Fic
El Magnate
Por Mayra Exitosa
Hacía años que deseaba, pero cada vez se volvía imposible, William Albert Andrew, quería ser feliz. Lo tenía todo, un millonario codiciado, soltero aun, eso era lo que más causaba curiosidad, pues ya era mayor a sus treinta y cinco años, pero no fue por falta de decisión, había estado con algunas mujeres, pero algo pasaba, pues para callar rumores, Johnson su administrador pagaba.
Así empieza esta historia, el calvario de la soledad, en su cuarto solo, dentro de su tina se ponía a pensar, que un don se recibe con gratitud, que ser listo y tenerlo todo es un compromiso. Pero esa soledad, no hacía precisamente de su gusto, se imaginaba a una y a otra de las muchas damiselas que había conquistado, si, mientras las imaginaba desnudas, ardientes y apasionadas… el suavemente tallaba de arriba abajo en la tina, hasta culminar sus deseos, al continuar soltero, solo y… sin novedad, se animaba agradecido y viendo hacia su entre pierna con un dejo de tranquilidad agregaba
- ¡Bien hecho amigo! Ya tu dueña algún día llegará.
Salía colocándose la toalla en la cintura, otro día más, la oficina, el entrenamiento cada día un poco más fuerte, así al menos estaría agotado y ya no pensaría en todos los sufrimientos que había pasado años con año.
Aquella ocasión en que Tania, mi compañera de curso de secundaria, deseaba su primera vez, yo no me sentía seguro, era aun muy joven, era inmaduro, pero no podía evitarlo, esas chica tenía dos grandes razones al frente y como deseaba iniciar. Ella una tarde me seguía segura, parecía muy madura, y leyendo unos poemas en el salón, luego unas dedicatorias de música en el baile de graduación, la entrega de papeles y la separación, no deseaba perder el tiempo, definitivamente me convencería y yo que no tardaría en darle una demostración de cuanto la deseaba, ella… perdía la razón, no sé cómo, salía asustada.
- Si, George, ella deseaba y yo… no pude detenerme, ella quería pero, no le hice nada.
- Tranquilo muchacho, ella se lo pierde, le falta madurar, cuando sea mayor, se arrepentirá de no haberte aprovechado, tu siéntete tranquilo, no hiciste nada mal, ella lo deseaba y como toda mocosa, se arrepintió al final, no sabe lo que es un hombre de verdad. Vamos, tenemos que viajar, aquí me encargo de las murmuraciones de esa chiquilla, ella.
Meses después volvía a ocurrir, era Carolina, estaba dos grados menos en mi colegio, ella decía tener experiencia y yo sería supuestamente el tercero, al parecer, no comprendía porque le gustaba tanto estar con varios o solo presumía de experiencia, no lo sé, tal vez quería sorprenderme de exceso de madurez, porque primero inicio con sus labios carnosos, y créeme, aguante todo lo que mi resistencia en aquel tiempo podía, luego dijo que con el pecho, ¡Dios! Ya estaba emocionándome, pero cuando deseaba que saliera completo de mi pantalón y no estar jugando solo por partes, asustada y medio aterrada, se disculpaba, al parecer se sentía mal, algo no le agradaba o tal vez fue que en esos momentos, llegaba la supervisora a revisar las habitaciones, ella corrió desesperada en sus manos se llevo mis pantalones, de inmediato me metí a mi cama, me cubrí y me hice el dormido, al día siguiente no sé como es que llegaba George, que teníamos que irnos, con el tiempo me entere que para que no diera rumores la dama, había cubierto una beca completa por todos los años escolares a la joven ex experta, Carolina, me hizo sentir grandioso, no sé porque se asustó y estaba tan feliz, cuando solo iniciaba, eso jamás concluyo.
Después de aquella ocasión, George me envió a África por un año, ahí fue mucho mejor estudiar, aunque no había chicas de mi edad, algunas podía pagar, pero ninguna le convencía conmigo terminar, siempre de paga y afuera, nada dentro, según algunos comentarios, podría deshacer y no volvería a quedar servible, ¿Qué? Ni hablar, un no, es no.
Si llegue a los treinta años, los negocios mejorando cada día, ejercitándome para terminar agotado y sacar todas mis frustraciones. Mi Tía Elroy obligaba a una mujer a contraer nupcias con un negocio inglés, me sentía utilizado, había hecho un trato millonario conmigo, que no había divorcio y que si lo había, todo perdería, la joven era hermosa, si muy hermosa, no pude negarme a aceptar, Katherine seria mi esposa, por fin, mis años de espera se iban a terminar. Formaría un lazo indestructible con esa dama, alta piernas alargadas, ojos grises, cara seria, bastante atractiva, que podía pedir.
La noche de bodas, salió corriendo, que eso no era parte del trato, exageraba que yo saldría por su garganta, que no se qué tantas cosas más, todo por estar bien dotado y que eso no estaba incluido en el documento del negocio, total que mencionaba el divorcio, y que ella misma anularía el matrimonio.
Dirán que fue mi Tía la que puso el grito en el cielo, pero apenas iba a entrar en la oficina, cuando la escuche feliz, gritando alegre con Johnson, que al tramitar el divorcio, habíamos ganado una fortuna, multiplicado nuestros bienes y todo por la mujer esa que me había rechazado, que no supo valorar a un hombre de verdad, según mi Tía.
- George, fuiste muy listo, cuando estábamos cerrando el negocio con el matrimonio, me molestaba un poco, es mi único sobrino, créeme, estaba muy mortificada, quería que… él se enamorara, no meterlo en un compromiso, pero mira que listo, ella salió por patitas y nos dejo a nuestro chico, el no tiene la culpa, su don es heredado de la familia, siempre los escoceses han sido bien dotados, si, jamás podre olvidar a mi esposo, Ludovico, era esplendido y muy apasionado, maldita niña inglesa, de lo que se perdió, pues mi sobrino es uno en un millón.
Albert se recargaba en la pared, si supiera que tal vez, era un poco más dotado, que el viejo Tío Ludo, pero que más daba, la soledad continuaba. A continuar solos amigo mío, pensaba triste, acababa de firmar la anulación, misma que lo hacía más rico, pero aunque no lo aceptaran se sentía muy infeliz, pudiera decirse que era virgen a los treinta y cinco, si, todo sereno, afuera si, adentro… ¿cómo?
Hubo más chicas, compradas, vendidas, nada que fuera atractivo, siempre con condiciones y vigilancia extrema, la vida no era nada de presumir, la fortuna cada vez en incremento y en la mayor soledad, una tarde, después de estar agotado en el gimnasio personal, iría unos días a la mansión de la familia, allá en un pueblo donde la publicidad no lo acosijara con, si era gay o que otros secretos turbios había con el magnate Escocés.
En el auto iba manejando cuando vio a una mujer correr tras un animalito, frenaba de pronto y asustado, bajaba, casi estuvo a punto de atropellarla, pero ella se detenía haciendo un mohín se regresaba, bajaba su rostro y apenada se disculpaba repetidas veces, pidiendo perdón.
- Realmente lo siento, no fue intencional, este chico que es travieso y no me hace caso, ahora no podré bajarlo y va a llover, se me enfermara y se tardara de nuevo en recuperarse.
- ¿Desea que suba por él?
- ¿Lo haría usted? Es que traigo falda, vengo del hospital y mi pequeño es muy travieso, le gusta que yo lo siga, pero no puedo y mire esas nubes no tardan en llegar. Albert observaba la falda corta del uniforme blanco que portaba, era un enfermera, sus bustos redondos y priscos alcanzaban a sentirse ahogados en ese traje, al verse en el cuello la naciente de ellos ajustada, tratando de no alterarse, cambio la mirada y de inmediato subía al árbol a toda velocidad, el pequeño animalito, al parecer se trataba de un mapache blanco, algo difícil de ver, se mostraba asustado, este trataba de brindarle seguridad y el pequeño asombrado se dejaba tomar por las sedosas manos del hombre tan alto que lo alcanzaba con facilidad.
- ¡Aquí lo tiene! ¡Es hermoso! ¿Cómo se llama?
- Clin, es un travieso, pero tienen mucho tiempo conmigo, muchas gracias, vamos hay que caminar un buen tramo.
- Si desea, la llevo a su casa.
- No quisiera desviarlo, mi casa se encuentra lejos.
- Voy a Lakewood, mi casa está ahí, si quiere la puedo invitar a tomar algo, mientras pasa la tormenta.
- Bueno, queda de paso a mi casa.
- La llevare en cuanto baje mi equipaje.
- Gracias, aquí llueve muy fuerte. Tendrá que esperar, su auto se puede quedar varado.
- Bien, eso quiere decir que acepta. Ella asentía suave y con una hermosa sonrisa. Era una dama pequeña de tal vez un metro sesenta, su piel blanca tersa, sus pequeñas manos delgadas y cuidadas, el bolso decía que era precavida y su mascota al parecer la había esperado a salir de la clínica del pueblo. Sonriente, confiada y conversaba con una voz dulce, tranquila, suave, ¡Dios! Era muy pequeña, en que estaba pensando, no podía evitarlo, apenas la vi era lo que siempre había deseado, alguien con quien conversar, con quien reír, con quien… ¡ah!
. . .
Este fic es un reto de una valiosa amiga deseando sea de su agrado, les deseo de corazón feliz año 2017
Un Abrazo e a la Distancia :D
Mayra Exitosa