La mujer mayor frente a Eska; le habló con tono elevado; decía qué estaba haciéndose vieja y pronto dejará de servir como mujer. Le ordenaba escoger pronto a unos de los pretendientes qué ha elegido para ella. La maestra agua solo podía ignorarla, fingir que no la escuchaba. Se recordó a sí misma que la última vez qué elevó la voz inclusó a un tono más alto que su madre las cosas se pusieron peor.

Eska esperaba con ansías el día en qué le dieran la noticia de que su progenitora había fallecido. Estaba convencida de que ese día por fin podría respirar la libertad.

"Molestarme es lo único que sabe hacer"—pensó con enojó en referencia a su madre. Mientras sus brazos reposaban sobre la barandilla del balcón de su dormitorio.

La ventisca fría llevaba sus cabellos hacia todos lados; le golpeaban la cara y le quitaban la hermosa visión del paisaje congelado lo único que podía ver ahora era el oscuro café de su pelo.

— Eska.—llamó Malina.

La mujer joven sacó el aire frío por su boca como hacen los toros al ataque. Casi llora del coraje. Su madre estaba nuevamente ahí para arruinarle la vida.

— ¡Eska! —llamó esta vez con menos paciencia.

Eska se dio la vuelta tan lenta como si su vida fuera demasiado larga.

Fue directamente sorprendida al ver al desconocido; sonriéndole de cierta manera, ella casi ha tenido que salir corriendo a vomitar.

— Éste joven es Varrick, y es hijo de una distinguida familia.

"Varrick" ¿Dónde había escuchado ese nombre? Ah, sí, ya recordó. Y con ello su cabeza juntó muchas memorias más.

Ésta vez no hizo ningún esfuerzo por contenerse. Dejó qué su cuerpo hiciera lo suyo. Provocó que vomitará en su totalidad la cena de esa noche; a los pies de ese muchacho y por supuesto, de su madre.

La madre supo de inmediato que su tonta hija lo había hecho a propósito.

Lo qué siguió; Eska prefiere no recordarlo. Los castigos de la madre suelen ser severos y dolorosos.

Desna permanecía preocupado. Sabía qué Eska no podía durar ni un minuto más cerca de Malina. Su hermana corría el riesgo de enloquecer por culpa de madre.

No mentía pero cada noche la pasaba despierto pensando en las opciones para alejar a su melliza de la progenitora que comparten. La opción más aceptable sería inventar una excusa para que Eska se vaya un tiempo a casa de sus tíos.

Desna sabía muy bien cuánto le va a costar separarse de ella. Sin embargo, no hallaba otra opción.

Mañana se lo diría. En ese tiempo pensó en encargarse él solo de la Tribu.

Pero nada de aquello se hizo pues fue a la mañana siguiente cuando recibieron la inesperada visita del Señor Zuko.

Desna, como actúal Jefe lo recibió y aceptó la invitación que les hizo a su hermana, Eska y a él.

La invitación a la Nación del Fuego resultó ser la excusa perfecta para alejar a Eska de la madre.

-

Eska no fue capaz de pararse de la cama sin ayuda; afortunadamente llegó Desna antes que cualquier sirviente. Odiaba cuando la miraban con lástima o en todo caso; con terror cuando les amenazaba con matarlos si la seguían lastimando.

Su hermano fue cuidadoso al curar cada una de sus heridas externas e internas. El bastón de la madre causa mucho daño cuando se usa con tal furia.

Desna comenzó hablándole sobre su boleto de salvación. Le contó cada detalle de su plan. Eska estuvo de acuerdo haría cualquier cosa para escapar lejos de las garras de madre.

El hermano sugirió esperar por lo menos tres días para dejar que sus heridas sanarán. Eska le respondió con un "No". No quería aguantar más tiempo las réplicas y maltratos de madre.

Desna entendió.

En lo qué Desna corría a ordenar a los sirvientes que preparen las maletas de los dos. Eska lloraba en silencio. Odiaba tener qué dejar el lugar de su nacimiento. Para ella no existe ningún otro lugar qué la haga sentir tan bien como casa.

La madre se opuso por supuesto; Eska debía quedarse para casarse y dar herederos para seguir con la línea de sangre. Ya qué es la única que puede tener hijos propios. Su hermano no puede. Desna fingió molestía; le dejó claro a su madre que el Jefe aquí es él. La madre se disculpó con su hijo. El maestro agua sabe muy bien qué la mujer aceptó sus réplicas por el hecho de ser varón. La Tribu del Norte sigue siendo machista.

— Irémos en uno de mis barcos.—dijo el Señor Zuko.

— Sí.—contestaron Eska y Desna al unísono.

Pero antes de partir la madre llamó a su hija.

— Eska.

La mujer joven rodó los ojos, pero obedeció, fue a dónde la mayor estaba.

La madre la miró con ojos fuertes y autoritarios. Le dijo:

— Eres mi mayor error. Continúa desobedeciendo y no llegarás a nada.

Eska escuchó pero ésta vez no respondió.

La madre de inmediato se dió la vuelta y regresó a su hogar. Eska la miró de reojo, alejándose. Entonces; pensó con furia. "Ojala te mueras".

El interior del barco de la Nación del Fuego es cómodo. Los gemelos no se quejaron. Aunque, todavía no saben las razones por las qué el Señor Zuko les invitó a ese lugar tan caliente.

Eska tiene la motivación de qué por fin dejará de ver a la madre. Y podría ser si tiene suerte conocerá a una de sus mayores inspiraciones; La Señora Azula.