Capitulo 21:
La lluvia chocaba contra el suelo con más, por cada paso que daban, dificultad aumentando de nivel. El barro, las hojas, el frio, las ramas que sobresalían, la fría y dura lluvia, era unos pocos factores que dificultaba la huida improvisada de este plan.
Los sonidos de los disparos los perseguía con precisión, intentaban esquivarlos haciendo zic zac consiguiendo que los arboles les protegiera de las peligrosas balas compuestas del peligroso material, Kairoseki.
Cada crujir de las ramas, parecía un pequeño ataque cardiaco para Robin, que intentaba soportar todos los factores que estaban en su contra, pero conocía su cuerpo a la perfección, no aguantaría lo suficiente. Todo había pasado demasiado rápido, tanto que su mente parecía una tortuga procesando la situación, si no llega ser por sus nakamas ahora mismo estaría atrapada entre barrotes de camino a Impel Down o algo mucho peor, torturada y violada esperando que su amiga la muerte volviera a por ella.
Sonrió, no sonaba mal, morir ahora mismo entre los brazos de la persona que tenía enfrente, que cortaba las ramas de los árboles para despejar el camino e intentaba despejar las balas.
Con sus últimas fuerzas y a causa de que la lluvia la debilitaba, utilizo sus poderes y partió el cuello a unos cuantos marines, pero no a todos. Eran demasiado y Zoro parecía no tener intenciones de detenerse y matar a todos.
¿Qué le ocurría?
No tenía tiempo para analizar correctamente, debía planificar algún plan de huida para no morir derrotada contra el suelo. Observo a su alrededor, intentando revelar algún plan que lograran escapar. Tan centrada estaba que no percato cuando Zoro desapareció de su vista sin dejar rastro.
Una lágrima se le escapó de su ojo cristalino, porque le lastimaba tanto el corazón, cada segundo era como una opresión, era tonta por pensar que hubiera una oportunidad de arreglar su error y contarle la verdad al peliverde, pero esa verdad se esfumo con un chasquido.
Se encontró con una enorme piedra que le impedía el paso. Estaba acorralada. Lo único que se le resultó hacer en ese momento era quitarse los tacones y clavárselo alguno en la yugular. Moriría luchando. Aunque su corazón estuviera más que muerto, se obligaba luchar por sus nakamas.
Se lanzó a los dos primero más cercanos de forma sorpresiva, cargándose a tres de ellos dejándolos sin vidas. Miro un segundo a los hombres caídos, uno con el tacón clavado en un ojo, otro en el cuello mirando al sentido contrario y otro con el mismo destino que el primero, pero esta vez el otro tacón estaba en su mano cubierto de sangre. Nami le iba a matar por lo caros que eran esos malditos zapatos incomodos.
Eran muy jóvenes para alistarse a la Marine y más realizar misiones tan peligrosas. La pena y la culpa le invadio por completo y no entendió el motivo, había matado miles de personas sin ninguna piedad. ¿Por qué ahora?
Atrapó rápidamente un arma de algunos de esos chicos, cubiertas de sangre. Los soldados se acercaron sin disparar, tenían intención mantenerla con vida. Apunto al primero que se le cruzo y dio al gatillo, pero ninguna bala salió del instrumento de matar.
El cartucho estaba vacío, ni una bala saldría para defenderla. Un hombre se acercó con unas esposas de Kairoseki. No había escapatoria, tantos años huyendo del gobierno, para ahora ser detenida a causa de que uno de sus nakamas lo había abandonado a su suerte.
Que irónico. ¿Verdad?
Siempre era la misma historia, no se arrepentía de nada, solo de no decirle la verdad al peliverde. Cerró con fuerza sus ojos, el último pensamiento que tuvo fue de sus nakamas y de Zoro.
No la volvería a ver, nunca más y prefería antes de no verlos, la muerte.
-Ven con nosotros, Niña Demonio.- le agarro de la muñeca encadenándola.
Pero eso nunca sucedió, porque de los arbustos, salto sobre ellos como un demonio cortándoles por dos a todos. Temió por un segundo por su vida, no reconocía a esa sombra. Pero ese miedo pasó a la ira en un segundo.
No tardo ni un segundo, levanto la mano para golpear al idiota que ahora mismo estaba dedicado a limpiar su preciada katana.
-Idiota.- le iba a bofetear, sabía que no debía reprocharle nada, pero estaba dolorida.- ¿Cómo te atreves…?- la agarro de la muñeca, no la quería cerca.
-¿Te crees que con un zapato de tacón me ibas hacer algo?-sonrió con superioridad y con un toque de locura.
-No…-susurro agachando la cabeza para que no viera sus ojos cristalinos y también por el ardor de su corazón por tenerlo tan cerca.
La sujeto del mentó y acaricio su mejilla limpiando un poco de sangre que le había salpicado y la lluvia no había limpiado.
-Por favor, no lo hagas.- aparto su mano, no lo aguantaría.
-¿Qué ocurre?- se acercó a ella, más a su rostro. Sabía lo que quería, se le notaba en los ojos. Seguro que por la adrenalina estaba excitado y como iba casi desnuda tampoco ayudaba mucho.
Nadie entendería las ganas que tenia de besarle lentamente, bajo la luz de la lluvia, demostrando que la amaba hasta perder la cordura.
Solo quedaba unos centímetros para que Zoro pudiera conseguir su objetivo, sus labios, saciar sus impulsos.
¿Por qué esta mujer le volvía loco?
Era una explicación que no tenía lógica, si supuestamente la tendría que odiar, pero cuanto más lo negaba, más la deseaba.
Ella no se negaba o eso pensaba cuando su mano poso en sus labios impidiendo que siguiera. Sin dar explicación salió corriendo detrás de unos matorrales. El no movió de un centímetro de su cuerpo, solo escuchaba a la chica vomitar.
Lo único que le obligo para que moviera un centímetro fue un crujido que resonó por los alrededores. Preparo su espada para matar, dirigió su mira a donde Robin, pero se encontró con algo que le helo. Delante de sus narices se encontraba la chica luchando su liberación ya que una katana rozaba su cuello y unas pequeñas líneas tenían su piel blanca.
La chica empezó a temer por su vida, sus fosas nasales se inundaba sobre un olor que reconoció al instante, su propia sangre.
Zoro tenso su mandíbula, no apartaba la mirada de la chica, de ver de mirar a su oponente. Quería mantener la calma, pero no podía, se le hacía imposible. No tenía escapatoria, iba a morir delante de sus narices y de la forma más cruel y dolorosa que esa mente perversa se le pueda ocurrir.
-Mira que hemos encontrado.- le lamio la mejilla de la forma más asquerosa se podía imaginar.- Hoy tiene que ser mi día de suerte. – un trueno sonó detrás de ellos, como si fuera una película de miedo.- Tengo a las dos personas justo donde quería. Le tendré que agradecer al Gobierno Mundial por ayudarme.- sonrió con malicia. – En especial por ti, amor.- la agarro del mentón para robarle un beso, que obviamente rechazo.
Zoro gruño a causa del enfado, dio un paso hacia adelante dispuesto a sacar su katana y cortarle el brazo a ese puto tirano.
-No muevas ni un musculo. – amenazo y sabía que la cumpliría.- No entiendo, como tienes ganas de defender a esta mujer, con todo el dolor que te ha causado. – Zoro iba a reprochar, sus cuerdas vocales estaban preparadas, pero fue interrumpido.- No finjas…- esto provoco confusión a ambos.- ¡Vaya! He desvelado tu pequeño secreto. – acaricio a Robin con intento de que saliera una acaricia romántica, pero la cara de Robin demostraba todo lo contrario.- Pregúntale… vamos…pregúntale su secreto.- acerco más el filo de su katana a su cuello profundizando el corte.
-No…- se negó. Consiguiendo más dolor de recompensa.
- Le amas. – Afirmo una cosa que era obvia hasta para Luffy.- Te estoy haciendo una pregunta. Responde o digo tu otro secreto.-esto último lo susurro. Tenía que ser fuerte. -¡DILO!
- No te amo.- otra vez esa misma respuesta a la misma persona.
Claro que le amaba, más que toda su vida, daría lo que fuera por decirle que le perdonara por hacer eso, empezar de cero y volver empezar juntos por una razón superior.
-Jajajaja.- rio con malicia a pleno pulmón.- ¿Que se siente ser rechazado dos veces?- el peliverde tenso su mandíbula.- No finjas que las pastillas te hacen efecto.
-¿Qué?- abrió los ojos como platos. La invadió la ira, tanto sufrimiento, para que se le hirviera la piel. Pero recapacito y pensó que era el karma.
-Asi es, mi amor. A él no le afecta la droga. Para que funciones sus efectos, tienes que ser vulnerable, al principio él lo estaba, pero cuando percataba como sufría por tomar esa decisión, los efectos poco a poco disminuyeron hasta desaparecer y no afectarles.
-No te creo…- susurro Robin.
-La verdad, es que él tiene una gran tolerancia a la droga y desde el principio no le afecto en absoluto.- eso tenía más sentido, como no bebe como si su vida dependiera de ello.
-Robin, escúchame.
-No, no quiero escucharte, todo lo que he sufrido, lo has hecho para burlarte de mí…- relajo su tono de voz. – La verdad, es que me lo merezco.- dejo de oponer resistencia.
Aprovecho para voltearla agarrándola del pelo, para que no escapara de sus garras. Bajo por un segundo la espada, al ver las lágrimas salir despreocupadas. Su objetivo era hundirla y lo consiguió. Hasta esa imagen lo encendía.
-Me encanta verte llorar.- lamio una lágrima. Ella no opuso resistencia.
Le beso, ella parecía una muñeca de trapo. Zoro iba atacar pero unos brazos fluer le interrumpido. No entendió nada y si entendió algo, pensó lo peor. Que le iba a dejar por ese maldito.
Cuando se apartó de ella, encontró una sonrisa radiante en los labios, había conseguido su objetivo.
-Serás zorra.- le tiro del pelo consiguiendo muecas de dolor.
Su plan había funcionado. De su traje saco un pequeño cuchillo y se cortó el pelo, para rápidamente quitarle su espada de sus manos a causa del estado de shock. Se lo clavo en el vientre, provocando que escupiera sangre. Con todas sus fuerzas intento empotrarlo contra un árbol para ganar tiempo.
Sintió una persona detrás suya, que con una fuerza sobrehumana pudieron empotrarlo en varios árboles, hasta clavárselo en una enorme piedra. Sin perder el tiempo doblaron la espada para que hubiera más dificultad.
Zoro iba a darle el golpe de gracia, pero Robin se lo impidió. se acercó a él, tan cerca de que parecía que si se acercara un poco más, acabaría besándolo y el no pondría pegas.
Pero estaba equivocado, cogió a Dado con una cara de psicópata.
-Espero que te haya encantado mi beso envenenado.- se limpió los labios, agradecía mentalmente a Chopper por crear esa barra de labios con el mismo veneno de ella. Si lo hubiera tenido antes muchos enemigos hubiera muertos envenado. Pero solo era de un solo uso. – Pero antes… - alzo la espada cortando su brazo derecho.- Esto es por Edu…. Y esto…- le clavo en el corazón.-Por joderme la vida. – la sangre salpico a su rostro.
-Zorra…- intento decir con su último aliento.
Todo parecía surrealista. En la batalla que tuvieron Zoro y el, Zoro casi pierde la vida por defenderla. Su plan había sido un éxito y no utilizo la violencia ni nada. Era todo surrealista. Parecía todo sacado de Disney.
Rompió uno de sus tirantes y lentamente limpio la hoja de Wado y se lo entrego a su dueño que seguía sin procesar la realidad. Se la entrego, sujetándola de forma inconsciente. Pero percato sus ojos llenos de tristeza, de ira, de nostalgia, de odio. Muchas emociones mezcladas, difíciles de analizar.
-No durara mucho. – su tono se relajó comparado hace unos segundo, que helaba la sangre.
Intento acercarse, para poder explicarla muchas cosas o por lo menos darle su americana para que no se constipara, pero ella se apartó empezando a correr.
-Esa mujer te hará mucho daño.- aún no estaba muerto, pero muchas de sus extremidades empezaron a convertirse en piedra afirmando que el veneno funcionaba perfectamente.
- No tanto como te lo hare a ti.- y avisar le clavo su katana en un ojo, siendo la escena más asquerosa y sádica en todo el anime.
Sin volver abrir la boca, se largó de ese lugar, sobraban las palabras. Lo único que quería era encontrar a Robin, usando el Haki de Observación.
La encontró en seguida y sin ningún problema. Y eso significaba que algo iba a ocurrir tarde o temprano, puede que estuviera a la vuelta de la esquina y en cualquier momento debería actual y reaccionar. Pero se permitió por unos segundos observar y evaluar su estado físico. Un pequeño corte en el cuello, una quemadura de segunda mano en la muñeca, un nuevo corte de pelo, una hipotermia y suciedad. Pero aun así, le parecía la mujer más preciosa y fuerte que había conocido en su vida.
-Ya casi hemos llegado.
Ella salto invocando sus alas y agarrando al peliverde de los hombros para subir una enorme montaña. Gracias a los poderes de Robin llegaron en segundos, sino tardarían como poco llegar en tres días. Delante de sus narices se encontraba una pequeña cabaña, que tenía pinta que a la mínima caería y serian escombros.
El plan original era ir directo al barco, pero tenía pinta que con la lluvia y con almirantes y soldados alrededor, estaban en peligros ellos y sus nakamas. Y no lo iban a permitir.
Entraron sin perder el tiempo, cerraron con miles de cerrojos, las apariencias engañan. Encendieron la pequeña chinea, hacia un frio dentro y las lluvias los calabas hasta los huesos.
Al encender la primera chispa, el ambiente se convirtió en algo incómodo que se podría cortar con un cuchillo. Cogió unas mantas y las situó delante de la chimenea. La cabaña era muy pequeña, solo tenía una pequeña cocina, una sala de estar, un pequeño servicio y nada más.
Robin sin dirigir una palabra, se marchó al servicio y se dio una pequeña ducha, o eso suponía el peliverde. Pero no tardo más de 10 minutos en darse cuenta que no se equivocaba del todo.
Se había ido a dar forma su corte de pelo improvisado. Estaba preciosa para los ojos de cualquiera, pero en especial de Zoro. Su pelo llegaba un poco más de su mentón, los mechones delanteros eran más largos que los anteriores.
¿Por qué se veía tan hermosa?
Tan centrado estaba en sus ojos y su nuevo peinado, que no percato que estaba desnuda, solo lo único que llevaba es un diminuto tanga de color negro.
Se sentó delante de la chimenea y se tapó con una pequeña manta, mientras se disponía a curarse la quemadura y heridas producidas por la dura batalla de hace unos momentos.
El ambiente era muy incómodo, que parecía que a la mínima iba a iniciar una guerra mundial, o algo mucho peor. Escucho un gemido de dolor por parte de la chica, interrumpiendo los pensamientos del peliverde. Se acercó pero…
-No te acerques.- fue tajante.
No podía replicarle nada y menos cuando se lo había hecho pagar con la misma moneda. Pero ahora lo menos que le apetecía era hablar y remover el pasado. Suficiente sufrimiento en poco tiempo.
Desobedeció su orden y se colocó detrás de ella. Iba a protestar, pero otro gruñido salió de sus labios de repente, sorprendiéndola. Con delicadeza el peliverde curaba con un pequeño algodón y alcohol el corte de su cuello.
Por qué le dolía mucho la herida sino utilizaría sus poderes y le mataría a los segundos, pero luego recapacito, pensando que no debería restregarle nada y menos hacerle sufrir.
-Mujer…- intento romper el hielo, pero los ojos congelantes de la morena dejaban claro lo que deseaba.
-No quiero hablar.- se apartó de él, sujetando fuerte la manta. Deseaba irse de allí.
-¿A dónde vas?- se atrevió a preguntar cuando ya sabía la respuesta.
-Me voy.- eso no lo esperaba, bueno nadie. Como se iba ir así. Esta era su única opción y más con el diluvio universal que estaba cayendo afuera. Se colocó su… ¿mini bañador?
-¡Estás loca!- se levantó el peliverde alterado y cansado de las estupideces de su nakama.
La agarro de los hombros y la obligo a que se girara para que hubiera contacto visual. Ella puso resistencia, deseaba marcharse de ella, como si Zoro fuera un diablo y no quisiera estar allí. Pero realmente estaba deseando estar entre sus brazos y poder descansar aunque fuera unos minutos escasos, que para ella sería más que suficiente y necesario.
Sin avisar le beso, olvidando por unos segundo la realidad, pero le golpearía con más violencia. Por unos se sintió volar hasta que Zoro intento llegar a más y por desgracia ella de dejo caer en el conjuro del peliverde. Profundizo el beso, rodeando sus brazos a su cuello, deseando fundirse en sus brazos que la abrazaban de forma protectora.
¿Por qué sus labios era un veneno para ella?
Eran una droga que acabaría muriendo por una sobredosis. La manta callo por la fuerza de la gravedad. Y ella no le importo el frio, el cuerpo contrario le daba todo lo que necesitaba, excepto de la realidad, que le golpeo cuando sus pulmones exigían oxígeno.
Al separarse, cogió impulso y le abofeteo, pero para él no se movió ni un centímetro. La marca se quedó en su mejilla.
-Vuelve a decirme lo de siempre. – susurro la morena.- que me quieres pero que no quieres tenerme.
-Lo siento por hacerte perder el tiempo.- cogió su traje y se lo entrego sin entender absolutamente nada- . Por qué pensar en hacer otro intento. Por tener que luchar por ti.- esto lo confundió. La estaba dejando marchar.
Abrió la puerta, la sostuvo indicándolo que si eso era lo que quería, no se lo impediría. Había tirado la toalla. Apretó con fuerza su ropa casi seca. Las ganas de romper en llanto le invadían su cuerpo. Ya basta de huir, de esconderse, de sufrir, de llorar…era la hora de amar.
-¡IDIOTA!- insulto gritando y tirando de malas ganas su ropa al suelo. -¿Por qué no me dijiste nada? yo sufriendo, intentando que olvidaras de lo que te hice para que te volvieras a enamorar y tu… ¿Por qué? ¿Tanto me odias?- empezó a llorar. Zoro cerró la puerto, esto iba a ser muy largo.
Se acercó y le beso lentamente, con miedo y amor. Esto provocó que el corazón del peliverde quisiera gritar de dolor. La separo rápidamente y antes de que fuera a más.
-¿Qué haces?- estaba asustado.
- Quiero que hagas lo mismo que te hice yo a ti.- agacho la mirada, por supuesto que estaba arrepentida de quitarle a Zoro su primera vez. Podía haberlo con cualquiera y que con esa chica pudiera tener una relación más estable con ella.
-No lo hare.- fue cortantes más que el filo de sus katanas.
-¿Por qué?- empezó a llorar, no lo evitaría más. Porque era tan bueno con él. No se lo merecía.
Alzo una mano, para que ella la aceptara y así fue. Quería dar el paso, daba igual lo que hiciera con ella. Sintió el temblar de su cuerpo. El saco fuera con todo el frio y la lluvia. No entendía nada. Sin avisar, el la cogió de la mano y de la cintura y empezó a balancearse de un lado hacia otro de forma leve.
-Una noche como esta, fue la primera vez que me atreví besarte.- recordó.
-Para luego rechazarte de la peor manera.
-Dime lo que siente.- la obligo a tener contacto visual con sus oscuros ojos.- Pero esta vez, dime la verdad.
-Te… te… - porque se le comía con la mirada.- Te mereces algo mejor que yo.- soltó pensando que la respuesta iba a ser una diferente. El la soltó y se dirigió dentro de la cabaña. Pero algo le volvió loco que provoco que detuviera su andar.- Porque yo nunca seré digna para ti. Te amo, Zoro, pero tú te mereces una persona mejor que yo. Sin secretos, sin un pasado tan oscuro, que no tenga enemigos en cada esquina.- confeso sus miedos sin reprimir ninguna lagrima, mientras lentamente se quitaba una pequeña gasa que se localizaba debajo de su pecho.- si esto no demuestra que no te amo…no sé qué hacer.- detrás de esa gasa se encontraba un tatuaje de un trébol. Era el colgante que fue destruido.
Con eso descubrió que todo era mentira, que ella le amaba, que no era sexo. Ella se entregó porque realmente los dos quería que acabara de esa forma, solo que por desgracia la situación no era la correcta. Que hubiera pasado si no hubiera planificado el plan. Miles de finales se le pasaban por la cabeza.
-Yo no quiero a nadie mejor, te elijo a ti y ni una droga y ninguna mujer me va a olvidar lo que siento por ti. – sonrió de forma ganadora.
Esto provoco que una corriente electica despertara lo más profundo de su corazón, haciendo que algunas lágrimas se camuflaran con la lluvia. Si avisar, fue corriendo hacia el peliverde, perdiendo la manta por el camino. Se lanzó a los brazos del peliverde y le beso como si su vida dependiera de ellos.
No iba a negar ese beso. Estaría loco por rechazarlo y más con todo lo que había sufrido por miles de circunstancias. Distraída, fueron dentro de la cabaña, hasta estar lo más cercanos de las llamas. Se separó por unos segundos y caricia sus mejillas, observando su nuevo corte de pelo.
-¿No te gusta?- pregunto un poco insegura.- Yo no sabía que…
-Me encanta.- la volvió a besar. No lo soportaba más, había soportado mucho su cuerpo desnudo sin tocarlo.
Lentamente y sin separarse de sus labios se tumbaron en la cama improvisada, con Robin encima de él. Sus manos iban bajando y en ese momento recordó algo muy importante. Que seguía siendo virgen.
-Espera un segundo, Zoro.-detuvo sus manos antes de que fuera demasiado tarde. Se irguió un poco. –Tengo que contarte una cosa.- Zoro temió por su vida, seguramente le diría que se arrepentía y que deberían parar antes de que fuera tarde, pero que he equivocado estaba.
-Sí, sigues enfada por no decirte lo de la droga y por acostarme con un montón de chicas, yo lo…- apoyo su frente en su pecho avergonzado.
-No es eso Zoro…espera con cuantas chicas te has acostados…-se enfadó.
-Bueno…realmente…- ahora sí que moriría.
-Da igual. – no quería romper el ambiente. – La verdad, es que…-sus mejillas se tiñeron de rojo por completo y a la luz de las llamas estaba preciosa. –Soy virgen. – lo soltó pasando el momento más vergonzoso de su vida.
Quiso reír pero vio el nerviosismo de la chica y no quiso hurgar en la herida. La cogió de los brazos y tiro de ella para besarla y tranquilizarla. No necesitan hacerlo, la respetaría.
-Yo quiero…
-Pero yo no quiero.-acaricio el tatuaje que se había hecho demostrando su amor.- Estoy cansado. Ahora mismo lo que más deseo es que…-se sonrojo al pensar lo que iba a decir, pero Robin lo entendió.
Le abrazo y le beso de vez en cuando, ella hubiera seguido, pero sabía que no era ni el momento, ni el lugar. Robin se quedó dormida encima de él y en su hombro, escuchando su ritmo que la tranquilizaba. Por ella dejaría de una lado sus impulsos.
¿Tanto sufrimiento valió la pena?
Por supuesto…
Por qué había ganado el juego.
Fin.
Review.
Review.
Review.
Siento mucho por tardar en actualizar, pero por desgracia la carrera que estoy realizando me ocupa 24 horas y más que tenía que trabajar. Sé que no es una excusa pero entre que me ha pasado muchas cosas que me han provocado depresión y los estudios y trabajos, me ha causado que no tenga ni tiempo ni para mí.
Asi que lo siento mucho por tarda un año, pero por desgracia esta será mi última historia en esta página. Puede que más adelante publique más cosas pero ahora quiero concretarme en mi vida, en mi familia, en mis amigos y en mis estudios y trabajos.
Gracias por todo vuestro apoyo en estos años. Nunca podre agradeceros todos vuestros apoyos.
