Capítulo 14: Mentiroso, mentiroso

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Las gotas de sangre empapaban su frente, lo cual no parecía enfadarlo, al contrario, aquello lo hacía sonreír aún más.

—Débiles, de verdad que lo son. —Dijo, mientras arremetía contra uno de sus tantos contrincantes

Estaba cansado, pero la furia que albergaba su pecho era mayor. Era fuerte, no era un secreto, pero eran más enemigos que veces pasadas. Sin embargo, aquello no le importaba, continuaría a pesar de todo. Entonces, una voz lo hizo reaccionar de nuevo.

— ¡Idiota!—Era Okita, quien se acercaba a lado de Nobume.

Kamui chisteó la lengua, no necesitaba ayuda, así que los ignoró mientras continuaba peleando. Había dos razones principales por las que no estaba de humor.

—Los hombres de Yoshida Shouyou son demasiados.—Escuchó a Sougo decir, pero lo ignoró, decidido a continuar peleando.

Así lo hicieron hasta que por fin derribaron al último, cansados y a duras penas manteniéndose de pie. Era verdad, aquellos hombres eran muchos, pero Kamui quería cumplir su objetivo: Enfrentar a Yoshida Shouyou. Una de las razones por la que estaba terco en hacerlo era que había escuchado muchas veces que aquel hombre era sumamente fuerte. Eso aumentada su éxtasis, y lo sumergía en unas profundas ganas por pelear con él. Y otra, era la persona que había casi asesinado a Isaburo al punto de dejarlo sumergido en la deplorable enfermedad de la que era víctima, lo cual consideró una lástima porque de verdad quería pelear con él. Sonrió, seguro de cumplir sus objetivos.

Limpió la sangre de su rostro con las mangas de su sudadera, volteó a ver a Nobume, la cual luchaba con su respiración. Ella le devolvió la mirada, y un suspiró abandonó sus labios. Luego volteó a ver a Sougo, así que, con un poco de esfuerzo se acercó a él y apretó el hombro del castaño con la mano.

—No te acerques más a Kagura.

Sus palabras fueron frías y secas. Así que, después de decir eso, se marchó.

Sougo se mantuvo en silencio algunos minutos, no quería, de verdad que no, que sus sospechas se confirmaran. Sin embargo, lo que acababa de decirle Kamui le hacía difícil no pensar en otra cosa. Por más que juraba esa enemistad con Kagura, no quería alejarse; no obstante, si eso era necesario para el bien de ella no dudaba en cumplirlo. Honestamente se sentía un completo idiota.

Emprendió, entonces, la retirada a su casa, sopesando cada una de sus decisiones. Nobume hizo lo mismo, pensando en lo idiota que era Kamui.

(...)

"¿¡Por qué cancela hasta ahora la salida!? Gran idiota"

Los pensamientos de Kagura la fastidiaban cada vez más. ¿Por qué a Sougo se le ocurría cancelar su salida a jugar videojuegos? Casi nunca lo hacía, por lo que estuvo enfadada todo el día. De verdad quería ir a patear traseros virtuales, pero ahora estaba bebiendo una malteada a lado de su amiga Soyo.

—Es un perro. Un tarado. Un come vomito. Un cara de piojo...—Dijo Kagura molesta. Frunció el ceño al recordar el rostro de Okita

—Cara de piojo ya dijiste hace unos minutos—Soyo trataba de tranquilizarla. Una sonrisa nerviosa decoraba su rostro

Cuando Kagura le contó que Sougo había cancelado su salida, está la invitó a salir como compensación a lo otro. Sin embargo, ver tan decaída a Kagura hizo que su empeño por hacerla reír se volviera más perseverante. ¿Qué tanto le afectaba lo relacionado a ese sádico? Se preguntaba. Kagura era fuerte, tanto física como emocionalmente. Empero, estaba ahí, en frente de ella insultando a Sougo de todas las maneras posibles. Ya deseaba Soyo que Sougo fuese honesto con sus sentimientos para no hacer sufrir más a su amiga. Estaba segura que cuando los dos confesaran su mutuo amor, podrían, por fin, ser felices. Pensó, luego, también en ella y en Kamui, pero sintió un vuelco en su corazón que la hizo desistir de pensar más en eso. Su objetivo era que Kagura sonriera, nada más.

—Vamos al cine—Sugirió Soyo, enérgica. —Acaba de salir una película de comedia con zombies y...

—Íbamos a ver esa película el martes, pero también canceló. Estúpida cucaracha. —Espetó Kagura, mientras aplastaba el vaso de su bebida—Dejé unos planes importantes para acompañarlo. Lo detesto.

Soyo rió, enternecida por ver a Kagura así.

— ¿Últimamente no han salido mucho?—Preguntó, risueña—De verdad parecen novi-

—No lo digas, Soyo-chan—La interrumpió, con un semblante poco amistoso—No lo parecemos, y no se puede porque...

Calló antes de contar lo que Sougo le había dicho el día que acamparon. Soyo no tenía por qué enterarse, era hacerla sentir mal y no pretendía hacerlo.

—Lo siento, pero esa impresión dan algunas veces. —Alzó los hombros-Deberían ser más honestos

Kagura suspiró y, dando otro sorbo a su bebida, dijo:

—Desearía no sentir nada por el sádico ese... Pero es imposible ¿no? Mami decía que cuando se sentía algo en el corazón, era difícil abandonar ese sentimiento—Sonrió con un atisbo de tristeza—Me gustaría que el odio superase lo otro

Pensó en que quizá si estaba mejor que él se alejara, o quizá no, mantenerlo cerca, a veces, era tan reconfortante. Sus sentimientos en esos momentos eran un desastre. Lo odiaba, pero se odiaba más a si misma por no poder negar que si lo quería más de lo que le gustaba admitir. Sin embargo, él tenía novia, era consciente de eso, el querer intentar algo no le parecía siquiera viable. Lo único que veía bien era borrar lo que sentía de una vez por todas.

Por su parte Soyo observaba a Kagura con ternura, ajena a la verdadera razón de la tristeza de su amiga. Le sorprendía que por fin pudiese hablar más de sus sentimientos hacia Okita sin cohibirse tanto como antes, eso le parecía el más grande de los avances. A lo mejor, el verse alejados unos días le hizo percatarse de ciertas cosas a Kagura. Pero, lo que la intrigaba era la razón de porque Sougo había cancelado todo tan repentinamente, además de no contestar sus mensajes. Sí que era raro, la única vez que pasó eso fue cuando, a palabras de Kagura, murió su hermana, Mitsuba. Pronto, se levantó preocupada de su asiento, sorprendiendo a las personas a su alrededor y principalmente a su amiga.

— ¿Estará bien Okita-san?—Dijo llevando una mano a su boca

Kagura arrugó el entrecejo, hasta que su mente llegó a la misma conjetura que Soyo.

(...)

—Toca... Más fuerte la... Puerta—Pidió Soyo casi desvaneciéndose

—Eso... Hago—Respondió Kagura, golpeando la puerta y gritando "Sádico" varias veces

Habían corrido tanto como sus pulmones se lo permitieron, luego de llamar varias veces a Sougo y notar que mandaba a buzón de voz. Y el no encontrar un taxi rápido las desesperó hasta llegar a ese punto. Agradecían que la plaza no quedaba lejos de la casa de Okita Sougo.

Kagura se preguntaba cómo había accedido a correr tanto, pero ver a Soyo hacerlo con tanto ahínco la obligó a continuar. Sabía que ese sádico estaría bien, siempre lo estaba.

De pronto, la puerta se abrió y Sougo salió. A pesar de su rostro algo monótono, se podía notar claramente lo sorprendido que estaba de verlas enfrente de su departamento. Suspiró cansando, seguro que el hecho de no contestar las hubiese alarmado, pero a decir verdad en el rato que ellas llamaron no tenía el celular a la mano.

-¿Estás... Bien?-Preguntó Soyo, mientras batallaba por mantenerse de pie

Este asintió, algo divertido por la situación.

—Tenía el celular extraviado, pero te mandé un mensaje cuando lo encontré. —Sacó el aparato del bolsillo de su abrigo, y efectivamente estaba el mensaje

"Todo está bien, princesa"

Soyo sacó el celular, comprobando que era verdad y un rubor decoró sus mejillas, apenada.

Sougo dirigió la mirada a Kagura, quien de inmediato la apartó. Maldijo a lo bajo por hacer aquello, de verdad se sentía una tonta.

—Tu también viniste—Le dijo, sin apartar los ojos de ella

—Sí, estúpido chihuahua. Soyo se preocupó por culpa de tu irresponsabilidad por no poder contestar el celular—Reclamó cruzada de brazos

El mayor sonrió, y no contestó como solía hacerlo a Kagura, lo cual no pasó desapercibido por nadie ahí. Volvió a dirigir la vista a ambas niñas, y habló:

—Si cancele la salida es porque me voy de viaje, a Osaka. Quizá sean todas las vacaciones de invierno...

— ¿Eh?—Lo anterior sorprendió a Soyo, quien volteó a ver a su amiga rápidamente

— ¿Con tu tío?—Kagura pensó casi de inmediato, pero luego otra persona se le vino a la mente

—A lo mejor. —Respondió antes de que la pelirroja volviera a hablar—Saldré en una hora más, así que me despido de una vez de ustedes.

Soyo estuvo a punto de llorar, y lo abrazó. Le pidió que no se marchara, no obstante el de castaña cabellera se negó, así que esa chica terminó por ceder y desearle que la pasara bien. Lo soltó y pronto sus ojos volvieron a coincidir con los zafiros de Kagura.

—Pásala bien, sádico—Fue lo único que le dijo antes de que las dos se marcharan.

Los reclamos de Soyo por tan secas palabras en ese momento se volvieron mudas, estaba sorprendida y, a decir verdad, bastante enojada, más consigo misma que con él. ¿Por qué deseaba detenerlo? O más bien, ¿Por qué quería gritarle que era un mentiroso? En Osaka no tenía ningún tío, estaba segura. Chisteó, dejándose caer a su cama. Quiso desquitarse con algo, así que abrió su cajón encontrando una nada grata sorpresa.

(...)

Dos años antes

El silencio del hospital era lo que más detestaba, así como las paredes blancas y el olor a muerto que estas exudaban. A pesar del tiempo, aun no se acostumbraba a estar en uno. Le daban ganas de correr hacia su hermana y llorar como un niño pequeño entre sus brazos, pero no podía, él debía ser un apoyo para ella sin importar que tan quebrado se sintiese por dentro. Cosa, que aunque le dolía admitir, aprendió de Kamui.

— ¿De verdad obtuviste el primer lugar en Kendo?—Mitsuba sonrió débilmente

Sougo asintió con dulzura. Ella tosió, enseñándole a ese muchacho se cabellos castaños que aquella flor se estaba marchitando más deprisa, tragó saliva, seguro de que si empezaba a contar acerca de su día las cosas tristes se desvanecerían por esos efímeros momentos. Sin embargo, era un tonto, pensó, por creer que aquello pudiese ser eterno.

El verla luchar por el endeble hilo del que pendía su vida, lo rompió por completó.

—Sou-Kun, cuídate, por favor. Se bueno, triunfa como siempre lo has hecho, no dejes que nada o nadie te apague—Su respiración se volvió agitada y sus parpados pesados—Y... Por favor, mantente en contacto con el señor Umibozu, amistoso con Kamui-kun... Y cuida mucho a Kagura-chan. Ellos son como la familia que nos negaron...

Luego de eso Mitsuba batalló más que antes con su respiración, el eterno beep resonaba en las cuatros paredes y los doctores corrieron haciendo a un lado a Sougo, quien permanecía inerte viendo todo como si se tratase de una película. Una muy horrible.

La noticia de defunción fue lo peor, su pecho dolía tanto que le era imposible hacer otra cosa más que sollozar. Era débil, no era para nada fuerte como su hermana se empeñó en decirle. Quería alcanzarla, pero aquello la decepcionaría. ¿Fue un buen hermano? No lo sabía. Lo que si conocía es que era un asco en ese momento.

Así que, sin percatarse llegó a casa de Kagura y Kamui. Rió al no ser capaz de tocar el timbre, ni siquiera tenía fuerzas de hacerlo ni ganas.

Empero, una delgada mano lo jaló hacia el interior y lo abrazó sin decir ni una sola palabra.

Acostados ambos en la cama, Sougo sollozó en el pecho de la pequeña Kagura mientras ella le acariciaba la cabeza y le repetía con una dulce voz: "Ya, ya. Todo estará bien."

Se aferró más a ese diminuto ser, como el ángel que deseó más que nunca. Deseó que ese calor no se desvaneciera, que perdurará siempre, era tan parecido al de su hermana que las lágrimas salían sin parar. Era hermoso, también estar sin pelear y permanecer en ese cómodo silencio.

Amaneció de esa forma, con los ojos adoloridos y la garganta seca. Hizo amago de levantarse, pero unos finos y blancos brazos lo rodeaban. Los hizo a un lado con cuidado y la observó dormir, con el cabello enmarañado y la estela de saliva emergiendo de sus labios. Se sintió un asco al recordar el día anterior y, para su fortuna, los sollozos ya no tenían fuerza para salir.

Se marcharía, ya lo había decido ayer. Quizá unos meses, hasta que todo se volviese más estable para él. No quería estar cerca de nada que le recordarse a su hermana por un tiempo.

Se levantó de la cama de Kagura, y notó, entonces los ojos azules de ella abrirse de poco en poco.

— ¿Ya te vas?—Preguntó, aun adormilada

Este asintió, y sin rodeos le comentó que se iría a Osaka un tiempo. Esa noticia terminó por despertar por completo a Kagura, quien hizo varias preguntas.

—Quizá unos meses, tengo un tío allá, así que la estancia no será cara.

—Pero tú me dijiste que no tenías más familia que tú hermana...—Comentó Kagura, arrepintiéndose luego por recordar algo que no debía

Sougo simplemente la vio y negó con la cabeza.

—Te mentí—Se dirigió a la puerta y se despidió de ella—Nos vemos. No dejes de ser una gorila

Cerró la puerta, provocando que el ruido hiciera a volver a Kagura de su trance. Le gritó que regresara, pero él no lo hizo.

Okita revisó su celular, algo cansado exhaló aire y respondió.

"Estaré ahí hoy. Si quieres espera en la estación de siempre."

Lo envió, como hizo esa tarde hace un año. El frío viento congeló sus dedos, por lo que volvió a guardar su celular.

Urara de seguro respondería con el mismo: "Está bien" de muchas veces.

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Gracias por los comentarios :,3

Y pues siento que ya es hora de narrar los sentimientos de Sougo, porque suele ser uno de los más cerrados.

Gracias por leer, perdón por no actualizar más seguido :(