El viento era fuerte, rugía como el ruido de las hélices del helicóptero. Ran y Shinichi Kudo se encontraban en la azotea a metros del mismo, entretanto su ropa y sus cabellos se movían al compás del viento.

— Me tengo que ir —Dijo el detective mirándola tristemente a Ran, tomando esas manos que muy pronto iba a tener que soltar.

— ¡No te vayas! —Le pidió con angustia reflejada en sus ojos, apretándoselas.

— Espérame.

— P-pero... —Comenzó con clara duda en su voz.

— No quiero que dudes. Regresare, ten lo por seguro —Replico mirándola de una forma tan tierna. Tomándola ahora de los hombros.

— L-lo siento.

Ella bajo la cabeza, apenada.

— Tampoco quiero que te disculpes —Espeto— Lo que quiero es... —Sus mejillas comenzaban a sonrojarse que se detuvo a lo que estaba a punto de decir y se sumió en un silencio mutuo.

— ¿Qué es lo que quieres? —Pregunto ella tímidamente con las mejillas teñidas de escarlata por la vergüenza, al no escucharlo hablar por un tiempo y detenerse de su petición.

— Quiero que me beses —Admitió en voz baja con sus mejillas, cuello y orejas rojas.

Al escucharlo, levanto rápidamente la cabeza, clavando sus ojos en los suyos y luego bajarlos a sus apetitosos y deseables labios.

— Quiero que lo hagas y me confirmes que me esperaras.

A los segundos ella sonrió y se lanzó a sus brazos, tomo su cara con sus dos manos y le planto un beso, entretanto Shinichi depositaba sus manos en la cintura de Ran, subiendo a cada segundo de intensidad hasta que se separaron en busca de aire.

— Siempre te esperare —Musito a solo centímetros de sus labios y sellando lo dicho, lo volvió a besar intentando que una parte de él se quede con ella.

Y algo lo había hecho cuando él se había subido al helicóptero. Su corazón y desde hace mucho tiempo a ella le pertenecía y Ran lo había sentido de esa manera.

...

Segundos después Ran despertó abrazando la almohada que hace minutos había besado y musitado el nombre de Shinichi. Al despertarse completamente se sonrojo al notar que era un sueño y después de unos segundos arrojo la almohada contra la pared imaginándose que es Shinichi. Muy furiosa con él porque ese sueño le había hecho anhelar como hubiera querido que sea la despedida del detective cuando se fue.

Pero nooo

Él simplemente había desaparecido sin avisar, sin ningún tipo de despedida romántica, apareciendo y desapareciendo cuando se le cantaba.

— Si al menos Shinichi se hubiera despedido así...

¡Agh!

Emitió al sentir que sus mejillas ardían por ese tipo de pensamientos. Tomo su almohada del suelo y volvió a acostarse, quien con los ojos cerrados, se tapó con las sabanas que sin darse cuenta estaban en el suelo. Deseando internamente poder continuar con su sueño y que al menos en su fantasía. Shinichi regrese.