Disclaimmer: Ningún personaje de Harry Potter me pertenece, son exclusivamente de J.K.R. Que si por mi fuera, no ocultaría que entre Draco y Harry hay una tensión sexual mas que evidente.
Summary: Draco Malfoy sentía algo por Harry Potter o eso es lo que Pansy pensaba, y saben que cuando algo se le mete a la cabeza a un Slytherin no hay nada que pueda hacerlo cambiar de opinión. Y mucho menos si cierta leona decide ayudarla con su maquiavélico plan.
¿VERDAD O RETO? POTTER.
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–¿Potter?
Apenas y podía distinguir una silueta entre la penumbra, ayudándose de la luz de luna que se filtraba por los enormes ventanales. Draco era capaz de sentir la magia de Potter por todo el pasillo, eran tan densa que casi creía ser capaz de verla, si tuviera que elegir un color definitivamente sería un aura roja, un rojo cenizo ondeando peligrosamente al rededor del Gryffindor como si de llamaradas de fuego se tratase. E igual de peligroso.
–¡Maldita sea, Potter! Debes controlar tu magia.–Jadeó, sintiendo como una oleada de magia lo golpeaba, haciendo que un escalofrío recorriera su nuca, poniéndole los pelos de punta.
–Te juro que eso intento, Malfoy.– Su voz sonaba estrujada, como si hablara entre dientes. –Pero poco me falta para explotar.
–Solo relájate.
No muy seguro de lo que estaba haciendo se acercó al moreno con cautela, preparado -mentalmente al menos- para cualquier posible explosión de magia que pudiera causar, parecía que todo sentido de supervivencia dentro del Slytherin se había esfumado, dejando un coraje demasiado peligroso para su propio bien, digno de un Gryffindor.
Chasqueó la lengua ignorando su sentido común, el cual le pedía casi a gritos que se alejara de ahí, después de todo, nadie seria tan estúpido como para acercarse a su némesis cuando este está visiblemente enojado y con casi nada de control sobre su magia.
Oh, esperen, él estaba haciendo justo eso.
Antes de darse tiempo para pensarlo dos veces ya se encontraba a su lado. Mentiría si dijera que sabia que hacer, ya que nunca había sido bueno para las situaciones en las que se necesitara ser el apoyo de alguien.
Al no ocurrírsele nada solo palmeó su espalda, primero con miedo de que la magia fuera a expulsarlo lejos, pero al ver que eso no ocurría mantuvo cada vez por mas tiempo su mano sobre la espalda de Potter, hasta que se pudo llegar a considerar una caricia, mientras tarareaba una nana que su madre usaba con él de pequeño para calmar sus explosiones de magia. Grande fue su sorpresa cuando las poderosas oleadas de magia fueron disminuyendo a su alrededor, gorgoteando ligeramente hasta desaparecer completamente, dejando a su paso un cosquilleo sobre su piel, acompañado de un incómodo silencio.
Tras unos minutos parados mirando la obscuridad del cielo nocturno Potter fue el primero en romper el silencio.
–¿Qué fue eso que tarareabas?
–Mi madre me cantaba de pequeño en momentos así.
Contestó Draco sin saber muy bien por qué, era un vergonzoso secreto que nunca le había contado a nadie y ahora estaba ahí compartiéndolo con Potter.
–Es linda…– Para sorpresa de Draco su voz era sincera, sin pizca de burla o sarcasmo.–Gracias.
–Luna me dijo lo que hiciste por mi.
–Solo fue…–Carraspeó algo avergonzado. ¿Por qué Luna le había tenido que decir eso? –Quería que todos se divirtieran hoy.
–Gracias, supongo.
Fue lo único que se atrevió a decir. Tomando por sorpresa al de lentes, quien nunca pensó vivir para escuchar esas palabras de su parte. Lo que Draco tampoco esperaba es que Potter siguiera con la conversación como si fueran amigos o al menos compañeros que no se insultaban y batían a duelo -o golpes, en algunos casos- cada que se veían.
–¿Cómo estuvo el beso?
–¿Qué beso?–Draco lo miró de forma interrogante, haciendo que en respuesta Potter rodara los ojos.
–Tu beso con Zabini.
–No sucedió, alguien salió azotando la puerta.– Una sonrisa casi imperceptible se plasmó en sus pálidos labios.
–Lo siento
–¿Por qué?
–Si no lo hubiera interrumpido te habría besado.
–Lo prefiero así.
Como si se tratara de un hechizo, un brillo extraño se posó en los ojos verdosos del Gryffindor mientras se acercaba lentamente al otro. Casi por instinto Draco retrocedió por cada paso que Harry daba, maldiciendo mentalmente por esa muestra de debilidad.
–¿Qu-é estas?–Se atrevió a tartamudear Draco, al verse acorralado contra una pared y el cuerpo del niño-que-vivió-para-atormentarlo.
Definitivamente esta decisión no estaría en su top diez de buenas ideas. Cerró los ojos con fuerza a la primer señal de movimiento por parte de Potter, sin proponérselo había bajado la guardia y ahora seguramente recibiría una -probablemente merecida- paliza.
Extrañamente el golpe nunca llegó, podía escuchar la respiración de Potter justo frente a él, por lo que estaba seguro que seguía ahí. Abrió los ojos con lentitud, más por curiosidad que por otra cosa, sorprendiéndose al notar que efectivamente Potter estaba frente a él, a un palmo de su cara. Por si fuera poco, el muy infeliz tenia las manos apoyadas sobre la pared a cada lado de su cabeza, cerrando cualquier posible ruta de escape.
Pudo sentir como su corazón se aceleraba bajo la inquietante mirada esmeralda y no tuvo otra opción mas que retener su mirada, obligándolo a apreciar cada pestaña que enmarcaban los ojos de Harry, ¿Desde cuando sus ojos eran tan verdes?
Verde Slytherin, definitivamente de su agrado.
–¿Qué ocurre? ¿Acaso esperabas que yo fuera quien te besara?
En una situación como esa hubiera esperado cualquier insulto menos ese, Draco tuvo que esforzarse por mantener la compostura y no quedarse con la boca abierta por el descaro del maldito león, ignorando el malestar que se estaba haciendo presente en su estomago.
–Pero que estupideces dices…
Con toda la dignidad que aún le queda, Draco empuja con fuerza al moreno para poner una distancia prudente entre ambos. Sin esperar respuesta alguna comienza a caminar dispuesto a ir a su sala común, toda la fiesta y Pansy podían joderse, él mágicamente se había quedado sin humor para nada.
–Oye.–Llamó Harry, sin obtener respuesta alguna, volvió a insistir.–¿A donde vas?
–Lejos de ti.
Aún dandole la espalda Draco pudo escuchar perfectamente como Harry maldecía por lo bajo.
–Draco, espera.
Si bien, no estaba esperando que Harry lo detuviera, su sorpresa fue mayor al escuchar su nombre salir de sus labios. ¿Acaso había oido bien? San Potter, el-niño-que-despreció-su-amistad ahora estaba llamándolo a él. Tampoco fue consiente de que ahora este se encontraba ya a su lado, hasta que lo tomó firmemente del brazo, impidiendo que se fuera, aunque no es como si se hubiera podido mover de la impresión.
Le tomó unos segundos comprender que no solo estaba parado como un idiota, si no que ahora Harry le estaba sujetando. Abrió la boca para reclamar, a estas alturas lo que fuera, ya que todo su ingenio se había esfumado en el mismo instante en que escuchó su nombre dicho tan cómodamente por el otro.
Claro que el reclamo nunca llegó al pelinegro. Ya que como de costumbre le interrumpió, pero no fue una interrupción cualquiera, sin ningún tipo de delicadeza lo jaló hacia él, Draco al no esperarse esto quedo prácticamente sobre el pecho de Harry. Podía sentir el calor que emanaba de él, produciéndole un agradable cosquilleo sobre la piel que estaba en contacto con él.
A esa distancia Draco era capaz de ver cada pestaña que adornaba los ojos de Harry, pobremente escondidas tras esos espantosos anteojos y antes de que tuviera tiempo de entender que estaba ocurriendo, en otro espontáneo acto por parte del Gryffindor, sus labios se encontraron. Harry lo estaba besando, si es que a eso se le podía llamar un beso, más que eso parecía que buscaba someterlo, movía sus labios con fuerza, mordiendo ligeramente los de Draco, para luego pasar la punta de su lengua provocando una extraña mezcla de dolor y placer.
Draco no pudo evitar jadear lastimosamente ante aquello. Aún bastante atontado llevó sus manos al pecho de Harry en un inútil intento por empujarlo, pero toda su fuerza lo había abandonado. Tampoco ayudaba el hecho de que Harry lo tuviera firmemente tomado por la cintura, acercándolo aún más a él, si es que eso era fisicamente posible.
Se sentía bien, todo aquello se sentía malditamente bien.
Otra vez sentía ese extraño malestar estomacal, pero a diferencia de otras ocasiones ahora era mas un ligero cosquilleo bastante agradable, quería seguir sintiendo todo eso. Poco a poco fue cerrando los ojos, escondiendo sus lagunas de plata, dejándose llevar por todo ese remolino de sensaciones que lo estaba volviendo loco.
Si Harry creía que iba a dejarse someter estaba muy equivocado. Le devolvió el beso con la misma fiereza con la que lo había recibido, comenzando así una lucha de labios y lenguas, en busca del control sobre la otra.
Hacía mucho que un beso no lograba emocionarlo al grado de causarle una erección de campeonato, para colmo quien lo había logrado era nada más y nada menos que San Potter, un hombre, que de santo no tenía nada. Aunque no quisiera admitirlo, si no fuera porque Harry lo estaba sosteniendo contra él, ya se le habrían doblado las rodillas.
No podía creer lo que estaba ocurriendo. Es como si estuviera en un extraño universo paralelo. Hace tan solo unos minutos estaba convencido de que tendría otra de sus grandes peleas campales con Harry, y ahora, ahora lo estaba besando como si lo hubiese deseado desde siempre. Lo que era peor, él le estaba correspondiendo con la misma intensidad.
Pero tan abruptamente como comenzó el beso, terminó. Separándose de golpe, ambos completamente acalorados, jadeando por busca del oxigeno que sus pulmones les pedían a gritos.
¿Así se habría sentido besar a Blaise? Draco estaba completamente seguro que no, ni siquiera remotamente cerca.
–Yo…–Dijo Harry entre jadeos, llamando la atención de Draco.–Lo siento.
–Eso… No me lo esperaba.
Respondió Draco, tratando de recuperar el aliento, y calmar el calor que ahora sentía sobre sus-ahora no tan pálidas- mejillas.
–Creí…–Se interrumpe a si mismo antes de hablar de más. –Solo olvida lo que pasó.
Fue el turno de Harry de huir, dándole la espalda a un -ahora- colérico Dragón. ¿Quién se creía que era? No podía besarlo a la fuerza hasta dejarlo sin aliento y después decirle que lo olvide.
Eso si que no.
La sola idea le hacía hervir la sangre del coraje. Esta vez fue Draco quien lo detuvo, jalando de su brazo con fuerza para hacerlo girar, y así lo hace, Harry gira sobre sus talones para recibir un puñetazo en su ahora adolorida mejilla.
Harry lo mira bastante sorprendido, llevando su propia mano como reflejo a su cara, palpando la superficie algo enrojecida.
–¡¿Que diablos te sucede?!–Chilló Harry sin comprender ahora la situación.
–Eso es lo que debería decir yo.
Su tono de voz pero mucho mas calmado, golpear a Harry siempre lograba desahogar su enojo.
–Creí que preferirías que te dejara tranquilo.
–Y yo creí que no eras tan lento.
Cansado de tanta palabrería, Draco se abalanzó sobre Harry, maldiciendo la diferencia de estatura que se había formado entre ambos. Se puso de puntitas y cortó la distancia entre ambos, rozando apenas los labios ajenos con lentitud, tomándose su tiempo para acariciar cada parte de ellos, algo malditamente tortuoso según Harry. Tras algunos segundos más Draco se alejó lentamente, mirándolo de forma orgullosa, después de todo, era la primera vez que conseguía dejar sin palabras al niño-que-vivió.
–¿Verdad o reto? Potter.
Harry abrió la boca para decir algo, o al menos tratar de hacerlo, cuando una enorme puerta se materializó en el muro frente a ello, causándoles un respingo involuntario del susto. Hasta ese momento ambos habían olvidado la fiesta que se estaba llevando a cabo a unos metros de ellos.
La puerta se abrió lentamente, dejando ver a un par de castañas que compartían una extraña aura complice, que no le gustaba para nada a Draco.
–Draqui, te tardaste bastante y no tienes las cervezas contigo.– Habló con cono burlón Pansy. –¿Acaso Potter te ha estado entreteniendo?
–No, yo no…
Tartamudeó un sonrojado Harry poniendo distancia entre él y Malfoy, claro que esto no pasó desapercibida para ambas chicas.
–En todo caso, deberías apurarte para no ser atrapado por un profesor.– Interrumpió Hermione, salvando a su amigo de sus nula elocuencia.
Draco solo chasqueó la lengua, manteniéndose al margen de la platica, demasiado inoportunas. ¿Es que tanto querían esas insignificantes bebidas?
–Tranquilas, iré con él.– Las chicas lo miraron curiosas por un momento, haciéndole notar lo sus palabras. –Para ayudarlo a traer las cervezas, claro…
Un bufido cambió el foco de atención de los tres, ahora sobre Draco, quien se veía algo irritado. ¿Acaso Potter podía ser más obvio? Por Salazar.
–Si ya no tienen otro encargo para nosotros nos vamos.
Interrumpió Draco comenzando a caminar, sin darle oportunidad a las chicas de decir algo más. Tras un asentimiento de cabeza de Harry como despedida, comenzó a caminar con Draco, alejándose por la penumbra de los pasillos.
–¿Crees que vuelvan?
Volvió a hablar Pansy cuando estuvo completamente segura de que ambos estaban demasiado lejos como para escucharlas.
–Por el aspecto de ambos, lo dudo.
Una risita escapo de los labios de la Leona, por el aspecto desarreglado de ambos y los labios hinchados era más que obvio que algo había pasado entre ambos.
–Te dije que no debíamos interrumpirlos aún.
–¡Si tu eras quien quería salir a ver!
–Pensé que necesitarían un poco más de ayuda…– Balbuceó en un puchero infantil.
–Parece que nuestro trabajo está hecho.
–Y que lo digas…
–¿Que tal si les decimos a Nott y Zabini que vayan por las cervezas?
–Me leiste la mente.
Una sonrisa zorruna se formó en los labios de la Slytherin, siendo correspondida por una más tímida de la Gryffindor. Aparentemente esos dos no eran los únicos negados que necesitaban un empujoncito.
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Escondidos de la vista de todos entre las penumbras de un pasillo lejano Harry había vuelto a acorralas a Draco contra una pared de frío ladrillo, aunque tampoco es como si eso le molestara demasiado al otro.
–Nunca le habría dejado besarte.
Susurró Harry sobre su oído antes de lamer el lóbulo de su oreja, provocando que un escalofrío de placer viajara por la columna vertebral de Draco.
–Basta de verdades, Potter.
La voz de Draco era apenas un ronco susurro -demasiado sexy en opinión de Harry-, tomó entre sus dedos la corbata casi deshecha roja y dorada del Gryffindor, y jaló de ella, obligándolo a acercarse a su cara nuevamente para volver a unir sus labios en un beso hambriento mientras Harry se restregaba descaradamente contra él, definitivamente ese maldito león iba a hacerle perder la cordura.
–¿Tu sala común o la mía?
Como había dicho antes, toda la fiesta -más Pansy- y las cervezas de mantequilla podían joderse si creían que iba a volver. Porque los Malfoy saben aprovechar las oportunidades y definitivamente el no perdería la oportunidad de seguir probando los labios de Harry Potter.