La noche llega a su punto más alto mientras ellos vuelven a casa, el silencio bailando entre ellos como un tercer compañero en el camino, aún con sus manos entrelazadas y con la música puesta. Porque de alguna manera es lo que necesitan, como el primer momento en el que se conocieron.

Sasuke se quita el casco de su oreja derecha para sacar las llaves del bolsillo, soltando la mano de Naruto, que se estremece ante la falta de contacto. Y de alguna manera, tiene miedo de entrar a la casa, porque sus pensamientos no se han ido totalmente. Tiene miedo de que si Sasuke entra allí, todo vuelva a como antes. Amistad. Él se ha quedado callado demasiado tiempo, y ahora que ha dado el paso de hacer saber a Sasuke una pequeña pincelada de sus sentimientos esta tarde, no quiere volver atrás.

—¿Podemos hacer de comer juntos?— Es lo primero que dice, y Dios, en serio se siente idiota en este momento. Pero después ve al mayor, esa sonrisa torcida de cariño y burla que le dedica solo a él, y algo revolotea en su pecho, haciéndole sentir completo.

—¿Ya tienes hambre, Usuratonkachi?— Pregunta en un susurro, caminando por el pasillo.

Y la verdad es que no tiene tanta hambre, pero sí es más la necesidad de que no estén en silencio en mitad de la casa de Sasuke, sin hacer nada ni hablar, cautivos de su mente y de sus propios pensamientos, para luego ir a dormir y a la mañana siguiente olvidar todo.

—Muchísima. ¿Podemos hacer Ramen?

Hacer ramen. ¿Hacer ramen?— Afirma, para luego cuestionar lo que Naruto está diciendo.— ¿No quieres decir 'calentar esa rara comistraja para que absorba tu estómago y te mate por dentro?— Bromea, mientras niega con la cabeza al golpe que Naruto le ha dado en el hombro.

—¡Oye, eso no es así! El ramen es genial y es muy, muy sano.

—Tan sano que los fideos podrían convertirse en gusanos.

El rubio se estremece con una expresión de repulsión y Sasuke carcajea varias veces.

—¡Teme! No digas esas cosas nunca más.

—Lo que tú digas, Dobe. Lo que sea.— Pero aún así, saca un recipiente para calentar el agua y uno de los paquetes de Ramen que siempre tiene en casa.

—Oh, mucho dices del ramen, pero siempre tienes en tu casa. ¿Ves como si te gusta?— Pero sus propias palabras se vuelven en su contra cuando piensa lo que ha dicho.

—No, no me gusta para nada. Simplemente lo tengo por…

—Por mí.— Boquea Naruto, la calidez llenando su pecho. Y cuando Sasuke se encoge de hombros para restarle toda la importancia que tiene ese mero hecho, Naruto no puede resistirse y le besa la mejilla. Es rápido, casto y a ambos les quita el aliento. Se miran durante unos segundos, ambos perplejos por lo acontecido, para luego mostrar una sonrisa tímida, y a los pocos segundos empezar a reír. Reír de verdad, puras carcajadas sonando en la cocina. Quizás no deberían estar haciendo tanto jaleo a las doce de la madrugada, sobre todo por el vecino que vive al lado de Sasuke, tan gruñón como una anciana quejosa, pero están felices, eufóricos, esto es nuevo y lo llevan esperando demasiado tiempo.

—Y eso, ¿a qué se debe?— Sasuke pregunta, con su atención puesta en calentar el agua a la temperatura perfecta.

—Porque has pensado en mí.

Y Naruto no sabe si lo que Sasuke dice a continuación, es con la intención de ser escuchado o no, pero aún así algo se estremece en él al oír el:

—Siempre pienso en ti.

(…)

Comen con el sonido de un nuevo capítulo de "Hora de aventuras" de fondo, porque ambos habían empezado a seguir la serie animada juntos hace algo más de un año, pero como el último tiempo habían estado algo separados, la habían pausado. Es por eso que en cuanto Naruto se sentó en la mesa, cogió el mando y busco el capítulo por el que se habían quedado sin ni siquiera pedir opinión del mayor, a quien verdaderamente no le importaba.

Cantan la canción del inicio, se ríen de vez en cuando con las tonterías del capítulo y Naruto comenta varias veces que le gustaría tener la habilidad de Jake, como ha hecho desde que empezaron a verla.

El móvil del rubio suena media hora más tarde, mientras están fregando los platos y recogiendo la mesa, y lo primero que Sasuke puede pensar es que es la persona que Naruto estaba/está conociendo, aquella con la que tendrá la cita. Así que sale de la cocina, quizás porque le quiere dar intimidad al menor, o mayormente porque no quiere escuchar esa conversación, y dice que va a limpiar los restos de la mesa.

Es Sakura quien llama, y cuando Naruto le dice que está en casa de Sasuke y que va a pasar el fin de semana con él, el de piel tostada jura que la chica está saltando al otro lado de la línea. Él aclara rápidamente que no es lo que ella está pensando pero que sí piensa que han avanzado un poco porque han pasado toda la tarde en el parque con sus manos entrelazadas y escuchando música.

—Una cita muy de Naruto y Sasuke, por supuesto.— Es todo lo que ella dice, para después suspirar con resignación. Tras otras tres veces de repetir hasta la saciedad que deben animarse a seguir adelante y dejar el miedo de lado ya que claramente ambos se sienten de la misma forma, y recalcando que ellos dos son idiotas, cuelga a Naruto sin dejarle decir palabra alguna.

Es entonces, cuando Sasuke deja de escuchar los balbuceos de Naruto, que entra en la cocina con un tazón en la mano y el paño de limpiar la mesa.

—¿Quién era?— Pregunta, volviendo su atención al fregadero, donde deja las cosas.

—Sakura.— El alivio corre por el pecho del mayor antes de que pueda procesar las palabras si quiera. Y es entonces cuando le golpea de nuevo, el como quiere que Naruto esté con él, y se pregunta que si a pesar de la distancia que ha puesto entre ambos, a pesar del paso que están dando y a pesar de haberse prometido a sí mismo que está bien siendo solo amigo de Naruto, si eso es suficiente.

La respuesta, oculta en lo más recóndito de su corazón, es no.

—¿Qué ha dicho?— Cuestiona, con una sonrisa divertida al ver como Naruto sigue mirando el teléfono con la boca abierta. Le tiende un cuenco para que vaya secando y colocando.

—Pues… creo que ha dicho que somos idiotas…

(…)

Cuando deciden a irse a dormir, son las tres y media de la mañana. Ninguno quiere admitir que se han quedado haciendo un maratón de hora de aventuras, porque quizás es demasiado triste. Pero cuando Naruto bosteza por tercera vez, y Sasuke le sigue por quinta vez, se miran y en un acuerdo silencioso saben que es suficiente.

Ambos caminan a la habitación del mayor, abren la puerta con cuidado de no mover el futón con las sábanas de Naruto y Sasuke entra en su cama. Sin muchas palabras más que compartir, cada uno entra en su cama.

Ambos con el miedo de que todo se acabe ahí, en ese momento. Con el terror de despertar al día siguiente y que nada de esto hubiese sido real. Con el miedo de quela distancia siga entre ellos, con no poder ser sinceros ni con ellos mismo ni con el otro, y al final, tal y como ha dicho Sakura, que se pierdan.

—Naruto…— Sasuke susurra, en el silencio de la noche. Su tono es suave y cálido, con su corazón latiendo en la garganta. Escucha como Naruto se gira, y entonces, él se echa hacia atrás para hacer hueco en su cama. No tiene que ser raro, ellos han dormido antes juntos hasta hace menos de una semana.— Puedes dormir aquí si quieres, dobe. El suele está frío y mañana estarás todo el día quejándote de que te duele la espalda.

Naruto ni siquiera pregunta nada, simplemente se deshace de las mantas con rapidez y se sube a la cama con el pelinegro. Sin darse tregua a pensar en las consecuencias de sus acciones, algo muy de Naruto, entrelaza sus manos con las del mayor, porque desde que se soltaron al entrar por el umbral de la puerta, una sensación de frío ha rodeado su mano sin la presencia de Sasuke.

Este toma dos respiraciones completas y dice aquello que lleva todo el día deseando:

—No vayas a esa cita, Dobe.— Algo tira de las comisuras del rubio, haciéndolo sonreír como idiota. Y sabe que no debe, por la delicada situación, pero aún así, no puede resistirse a jugar con Sasuke.

—¿Por qué no debería?— Se aleja un poco, aunque la cama no permite demasiado ya que es pequeña para ambos.

—Porque yo no quiero.— Contesta, con tal simpleza que Naruto sonríe aún más. Tan típico de un Uchiha…— ¿Sabes? Sé que estás sonriendo, porque te conozco mejor que tú mismo, Dobe, pero no puedo verte…

—Bueno, es de noche, teme, y no hay nada de luz. Es normal que no puedas verme…

—Acércate más entonces.— Una frase. Tres palabras. Y Naruto pierde el aliento ante ellas.

Pero lo hace, porque no quiere que mañana vuelva a como antes. Quiere estar con Sasuke, y quiere ser sincero al fin. Así que se acerca.

—¿Así?— Están susurrando tan bajito que si no fuese porque están a centímetros, no podrían escucharse.

—Más.

—¿Así?

—Aún no puedo verte bien. Más.— Sus narices casi se están rozando, sus pies están entrelazados y sus manos están apretadas con fuerza.

—¿As-

Sasuke quería besarlo. Más que nada en el mundo.

Y después de años de espera,

por fin lo hizo.

Sus labios se rozan en aquel íntimo ambiente que habían creado en tan solo unos segundos. Y ambos lo saben, ya no hay vuelta atrás. Después de tantos años, del miedo, de intentar negar los sentimientos y de la mejor amistad que alguna vez han conocido, por fin se están dejando ser libres. Por fin se están besando.

Naruto puede asegurar que el beso no es como él había pensado. Es mejor. Él siempre había creído que Sasuke sabría a tomate, orgullo y menta. Pero no. Sabe a ramen, calidez y algo que solo puede describir como 'Sasuke'.

Se besan repetidas veces, besos pequeños, besos dulces, besos prolongados, pequeños mordiscos, besos profundos y entonces deben separarse, porque aunque pueden respirar todo el aire del mundo, la situación los deja exhaustos.

—¿Esta es tu manera de convencerme de que no vaya a mi cita?

—Esta es mi forma para decirte que te quiero.

Naruto no puede resistirse, porque está tan, tan feliz que podría volar de pura dicha.

—Y esta es mi forma de decirte que llevo años enamorado de ti.— Vuelven a besarse, con sonrisas en medio de estos.

—Ya no hay marcha atrás, ¿sabes? Después de todos estos años, ya no puedes echarme de tu vida, Dobe.

—Desde el primer día que viniste con tu música y tu mirada misteriosa, no quería echarte de ella, Teme.

Después de otra hora con el 'tick-tack' del reloj, finalmente se duermen. Felices y juntos, como tanto tiempo llevan deseando. Porque al final, el miedo solo ralentiza, no te deja llegar al punto que siempre has querido.

Y a partir de ahora, en el comienzo de su nueva historia, no van a dejar que el miedo los controle nunca más.


¡Por fin hemos llegado! :D :D :D

Creo que estoy más feliz yo que ellos de que por fin estén juntos (?). Espero que les haya gustado muchísimo

Nos vemos muy pronto~