Renuncia: Todo a Thomas Astruc.

Notas: Me encantan los headcanons de revelación y amo escribir fluff barato sobre ellos. Perdón.


Epifanía


Ladybug siente la garra negra rozarle torpemente la piel sudorosa. Cuando se voltea, aún con la respiración agitada y el viento frío corriendo sobre sus pestañas, está Chat con el ceño fruncido y el rostro palidísimo. Le tiemblan las entrañas, sin saberlo. Ladybug quiere hablar, sonreírle sarcásticamente como de costumbre o apartarse violentamente, pero Chat tiene su mano (cálida cálida cálida) sobre su mejilla roja. A ella le tiembla la vida.

Hacía tan solo unos segundos él andaba soltando sus clásicos versos de intento romántico, coqueteándole en medio de la batalla, y Ladybug como siempre lo rechazaba entre risas amablemente sinceras. No importaba; así son ambos (ellos son amor a medio corresponder, a medio rechazar). Y sin embargo repentinamente, está Chat con la mirada espantosamente seria, asustándola, y el amor asomándose por sus poros abiertos.

Ladybug es presa, de repente, de una hondísima calma.

Hay algo como lágrimas atoradas en su garganta, conmovida por el cielo insípido que se levanta sobre ambos, a punto de anochecer (ellos son nocturno tibio), pero más que nada le teme al amor torcido que crece dentro de ella cuando ve los ojitos verdes de quien la ama profundamente.

Chat no bromea (nunca). En realidad sin la máscara es tan solo un niño triste, con los cabellos rubios revueltos y la soledad empapada por la lluvia y los dedos resecos. Pero: «Mi lady, tú que no sabes nada y sin embargo te adoro, cuando tengo la máscara puesta sólo importas tú y, ¿sabes algo? No existe cariño como el mío».

Ladybug se muerde los labios.

(sólo en ese día de lluvia amable se había sentido como se siente ahora: con una tristeza indescriptible naciéndole y los labios temblorosos por el primer amor, ese chico triste con la sonrisa de pan y ojos amables; sí, ahí ella sintió amor amor y nada más que amor, sólo con él. Entonces, oh, ¿por qué ahora ha de sentir lo mismo? Por que por qué por qué por qué por qué).

Chat le acaricia los labios. A Ladybug le asusta el cariño sincero que hay en su tacto.

Entonces

(«oh, así que eres tú»)

lo quiere, también.

Se deja acariciar los pómulos rojos y pega su frente con la de él, cálida en su verde infinito, y jura dentro de ella que puede ver agua de lluvia sobre su rostro. Chat suelta algo así como una risa veraniega y a Ladybug le tiembla la vida, admirando su rostro feliz. Es él a quien se le agrieta el rostro con una sonrisa de felicidad extrema y son los ojos de ella empañados en amor. (Se asoman lágrimas, incluso).

Chat la ama, de verdad que sí, y Ladybug ya no encuentra problema en beberse su cariño con placer.

Así que ella es la primera en rozar sus labios y Chat tiembla ante el beso mojado. La quiere la quiere la quiere la quiere. Sin saber por qué, tocándola con sus dedos de mimbre, se acuerda de cierta chica en un día de lluvia. Y entre el cariño dulzón susurra «Marinette» (jura que es ella quien está entre sus manos); y entre la noche bajo sus pies ella está segura que a quien le acaricia las mejillas con sus labios es en realidad el chico llovido.

Pero en realidad no importa mucho quiénes sean, porque sus respiraciones están chocando y escurren sus dedos en los cabellos enmarañados del otro; se besan los párpados y se entibian mutuamente las manos.

.

(son lluvia

agua de mar

tierra mojada

la brisa helada de la noche).

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Repentinamente ya no llevan las máscaras puestas

(y están en silencio, simplemente).

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