Misterio

—¿Nos veremos después de la práctica?

—Lo siento Yuuri, me quedaré a practicar unos pasos

—Esta bien, nos vemos después

Era la tercera vez en la semana que Viktor respondía de la misma manera, su excusa era siempre esa. Yuuri empezaba a sentir toda clase de sentimientos, la mayoría le dejaban un sabor agridulce.

En estos meses que llevaba viviendo junto al ruso en su país natal, las cosas habían ido de maravilla, su relación tanto profesional como sentimental se establecía más fuerte.

Sin embargo desde hace un par de semanas veía al peliplata diferente. Más distraído, cambiaba rápidamente la conversación cuando el japonés le preguntaba que hacía después de la práctica y en las noches solo llegaba a bañarse y dormir. Adiós a las cenas que tenían o ver una película acurrucados en la sala aprovechando el poco tiempo libre que disponían.

Tan distraído estaba en sus pensamientos que no se dió cuenta que había chocado contra Yurio, es más ni siquiera recordaba en que momento se había adentrado en la pista de hielo.

—Oi katsudon — le hablo el rubio al notar la mirada ausente del mayor.

—Lo siento Yurio no me di cuenta

—Es bastante notorio que no te diste cuenta, que te sucede, escúpelo de una vez.

—No me pasa nada — respondió sonriendo tratando así poder convencer a Yurio.

—No me mientas, tan descaradamente; se puede ver que no estás bien.

Yuuri sintió como el menor lo arrastraba fuera de la pista, no se quejó y se dejó llevar de todas maneras ya había terminado el tiempo de práctica.

Se encontraban en una cafetería, en el lugar había poca gente y el ambiente se sentía tranquilo.

—Por fin me dirás qué te pasa?

—No es nada serio, de verdad no tienes que preocuparte —mencionaba el japonés evitando tener contacto visual con el ruso.

—Tus prácticas han estado del asco e incluso Mila y Georgi se preocupan por ti.

Yuuri suspiro resignado, era momento de hablar.

—Las cosas no han ido bien entre Viktor y yo estas semanas. Siempre tiene algo que hacer después del entrenamiento y llega cansado a casa, puede que este exagerado pero es realmente extraño para mí ver qué se porte así.

Plisetsky lo escucho atentamente, realmente sus sospechas eran acertadas todo tenía que ver con el anciano.

—Se que no es creíble pero realmente no tienes de que preocuparte.

El pelinegro lo miro sorprendido.

—Pero... — fue interrumpido por el joven

—Mira todo este misterio del anciano tiene un porqué. No creerás que un tonto que deja su país y se va a Japón a entrenar a un chico que conoció en un banquete, dejará todo lo que consiguió así de fácil. Viktor planea algo, no sé que podría ser pero conociéndolo debe ser alguna sorpresa para ti.

—Creo que tienes razón —respondió Yuuri después de pensar un poco en todo el comportamiento de Viktor.

—Claro que la tengo cerdo, te aseguro que al final de la semana las cosas volverán a la normalidad.

Después de la conversación que tuvo con Yurio, el japonés se fue caminando al departamento que compartía con Viktor, no tardó mucho en llegar.

En cuanto abrió la puerta se dió cuenta de que las luces estaban prendidas pero la intensidad de la iluminación era la más baja.

De repente escucho el sonido de una melodía bastante relajante, miro alrededor, hasta que su mirada se encontró con los zafiros de Nikiforov.

Sus dudas se disiparon al instante, al ver como su pareja estaba usando una bata de seda color plata, la cual contrastaba con el pálido tono de su piel. Sonriendo se acercó a él depositando un tierno beso en sus labios.

—Se que estos días me porte extraño y preocupe a mi querido Yuuri pero es que no quería arruinar la sorpresa que te tenía — explicó haciendo un adorable puchero

Yuuri simplemente negó mientras acariciaba la mejilla de su pareja. Yurio tenía razón no había de que dudar.

—Bueno me alegra saber que todo está bien, ya había empezado a preocuparme —dijo sonriente el japonés.

De repente sintió al mayor cubrir sus ojos con una suave tela. —Es parte de la sorpresa Yuuri — susurro seductoramente en su oído logrando que un escalofrío recorriera la espalda del contrario.

Despacio Yuuri fue llevado a la habitación que compartía con el ruso. Y con cuidado se sentó en la cama.

—Te quitaré esto de los ojos pero promete que los tendrás cerrados hasta que te diga que los abras

—Okay — respondió sintiéndose nervioso ante tanto misterio.

—Ya puedes abrir tus ojos Yuuri

En cuanto los abrió, lo primero que observo fue un par de velas en la habitación y unos cuantos pétalos azules esparcidos en el lugar, pero lo que realmente llamo su atención fue ver un tuvo en medio de la habitación.

Escenas del banquete en el que se conocieron llegaron a la mente de Yuuri como un flash.

—Viktor que hace eso aquí

—Es tú sorpresa Yuuri, estuve practicando estos días, quiero sorprenderte de la misma manera que tú lo hiciste cuando nos conocimos.

Sin más el peliplata se quito lentamente la bata que tenía revelando que solo portaba unos boxer negros y se acercó al tubo.

Yuuri estaba con la boca abierta, definitivamente tanto misterio había valido la pena.

La noche paso lentamente mientras ambos disfrutaban de su compañía y se mostraban el afecto que tenían.