Título: The Mhe-zone

Autora: Existentialiste

Beta: Roppi Vongola

Playlist: playlist?list=PLK0mY32t-DU7UhNum7TB8cojIintdPJeu

Notas iniciales:

Soy nueva escribiendo para este fandom, previamente sólo me he desenvuelto en el fandom de Supernatural con fics Destiel principalmente. Por lo tanto, espero no caer en el OoC, en caso de hacerlo díganmelo sin miedo. Espero que les guste nuestro trabajo, pues ambas ponemos el corazón en ello.


Tweek

Yo siempre creí que las cosas iban bien, a pesar de todo. Lo que había iniciado como una farsa ante el pueblo, a favor de la estabilidad del mismo, la cual por algún absurdo motivo -como todo en South Park. - parecía depender de que Craig y yo fuéramos jodidamente gay.

Inclusive intentamos "terminar", sólo para caer en cuenta de que no bastaba con "ser gay", sino que debíamos estar juntos. Una mierda muy grande ¿no?

Así fue cómo empezó todo. Para cuando el pueblo había dejado de prestarle atención a nuestra relación, las niñitas asiáticas habían regresado a sus países, y Kyle había dado la difusión suficiente al asunto del YAOI y cómo no tenía relación alguna con que Japón decidiera quien es gay, nosotros ya nos habíamos adaptado a la convivencia.

No es que esencialmente fuera muy diferente a ser amigos. Aún seguíamos haciendo las mismas cosas, reuniéndonos a jugar videojuegos, yendo al cine, jugando con legos, me fui integrando más y más con el grupo de Craig así que buena parte del tiempo estábamos metiéndonos en líos con la pandilla de Stan…

La diferencia era que de vez en cuando Craig me tendía la mano o intentaba establecer algún contacto físico conmigo… aunque siempre fue a regañadientes y únicamente bajo presión social, y yo sé de presión. A veces trataba de ayudarme con mi ansiedad, y me daba ánimos con mayor ímpetu que en el pasado.

En ese cálido confort pasaron los meses, que pronto se convirtieron en años. A un par de semanas de la graduación de la preparatoria fue cuando recién caía en cuenta de que viví casi la mitad de mi existencia en una mentira muy bien actuada, al punto de haberme engañado a mí mismo.

-¿En serio no quieres sumarte a nuestro pedido de condones de sabores frutales, Tweek? -me preguntó Bebe, en voz baja y por cuarta vez en el día, justo cuando salíamos de la cafetería.

-Sí, es más práctico que paguemos un envío conjunto, teniendo en cuenta la aduana. -intervino Wendy.- Las chicas asiáticas ya nos están ayudando mucho con enviarnos lo último en preservativos saborizados desde Japón.

-¡Demasiada presión! -exclamé, sin gritar como hacía en mi niñez, con los mismos tics de siempre. Lo dicho, he trabajado con mi ansiedad.

Bebe y Wendy soltaron un suspiro al mismo tiempo, luego del cual guardaron silencio por unos minutos, mientras hacíamos el camino a nuestra última clase del día.

-No te preocupes Tweek, no tiene que pasar si tu no quieres. -comentó Wendy con sinceridad, poco antes de entrar al aula.

-Creo que él es quien mejor entiende eso del "consentimiento mutuo". -soltó por lo bajo Bebe entre risillas, de modo que sólo la escucháramos Wendy y yo mientras ya atravesábamos el umbral del aula.

Miré cómo ambas agachaban ligeramente la cabeza para que nadie más notara sus risillas mientras se encaminaban a sus asientos en el frente de la clase, al lado de sus respectivos novios, Stan y Kyle. Yo por mi parte, me encaminé al asiento entre Craig y la ventana, como de costumbre… ¿Cuántos años llevo haciendo esto sin cuestionármelo?

El profesor entró apenas segundos después de que las chicas y yo entrásemos, así que me senté dando por zanjado el asunto, esperando que el día, y algún episodio de ansiedad que controlar, me hiciera olvidar definitivamente el tema.

¿Qué mierda me hizo pensar que podría olvidarlo? Puta ansiedad y estúpidos delirios paranoicos. Heme aquí, sin saber si debía esperar o no a Craig.

-¿Por qué coño tenía que terminar temprano el club? -pregunté a Kenny mientras salíamos del auditorio.

-¿Tal vez porque hoy sólo nos tomarían medidas para los trajes? -respondió con un encogimiento de hombros.- No entiendo por qué el escándalo, sólo tienes que esperar a Craig 10 minutos.

-Ah…, si, esperar a Craig. -dije lo más natural posible, sin lograr reprimir un ligero tic doble en el ojo.

-Wow, wow, wow. -advirtió Kenny deteniéndome por el brazo. - ¿Pasó algo?

-No ¿por qué lo mencionas? -inquirí con inseguridad mientras experimentaba el jodidamente delator tic doble.

Kenny simplemente me miró con esa expresión suya de "suelta la puta sopa, hombre".

-No sé si deba esperar a Craig. -reconocí al final, con un pequeño y único tic, desviando la mirada por el pasillo.

-Entonces pregúntale en un texto. -replicó Kenny, dándome un amigable pero innecesariamente fuerte puñetazo en el brazo, como solía hacer cuando Craig no estaba cerca. - Te veo mañana amigo.

Sin más, el segundo hijo de la familia McCormick se retiró hacia la salida, dejándome solo a medio pasillo y sin saber qué hacer.

Comencé a tirar ligeramente de mi cabello, sin llegar a arrancarlo como en el pasado. Los delirios de paranoia comenzaban a hacer estragos en mí, comenzaba a sentir la boca seca… Inicios de una crisis de pánico.

Sacudí la cabeza con fuerza, tratando de desalojar las ideas negativas de mí, aun sabiendo que carecía de sentido aquella metodología. Eché una ojeada al reloj, notando que apenas había pasado un minuto. Putas metanfetaminas en el café y la papilla que me dejaron por cerebro.

Solté un suspiro cansado, al tiempo que sacaba el móvil.

- ["¿Debería esperarte?"]

Aunque minutos antes dudaba de esperar o no, tras escribir el mensaje ya me estaba encaminando al aula del club de fotografía. Iba a medio camino, cuando el móvil vibró en mi bolsillo haciéndome dar un pequeño salto de confusión, como sucedía cada que el aparatito emitía una vibración, ya que nunca he logrado adaptarme del todo a él.

-["Si"]

Tan comunicativo como siempre. Seguí mi camino hacia su club, sin saber cómo sentirme.

Esperé unos minutos junto a la puerta del aula de fotografía, hasta que Craig salió, despidiéndose de Kyle y empujando a Cartman en el proceso. Inmediatamente me tomó de la mano, como solía pasar cuando había alguien cerca.

Al momento de que me tendió la mano comencé a temblar levemente, lo cual alimentó mi paranoia, puesto que hacía años que no me pasaba con él. Sin querer pensar más en el asunto, tomé su mano. Por suerte él no parecía haber reparado en el asunto.

Craig me encaminó a la cafetería familiar, a cumplir con mi empleo de tiempo parcial. Durante el trayecto, como de costumbre, iba centrado en su consola portátil. Al llegar al local, me dio un corto abrazo, despegando lo menos posible su mirada de la partida.

-Te veré mañana. -dijo con su tono y expresión de siempre, dedicándome a penas una corta mirada. Sin esperar mi respuesta simplemente se marchó.

Durante mi turno, por primera vez en años, me encontré tentado a beber café, pero deseché la idea tras recordar lo difícil que fue reponerme de mi adicción a esa endemoniada y metanfetimizada sustancia. Fue una tarde difícil. No había muchos clientes y eso me daba tiempo para divagar, lo cual era el último de mis deseos.

Sin más en qué ocuparme, me puse a limpiar la bandeja de mensajes del móvil, pues la paranoia acerca de los gnomos rastreándome a través de AT&T nunca se fue.

Conforme iba pasando las conversaciones, noté que, a pesar de los malvados gnomos -que estoy seguro ocupan altos puestos en la compañía celular-, nunca había borrado ni un solo mensaje de Craig.

Más de 8 años de relación, 267 mensajes de texto recibidos, que se desplazaban entre una pequeña gama de monosílabos como "si", "no", y sobre todo "mhe". Contra 699 enviados en los cuales no había uno sólo que fuese similar a los recibidos. No debió sorprenderme tanto, conozco a Craig desde el jardín de niños, sé que él es así con todos… Una muestra más de que no hay un nosotros, no soy especial.

Con el ánimo bajo, me dirigí a casa tras cerrar el negocio familiar.

A estas alturas del año escolar todo era cierre de actividades, en especial para los de último grado. Al parecer el sistema académico prefería que nos ocupáramos de nuestras citas para la graduación y las demostraciones finales de cada club. Lo cual se resumía en, no tarea, sí presión por pensar en lo dicho por Wendy.

-¿Qué sucede, cielo? -inquirió mi madre durante la cena, sacándome de mis divagaciones.

-¡Qué no quiero pedir condones japoneses para la noche de graduación! -grité.- ¡Mucha presión! -comencé soltando el tenedor que tenía entre mis dedos y llevando los mismos a tirar de mi cabello.

Mis padres me miraban sin entender mi comportamiento, ni saber qué decir.

-L…Lo siento. -murmuré cuando fui consciente de mí mismo una vez más. Busqué acompasar mi respiración y me concentré en calmar los tics de mis ojos y soltar poco a poco mi cabello.

Mis padres se miraron mutuamente, para luego tomar un largo sorbo a sus respectivos cafés.

-Tweek, toma $100 USD. -dijo mi padre, depositando el dinero al lado de mi plato.

-Sí, hijo -intervino mi madre. - tú sabrás si quieres usarlo en condones japoneses o en ILE.

- ¡Oh, Dios mío! -comencé de nuevo con los tics, y jalones a mi cabello. - ¿Qué no han aprendido a no creerle a las niñas asiáticas sobre las relaciones gay? -grité al tiempo que me levantaba de la mesa y corría desesperadamente a mi habitación.

Me encontraba apenas en vías de relajarme, en mi lugar feliz, contemplando los tranquilos y frescos valles en mi mente, lejos de conspiraciones y sobre todo de la presión que me había estado atormentando hoy. Lo que duró sólo cinco puñeteros minutos.

-Hijo, olvidaste tus $100 USD. -comentó en voz alta mi padre. - Te los pasaré debajo de la puerta. ¡Tomen esta decisión en pareja!

-Si quieres sorprender a Craig no te preocupes, nuestras bocas están selladas. -canturreo mi madre.

-¡Demasiada presión! -grité sin poderme contener.

La ansiedad regreso con más fuerza que en el episodio del comedor, haciéndome un ovillo tembloroso en una esquina. Supongo que mis padres entendieron que necesitaba espacio…o quizá se les terminó la estúpida taza de café y fueron por más, yo que sé. El punto es que me dejaron tranquilo.

Sin ánimos de intentar regresar a mi lugar feliz, opté por, literalmente, arrastrarme a la cama, en busca de mi "amuleto". Una vez llegué a mi destino, me acurruqué a fuerza de pataletas, abrazando con fuerza a mi pecho mi preciado amuleto, consolándome lo suficiente para conciliar el sueño.

El resto de la semana fue una constante lucha por no desperdiciar todos los progresos que había logrado a lo largo de los años, una lucha conmigo mismo por seguir siendo un ser humano funcional capaz de evitar recaer en la adicción al café metanfetaminoso.

El mayor obstáculo en mi camino eran las chicas que no podían parar de hablar de la tan anhelada noche de graduación. Traté de refugiarme con los chicos, pero ellos tenían más o menos los mismos temas de conversación. La pequeña variante era que, mientras las chicas estaban preocupadas del dolor de perder sus preciosos himencitos, los chicos debatían sobre cuántas posiciones del Kama Sutra lograrían consumar aquella noche.

Terminé optando por pasar tiempo con Kenny, con el cual había llegado a desarrollar una amistad bastante grata desde que ambos nos dimos cuenta de que soy el único capaz de notar sus constantes muertes. ¿El problema? Desde que Craig notó esta amistad, y aunque él no lo sepa, comenzó a ser el principal asesino de Kenny.

-Estoy seguro de que, si alguna vez muero definitivamente, será a manos de tu novio.-comentó el de la capucha naranja, entre sorbos a su leche con chocolate durante el almuerzo.

-Y yo estoy seguro que el record de tus muertes lo siguen teniendo las ETS. -refuté tratando de disimular el tic doble que no paraba desde que caí en cuenta de la realidad de mi situación con Craig. - No lo hace a propósito…

-No, para nada. -se burló.- Cualquiera lanza una bomba molotov directamente al mejor amigo de su novio, o lo degüella con una katana que no debería haber tenido filo, o…

-Ya entiendo. -concluí con una risa nerviosa.

Por fortuna esa situación no molestaba a mi rubio amigo, cada que hablábamos del tema terminaba riéndose y revolviendo mi cabello a escondidas de los demás, y esta no fue la excepción.

-De cualquier modo, ¿listo para la gran noche?

-¡Ah! ¡Tú no, Kenneth! -exclamé comenzando a tirar de mi cabello.

-Supongo que eso es un no. -señaló tomando mi mano para alejarla de mi cabello. - Ni creas que te daré mi cabello para una peluca si te quedas calvo por estártelo jalando.

-A ti ni preguntarte, ya me imagino tus planes.

-Siempre viendo los escenarios posibles. -se burló al tiempo que me daba un golpecito entre las cejas.- ¿Por qué tan nervioso? Es tu novio de toda la vida, literalmente, seguro que también es tu futuro marido.

-Je, si, tienes razón. -comenté dando mi mejor actuación, aunque en el fondo rezaba porque el tic doble no apareciera.

¿Qué pasaría si esto se prolonga a ese grado? Desde aquel comentario de Kenny, esa pregunta no paraba de acecharme. Esta relación no ha tenido nada de romántica, en 8 años no hemos pasado de tomarnos de la mano y abrazarnos… ni siquiera nos hemos be… bes… ¡besado!, el pensamiento de pasar el resto de mi vida con alguien que parecía no tener esa clase de interés en mí, me hacía sentir deprimido.

Pensando en el tiempo, y tras leer los mensajes, estaba notando que probablemente había estado demasiado ocupado tratando mis problemas psicológicos como para sentirme mal por mi relación. La graduación, el cierre de los clubes, los exámenes a la universidad… La vida adulta misma estaba a la vuelta de la esquina y todo lo que conocía, románticamente, en el mundo se limitaba a Craig…

- [¿Irás a la presentación final de mi club?]

Pasaron los minutos, que se convirtieron en horas. Cerré la cafetería y me dirigí a casa. Al llegar a la misma cené y me duché, estaba en mi cama recostado, simplemente repasando el guion antes de dormir, cuando la pantalla del móvil se iluminó.

-[Mhe.]

Creo que esa clase de respuestas suyas nunca me había herido tanto, o hecho sentir tan roto. Dejé el guion de lado y saqué mi amuleto del cajón debajo de mi cama. Lo abracé con fuerza a mi pecho mientras sentía los pequeños temblores recorrerme, sintiéndome tan jodidamente rechazado como nunca.

Me sentía miserable, desde que tomé este nuevo nivel de consciencia ante la relación entre Craig y yo, esa miseria no hacía más que crecer. La peor parte de ello era que no podía sacarme de la mente la idea de que quién está realmente atrapado en esto es él, no yo. Atado a mi lado desde hace tantos años, sin oportunidad de librarse de mi…

Sé que probablemente no soy el foco más brillante del candelabro, tal vez no sea muy confiable o sistemático. A pesar de tener un rostro de rasgos delicados y grandes ojos verdes, la adolescencia no surtió gran efecto en mí, nunca rebasé el 1.75 e incluso no adquirí gran musculatura ni intentándolo, dados los estragos que el café familiar había dejado en mí como un metabolismo infrenable. Era un buen actor, había aprendido todo sobre dramaturgia desde que ingresé al club de teatro… Incluso llegué a ser un ser humano funcional, a pesar de la ansiedad y los delirios de persecución.

Pero, al final ¿qué era todo eso al lado de Craig? A pesar de ser un estreñido emocional que rara vez expresaba de modo alguno sus emociones, el idiota seguía siendo un buen y atractivo sujeto. Un chico de 1.85, de músculos bien trabajados sin llegar a ser un cúmulo de bolas. Responsable y capaz de cuidar no sólo de sí mismo, sino de sus amigos y familia. Fuerte física y psicológicamente. Además, todo un prodigio con la cámara, capaz de mantener siempre la calma y de ser estoico hasta lo atemorizante, siempre en control… ¿Qué era yo, Mr. Ansiedad Paranoide, junto a él?

Temblando violentamente, tratando en vano de ir a mi lugar feliz, y apenas logrando contener el paso de los sollozos al llanto, caí en un sueño de intervalos, atrapado en constantes pesadillas, terrores nocturnos y sin descanso real, como en mi niñez.

Esa clase de pensamientos continuaron los próximos días, las noches eran tormentos oscuros en los que deseaba una buena dosis, y quizá una sobredosis, de píldoras para dormir. Durante el día me las arreglaba para ser funcional y no llamar la atención de mis padres, amigos y sobre todo de Craig.

Para cuando reparé en la fecha, ya estábamos en el día anterior a la graduación. La vida se me había estado pasando en intentar suprimir los tics dobles y no temblar ante la presencia de mi estoico compañero. Lo único capaz de traerme de lleno a la realidad espacio-temporal de este jodido pueblo, fue Kenny diciéndome que teníamos que apresurarnos al colegio o la función final del club se retrasaría por nuestra ausencia.

La parte positiva de todo esto, es que con los años aprendí a manejar el exceso de ansiedad valiéndome del teatro, canalizando -no sin un gran esfuerzo. – mi energía en memorizar a la perfección los guiones. Incluso había desarrollado la habilidad de crear posibles improvisaciones para los casos más absurdos en que la obra se podría ver interrumpida, ya sea por olvido de otro actor o por alguna de las catástrofes de mierda que acechan siempre al pueblo. Lo sé, buena aplicación de la paranoia.

Afortunadamente llegamos a buen tiempo para cambiarnos e integrarnos al ensayo general. La obra, como casi todo en South Park, era un asunto sin pies ni cabeza aparente. Puesto que se trataba de la última obra del año, siempre se le otorgaba a los de último año el privilegio de elegir. No obstante, mi camada no es conocida por ser la más sensata, y a pesar de que sólo habíamos 5 estudiantes de mi curso en el club de teatro todo mundo quería algo diferente. Por lo tanto, la falta de consenso y votaciones absurdas se hicieron presentes.

Así que esto terminó siendo una especie de loco crossover entre Entrevista con el Vampiro (cortesía de Henrrieta y Pete), 10 cosas que odio de ti (cortesía de Clyde), sexo y tetas sin sentido aparente (Obviamente de Kenny) y gnomos roba calzoncillos, mi aporte en solidaridad a la difusión de este fenómeno.

Bien, si meten todo eso en la licuadora obtendrán algo como esto:

Una segunda vida para follar. - Louisse y Lestalle, dos vampiresas de copa D con tendencia a usar ropa de colegialas asiáticas, tienen una tórrida relación en la que Louisse quisiera poder decir a Lestalle todo lo que la odia por convertirla en vampiro, estando metida hasta el cuello en el amor/odio por esta última. Además, están destinadas a pasar por la eterna condena de vivir en el mundo de los conformistas, regidos por las gnomesas que roban los calzoncillos de la gente para poder garantizar la continuación de su estirpe. Él único que puede detenerlas es el antiguo prometido de Louisse, Armand, un vampiro con el poder de asesinar a las gnomesas a la primera eyaculación.

El lado positivo, somos actores de primera, el negativo, el argumento es inexistente.

-¿En serio estamos haciendo esto en público? -inquirí mientras terminaba de ajustarle el corsé a Lexus, que interpretaba a Louisse.- No puedo creer que después de leer el mediocre resumen de Cartman en el periódico escolar tengamos público.

-Relájate, temblorín, -me llamo Pete. - hemos puesto esfuerzos en esto para que salga bien. -explicó haciendo lo mismo con el corsé de Mercedes.- Hasta conseguimos a las chicas voluminosas.

-Vendí todos los boletos. -siguió Kenny, ya completamente personificado como Armand. - No me sorprendería que terminásemos en Broadway.

-¿No se supone que la entrada era gratuita? -inquirió Henrrieta, terminando de colocarse la peluca de Reina gnomesa.- ¿Y por qué tuve que ser una puta conformista gnomesa? -se quejó por enésima vez.

-Porque eras la única con el perfil fisiológico -argumentó Clyde. - Y tuvimos que venderlas, pero sólo a los chicos heterosexuales, ¿de dónde pensaste que sacaríamos dinero para cubrir los honorarios de Lexus y Mercedes?

-Lindos, no olviden visitarnos en Pasas. -comentaron ambas chicas sonrientes ante la mención de sus nombres.

-¿Estás seguro que no fallarán en sus guiones? -dijo Henrrieta. - Podré no ser una jodida barbie como ellas, pero al menos puedo aprender mis líneas.

-No te preocupes por eso, Tweek es nuestro mejor hombre memorizando. Él interpreta a David, el único sobreviviente de la masacre a la orden Talamasca tras la masacre entre vampiros y gnomesas, - comentó el romántico Clyde.- que se convierte en trovador y va contando la historia por las calles de la bella Andalucía. No hay manera de que esto falle.

-No importa cuánta terapia tome, nunca superaré haber narrado esta mierda. -concluí al tiempo que sonaba en los altavoces la "segunda llamada", indicándome que era momento de alistar mi propio vestuario.

La obra transcurrió tan bien como podría haberlo hecho con semejante guion. El público masculino estaba encantando con los cuerpos sobre expuestos de Lexus y Mercedes, podía ver de reojo a los chicos babeando ante las escenas explícitas entre las chicas, hasta escuché algunos gemidos quedos ante la escena final del trío entre las mismas y mi amigo rubio. Inclusive podría jurar que vi al gordo hacerse una paja cuando Kenny estaba sobre Henrrieta. Sí, todo esto ni el mejor puto terapeuta del mundo podrá sacarlo de mi mente.

No obstante, y por alarmante que suene, eso no era lo que me tenía más angustiado.

Una vez más, no vino… pensé con tristeza cuando terminé de cambiarme y me excusaba con los demás miembros del club por no quedarme a la fiesta. Al salir de los vestidores revisé el móvil, no había ningún mensaje.

Algo en el hecho de que esta era la última presentación antes de graduarnos me hizo pensar en que tal vez, sólo tal vez, él vendría hoy. Sé que no fue la mejor obra del mundo, que inclusive el libro de un youtuber tenía más sentido. Pero no se trataba de eso, era algo más bien simbólico para mí. Debí saberlo.

Hice tripas corazón para no comenzar a temblar en el trayecto a la salida de la escuela. Sujetaba mi mochila con más fuerza de la necesaria, tratando de canalizar mis emociones encontradas en ello para no explotar. Me fui directo a la cafetería, a cubrir mi turno.

Un viernes más, los clientes usuales, algunos pedidos especiales de panecillos para las celebraciones de mañana, pero nada que exigiera que cerrara más tarde. Cuando el reloj marcó las 10:00 pm comencé a limpiar el lugar, y a las 10:30 estaba cerrando.

Salí al frío característico de Colorado que tanto amaba, porque gracias a él podía justificar mis temblores en momentos como este, con la mochila al hombro.

En la esquina de la calle, estaba Craig, que sin despegar la vista del móvil me tendió la mano como un autómata. Me quedé mirándola sin tomarla, no sé cuánto tiempo, hasta que él habló.

-¿Estás bien? -preguntó bajando la mano que previamente me tendía, desviando sólo un poco la vista del móvil.

-¿Somos una pareja, Craig? -inquirí agachando la mirada para que no viese mis tics dobles y orbes enrojecidas.

-Yo suponía que sí. -respondió sin más, con su tono de siempre.

- ¿Quieres seguir conmigo? -seguí, albergando una pequeña esperanza, pues no había nadie cerca que pudiese estar influyendo las palabras del moreno.

-Mhe.

Ese momento, fue abrumador, como si la gravedad hubiese dejado de existir, como si mis pulmones hubiesen decidido colapsar, como si un hoyo negro se hubiese abierto a mis pies… Fue todo y nada. Todas las emociones, voces, experiencias, el cosmos entero, gritándome que para él yo no valía nada.

No sé cuánto tiempo me tomó componerme. Sólo sé que cuando desmonté la mochila de mis hombros y saqué mi amuleto, mis dedos estaban entumidos y estaban pasando rápidamente del azul al morado.

-Toma. -le llamé, haciendo que despegara la vista de su juego, tendiéndole el objeto.

-Eso es tuyo. -dijo mirándome sin expresión.

-Ya no lo necesito más. -dije sonriendo lo más tranquilo posible, haciendo gala de mis dotes de actor.

Él guardó silencio, por unos momentos sólo se quedó observando lo que le ofrecía.

-¿Qué hay de las pesadillas, la ansiedad y los terrores nocturnos?

-Estaré bien. -dije encogiéndome de hombros, restándole importancia.- Los tenía antes, puedo manejarlo.

El moreno extendió la mano, tomando el gorro azul con un pompón amarillo que le entregaba.

- ¿Por qué?

Hice una inhalación profunda, rogándole a mi psique aguantar un poco más, sólo un poquito, antes de romperse. Lo miré con gesto sereno, mas no inexpresivo como el que estaba acostumbrado a ver en él.

-Nadie merece estar en la mhe-zone, no espero que lo entiendas, o tengas empatía hacía mí. Sólo no puedo seguir con esto.

Así de simple, todo a la mierda una vez más.

Ni una palabra suya. Por unos segundos, me di la autorización de mirarlo por última vez. Sus ojos se veían un poco rojos, aunque probablemente sólo se debía a la ilusión causada por el enrojecimiento en los míos. Su piel también se apreciaba un poco roja, no sabía cuánto tiempo llevaba a la intemperie, más lo que le hice esperar con esto. Mejor ser rápido.

-Adiós, Craig. -le dije sonriendo con todo el cariño del que era capaz.- Eres libre.

Tras decir aquello, pase a su lado y camine un par de calles, antes de sentir que no aguantaría mucho más y echar a correr a casa, con las estúpidas lágrimas nublando mi vista.


Notas finales:

Para quienes ya me han leído y han tenido la oportunidad de charlar conmigo, saben que siempre va un poco de mí en cada historia. Gracias a ti, ya seas veterano o nuevo lector, por darme la oportunidad de mostrarte algo de mí, convertido en lo que, para mí, es el arte de transmitir emociones de otro modo.