Con paso veloz, la coneja dejaría sus quehaceres de lado y se dirigiría hacía la habitación que ella y su marido compartían, asegurándose de que la puerta de ésta quedara cerrada desde dentro. Sacaría de una pequeña caja unos documentos entre los que se notaba un acta de adopción, una identificación con foto y el último chequeo médico obligatorio que había recibido la más pequeña de sus hijas, que iba acompañado de su cartilla de vacunación con todo al corriente. Pondría todo en la cama sin ponerle mucho cuidado y, sin detenerse, caminó hasta donde se encontraba una pequeña maleta lo suficientemente espaciosa como para llevar un par de prendas para usar al menos durante dos semanas. Comenzaría acomodando todo con gran organización, cuidando que quedara espacio suficiente para otros artículos personales y la papelería que momentos atrás había sacado. Les habían dado un máximo de dos días y uno de ellos ya había pasado, había meditado lo suficiente con la almohada para saber qué era lo que tendría que hacer o tal vez no, tal vez tan sólo la coneja guardaba sin tener en mente que hacer, pero si algo era cierto era que jamás dejaría que le arrebataran a su pequeña.
Una vez terminó, tomó la maleta y, teniendo mucho cuidado, se dirigió a la habitación de Nicolle a tomar una mochila para llenarla de ropa de todo tipo y colores. Sería difícil para ella, más aun sin que Mary estuviera para acompañarla en la que tal vez sería su travesía más difícil.
Cargando con todo, tomaría la van en la que su hija y prometido habían viajado y con cuidado metería la maleta y mochila dentro de ella. Realizaría un viaje más de ida y vuelta pero en esta ocasión cargaría entre brazos a su pequeña Nicolle a quien recostaría en el asiento trasero.
— Esto es una locura… —suspiraría Bonnie colocando las patas sobre el volante y mirando hacia al frente.
Su esposo e hijos estaban ocupados y los únicos que podrían sospechar de algo los había mandado a tomar una ducha juntos, la cual posiblemente se alargaría. Podía hacerlo.
Encendió el motor del coche y con un poco de titubeo pisó el acelerador, era hora de dar la cara a los enormes muros que se acababan de formar frente a ella. Sentía que irse sin decir nada posiblemente no fuera lo más correcto, pero quizás era lo mejor.
Después de alejarse unos minutos de su hogar, tomaría entre sus patas su teléfono celular y en un mensaje un tanto extenso, explicaría a su hija Judy todo lo que estaba ocurriendo.
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— ¡Nick, basta! —reprochaba cierta conejita mientras secaba su pelaje con una toalla, después de haber tomado una cálida ducha.
— Sabes que no fue justo, juegas con mis sentimientos, pobre de este zorro con quien sólo juegan. —En un perfecto acto fingido, el zorro demostraría lo indignado que se encontraba a la vez que colocaba una toalla blanca en su cadera.
— Ya, ya, reina del drama, otro día te compenso por ser tan cruel contigo. — Judy rodo los ojos mientras se le dibujaba una pequeña sonrisa traviesa en el rostro, le parecía de lo más gracioso haber emocionado a Nick con "jugar juntos" y que al final todo terminara el rechazo de la coneja, el cual afectaba al pobre y necesitado zorro.
La conversación había concluido en el momento en que ambos mamíferos habían comenzado a vestirse. Concentrados en su tarea, un pequeño tintineo y un parpadeo de luz llamaría la atención de ambos.
— Veamos… —Se asomó Nick, justo por arriba de la cabeza de su prometida, haciendo a un lado sus orejas.
— Que raro que mi mamá haya mandado un mensaje, tal vez necesita ayuda con la comida —sacó por lógica la coneja, mientras desbloqueaba su teléfono celular para leer lo que le habían mandado.
El silencio se hizo presente mientras que ambos iban leyendo incrédulos lo que decía el mensaje.
— Es… ¿Es una broma? —El zorro terminó de leer un poco antes el mensaje y moviéndose a un lado de su prometida sintió unas ganas enormes por arrebatar el celular y pedir explicaciones, más Judy se le adelantó.
Marcó el número de teléfono aún incrédula y esperó a que su madre contestara, cosa que no pasó.
— ¡No contesta! ¿Cómo se le ocurre irse así? ¿Por qué no nos había dicho nada? —se quejó la coneja dejando notar en su voz lo preocupada que se encontraba—. Nick… —Volteó a ver al zorro con unas cuantas lágrimas de desesperación en sus ojos.
— Tranquila Zanahorias, ve y avisa a Stu lo que está ocurriendo. Yo pediré ayuda a un viejo contacto. —Colocando sus patas sobre los hombros de su querida coneja, la miró a los ojos y con una simple y leve sonrisa le dijo que todo estaría bien.
Judy se calmó, respiró hondo y, con más tranquilidad, se encaminó a hablarle a su padre, aún con el celular entre las patas. Mientras tanto, el zorro, quien aún no terminaba de digerir lo que estaba pasando, salió del baño para tomar su celular, el cual se encontraba en la habitación de su prometida, donde se suponía que Nicolle se encontraba durmiendo.
Tomó una gran bocanada de aire y se armó de valor a entrar, a entrar y ver que la pequeña coneja no se encontraba. No se detuvo más con sentimentalismos, era importante hablar con Bonnie y que de sus propias palabras explicara qué era lo que estaba ocurriendo.
Nick agarró su celular de la mesa de noche, que se encontraba a un lado de su cama, y con gran precisión buscó un número de entre los muchos que había en su agenda. Hacía tiempo que no hablaba con el mamífero con el que se estaba comunicando, pero estaba seguro que le ayudaría por los viejos tiempos y si tenía suerte la coneja aún no había pasado por ese tramo de la carretera.
Esperó a que tomaran la llamada y aunque tardaron un poco esta fue respondida.
— ¿Viejo? ¿Eres tú? ¡Soy Nick! —Antes de que pudieran decir algo del otro lado de la línea, el zorro se precipito a hablar— .Sé qué hace tiempo que no hablamos, pero necesito un gran favor y es importante que me ayudes, te lo explicaré después en persona. —Voltearía a ver a su prometida en lo que él mamífero con el que se encontraba hablando por teléfono se concentrara por completo.— Necesito que detengas por un tiempo a una coneja ya mayor que conduce la van de Finnick, en un momento llego a ese punto de la carretera, por favor no la dejes ir.—Esperó una vez había terminado de hablar.
— Este bien zorro, no entiendo mucho, pero cuenta con ello, ahora apúrate... —Una sonrisa apareció en la cara de Nick, quien después de un suspiro aliviado agradecería y colgaría para salir corriendo hasta afuera, esperando que la coneja ya hubiera hablado con su padre.
— ¡Nick! —Llegó de forma inmediata la coneja quien corría con rapidez hacia él, mientras que por detrás Stu se aproximaba faltándole el aliento—. ¿Tuviste suerte? —preguntó acelerada.
— Si, un viejo amigo intentara detener a Bonnie en la ruta 113, hay que darnos prisa.—Justo en el momento en que Nick había terminado de decir aquello, el padre de la coneja había llegado con ellos, deteniéndose y apoyando sus patas en la cintura mientras respiraba con dificultad.
— Co... Conozco un atajo para llegar antes a la ruta.—El aliento aun le fallaba, pero no dejaría que su mala condición los retrasara. Sacaría las llaves de su camioneta y algo amontonados los tres mamíferos comenzarían su viaje para alcanzar a su esposa.
A sorpresa de Judy, su padre se encontraba conduciendo con bastante rapidez, cosa que aún en la situación en la que se encontraban le parecía extraña, pues su padre jamás infringía en los límites de velocidad permitidos y en varias ocasiones este le contaría a su hija que manejar rápido no le gustaba. Pero no fue así en esta ocasión, más que nada por lo importante que significaba el alcanzar a su madre antes de que huyera cargando ella sola todo el peso que probablemente sentía ahora mismo.
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— ¿Entonces buscamos una van naranja con un grafiti de zorros?
— Conducida por una coneja, no lo olvides.
— Vaya tarea más extraña nos dio el viejo… Ahorita podría estar entrenando en vez de hacer estas cosas…
— Ya grandulón deja de quejarte, solo estamos vigilando, los demás se encargarán de detenerla
— Cállate, tú no me das órdenes —respondió con agresividad el mamífero mientras se recargaba enojado y cruzando los brazos sobre el capo de un automóvil, a la vez que miraba molesto hacía la carretera que se encontraba completamente tranquila.
— Si, lo que digas grandulón.
El tiempo pasó bastante rápido se ha de decir, o al menos así lo sintieron ambos mamíferos, que de vez en cuando observaban la carretera y uno de ellos especialmente miraba muy entretenido una vieja revista con material no apto para el público infantil.
— ¡Oye! ¡Es esa! —gritó quien se encontraba leyendo. Logrando que su acompañante dirigiera una mirada llena de sarcasmo.
— Hace rato que avisé, si estuvieras más al pendiente no tendrías por qué quedar como un idiota. —Con un gesto burlón el mamífero saldría del asiento del copiloto para caminar hasta donde se encontraba estacionado otro automóvil, escondido detrás de un par de arbustos y árboles del camino.
Una pequeña y normal discusión comenzaría desde lejos, pero el aviso de que Bonnie se acercaba ya estaba hecho. Sólo quedaba esperar a que el plan que se había trazado para detener a la coneja funcionara.
Tal vez Bonnie había dudado de las habilidades policiacas de su hija y su prometido, tal vez pensaba que al encontrarse en Bunny Burrows no tendrían tantas herramientas para detenerla, pero en ello se equivocaba la coneja, pues aquellos dos grandiosos policías se acercaban con velocidad a su ubicación, acompañados por su esposo, sin que ella se lo esperara.
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Un suspiro salió del hocico de la coneja, quien aún no se percataba de que su pequeña conejita se había despertado y tallaba confundida sus dos ojos.
— ¿Dónde vamos? —preguntaría la pequeña algo adormilada, sin comprender que era lo que ocurría y en donde estaban.
— Hola mi pequeña, tú y mami iremos a una aventura juntas y nos vamos a divertir mucho —mentiría la coneja, sin tener idea de cómo plantearle a su hija las palabras correctas para que a su edad comprendiera lo que estaba pasando. Pero Nicolle no preguntaría nada más, será que confiaba en su mamá o que aún se encontraba bastante adormilada que ninguna palabra más saldría de su boca durante gran parte del trayecto.
Después de un tiempo, a lo lejos se vería una caseta de cobro, la carretera se encontraba tranquila, de forma casi fantasmal, así que el paso por la caseta sería rápido.
— Buenas tardes —saludaría Bonnie, fingiendo total tranquilidad mientras sacaba unas cuantas monedas de su bolso para pagar el costo de peaje.
— Buenas tardes señora, le voy a pedir por favor que también me muestre la licencia para conducir y los papeles de propiedad del vehículo, hemos tenido muchos registros de robo así que nos mandaron ese requerimiento de información —mencionaría el encargado de la caseta con amabilidad, mientras que la coneja entraría en total pánico, pues ninguna de las dos cosas las tenía a la mano, sobre todo los papeles de propiedad de una van que ni siquiera era de ella. Así que en intento fingido se pondría a buscar entre sus cosas intentando "encontrar" aquella licencia de conducir y papelería.
Bonnie se estaba poniendo muy nerviosa, cosa que el mamífero había comenzado a notar y sin pensarlo dos veces saldría de la caseta para informarle a la coneja que haría una pequeña inspección de rutina. Cosa que haría que sólo encontrara a Nicolle dentro.
— Hola pequeña. ¿Viajas con mamá? —preguntaría después de verla desde la ventana del copiloto, sentada en el asiento trasero con el cinturón de seguridad colocado. La joven coneja, quien desconocía a quien le estaba dirigiendo la palabra solo movería con un poco de vergüenza su cabeza en señal de que estaba en lo correcto.
— Disculpe, creo que no tengo los papeles conmigo. —Antes de causar más misterio, la madre de la pequeña, contaría la verdad al que se trataba de un tigre blanco.
— Está bien, por esta ocasión le dejaré pasar, pero a la próxima recuerde que debe cargar consigo esos papeles —añadiría con amabilidad volviendo a su puesto y recibiendo el dinero que Bonnie desde un inicio había sacado de su bolso.
La coneja pisó el acelerador con suavidad, aliviada de que todo hubiera salido en orden y que aquel mamífero hubiera tenido la piedad de dejarla pasar sin la papelería necesaria. No avanzó mucho cuando la van comenzó a rugir de forma peculiar y se apagara de forma abrupta, sin intención siquiera de encender.
— Mounstro —reclamó con inocencia la pequeña al escuchar aquel ruido tan feroz, asimilándolo como si una bestia enorme y temible se acercara hacia ellas. — Raawr. —En un intento de verse más intimidante ante la imaginaria bestia, lanzaría un agudo rugido digno de un ratoncito chillando.
— ¿Se encuentran bien? —Con rapidez un tigre blanco se acercaría a la ventanilla del lado donde Bonnie se encontraba sentada, provocando que ambas conejas tuvieran un sobresalto; más la pequeña quien en su imaginación aun contaba con que se trataba de un moustro—. ¡Ay! Lo siento mucho en verdad, me preocupó ese estallido tan fuerte que salió de la van.
— Tranquilo, no pasó nada, pero la van ya no quiere encender. —Se la notaba inquieta a la coneja, tal vez por el hecho de tener frente a ella un enorme tigre o más bien que su intento de escape estaba siendo entorpecido por la van.
— El taller de un amigo se encuentra bastante cerca, si gusta puedo ayudarle empujándolas hasta allá — mencionaría con amabilidad una solución que la coneja no se negaría, necesitaba llegar a Zootopia y el único vehículo disponible era esa vieja van.
Llegarían después de unos cuantos minutos, siendo empujados a un modesto taller con techo de aluminio, que aunque no lo pareciera se encontraba muy bien equipado. La coneja y la pequeña salieron del vehículo esperando a que el amigo del tigre volviera para ver que tenía la van, al menos había tenido suerte en tomar la carretera principal llena de puestos de servicio y no la otra que simplemente era un camino de concreto.
— No te alejes demasiado Nicolle —llamó la madre a su hija, quien se había comenzado a alejar un poco con ánimo de ver las cosas que le rodeaban y que eran dos o tres veces más grandes que ella.
La pequeña volvería aun siendo llamada por la curiosidad a un lado de su madre, quien la tomaría en brazos para sentirse más segura de que la joven coneja no desapareciera con esa habilidad rara que tenían todos los cachorros para preocupar a sus padres.
— Si gustan esperar aquí y ponerse cómodas, en unos minutos volveré con el mecánico —diría el tigre señalando unos sillones en donde Bonnie no tardaría en tomar asiento en lo que el mamífero se alejaba saliendo por una puerta trasera de metal.
Bonnie y Nicolle esperarían sentadas un par de minutos en lo que el gran tigre mandaba a hablar al encargado del taller, el cual ayudaría a reparar la van. La madre de la pequeña miraba el piso con desesperación, como si hubiera cometido un crimen y se encontrara fugitiva; sus patas temblaban de forma apenas perceptible y su respiración con cada segundo se volvía más pesada. Estaba asustada, aterrada y aún no estaba segura si se trataba del hecho de que había huido ella sola a enfrentar un problema tan grande cuando jamás se había alejado de su madriguera, o que simplemente temía por lo que le pudiera pasar a Nicolle.
Un suspiro llamaría la atención de su hija, quien voltearía a ver a su madre con un gesto confundido por la expresión que esta tenía en su rostro.
— ¿Tienes hambre? —cuestión la coneja a su cría en un intento por desviar los sentimientos que se acumulaban dentro de ella.
La respuesta a su pregunta sería afirmativa, provocando que Bonnie tomara su bolso y comenzara a buscar dentro una bolsa de plástico, la cual contendría zanahoria y manzana cortada en trozos. Sin mucho problema la conejita tomaría lo que se le ofrecía, comenzando a comer la zanahoria.
Alguien entraría por la puerta trasera, acompañando al tigre que las había llevado hasta ahí.
— Buenas tardes, madame —saludaría el que al parecer era un lobo con un color de pelaje un tanto peculiar.
— Buenas tardes —respondería la coneja evitando ver de forma rara al lobo, el cual por cierto era color morado con algunos detalles más en el pelaje. Pero quien no pudo evitar ver con sorpresa y curiosidad sería su hija, quien en su pensamiento era a consecuencia de comer demasiadas moras.
— En un momento saldré a revisar su auto, sólo debo terminar un trabajo urgente en el que no tardo nada. Mientras se pueden poner cómodas —explicó el lobo con amabilidad mientras volvía a retomar su trabajo siendo detenido por la conejita quien se había bajado del sofá sin que nadie se diera cuenta y había tomado la cola del mamífero, jalando un poco el pelaje.
— ¿Muchas moras? —Preguntaría Nicolle con algo de dificultad, en sus palabras tomando por sorpresa al lobo quien no comprendería con claridad a que se refería—. Si Nicolle come mucha zanahoria... ¿Najana? —Si no fuera por el pelaje, se habría notado lo roja de vergüenza que se había puesto Bonnie al comprender lo que decía su hija. Cosa que el lobo no había comprendido.
— ¡Muchas gracias por su ayuda! Estaremos esperando aquí para lo que necesite. —Sin esperar preguntas por parte del lobo, la coneja terminaría con la conversación agradeciendo y tomando entre sus patas a su hija. El lobo tampoco preguntaría más y volvería a su trabajo, siendo acompañado por el tigre quien también se despediría dejando al par de conejas solas.
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Jamás había visto a su padre conducir de esa forma y hasta para ella resultaba un tanto preocupante el semblante tan serio que había mantenido durante todo el viaje, sin mencionar palabra alguna. Judy juraría que sería la primera vez que lo vería actuar de tal forma. Stu, quien siempre ante sus hijos se había mostrado como un padre cariñoso, quien se preocupaba por sus hijos pero comprendía las decisiones que cada uno de ellos tomaba, ahora se le veía molesto y había algo más en su mirada.
— Mi amigo me comenta que ya dieron con la van y que ya están haciendo tiempo —mencionaría Nick al par de conejos, mientras observaba su celular el cual de a poco iba perdiendo la señal. La noticia sorprendió a los que escuchaban, pero lo que causaría más sorpresa sería la velocidad de la camioneta, que repentinamente comenzaría a ir aumentando.
Al menos, para beneficio de los mamíferos, la carretera estaba tranquila y no había demasiado riesgo al ir conduciendo a esa velocidad.
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La pequeña coneja se había comenzado a sentir impaciente, su madre no la dejaba levantarse de su lugar y su curiosidad la continuaba motivando a ir a ver lo que la rodeaba, más aun aquel par de repisas en el que se encontraban fotografías, líquidos de colores llamativos y un par de artículos que le parecían familiares de cuando su padre la cuidaba y se ponía a arreglar la camioneta con ella como su ayudante.
Bonnie había sacado un juguete de los varios que la coneja tenía para sus hijos, en un intento de que esto le calmará esas ganas infinitas por ver todo lo que le rodeaba, así como para su propio entretenimiento había tomado una revista que se colocaba sobre una mesa redonda frente al sofá.
— ¿Mary? —preguntaría Nicolle fijando sus grandes ojos hacía su madre. Ella sabía que estaba perdido el peluche, pero en su inocencia aquel peluche ya había vuelto a casa.
— Lo siento pequeña, aún no ha vuelto. —Las largas orejitas de ambas conejas bajaron unas con tristeza y las otras con preocupación—. Ya volverá, te lo prometo. —Bonnie sonreiría hacía su hija, estirando una de sus patas para alcanzarla y acercándola a ella, le abrazaría con un poco de fuerza.
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El rechinido en seco de un automóvil detenerse no llamaría la atención de la coneja que se encontraba dentro del taller mecánico, estaba varada en medio de una carretera, así que de entre todas las cosas posibles, el que algún conductor loco frenara para pagar peaje fue lo único que se le pasó por la cabeza.
— ¡Papá! ¡Espera! —escucharía un llamado lleno de nerviosismo venir desde afuera, captando la curiosidad de la coneja a quien le resultaría notablemente conocido aquel llamado.
La puerta del taller se abriría con un poco de fuerza, dejando ver a un conejo el cual intentaba ser calmado por su hija. La mirada que se chocó con Bonnie la paralizaría por un momento.
— ¿Stu? ¿Qué haces aquí...? —La coneja no podía creer lo que sus ojos veían, su esposo, a quien no le había contado absolutamente nada se encontraba ahí, en el taller donde se había quedado varada esperando a que arreglaran la van. Le parecía una alucinación.
— ¡No puedo creerlo Bonnie! ¿Creíste que no notaría la desaparición de mi esposa e hija? ¿Creíste que me quedaría sentado esperando? —La voz del conejo se escuchaba molesta. Judy pensaba si había sido correcto avisar a su padre, más que nada porque temía que su enojo empeorara la situación que se había desarrollado. Nunca había visto a su padre actuar de tal forma y aunque pudiera decir lo mismo de la reacción de Bonnie, a la coneja le preocupaba no llegar a una conversación tranquila como esperaba tener.
— Yo... Sólo... —Aún incrédula la coneja titubeó un par de palabras al aire no sabiendo bien cómo explicarse y temblando como si hubiera sido descubierta cometiendo algún crimen fatal.
— Cuando nos casamos prometimos jamás ocultarnos nada... Y no entiendo cómo me escondiste algo tan importante como lo de Nicolle. —La expresión y entonación de Stu cambió conforme cada palabra salía de su boca, bajando un poco sus orejas decepcionado y acercándose con paso lento pero firme hacía su esposa.
— Tenía miedo... No quería perderla, no sabía qué hacer. —La madre cerraría sus manos haciendo puños, tratando de con ello contener su angustia, su dolor y la sensación de haber defraudado no sólo a su amado esposo, sino a toda su familia.
— Pero para eso estoy yo, para compartir tus miedos, Nicolle es nuestra pequeña y aunque no sea de nuestra sangre la amamos como a todos nuestros demás niños. —Sus palabras romperían el caparazón que Bonnie se había puesto para intentar verse más fuerte, para romperse en miles de pedazos y dejar ver esa parte de ella a la que le aterraba perder a su hija.
— Lo siento... Yo sólo quería protegerla y no pensé con claridad las cosas... —No pudo más y pequeñas pero fluidas lágrimas brotaban de los ojos de la coneja, quien lloraba asustada y frustrada por lo que fuera a pasar. Su esposo no la dejaría sola y se acercaría para abrazarla, susurrando hacía su esposa que no contuviera el cómo se sentía, así como el hecho de que no huyera de nuevo, porque entre todos buscarían una solución.
Y como si eso fuera lo que necesitaba la coneja, esta comenzó a llorar sin hacer ningún ruido, solo en silencio, siendo abrazada por su compañero de toda la vida, hasta que por fin, las lágrimas que había contenido con todas sus fuerzas terminaron por salir.
Nicolle no sabía que era lo que estaba ocurriendo, pero antes de que comenzara a preocuparse del por qué su madre lloraba y su padre se veía enojado, Nick había ido con ella para distraerla lo máximo posible, hasta que llegara aquel momento donde todos tomarían asiento para poder conversar.
— ¿Cómo supieron que estaba aquí? —cuestionó la coneja ya con normalidad mientras todos estaban sentados.
— Nick tiene un conocido que trabaja aquí, así que le pidió de favor frenarte un momento—le explicaría su hija, aún confundida en lo tan oportuno que había sido todo esto, aunque no era raro para ella, pues su prometido estaba lleno de sorpresas.
— Gracias, Nick, y lamento haber huido de esa forma...—añadiría Bonnie al escuchar el cómo habían dado con el paradero de ambas conejas tan rápido.
La situación comenzó a tomar aún más seriedad de con la que había empezado, una vez que comenzaron las preguntas acerca de la situación por la que pasaba el proceso de adopción de Nicolle. La madre de la pequeña comenzaría a hablar de la situación, sacando de su bolso una carpeta en la que se encontraban algunos de los documentos que le había dado la trabajadora social. Pues los demás que le había mostrado ella se los había llevado al no estar permitido que la familia los tuviera.
Una larga conversación de la coneja relatando cada cosa, cada pequeña palabra que decían los documentos, sin omitir ningún detalle, haciendo el mayor intento por que su memoria recordara los nombres correctos de quienes intentaban arrebatarle a su pequeña.
— Entonces, como tal. Como tal, ¿Sólo se están basando en datos supuestos que no son precisos para separar a Nicolle? —El único zorro del grupo se cruzaría de patas un poco molesto pensando en lo absurdo que era la situación.
— Sí, es como si solo la hubieran buscado a ella específicamente. —Bonnie no quería pensar mal sobre lo que estaba ocurriendo, pero tras meditarlo le asustaba la idea de que fuera así.
— Suena bastante extraño más, cuando ya han pasado casi tres años. —La hija de la coneja no se quedaría atrás, después de todo su habilidad de deducción había mejorado mucho con cada nuevo caso que tomaba junto al zorro.
— Hija, ¿No hay alguna ley o algo? —Stu preguntaría desconociendo por completo el tema, con un tono de voz entre frustrado y preocupado.
— Me gustaría decir que sí, pero el tema de las adopciones es algo ambiguo aún, así que realmente nadie le pone mucho cuidado. —Echando la espalda hacía atrás, recargándose en el sofá, la coneja respondería intentando no desesperarse por la situación.
— Me imagino yo que va a ver algún tipo de juicio y no lo van a dejar así a la ligera —cuestionaría el zorro, volteando a ver de reojo a Nicolle que se había bajado del sofá sin que los conejos se dieran cuenta y comenzado a caminar por el lugar pegando uno que otro saltito.
— Sí, y también me dijeron que le harán exámenes de ADN y otros más para ver cómo estaba su salud —respondería Bonnie, volviendo a llamar la atención del zorro, aunque no fuera por completo, ya que de repente volteaba a vigilar a la pequeña coneja—. Aún siento que esto es una horrible pesadilla. —La voz de la coneja se iba rompiendo de a poco y en su rostro se notaba que estaba conteniendo sus lágrimas lo más que pudiera.
— Mamá. —Judy tomaría la pata de su madre, intentando que esta se calmará—. Sé que esto es muy difícil, Nicolle es parte de nuestra familia y estoy segura que nadie quiere que se vaya... Yo estaba pensando, en que tal vez deberías volver a Bunny Burrows. —Intentando sonar lo menos agresiva posible, la coneja diría aquellas palabras a su madre, quien al escuchar lo que su hija decía su cara se mostraba un poco molesta—. Yo sé que quieres estar con ella, pero sé que será muy doloroso para ti tener que pasar todo el procedimiento antes del juicio. Nick y yo podemos volver a Zootopia antes de tiempo y ocuparnos de llevar a Nicolle a los estudios que le harán. Mis hermanos menores te necesitan y sé que Nicolle también, pero creo que será bueno para todos que vuelvas a casa, que hables con toda la familia y sepan la situación así como acabas de contarnos a nosotros. Cada uno de nosotros piensa diferente y tal vez alguien pueda encontrar una solución en caso de que el resultado no sea de nuestra satisfacción... —Buscando las palabras correctas, la coneja comprendería lo que su hija intentaba expresarle, después de todo no sólo era Nicolle, sino todos en su hogar quienes la necesitaban y ella necesitaba de ellos para recuperarse, para ser fuerte y poder enfrentar aquel obstáculo con el que toda su familia se había tropezado.
— Por esta ocasión apoyo lo que dice Judy, cariño, los niños van a necesitar que les expliquemos lo que ocurre y, que en caso de que el resultado no sea el esperado, ellos estén preparados... —Stu, quien se encontraba al lado de su esposa, colocaría su pata en el hombro de la coneja, sacándola de sus pensamientos.
— No quisiera dejar a Nicolle sola pero... Está bien, sé que Nick y tú la cuidarán muy bien en lo que yo preparo todo —No negaría las recomendaciones que su familia le estaba dando y no huiría más de ellos, pero aunque su corazón sufría ante la idea de dejar a su pequeña, sabría que solo sería muy poco tiempo y que estaría en buenas manos.
— Hablando de preparar las cosas, eso me recuerda que conozco a alguien que podría ayudarnos. Esperen. —De forma veloz, el zorro saldría por la puerta trasera. Ya no tendría que preocuparse en cuidar a la pequeña coneja pues uno de los tigres blancos amigos de su contacto se había acercado a Nicolle para vigilarla.
Los demás se quedarían esperando, pensando en qué sería lo que Nick había ido a buscar. Pero no serían minutos después de que una conversación al fondo entre lo que parecían ser tres mamíferos terminara, que Nick volvería con ellos, dos caras muy familiares para Bonnie.
El tigre blanco de la caseta y el lobo morado que era mecánico.
— Seguro que ya se conocen. Este lobo puede que no sea muy bueno arreglando coches, pero como abogado, dudo que encontremos a alguien mejor que él. —Con alegría el zorro diría aquello mirando como Bonnie se quedaba mirando confundida.
— Lamento haberle mentido, estaba de paso y este viejo tigre me pidió que le ayudara en el plan para detenerla. Me presentaré de nuevo, soy Mathew Monteiro, abogado, y si me lo permite le ayudaré todo lo posible en este caso —La coneja sonreía levantándose de su lugar y estrechando las patas con el lobo. Jamás hubiera pensado que Nick haría algo tan grande como para involucrar a sus conocidos con tal de detenerla.
— Muchas gracias a ustedes dos por hacer el tiempo para que ellos llegaran —Con gran sinceridad la coneja agradecería, feliz de saber que la familia que pensó que no notaría o haría nada por su ausencia, había hecho hasta lo imposible.
— No fue nada y como muestra de disculpa, este lobo raro de acá ofrecerá sus servicios completamente gratuitos —una vez que el tigre terminara de decir aquello, el lobo voltearía a verlo con aparente sorpresa, pero no agregaría nada para negar las palabras de su compañero.
Bonnie reiría por toda la situación, no sabiendo si lo que se estaba diciendo era verdad o mentira, pero independientemente de ello, sabía que esa ayuda les sería muy valiosa, aún si tuvieran que pagar mucho dinero o nada por ella.
— Por ahora, Nick y yo volvemos con Nicolle a Zootopia en la van. Mientras, ustedes vuelven a Bunny Burrows —mencionaría Judy llamando la atención de todos los presentes y despertando la curiosidad de su madre.
— ¡Ay, no! No había pensado en eso. Hija la van tuvo una falla y... —antes de que Bonnie entrara en pánico al recordar la falla que había tenido el automóvil de Finnick, se escucharía una risa a su lado.
— Lo siento Señora Hopps, eso fue por culpa de mi joven asistente —el tigre señalaría a un tigre un poco más joven que se encontraba a un lado de Nicolle hablando con ella y señalándole un par de objetos que se encontraban en la pared—. Mientras fingía hacer una inspección él se coló por debajo del van para desconectar un par de cables —Una mirada de entendimiento sería dirigida al mamífero mientras que por la mente de la coneja se pasaba el pequeño pensamiento de lo ciega y torpe que había sido al no haber hilado las cosas de tal forma de que todos los hechos concordaran.
Los conejos se quedarían hablando de lo que había sucedido, riendo un poco y pensando sobre el cómo harían las cosas, mientras que Nick iría hasta donde se encontraba Nicolle con el otro tigre para saludarla y tomarla entre sus patas, agradeciendo al mamífero por haberla distraído mientras se tocaba un tema tan delicado y seguramente aburrido para la edad de la pequeña coneja.
Una pequeña despedida comenzaría, explicándole a la más joven de todos que ahora iría a un paseo por unos días con su tía Judy y su tío Nick, enfocando mucho en que su madre iría a visitarla lo más pronto posible.
Sus padres abrazarían a la conejita, intentando parecer lo menos emotivos posibles para que ella no notará que algo extraño estaba pasando, o que se fuera a poner triste al ver a todos así.
— Los llamaré en cuanto lleguemos a Zootopia —diría Judy tomando con algo de fuerza las manos de su madre en señal de apoyo, una vez que se diera cuenta la mirada que le dirigía a su prometido mientras que se alejaba con Nicolle en dirección a la van.
— Te la encargo muchísimo, puede que se vea que es muy sería, pero siempre clama por cariño... Después de todo, sólo es una bebé.—El dolor que Bonnie sentía era tan grande que al finalizar y gestionar un suave sonrisa, todo quienes estaban a su alrededor lo notaron.
La pareja junto con la pequeña coneja, subirían a la van, comenzado a conducir hacía su próximo destino y dejando ver por los retrovisores como se iban alejando poco a poco de donde se encontraban los padres de ambas conejas.
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— Todo estará bien Bon —diría Stu, volteando a ver a su esposa, quien se quedaría mirando el camino por el que los tres se habían ido alejando.
— Eso espero... —Estaba segura de que no se equivocaba al dejar a Nicolle a cargo de Nick y Judy, sabía que harían un buen trabajo, pero aun así, en su instinto como madre sabía que algo estaba muy mal.
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A pesar de que ya habían pasado un par de horas desde que habían dejado atrás a sus padres, Judy no podía creer lo que estaba sucediendo. Estaban yendo hasta Zootopia, con Nicolle, para algo tan injusto... Ella siempre había pensado que las leyes eran valiosas y que ayudaban a los más necesitados para hacer un mundo mejor, pero ahora esas leyes injustas podrían estar arrebatándoles a un miembro muy valioso a su familia y sus pensamientos vagaban entre si era lo correcto o no.
— Pelusita, bienvenida a Zootopia.—Nick, quien tenía a su lado a Nicolle, la tomaría en brazos para que pudiera ver por la ventana el paisaje de la cuidad vista desde lejos.
La pequeña esbozaría una sonrisa con emoción al ver un lugar tan diferente a Bunny Burrows, donde los edificios altos, llenos de luces y colores no eran ninguna novedad.
— ¡Topia! —gritaría ella, sacando de su concentración a su hermana mayor, quien aún no se había percatado de que ya estaban cerca de llegar a su destino.
— Zanahorias. —Mientras la conejita miraba emocionada cómo pasaban por el puente principal que cruzaba el enorme lago que albergaba la ciudad, Nick voltearía a ver a Judy, dándole a entender con la mirada algo que sólo ella comprendería, algo que la haría sentirse más relajada y volver en sí.
El zorro tenía las mismas incertidumbres que todos, pero conocía ese lado injusto y desalmado de la ley, en el que sólo el más fuerte era capaz de salir victorioso. Y éste conocía perfectamente los pensamientos al respecto de su prometida, comprendía su punto de vista entendiendo el dolor por el que ahora toda su familia estaba por enfrentar.
Pero entre tanta oscuridad todos confiaban en que había esperanza y no se iban a rendir antes de que todo comenzara.
Y su llegada a Zootopia solo sería el punto de inicio.
Vaya novedad estar por aquí, me había tomado un descanso del fandom porque... saturarse es malo, pero pues he vuelto y espero poder escribir de nuevo tan rapido... ahi lo malo de descansar, pierdes practica en todo. Voy a empezar a incluir pequeños dibujos a lo largo de los capitulos*, son feitos pero es trabajo honesto(? xD
*Los dibujos los pueden encontrar en mi perfil de Devianart: Victorique06
Si aun siguen por aqui, leyendo este humilde fic, que se actualiza cada mil siglos... En serío muchas gracias a quienes comentan.
Bureinzu: Rayos, apresurarme es lo que más me gustaría pero siempre tengo bloqueos bien intensos al momento de escribir, hare todo lo posible para no tardar tanto en la proxima ocasión. ¡Muchas gracias igual por apesar de la tardanza seguir leyendo!
Makarov Fox: Realmente si, el dibujo era parte de esa escena. Fue curioso de leer tus reacciones a lo largo del capitulo, pero el parque al estar en un pueblo donde hay gran habitad de conejos tiene mucha área para expandirse. Bogo no creyo que Nick estaba medio menso para cuidar niños. Los lios deben esperar un poco más, pero un pequeño spoiler es... ¡Nah! Mejor calló, hay mucho para leer aun.
The Danned Nameless: ¡Jah! ¡Pues en mi caso pasaron 200 años! No pasa nada con que tardes, se que siempre te emociona la idea del fic e igual yo tardo un monton... Seh, vaya cosas. Es que Nicolle fue creada con azucar, flores y muchos colores, por eso la amas tanto (? Las tormentas siempre dan miedo, aun ahora que soy mayor me dan miedo, pero shh es secreto e igual yo tenia un osito... Que pues aun existe y es mi top de peluchitos.
Voy a comenzar a vender medicina contra el azucar porque no quiero demandas medicas...
Rene18: Judy ya esta muy usada para aparecer en ese tipo de situaciones(? Aparte hay que aprovechar a los demás personajes que siempre los tienen medio olvidados, excelente logica el hecho de que debio primero buscar en la habitación de Nicolle, pero pues Nick creyo en las palabras de la conejita y quería darse un pequeño baño de lodo... Jajajaja encuentras sospechas donde no las hay y tienes sospechas donde si las hay(?
¡No soy lasciva! Solo me divierto sabiendo lo que a la gente les causa más emoción porque ellos si son unos pervertidos(?
IronMaik2095: Awwww es super bonito ver que retomaste el fic e incluso te volviste a leer todo! ¡Muchas gracias! Ahora... necesito que firmes un documento donde yo no tenga la culpa de la diabetes que pueda causar leer el fic!
Mary... Pobrecilla Nicolle, pero todo tiene una solución o ¿no? uhm...
The Chronicler Fox: Debo confesar que de verdad la del grito fui yo... lo siento, soy cobarde. Hay que risa con la logica, vamos, Nick es menso y estando dormido seguro que es el doble de menso, para él una tormenta no es nada, para Nicolle es algo muy intimidante.
Judy no se fue es que se puede hacer invisible(? ¡Dah! Y bobo, si le diera la pocima magica que toma Fawkes, la pobre Nicolle quedaría asqueada y dando vueltas por esa cosa tan fea, es horario familiar mi estimado.
¡Oye! La escritora no es mensa, bueno si lo es... Me matarías si supieras que he olvidado cosas de la trama, pero no te preocupes, que por algun lado las escribi(?
Cobarde no, pero menso si, mira que salir así de imprudente... Jajaja oye tienes un odio frustrado con Judy, porque me ha dado cuenta que te gusta cuando la coneja sufre xD
Caos es mi segundo nombre compadre... Bueno en realidad no
Un pequeño homenaje a esa parte de tu fic he de decir, hay no, de ahi para adelante fue una muerte de risa, no puedo con tanta ocurrencia que pusiste, el árbol tenia la importancia de... arder, fin. Ya hasta se me olvido que iba a decir por hacerme reir tanto con la review, así Nick es suicida y si el quiere olvida al sobrino de Bogo xD
PD: Rawflix es un nombre genial. Es todo lo que dire, paz(?
Guest: Muchas gracias por leer y dejar comentarios, así como fue interesante ver las reacciones que tenias al ir leyendo xD