¡Hola a todos!

Ya sé, ya sé...han pasado AÑOS desde que no actualizo este Fic, pero he tenido muchas cosas que hacer y simplemente no tuve el tiempo necesario para escribir, pero eso se acabó porque he regresado con un capítulo nuevo y a partir de este momento me juré a mi misma que ya no me volveré a desaparecer por mucho tiempo. Este fic se acaba porque se acaba, pueden creerme y cuando eso pase volveré para la segunda temporada. De hecho ya tengo algunas ideas jeje

En fin, espero que les guste este nuevo cap!

¡Que tengan una linda lectura! *_*

lovelywoods

Amigaaaaaaa! Ya porfin regresó tu Fic jajaja ya no te sentirás picada, o bueno, quizás si ya que te intrigarán muchas cosas pero se irán resolviendo con el tiempo.

Cada vez me pongo más ruda y con las nuevas ideas que tengo...puffff...soy un arma letal jajajaja XD Lo que dices de Leela es verdad, es como que ella todo quiere rápido, no tiene mucha paciencia y eso le frustra bastante, es otra lección que debe aprender.

Pues sí XD la rabieta de Leela era necesaria y Madame Yareliz sabe que no es necesario perder el control para lograr algo que incluso podría llegar a ser muy simple cuando se entiende de que va el asunto.

Que bueno que te agrade Candy, a mi también, es un personaje que te deja un buen sabor de boca y en este cap no se queda atrás XD

Que linda mi amiga, muchas gracias por todos tus comentarios, lamento enserio haberme tardado tanto, pero bueno...aquí tienes tu cap para que sepas que pasa después pero...te advierto jeje quedarás igual de picada, no demoraré en actualizar lo juro para no hacerte sufrir...mucho muajajajaja :P

Kai obviamente es un héroe y se lucirá más a lo largo de la historia.

Te quiero mucho amiga, espero te guste este nuevo cap.

#SiremaidyadaleunaoportunidadaLeela #Kaiesunpapucho #Nuevocapkemosion #TontosCaribbeanBladers


La pelea de Madame Yareliz contra el líder del equipo caribeño había dado inicio hace un par de minutos, a pesar del tiempo que llevaba, los beyblades se daban entre sí con mucha energía, tan fuerte que causaba pequeñas ondas que movían a los peleadores, así como a su espectadora de sus lugares.

La peliblanca mandaba a su compañera hacia el despiadado trompo de colores oscuros, el enmascarado parecía que iba en serio desde el primer segundo, debido a la ferocidad de sus ataques.

— Ya entiendo, no por nada eres el mejor bey-luchador del Caribe. — mencionaba la anciana sabiendo de antemano del potencial que poseía el contrario — Es una lástima que lo uses para el mal.

— El hecho de que una vulgar anciana no esté de acuerdo con mis planes, no quiere decir que sean malos. — se defendió el hombre mientras su beyblade embestía a su oponente.

— Entonces piensas que dejar sin hogar a personas inocentes está bien, sembrar miedo en sus corazones así como hacer daño a los dispuestos a defender a su gente y familias. — dijo Madame Yareliz abriendo sus ojos, observando fijamente las expresiones del líder.

— "En la vida real, la familia es un grupo de desconocidos que solo se ocupan de sobrevivir" — mencionó el enmascarado posando su vista al suelo — La vida no es como la pintan, sólo los ingenuos creen que van a encontrar protección o apoyo verdadero en un familiar. Pero la realidad es que, hasta tu propio hermano podría apuñalarte por la espalda, tu Padre, tu Madre…¡Todos son iguales! — levantando la mirada añadió — Llegamos a esta vida solos y así nos iremos, sin embargo, el poder es el que separa al ganador del fracasado. El fuerte triunfa y el débil se queda atrás, así es como son las cosas. Yo con todo el poder que tengo y estoy por obtener, someteré a todas estas islas, así como al mundo entero, haciéndoles saber que el más poderoso de los bey-luchadores soy yo y nadie, ni siquiera ese supuesto campeón mundial, podría hacer algo para evitarlo. — terminó formando una sonrisa macabra, a su vez, el beyblade oscuro remataba con más fuerza.

El trompo enemigo empezó a tener una ventaja muy significativa contra el beyblade de la anciana, Nadia, quien se encontraba observando la pelea desde una distancia prudente, apretó los puños, sintiendo mucha ira al ver a Madame Yareliz perdiendo terreno en la batalla.


Mientras tanto la pelea de Kai y Caleb seguía su ritmo, el Dranzer embestía cruelmente el beyblade del contrario, ganándose una mirada de desprecio por parte del peliblanco.

— Me impresionas Kai, parece que te volviste más fuerte en cuestión de días. — hablaba el caribeño apretando los dientes, como si esa idea lo irritara.

— Tengo que agradecértelo a ti y a tu amigo, si no fuera por ustedes y su batalla de la primera vez, no hubiera tenido la motivación suficiente para acercarme a mis límites. — hablaba el ruso concentrado en su Dranzer. Al decir esto, el trompo embistió fuertemente el beyblade enemigo como si estuviera más motivado y dejándose llevar por la adrenalina sentida en ese momento.

— ¿Eso quiere decir que aún te estás conteniendo? ¿Sabes que subestimar a tu oponente es una falla mortal? — preguntaba Caleb sonriendo ampliamente.

— Dejé de subestimarlos desde que vi sus intenciones macabras. — hablaba Kai cerrando los ojos para después abrirlos abruptamente — ¡No te saldrás con la tuya! ¡Vamos Dranzer! — gritó sorpresivamente mientras el ave quemaba con sus alas a la serpiente.

Caleb entrecerró los ojos debido a la intensidad del ataque mientras maldecía a sus contrincantes.

— ¡Serkpaid! ¿Estás bien? — preguntó el peliblanco con aires de preocupación, el reptil simplemente asintió con la cabeza mientras le daba a su dueño una mirada tranquila.

Leela al ver esto pensó que para ser los malvados, sentían mucha preocupación por sus compañeros. Y por el contrario de la bestia bit esta los seguiría sin ningún tipo de contradicción, preguntándose hasta qué límite es capaz de llegar la lealtad de una bestia sagrada.


Volviendo a la pelea principal, el beyblade café del líder de los Caribbean Bladers impactaba con mucha brutalidad al beyblade azul-verdoso de la gentil líder de la tribu, logrando que en el ambiente se dé un irritante sonido metálico chillón a tal magnitud que Nadia tuvo que taparse los oídos. El enmascarado en algún punto de la pelea dejó de sonreír y ahora en lo poco que se veía de su rostro, se apreciaba una mueca de ira. Por el contrario, Madame Yareliz mostraba tranquilidad y en cierta manera confianza.

— ¡Ya fue suficiente de consideraciones anciana! ¡Tritomaid, muéstrate! — demandó el joven con intensidad en su voz.

A los pocos segundos un rayo color dorado iluminó la mayor parte de la naturaleza, siendo su luz tan potente que las dos mujeres tuvieron que taparse los ojos debido a la intensidad.

Tritón hizo su acto de aparición, Madame Yareliz lo miró como si una madre se reencontrara con su hijo, estaba tal cual lo recordaba. Su apariencia muy parecida a la de Siremaid pero con cabello corto, una corona dorada en su cabeza, un torso bien formado, piel durazno, ojos rubí que brillaban con aire de malicia, algunos adornos como brazaletes colgaban de sus manos. Una cola de pez larga y en su cintura llevaba atado una pequeña caracola, por último en su mano derecha poseía un tridente dorado.

Nadia lo admiraba embelesada, después de tantas historias que escuchó de él, tenerlo en vivo y en directo la hacía pensar que era más magnífico de lo que alguna vez se imaginó, sin embargo, un sentimiento de incertidumbre se alojó en su pecho por pensar en la seguridad de Madame Yareliz y su respectiva bestia bit.

— Ya veo….así que en esto te has convertido Trito. — hablaba la anciana con melancolía y tristeza al ver el rostro de la legendaria criatura, el cual, no estaba iluminado por la llama del bien, sino todo lo contrario.

La bestia bit mantuvo su mirada fijamente hasta que tomó el tridente y lo empuñó contra la peliblanca en señal de que la atacaría si daba un movimiento sospechoso. El enmascarado volvió a sonreír al ver esa escena.

— Al parecer ya no te quiere. — hablaba el hombre fingiendo tristeza.

Madame Yareliz cerró sus ojos mientras suspiraba fuertemente — Está bien, después de todo….no soy la responsable de volver a guiarlo por donde debe, ese trabajo es de la persona indicada, pero, eso no significa que no pueda detenerlos en estos momentos. — con fuerza en su voz, añadió: — ¡Yaritzi, muéstrate pequeña!

Del trompo contrario, salió una hermosa y majestuosa tortuga marina. Su piel era verdosa de un tono claro mientras que su caparazón poseía un verde oscuro con ligeras manchas negras. Dos ojos color negro tan profundos como el mismo fondo del océano y la rodeaba un aura celeste que desapareció al momento de salir por completo a la intemperie.

— Yaritzi...— susurraba Nadia sonriendo, esta vez contemplando a la bestia bit símbolo de su tribu.

— ¿Una tortuga? No me sorprende…..las dos son el dúo perfecto, par de ancianas y lentas. — exclamaba el enmascarado cruzando sus brazos ahogando una pequeña risa.

— Te recomiendo no subestimar a Yaritzi, es capaz de cosas inimaginables. — hablaba la peliblanca adoptando una pose de pelea más firme.

— ¡Hmp! ¡Ya lo veremos, Trito! — gritó el joven a su vez que la bestia bit se movía de forma absurdamente rápida nadando alrededor de la tortuga — ¡Ataca!

El Tritón aprovechó para estar a uno de los costados de la tortuga para pinchar su piel con su tridente, esta al sentir el impacto se alejó rápidamente mientras lo abofeteaba con una de sus patas anteriores.

— ¡Yaritzi! ¡Ataca! — ordenó Madame Yareliz viendo como su amiga creaba un pequeño tornado de agua con sus cuatro patas, logrando que el contrincante tenga muy poca visión, mientras tanto los beyblades chocaban sin parar aunque el beyblade azul-verdoso llevaba una pequeña ventaja.

— ¡Lo está logrando Madame! — apoyaba Nadia alzando sus dos brazos en señal de victoria.

— ¡Aún no han ganado! — rugía el enmascarado cambiando drásticamente las cosas, Tritón se volvió más hábil y fuerte empujando a la tortuga dejándola acorralada mientras el beyblade café embestía fuertemente al contrario, empezando a dejarle ligeras abolladuras. Madame Yareliz cerró un ojo tratando de volver a tener el control — ¿Qué te está pareciendo Yareliz? Creo que es hora de terminar esta batalla.

— En eso tienes toda la razón. — admitía la anciana — "Debo derrotarlo antes de que se le ocurra utilizar su máximo poder" — pensaba ligeramente abrumada.

El malvado solo mostraba una sonrisa de autosuficiencia.


— ¿Qué te sucede? ¿Por qué no atacas? — preguntaba Kai de forma autoritaria al ver que en toda su pelea contra Caleb, este solamente se lanzaba para esquivar a Dranzer, sin embargo aún no lo había visto realizar un ataque propio.

— Porque no lo veo necesario, no es que en realidad necesite hacer algo contra tí. — respondía Caleb de forma divertida.

Kai, sin embargo, apretó los dientes y las manos — "¿Se está burlando de mí?"

Con Tyson era la misma historia. El japonés lanzaba a Dragoon usando sus ataques mientras que Glyptraid lo rodeaba esquivandolo sin muchos problemas.

— ¡Rayos, deja de moverte cucaracha escurridiza! — gritaba el de la gorra sumamente alterado.

— Es un armadillo. — corrigió el castaño con una ligera risa.

— ¡Cállate ya sé lo que es!


Mientras tanto en la cueva donde se encontraban los refugiados. Max, Daichi, Hillary y Kenny estaban impacientes viendo como el panorama no mejoraba absolutamente en nada, algunos como Max y Daichi querían salir a ayudar a los chicos que aún no habían regresado, pero no podían dejar expuestos a la gente de la tribu a una posible emboscada.

A los pocos segundos una figura se acercaba corriendo hacia ellos, logrando que algunos se exalten pensando que un Caribbean Blader los había encontrado. Mayor fue su tranquilidad al ver que solo se trataba de Ray.

— ¡Ray! — exclamaron sus amigos corriendo hacia él.

— Ray ¿Qué pasó? — cuestionaba Kenny pensando que posiblemente su amigo tendría información de los demás.

— Me topé con una tipa miembro de los Caribbean Bladers, la enfrenté para una beybatalla pero no quiso pelear contra mí, a los pocos segundos desapareció y me ví completamente solo. — explicó con simpleza el chino mientras se dejaba caer en una roca.

— ¿No quiso pelear? Eso es muy extraño….pensé que los Caribbean Bladers habían venido para buscar pelea. — analizaba Hillary rascándose ligeramente la cabeza.

— A nosotros no nos conocen mucho, probablemente sus principales objetivos son Tyson y Kai. Ellos ya habían tenido un altercado antes por lo que este ataque fue para que salgan a pelear y así obtener una revancha. — trataba de explicar Kenny basándose en lo dicho anteriormente.

— No lo sé, no me parece muy lógico que digamos….— hablaba Daichi entrecerrando los ojos.

— Daichi tiene razón, después de todo el principal objetivo de los Caribbean Bladers es obtener las bestias bit de todo su equipo. Esta sería la oportunidad perfecta de enfrentarse a cada uno de ustedes para capturarlas, no me parece lógico que sólo enfrenten a Tyson y Kai, dejándoles a ustedes de lado. — hablaba una voz muy conocida, los chicos al voltear vieron como Owen se acercaba lentamente a ellos.

— Tienes razón Owen pero entonces…..— intentaba decir Hillary pero ni ella, ni nadie encontraba una respuesta lógica a todo lo que estaba pasando.

— Ray, mientras venías para acá ¿Viste a alguno de nuestros amigos? — preguntaba Max fijando sus ojos en el pelinegro.

— No, escuché sonidos de batalla no muy lejos de donde estaba, pero la cortina de humo no me permitió ver nada, iba a echar un vistazo pero no podía dejar que un grupo de animales fueran aplastados por los escombros, así que los ayudé y decidí mejor venir a la zona segura. — explicaba el mencionado levantándose poco a poco de donde estaba. — A propósito ¿Están todos bien?

— Nosotros sí, pero me preocupa nuestros amigos; no sabemos nada de ellos y eso que Leela también se encuentra en una beybatalla contra esos sujetos. — decía Kenny temblando de los nervios.

Ray abrió sus ojos de par en par al escuchar eso último — ¿Cómo que Leela también está peleando?

— Así es, Madame Yareliz nos contó que Leela se quedó peleando contra un Caribbean Blader para ayudarla a ella y a un niño a escapar. — explicó Owen.

— Eso es malo. — respondió Ray con la mano en la barbilla — En ese caso volveré a la aldea. — al ver que todos lo miraban de forma interrogante procedió a explicar — Tyson y Kai seguro que se las pueden arreglar solos, el problema aquí es la seguridad de Leela y de Siremaid. Iré a buscarla para brindarle mi apoyo si en dado caso lo necesite.

— ¡Espera Ray, quiero ir contigo! — exclamó el americano.

— ¡Igual yo! — corroboró Daichi.

— No, ustedes dos deben quedarse a defender a esta gente si en dado caso los Caribbean Bladers vienen para acá, los necesitarán. — de repente empezó a formar una sonrisa calmada — No se preocupen, confíen en mí. — sin decir nada más, Ray desapareció tan rápido que como había llegado.

El resto del equipo no podía hacer más que compartir miradas inquietas entre ellos, confiando plenamente en el bienestar y la fuerza de sus amigos.


Regresando a la batalla de Madame Yareliz contra el enmascarado, los dos beyblades seguían chocando sin parar con fuerza. Parecía que se llevaba a cabo por un par de profesionales, lo cual, no estaba tan lejos de la realidad al ser pelea de líderes. Cada uno de su respectivo campo y gracias a sus experiencias han sabido desenvolverse muy bien en el deporte en cuestión.

Sin embargo, era una pelea que ya tendría que terminar, en la cual, sólo podría haber un ganador. La peliblanca pudo observar una oportunidad perfecta para lanzar su más poderoso ataque.

— ¡Yaritzi, cañón de burbujas! — gritó a su vez que la tortuga asentía levemente con la cabeza dispuesta a atacar a su contrincante y así acabar la pelea.

Segundos después, la gigantesca bestia bit verdosa abrió su boca para expulsar una cantidad considerable de burbujas que cubrían el ambiente, todas de extenso tamaño. El Tritón comenzó a sentirse algo perturbado por tener una infinidad de burbujas flotando alrededor de él. Hasta que en el momento menos esperado, una de ellas lo cubrió por completo dejándolo atrapado en su interior.

— ¡Tritomaid! — gritó el encapuchado al ver a su compañero atrapado en una gran burbuja, la bestia bit trataba de salir sin éxito alguno, aparte sentía como le absorbía la fuerza — Yareliz….— susurró con mucha ira — Te he estado subestimando.

— Acabemos con esto Yaritzi — la tortuga se preparaba para lanzar un ataque que era capaz de tumbar a cualquier bestia bit atrapada dentro de la burbuja, el beyblade café oscuro empezaba a tambalearse por lo que Nadia en ese momento pensó que la victoria era para su líder.

Pero las cosas dieron un giro de ciento ochenta grados otra vez, el enmascarado formó una sonrisa en el rostro y se giró hacia su bestia bit — Creo que es momento de terminar con el calentamiento Trito ¿Estás preparado? — de repente su sonrisa se hizo más grande y siniestra — ¡Se acabó! ¡Ataca!

El beyblade café empezó a girar ganando cada vez mas y mas velocidad, Tritón hizo explotar la burbuja que lo rodeaba con un golpe certero con su cola para después lanzarse hacia la tortuga, dejando tanto a Yareliz como a Nadia sorprendidas.

— Imposible, nadie ha sido capaz de escapar de la burbuja de Yaritzi. — hablaba la jovencita sintiendo sus piernas flaquear.

Madame Yareliz por su parte pensaba que Tritón era un oponente que posiblemente jamás podría derrotar, aún así, y con mirada decidida, decidió luchar hasta el final.

Los beyblades chocaban creando mucha fricción entre ellos, lanzando chispas y provocando el sonido metálico.

— Trito, melodía del rey. — ordenó el líder caribeño de forma tranquila, la bestia bit lo obedeció tomando la caracola que llevaba en su cintura con la finalidad de tocarla como un instrumento — No te contengas.

La caracola comenzó a sonar como si fuera una enorme trompeta, el sonido era tan estremecedor y sumamente fuerte que se empezó a escuchar en toda la isla acompañada de una serie de temblores.


En la batalla de Tyson contra Elijah, ambas bestias bit, así como sus luchadores se detuvieron abruptamente tras escuchar el sonido de la caracola más los temblores que comenzaron a azotar el lugar.

— ¿Q-Qué demonios está pasando? — preguntaba el de la gorra cayendo al piso tras percibir tal poder.

Ambos beyblades dejaron de girar por el movimiento de tierra causando que caigan al piso inmóviles, desapareciendo incluso las bestias sagradas.

Elijah sin embargo se notaba feliz — ¡La tonada de Trito! ¡Sabía que iba a vivir para escucharla! — y dejando al japonés atrás, se dispuso a salir corriendo hacia la dirección en la que provenía.

— Oye tarado, aún no acabo contigo. — dijo Tyson tomando a Dragoon y corriendo tras él, con mucha dificultad ya que los temblores seguían.


Por el otro lado, Kai y Caleb también se habían detenido, ambos inmóviles escuchando el fuerte sonido de la trompeta mientras trataban de mantener el equilibrio.

— ¡Santo cielo, pero qué es esto! —exclamaba Leela sujetándose de una palmera para no caer, Kai por su parte se encontraba quieto intentando balancear adecuadamente su cuerpo. Caleb sin embargo reía como loco.

— ¿Qué es tan gracioso? — preguntaba el ruso con una mirada intimidante.

— ¡La caracola de Tritón, por fin es escuchada! ¿No les parece poético? Al parecer el líder se encuentra en una beybatalla. — exclamaba el peliblanco juntando sus manos como si estuviera rezando — Somos muy afortunados de estar experimentando el poder de Trito.— sin más que decir, al igual que el castaño, el chico salió corriendo en dirección al sonido dejando a Kai y a Leela con mirada sorprendida e incrédula.

— ¿Todos estos temblores….y el sonido lo está ocasionando Tritón? — preguntó la ojiverde impactada, poco después un objeto se empezó a iluminar en su bolsillo. Al sacarlo, tanto ella como Kai observaron que el bit de Siremaid brillaba con mucha intensidad — Lo sabe, está sintiéndolo.

Kai iba a decir algo cuando ve como Tyson pasaba por su lado corriendo como alma que lleva el diablo — ¡Están escapando! ¡No debemos permitirlo! — fue la explicación que dió antes de desaparecer por la jungla.

— ¡Tyson, vuelve aquí! — gritó Kai sin nada de éxito.

— ¡TYSON! — gritaba Leela — Hará que lo maten. — sin decir nada más, ella también empezó a adentrarse a la jungla con la intención de alcanzar a su mejor amigo.

— ¡A tí también torpe! — gritó Kai para después suspirar profundamente pensando en que era una desgracia que ellos dos se parecieran tanto, más en las cosas malas que buenas, ahora su deber era alcanzarlos y evitar cualquier desastre.

— ¡Kai! — una voz gritó en medio del bullicio, sin embargo para el mencionado era irreconocible.

— ¡Ray! — correspondió el ruso viendo como su amigo se acercaba.

— ¿Sabes que está provocando los temblores y el sonido? — preguntaba el chino con esfuerzos sobrehumanos para no caer.

— Al parecer es el poder de Tritón, el jefe de los Caribbean Bladers está batallando. — explicaba Kai enfocando sus vista hacia la dirección de la pelea principal.

— Es muy poderoso, la isla entera está temblando y el sonido de esa caracola creo que lo escuchan hasta en Europa. — decía Ray sudando levemente por el nerviosismo.

— Tyson y Leela fueron a la batalla, debemos seguirlos antes de que pase algo peor. — sin decir más, tanto el bicolor como el pelinegro se adentraron en la jungla tomando el mismo camino que todos los anteriores.


En la cueva de los refugiados pasaba una historia similar, los temblores ocasionaron que trozos del lugar comenzaran a caer, haciendo que los habitantes de la tribu tuvieran que salir a la intemperie para no ser aplastados. Todos gritaban de terror, los niños pequeños lloraban y los adultos empezaban a pensar que esa sería su última noche.

Los G-Revolution restantes no sabían qué estaba pasando, miraban a sus alrededores pero los temblores y el sonido de la caracola invadían por completo la zona. Daichi trepado en una de las palmeras más altas veía hacía todas las direcciones, cuando su mirada se enfocó al Este pudo observar como unos destellos dorados adornaban el cielo nocturno.

— Veo una luces brillantes al Este, de ahí viene este irritante sonido. — exclamaba el pelirrojo bajando hasta tierra firme.

— ¿Dijiste al Este? — preguntó un hombre proveniente de la tribu — ¡A esa dirección se dirigió Madame Yareliz con el otro sujeto!

— ¡Debe estar en problemas! —exclamó una mujer.

— ¡Cómo su pueblo debemos ir a apoyarla! — corearon un grupo de hombres más.

— ¡No podemos dejarla sola, ayudemos! — decía otra mujer de mediana edad.

— ¡Vamos pues! — gritaban unos cuántos más.

Así, toda la tribu se dirigió a paso firme hacia la dirección señalada por Daichi, dejando a los G-Revolution y a Owen atrás mirándose los unos a los otros.

— ¡Todos están locos! — gritó el jefe agarrándose el cabello muerto de miedo — Si la bestia bit de ese sujeto es capaz de ocasionar todo este poder, ninguno tiene oportunidad.

— Pero no podemos dejar que vayan solos, debemos seguirlos, además, seguramente nuestros amigos también están yendo hacia allá. — habló Max empezando a correr.

— ¡Por fin algo de acción! — exclamó Daichi siguiendo desde cerca a Max.

— Aunque odie admitirlo tiene razón, vamos chicos. — dijo Owen comenzando el maratón.

— Kenny ¿Qué haremos? — preguntaba Hillary con algunas lágrimas en los ojos.

— No tenemos opción más que estar con el grupo Hillary, si nos quedamos aquí nos inundará la incertidumbre. — sin más Kenny empezó a correr seguido de Hillary tras respirar varias veces.


En el lugar de la batalla debido al impacto que creó Trito con su caracola, la tierra se empezó a deformar mostrando ligeras elevaciones, montañas y precipicios. Lo que al principio era una llanura, ahora se convirtió en un terreno irregular en el que se sobresalía muchas imperfecciones.

Nadia se encontraba parada en la cima de una pequeña montaña observando con asombro todo lo que sucedía a su alrededor, sin embargo, al mirar a un pequeño cráter que se formó, se dió cuenta que justo en los extremos superiores tanto Madame Yareliz con Yaritzi y el enmascarado con Trito del otro lado, yacían mirándose frente a frente.

La nativa al verlos así, tuvo la impresión de que ahora estaban en un plato de beyblade gigante hecho de tierra, ya que el lugar se había formado esféricamente, la tierra se había hundido justo en esa zona dejando las paredes que lo rodeaban, creando literalmente un cráter, en el cual, los dos competidores cada quién ubicado en un lado no perdían de vista sus beyblades que batallaban abajo.

El sonido del instrumento no paraba al igual que los temblores, Madame Yareliz comenzó a temer lo peor y por primera vez en la vida su mente estaba en blanco. Se quedó en estado de shock al ver como algunas olas gigantes se formaban alrededor de Trito, empezando a moverse de un lado para el otro, de izquierda a derecha, arriba y abajo. Al parecer, la bestia bit las podía controlar mediante el sonido de la caracola, sin mencionar que podía dominar su respectivo tamaño.

— ¡No te contengas Trito! ¡Ahógalos a todos! — gritó el de la máscara alzando sus dos brazos.

— ¡No! — gritó Madame Yareliz lanzándo una vez más su beyblade contra el caribeño, ambos empezaron a luchar y Trito sin esperar un segundo más, arrojó sus más grandes olas contra la tortuga marina. Esta al ser precisamente del agua no tendría problema en liberarse de una o dos, el conflicto estaba en que salían olas de la nada llenando por completo el cráter, sin que la tortuga tenga derecho a defenderse porque a diferencia de su tamaño, las olas la impactaban con mucha fuerza.

— ¿Qué te parece? Trito tiene la habilidad de controlar las aguas a su antojo. No solo puede formar olas, tiene muchas opciones que podría usar para atacar. — explicaba orgulloso el chico encapuchado.

— ¡Yaritzi, trata de liberarte! — gritó la anciana, la bestia bit mencionada intentaba por todos los medios escapar, sin embargo, las aguas que la rodeaba eran muy poderosas y poco a poco se empezaba a agotar de tanto luchar, como una persona a la que se le está llevando la corriente.

— ¡Yaritzi! — gritó Nadia dispuesta a sacar su beyblade para ayudar en algo, pero Madame Yareliz le dirigió una mirada severa y significativa como diciéndole "no te metas en esto". La nativa se sorprendió y poco a poco volvió a guardar su beyblade de forma derrotada.

— Cuando acabe contigo y con tu bestia bit, seguirá el turno de esa gente, hombres, mujeres, niños y por último esos G-Revolution o Bladebreakers, no quedará nadie que me impida obtenerlo todo. — decía el enmascarado con un tono de extrema confianza.

— ¡Ni lo creas cretino, eso nunca sucederá! — exclamó de la nada una voz que hizo al amo voltear en dirección de donde la escuchó. Al mirar a su derecha, se dió cuenta que a lado de Nadia se encontraba Tyson y no solo él, el resto de su equipo junto a todos los miembros de la tribu — Un demente como tú jamás obtendrá lo que quiere, tarde o temprano su show caerá y llegarás a nosotros con el rabo entre las patas. ¡Vamos abuela! — gritó apoyando a la peliblanca.

— ¡Madame Yareliz, puede ganar! — apoyó también Leela seguida de todos los Motharth. Hillary, Owen, Kenny y Max también empezaron a gritar en apoyo a la anciana, esta sonrió al ver que su gente no la dejaba sola.

— Entrometidos...— murmuraba el líder de los Caribbean Bladers entre dientes — ¡Trito, termina de una vez con esto!

— ¡Yaritzi, ya oíste a nuestra gente, no debemos darnos por vencidas, todos cuentan con nosotras! — gritaba la anciana con la esperanza de que su bestia bit se recuperara.

La tortuga marina emergió de entre las aguas con mucha dificultad, pero con la adrenalina al máximo.

— ¡Tritomaid! — rugió el enmascarado logrando que la bestia bit nade a una velocidad exorbitante mientras dejaba de tocar su caracola.

— ¡Yaritzi! — gritaba Madame Yareliz viendo como su tortuga se dirigía al contrario de la misma forma.

— ¡ATACA! — dijeron los dos al mismo tiempo mientras las bestias sagradas chocaban sus energías de frente creando una onda que tiró a todos los espectadores al suelo, como estaban alejados no les afectó en mayor magnitud por lo que segundos después se levantaron para ver el resultado de la batalla.

— No puedo ver nada. — exclamaba Leela posando sus joyas verdes al cráter, el cual estaba cubierto con una neblina de polvo y no se podía ver el interior ni parte de los extremos.

— ¿Quién ganó? — preguntaba un nativo alto y de barba.

Kenny estaba viendo los datos que captaba de Dizzy, sin embargo su rostro reflejó sorpresa y miedo — No puede ser….

El polvo poco a poco se disipó y lo primero que vieron los espectadores fue a la jefa de la tribu caída boca abajo dentro del cráter, a su lado el beyblade de Yaritzi totalmente inmóvil.

— ¡Madame Yareliz! — gritó toda su gente mientras bajaban por la pendiente yendo directo hacia la mencionada, que parecía estar inconsciente.

Nadia giró a la anciana dejándola boca arriba y ligeramente la movía una y otra vez — Madame Yareliz, Madame Yareliz….— no dejaba de repetir pero la peliblanca no despertaba. Enseguida la nativa posó su cabeza en el corazón tranquilizandose al escuchar que seguía latiendo — Tranquilos, está viva. — anunció a los demás mientras que todos dejaban salir suspiros de alivio.

— No por mucho tiempo. — habló una voz macabra provocando que se pusieran alerta, especialmente los G-Revolution delante.

Parado a unos cuantos metros, yacía el enmascarado junto a los demás Caribbean Bladers, añadiendo que Tritomaid seguía girando en el piso y la majestuosa bestia bit en el aire posada aún lado del equipo local.

— ¿Cómo es posible que siga girando después de recibir tal impacto? — preguntó Leela sin dejar de mirar el beyblade café para segundos después posar sus joyas en la bestia bit.

— Trito es más resistente de lo que todos ustedes se pueden imaginar. — respondió la cabeza de todo a su vez que el Tritón desaparecía y el beyblade café volaba a la mano de su dueño — Lo que le pasó a ella, les pasará a ustedes. — señaló a la anciana inconsciente.

Los G-Revolution por primera vez pudieron observar al equipo enemigo completo, el líder, el cual poseía una máscara que cubría parte de su rostro dejando al descubierto únicamente su boca, con una capa negra acompañada de una capucha mientras que el resto de su ropa también era negra, encabezaba al grupo con su beyblade café en mano. Scarlett, Addison, Elijah, Caleb y Reese se encontraban alineados detrás de él con sonrisas superiores, salvo la pelinaranja que tenía un semblante triste.

— Cómo pueden observar, los Caribbean Bladers serán los que lleguen a la cima. — hablaba el amo señalándose con su equipo.

De pronto, el amanecer dando paso a un nuevo día comenzó a bañar tanto el territorio en el que estaban, como la isla entera. Con el panorama más claro todos tuvieron una mejor visión de las personas que estaban dispuestas a acabar con ellos. El encapuchado sonreía emocionado porque eso era lo que quería en primer lugar, que absolutamente todos los conozcan y sientan el miedo y la impotencia al ver la magnitud de sus actos.

Leela los miraba de pies a cabeza, se veían como chicos muy fuertes pero lo que más le sorprendió, era que a simple vista no pensaría que ellos fueron los causantes de todo lo malo que había pasado. Aparentaban ser incluso de su misma edad, algunos, parecían no lastimar ni a una mosca. Eso último pensó al ver el rostro de la pelinaranja, el cual era el único que no expresaba satisfacción por lo cometido anteriormente.

— ¡Así que por fin diste la cara, no cretino! ¡Ya era hora, pensé que te quedarías escondido en tu cueva mientras mandabas a tu equipo a hacer el trabajo sucio, lo cual solo hacen los cobardes! — exclama Tyson señalando a la mente maestra con el dedo.

— Tyson, no lo provoques, ese sujeto se ve muy peligroso. — murmuró Kenny escondiéndose detrás de Ray.

— ¡No temas jefe! ¡Crees que ese tipo es la gran cosa solo porque tiene una bestia bit llamativa, pero no lo hace diferente a Brooklyn o a cualquiera a quienes hemos enfrentado! — respondía el de la gorra con la valentía y la honestidad que lo caracterizaba.

El hombre en cuestión comenzó a reír de forma tranquila mientras cruzaba sus brazos — Deberías hacerle caso a tu amigo Kenny, yo soy muy peligroso y con lo que me dices respecto a Brooklyn y demás….— su risa empezó a ser más fuerte — No me compares con esos inútiles, vulgares y patéticos. Yo, soy más inteligente y cuerdo...— terminó con voz suave pero que inspiraba miedo.

— ¿Cuerdo? Claro que sí campeón. — hablaba Leela con todo el sarcasmo del mundo — Todo lo que tú y tu grupo le hicieron a esta gente, siendo inocentes. Querer robar nuestras bestias bit para sus planes malvados, apoderarse de todo, querer el triunfo y pasar por encima de los demás, la gloria y el reconocimiento adquirido en base a la desgracia ajena. Es lo más repulsivo que puede querer una persona.

— No deberías ser nadie para cuestionarme esas cosas, Leela, después de todo….eso es lo que tú también quieres ¿No es así? — preguntaba el enmascarado dándole una mirada de reproche sumamente sarcástica — "Siremaid y yo seremos un buen equipo, capaces de barrer el piso con cualquiera que se nos cruce" — esa frase la dijo con un tono de voz chillón y femenino, como imitando a alguien — ¿No te parece familiar?

En ese momento Leela abrió los ojos como platos recordando la última conversación, o bueno, más que nada, discusión que tuvo con Madame Yareliz. En ese momento se sentía muy molesta porque tanto la peliblanca, como sus amigos le habían dicho que sus intenciones eran egoístas y que jamás iba a aprender a dominar a Siremaid de esa forma, dijo palabras que estallaron en su momento, como la frase dicha por el caribeño y muchas otras cosas más que daban a pensar mal.

Pero ella no era mala, o eso quería pensar, sus razones no eran para nada parecidas a los motivos que tenía el líder del equipo local. El hombre estaba loco, era un lunático, ella por el contrario siempre a creído en la paz y la justicia, jamás lastimaría a los demás, solo quería ser como Tyson que él siendo buena persona llegó muy lejos con Dragoon, quería lo mismo pero no pasándose por el lado macabro del asunto.

— Lo que dijiste en ese momento fue muy sincero, creo que lo único sincero considerando que toda tu vida es una mentira. — mencionaba el encapuchado colocando una expresión de seriedad.

Leela levantó la mirada, debido a que la tenía baja, para mirar otra vez al joven delante de ella — ¿A qué te refieres con que mi vida es una mentira? — cuestionó comenzando a temblar ligeramente, ese sujeto sabía como ponerla nerviosa.

El amo respondió: — No todo es lo que parece y las cosas que pasaron no quiere decir que hayan sido verdaderas.

— ¿Q-Qué? — preguntó la ojiverde con un rostro de incredulidad.

— Leela, tu objetivo según lo que gritaste es ganar el reconocimiento de todos en base a tus beybatallas, dominar a Siremaid para ir derrotando a quién sea sin mirar atrás dejándote llevar por la adrenalina y el poder. Imaginas lo grande que puedes llegar a ser y la cara que pondrían los demás al verte en la cima con la bestia bit más increíble de todas. — hablaba el hombre dando algunos pasos al frente — Te urge aprender a dominar a Siremaid para ya no sentir más miedo, más angustia y lo más importante….no sentirte como alguien que está desperdiciando toda su vida con una bestia bit como Siremaid en el bolsillo y sin sacarle ningún provecho.

Leela escuchaba atentamente sus palabras, todo lo que decía era cierto. Así se sentía, por lo cual, volvió a bajar la mirada mientras varias lágrimas recorrían su rostro — ¿C-Cómo sabes todo eso? — preguntó con un hilo de voz.

El enmascarado se acercó hasta estar a centímetros de ella — Lo sé, porque soy como tú. — habló empezando a acariciar su rostro delicadamente.

Leela se sorprendió dando unos pasos atrás bruscamente mientras lágrimas de extrema culpa bajaban por sus mejillas.

— ¡No te atrevas a volver a tocarla! — gritó de repente Tyson apareciendo para propinarle un golpe en el estómago al encapuchado.

— ¡Líder! — gritaron el resto de los Caribbean Bladers.

— Wow ¿Tyson de verdad hizo eso? — preguntó Hillary impactada por la acción de su amigo.

— Ya es el compañero que yo quería. — habló Daichi con ojos brillantes.

— Escúchame bien, no compares a Leela contigo. Ella es una de las mejores personas que han pisado este planeta y puedo decirte que sus pensamientos son los más puros y llenos de buenas intenciones. Por ahora le falta aprender pero confío en que lo hará y nos dejará a todos con la boca abierta. Tú no la conoces, así que no permitiré que hables de ella como si supieras. — dijo Tyson colocándose delante de la mencionada, como cuando eran niños y la defendía de los bravucones que la molestaban.

— ¡Así es, Leela es un sol cara de rata! — gritó sorpresivamente Candy siendo tapada la boca por su Madre a la brevedad.

El enmascarado se reincorporó con una ligera risa para segundos después corresponderle el golpe en el estómago a Tyson dejándolo en el suelo — Solamente digo la cruda realidad y es esa, si no son capaces de tomarla entonces están confirmando mis sospechas. — dió la espalda a los demás y empezó a caminar hacia su grupo — Es hora de irnos, cuídense G-Revolution, lo que sucedió esta noche fue una probadita de lo que les espera más adelante, puedo decirles que no seré tan piadoso porque la próxima vez, capturaremos a sus bestias bit. — volteandose un momento añadió: — "Nos volveremos a ver".

En un abrir y cerrar de ojos los Caribbean Bladers se habían marchado provocando varios suspiros de alivio en la multitud, el más notorio fue de Kenny. Kai mostraba una mirada de sorpresa poca vista en él, ahora tenía más dudas sobre aquel hombre debido a la última frase que lanzó y que al parecer fue el único que logró entenderla. No es de extrañar, esa frase fue dicha en ruso.

¿Quién es ese tipo? — se preguntaba en su mente.

Tyson yacía en el piso sujetándose el estómago mientras lanzaba sonidos de molestia, Leela y sus amigos se acercaron a él para asegurarse que estuviera bien.

— Rayos...es muy fuerte...— hablaba el de la gorra con mucha dificultad.

— ¡Eso te pasa por ser tan impulsivo y provocarlo! — exclamaba Hillary con todas las intenciones de darle un golpe en la cabeza, sin embargo al ver que el pelinegro se encontraba mal, desistió.

— Tyson….lo siento mucho...— hablaba la ojiverde aún en estado de shock por lo ocurrido.

— No es tu culpa Lily, no te preocupes. Escucha, lo que tienes que hacer es volverte fuerte y demostrarle a ese tipo que se equivoca sobre ti, tú eres capaz de muchas cosas y sé que saldremos de esto juntos pero tú también debes poner de parte y ya no perder el control como lo hiciste la última vez. — hablaba el mencionado reincorporándose poco a poco.

— Amigo, no es por nada pero ese consejo deberías tomarlo tú también. — habló Owen pensando en que Tyson era la persona menos indicada para decir esas cosas, considerando que es el campeón de perder el control fácilmente con los demás.

— ¿Qué? Pero si yo no….

Hillary, Ray, Max, Daichi, Kai y Kenny lo miraron duramente logrando que el de la gorra se trague sus propias palabras.

— Eso no importa ahora, debemos regresar a la aldea para que revisen a Madame Yareliz. — habló Nadia posando sus ojos en el resto de la gente, sin embargo, todos tenían miradas de tristeza.

— ¿Cuál aldea? Los Caribbean Bladers la destruyeron, ahora no es más que un montón de escombros. — hablaba una mujer abrazando a sus dos hijos.

— Es cierto, estamos sin hogar y con Madame Yareliz lastimada….— otra se lamentaba mientras sujetaba su cabeza.

Nadia con una mirada de determinación se levantó mientras un hombre de estatura considerable cargaba a la peliblanca — ¡Reconstruiremos nuestro hogar! ¡No podemos permitir que los Caribbean Bladers nos vean vulnerables y asustados! ¡Les demostraremos que somos capaces de levantarnos a pesar de todo lo que nos hicieron!

Pasaron unos momentos en silencio, pero a la final todos lo decidieron — ¡De acuerdo! — gritaron al unísono enseguida en que sus rostros se volvieron a iluminar.

— Los chicos y yo también los ayudaremos en lo que podamos ya que no somos expertos en construcción. — decía Max rascándose la cabeza con sonrisa avergonzada.

— Toda la ayuda es válida, de una u otra forma. — contestó Nadia a su vez que las personas se dirigían de vuelta a la aldea, para empezar a trabajar lo antes posible — Sin embargo, deben también sacar tiempo para ustedes y entrenar. No sabemos cuando volverán a aparecer los Caribbean Bladers.

— No te preocupes Nadia, de eso me haré cargo yo. — respondió el jefe señalándose a si mismo — Organizaré un horario estricto de actividades y entrenamiento para los chicos, mezclándose también con sus labores en la aldea. — Nadia sonrió por esa idea.

— Muy bien jefe, pero no olvides que tú también tienes que ayudar, no solo dar órdenes. — hablaba Tyson con energía pareciendo que ya estaba mucho mejor del golpe recibido.

— ¡Claro que lo haré Tyson! — se defendió Kenny notándose algo nervioso.


Tiempo después, todos se encontraban parados en lo que alguna vez fue la aldea de los Motharth, ahora, tras la destrucción solo era una pila de madera y paja quemada esparcida por todos lados.

Los G-Revolution llegaron a la zona en donde estaba ubicada la casa que les había sido asignada por el tiempo que estarían allí, pero como era de suponer, encontraron montañas de madera quemada y una infinidad de escombros. Kai, Max, Ray, Daichi y Owen comenzaron a mover todos los trozos para desenterrar las cosas que se habían quedado dentro de la casa y que no pudieron ser salvadas. No hay que olvidar que cuando los caribeños empezaron a atacar, los chicos salieron de su vivienda únicamente con beyblade y lanzador en mano dejando atrás las mochilas y cosas personales que habían traído.

— ¡Nooooo! ¡Mi videojuego portátil! — chillaba el chico de gorra roja al tener el objeto destrozado y quemado en sus manos.

— ¡Mi blusa favorita! — gritaba Hillary sacando un trozo de tela en el mismo estado que el videojuego.

— M-Mi ungüento. — decía Kenny al ver que su frasco tuvo la misma suerte que las otras pertenencias, segundos después sintió las miradas de todos sus amigos — ¿Qué? Tengo piel sensible…

Leela se hallaba buscando desesperadamente su mochila rosa, en ella tenía cosas muy importantes dejando a parte sus cosas de chica. Al momento de despejar unos cuantos trozos de madera, encontró lo que estaba buscando sintiéndose deprimida al ver el estado en la que quedó su mochila con franjas rojas.

Tenía miedo de abrirla pues sabía que todo estaba destruido, incluidos dos objetos muy importantes — Lo que faltaba….— murmuraba con tristeza a la vez que sus amigos se reunían entorno a ella.

La primera cosa que sacó fue una pasta de libro sumamente destruida que poseía algunas hojas que difícilmente se salvaron de ser consumidas por el fuego, aún así, eran tres o cuatro a lo mucho, el resto de papeles estaban totalmente en cenizas. Por la expresión de Leela todos se dieron cuenta que ese era, o fue, el diario de su Abuela. Aquel que los había ayudado en su recorrido hacia Playa Sirena, la razón por la que pasaron por muchas cosas.

Todos al recordar lo que alguna vez fue, guardaron silencio y bajaron sus cabezas como si se hubiera muerto alguien. Después de un minuto aproximadamente, Ray apoyó su mano en el hombro de la rubia.

— Lo lamento Leela, sabemos que fue muy importante para ti. — habló con voz calmada sin dejar de ver el libro destruido.

— Era una reliquia, escrito por mi Abuela narrando sus aventuras aquí….— murmuraba la susodicha suspirando fuertemente — Fue una suerte que lo pude leer completo.

— Y por eso debes honrarla teniendo el mismo éxito que alcanzó ella. — habló Tyson sonriéndole a su mejor amiga, la cual, correspondió el gesto.

La rubia siguió sacando algunos objetos que no tenían la misma importancia hasta que su rostro palideció al instante — Oh-Oh….— dijo con temblor en su voz.

— ¿Ahora qué pasa? — preguntó Hillary sorprendiéndose por la expresión repentina de su amiga.

Leela sacó lo que parecía ser un celular, pero más que celular parecía un pedazo de metal sin ninguna identidad — ¡M-Mi mi teléfono! ¡Tenía una aplicación nueva, mis contactos, mis redes sociales! — gritaba de forma histérica pero cómica mientras se sujetaba la cabeza.

Tyson empezó a reír de manera descontrolada al ver la cara de la ojiverde, los demás chicos cubrieron sus bocas para evitar solar cualquier risa, incluso Kai sonrió ligeramente de lado.

— ¿Qué es tan gracioso? — preguntó la pobre joven al ver como los demás se burlaban de ella.

— Que mala suerte tienes Leela, mira que dejar tu celular en casa en el peor momento. — hablaba Max de forma amistosa dándole unos leves golpes en la espalda.

— ¿Qué? Acaso ustedes….

Los G-Revolution junto al peliazul de repente sacaron sus teléfonos celulares de los bolsillos, Kai no lo hizo pero se notaba que él también lo tenía guardado y Daichi era el único que no poseía ese artefacto pero no le importaba en lo más mínimo, ni lo necesitaba. Todos los móviles vistos estaban en perfecto estado, dejando a la rubia completamente loca.

— ¿Cómo los tienen? — preguntó sin dar crédito a lo que veía.

— Pues...por mi parte siempre lo llevo conmigo, excepto en los campeonatos mundiales y tenga que salir a luchar en el plato. Pero de ahí, en los entrenamientos es más fresco. — explicaba el de gorra alzando levemente los hombros. Los demás asintieron como diciendo que hacían exactamente lo mismo.

Leela suspiró de forma derrotada — Ya veo, normalmente siempre lo llevaba conmigo, pero ayer pensando que iba a volver a realizar ejercicios físicos para mi entrenamiento pensé que el celular me iba a estorbar así que lo dejé aquí. — terminó formando un puchero.

— Y como después hiciste tu rabieta, no regresaste a la aldea sino hasta que atacaron los Caribbean Bladers. — dijo Kenny mientras varias risas se escuchaban de fondo.

— ¡No es gracioso! — exclamaba la japonesa levantándose mientras colocaba sus manos en la cintura.

— ¡Sí lo es! — exclamaron todos al unísono, excepto Kai, quien veía de forma divertida a la ojiverde.

Leela se encontraba con cara molesta, cuando de repente lanzó un grito que hizo a los demás taparse los oídos dejando por completo su burla.

— ¡Oye porque gritas así, loca desquiciada! — exclamó Tyson gritando y señalándola acusadoramente.

— ¡Robert me dijo que lo mantenga informado! La última vez que hablamos fue antes de venir a Playa Sirena, le conté que iba a empezar a entrenar con esta tribu, le hablé del diario, lo sabe todo. Ahora que no tengo celular no podré comunicarme con él cuando volvamos a la civilización y haya señal, no quiero que se preocupe. — explicaba Leela sintiéndose mal por el europeo. Es posible que ya no pueda hablar con el susodicho hasta que regrese a Japón, por lo cual, es probable que pase mucho tiempo.

— No te preocupes Leela, seguro que encontrarás una solución para eso. — la animó Hillary sonriéndole con confianza.

— En el hotel hay telefóno, podrías llamar al número de su castillo. — propuso Max con la mano en la barbilla.

— ¿En el castillo de Robert hay teléfono? — preguntó Tyson con una mirada impactada única como si le hubieran dicho que Kai en realidad era su hermano.

— Obviamente Tyson, siendo el hombre más rico y poderoso de Alemania, cómo no habría de tener un teléfono en su casa. — hablaba Kenny de forma obvia.

Leela se rascó la cabeza empezando a reír de forma nerviosa — Lo haría pero no tengo idea de cúal es el número telefónico de su castillo, lógico que lo tenía pero en los contactos de mi celular. Ya saben, con un simple click y marcaba automáticamente. — se defendió logrando que todos tengan una gota de sudor en la cabeza.

— ¡Qué clase de mala novia eres si no sabes el número de tu novio! — reprochaba el pelinegro muy molesto.

— ¡Cierra la boca Tyson, soy tu mejor amiga desde los seis años y sé que hasta la fecha no sabes el número de mi celular, ni de mi casa! — gritó Leela lanzándole una mirada envenenada.

— ¡Obvio sé!

— ¿De veras? ¿Cuál es?

— Pues….— Tyson se puso nervioso y estaba dispuesto a sacar su móvil, sin embargo, cierta ojiverde se lo impidió tomando de su mano.

— ¡No vale que mires en tu celular, me lo tienes que decir de memoria! — exigió Leela cruzando sus brazos.

El dueño de Dragoon empezó a sudar frío porque no tenía la más mínima idea — Es el…¿911? — absolutamente todos, hasta Kai se pegaron la frente con su mano. A veces Tyson se pasaba de tonto.

— Estos millennials...— susurraba Owen de forma divertida.

Minutos después, las cosas se calmaron un poco, pero Leela aún seguía preocupada.

— No pienses en eso ahora Leela, ya sabrás que hacer en su momento. — habló Ray tratando de mandarle buena vibra.

— Y si lo que te preocupa es el celular, no temas, puedes pedirle a Robert que te compre uno nuevo. — dijo Daichi ganándose todas las miradas, incluida la de Leela que estaba cargada de odio — ¿Qué? Es multimillonario, para él comprar un celular seria como comprar un chicle en la tienda.

— ¡Jamás le pediría algo como eso! — gritó Leela dejando medio sordo al más pequeño del equipo, acto seguido cruzó sus brazos sumamente ofendida.

— Leela jamás se ha aprovechado de la fortuna de Robert, ni siquiera para pedirle cosas insignificantes. Lo que ha recibido de su parte son los obsequios que él mismo compra por voluntad, aunque claro, ella no puede recibir sin dar nada a cambio así que también le entrega una que otra cosita. — explicaba Hillary sonriendo hacia la ojiverde.

— Los detalles a mano son lo que más le gusta...— murmuraba Leela con aires de enamorada mientras veía al cielo.

Todos se quedaron callados pensando en lo dicho anteriormente hasta que Owen decidió romper el silencio — Pero aún así, siendo tan rico, si tu le dices que perdiste el celular es capaz de comprarte toda la empresa de Apple. — añadió más a modo de broma, pero no estaba seguro del todo considerando la gran influencia monetaria que poseía el Jurgens.

— No seas exagerado Owen...— dijo Leela formando un puchero infantil haciendo reír a la mayoría de sus amigos.


Mientras tanto, ubicado en la bella Alemania, dentro de una gran construcción el reloj local estaba a punto de marcar las dos en punto de la tarde. El cielo se encontraba despejado, el viento típico de la región soplaba moviendo ligeramente las hojas de los pinos y las ventanas de la fortaleza.

Dentro del mismo castillo, en una oficina grande bellamente decorada con cosas muy finas y antiguas, se veía al amo y señor de todas esas tierras incluida la fortaleza, sentado en un sillón grande frente a un escritorio de considerable tamaño.

La mayor parte del mueble tenía papeles perfectamente alineados entre sí, en donde estaba escrito algunos asuntos muy importantes con respecto a la empresa perteneciente a la familia alemana. Robert veía atentamente su ordenador portátil leyendo un hotmail que uno de sus socios le había mandado esa misma mañana. Conforme avanzaba la lectura, su rostro cambiaba a uno más serio, incrédulo, molesto y por último calmado.

Se dejó caer en su asiento a la vez que llevaba ambas manos a su rostro, en señal de que estaba harto de la situación, o más que nada, de la inmadurez que podrían llegar a tener ciertas personas. Segundos después alguien tocó a su puerta.

— Adelante. — exclamó con voz neutra.

A la brevedad entró una dama con cabello castaño mientras cargaba una charola con una taza de café y algunos bocadillos. Se trataba de su hermana menor, Silke Jurgens.

— Hola Robert, hice café para que puedas soportar las largas horas de trabajo que te quedan. — añadió con gracia mientras dejaba la charola cerca del escritorio para solamente entregarle la taza a su hermano.

— No tienes porque hacer estas cosas Silke, deja que Liesl o Gustav lo hagan. — respondió el germano aceptando la taza de porcelana fina.

— Lo sé, sin embargo quise hacerlo yo misma aprovechando que tengo un espacio libre en mi agenda, además, no bajaste a almorzar por lo que me tomé la molestia de traer algunos bocadillos. — señaló la alemana demostrando que se preocupa por su hermano, sin embargo, al ver el rostro tan apagado de él se dio cuenta que algo pasaba — ¿Sucede algo?

Robert la miró sabiendo que Silke se daba cuenta de todo, por lo que era correcto decirle lo que acontecía con respecto a las nuevas noticias, después de todo, se trataba de uno de los socios de la empresa, por lo que esto les interesaba a ambos.

— Así es, toma asiento por favor. — la castaña no esperó una segunda orden para sentarse en la silla del frente, esperando pacientemente a que su hermano comenzara a hablar — El señor Ferdinand decidió renunciar al convenio, a partir de ahora se saldrá de nuestra empresa y dejará de apoyarnos con el nuevo producto propuesto, retirándolo de nuestras manos por completo. — habló con pesar, sin embargo, pareciera que eso no le afectaba tanto realmente ya que tomó uno de los bocadillos traídos por Silke y se lo llevó a los labios.

La alemana sin embargo se encontraba sorprendida por lo dicho anteriormente, bajó su mirada para pensar en algunas cosas y al volver a enfocar sus ojos en su hermano, supo la razón del porqué se dió todo esto. Ha decir verdad, era la segunda vez que les pasaba.

— ¿Lo mismo que el señor Alphonse, no es así? — preguntó frunciendo el ceño, Robert simplemente asintió con la cabeza. Silke dejó salir un ligero suspiro — Y a tu parecer ¿Qué opinas de todo esto?

— Con el primero ni siquiera llegamos a tener un trato. Aún así, respecto al señor Ferdinand, es una lástima que se retire, no niego que para nuestra empresa representará una pequeña baja debido a la pérdida de este producto. Pero nada que no se pueda controlar. — hablaba el alemán de forma tranquila tomando otro sorbo de café.

— Es cierto que este producto nunca fue tan relevante como los que ya tenemos en el mercado, pero de todos modos es una lástima. — la castaña se levantó de su asiento dispuesta a irse no sin antes decirle una última cosa — Robert, te conozco muy bien...— formando una sonrisa preguntó: — ¿Ella lo vale verdad?

El mencionado simplemente sonrió ligeramente, ese gesto fue suficiente para la germana retirándose de la habitación cerrando sutilmente la puerta. Robert enfocó su mirada en una pequeña caja de madera, la cual en la parte de arriba tenía escrito la palabra "LOVE" y sus respectivos nombres con tinta negra, mientras que en cada lado del objeto se podía apreciar cuatro diferentes fotos de él y Leela. Lo que la hacía especial era que la rubia le había dicho que esa caja la hizo con sus propias manos.

El germano se levantó de su silla para estirar las piernas un momento dirigiéndose a la ventana para admirar el paisaje, su vista de repente se enfocó en el cielo despejado y enseguida se preguntó sobre lo que estaría haciendo Leela en esos momentos, esperaba que se encontrara bien y que esté realizando su trabajo con el éxito correspondiente.


Volviendo al Caribe, en este lugar eran apenas las siete de la mañana, por lo que el amanecer ya estaba en todo su esplendor. La ojiverde se encontraba con su mirada fija en el cielo despejado sentada en una roca, el viento movía ligeramente su cabello, después de una terrible noche algo de calma le venía muy bien, sin embargo, no dejaba de pensar en las palabras que el enmascarado mencionó antes de que se retirara con su equipo. Como dijo Tyson, estaba dispuesta a probar que él se equivocaba, a pesar de que aún seguía confundida con ciertas cosas. De repente, una voz chillona se hizo escuchar.

— ¡Oye niña, si no vas a ayudar, vete a casa! — la ojiverde volteó para ver a Tyson parado a unos metros detrás de ella con una gran sonrisa.

— ¡JA! ¡Ayudaré más que tú, Don Comedia! — dijo Leela corriendo hacia él para empezar con la reparación de la aldea.


Listoooo!

Capítulo número 14 finalizado!

Espero que les haya gustado, honestamente este capítulo no me costó tanto trabajo como los otros, seguramente porque mis ideas fueron más claras y sabía muy bien hacia donde guiar las cosas.

Amiga lovelywoods espero que no me mates por haber utilizado a Silke de nuevo sin pedirte permiso jeje esque queria enserio escribir la escena de los hermanos Jurgens.

Hablando de esa escena, es una pequeña introducción para algo que tengo pensado desarrollar más en el futuro, asi que recuerden eso y pilas! :)

Bueno, nos vemos en el siguiente capítulo!

Bye bye!