bastaban para iluminar sus facciones, apenas llegaban a tocar levemente su cuerpo con la luz de las incontables llamas, pero seguían siendo insuficientes. Su rostro casi estaba escondido entre la oscuridad. Únicamente sus ojos reflejaban la luz y únicamente un costado de su rostro podía verse.
La oscuridad de la ventana era hipnotizarte, la ciudad estaba completamente en tinieblas debido al masivo corte de luz que los había sometido a vivi bajo la luz de las velas, como si fuese la edad media.
Sin embargo, estaba seguro de que eran los únicos idiotas usando velas aromáticas. La insistencia de Hashirama con su "aroma-terapia" era insufrible, pero irónicamente esa fue su única salvación contra el oscuro departamento.
Alzó la vista hacia la mujer frente a él e inspiró hondamente, llenando sus pulmones del denso aroma a rosas que desprendían las estúpidas velas y que teñían la situación con romanticismo. Asqueroso romanticismo que no sentaba bien con el clima formal que quería crear. La oscuridad y el whisky tampoco ayudaban.
Mierda.
Resopló con cansancio, arrugando la nariz.
- Respóndeme algo – dijo con hartazgo, resignándose a tener una charla en esas condiciones.
- Escúpelo de una vez.
- ¿Estás involucrada en algo ilegal?
La bruja comenzó a mover el vaso en círculos, creando un pequeño remolino.
- No es relevante.
Tobirama resopló otra vez.
No era tan difícil, solo era responder a la maldita pregunta con un monosílabo. Sí o no.
Bebió lo último que quedaba de whisky y se acomodó en el asiento, decidiendo que lo mejor sería apelar a la lógica.
- Escucha, si la policía te está buscando y te encuentra aquí, la ley nos vería como tus cómplices por refugiarte en nuestra casa. La atención de los medios caería sobre nosotros, y por más inocentes que fuéramos, la reputación de nuestra empresa se vería comprometida – dijo con severidad, haciendo énfasis en lo grave que era el asunto - Asociarse con criminales nunca deja una buena imagen.
- ¿Tanto te importan las apariencias? – preguntó descaradamente – no creí que fueras tan superficial.
Tobirama apretó la mandíbula mientras sentía su paciencia evaporarse por sus poros.
- Ahora entiendo por qué se volvió tu ex novio – espetó con ira, rebajándose a su mismo nivel de hiriente sarcasmo.
Madara se inclinó hacia adelante, apoyándose en sus piernas para tenderle el vaso vacío en un gesto de indiferencia, sin embargo, por un segundo su rostro se iluminó con la débil luz de las velas y entonces el albino pudo ver que su expresión mostraba todo lo contrario a su postura orgullosa. Sus ojos reflejaban amargura y sus labios estaban tensos, pero no podía decir si era por enojo o por algún sentimiento más profundo...
Tobirama la contempló durante los dos segundos que duró ese momento.
Ciertamente había tocado un punto sensible… y no iba a desaprovechar esa oportunidad. Llenó su vaso con whisky otra vez, pero cuando estuvo a punto de dárselo, lo alejó de su alcance tentativamente.
- ¿Es la policía?
Ella suspiró con fastidio.
- Ojalá fuera la policía.
La mujer le arrebató el vaso de las manos y lo miro con párpados entronados mientras bebía, claramente molesta, quizás enojada por haber dejado mostrar vulnerabilidad frente a él.
- Escucha – dijo con suavidad esta vez, más relajado ahora que la bruja estaba cooperando… un poco – Necesito que me digas honestamente si corremos algún tipo de… peligro. Hashirama es un idiota, pero yo no voy a aceptar esta situación sin antes saber lo que implica tenerte aquí.
La vio tensar levemente sus hombros a la vez que apretaba con más fuerza el vaso en entre sus manos. Su rostro seguía inexpresivo, pero su lenguaje corporal había cambiado drásticamente, podía verlo en la forma en que sus ojos se oscurecieron y en la rigidez de su postura.
Ver la intranquilidad en una persona que no mostraba nada más que frialdad, lo hacía alarmarse de sobre manera.
Sin embargo, no esperó escuchar lo siguiente.
- Si me encontraran, nadie saldría perjudicado más que yo.
Esa frase fue como un balde de agua helada caer sobre él. No podía identificar si eso aliviaba o empeoraba su inquietud.
- Espero que no me estés mintiendo.
La escuchó suspirar con cansancio.
- Después de todo lo que tu hermano ha hecho por mí, lo mínimo que puedo hacer es responder con sinceridad.
Tobirama parpadeó dos veces. Más allá de lo anormal que era esa conversación y de la ansiedad que le daban sus respuestas poco informativas, no pudo evitar animarse al ver que la mujer parecía dispuesta a cooperar.
Ella suspiró nuevamente y bebió un largo trago de su whisky. Él la imitó mientras pensaba en su siguiente pregunta, pero en su lugar, su mente se centró repentinamente en la situación surrealista a su alrededor: Él y Madara tomando whisky en una habitación oscura y llena de velas aromáticas con olor a rosas. Ella iluminada tenuemente mientras que sus piernas estaban entre medio de ellos y él con sus codos apoyados en sus rodillas, con sus nudillos casi rozándolas.
Cualquiera que viera la escena pensaría automáticamente en una pareja de enamorados, ambos mirándose, muy cerca el uno del otro, mientras se relajaban luego de un largo día de trabajo con una agradable charla y vaso de alcohol.
Sin embargo, la realidad era totalmente opuesta.
Ambos necesitaban estar cerca para analizarse mutuamente, para notar cada detalle en sus rostros que delatara mentiras, que confirmara su tan desbordante desconfianza, la misma que les impedía dormir tranquilamente por las noches y que deformaba la realidad sentada frente a ellos.
Pero esta vez el cansancio era mayor que cualquier necesidad de hundir al otro, esta vez no habría insultos o comentarios afilados, lo único que querían era dejar las cosas en claro. Él sabía que ella no revelaría mucho, pero necesitaba sacarle toda la información que pudiera. Y ella lo dejaría preguntar todo lo que quisiera, pero solo iba a decir lo estrictamente necesario para que dejara de molestarle.
Era un acuerdo silencioso.
- ¿Por qué te persiguen? – empezó Tobirama, sin perder más tiempo - ¿Debes dinero?
- ¿Crees que alguna especia de… mafia me está buscando por dinero?
- ¿No?
Lo miró con una ceja alzada.
- No idiota.
Suspiró, pensativo. Repentinamente no se le ocurría nada que pudiera tener sentido en esa situación.
- ¿Acaso te involucraste con un hombre casado y… ahora su mujer quiere matarte?
Madara soltó una carcajada sarcástica.
- No me gustan los hombres casados – dijo como si fuese lo más obvio del mundo - No me gusta compartir.
Claro.
Rodó los ojos, pasando a otra pregunta.
- ¿Insultaste a alguien a quien no debías?
- A demasiados como para llevar la cuenta.
- Eres muy odiosa ¿Lo sabías?
- Y tu un cretino.
- Solo contesta mujer – dijo impaciente, harto de jugar a las adivinanzas – ¿Por qué te buscan?
Madara bufó con hartazgo, pero Tobirama vio un atisbo de inquietud en su postura. Ella le dio otro sorbo a su bebida y desvió la mirada.
- Digamos que… sé demasiado.
El albino abrió muchos los ojos y por un momento su mente quedó en blanco. Luego miles de preguntas atiborraron su mente y no puedo pensar en nada más que en escenas horribles que había visto en películas donde siempre que decían "sabes demasiado" nunca era algo bueno.
- ¿Quieren eliminarte? – preguntó desconcertado, no creyendo lo que acababa de decir.
- Tengo más valor viva.
- ¿Segura que no es una maldita mafia?
Comenzaba a perder los estribos. Sentía un peso inmenso en su pecho de solo pensar que esa mujer estaba involucrada con una mafia.
- Yo no la llamaría mafia.
- ¡Entonces sí es algo ilegal! – espetó mientras se sujetaba el puente de la nariz con excesiva fuerza.
- Yo nunca dije que no lo fuera. Solo dije que no era relevante – la bruja había perdido su seriedad totalmente, solo se miraba las uñas sin inmutarse en lo más mínimo.
- Maldita mujer – volvió a espetar – ¿te persigue una maldita mafia y para ti no es relevante?
- Que no es mafia.
- ¡¿Entonces?!
- ¿Entonces qué?
Iba a matarla.
Se apretó el puente de la nariz otra vez y cerró los ojos, intentando tranquilizarse y controlar sus instintos asesinos. Cuando creyó que su ira se había enfriado lo suficiente, volvió a abrir los ojos. La bruja lo estaba mirando con una despreciable sonrisa ladina en su rostro.
- ¿Qué mierda hiciste para que una mafia considere que tienes algún valor? – dijo lentamente, intentando unir las piezas del rompecabezas.
- No es mafia – repitió la muy maldita y su sangre hirvió violentamente en su cuerpo.
- Contesta la maldita pregunta – dijo en una voz grave, asesina.
- No es relevante.
Se sujetó la cabeza con desesperación pero luego de un rato todos sus intentos de seguir con el absurdo interrogatorio se rindieron.
- Eres tan odiosa – murmuró.
Comenzó a servirse whisky en su vaso y se lo bebió de un solo trago, importándole poco si terminaba ebrio.
- No están en peligro – la escuchó decir luego de un rato. Sorpresivamente su voz sonó suave, sin sarcasmo de por medio – Me aseguraré de eso.
Tobirama alzó la cabeza y la miró sin saber qué pensar.
¿De verdad podía creerle?
No la había apodado bruja por nada. Era una odiosa y manipuladora mujer… de la cual el idiota de su hermano se había enamorado.
Hashirama no veía lo despreciable que era, lo cínica y bélica que podía llegar a ser cuando nadie más estaba viendo… pero él era una persona muy sensible, del tipo que solo ve el lado más especial en la gente… quizás su hermano había logrado ver algo más en ella que solo una fría capa de hielo y sarcasmo, algo que Tobirama ignoraba debido a su profunda desconfianza.
Quizás solo debía dejar que Hashirama confiara en su lugar, que viera lo que él no podía ver en ella.
Confiaba en su hermano, y eso era lo único que importaba.
Suspiró cansinamente, rogando que esa fuera la decisión correcta, y centró su atención en la mujer. Madara seguía bebiendo, nuevamente tenía la mirada perdida en la oscuridad de la ventana.
- Hay una cosa más que debemos hablar.
Ella lo miró, expectante.
- Habrá una conferencia este fin de semana – anunció formalmente, entrelazando sus dedos frente a él – Sé que eres nueva en este trabajo, pero en un solo día has logrado demostrar ser muy habilidosa y eficiente… y como mi hermano no sabe dónde está parado si no tiene a alguien que se lo recuerde, no tengo otra alternativa más que traerte con nosotros.
Tobirama observó su rostro con atención, este no cambió ni un ápice, seguía igual de inexpresivo y supuso que eso era una buena señal.
- Pero necesito saber si esta especie de… mafia tiene los recursos necesarios para… ver o hackear los archivos de un aeropuerto… o lo que sea – frunció las cejas, el alcohol no lo hacía hablar claramente – Quiero decir ¿Es seguro que salgas del país?
Madara soltó una carcajada y lo miró ladinamente.
- Tranquilo blanquito, usaré una identificación falsa.
Tobirama se cruzó de brazos ante la palabra blanquito y la observó mientras la mujer se levantaba de su lugar, desapareciendo luego por la puerta del cuarto de huéspedes.
- Sí que es algo ilegal – murmuró para sí.
(…)
Blanquito xD
Ya sé que prácticamente no sucede nada, y que prácticamente ya tendrían que aparecer los Akatsuki… pero todo a su momento, era necesario que estos dos tuvieran una charla "profunda" sobre sus vidas y se hicieran amigos… o lo más cerca a ser "amigos" posible… que el whisky y las velas aromáticas no los confundan.
P.D: espero que les haya gustado todo un capitulo desde la perspectiva de Tobi, y si no, solo díganlo, yo sé que están aquí por el HashiMada xD
P.D.D: No me di cuenta antes, pero voy a empezar a responder a sus comentarios por aquí :D
Anien: de momento, Tobi solo va a respetar a Madara. Ahora sabe que quizás ella tenga cosas buenas muuuy en el fondo, pero es trabajo de Hashirama verlas, no queremos que haya otro enamorado ¿Verdad? Alguien tiene que ser la mama gallina en esa casa xD
Sapuleti89: Espero que la charla te haya sacado por lo menos una risa xD Y es cierto, Madara ha hecho papilla a sus nuevas compañeras y eso que apenas fue su primer día! Tobi tiene razón cuando dice que ella es bélica… no puede evitarlo, su orgullo le impide ser linda y buena, si lo fuera, no sería divertido...