Disclaimer: Esta es una traducción/adaptación de la historia de Keelhaulrose, Under the Influence. La autora me dado permiso para traducirla. La historia original pertenece a Keelhaulrose, los personajes reconocibles a J. K Rowling.
Bajo la Influencia.
Capítulo 1
"¡Buenos días Severus!" Hermione saludó alegremente a su colega, mientras colgaba su chaqueta.
"Estás horriblemente alegre esta mañana." Contestó el aludido, en tono más bien irritado, y sin siquiera levantar la vista del caldero sobre el que estaba inclinado.
Llevaban trabajando juntos por casi cuatro años, preparando pociones para San Mungo, y él sabía de sobra que, aunque era muy dedicada en el trabajo, los lunes la ponían de mal humor, lo cual no era poco común.
"Estoy muy al tanto de lo mucho que te gusta estar rodeado de gente alegre. Sin embargo, esta mañana tengo buenos motivos para estar de buen humor." Replicó la castaña con los ojos iluminados y sentándose en su estación de trabajo, justo frente a él.
"Ron me ha pedido que nos casemos."
Los ojos de él se alzaron y posaron de inmediato sobre el enorme anillo que ahora adornaba la mano de la joven. "Eso fue rápido." Murmuró él, regresando a su trabajo.
"Solo han sido tres meses, pero se siente muy bien." Respondió ella. "Debo admitir que ha sido todo muy rápido, que no esperaba estar comprometida tan de repente, pero puedo ver que esto va a funcionar bien."
Severus casi gruñó, pero no respondió. Cuanto menos escuchara sobre la vida amorosa de Hermione, mejor.
Justo antes que comenzara a salir con ese mocoso Weasley, Severus había estado considerando invitar a Hermione a salir, pero al parecer, había esperado demasiado.
Cuando le dijo que estaba viéndose con ese pelirrojo, lo atrapó por sorpresa. Sabía que seguían siendo amigos después de la guerra, justo como lo era con Potter y el resto del clan Weasley, pero la joven nunca había mencionado que hubiera algo más entre ellos dos. Por lo que la había escuchado decir, sobre sus amigos y por las constantes quejas con respecto a sus conductas, hubiera creído que tenía interés por alguno de los hermanos mayores de la familia de pelirrojos. Tal vez Charlie o George, pero no Ronald, quien parecía tener una patente facilidad para hacerla enfadar. Aparentemente, de buenas a primeras, el mocoso había pasado de ser un amigo, al amor de la vida de Hermione. Severus se sentía incómodo por la velocidad con la que había caído por el niñato, pero al no tener él mismo, ninguna experiencia en relaciones serias, no estaba seguro si esta repentina fascinación era normal entre los jóvenes.
Sin embargo, la observó durante el resto del día. La chica no dejaba de sonreír, aunque en ningún momento se molestó en contarle detalles de la boda.
Al pasar, al menos, ocho horas diarias juntos, cinco días a la semana, era natural que comenzaran a hablar de sus vidas personales, pero ella sabía que él no estaría interesado en asuntos de casamientos. Aun así, Severus tenía un poco de curiosidad sobre algo en particular, así que después del almuerzo, comenzó a pescar información.
"¿Y ya tienes una fecha en mente?" Preguntó como por casualidad.
"Estamos pensando en el veintinueve."
"¿De este mes?" Preguntó de nuevo, tratando de mantener la sorpresa a raya.
"Ya me conoces Severus. No soy una persona exigente. No quiero una gran boda con todos los moños. Tenemos planes para una ceremonia pequeña y una cena con la familia más cercana y los amigos."
"La familia de él solamente, la convierten en una fiesta enorme."
"Algunos de ellos no irán." Comentó ella con suavidad.
"¿De verdad?" Se sorprendió él, alzando una ceja. Los Weasley eran bien conocidos por apoyarse mutuamente, en las buenas y en las malas. Que algunos de ellos rompieran filas, salvo por Percy, era altamente inusual.
"George y Bill ya dijeron que no quieren ir."
"¿Estarán ocupados ese día?"
"No. No es eso. Es que dicen que nos estamos apresurando mucho. Primero, pensaron que estaba embarazada." Añadió la castaña con una risita.
"¿Y eso es gracioso?"
"Solo son desacuerdos menores." Murmuró Hermione y su caldero empezó a burbujear.
La conversación terminó con rapidez para que ella pudiera atender su trabajo, pero en la mente de Severus estaba en modo hiperactivo. Que George y Bill se rehusaran a asistir a la boda de su hermano menor, con la chica que conocían de toda la vida, ciertamente sonaba como que algo no estaba bien.
Tal vez podía hacer una parada en la tienda de bromas, de camino a casa…
'No.' Pensó el hombre, sacudiendo la cabeza. 'Ella ya ha tomado su decisión. Ella es una mujer inteligente. Debe tener sus razones para querer casarse tan rápido, y si quiere decirte, te lo dirá. Y si está cometiendo un error, es su derecho.'
Severus juró no entrometerse más de lo que ya estaba. No era su lugar. Aunque, muy en lo profundo, se preguntaba si en la relación de Hermione con ese idiota, había más de lo que aparentaba.
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La mañana siguiente, Severus esperaba que Hermione se presentara de mal humor.
Durante el fin de semana, un reportero del Profeta, había publicado una fotografía del pelirrojo junto a una rubia piernuda, en un juego de quidditch, y las cosas no se veían bien.
Esperaba ver el lado más oscuro del infame temperamento de Granger, así que cuando la vio llegar con una sonrisa de oreja a oreja, se quedó de una pieza.
"¿Acaso debería enviar a alguien a buscar el cadáver de Weasley?" Preguntó.
"¿Y de dónde sacaste esa idea?" Contestó ella, genuinamente sorprendida.
"Hubiera pensado que estarías un poco más molesta hoy."
"¿Quieres que esté de mal humor?"
Severus exhaló, decidido a dejar de dar rodeos. "¿No viste el Profeta de ayer?"
"Si, lo vi."
Él detuvo su trabajo, repentinamente preocupado por ella. "¿NO has visto las fotografías que han publicado de tu prometido?"
"Si. Las vi." Replicó ella, negándose a quitarle la vista a los preparativos de su estación.
"¿Y no te molestan las idioteces de Weasley?"
"Él me explicó todo." Retrucó ella, cortando raíces.
"Me muero por escuchar eso."
"Es la hija del Ministro Ruso de Magia. Quería ver el Ministerio y Kingsley le pidió a Ron que lo hiciera. El Ministro Ruso le agradeció obsequiándole unas entradas para un partido. Eso es lo que pasó."
"¿De verdad crees es bolsa de basura? Esa historia es más absurda de lo que pudiera haber salido de la cabeza de Goyle."
"Ron no me mentiría."
"¿También te dijo Ronald que esa mujer es Rose Zeller?"
"¿Rose Zeller?" Preguntó la chica con voz queda.
"Ella comenzó la escuela cuatro años después que tú. Fue sorteada en Hufflepuff."
"No." Negó la chica rotundamente, pero aun así, sonaba con dudas. "Ella era más gordita, ¿no? Y tenía el cabello oscuro."
"Ah, sí. ¿Y acaso las mujeres jamás han cambiado su apariencia antes?"
"Creo que te equivocas." Retrucó ella, negando con la cabeza.
Severus se quedó mirándola con incredulidad, sintiendo la furia haciendo ebullición. Sin pensarlo, se acercó a ella en dos zancadas, poniéndola de pie del brazo. "Mírame Hermione," ordenó.
De mala gana, la chica lo miró a los ojos.
"¿Te está lastimando?"
"¿Qué? ¡No!"
"¿Hiciste algo para molestarlo en el pasado?"
"¡No! ¡Para nada!" Protestó la chica, comenzando a sonar enfadada.
"¿Estás embarazada de él?"
"¡No! ¿Por qué todo el mundo cree que…?"
"¡No puedo creer tu actitud, porque así no eres tú! ¿Dónde está la chica de Hogwarts? ¿La que se enfadaba tanto porque no aprendía lo suficiente en su clase de Defensa, que organizó un ejército clandestino? ¿Dónde está la chica que golpeó a Draco Malfoy en la cara por atreverse a reírse del dolor de un amigo?"
"¿Por qué no puede darse cuenta todo el mundo que él me ama?" Le gritó la castaña. "¿Por qué es que todo el mundo tiene que cuestionar que decidamos casarnos rápido? ¿Por qué cree todo el mundo que me está usando?"
"¿Tal vez se deba a que es exactamente como se ve? Tú, la novia respetable, leal, quien por alguna incomprensible razón, rehúsa ver lo que tan evidentemente le ponen en pleno rostro. ¿Qué diablos ocurrió contigo Hermione? Te negaste a hablar con el jodido mocoso por semanas cuando salía con esa sabandija de Lavender Brown, pero si anda mostrándose abiertamente en una cita con otra mujer, mientras está comprometido contigo, e incluso se publica en un periódico, te crees todas las excusas que pone, ¡como si no fueran tan inventadas como las chorradas de Lockhart!"
"¡Basta!" La chica lo miró de frente, desafiante. "Ron me ama. Él no me engañaría. Si andaba con otra chica, obviamente tenía sus razones."
Severus inhaló, como para seguir con la discusión, pero de repente, algo en el aliento de Hermione lo detuvo. ¿Acaso olía a pergamino? ¿O era el intoxicante aroma de un perfecto gabinete de pociones? ¿Y del perfume leñoso de un solitario refugio en el bosque? Eso era lo que él podía percibir cuando olía Amortencia.
De repente, cada pieza ocupó su lugar.
La repentina lealtad de Hermione hacia el idiota pelirrojo, y su feroz defensa hacia él, y como de repente, el amor que sentía por el mocoso, no era solo lo que quedaba de una mera atracción de colegiala.
Alguien, obviamente en combinación con Weasley, si no se trataba del mismo pelirrojo, le estaba dando una poción de amor a la castaña.
Pocos conocían a Hermione tan bien como Potter o Weasley.
El idiota pelirrojo sabía que ella no se daría por vencida así nada más. Si era capaz de mantenerla con él lo suficiente como para casarse, tal vez, darle un par de meses de encanto… y si la repentina fascinación que la chica sentía por él, se desvanecía, la castaña siempre podría atribuirlo al final de la llamada 'fase de la luna de miel', y haría lo imposible para que el matrimonio saliera adelante. Esa chica no sabía lo que era darse por vencida, en especial, con algo tan importante como sus votos matrimoniales, incluso, si no era feliz. Y seguramente, terminaría culpándose por los repentinos cambios en sus sentimientos.
Hermione salió como una tromba del lugar. Él la vio marchar, y de inmediato se sintió un tonto.
Hermione era una maestra pocionista. Había estudiado toda clase de pociones, incluyendo la Amortencia, que hubiera identificado de inmediato al percibir el distintivo olor.
Era casi virtualmente imposible hacerla beber una poción de amor sin que ella se diera cuenta.
Pero aun así, había algo que no estaba bien.
Hermione no era la clase de persona que hacía las cosas a las apuradas. En especial, tratándose de matrimonio.
Severus juró vigilarla e investigar tanto como le fuera posible.
Tenía que haber una explicación para el repentino cambio de actitud de la chica, y Severus Snape estaba determinado a resolver ese enigma.
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Hermione no le habló a Severus por el resto del día, y se retiró exactamente a las cinco, a pesar de haber pospuesto lo de la poción energética otra vez.
Había esperado que Severus estuviera feliz por la noticia, pero en lugar de eso, acusó a Ron de golpearla y engañarla. Eso fue demasiado. ¡Cómo se atreve! Había esperado por él por un año, dejando indicios de lo muy interesada que estaba en él, pero Snape ignoraba cada uno de ellos. Pero en el momento que otro hombre iba tras ella, ¿tenía interés en su vida personal?
"¡Demasiado tarde Severus Snape!" Gritó la castaña al vacío departamento.
La explosión no hizo nada para bajar el enfado, así que anduvo zapateando por el lugar, hasta que fue a la cocina para prepararse un té. Eso si la calmó un poco, así que decidió beberlo en el patio.
La edición matutina del Profeta aún estaba sobre la mesa, y Hermione se lo llevó en su camino al patio.
Se bebió el té lentamente. Cuando había bebido más de la mitad, decidió que era hora de echarle a las fotos, otro vistazo.
La gente del periódico no escondía para nada el regocijo de dejar en evidencia el escándalo.
Una fotografía de Ron, llevando de la mano a una mujer hacia el estadio, estaba puesta prominentemente en primera plana. La chica no era reconocible por el rostro, no con facilidad al menos. La mayor parte de su rostro estaba cubierto por un sombrero o gafas. En la primera plana, también se mencionaba que Kingsley se estaba entrevistando con 'algunos dignatarios extranjeros'. Eso la hizo sentir un poco mejor, porque respaldaba en parte la historia de Ron.
Hermione tomó aire y se sumergió en el resto del periódico, que prometía mucho más del escándalo en desarrollo.
Las fotografías en la segunda página no eran ni la mitad de lo nítida que era la de primera plana, pero no dejaba lugar a dudas que Ron estaba sentado demasiado cerca de la atractiva joven, y mostraba que el pelirrojo no tenía las manos quietas. Una mano tocando el brazo o el muslo, ocasionalmente tocaba el rostro o el hombro. Aunque no se besaban en ningún momento, ciertamente no se veían como una pareja meramente 'platónica'.
Hermione cerró el periódico y sacudió la cabeza.
Ron la amaba. Lo sabía. No había tenido dudas desde el momento en el que empezaron a salir. Recordaba vívidamente el día en el que habían comenzado la relación. La noche anterior había estado llena de sueños altamente eróticos en los que su amigo era el protagonista.
En la mañana, despertó ante el sonido de golpes en la puerta. Ron era el que llamaba, con el desayuno y necesitando un oído que escuchara algunas de sus frustraciones en el trabajo, y Hermione, siempre la buena amiga, se ofreció para escuchar y brindar algunos consejos. Pero no se podía enfocar en la historia. Solo podía enfocarse en Ron. En sus brillantes ojos, en su sonrisa ladeada, todo en él, incluyendo sus largos dedos, no hacían más que distraerla. Y Ron pareció entender muy rápido que la chica no estaba escuchando. De alguna manera, todo terminó en confesiones de ambas partes: él admitió que la había estado deseando por un largo tiempo, ella diciendo que la atracción le había pegado duro, pero ahora, que ya la había sentido, no podía entender cómo era que no se había dado cuenta antes.
La atracción pronto los llevó al dormitorio.
Luego de eso, ella estaba convencida que ahora tenía algo que podía atesorar de por vida. Ron parecía sentir lo mismo. Le habló de lo mucho que la quería su familia, y cómo todos habían estado esperando que dejara de lado la vida de soltero y se estableciera con una chica como ella, y ahora, que ya la tenía, podía ver por qué lo habían estado empujando en esa dirección.
Y ahora, el verlo en la fotografía con esa chica guapa, la había dejado de malas.
Al finalizar la guerra, Ron había pasado por una fase de 'playboy', acostándose con cuanta chica se le ofreciera, gastando el dinero que el Trío Dorado había conseguido a través de tratos para publicar libros y los pagos del Ministerio, en artículos de lujo como una casa enorme, escobas nuevas y asientos de primera clase en cada Copa del Mundo.
Eso no le había molestado a Hermione. Cada cual había lidiado con la fama como había podido, y mientras ella y Harry se contentaban con vivir alejados del ojo público tanto como fuera posible, Ron, quien nunca había tenido mucho y que siempre había sido el segundón de Harry, se gastaba alegremente el dinero y disfrutaba siendo el centro de atención.
Pero el fervor por el Trío Dorado había menguado. Los pedidos de entrevistas se habían reducido, los libros sobre el tema habían sido publicados el año anterior, y el mundo mágico ya estaba comenzando a dejar el pasado atrás, junto con Voldemort.
Ronald pareció darse cuenta que su nombre ya no era tan importante como antes, y fue entonces cuando comenzó su 'relación seria' con Hermione.
La noticia había traído renovados bríos al interés por el Trío, y Ron estaba disfrutando estar de nuevo en la boca de todos.
Hermione, sin embargo, sabía que Ron solo estaba siendo como siempre fue. Tal vez él disfrutada de la fama, pero ella debía trazar una línea y poner un límite.
Cuanto más miraba esa fotografía, más la irritaba, y para la hora en la que normalmente cenaba, la furia le invadía las venas.
Escuchó que la puerta se abría y volvía a cerrarse y supo que Ronald había entrado como si fuera su propia casa. Tal vez iban a casarse pronto y todo eso, pero su departamento seguía siendo su espacio personal. Una parte de ella deseaba que al menos se molestara en tocar.
"Hola amor." Le besó la frente y sentó a su lado.
"Tenemos que hablar." Murmuró ella. "Sobre el periódico."
"Claro." Asintió él.
"Esa chica, en la foto. No era en realidad la hija del Ministro Ruso, ¿verdad?"
"¿Qué? Sí, es la…"
"Alguien me dijo que se trata de Rose Zeller." Lo interrumpió la castaña, estudiando el rostro del pelirrojo.
Él tragó saliva con dificultad y desvió la mirada.
"Ronald, ¿acaso era Rose?"
"Si." Admitió en un susurro.
"¿Por qué me mentiste?" Preguntó con calma, a pesar de lo mucho que la sangre le hervía.
"Porque tuve miedo de tu reacción. Rose estaba teniendo un mal día. La encontré llorando afuera de la Sala 10. Parece ser que hizo un lío con algunos documentos, y como Harry no podía ir al partido conmigo, le pregunté a ella si quería ir. No pasó nada más."
"¿Y dónde estabas anoche? Normalmente regresas a casa después de los juegos."
"Fui a beber unos tragos con Robbins, ya sabes, el cazador. Estuvimos hablando de los campos de entrenamiento. Estaba pensando en ir el año que viene."
Había algo en los ojos de él que hacían difícil que le creyera.
"¿Te acostaste con Rose?" Preguntó Hermione.
"¡No!" Se apresuró a negar todo, pero el rostro se le puso rojo intenso. "Yo nunca…Hermione, ¡yo te amo!"
"Comienzo a preguntarme si eso es verdad." Siseó la chica, poniéndose de pie y cruzando la casa como un tornado.
"¡Aguarda, Hermione!" Trató de detenerla, siguiéndola. "Hermione, por favor. No he hecho nada. ¿Qué debo hacer para probártelo?"
"¿Qué es lo que puedes hacer?" Atacó ella, con las manos en la cintura. "No sé. ¿Qué tal mantener tus manos quietas, en lugar de andar manoseando las piernas de una mujer hermosa, en especial cuando la prensa está presente? ¿Y qué tal no desaparecer la noche después de haber sido visto con esa mujer? O tal vez, ¿Qué tal si dejas de mentir sobre la identidad de dicha mujer? ¿Está claro, Ronald?"
El reloj dio las seis y ella lo dejó con las palabras en la boca, mientras seguía dando vueltas por la casa. Fue hasta el baño y sacó sus píldoras del gabinete. Una para lidiar con los efectos de su tortura, otra para el incipiente dolor de cabeza y la anticonceptiva. Se las tomó todas con un poco de agua. Se dio la vuelta para decirle a Ron que se largara y que necesitaba un tiempo para pensar y lo encontró mirándola fijamente desde el otro lado de la habitación.
"¿Todavía estás tomando de esas?" Preguntó, señalando las píldoras anticonceptivas.
"Si, ¿por qué no habría de hacerlo?" Preguntó ella, un poco confundida. "No estoy lista para ser mamá aún."
"Claro, lo entiendo." Contestó él, lentamente y estudiando el rostro de la chica.
"Ron, creo que deberías…" Comenzó a decir Hermione, pero de pronto, se detuvo y se quedó mirándolo. Lentamente, toda la furia que había sentido, abandonó su cuerpo.
Ron podía ser un idiota insensible a veces, pero eso ya lo sabía. No necesitaba pruebas de su fidelidad. Decidió darle el beneficio de la duda.
"¿Si, amor?" Preguntó despacio el pelirrojo.
"En el futuro, recuerda que eres un hombre comprometido." Dijo ella con suavidad, acercándose para quedar entre sus brazos. "No quiero tener que matar a golpes a alguna muchacha por tocarte."
Weasley se rio. "No volverá a pasar." Contestó y le besó la frente, haciendo que su corazón vibrara.
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N/T: Me revolvía el estómago lo que hacía el desgraciado del pelirrojo… tal vez tarde un poco, pero su castigo llegará, eso seguro. ¡Me daban ganas de meterme en la historia y agarrarlo a golpes!