Buenos días/tardes/noches mis queridos amigos invisibles. Vuelvo con otro capítulo de este fanfic renovado.

Antes de nada, quiero agradecer a la gente que comentó y dejó sus críticas. Tanto para los que resaltaron los puntos fuertes como para los que me señalaron algunos errores.

Se escribe StarLight Dust a propósito, con la L mayúscula, tiene una explicación que se dará luego.

Sin más nada que comentar por los momentos, continuemos con la historia.


Conviviendo con un Desconocido

Capítulo 1: Conociendo Ponyville

La mañana había arribado y no existía duda alguna en que la princesa Celestia había levantado el sol. Ésto logró que algunos ponis se levantaran para acudir a sus trabajos diarios, aunque otros preferían despertarse muy temprano para aprovechar y contemplar el día. También se encontraban esos pequeños potrillos que se divertían haciendo lo que fuere que hicieran los jóvenes en esos días.

Algunos rayos del astro mayor iluminaron la sala de la amplia casa de un unicornio turquesa, el cual se encontraba dormido con la cabeza hacia arriba, la boca abierta y una pata fuera del sofá rojo con detalles amarillos, al igual que la crin de StarLight.

Apenas un haz de luz llegó a sus ojos, se cubrió con la cobija para evitar el efecto deslumbrante, pero aun así era mucha claridad, lo que le obligó a arrimarse a un lado, haciendo que cayera de cara al suelo. Gruñó pues había tenido un golpe terrible.

— ¡Qué buena forma de despertar! —comentó sarcástico mientras se levantaba—. Gracias, oh, "toda poderosa Celestia". — Gritó al vacío.

Recordó lo que había sucedido el día anterior y se cubrió la boca con un casco. Le vino a la mente que Havent debía estar durmiendo y, tal vez, le haya separado del mundo onírico. Subió las escaleras lentamente, intentado hacer el menor ruido posible. Cuando llegó al piso de arriba, abrió la puerta de su habitación buscando a aquel unicornio blanco que le había visto a los ojos.

La puerta hizo un chirrido pequeño, agudo y desagradable. Lo que provocó una queja repetitiva en la mente de StarLight; no obstante, una vez pasado el pequeño susto, rezó por que el huésped siguiera dormido.

Qué suerte tuvo. El menor tenía los ojos cerrados con una sonrisa en su rostro. Se movió un poco para acomodarse en la cama, lo cual alertó a Dust, pero al ver que seguía en el mismo estado, salió cerrando la puerta detrás de sí con sumo cuidado. Ahora era un buen momento para bajar.

...

Havent Fire bostezó largamente mientras luchaba por abrir los ojos. No recordaba haber dormido tan a gusto en su vida. No quería separarse del colchón ni la almohada, que parecía tener plumas de ganso. Se dio la vuelta y se sentó al borde, sonriendo como si no existiera un mañana, o lo que era lo mismo para él, como si no existiera su ayer.

En el orfanato de Canterlot, las camas tenían una base de metal, con una colchoneta extremadamente delgada, por lo que siempre despertaban los potrillos y potrillas con un dolor de lomo o de columna, incluso ambos a la vez. Havent se preguntaba cómo no habían clausurado ese lugar, aunque ya conocía la respuesta: siempre sobornaban a los inspectores de salubridad.

«Detestables corruptos» pensó levantándose, listo para salir de la recámara. Se estiró un poco mientras bajaba a la sala, esperando encontrarse al desconocido tan amable. Planeaba agradecerle durante todo el día, si resultaba ser necesario; aunque no podía negar que deseaba salir de esa casa lo antes posible. Se sentía algo incómodo, ya que no era su hogar.

Buscó con la vista por todo el lugar, sin señales del unicornio portador de esas gafas de pasta verde.

— Buenos días, Havent. — Se escuchó una voz en la cocina que el poni blanco reconoció al instante.

— Buenos días. — Respondió cortés mientras se acercaba a donde estaba su compañero.

Dust estaba cocinando algo en un sartén de acero, moviéndolo constantemente sobre el fuego con ayuda de su magia. Como siempre, lo hacía con una cara sin ninguna expresión, aunque mostraba algo de sueño ya que nunca se despertaba bien hasta desayunar y tomar café.

Havent se sentó al final de una mesa ovalada, en la que podrían caber seis ponis con comodidad. Supuso que también le prepararía algo a él, no era mucho pedir... ¿Cierto?

Al cabo de unos minutos, un plato con unos panqueques apareció frente a él al mismo tiempo que llegaba el chef de la apetitosa comida, quien también colocó unos vasos con jugo de manzanas de Sweet Apple Acres.

— Le agradecemos a Artemisa por estos alimentos... — Havent mencionó esas y otras palabras, orando algo que provocó el escepticismo de StarLight.

— No sabía que fueras tan religioso. — Dijo en un tono bajo, lo que captó la atención del menor.

— Pues así nos enseñaron en el orfanato.

StarLight se detuvo en seco. Sin querer habían entrado en la conversación que él quería tener, aunque no se sintiera muy bien hablando de eso. En fin, era la ocasión que necesitaba.

— Nunca hubiera pensado que venías de un lugar así. — Mintió.

— Bueno, pues... Sí, estuve ahí desde que tengo memoria. Creo que desde que nací. — Comentó Havent bajando el tono con cada palabra.

— Por favor, nadie nace en un orfanato.

Fire parecía algo incómodo e inquieto cuando se tocaba el tema. Intentaba encontrar una forma de expresarse sin sentir un nudo en la garganta. Finalmente, respiró profundo y decidió soltarlo todo.

— La directora me dijo que mi madre había muerto durante el parto, había perdido mucha sangre mientras me daba a luz y era muy joven para tener crías —dijo para tomar un poco de jugo, tosió un poco antes de continuar—. Luego de eso, mi padre se desesperó y enloqueció. Supongo que el amor hace que alguien haga locuras —StarLight alzó una ceja al oír esto último—. Así que decidió dejarme en ese lugar, una maestra de ahí dijo que me calculaba unos cuantos días, y que al día siguiente mi padre... — Se detuvo. Ya era demasiado, no quería continuar, pero el oyente parecía no notarlo.

— ¿Qué le ocurrió? — Preguntó con curiosidad. No le gustaba que le dejaran con la intriga.

El menor se tomó unos segundos para hablar. Continuó haciendo varias pausas, hablando lento para no desesperarse.

—... Al día siguiente, salió el periódico. Veintitrés de mayo, en la séptima página. "El cuerpo de Machine Magic, un poni de tierra proveniente de Appleloosa, fue encontrado mientras colgaba en un cuarto del hotel "Moon's Soft Night". El cadáver fue descubierto por una de las encargadas de limpieza. En la habitación en la que se hospedaba también se halló un pastillero, cuyo contenido es aún desconocido, y una carta de despedida. Las pruebas antes descritas apuntan a un claro caso de suicidio".

Dust, que había terminado de escuchar la nota dictada, tenía una cara que denotaba sorpresa e incredulidad. Era anormal ver ese tipo de noticias en Equestria, aunque no supiera cómo habían sido las cosas hace diecisiete años. Sin embargo, lo que más le sorprendía era la memoria de Fire; ésta era lo suficientemente desarrollada como para recordar una noticia palabra por palabra, aunque decidió pensar que lo rememoraba por ser algo traumático.

También se arrepentía de haber hecho la pregunta. ¡Maldición! ¿Por qué no lo había dejado hasta ahí? Al parecer era cierto el dicho, la curiosidad mató al gato. Ni siquiera terminó de comer, ya no le apetecía nada con la presión en el pecho.

Por otro lado, Havent mantenía la cabeza gacha. Lo contó todo lo que sabía y le consternaba desde hacía un buen tiempo. Sintió que los ojos se le humedecían, tenía ganas de llorar, así que lo hizo. Por algún motivo, no se sentía mal con StarLight. Después de todo, le había contado su mayor tragedia, y desconocía las razones.

— Bueno, ya. No tienes por qué llorar. — Trató de consolarlo mientras se le acercaba.

— Es... Que... No creo que... Me hayan querido... Como para dejarme ahí. — Sollozó dando el típico hipo, lo que no le permitía hablar con fluidez.

— Te han de haber querido bastante. Tu padre sabía que no sería lo mismo sin tu madre, pensó que no era nada sin ella y que no podía cuidarte lo suficiente. — Explicó calmadamente mientras sobaba la espalda del otro unicornio. Se sentía algo incómodo en esa situación, pero él la había causado.

— ¿Cómo sabes eso? — Cuestionó dejando de lado su preocupación.

StarLight no respondió. Nunca llegó a hacerlo. Terminó por traerle un vaso con agua para que se relajara. Al final, bebió un poco de ese líquido también. Ya cuando habían pasado unos cuantos minutos, hizo lo que tenía planeado hacer desde que despertó.

— Anda, agarra tus cosas. Por más que duela, debemos volver a llevarte al orfanato.

Aunque no quisiera admitirlo, y luego de toda esa escena que habían montado, posiblemente ese comentario hubiera sonado frío, pero era lo que debía hacerse.

...

— ¡Maldita sea! — Gritó Star al leer el anuncio que colgaba del puesto de venta, convenientemente escrito en tinta roja y letras grandes.

«Cerrado por la Gran Gala del Galope, ¡genial!» se dijo molesto cuando procesó que el tren de Ponyville no estaría trabajando ese día. No tendría una forma de sacar a Havent de su vida, por más cruel que fuera ese deseo. El huérfano sólo le miró con curiosidad, preguntándose por qué estaría tan molesto, no era algo tan grave.

— ¿Y... adónde vamos primero? — Preguntó el otro un poco más contento, queriendo alegrar el ambiente.

— ¿Cómo que "adónde vamos primero"?

Fire sonrió por la inocencia de su compañero ante sus planes.

— Bueno, ya que no podemos ir a Canterlot, podríamos pasear por Ponyville, ¿sabes?

Parecía ser una idea ridícula, en realidad. ¿Por qué Star tendría que mostrarle la villa a un completo desconocido? Aunque, viendo cómo se encontraban, y observando que no podría salir del primer embrollo en que había quedad, aceptar no parecía tan mala idea.

— Vamos, pero no quiero escuchar ideas locas. Iremos donde yo diga que iremos.

El sol brillaba con más fuerza que nunca, nada parecido al día anterior. Los pegasos del clima parecían maniáticos, creyéndose mucho por cambiar un día lluvioso a más no poder a uno soleado, incluso con suaves brisas de verano. Al poni turquesa le provocaba lanzar un hechizo a esos imbéciles. Ya caminaba, en realidad algo temeroso, pues andaba con un poni nuevo en la ciudad, y sabía lo que eso significaba.

Llegaron a una gran casa del árbol, o bien, lo que parecía ser una casa del árbol en construcción. Ya había visitado ese lugar varias veces para pedir cualquier tipo de libros a Twilight Sparkle; libros de magia, filosofía, ciencia, biología, psicología, geografía, los nuevos y recién llegados de tecnología, y lo que su cerebro pudiera analizar mediante lectura. Los únicos que no le atraían eran los de una pegaso... Una tal Daring Doo, o como se llamase.

Dust miró a ambos lados, como si esperase algo inesperado, antes de tocar la puerta con su casco.

A los pocos segundos, le abrió un pequeño dragón de escamas púrpura con cresta verde.

— ¡Buenos días, StarLight!

— Buenos días, Spike —saludó con una media sonrisa. Últimamente lo hacía muy seguido, ojalá no se convirtiera en un hábito, a pesar de que le agradaba el pequeño, le resultaba interesante—. ¿Nos invitarás a pasar o te quedarás ahí en la puerta?

— ¿Qué?... Ah, sí. Pasen —reaccionó por fin, no había notado que se quedó viendo al nuevo con curiosidad y mucha atención—, ¿y quién es tu amigo? No le había visto por aquí antes.

— Él es Havent Fire. Un... primo mío. — Mintió de nuevo. No podía decir que se lo había encontrado en la lluvia desolado y se lo había llevado a casa.

— Es un gusto, señor Fire.

— El gusto es mío, Spike. Puedes llamarme Havent, nada más. — Respondió mientras veía los interiores de la biblioteca.

Estaba impresionado, nunca había visto tantos libros en un sólo lugar. Había tantos que no sería capaz de contarlos ni de leerlos todos en su vida. Por otra parte, le extrañó que su acompañante le haya fichado de primo. En realidad, se hubiera extrañado que le hubiera etiquetado de cualquier familiar.

— ¿De dónde vienes? – La voz del pequeño le sacó de sus pensamientos.

— Yo vengo de Canterlot.

— Ah, como Twilight y yo. — Comentó emocionado, aún seguía siendo un niño.

El unicornio turquesa rodó los ojos con fastidio. Le era demasiado común que el ayudante de la nueva princesa de la magia actuara así. Aún le quedaba mucho por crecer, pero a él le gustaba ir directo al punto.

— Hablando de eso, ¿dónde está ella? — Interfirió con duda.

— Está en el castillo de la princesa Celestia, precisamente. Ella dijo que tenía que asignarle una misión. — Respondió mientras cambiaba de lugar unos cuantos tomos.

— ¿La princesa Celestia? He oído que es una alicornio muy buena, y que trata bien a todos los súbditos que van a su castillo. — Havent cambió el tema de conversación.

Esa era la señal para terminar su estancia ahí. Detestaba que hablaran tan bien de una dictadora golosa de pasteles, como él la llamaba en algunas ocasiones. Definitivamente, la princesa del Sol debía dejar de comer tanto y comenzar a ayudar a su pueblo. Se fue alejando, dándole la espalda a los otros dos, ya se iban.

— Oh, sí. Ella les da un millón de bits y les regala una dotación de helado que dura toda la vida. Vámonos ya, Havent.

— ¡Voy! —anunció dirigiéndose rápidamente a la salida—. Volveremos otro día. Que pases un buen día, Spike. — Se despidió y cerró la puerta.

— Adiós... Supongo. — Respondió confundido por la rapidez de la visita, al mismo tiempo que arreglaba los libros de pasta gruesa en los estantes de madera. El nuevo le había caído bien, incluso mejor que el mayor. Aunque, pensándolo bien, casi todos le caían mejor que Dust. A veces era muy antipático, pero era un buen amigo.

...

Eran alrededor de las dos de la tarde cuando arribaron a la Boutique Carrousel. Era la segunda parada que harían pues ya habían pasado por el mercadillo. Ese lugar tan lleno de ponis honrados, y otros estafadores que se aprovechaban con ofertas, seguramente vendiendo al doble del precio inicial. Havent, que llevaba siempre su gabardina negra cubriendo su cutiemark de una pluma escribiendo sobre un libro, golpeó la puerta y esperó unos minutos.

— Debe de estar en algún evento de modas o cosas así.

De repente, la hermana pequeña de Rarity, que ya había crecido un poco, fue quien los recibió y les invitó a pasar. Luego de presentarlos, la yegua, ya que había avanzado de su etapa pueril, les ofreció algo de beber.

— ¿Quieren una taza de café? — Preguntó cortésmente mientras les indicaba que se sentaran en la sala.

Fire estuvo a punto de aceptar, pero su compañero le dio un golpe en la pata delantera, lo que no le dejó hablar. Lanzó un gruñido de dolor, ¿por qué había hecho eso? El poni de las gafas negó el ofrecimiento, alegando que estaban un poco apurados.

Tenía sus motivos para no tomar cualquier cosa que Sweetie Belle le sirviera, la primera vez le había tocado un café salado, ya que confundió la sal con el azúcar; en la segunda visita le sirvió unas galletas negras, que comió pensando que era chocolate; finalmente, la última vez que visitó la tienda, hacían ya dos semanas, lo único que pidió fue un vaso de agua.

«No sabía que podías quemar el agua» pensó recordando ese terrible día, aunque decidió no pensar más en ello.

— ¿No sabrás dónde está tu hermana? — Preguntó con cierta molestia en su voz, no le gustaba recordarla junto con la desagradable experiencia que habían pasado. El historial era doloroso entre Star y Rarity.

— Creo que había dicho algo de Manehattan, o algo así. — Dijo tratando de recordar, no había prestado mucha atención.

Los dos visitantes se fueron retirando, no sin decirle antes a la encargada temporal de la boutique que le avisara a su hermana que habían ido.

— Adiós, Sweetie. Espero que tengas suerte con tus amigas y ayuden a los demás a encontrar sus Cutiemarks. — Se despidió pensando en todas esas actividades que le había contado. Al parecer lo habían intentado casi todo con un potro desafortunado, y no habían conseguido aún algo en lo que fuera especialista.

Bueno, dos de cuatro. Es una mitad de todo, volverían a casa justo para la cena. StarLight ya pensaba en preparar unas zanahorias cocidas con puré de patatas y un toque de perejil picado. Aunque intentaba que el viaje no se le hiciera aburrido ni a él ni a su nuevo amigo, no tenía ningún tema de conversación.

— Supongo que ahora iremos a Sugar Cube Cor... — Terminaba de hablar cuando sintió que alguien se le tiraba encima, lo que provocó que dieran varias vueltas en el suelo hasta que quedó bajo su "agresor".

— HolaStarLightCómoEstásHaceDíasNoSemanasNoMesesNoAñosQueNoTeVeía ¿TeHasCambiadoElCorte? PorqueAhoraTeVesAúnMásElegante —y sí, ahí estaba. Ya se le hacía raro que no apareciera en todo el día—. VeoQueTraesAAlguienContigoJamásLo... — Y hubiera seguido de no ser porque el unicornio de ojos verdes le tapó la boca con un casco.

—... Hola Pinkie —saludó recibiendo una sonrisa por respuesta—. Disculpa que te lo pregunte pero, ¿puedes quitarte de encima?

Havent veía todo desde lejos con una sonrisa, la escena se le hacía graciosa, sobre todo al ver que Star le quitaba el casco de la boca a Pinkie para que pudiera responder.

— Ya sabes lo que tienes que hacer primero... — Aclaró divertida y un poco más calmada. Acto seguido, el poni que tenía debajo cerró los ojos, que mantenía con la vista hacia otro lado para evitar contacto visual, y dio la más grande de sus sonrisas.

La poni rosa se hizo a un lado con cuidado mostrando una expresión de satisfacción, sencillamente le encantaba alegrarle la vida a la gente. Y tan rápido como tiró al mayor al suelo, se acercó al otro unicornio, le dio un cupcake, dijo algo ininteligible sobre una fiesta, gritó de alegría y salió de ahí.

— Eso fue...

— ¿Extraño e inesperado? —completó el otro—. Esa era Pinkamena Diane Pie, aunque prefiere que le digan Pinkie. El "Elemento de la Risa". Te acostumbrarás, ella siempre es así de impredecible y alegre —vio que tenía todavía un poco de la sonrisa en la cara, lo que sería la razón de la confusión del otro—. Creo que... Ya no debemos ir a Sugar Cube Corner. — Terminó cambiando su dirección a Sweet Apple Acres.

— Okey, entonces. — Respondió sonriendo tiernamente, parecía un pequeño potro.

...

El ocaso de la ciudad siempre era hermoso, siempre parecía una ilusión ver cómo los últimos rayos de luz iluminaban las casas, los árboles, el pasto... Era una de esas pocas imágenes por las que valía la pena salir. Así se olvidan los momentos malos, con la belleza natural, o eso es lo que siempre decía Havent.

Sentado en la mesa comedor se podía ver al poni de pelaje blanco esperando de nuevo por la última comida del día. Se sentía algo mal por no poder observar mejor la granja de la familia Apple, tenía mucha curiosidad. La luz del fuego de la chimenea daba una tonalidad cálida a la sala, y de fondo se escuchaba una suave melodía proveniente del gramófono heredado de su padre. Éste poseía una pequeña placa de oro y una firma: "Para mi fan No. 1 y el potro más grande del mundo. Te quiere, papá".

Diamond Melody y Crescendo Symphony eran los progenitores del unicornio que ahora se encontraba en la cocina, su madre y su padre respectivamente. Durante su época fueron los pioneros del Jazz de Ponyville y su música se extendió por toda Equestria. Siempre hacían duetos combinando la voz grave y tranquilizante de Symphony con el talento y la entonación femenina de Melody, creando una armonía con la que era imposible que a algún poni no le agradara. Todo eso se complementaba con la fuerza de la banda sonora y la orquesta; la música mayormente era compuesta por Crescendo, que se había estudiado música en una de las mejores academias de Canterlot. Por otra parte, su esposa escribía letras profundas con mensajes para cambiar el mundo para bien. Eran la pareja perfecta.

StarLight llegó rápido con dos platos de zanahorias cocidas y ensalada de manzanas con lechuga, lamentablemente no había podido cocinar lo que tanto había pensado en la tarde; tuvo que haber comprado algo en el mercadillo, le faltaban ingredientes. El invitado comenzó a comer, nervioso por tener que pasar otra noche con un desconocido, todavía conservaba pequeños destellos de vergüenza por estar allí, suficientes como para no hablarle con confianza. Finalmente, tomó la palabra con la cabeza y la vista hacia la cena.

— Agradezco mucho que me hayas dejado quedarme aquí anoche, y no quisiera abusar de tu hospitalidad, Dust —dijo casi en susurro con un ligero sonrojo en sus mejillas—. Así que creo que debo irme hoy.

El dueño del hogar apenas cambió su expresión mientras seguía comiendo.

— ¿En serio? No fue nada. Y cuéntame, ¿dónde irás ahora? — Cuestionó algo sorprendido por ese comentario, como a su huésped le sorprendió su respuesta.

— No lo sé. Sin embargo, no quisiera abusar de tu amabilidad.

— Tonterías, Havent —sentenció con un tono entre la molestia y la burla—. Sabes que, si no estás aquí, vivirás en las calles sin nada.

— Pero...

— Nada —interrumpió mirándolo fijamente— Lo que hoy sucedió fue una consecuencia patética de las circunstancias de la vida —el unicornio de crin amarilla debía admitir que tenía razón. Dust le señaló con el casco—. Así que, no importa lo que haya pasado hoy, mañana sí iremos temprano a Canterlot. Seguro que las estaciones de tren estarán funcionando mañana. — Concluyó dando un pequeño golpe en la mesa.

Luego de comer, ya ambos se habían acostado en donde les correspondió la noche anterior y, aunque Fire tenía dudas sobre la decisión de volver a quedarse en esa casa, pensó que era lo correcto al final. En alguna parte de su corazón, estaba nervioso por volver al orfanato, y deseaba poder quedarse en algún otro lugar, quizás hasta con el mismo Star. Al final, ahogado en las miles de cuestiones, se quedó profundamente dormido en esa cama por segunda vez, mientras el otro dormía en el sofá rojo.

Esa noche soñó con lo que él consideraba su nuevo amigo. Ambos jugaban en el parque con alegría infantil y unas palabras que se mostraron, las cuales escribió en mitad de la noche en un trozo de papel.

"Eres alguien bello, el poni de mis sueños, sólo de verte me haces ser feliz. Eres alguien que no ha parado de sufrir pero conmigo ya no te sentirás más solo de lo que tu crees porque te daré todo mi amor hasta el propio fin." — Havent Fire.


Hasta aquí llega el capítulo de hoy, queridos amigos.

Bueno, para aquel que haya leído la primera edición, ya deberían ver algunos cambios.

Como en el capítulo pasado lo había olvidado, le agradezco a Ricardo Spike, creador de los poemas y de Havent Fire.

Si quieren, pueden comentar, está bajo su decisión.

Me despido, como siempre, deseándoles lo mejor.

CSR.