Entonces, la última situación del reto es "Tu situación favorita". Todas las situaciones entre estos dos son mis favoritas jaja, pero en el foro había una pregunta específica:
"¿Qué es lo que quieres que ellos hagan en todo el universo?"
Mi respuesta: El amor.
He aquí la razón de que este fic sea categoría M.
No grites.
Tu situación favorita
Dieron vuelta en la esquina, Jinx arrastrando a Wally tras ella, jalándolo de la mano, y en cuanto estuvieron fuera de la luz del faro el pelirrojo la estrelló con muy poca delicadeza contra la pared de algún edificio y comenzó a darle besos desesperados en cada porción de piel que quedaba al descubierto. Jinx sintió las manos del velocista contornearle la cintura con hambrientas caricias y luego subir hasta sus pequeños senos, tomándolos y envolviéndolos, uno con cada mano.
Fue ahí donde Jinx lo detuvo, con sus manos en sus pechos y se separó para poder hablar entre jadeos.
–No podemos… Aquí no.
Wally, con la respiración entrecortada entendió lo que quería decirle.
–Mi casa no queda muy lejos – la cargó con sus brazos, muy al estilo nupcial, y antes de que Jinx pudiera rechistar algo empezó a correr.
Pronto estuvieron en el jardín frontal de los West. Tomados de la mano, corrieron juntos el tramo que les quedaba para entrar a la casa, cubriéndose mutuamente de besos traviesos, girando y riendo de cosas que sólo ellos entendían. Wally abrió la puerta y le dio una patada.
Afortunadamente, sólo estaban tomados de la mano y no haciendo cosas indecentes, pues sus padres estaban en la confortable sala de la casa, recibiendo el calor del fuego de la chimenea.
–No esperaba esto – admitió en un susurro el velocista.
–¡Jinx! – saltó la señora West – ¡Wally! – corrió a abrazarlos y darles dulces besos en las mejillas – Estoy por preparar la cena, ¿nos acompañarás, querida?
–Seguro – contestó la hechicera, apretando los labios pues Wally acababa de ponerle una mano en su espalda baja, sin que sus padres se dieran cuenta.
Saludó de mano al señor West y éste le devolvió el gesto y una sonrisa encantadora.
–Esperaremos arriba – anunció Wally con una urgencia que tan sólo Jinx supo identificar.
–Les hablaré cuando la mesa esté lista – asintió Mary West.
–Sí – Wally despegó su mano de la espalda de Jinx y la tomó de la mano –. Ven, quiero mostrarte mi proyecto de ciencias.
La arrastró dando tumbos por las escaleras y subieron al segundo piso, directamente al cuarto de Wally. Jinx lo empujó para que entrara y tras él, cerró la puerta dando un golpe que le preocupó fuera a escandalizar a los padres de Wally, pero su novio no le dio tiempo para decir nada pues al instante la obligó a recargarse en la puerta y hundió su boca entre sus labios.
Las bocas de ambos jóvenes jugaron apasionadamente a tocarse, saborearse, estrujarse y mordisquearse. Las manos de Jinx subieron por el frente de Wally, recorriendo su marcado abdomen y sus masculinos pectorales sintiéndolos a través de las capas de ropa que se le antojaron excesivas para aquél momento. Siguió subiendo hasta el cuello del muchacho que acarició en su trayectoria pero su destino era otro. Las llevó para atrás, hasta su nuca y de ahí subió un poco más hasta sentir su cabello sedoso al que se aferró con fuerza, haciéndolo gemir un poco de dolor, pero todo lo que quería ella era pegar más su cara a la de ella, para profundizar sus besos, unir sus respiraciones y fundir su piel en una sola.
Wally reaccionó a su estímulo y la agarró con más fuerza para hacerla parte de él. Jinx sintió cómo su novio empezaba a mover su cadera en ligeras oscilaciones hacia adelante, hacia ella, y en cada ocasión, sentía con placer, un bulto cálido y duro rozar su propia entrepierna. También sintió sus manos reanudar lo que desesperadamente había intentado minutos atrás en la calle, sin embargo, esta vez no se conformó con estrujar sus senos, sino que metió sus manos bajo los suéteres y blusas de Jinx y las dirigió a su espalda, donde le desabrochó el brasier strapless y se lo quitó de encima, arrojándolo sin cuidado.
Jinx sintió sus manos cálidas al tacto de su piel y se regocijó con aquella sensación. Soltó el cabello de Wally y rápidamente tomó su playera y su chamarra roja y se las quitó de encima, admirando el firme tronco de su novio, musculoso pero al mismo tiempo delgado. Descubrió las pecas rojizas que salpicaban sus hombros y parecían seguir hasta la espalda. Sintió el deseo de besarlas todas pero entonces Wally le quitó a ella también su blusa y sus suéteres, acción que la distrajo.
Jinx percibió los ojos llenos de regocijo de Wally al verla semidesnuda y no pudo evitar sentirse contenta de, sin querer, satisfacerlo de esa forma. Después, las miradas de ambos se cruzaron y se sonrieron mutuamente, de manera estúpida.
–Mucha ropa, ¿no? – habló Jinx.
A modo de respuesta, Wally la sujetó por debajo de las nalgas y la cargó, comenzando a darle besos de nuevo que en esta ocasión fueron descendiendo hacia su cuello. Jinx se aferró al cuerpo de su novio con brazos y piernas, así como un koala se aferra al tronco de su árbol, y se le escapó un gemido cuando el chico le hizo cosquillas con los labios en el cuello.
–Shhh – la calló Wally.
Jinx entendió. Los West estaban abajo y no sería bueno que se enteraran de lo que ellos dos estaban haciendo ahí arriba. Por si acaso, echó la mano para atrás y movió el cerrojo de la puerta, asegurándose de que nadie pudiera entrar sin que ellos lo concedieran.
Wally la llevó hasta su escritorio de trabajo y ahí le permitió sentarse en la orilla pero no por eso Jinx soltó su agarre de él. En cambio, su velocista favorito le deshizo el peinado, le quitó las botas, le bajó la falda y al mismo tiempo las mallas de rayas bicolor. Jinx quedó tan sólo con sus pantis negros por toda vestimenta. Vio la cara del pelirrojo y se dio cuenta de que estaba sonrojado.
–¿No es esto ilegal? – preguntó hundiendo su cara entre el cabello rosa de la chica.
–Siempre preguntas eso – se burló Jinx con una risa entrecortada –. Sólo me ganas por un año. No es ilegal si tienes mi consentimiento.
Wally movió su cara hasta que sus frentes se tocaron y sonrió pícaramente.
–¿Y lo tengo? – susurró.
–Ya veremos – Jinx bajó del escritorio y lo empujó hasta que cayó sobre la cama.
Se sentó sobre él y le desabrochó los jeans. Wally rio y le acarició un seno. Jinx le quitó los pantalones y volvió a sentarse sobre él, esta vez encima de su pelvis, poniendo una pierna de cada lado del muchacho. Apoyó sus dos manos en el abdomen de Wally y comenzó a mecerse encima de él, asegurándose de que sus genitales rozaran a través de las delgadas prendas de algodón que aún conservaban.
Esta vez, ninguno de los dos pudo reprimir un suave gemido que en cuanto apenas rompió el rítmico rozar del sonido de sus cuerpos, pero que alertó a los dos demasiado, excitando, sin querer, aún más sus sentidos. De nuevo, sus miradas se cruzaron y ambos soltaron algunas risitas que quedaron ahogadas rápidamente por el comienzo de otra onda de placer recorriéndoles. Jinx sintió el miembro de Wally ponerse duro y firme, y ella misma se sintió empapada y deseosa de acabar con esa sensación de vacío que le oprimía ahí abajo. Se inclinó sobre él y comenzó a darle besos húmedos y profundos en los labios.
–Ah… Jinx.
Con un rápido movimiento, Wally la tiró contra la cama y le impidió volver a sentarse. Reclinó su cuerpo sobre ella y entrelazó sus dedos con los de ella. Entonces, sus labios bajaron de su cara, al cuello, a sus pezones y se entretuvieron succionándolos y lamiéndolos con tortuosa lentitud. Mientras tanto, su mano libre, bajó por su cuerpo hasta uno de sus muslos y le acarició la parte interna de este. Jinx arqueó la espalda porque se sentía muy bien todo aquello. Le encantaba la lengua traviesa de Wally, haciendo de las suyas con sus aréolas, y su mano allá abajo, cada vez más peligrosamente cerca de su centro de placer le ocasionaba una sensación caliente y agradable.
–¡La cena está lista! – llamó la señora West desde la cocina.
–No ahora – Wally introdujo su mano por debajo de las bragas de Jinx y comenzó a darle un leve masaje, causando en ella el insoportable deseo de tenerlo dentro ya.
–Wally… – gimió. Los dedos del chico le separaron los labios y con la humedad que ya era parte de Jinx se resbalaron fácilmente de adelante a atrás. Mientras, Wally le dio una pequeña e inofensiva mordidita en su pezón izquierdo –. Wally – repitió porque de alguna manera quería detenerlo pero al mismo tiempo quería retenerlo para siempre ahí. Dos dedos de Wally encontraron su clítoris y lo masajearon suavemente y de forma circular, arrancando de Jinx un gemido – ¡Wally!
El chico levantó la cara pero sus dedos siguieron moviéndose. Le sonrió con coquetería, enseñándole sus dos hoyuelos entre las pecas, mientras Jinx sentía una extraña sensación de frío ahí en su pecho donde la saliva seguía fresca.
–¿Quieres más? – preguntó inocentemente y entonces sus dedos se deslizaron a ese interior húmedo y apretado de Jinx y comenzaron a explorarlo.
–No… – se sintió tan bien que echó la cabeza hacia atrás – Uhmm – jadeó cuando Wally comenzó a sacar y meterlos, sacar y meterlos. Pero Jinx debía encontrar las fuerzas suficientes para detenerlo –. Por favor… Mmm – Su novio, sin previo aviso aumentó la velocidad pero siguió con su rítmica estrategia allá abajo – Ah… De… ah… detente – gimió y Wally se detuvo pero no sacó sus dedos. Jinx sintió una contracción en su canal vaginal y los dedos de su novio ahí dentro se sintieron de maravilla.
–¿Por qué?
Jinx siguió apretando. Su cuerpo la delataba pero ella tenía que ser fuerte.
–Tu madre… Acaba de hablarnos, ¿no escuchaste?
–Ella puede esperar – metió más profundamente sus dedos y Jinx gritó –. Calla, lo tengo todo bajo control, pero deja de gritar – acto seguido sus dedos comenzaron a vibrar dentro de ella. Los dos dedos al mismo tiempo. Vibraban y oh, por las barbas de Neptuno, Jinx no pudo argumentar más.
Se retorció en la cama y se aferró con una mano a la colcha y con otra a la cabeza del pelirrojo, obligándolo a bajar de nuevo hasta su rostro y ocuparse de ella también allá arriba. Le metió la lengua a la boca y jugueteó con la suya, sin dejarle ganar, mientras sus piernas se apretaban en torno a su mano y sus nervios se excitaban constantemente con las vibraciones y el movimiento dentro y fuera de los mágicos dedos de su novio.
–Wally – Jinx se separó de su boca y lanzó un gemido. Wally atrapó sus labios e incrementó la intensidad de sus dedos.
Entonces, cuando Jinx estaba por alcanzar su clímax, Wally se detuvo. La chica iba a respingar mientras sentía la mano de Wally ascendiendo por su cuerpo, dejando un trazo de humedad a su paso pero entonces el chico puso los dedos en su boca, y Jinx, actuando casi por instinto los lamió y se los llevó adentro.
–Eres tan sexy – exclamó Wally y antes de que tuviera ella oportunidad de responder algo, el chico le quitó su prenda interior, le abrió las piernas y comenzó a explorar el centro de Jinx con su lengua ágil y curiosa.
–¡Ah! – Jinx arqueó todo su cuerpo y echó los brazos hacia atrás, sosteniéndose de una almohada mientras sus caderas se contorsionaban de uno a otro lado, llena de placer.
El velocista tuvo que emplear sus manos para detenerle la pelvis. Su lengua recorría cada centímetro de su órgano sexual y no dejaba nada sin degustar. Cuando llegó a su clítoris lo movió de un lado a otro con la punta, ocasionando más gemidos de la chica, que tuvo que morderse los labios para evitar que salieran con la intensidad que pretendían. Tuvo que recordarse a sí misma que los padres de Wally estaban a tan sólo unos metros de distancia y podrían fácilmente descubrirlos.
Acto seguido, Wally comenzó a sacar y meter su lengua, proporcionándole pequeños toquecitos al clítoris que alternaba con los movimientos circulares anteriores. Luego, su lengua entró a lo más profundo de su ser y Jinx encontró especialmente placentero tener dentro de ella ese cuerpo húmedo, suave e inquieto explorando sus paredes y saboreándola. Jinx se sentía en la cima, a punto de reventar y alcanzar el orgasmo. Sintió entonces los dedos de Wally reanudar su trabajo anterior y su boca cambiar su atención hacia sus labios mayores y menores, besándolos y estirándolos como si quisiera arrancárselos. Sus dedos fueron más rápido y más profundo. Su boca succionó toda su humedad. Jinx llegó al orgasmo profiriendo un grito que intentó sofocar tanto como le fue posible mordiendo la almohada que segundos antes sostenía.
Sus músculos se contrajeron un par de veces más, Wally la besó un poco más y lentamente sacó sus dedos. Subió hasta ella de nuevo y dejó caer todo su cuerpo sobre el de ella, dejándole recuperar la respiración mientras le acariciaba la cabeza.
–¡Wally y Jinx, a cenar! – ordenó, en esta ocasión, el señor West.
Pasaron algunos minutos antes de que Jinx se recuperara del todo.
–¿Qué parte de no grites fue la que no entendiste? – le reprochó Wally entre susurros.
–Yo te dije que te detuvieras, ya sabes cómo soy – se defendió Jinx entre jadeos, poniéndose de lado y abrazándolo –. Aparte, fue tu culpa. Tú tuviste la brillante idea de venir a tu casa. ¿Se te ocurrió que podrían estar tus padres?
–Te recuerdo, lindura, que fuiste tú quién se negó a hacerlo en la calle – Wally le pasó un brazo por la cintura desnuda.
–Estaba nevando y hacía frío – exclamó en un susurro la hechicera, atrayéndolo hacia ella, lista para la siguiente ronda.
–Yo me iba a encargar de quitártelo – coqueteó el pelirrojo.
–Ahora es mi turno – indicó Jinx, tratando de que Wally no se fijara en el rubor de sus mejillas y se puso encima de él. Wally se puso cómodo, como si llevara ya un buen rato esperando aquél momento.
Jinx se inclinó y bajó lentamente los calzoncillos de Wally, negros y apretados. Como si tuviera un resorte dentro, el miembro de su novio salió al instante, erguido, orgulloso, duro, grande. Le rozó a Jinx la barbilla y la chica sonrió, llena de deseo.
Lo tomó, primero con una mano y lo sintió caliente y firme. Wally soltó un sonidito cuando empezó a frotarlo de arriba abajo, y luego una exclamación cuando con su boca empezó a jugar con sus testículos, saboreándolos y besándolos. Wally se estremeció pero Jinx lo dejó pronto porque sabía que había otra cosa que él disfrutaba más y no había tiempo que perder.
Mientras que con su mano se encargaba del cuerpo de su miembro viril, con sus labios le dio un beso tierno, que en cuanto apenas tocó la delicada piel de la cabeza. Sacudió su mano con más energía y entonces le dio un lengüetazo en la misma zona, arrancándole un estremecimiento y una risita de placer. Jinx lo soltó y trazó un recorrido con su lengua que fue desde la base de su órgano sexual hasta la punta. Después rodeó la cabeza con toda su boca y luego con su labio superior descendió de nuevo, siguiendo el mismo trayecto que de subida.
Luego lo besó en toda su extensión, dejando trazos húmedos ahí donde posaba su boca. Sintió las manos de él sobre su cabeza, como queriendo tener el control de sus movimientos, y eso sólo estimuló más a Jinx. Como vio que Wally respondía cada vez más, comenzó a meterlo en su boca, cada vez más profundo que la vez anterior, teniendo mucho cuidado de no lastimarlo con sus dientes y complacerlo tanto como fuera posible con su lengua y sus labios. Wally comenzó a mover su cadera también, de forma rítmica, natural, espontánea, acorde a los movimientos de Jinx.
–Jinx… – jadeó el pelirrojo. Wally se aferró con fuerza a su cabello, jalándoselo ligeramente, sin ocasionarle dolor. Jinx lo metió aún más, sintiéndolo hasta el fondo de su ser – Terminemos esto.
Jinx se lo sacó casi todo, pero se quedó jugueteando con su cabeza, moviendo la lengua en sentido de las manecillas del reloj, dibujando círculos concéntricos y luego centrípetos alrededor de su meato. Wally siguió moviéndose debajo de ella, pero luego consiguió levantarle la cara.
–¡La cena! – gritó Mary, algo enfadada.
–De acuerdo – asintió Jinx.
Wally, en menos de un segundo ya tenía un condón de color azul neón brillante puesto. Se puso de rodillas sobre la cama y lo agitó de un lado a otro.
–Te dije que eran reales.
Wally pensaba meterle un sable láser. Jinx dejó escapar una risita pero luego Wally la tiró sobre la cama.
–De ninguna manera – se quejó la hechicera y rodó para estar sobre él –. Las damas primero.
Se sentó con cuidado sobre su sable, introduciéndolo lentamente, sintiendo su cuerpo amoldarse a la perfección al cuerpo de Wally. Apoyó, sus manos por detrás de ella, sobre los musculosos cuadríceps del superhéroe y él, por su parte, la tomó de la cadera. Jinx así, comenzó a mecerse hacia adelante y atrás, sintiendo con gran excitación a Wally dentro de ella, caliente, vivo. Se movía como olas del mar, lenta y suavemente, realizando deliciosos movimientos ondulantes que estremeció a los dos al mismo tiempo y Wally tuvo que sentarse porque no soportaba estar acostado. Jinx siguió moviéndose, sintiéndose de nuevo mojada, ardiente y hambrienta. Wally se aferró de ella por la espalda y comenzó a comerse uno de sus senos. Con una mano le acariciaba el trasero y le pasaba los dedos entre las nalgas, separándoselas y aumentando el éxtasis de Jinx en un mil por ciento. Ella echó la cabeza de Wally hacia atrás y lo besó con furia al tiempo que cambiaba sus movimientos y empezaba a dar pequeños saltos, para meter y sacar. Sentía sus pechos rebotar con gracia y sus nalgas chocar con los testículos de Wally.
–Ah… – gimió de placer – Uhmm.
Wally hizo un extraño movimiento, tan rápido que Jinx no se lo esperaba y no pudo hacer nada al respecto. Quedó recostada bocabajo y sintió a Wally sobre ella y dentro de ella, agitándose más rápido de lo que ella lo había hecho, y causándole nuevas sensaciones igual de ricas y placenteras. Su cara estaba junto a la suya y sus manos estrujaban con salvaje fuerza sus senos firmes y erectos.
–Wally – dijo entre jadeos –. No… ¡Oh!
Wally soltó uno de sus pechos y le tapó la boca.
–No grites – le susurró al oído antes de morderle fuertemente el lóbulo de la oreja y luego hacer lo mismo con su hombro.
Los movimientos de Wally eran como estocadas a las que Jinx estaba haciéndose adicta. Decidió incorporase un poco y posicionarse sobre sus cuatro extremidades, haciendo que Wally tuviera un mejor agarre de ella y la penetrara con mayor fuerza. Su mente no se concentraba bien a pesar de que creyó escuchar un par de veces más a una muy enojada Mary West. Todo lo que podía pensar era en Wally moviéndose deliciosamente, entrando y saliendo de ella, agitándose como si estuvieran en una especie de coreografía previamente planeada.
–Jinx – entonces la volteó y quedó encima de ella, tal y como había querido desde un principio. Jinx envolvió su tronco con sus piernas y lo sintió llegar más profundo.
–¡AH! – gritó. Cada vez estaba más cerca de alcanzar el gran final y no podía evitar soltar todos esos sonidos – ¡AHHH!
–Shhh – Wally le tapó la boca con una de sus manos. Jinx se mordió el labio inferior, intentando ahogar todos los gemidos que amenazaban con salir de su boca. Aunque hizo el mayor esfuerzo, no pudo reprimir algunos sonidos menores que parecían estimular más a Wally, quien parecía llegar cada vez más profundo.
A Jinx le encantaba sentirlo dentro y fuera, dentro y fuera, masajeándole con su miembro, con furiosa violencia, su propio centro de placer, una y otra y otra vez. Todos sus sentidos se excitaron y estaba a punto de gritar otra vez.
–Ya me vengo – le avisó Wally entre respiraciones entrecortadas.
–Yo también.
Su novio, se inclinó sobre ella y dio sus últimas estocadas, más fuertes y lentas que antes. Jinx lo mordió en el hombro con todas sus ganas y sofocó un grito ahí. Wally gimió de dolor y placer y fue más rápido. Su pene comenzó a vibrar también. Jinx ya lo sentía venir y entonces, su último jadeo lo soltó dentro de la boca de Wally, quien alcanzó el orgasmo al mismo tiempo que ella.
Paulatinamente, sus movimientos se hicieron más lentos hasta que se detuvo y se desmoronó sobre Jinx que ya había caído rendida. La hechicera sintió sus últimas contracciones musculares y fue dichosa al sentir a Wally dentro de ella, complementándola.
Se miraron a la cara, saborearon su sudor, olfatearon sus jadeos, sintieron sus cuerpos fusionándose en uno solo, hecho a la perfección.
–Ah – soltó Jinx finalmente –. No te vayas, no aún.
Wally le acomodó un mechón detrás de la oreja y la besó en los labios.
–Siempre se siente así, como la primera vez – le susurró.
Los dos se sonrieron mutuamente pero compusieron expresiones de horror cuando escucharon pisadas subir por las escaleras. Jinx sintió que el corazón se le aceleraba, pero antes de pensar en una solución, ya tenía toda su ropa puesta, así como Wally, quien también había quitado el seguro de la puerta y había colocado una compleja maqueta sobre el escritorio, y a Jinx parada frente a él.
Cielos, adoraba que su novio fuera un velocista. De verdad, todo lo tenía siempre bajo control.
Mary West abrió la puerta con algo de brusquedad y los encontró absortos en la maqueta. Jinx tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para que su respiración sonara tranquila y lenta, no ruidosa y acelerada como en realidad la tenía.
–Y si le aprieto a este botón, se prenden las luces y la ciudad cobra vida – improvisó el muchacho señalando un interruptor rojo en el centro de la maqueta.
–¿No me escuchaban o qué? – preguntó la señora West, poniendo una mano en la cadera.
–Oh – fingió sorpresa Wally –, ¿ya está lista la cena?
–¡Llevo media hora hablándoles! – se quejó la mujer y comenzó a bajar las escaleras, murmurando con enojo para sí misma.
Jinx saltó para bajar del escritorio y le sonrió a Wally con coquetería, jalándolo de la mano para ir a cenar porque francamente tanta acción la había dejado hambrienta.
Wally le pasó un brazo por los hombros y se inclinó para susurrarle al oído.
–Te amo, Jinxy.
–Yo má… - antes de que la joven pudiera terminar su frase, Wally la besó y mordió traviesamente su labio inferior.
Ah, así era él. Su querido y estúpido Wally.
Reto completado.
¡Gracias por llegar hasta aquí!
Nos leeremos pronto :)