Aclaración: Este fic es un regalo para Rosie-Lun. Por motivo del Amigo Invisible organizado desde el foro Groovy Mutations.

Cielo, espero que esto sea de tu agrado. Te deseo un gran año :3


Nacieron el mismo día. Fue un pacto, no verbal, para permanecer juntos para siempre. Nadie supo de esto, hasta que los años pasaron.


Pietro era como mercurio. Fluido en su forma de ir por el mundo, pero fuerte y seguro.


Wanda era como cristales rotos. Casi como polvos de estrellas; solo que averiado y sin retorno.


Todos creían que eran privilegiados. Dos mitades de la misma alma, en dos cuerpos diferentes, tomados de la mano para enfrentar la vida.

Nunca estarían solos. Eran tan afortunados.


Pietro era risa.

Pietro era bromas e hiperactividad.

Pietro era velocidad.

Pietro era juegos.

Pietro era una mitad.


Wanda era frágil.

Wanda era un pequeño torbellino impredecible.

Wanda era poder.

Wanda era magia.

Wanda era una mitad.


La vida no los quería juntos. Era tan obvio para todos, en algún momento.

Cada momento de paz, parecía corromperse. Era constante. Era obvio.

Pero ellos siguieron. No importaba lo que debían hacer. Ellos luchaban por seguir unidos. Porque esa promesa de su nacimiento, era más fuerte que todo.

Lucharon. Contra cada persona que se interpuso entre ellos.

Pero nada logró separarlos.

Ni las personas.

Ni la realidad.

Ni la muerte.

El mundo caería destrozado antes de que ellos se separaran.


A veces Wanda quería ser la fuerte.

A veces Pietro quería flaquear.

Pero sabían que ese no era su lugar. Ellos se complementaban. Eran mitades, no podían ser lo que el otro.

No importaba que a veces Wanda quisiera jugar.

No importaba que a veces Pietro quisiera ser magia.

Ellos tenían su lugar. Era junto al otro. Era dándose lo que necesitaban.


Pietro no necesitó explicaciones cuando Wanda murmuró un "Estamos condenados".

Ambos lo entendieron: su relación era tóxica para todos. Ellos no estaban bendecidos. Ellos no eran afortunados.

La realidad estaba en su contra.

La vida no los quería unidos.

—Prometí que te cuidaría a toda costa —recordaba Pietro.

—Lo sé —afirmó Wanda, con una bonita sonrisa en sus labios rojos, pero los ojos tristes—. Y lo hiciste…

—Ese es el problema —concluyó la frase de ella.

Ellos debían separarse.

Porque la realidad temblaba al luchar contra ellos.

Porque ni la muerte los pudo vencer.

Y eso estaba mal.


Corrió. Blasfemó, se enfadó. El aire no llegaba a sus pulmones y los músculos ardían. No lloraba, a pesar de necesitarlo, cuando al fin sus piernas no pudieron más y cayó de rodillas.


Lloró, gritó, aventó cosas sin tocarlas. La energía roja bailaba salvaje en el aire, al compás del sonido del llanto y los alaridos.


Eran dos mitades de una misma alma, que finalmente cedió.

No más pelear contra el destino.

Tal vez Wanda podría reír.

Tal vez Pietro podría ser frágil.

Tal vez, dejarían de ser solo mitades complementarias y lograrían ser alguien.


Nota: ¡ESTO QUEDÓ TAN SIMPLE! Es muy bobo, creo. Pero Debía publicar antes de irme. No podía dejarte sin regalo, cielo. Aunque se feito.

¡Se te quiere! Un abrazo. Be free, be happy.