Hoy, sus huesos no encajan. No entran en la rótula correcta, y si lo hacen no se sienten adecuados. Eso es lo que piensa en el momento en el que saca la cabeza de la almohada, mira por la ventana el cielo es azul; demasiado azul, no parece que vaya a llover, pero Ichigo escucha un repiqueteo contra el tejado.
Hoy Rukia contrae matrimonio. No es feliz, no particularmente triste, tampoco. Pero no le gusta ese sentimiento. Así que toma su cámara fuerte con las dos manos como si fuera romperla. Porque es un salvavidas y va terminar ahogado. Es una cámara vieja, de esas que no muestran las fotos, con un lente como un ojo de pescado que no cierra auscultando todas las verdades vacías de la habitación.
Ichigo detesta esa cámara, aun así la pone en su bolsillo. Junto a tres rollos viejos de su madre, por el pesar y quizás la compañía, para el recuerdo.
Hoy es una día particularmente bueno, pero él no está particularmente bien. Inoue toca a la puerta, ya es tiempo de irse. "Un paso a la vez y Enebro, Romero, Ciruelo… riman", debería decirle que la aprecia o algo así, porque su sonrisa está renqueando y él no quiere hacerla sentir mal.
Inoue tiene un vestido rosa, vuela como si fuera de espuma, como flores de ciruelo, cada giro hace que resalte un poco entre la multitud. Él puede ver los pétalos cayendo y escuchar el sonido de los tacones. Ichigo la analiza ¿por qué no quiere decir compara? Porque no quiere sentirse peor en la mañana y porque no quiere despertar ebrio.
Sus ojos son grandes, pero no son oscuros; Ella tiene una sombra de elegancia, algo así como el engaño*.
Sus hombros cargan el peso del mundo, pero no el que se merece; Ella aceptaría la carga sin dudarlo, no vacilaría ni un instante.
Su corazón es grande y podría abarcarlo todo sin ningún pensamiento. Sin embargo; Ella no es así cortaría todo con un filo invisible y guardaría solo la parte la más importante entre los pulmones.
"Kurosaki-kun ¿podrías por favor?", diría Orihime a Ichigo.
Sin embargo, Ella jamás le pediría favores solo tomaría y tomaría y tomaría hasta el último de tuétano que pudiera dar, pero ella ya no está aquí.
Esta tras el ojo de vidrio, inmortalizada con flores de fresa cosidas a su velo. Qué ironía. Fresa. Ahora puede sentir las gotas golpeándole el cuello. Rukia voltea, ella las está escuchando también. Ichigo ahoga todo, cada pequeño pedazo, lo acalla.
Y en un momento negro y turbulento el mundo vuelve a ser solo de los dos.
—Que seas feliz.
—Ichigo… Idiot-
—Kuchiki-san deberíamos tomar una foto conmemorativa. —Dice Inoue, su sonrisa es como el verano suave, corre por el cabello de Rukia moviendo el velo y deslizándolo suavemente a sus hombros. Ichigo sonríe. Le gusta esa expresión—, Kurosaki-kun ¿podrías prestarme tu cámara?
—Sí. —Responde desembarazándose de la cámara tira el cordón de su cuello y saca un rollo del bolsillo es el segundo, Renji lo malinterpreta. El ve pero no observa antes de que Ichigo pueda replicar añade—: Te gusta, deberías decírselo.
Renji está en la cúspide del cielo, pero Ichigo siente que sus huesos son plomo y el estómago ardiendo, es una araña subiendo por su garganta con las patas estirándose perezosamente, si abre la boca sus patas se extenderán por todo su rostro en una mueca de decepción, sin embargo responde—: Si, debería hacerlo. Pero tú no me hables que te tomo casi cuatro décadas. Idiota.
Así con la vista despejada ve el horror que es esto, no hay sangre cubriendo las paredes y el único rojo presente es el cabello de Renji, flores muchas flores y caras conocidas, están sonriendo en la esquina periférica de su visión. El flash de la cámara es como un canto de guerra. Las risas son flechas, las flores cuchillas. Así que Ichigo como hombre prudente se sienta entre los capitanes y toma una copa de sake. Dos copas de sake.
Y pretende no ver.
No, él no pretende, él solo no ve.
Cuando la fiesta acaba, regresan por el Senkaimon las figuras e Orihime e Ichigo empiezan a diluirse juntas, Orihime separa los labios en una vocecilla incesante no de todo desagradable; sobre la fiesta, sobre el velo que hicieron, sobre la belleza de Rukia y al final afirma:
—¿Fue el destino el que los unió, verdad Kurosaki-kun?
—Podría decirse… —masculla. Si el destino existe, Ichigo jura que algún día lo bajara a palos y le romperá los dientes.
Y durante diez años el mundo se sumerge en un mar tormentoso.
Y eso está bien. No particularmente bien, pero no es como si pudiera pedir algo mejor.
Enebro: Afecto duradero.
Romero: Recuerdo.
Flor de Ciruelo: Mantén tu promesa.
*Violeta: Calma, elegancia, engaño. Entre otras interpretaciones.