Esa chica

Sinceramente no sé cómo comenzar esto, pero antes que nada quiero dejar en claro que no me gustan las mujeres, o por lo menos no en el sentido lésbico (según yo), pero ella fue muy especial, como un ángel que se cruzó por mi camino aquel día y que sé nunca volveré a ver.

Y para ser sincera, ni siquiera recuerdo su rostro, solo recuerdo sus largos cabellos rubios peinados en dos odangos, sus ojos azules y sus pequeños labios rosas que me hacen sonrojar cada que pienso en ella…

No recuerdo exactamente el día, pero sé que debió ser entre enero y marzo, porque el causante de nuestro encuentro fue un sueter.

Como de costumbre, salí de la escuela y me dirigí a la parada de autobús para ir hacia el templo, donde seguramente mi abuelito ya me esperaba para iniciar con mi servicio.

Paradójicamente, aunque eran días de invierno, en Juuban brillaba el sol en todo su esplendor, por lo que el sueter lo llevaba guardado en mi bolso.

Tomé el autobús, buscando un asiento donde acomodarme y hundirme en mis pensamientos, sin percatarme que el sol daba de lleno por la ventana junto a la que me encontraba.

Fue entonces cuando aquel ángel rubio acudió a mi rescate, cuando, por primera vez, una chica había provocado una extraña sensación en mí por su ternura y amabilidad.

Comencé a removerme en mi asiento, tratado de cubrir mis piernas de aquél infernal calor que me producía y me irritaba la piel, cuando de pronto, ella se dirigió a mí.

- ¿Quieres cubrirte del sol?

- ¿Eh?

- Toma, te presto mi sueter.

Fue cuando alcé el rostro y me topé con esos hermosos ojos azul cielo, que me observaban llenos de amabilidad.

- Eh… si… muchas gracias – titubeé al tiempo que tomaba el abrigo y lo ponía sobre mis piernas, sintiéndome completamente estúpida por no haber recordado que traía uno en la mochila. No tuve el valor de rechazarla.

Recuerdo que me sonrió y volvió su vista al frente, colocándose los audífonos mientras me dejaba consternada.

Nunca nadie había tenido un gesto tan bonito conmigo, ni siquiera los imbéciles con los que había salido. Esa chica me había hecho sentir especial, me había hecho sonrojarme, me había hecho sentir bien…

De pronto, los acordes de una melodía llegaron a mis oídos, interrumpiendo mis pensamientos.

Voltee a verla, descubriendo para mi sorpresa que estaba escuchando Nagareboshi He, mi canción favorita del grupo Three Lights.

No supe qué hacer; quería hablarle y sacarle plática, decirle que también amaba esa canción y que tal vez podíamos ser amigas, pero no me atreví.

Apreté su sueter contra mis piernas y me giré de nuevo a la ventana.

¿Por qué me dolía tanto no poder ser su amiga? Y peor aún, ¿por qué no me atreví a cruzar palabra con ella?

No me di cuenta en qué momento el tiempo voló, pero llegó la hora de bajar del transporte. Le devolví su sueter, deshaciéndome en agradecimientos, mientras ella simplemente me sonrió y musito un pequeño "de nada"

Bajé del transporte y lo vi partir, llevándose consigo aquél hermoso ángel que tuvo ese gesto tan noble.

Sé que jamás la voy a volver a ver, y por ello nunca la olvidaré. Ella es un lindo recuerdo de algo que pudo ser y que nunca lo fue.


Que tal Bombones! Ya estoy de vuelta! Feliz día de Reyes!

Disculpen si hay algo que no concuerde pero donde estoy es de noche y muero de sueño.

Espero que les guste este drabble que debo decir es una experiencia personal y bueno, ya no tardo en actualizar el Destino de las estrellas!

Que esten muy bien! Nos leemos pronto! Besos estelares!