Resumen: Si Akane tan sólo supiera que la nieve trae la suerte ¡Pero vaya saber uno si es buena o mala!
Advertencia:OOC –Intentaré evitarlo como me sea posible pero no prometo que lo logre, el que avisa no traiciona– y OCs.
Disclaimer: Los personajes Ranma ½ no me pertenece y este fic está hecho sin fines de lucros.
Capítulo I: Nieve
Es bien sabido que, en varias ocasiones, la vida toma decisiones de las cuales nosotros no somos capaces de evitar o declinar. Hay cosas que tienen que pasar sólo porque así está decidido y no se puede cambiar, no importa si uno viaja por el tiempo y trata de evitarlo, aquello sucederá sea como sea y hagas lo que hagas.
A veces, aquellas cosas que la vida decide por nosotros, pueden ser totalmente sorpresivas y algo desagradables o espantosas dependiendo que nos toque sufrir, como por ejemplo; la muerte de un ser querido que nunca jamás podrá ser reemplazado en tu vida. O terminar con aquella persona de la cual habías estado perdidamente enamorado, sólo porque te animaste y te diste cuenta que esa persona te puso los cuernos más grandes que los de un venado.
Pero no todo es malo.
Muchas personas se molestan en ver el lado malo de la vida, y los buenos y agradables momentos que está te da quedan totalmente en el olvido. Un tanto injusto ¿No? Porque por cada desgracia que recibimos podemos ser recompensados con cosas realmente maravillosas, pero como todos estamos cegados y aseguramos que la vida puede ser una verdadera porquería con nosotros, nunca somos capaces de ver las buenas cosas que ésta te da. Son minúsculas al ojo crítico humano.
Ranma era un prototipo capacitado para demostrar este hecho. Tenía más problemas de lo que uno se podía imaginar. Pero a pesar de todos sus males, Ranma poseía algo que la vida había decidido darle como compensación de todos sus males, algo que podría perder, o que más bien estaba perdiendo poquito a poquito, todo gracias a él mismo. A él y su enorme boca que en cada momento encontraba la forma de hacer que su autoestima baja hasta darse contra el suelo cuando lograba al fin elevarla de este.
Akane se abrazó cuando una corriente de aire frío chocó contra su cuerpo envuelto en un abrigo amarillo, gruesos guantes y bufanda de lana. A pesar de la fría ventisca que cada tanto colisionaba contra su pequeño cuerpo siguió caminando con la mirada perdida en el suelo. El invierno había empezado no hace mucho, aunque la nieve se había adelantado en caer casi dos o tres semanas antes.
A ella no le importaba que su cuerpo estuviera tenso por el frío bestial que congelaba todo a su paso. Ni tampoco que mientras ella estaba perdida en su mente, el día le había dado paso a la noche. Se mantenía con la cabeza gacha, la mirada perdida y la mente torturada.
Había llegado a un punto que ya no era capaz de soportar más. Estaba totalmente harta, estaba mentalmente agotada. Había llegado a su límite de paciencia en donde era incapaz de seguir aguantando los malos tratos de parte de Ranma, de ser despreciada como persona y casi siempre humillada ante las otras prometidas que esté poseía. Que sí ellas eran más bonitas, que eran mejor cocineras, eran más femeninas, con mejores atributos, mejor peleadoras. Toda persona tiene un límite de paciencia y Akane al fin había estado tocando fondo, era incapaz de seguir aguantado al engreído de su prometido y sus constantes ataques a su persona, rebajándola a tal punto de convertirla en un cero a la izquierda a comparación de otras. Pero todos tienen su límite.
Siempre comparándola, siempre juzgándola, siempre recordándole que no era lo suficientemente buena para… simplemente todo lo que hacía parecía que no era tomado en cuenta.
Akane sabía que no era ni la más hermosa, ni la mejor cocinera, ni tampoco podía considerarse una gran peleadora. Pero era ella ¿No? ¿No valía el hecho de que nunca se había aprovechó de él si estaba hechizado? ¿Que siempre estuviera para ayudarle si lo necesitaba?
— "No importa lo que haga… "—Suspiró suavemente, resignada —"Se vuelve la mismísima nada a comparación de lo que hacen ellas."
Hacía tanto frío que incluso ya había empezado a nevar. Pequeños copos blancos se amontonaban en el suelo, en los tejados, sobre los árboles, lo que alguna vez fue pasto verde ahora sólo había nieve que tapaba todo lo que había a su paso, en cada lugar que era posible, lo que uno podía ver era blanco. Sonrío levemente, de algún modo la nieve le era agradable en aquel momento. Vagamente pudo recordar a su madre sentada en la sala de la casa mirando como la nieve comenzaba a apoderarse de su patio con su rostro maravillado ante tanta blancura.
Siempre, cuando empezaba el invierno y la nieve caía desde un cielo oscurecido, ella se sentaba con una taza de chocolate caliente entre sus manos a mirar como la nieve caía.
—Mamá amaba la nieve —murmuró con la vista perdida en los blancos copos que descendían del cielo hasta chocar con lo primero que encontraban.
Vio como poco a poco más copos se iban acumulando hasta transformarse en pequeñas montañas blancas en mitad del camino. Hizo una mueca cuando cayó en cuenta que había estado la mayor parte del tiempo afuera con aquel clima que lograba hasta escarchar los huesos, posiblemente su hermana Kasumi junto a su lloroso padre estarían preocupados por no verla llegar. No era muy normal de su parte estar mucho tiempo en la calle sin avisarles de adónde iba a estar.
Sin más se disponía a caminar rumbo hacía el dojō cuando un bulto en el suelo le llamó la atención, al principio no le tomó importancia, pensó que sólo era nieve, pero cuando el bulto tembló haciendo que la nieve cayera dejando a la vista el rostro de una chica pálida e inconsciente le dejó en claro que aquello no era sólo nieve.
No había nadie en la casa cuando llegó. Se las arregló para llevar a la chica desvanecida por las escaleras y dejarla en su cuarto, no tuvo otra idea en donde dejarla. Estaba helada, el rostro demasiado pálido, casi como un cadáver, y los labios habían tomado un color morado que era preocupante. Tan pronto estuvieron en su cuarto, la cambio de ropa por uno de sus pijamas y la metió entre las sábanas y casi tres acolchados de lana gruesa.
Prendió la calefacción mientras buscaba ropa para cambiarse, miró por un momento a la chica en su cama, completamente ignorante de donde estaba. Agarró la ropa mojada y se fue directo al baño donde puso la a secar. Luego bajo y recogió el abrigo amarillo que había dejado tirado en la entrada.
Cuando fue a la cocina a preparar algo de sopa caliente para la chica, se encontró con una nota de Kasumi del paradero del resto de la familia. Aguas termales, incluso Kasumi había dejado la dirección por si Akane quería ir a reunirse con ellos.
Más preocupada en atender a su invitada de improvisto, Akane buscó en la nevera algo que le sirviera para preparar la sopa. Era una sopa ¿no? No podría salirle tan mal.
Momentos después, un brebaje color morado de extrañó contenido se cocinaba a fuego lento. Puso el extraño brebaje en un cuenco y lo llevó hasta el cuarto. Dejó el plato con sopa morada a un lado y revisó a la chica, su rostro había tomado color y el tono morado de sus labios se había suavizado, por suerte no tenía fiebre.
Akane suspiró aliviada.
—Por lo menos se ve mejor. Me preguntó si debo despertarla —habló consigo misma.
Sin embargo no se vio con la obligación de hacerlo, cuando los párpados empezaron a temblar para comenzar a abrirse lentamente. Akane se quedó dura, casi sin respirar cuando los ojos marrones de la chica se fijaron completamente en su persona y reaccionó casi al instante cuando la vio intentando levantarse de la cama.
— ¡No te levantes todavía! —puso una mano sobre su hombro —. No sé cuánto tiempo estuviste bajo la nieve. Por favor, debes descansar.
La chica la miró confundida y deslizó los ojos por el cuarto.
— ¿En dónde estoy? —susurró con voz débil, siendo apenas un sonido audible a pesar del silencio en la habitación.
—Estas en mi casa —contestó Akane antes de decirle—. Será mejor que te recuestas ¿Te sientes bien? ¿Te duele la cabeza? ¿Te sientes mal? Creo que tengo algo para el resfriado, si quieres.
—No, gracias. —respondió.
Aún desorientada, hizo caso a la indicación de Akane y se volvió acostar en la cama. Mirando por un largo rato el techo, antes de bajar la vista hasta su anfitriona.
—Perdona pero, ¿Cómo te llamas? —le consultó entregándole una mirada curiosa.
— ¿Eh? ¡Ah! Me llamo Tendo Akane —inclina la cabeza —. Un gusto.
—Igualmente, ¿Tendo-san?—susurra la chica y sonríe levemente —. Me llamo Yoshino Shuka. Gracias por salvarme.
—No tienes por qué —tartamudeó sonrojada Akane —. ¡Ah! Te traje algo de sopa. Después de estar bajo la nieve algo caliente te hará bien.
Yoshino-san se sentó en la cama dejando que Akane pusiera el recipiente con sopa morada en su regazo. Pareció no notar el color de la sopa o las burbujas que parecían formar una calavera con huesos cruzado, ni tampoco los trozos de verduras que parecían carbón, por lo que no dudo en poner una cucharada de la sopa de Akane en su boca.
Akane la miró expectante mientras Yoshino-san se llevaba la primera cucharada a la boca. Uno… dos… tres cucharadas.
— ¡Yoshino-san! —gritó cuando los efectos de su sopa dieron resultado.
La frente, de Yoshino, se ensombreció a la cuarta cucharada. Los ojos se le fueron hacía atrás y espuma blanca comenzó a salir de su boca mientras caía noqueada a un costado de la cama.
— ¡Akane, ya llegamos! —La dulce voz de Nodoka llego desde la planta baja de la casa — ¿Estás en casa?
— ¡Tía Nodoka, auxilio!
Yoshino-san sonreía. Con las mejillas hundidas, volviendo al color pálido de un cadáver luego de vomitar todo el contenido de su estómago, pero sonreía y estaba viva. Eso era lo que importaba ¿no? La idea de tío Genma de tirar el cuerpo de Yoshino-san por un descampado y limpiar cualquier rastro de evidencias podía al fin ser desechado.
—Tranquila, Tendo-san. Estoy segura que no lo hizo apropósito —repitió con afabilidad —, así que quite esa cara por favor.
El aura que rodeaba a Akane era deprimente y oscura. Muy oscura. Toda la familia Tendo-Saotome estaba reunida en el salón junto a su invitada, bebiendo té con galletas cortesía de Kasumi luego de que Yoshino-san hubiera sido arrastrada al baño para vomitar la sopa de Akane y después que se cambiara el pijama por su ropa que al fin estaba seca. A pesar de que Yoshino-san no parecía tomarle gran importancia, Akane seguía sintiéndose culpable.
—Lo lamento, Yoshino-san —volvió a decir, inclinándose.
—No importa, no importa —contestó moviendo la mano, restándole gravedad al asunto.
—Estoy realmente sorprendido —dijo Ranma, llamando la atención de Yoshino-san —, normalmente nadie sobrevive a la comida de Akane. Es como comer veneno, se puede considerar suicidio el sólo probarlo por voluntad.
Su prometida al lado le lanzó dagas con los ojos mientras un aura de odio y fuego la rodeó. Yoshino-san se rió.
—En realidad, yo conozco a alguien que cocina igual que Tendo-san —cascadas salían de sus ojos, sonriendo forzosamente —. La única diferencia es que esa persona lo hacía apropósito como métodos de castigo y tortura.
— ¿Alguien que cocine peor que Akane? —Nabiki parpadeó antes de beber su té — ¿Esa persona realmente existe?
— ¡Nabiki! —gritó Akane.
—En realidad es un arte de combate, a los que practican este arte se les llama; Kukku ma. El punto en este arte es envenenar a tu contrincante antes de que sea capaz de darse cuenta, cuando dan el primer bocado a su platillo sin pensar que fue hecho por un Kukku ma están fuero de combate. Si tenían suerte morían rápidamente, sino —el rostro de Yoshino-san oscureció por el pavor—… padecían terribles dolores hasta llegar a su muerte. El objetivo de un Kukku ma es matar al contrincante antes de que esté lo sepa —bebió de su té y suspiró profundamente—. Sin duda un técnica aterrado, morir comiendo ¡Eso es completamente ruin! ¡La comida hay que apreciarla, no desperdiciarla! —de pronto se giró hacía Kasumi y la señora Nodoka—. Por cierto, muchas gracias por avisar a mi casa mientras estaba vomitando.
Una gota gorda cayó de la cabeza de todos los presentes, a excepción de Kasumi, al ver lo rápido que cambiaba de tema.
—No hay de qué —Sonrío simpáticamente la Tendo mayor.
—Yoshino-san —llamó Nabiki, ganándose la completa atención de la invitada—, ¿usted sabe bastante de artes marciales? ¿Por causalidad no viene hacer algún reto a nuestro dojō?
El rostro de la muchacha cambio a uno más serió. Bebió de su té para luego pasar la mirada por cada una de las personas que allí vivían, que le devolvían la mirada con la misma seriedad. Incluso el tío Genma y el tío Soun tenían gotas de sudor que caían por sus barbillas.
—… ¿Tienen un dojō? —Yoshino-san los miró ladeando la cabeza a un costado.
Todos cayeron de espaldas.
—Bueno —Akane se rio nerviosamente —… es obvio que Yoshino-san no ha venido para hacer un reto al dojō.
—No, bueno… vine a Nerima porque me han dicho que han estado sucesos extraños por estos lugares —Yoshino-san miró al techo frunciendo el ceño—. Sobre una mujer pelirroja que ha estado causando desastres, que aparece en un momento y luego desaparece sin más ¿No es raro? Uno de los vecinos reportó la presciencia de una mujer ha estado causando desastres desde hace bastante tiempo.
Silencio. Nadie movía un musculo, la sonrisa de Akane era forzada y Ranma parecía estar sudando frío. Los señores Tendo y Saotome se miraban de reojo y Nodoka apretaba la katana que tenía en mano, mientras Nabiki comía otra galleta lentamente con la mirada fija en Yoshino-san y Kasumi se había retirado a la cocina por más té.
Yoshino-san suspiró.
—Sin embargo, mientras estaba buscando indicios sobre la mujer pelirroja, comenzó a nevar, me resbale y me golpeé la cabeza —contó frotándose la cabeza donde podría estar saliendo un chichón. Una nueva gota cayó de la cabeza de los Tendo y Saotome, Yoshino-san sonrío hacía Akane —. Si no fuera por usted, Tendo-san, me hubiera muerto de hipertermia o algo peor me hubiera pasado, gracias.
Un abanico dio de lleno en la cabeza de Yoshino-san, dejándola tendida en el suelo como trapo usado. Una mujer, vestida con un kimono y cabello agarrado en un moño, entró con el rostro contraído en desdén siendo acompañada por Kasumi que miraba preocupada a Yoshino-san. La mujer se sentó en el suelo e hizo una profunda reverencia.
—Lamento las molestias que mi Shuka pudo haberles causada —dijo la mujer aun haciendo la reverencia.
—No, no, no es necesario —se apresuró Soun Tendo riendo entre palabras.
— ¡Madre! —reaccionó Yoshino-san levantándose del suelo —. ¡No era necesario que me golpearas con el abanico!
Otro abanico dio de lleno en la frente de Yoshino-san volviendo a dejarla en el suelo. La mujer se irguió con una elegancia digna de envidiar y miró a Yoshino-san desaprobatoriamente.
— ¡Agradece que esta familia te haya abierto las puertas de su casa! —suspiró con enfado —. Shuka, sabes que no puedes ir sola a estas casos ¿Y si te hubiera pasado algo? Te dije que esperaras ¡Casi me da un ataque cuando no te encuentre! —su ceño fruncido parecía una leve inclinación de sus cejas—. ¿Cómo crees que reaccionó tu esposo cuando nos llamaron diciendo que te habían encontrado inconsciente en la nieve?
Yoshino-san bajó la cabeza, mientras volvía a sentarse.
—Lo lamento, madre.
La mujer asintió.
—Y espero que lo lamente mucho —encaró a la familia Tendo-Saotome que estaban expectantes de la escena producida en su salón— ¡Qué modales los míos, ni siquiera les dije mi nombre y entre en su casa! —exclamó la mujer horrorizada, volvió a inclinarse en una reverencia —. Lo siento, mi nombre es Yoshino Inori y la chica que permitieron entrar a su casa es mi nuera, Yoshino Shuka, muchas gracias por cuidar de ella.
Y usando una de sus manos obligó que Shuka hiciera una reverencia similar a la suya, sólo que era con el rostro pegado al suelo.
— ¿Nuera? ¿No es su hija? —dijo Nodoka, sorprendida.
—No, ella es la esposa de mi hijo —aclaró Inori irguiéndose con su elegancia y dando una pequeña sonrisa, que parecía nada más un muy sutil movimiento de labios. Cada expresión o emoción que su rostro dejaba entre ver era opacado por la fría expresión impenetrable de la mujer, casi como si su cara fuera incapaz de mostrar algún sentimiento como lo haría una persona normal.
Shuka al fin pudo sacar la cara del suelo y bufando mientras se frotaba la frente.
— ¡Madre, no es necesario que se lo digas a todo el mundo!
— ¡Claro que sí! Tengo que encargarme de correr la voz de que tanto mi hijo y tú ya están felizmente casados. Me funciono durante su compromiso, tuve suerte; convivieron juntos de pequeños, fue más fácil alejar a las víboras, no dudo que me vuelva a funcionar ahora que están casados—contestó con seriedad. Le regalo su muy sutil movimiento de labios a la familia—. Fue un gusto conocerlos, pero Shuka tiene que volver a casa, mi hijo debe de estar muy preocupado por nosotras.
Una vez que las mujeres Yoshido se fueron, con Shuka sonriendo y siendo arrastrada por un brazo por Inori mientras exclamaba despedidas a los Tendo-Saotome y asegurando que vendría a visitarlos con pastelillos como agradecimiento. Los miembros de la familia, a excepción de los más jóvenes, a se volvieron a reunir en el salón con tío Genma y tío Soun mirándose con gestos agrio.
—Tendo.
—Saotome.
— ¡Tuvimos que haber usado ese truco, Tendo! —exclamó con lágrimas en los ojos, Saotome Genma.
— ¡Sin duda, Saotome —Tendo Soun lloraba con la misma agonía que su amigo—, capaz y ahora nuestros hijos ya estarían casados!
— ¡Y tendríamos nietos!
— ¡Querido, por favor, compórtate! —exclamó Nodoka tanteando la kanata.
Llorando cuales bebés, a moco tendido y con toda la fuerza de sus pulmones, uno miró con terror a su mujer mientras el otro seguía llorando en un rincón. Nabiki los veía desde un costado mordisqueando una galleta con el rostro inexpresivo.
—Idiotas.
—Nabiki —La mayor de las hermanas observó con extrañeza la escena que se presentaba en plena sala—, ¿qué les pasa a papá y al tío Genma?
—Nada, Kasumi, nada. Lo mismo de siempre.
Nota:
Al fin... luego de tanto, me digno a publicar algo ¡Y de Ranma 1/2! Hace siglos que estoy esperando este maravilloso momento. :D Pero soy tan estúpida que me tarde más de cinco años en escribir algo JAJAJAJAJA. Que alguien me abofetee. :c
Como verán Akane está harta… la verdad, es que nunca pude entender cómo era que Akane aguantaba tanto a Ranma, bien dicen que el amor es perdona todo. Sin embargo, como toda persona tiene un límite y creo que es hora de que Akane llegue al suyo. A partir de esta simple idea nació este fic. (Fue un hermoso momento en donde recordé mis tiempos de niñez (?)
Si leíste la nota y aún así sigues leyendo esto, pon en tu comentario: me como los mocos que son de coco, en el inicio y te entregaré un sensualon/a… el que tú quieras. (7w7)r (? Si te preguntas por qué te pido esto... porque sí y porque puedo. (?
¡Besos con caramelo!