Disclaimer: *respira hondo mientras escribe otra vez* Pucca no me pertenece c:
Todo comenzó con un beso. Un beso travieso. Fue lo que inicio su tierna y divertida historia de amor. Lo que la motivo a seguirlo hasta el fin del mundo…
Todo empezó un día común y corriente. Ella ayudaba como todos los días a sus tíos en el restaurante, mientras esperaba a que Garu llegara a comer como todos los días a la misma hora desde que llego a la aldea.
Garu… soltó una risita de tan solo pensar en él. Desde la primera vez que visito el restaurante, no podía sacárselo de la cabeza. ¡Era el niño más guapo que había conocido! Además, tenía ese aire serio y misterioso, tan diferente al escandaloso de Abyo, que le gustaba e intrigaba a la vez. Siempre que iba a comer, ella se esforzaba al máximo por atenderlo y estar al pendiente de sus necesidades. Y muchas veces lo miraba comer a escondidas en la cocina, sin que él se diera cuenta, claro. No había duda, estaba enamorada.
Pero no estaba segura si el sentía lo mismo. Su mejor amiga, Ching, le dijo que él no hablaba porque había hecho un voto de silencio, lo cual explicaba porque nunca lo había visto hacerlo con alguien. Era tan callado y reservado, que ella difícilmente había podido acercarse a él. El asunto del voto de silencio la preocupaba, ¿Cómo le demostraría Garu si sentía lo mismo por ella, si no podía decírselo?
Pero Pucca estaba decidida a saberlo. No sabía cómo, pero lo averiguaría de algún modo. Él tendría que hacer algo, para darle a entender que también estaba enamorado de ella. Y ese era el día, el día en que ella le confesaría sus sentimientos.
Sin embargo, pasaba el tiempo, y Garu no llegaba. Estaba retrasado. Algo que no era propio del, pues tenía un itinerario bastante exigente para un niño de solo diez años. ¿Y si le pasó algo? ¿Y si se perdió? Preocupada por el bienestar de su ninja, salió a buscarlo.
Iba corriendo a toda velocidad por la aldea, escaneando en cada lugar y cada rincón en busca de Garu. Hasta que por fin lo encontró…
El venia corriendo a toda velocidad hacia ella, sin miras a detenerse. Pucca sintió mariposas en su estómago ¿Sería como en las películas? ¿Cuándo el guapo protagonista corre hacia los brazos de su amada y le demuestra todo el cariño y amor que siente por ella? Por un momento así miro a Garu, con sus brazos abiertos mientras se acercaba rápidamente hacia ella…
Sin embargo, Pucca no esperaba lo que sucedió después. En vez de abrazarla, como ella pensó que lo haría, Garu la beso. Fue un beso algo torpe y doloroso, pero a ella no le importo. ¡La estaba besando! ¡Esa era la prueba de amor que ella necesitaba!
Cuando él se separó de ella, pudo ver que se encontraba rojo como tomate, y la miraba con una mezcla de miedo y nerviosismo. A Pucca se le derritió el corazón ¡era tímido! El pobre de seguro no sabía que ella correspondía sus sentimientos. Estaba a punto de decirle que ella también lo quería, cuando escucho una risa burlesca detrás de él. Era un ninja que ella había visto una que otra vez en la aldea, y siempre molestando y buscando pelea a su querido Garu. ¿Cómo se atrevía a burlarse de el? Había hecho algo tan romántico y valiente, ¡digno de admirar! ¡Le había demostrado sus sentimientos! Y este tenía que aparecer de la nada, y arruinar el momento.
Molesta por la interrupción, lo levanto y lo arrojo tan lejos como su fuerza se lo permitió, castigándolo por meterse con su nuevo novio. Regreso su mirada a Garu, quien la miraba con la boca abierta, signo de admiración y devoción. Pucca le sonrió coquetamente, y dispuesta a demostrarle que ella también sentía lo mismo, lo beso.
Lo sintió tensarse por completo, para después alejarla y salir corriendo despavorido de ahí. Al principio Pucca se quedó un poco confundida por la extraña reacción de él, pero después sonrió ¡Era tan tímido! Pero eso no importaba, ella tenía las suficientes agallas por los dos. Y contenta y más determinada que nunca, fue a darle alcance…
Ya habían pasado diez años desde que, su ahora esposo, le dio su primer beso, el mismo día que ella también lo beso por primera vez. Garu se portó bastante tímido después de eso, huyendo de ella y de sus muestras de afecto. Pero Pucca nunca se rindió. Cada vez que ella recordaba aquel suceso, él sonreía de una manera extraña, mientras se sonrojaba a mas no poder. ¡Siempre tan timido!