Nada es mío, todo es de Hajime Isayama.
Capítulo 3:
El agarre que Levi mantenía sobre el cuerpo de Mikasa se hacía cada vez más fuerte, mientras que el ritmo de su carrera era constante. Salieron por la salida que se usaba en casos de emergencia, la cual daba a un árbol distinto y lejano del de la cede principal. Esquivaron un sinnúmero de árboles y se escabulleron entre los arbustos para no ser detectados, y una vez que Levi aceptó que no había peligro, se detuvo y bajó a Mikasa para admirar la horrible escena que se llevaba a cabo frente a ellos.
Agentes de la policía lanzaban bombas lacrimógenas y un sin fin de bombas hacia lo que sería la entrada del cuartel. Los guardias de los Ackerman trataban de escapar del ataque, pero solo eran asesinados brutalmente con armas de fuego. Era una estrategia simple, o morían en el cuartel, o lo hacían en la superficie. La pregunta era ¿Cómo demonios se habían enterado de que el cuartel se encontraba exactamente en ese lugar?.
Levi no sabía que pensar, aún estaba shockeado con la más que posible muerte de Kenny. ¿Quién diría que todo eso ocurriría de un momento para otro?. Ni siquiera sabía como había sido capaz de llegar tan lejos sin haber sucumbido en el camino.
Levi siempre pensó que él era un hombre sin sentimientos, frío, calculador, que podía ser capaz de superar cualquier barrera y olvidar todo el sufrimiento que algunas vez pudo haber sentido. Pero nunca, nunca imaginó que podía llegar a experimentar tanto dolor en su pecho como en ese momento. Kenny había muerto, el hombre que prácticamente fue como su padre había desaparecido definitivamente de la faz de la tierra, ya no lo volvería a ver jamás, jamás. Se sentó en el suelo cubierto de grama y se llevó una mano a la frente. ¿Cómo había sucedido todo aquello?.
Mikasa, por su parte, miraba fijamente todo lo que sucedía en el cuartel. Sus ojos no se separaban de los hombres y mujeres que corrían y gritaban envueltos en llamas, los alaridos de dolor al ser atravesados con balas, el sonido de la destrucción que se llevaba a cabo en el interior del árbol, el golpe seco de los cuerpos sin vida cayendo al suelo, la sangre formando lodo al mezclarse con la tierra y las exclamaciones excitadas de Erwin Smith hacia sus hombres, invitándolos a continuar con la masacre. Sus manos formaron fuertes puños y sus dientes rechinaron con rabia al recordar a Kenny. Ese maldito Smith había matado a Kenny.
No. No fue Smith.
Abrió los ojos desmesuradamente y su corazón se agitó con fuerza. Los campesinos que había mirado por el rabillo del ojo antes de llegar al campo... ¡Nunca antes los había visto! Y justamente en esos días había revisión en los alrededores por parte de la policía. Eso quiere decir que los hombres de Erwin estaban esperando a que uno de los Ackerman se movilizara y dejara al descubierto la ubicación exacta del cuartel.
Fue ella la que les enseñó en donde estaba su escondite.
Se arrodilló en el suelo junto a Levi y miró la grama.
Todo lo que estaba pasando había sido por su culpa, de nuevo. Todo siempre ocurría por su culpa, tantas muertes y sacrificios, solo por ella y sus incontables descuidos. ¿Por qué no había sido más cuidadosa en la mañana y había usado un disfraz completo?. No era justo. Apretó los dientes para no llorar y enterró sus uñas en la tierra, mientras los gritos ensordecedores y pedidos de auxilio y piedad se oían por todos lados. Se maldijo internamente.
¿De qué servía ser tan fuerte si no podía salvar a aquellas personas que habían sido sus protectores indirectos por años?. Giró el rostro para encontrarse con los ojos de Levi y los halló muy lejos de allí, vacíos, sin vida, estaba pálido y parecía no querer reaccionar y salir del lugar en el que estaba, era como si de pronto hubiera envejecido cincuenta años.
Acercó su mano hacia él, tratando por todos los medios no derramar lágrimas de dolor. Verlo así, derrotado, dolido, le había caído como un puñal en el pecho. Levi no era así, siempre era capaz de enfrentarse a la muerte, de aceptar cuando uno de ellos moría y seguía adelante. Levi era un hombre admirable y muchas veces llegó a pensar que no tenía sentimiento alguno que lo hiciera flaquear en un momento crucial, pero ahora se daba cuenta de lo equivocada que estaba. Levi era humano también, tenía emociones en su interior, podía sentir dolor y de sus ojos rasgados y violentos podían escapar lágrimas. Levi también podía sufrir.
-Levi -su voz sonó ronca y entrecortada, como si una navaja hubiera cortado su garganta-...
Él no la miró, solo se dedicó a ver a la nada. Estaba en shock. Mikasa cerró los ojos y se mordió el labio inferior con tanta fuerza que de el salio un pequeño hilo de sangre.
-Levi, hay que irnos -dijo con debilidad-. No podemos estar aquí por mucho tiempo.
Y su voz se quebró.
No quería irse, no podía dejarlos atrás, pero eso es lo que hubiera querido Kenny, lo que era correcto y lo que debían hacer en una situación semejante.
Una sirena de policía cubrió momentáneamente los gritos de la gente y luego de un momento, el sonido de un portazo llegó a sus sensibles oídos. Volvió sus ojos lagrimeantes con dirección al cuartel y distinguió a lo lejos una cabellera castaña y uno ojos de color de las esmeraldas que buscaban a alguien en específico por todos lados: a ella. Eren había llegado, y no solo él, sino que Matt estaba a su lado, ocultando muy bien sus sentimientos debajo de una máscara indiferente.
Ambos se acercaron a Erwin y notó los nervios de su amante a flor de piel, movía sus manos y sus pies frenéticamente y Matt apretaba los puños con fuerza.
-Si aún no han muerto, pronto lo harán, eso tenlo por seguro Jaeger. Tú no debes preocuparte por nada, lo tengo todo bajo control.
Fue lo único que pudo escuchar. Le dio unas palmadas en el hombro y fue a hablar con otro agente, dejando a Eren totalmente pasmado. Mikasa quería correr en su dirección, tomarlo de las mejillas y decirle que todo estaba bien, que ella estaba viva, pero no podía hacerlo, era algo imposible, ahora lo primordial era escapar, ya después podría comunicarse con ellos cuando hubiese pasado el peligro. Miró a Levi y tomó una bocanada de aire en busca de fuerzas para poder seguir adelante, se agachó y lo cargó como un costal de papas y comenzó a correr a las afueras del bosque.
Llegaron a donde estaba su auto, que por suerte no había sido descubierto, y Mikasa abrió las puertas, metió a Levi con rapidez y luego se introdujo ella en el asiento del piloto, introdujo la llave, la giró y arrancó el motor, pisó el acelerador y salió de allí a toda marcha. El viaje fue silencioso, ninguno decía nada ni se atrevía a hacerlo tampoco. Ambos estaban metidos en sus propios mundos, en su propio dolor y lo mejor era no interrumpirse. Mikasa optó por salir de la ciudad e ir a un lugar que Kenny había mencionado en varias ocasiones, era una especie de segundo cuartel, más pequeño que el principal, pero no por eso menos seguro, e incluso era mucho más difícil de encontrar que el original.
El segundo cuartel solo podría usarse si era descubierta la sede principal de los Ackerman. En el hay todo lo necesario para sobrevivir: armas, tecnología, comida y algunos que otros trabajadores que se encargaban de mantener al día el lugar. Aunque había un problema: no perderse en el camino. Habían sido poquísimas las veces que había oído a Kenny hablar sobre ese lugar, así que no sabía a ciencia cierta en donde estaba, pero Levi si lo sabía. Claramente debía hablar si querían sobrevivir.
-Levi, dime en donde está el segundo cuartel -demandó con voz débil, sin despegar la mirada del camino-.
Levi no contestó al instante. Lo miró de reojo y vio como sacaba un cigarrillo del bolsillo de su pantalón y prendía la punta con un encendedor. Dejó que fumara tranquilo, era su despedida después de todo, y mientras él lo hacía, Mikasa se alejaba cada vez más de la ciudad. Dolía dejarlo todo atrás de esa manera, pero no había nada que pudieran hacer ahora, por los momentos debían fingir sus muertes y pasar desapercibidos para la policía. Justo como si nunca hubieran nacido.
Luego de veinte minutos de haber conducido sin parar, decidió detenerse en una esquina de la carretera, apagó el motor y miró a su acompañante con fijeza. Levi arrojó el cigarrillo por la ventana y soltó un largo suspiro, se restregó los ojos y habló por primera vez desde que salieron del cuartel.
-Está en las afueras de la ciudad, será un viaje largo sin un helicóptero. Hay que comprar comida y agua para unos tres días de conducción y algo que podamos usar para disfrazarnos.
Su tono de voz era bastante bajo y sin emoción alguna, justo como la suya. Asintió y volvió a encender el auto para dirigirse a su departamento para buscar ropa, comida, sus armas y su tarjeta de crédito.
Ahora debían continuar sus caminos ellos solos, sin nadie que los guiara en el proceso. Debían ser más fuertes y capaces de superarse a si mismos, debían poder superar esa situación tan difícil. Kenny ahora era parte de un cuadro que tenían pintado en sus memorias, ahora era una presencia que se difuminaba cada vez más rápido de ese mundo para encontrar uno nuevo, ahora era parte de un agradable y fugaz recuerdo del que no podrían deshacerse.
-O-
Ya habían pasado dos meses desde que habían asimilado la idea de que Kenny ya no estaría con ellos. Se habían mudado al nuevo cuartel sin ningún tipo de inconvenientes y estaban comenzando a entrenarse con más fuerza y dedicación que antes.
Mikasa casi no veía a Levi, ya que éste se pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación y ella no dejaba de entrenar con sus katanas, la única manera que tenía de verle la cara era cuando se sentaban a comer y cuando lo hacían ninguno de los dos se tomaba la molestia de iniciar alguna conversación. Era difícil para ella estar sola todo el día, pero no le era imposible. Tampoco se había comunicado con Eren ni con Matt y eso la desanimó enormemente, pero sabía que lo mejor era no hacerlo para no levantar sospechas entre la policía.
Lentamente ambos Ackerman se convirtieron en máquinas que no hacían más que repetir una rutina agotadora para cualquier otra persona normal. Se levantaban, desayunaban, se duchaban, entrenaban, se metían en su recamara, volvían a entrenar, se duchaban de nuevo, cenaban y se acostaban a dormir, y por supuesto, avivaban el fuego que aumentaba cada vez más en sus cuerpos al pensar en una más que segura venganza.
Por esos días, Levi estaba de un humor inestable, a veces se dedicaba a gritarle a todo el mundo y otras se paseaba como un fantasma por los pasillos del cuartel. Mikasa no sabía que hacer para hacerlo entrar en razón nuevamente. Si, le dolía la pérdida de Kenny, pero no podían permitirse estar estancados en un mismo punto, debían seguir adelante como los guerreros que eran, así que un día de esos en los que se encontraba a Levi por los pasillos sin hacer nada, le tiró de una manga y lo arrastró hasta una de las salas de entrenamiento y le dio el primer puñetazo en el rostro.
Levi cayó al suelo y la miró mientras se tomaba la mejilla. Mikasa no dijo nada y se puso en guardia. Levi soltó un suspiro, se levantó del suelo y él también se preparó para lo que sería una lucha difícil y sin posibilidad de cometer errores. Mikasa había sido siempre una contrincante digna de tomar en cuenta, siempre había demostrado que ella sería su sucesora en un futuro no muy cercano y que era capaz de afrontar cualquier tipo de situaciones sin la más mínima gota de temor -quizás fuera por ser valiente o quizás era que la mocosa era demasiado idiota, quien sabía-.
Rápidamente el ambiente sombrío cambió a uno lleno de total concentración mientras lanzaban patadas y puños, esquivaban y recibían golpes dolorosos. Levi le dio un codazo a Mikasa en el labio, haciéndola sangrar. Escupió algo de sangre y ella lo atacó de vuelta. Logró darle un fuerte golpe con la rodilla en su estómago, arrollarlo e inmovilizarlo contra una pared y dejarle un hematoma en la frente, sin contar los innumerables moretones y rasguños que se extendían por todo su cuerpo, además de la sangre que se mezclaba con el sudor de su cuerpo fuerte y receptivo en ese momento. Mikasa también se llevó varios golpes potentes aparte del labio roto, tenía una herida en la cabeza que sangraba escandalosamente debido a una caída provocada por Levi, sus piernas estaban cubiertas de golpes potentes que se transformarían en horribles cardenales y su abdomen había sufrido incontables puñetazos.
Finalmente, luego de dos horas y media de dar y recibir golpes, ambos finalizaron su pelea. Se sentaron en el suelo uno al lado del otro y sin dejar de jadear comenzaron a secarse el sudor. Levi se quitó la camisa y la dejó de lado, mientras que Mikasa maldecía no poder hacer lo mismo ella. El silencio reinó durante unos minutos más hasta que el mayor decidió romperlo por primera vez en mucho tiempo.
-Lo hiciste bien, mocosa.
Mikasa lo miró atentamente y distinguió en sus ojos un leve brillo. ¿Será que su plan dio resultados?.
-Tú también, enano.
Soltó un resoplido ante su apodo y Mikasa sonrió levemente. Se puso de pie y extendió una mano hacia ella.
-Vamos, hay que darnos una ducha y comer.
Mikasa asintió y aceptó su ayuda. Ambos salieron de la sala y caminaron por el pasillo que conectaba con sus habitaciones.
-¿Hoy comenzaremos con los planes para el ataque a los Reiss?.
Preguntó Mikasa, rompiendo el momentáneo y para nada incómodo silencio.
-Si, ya comencé con la primera parte del plan con ayuda de Helen y Rogers, solo estaba esperando el momento indicado para decírtelo a ti.
Mikasa frunció el ceño y lo miró con disgusto.
-Yo también quería ser parte de la planeación.
-Lo sé, pero ya los chicos tenían gran parte de la estrategia planeada y solo esperaban por mi consentimiento y aprobación para llevarla a cabo. Los soldados ya están entrenando y tú no has parado de hacerlo desde que llegamos aquí, así que molestarte para hacer algo que ya estaba listo no era necesario. Yo tampoco aporté gran cosa en el plan, solo les di unas cuantas ideas que funcionarán bien y ya.
Mikasa lo miró a los ojos con recelo y luego de lanzarle una última mirada se introdujo en su recamara para darse una buena ducha fría. Cerró la puerta detrás de ella con seguro y se adentró en el baño, se quitó la ropa en el camino y la dejó en el suelo, abrió la regadera y dejó que las pequeñas gotas heladas de agua le relajaran el cuerpo dolorido. Se tomó su tiempo en masajear sus piernas, brazos y abdomen para evitar posibles calambres y luego se enjabonó. Lavó su cabello concienzudamente con champú y luego lo alisó con el acondicionador. Unos cuarenta y cinco minutos después cerró de nuevo la regadera y abrió el botiquín de primeros auxilios que guardaba en una gaveta del mesón en el que se encontraba el lavamanos y reposaba su cepillo y crema de dientes, y de el extrajo un frasco de povidona yodada y algunas motas de algodón, abrió el frasco y sumergió el algodón en el líquido y con movimientos suaves lo pasó por sus heridas y cuando ya estuvieron secas se vistió. En su cara también puso un poco y colocó una gasa para cubrir las heridas. Cuando ya estuvo lista salió del cuarto y caminó hacia la cocina.
Ya la cena estaba lista y Levi la esperaba sentado en una de las dos únicas sillas que había en el comedor. Miraba a la nada, inmerso en su propio mundo. Mikasa carraspeó para que supiera que estaba allí y se apresuró a tomar asiento a su lado. La cena ya estaba servida, así que solo bastó para que ella se sentara y comenzaran a comer. Levi estaba en iguales condiciones que ella: con la cara y los brazos llenos de vendas con gasas para cubrir la povidona y sintió un poco de alivio al ver como poco a poco él volvía a ser el hombre que era antes. Sus ojos ahora tenían ese brillo que hacía dos meses no notaba y ya no estaba tan pálido, incluso ahora tenía más apetito. No podía quejarse, había logrado mucho en muy poco tiempo.
La cena transcurrió con normalidad, envueltos en un cómodo silencio. Levi miró de soslayo a Mikasa y notó las múltiples heridas que había a lo largo de sus brazos y los pequeños pero dolorosos rasguños y moretones en su rostro. Apartó su cabello negro que funcionaba como una cortina oscura que no lo dejaban ver su rostro y la observó mejor.
-Creo que me sobrepasé contigo -aseguró y luego dejó caer su mano para seguir comiendo-.
Mikasa lo miró con sorpresa y Levi no dejó de comer.
-No lo hiciste, me pareció bien que me usaras para desahogarte -miró su comida y luego confesó con tristeza-. Temía que no volvieras a ser el mismo de siempre, así que debía encontrar una manera de hacerte entrar en razón de nuevo. Ahora eres lo único que tengo y no puedo permitirme el lujo de perderte a ti también.
Levi la observó de reojo y notó cierta tristeza en su mirada. Carraspeó y bebió un poco de su jugo, algo incómodo ante su confesión.
-Tienes a Jaeger -aseguró con firmeza-.
Mikasa suspiró y dejó el cubierto de lado.
-No creo que eso sirva de mucho ahora.
Levi notó como Mikasa caía en el desanimo a una velocidad increíble y se arrepintió de haber dicho aquello. Ella tenía razón, de nada servía tener a alguien cuando no puedes estar a su lado. Suspiró y revolvió su pelo con algo de salvajismo.
-No te preocupes, soy joven para morir. Aún tengo que vencer a Rod y vengar a Kenny, así que tienes Levi para rato.
Mikasa lo miró tratando de creer en sus palabras con todas sus fuerzas. Lo mismo había dicho Kenny y ahora ya no estaba con ellos. Asintió y le dio una pequeña y triste sonrisa y continuó comiendo. Debía dejar de ser tan pesimista, ya que si no cambiaba eso de ella no sería capaz de salir victoriosa en nada que se propusiera.
-O-
Eren miraba la luna a través de la ventana del departamento que había pertenecido a Mikasa hace tan solo dos meses atrás. Se sentó en la cama y soltó un largo suspiro.
Hace ya dos meses que Mikasa había desaparecido y no había tenido ninguna señal de que aún siguiera con vida. Era algo idiota tener esperanza, pero algo en su interior le gritaba con todas sus fuerzas que no dejara de buscarla, que no se rindiera, que su mujer aún estaba viva y que se encontraba escondida en alguna parte, pero por otro lado, su razón continuaba insistiendo en que debía superar esa etapa, que debía dejar de llorar en las noches por su falta de presencia y que debía ser fuerte para afrontar la vida con la cara en alto, que debía aceptar que ella ya no estaba en ese mundo.
Pero si es así ¿Por qué no han podido encontrar sus cuerpos hasta ahora?.
Todo el equipo forense se había dedicado día y noche a buscar los cuerpos de los tres Ackerman entre los escombros del cuartel y aún así no habían dado con ellos. Era como si milagrosamente hubieran desaparecido antes de que todo ocurriera. Y si habían podido escapar ¿Por qué Mikasa no se había contactado con él? Tenía la sospecha de que, de haber sido así, lo hacía para mantenerse a salvo. También habían buscado en todos los hospitales del país en busca de alguna pista que los condujera a ellos, pero de nuevo habían fallado.
Matt estaba desesperado. Siempre andaba de allá para acá y no se quedaba quieto ni para orinar. Estaba eufórico y constantemente se repetía en voz baja que debía haber una manera de que sobrevivieran, así solo se tratara de Mikasa y de Levi. Eren trataba de calmarlo, pero él parecía no prestarle atención. Siempre habían tenido una buena relación de camaradería desde que su relación con Mikasa se enserió, pero ahora no deseaba otra cosa más que golpearlo para hacerlo reaccionar.
Se acostó en la cama y cerró los ojos con pesadez.
Erwin había estado peculiarmente tranquilo. No hablaba sobre el tema pero Eren tenía la leve sospecha de que él estaba un cincuenta por ciento seguro de que al menos uno de los Ackerman había sobrevivido, y eso quedaba claro en sus acciones. Aún tenía agentes vigilando la ciudad y unos pocos se hacían cargo en el exterior. Los patrullajes en la calle no se habían detenido, así como tampoco los reportes en la televisión y las advertencias a la ciudadanía. Eren no hacía más que bufar a sus espaldas. Odiaba con todas sus fuerzas a ese hombre y eso provocaba que se encargara personalmente de su investigación privada.
Aún no confiaba en él, y estaba totalmente seguro de que Erwin Smith estaba del lado de los Reiss. Él junto a Matt se habían dedicado a seguirlo a todas partes, controlar sus horarios e investigar sus salidas y habían descubierto que prácticamente él era un excelente infiltrado de Rod. Aún no habían visto un encuentro entre ellos cara a cara, pero las pruebas de que ambos trabajaban juntos bailaban ante ellos desnudas, y aún así no podían hacer nada para atacarlo. Sería un suicidio tratar de matar al jefe de la policía ellos dos solos, necesitaban de más gente y no tenían los medios para contratarla.
Se restregó los ojos con cansancio y luego giró de lado para mirar el espacio que se hallaba vacío en la cama. Sonrió con ironía. Esta vez había sido Mikasa quien se había ido y lo había dejado a él atrás. El sonido de su teléfono le advirtió la llegada de un mensaje. Lo sacó del bolsillo del pantalón, lo desbloqueó y abrió la nueva notificación.
Cariño ¿Vendrás a casa esta noche? Avísame para saber si debo preparar un poco más de comida. Carla.
Eren miró la pantalla de su celular durante un momento. Su madre también la estaba pasando mal sin la presencia de Mikasa. Y es que aún no podía asimilar que los había perdonado por todo lo que les habían hecho cuando ella se había vuelto a alejar. Tecleó en la pantalla de su celular una declinación a su oferta y volvió a dejar el teléfono de lado, junto a su mano. Pasaron unos minutos y su teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada. Soltó un gruñido frustrado y tomó de nuevo el aparato, abrió la llamada y se llevó el celular a la oreja.
-Jaeger.
-¿En dónde están Mikasa y el enano?.
Abrió los ojos ante la familiar voz y se sentó rápidamente en la cama.
-¿Quién habla?.
-Caperucita Roja... ¡¿Quién va a ser maldito mocoso sin cerebro?! ¡Soy Kenny!.
-O-
N/A:
Wenaaas! ¡VOLVIIIIII! xD
Vengo a saludar rapidito, espero que estén bien y no se hallan olvidado de quien soy xD. Kenny no duró muerto mucho tiempo jajaja... personalmente amo a este personaje y matarlo ya sería demasiado duro -aunque si lo pensé en un principio-. Espero que el capítulo les haya gustado y los invito a dejar sus comentarios, ya sea para reclamar mi tardanza en las actualizaciones, como para decirme que tal les pareció el capi.
Los quiero mucho y les envío un fuerte abrazo desde acá 3.
katy0225