Escribi este cap el mismo dia que postee el primero, me debatí mucho si subirlo o no porque la comunidad de fanfiction en español esta relativamente muerta c': pero creo que vale la pena por esas personas que me dieron fav.
Muchas gracias valen millones *inserte corazoncito*
Capitulo 2:
Turistas y Sueños.
Estaba cansado, no sabía porque pero lo estaba. Y no físicamente. Todos sus sueños eran así.
Algo le faltaba.
- Yuuri –escucho una voz nerviosa entre la neblina de su sueño.
Vio a un chico de cabello negro y ojos cafés, tenía la nariz y las orejas rojas por la falta de abrigo. Probablemente no se haya dado cuenta, pero también tenía una gran marca de hollín en su rostro redondo.
Le pareció la cosa más tierna que había visto en su vida.
- ¿Trabajas aquí? –dijo intentando no reír por la reacción alarmada que tuvo el muchacho al escuchar su pregunta.
- Si señor –susurro bajando el rostro.
Lo miro confuso ¿Estaba asustado? ¿Por qué?
- Lo que dije antes… -comenzó, apretaba con fuerza sus manos porque sus nudillos se habían puesto blancos.
- No diré nada –soltó interrumpiéndolo pero el chico seguía tenso.
- Sé que usted es un noble y…
- No soy un noble –volvió a interrumpir, el chico levando el rostro sorprendido.
Él había visto ojos de todos los colores, los más hermosos de entre la nobleza, los más extraños en otros países, pero ese par de ojos castaños lo tenían completamente hipnotizado. Yakov le había advertido de la arena movediza, de cómo te engulle y no te deja ir hasta ahogarte.
Él se sentía así.
- ¿Me estas escuchando? –el chico ahora estaba frunciendo el ceño.
- No –dijo sinceramente, el chico lo miro incrédulo como si no esperara que fuera sincero.
¿Cómo mentirle a esos ojos que lo asfixiaban?
- Te pregunte, ¿Qué hacías en este lugar entonces?
El sonrió.
- Es un secreto –no era mentira, pero los ojos del chico lo vieron decepcionado- No miento, es un secreto.
- ¿Y porque es un secreto? –pregunto escéptico.
- Porque el Zar lo dijo –la música cambio de tono, era su señal- Si quieres saberlo, entra al castillo –le guiño un ojo y coloco su dedo índice en los labios- pero no digas que yo te lo dije.
Se dio media vuelta y salió corriendo.
Ya no se sentía cansado, había muerto por arena movediza y ahora su tiempo volvía a correr.
o-o-o-o-o-o-o-o
Tenía el rostro mojado y le dolía el pecho.
Soltó un quejido que fue respondido por más humedad en su rostro.
Estiro la mano encontrándose con algo peludo.
- Makachin –murmuro, el perro ladro alegre por ser reconocido- ¿Qué sucede porque me despiertas? –el perro volvió a lamerle la cara y el rio.
Un par de lamidas y ladridos más lo hicieron levantarse de la cama.
Se dirigió al baño seguido de su amigo y se miró al espejo; sus ojos estaban rojos. Miro confundido su propio reflejo, no recordaba un sueño triste, de hecho se sentía muy feliz.
- ¿Estaba llorando Makachin? –miro al perro que ladro y movió la cola emocionado por alguna razón- Supongo que es solo irritación.
Llego al estudio algo retrasado, pero nadie se sorprendió, Víctor Nikiforov siempre llegaba tarde.
- Oh pero si el rey nos honra con su presencia –susurro alguien a su espalda pasando un brazo por su hombro.
- Christ, tú también acabas de llegar –dijo divertido el albino.
El rubio hizo un mohín y apoyo su cabeza en el hombro del otro.
- No tengo los privilegios del rey, pero al menos soy un noble –hizo un mohín- por ahora.
Víctor rio.
- Puedes intentar quitarme la corona cuando quieras Christ. –desafió.
Se vieron un segundo a los ojos, negándose a ceder al otro y sonrieron.
- Una semana más y habría sido mío –sonrió separándose del alvino- ¿Qué tanto estuviste haciendo en América?
Víctor se encogió de hombros.
- ¿Alguna chica? –levanto una ceja curioso.
- Quien sabe –sonrió y el otro soltó un suspiro.
- No, tú no eres así –bufo- casi toda una vida conociéndote y jamás te he visto salir con alguien por más de un mes –bufo alejándose de el- ¡un mes Víctor!
El hombre se encogió de hombros.
- El amor es difícil –comento siguiéndolo a los bastidores.
- No, no lo es –se volteo para mirarlo serio- Lo que yo creo que arrastras un amor que no has podido superar –apoyo su dedo índice en su pecho, donde estaba su corazón- lo tienes todo Víctor y a veces te vez tan solo como un chico que acaba de perder a su madre –se quedaron en silencio por un segundo- No es normal, Víctor. No importa lo que diga Yakov, no puedes solo tener el ballet en tu vida.
Christ se fue y Víctor no dijo nada.
El rubio tenía razón, jamás había sentido amor por otra cosa que no fuera el Ballet, y de hecho dudaba sentirlo en estos momentos.
El rey del ballet ruso, estaba increíblemente vacío y solo.
Por alguna razón pensó en unos ojos cafés.
Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos, necesitaba concentrarse para la nueva presentación.
o-o-o-o-o-o-o
Lo primero que descubrió de Rusia fue que "inclemente frio" era quedarse corto, el frio del lugar era suficiente para que sus pestañas se volvieran pequeños témpanos de hielo y su cuerpo entrara en una cámara criogénica.
Walt Disney desperdicio su dinero, debió venir a Rusia en invierno.
Observo a Pichit corriendo y tomándose distintas fotos, completamente ajeno del calor.
- ¡Yuuri debemos ir a Kremlin! –señalo la hermosa estructura que se veía a lo lejos.
Aunque él no quisiera admitirlo, Rusia había sido un completo espectáculo visual desde que llegaron.
A pesar de que habían pasado cerca de un día entero durmiendo por el jet lag, apenas salieron del hotel ambos chicos pensaron que aún seguían dormidos, de hecho de no ser por las quemaduras del frio Yuuri aun lo creería.
Habían pasado tres días recorriendo diferentes lugares de Moscú, principalmente todo lo que se encontraba en la plaza roja y sus alrededores y aun no terminaban. De hecho aún ni siquiera iban a la catedral de San Basilio por distraerse con cualquier cosa que veían, una vez se habían quedado casi una hora recorriendo una calle llena de árboles rosas.
Y el que la mayoría de las cosas estuvieran bordeadas por hermosos ríos lo hacía aún más irreal.
Entro al Kremlin sintiendo como se le cortaba la respiración, algo que había descubierto también es que Rusia tendía a masificar cada reacción, en Rusia no te quedabas sin aliento, no, en Rusia tus pulmones se encogían y comprimían a un punto doloroso en donde necesitabas abrir la boca como un pez y repasarte mentalmente como se respiraba.
Inhala, Exhala.
Pichit a su lado tenía una reacción más física, cubría su boca y estaba a punto de llorar.
Caminaron por el lugar leyendo las pocas cosas que tenían en ingles de su historia, Pichit mantenía su celular en su bolsillo, después de tres días de regaños por oficiales se había resignado a tomar fotografías a lugares históricos.
- Es una trampa Yuuri, no quieren que tomemos fotografías y así estemos obligados a volver para comprobar que no fue un sueño.
El Kremlin no era una sola estructura, era un conjunto de estructuras, palacios, torres, iglesias y catedrales, Porque ¿Por qué hacer una sola cosa hermosa cuando puedes hacer una ciudadela de cosas hermosas? cada una más hermosa que otra.
Llegaron a Armería, que más que "Armería" era un museo. Por primera vez en el viaje Yuuri se arrepintió de no poder tomar fotografías.
Se giró para ver a Pichit pero el chico estaba corriendo a ver la colección de huevos Fabergé.
Sonrió y siguió su camino, recorriendo tranquilamente cada exhibición.
Paso por el trono de marfil de Ivan el Terrible, el diamante de Orlov y otras joyas que brillaban más que su mismo futuro.
Pero se detuvo cuando vio la corona imperial, volviendo a sentir ese extraño sentimiento de nostalgia.
- ¿Le gusta? –Susurro una voz a su lado haciéndolo dar un pequeño brinco por la sorpresa- Lo siento, no pretendía asustarlo.
El chico tuvo ese extraño sentimiento de Deja vu.
Al lado de él estaba una pequeña señora de uniforme, con el gafete de identificación del museo, parecía bastante amable aunque se veía que contenía la risa por la reacción que él había tenido.
- Estaba distraído –comento volviendo a ver la corona, era como si no pudiera despegar los ojos de ella.
Su mente estaba gritándole algo que no terminaba de entender.
La mujer volvió a hablar pero él no la escucho.
- ¿Disculpe? –dijo saliendo de su trance.
La mujer rio.
- Dije que es hermosa ¿no? –repitió y el chico asintió.
- Es… hermosa se queda corto. –ahora fue la mujer quien asintió.
- Ha pasado por toda la familia imperial rusa, desde Catarina II hasta Nicolás II –explico- Es verdaderamente una lástima que no exista otro noble para usarla.
Yuuri asintió sin saber que decir.
- ¿Sabe? Se dice que la Zarina Alejandra dejaba jugar a sus hijas con ella, solo para que no la molestaran –rio.
- No –dijo después de unos segundos- Anastasia y Olga la tomaban a escondidas y pretendía coronarse la una a la otra.
Se quedó unos segundos en silencio ¿Qué había dicho?
La mujer amplio su sonrisa.
- Ah yo….
- Ciertamente –interrumpió- Es otra de las teorías populares, y más lógica si me permite decirlo, las pequeñas princesas tomando la corona imperial para hacer más real su juego de princesas –sonrió- ¿Es acaso un historiador?
Yuuri negó sintiéndose aturdido, le dolía la cabeza.
- No, soy un bailarín de ballet.
La mujer mantuvo su sonrisa volviendo a ver la corona.
- Extraño que sepa ese hecho entonces.
- Creo que mi amigo lo leyó por internet y me lo dijo –replico, se empezaba a sentir mareado.
- Yo creo que es algo más.
Yuuri miro a la señora confundido ¿A qué se refería? El gafete de su identificación se volvió más brillante y pudo notar que había una traducción al inglés de su nombre, Anya.
- Lo siento, iré a tomar aire –no escucho si la mujer dijo algo más y salió del lugar.
Su cabeza lo estaba matando, de verdad necesitaba algo de aire.
Salió de la armería respirando agitado, se apoyó a uno de los árboles para recuperar el equilibrio, se sentía enfermo, mareado y su cabeza seguía palpitándole.
Estaba seguro que se desmayaría cuando vio algo blanco frente a él.
En el marco de una iglesia estaba un hombre con el cabello tan rubio que parecía blanco, tenía un grueso abrigo azul y miraba con una sonrisa el marco.
Su cerebro se apagó y sintió un fuerte nudo en la garganta.
- ¡Yuuri! –Gritaron, tomándolo del hombro y volteándolo- ¡Al fin de encontré! Tenía una hora buscándote y… -dejo de hablar observando al chico- ¿Estas bien? Parece que viste a un fantasma –volvió a callar- ¿Estas llorando?
Su mente volvió a encenderse. Sintió las gruesas lagrimas bajar por su mejilla congelada.
- ¿Pichit? –dijo confundido, ya no le dolía la cabeza.
- Definitivamente no estás bien –coloco una mano en su espalda- ¿Quieres que veamos si hay un centro médico aquí?
- No, no, estoy bien –limpio las lágrimas, ni siquiera sabía porque lloraba- Solo que… este lugar es muy hermoso –mintió en parte.
Pichit lo miro no muy seguro de creerle.
- De verdad estoy bien, Pichit. Solo necesitaba un momento.
- Bien, pero vamos a sentarnos, vi unas bancas cerca –comenzó a arrastrarlo.
Yuuri asintió y se dejó llevar por su amigo, sintiéndose repentinamente muy cansado como para hacer otra cosa.
Miro hacia atrás pero no había nada.
